El laberinto de los miedos

El laberinto del miedo tiene muchos vericuetos. Es, como otros laberintos que vamos describiendo, un montón de caminos entreverados, un embrollo en el que es fácil perderse. Su particularidad es que este está poblado por monstruos. Monstruos que amenazan lo que uno valora. Temes que esos monstruos acaben con bienes que aprecias. Con aspectos de la vida que son importantes para ti, como puede ser la presencia de tus seres queridos, la salud, la seguridad, o un trabajo que te llena. Algunos de esos monstruos devoran la esperanza, cuando te impiden creer que vas a conseguir algo que de veras te importa. También es amenazador el miedo a que ocurra algo que no deseas: un accidente, un fracaso, un diagnóstico indeseado… El peor de esos monstruos, el más aterrador, es el miedo a perder a las personas que amas. Por distintos motivos: porque se tengan que ir, porque mueran, porque se acabe el amor y te abandonen… Qué agonía pensar que algo de eso ocurra.

Y así, uno pasea por un laberinto interior, tratando de no encontrar a esos incómodos compañeros de camino que, como una bruma densa, te impiden ver. Porque cuando se pegan a ti, se convierten en tu sombra y no te dejan vislumbrar a dónde vas. Entonces pierdes el hilo, eres incapaz de recordar la dirección, y en lugar de ir disfrutando el camino te pierdes, repitiendo una y otra vez los mismos pasos: miedo a perder, miedo a no valer, miedo a fracasar, miedo a equivocarte, miedo al abandono, miedo a sufrir, miedo…

Solo hay una salida a ese laberinto. No dejes que esos monstruos crezcan tanto que te impidan ver la salida y te paralicen. En realidad, no puedes hacer que desaparezcan. Tememos porque somos conscientes de que el tiempo avanza, de que muchas cosas cambian, no siempre en la dirección que queremos, y sobre todo, porque nos importan esas cosas. De algún modo se podría decir que tememos porque amamos. Y eso es bueno. Es bueno que no seamos indiferentes, que nos importe lo que vivimos. Que nos importen, especialmente, las personas. La trampa del miedo es hacernos huir de cosas que forman parte de la vida. Claro que alguna vez fracasarás. Es parte del camino. Claro que alguna vez perderás lo que tanto te ha costado conseguir. No pasa nada. Y, sobre todo, es posible que alguna vez pierdas –por el motivo que sea– a las personas que amas. Porque no podemos encadenarnos a ellas. Pero, ¿preferirías no haber amado?

El miedo es la señal de que algo nos preocupa, de que ponemos pasión en lo que vivimos, y de que somos conscientes de la fragilidad, del paso del tiempo, del valor inconmensurable de muchas vivencias y momentos. Eso no es malo. Pero hay que evitar que ese temor se convierta en un monstruo que paraliza o anula (porque ese es el que te atrapa en su laberinto). Creo que eso es lo que quería decir Jesús, cuando, una y otra vez, trató de decir a aquellos discípulos, que no terminaban de entender en qué consistía la vida a su modo: «No tengáis miedo».

Reflexión del Evangelio – Domingo 17 de agosto

Evangelio según San Mateo 15, 21 -28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»

Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»

Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.

Por: Hermann Rodríguez Osorio, S.J

El jesuita brasileño João Batista Libânio, fallecido hace algunos años, en uno de sus muchos libros, decía que las condiciones del cambio eran la sospecha y la experiencia de lo diferente. Cuando funcionamos según nuestros prejuicios, no somos capaces de abrirnos a lo diferente y mucho menos nos atrevemos a sospechar que nuestras posiciones puedan estar equivocadas. Y, por desgracia, vivimos llenos de prejuicios políticos, culturales, sociales, raciales, religiosos…

Cuentan que una vez le preguntaron a un ciudadano estadounidense si era demócrata o republicano, a lo que el hombre respondió: “Soy demócrata”. Le preguntaron, entonces: “¿Por qué es usted demócrata?” “–Soy demócrata, dijo el hombre, porque mi papá era demócrata, mi abuelo era demócrata, toda mi familia ha sido siempre demócrata. Por eso soy demócrata”. “Vamos a ver, inquirió el entrevistador, si su papá hubiera sido un ladrón, su abuelo un ladrón y toda su familia fuera de ladrones, ¿sería usted también ladrón?” “Desde luego que no, respondió el hombre. En ese caso sería republicano”.

Este pequeño ejemplo de prejuicio político es apenas una muestra de lo que funciona dentro de nuestra cabeza. Muy rápidamente sacamos conclusiones respecto de la gente que conocemos todos los días. Cada uno podría hacer un ejercicio de reconocimiento de los propios prejuicios pensando: ¿Cómo le parece que sea una persona que tiene una cuenta bancaria sustanciosa o alguien que esté desempleado? ¿Qué pensamos de una persona nacida en Pasto o en la Costa? ¿Qué respuesta le daríamos a alguien que viene a decirnos que acaba de llegar de una zona de reconocida influencia guerrillera o paramilitar? Y así, se podrían seguir dando muchos ejemplos.

Caminando Jesús por una región apartada, se encuentra con una mujer extranjera. La primera actitud del Señor fue pasar de largo y no contestar nada a los gritos de la mujer, que pedía que le curara a su hija. Los discípulos, entonces, le ruegan que le diga a la mujer que se vaya o que la atienda, “porque viene gritando detrás de nosotros”. Jesús respondió: “Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer siguió insistiendo: “Fue a arrodillarse delante de él, diciendo: –¡Señor, ayúdame!” Y Jesús le contestó: “–No está bien quitarle el pan a los hijos y dárselo a los perros”. Solemos decir que el perro es el mejor amigo del hombre, pero a nadie le dicen perro como piropo… Sin embargo, la mujer es capaz de sobrepasar el insulto y decirle a Jesús: “–Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Jesús, entonces, vencido por la mujer, termina diciendo: “–¡Mujer, qué grande es tu fe! Hágase como quieres. Y desde ese mismo momento su hija quedó sana”.

Es evidente que Mateo quiere dar una lección a su comunidad judeocristiana, para que acojan a los extranjeros como legítimos beneficiarios de los dones del Reino anunciado por Jesús. Para ello, no duda en presentar a un Jesús que fue capaz de abrirse al encuentro con esta mujer extranjera y dejarse vencer por la fortaleza de su fe y su perseverancia. Algunos autores insisten en afirmar que Jesús estaba poniendo a prueba la fe de esta mujer, pero a mi no me cabe en la cabeza que Jesús fuera capaz de insultar a alguien si no es porque estaba convencido de lo que estaba diciendo.

Si queremos sospechar de nuestras posiciones ya tomadas, deberíamos ser capaces de abrirnos al encuentro con lo diferente de nosotros mismos y dejar que este contacto con lo distinto nos cuestione y nos ayude a cambiar nuestro comportamiento habitual frente a los demás, especialmente, frente a aquellos que descalificamos de entrada por nuestros prejuicios.

Fuente: jesuitas.lat

[Comunidades] Presencia de los novicios en el Cerro

La comunidad de la Pquia. Nuestra Señora de Fátima abrió las puertas de su casa para la llegada de los novicios que transitan el segundo año de formación. Juan José Mosca, nos cuenta cómo vivieron el recibimiento y la incorporación de los novicios en su comunidad, en el Cerro de Montevideo.

Testimonios SJ

En este mes de Julio hemos cumplido  un año de presencia de la nueva comunidad jesuita en el Cerro. Las visitas y  venida de compañeros jesuitas a nuestra comunidad siempre ha sido una gracia.  Este sería también el principal titular para la presencia de los novicios en la comunidad y en la parroquia de Fátima.

Los jesuitas estables misionados a esta comunidad no nos conocíamos ni habíamos convivido, ni trabajado juntos, por lo tanto somos una comunidad recién nacida,  de jesuitas muy distintos con una nueva misión dada por el Provincial. Es bueno tener en cuenta estos datos básicos para tener presente a dónde llegan Diego, Guillermo y Carlos a hacer esta experiencia de comunidad. Es un desafío para ellos y para nosotros. Pero de ambas partes con mucha disponibilidad para encararlo. Y la verdad es que yo diría que estamos muy contentos.

Entre nosotros ocurre algo de lo que sucedía en la Compañía naciente cuando Ignacio mandaba algún novicio a vivir en una comunidad, lo probaba y le hacía un seguimiento para ver si tenía subyecto para la futura Compañía.

Para nuestras reuniones de comunidad vamos tomando lo que vamos viviendo internamente y los apostolados que llevan adelante en el territorio del Cerro y los tres días que van a colaborar en la obra de Fe y Alegría en la zona del aeropuerto.

Vimos juntos la película de la vida de San Juan XXXIII y esto provocó un intercambio de memorias de Iglesia con el lanzamiento del Vaticano II y de la Compañía de Arrupe, historias vividas por los mayores y muy ignoradas por ellos. Para entender mucho de lo que estamos viviendo tenemos que  partir de allí.

Vimos también como  una buena idea acompañar nuestras reuniones de comunidad recorriendo alguna de nuestras fuentes y tomamos el libro de Melloni “una aproximación a su autobiorafía”. En mi noviciado leíamos la ‘Vida de Ignacio’ de Ribadeneira y esto prevaleció durante cuatro siglos y como texto fundacional no fue recuperado sino hasta después del Concilio Vaticano II. Sorpresa para ellos y sorpresa para nosotros.

Rubén ha liderado en estos tiempos de pandemia una parroquia en salida. Atendiendo grupos de personas solidarias que llevaban adelante ollas populares en sus barrios y ha recorrido el Cerro junto con  Nacho Puiggari todas las semanas. La parroquia ha sido depositaria de la generosidad de muchas personas que están en otras instituciones de la Compañía y organizaciones. Los novicios han participado de estas recorridas y han tenido un contacto directo con estos dramas.

Los tres novicios tienen talento musical y arrojo para visitar la zona más pobre de la parroquia: el asentamiento “El Caño”. Me recuerda la película ‘La Misión’ cuando los jesuitas atraían a la población indígena local con la música y los coros. Con el trabajo de muchos durante este año, el otro día el Señor se manifestó en un humilde, modesto, signo del Reino: treinta niños de los más pobres se hicieron presentes en una jornada de sábado por primera vez en Fátima.

Los novicios como parte de la experiencia tienen sus trinas para compartir lo que van viviendo. En la reunión comunitaria del lunes también tuvieron la posibilidad de escuchar cómo Nacho se viene preparando para su ordenación. Ignacio compartió algo de las gracias recibidas durante sus ochos días de Ejercicios con Paco Arrondo en Manresa y ellos hicieron una proyección de su estadía para el segundo mes entre nosotros.

Están haciendo también la experiencia de aprender a relacionarse con un superior, un Director de obra y un Ministro. En mi caso sabiendo que el Maestro es muy bueno y paciente estoy aportando un poco de vinagre a la ensalada. Vamos practicando la corrección fraterna con fruto. He recuperado dos toallas que colgué y habían desaparecido y en esta casa de muchas llaves aparecieron algunas en sus pantalones. Para terminar con una muy buena: nos hemos atragantado con “sopa paraguaya”.

Seminario Web global de Jesuit.Network

Mons. Giobando sobre la crisis: «Va por el lado de la recreación de vínculos sociales»

Monseñor Ernesto Giobando SJ, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal de Flores, invitó a reflexionar sobre cómo será posible salir de la crisis provocada por la pandemia.

En una entrevista para el programa «Claves para un mundo mejor», expresó: “El punto que tenemos que pensar es cómo vamos a salir de esta crisis o más egoístas o más solidarios, porque los problemas que van a venir y que ya se están percibiendo en el día a día van a ser muy graves”.

“Creo que todo depende de la capacidad que tenemos los seres humanos de volvernos más humanos. El humanismo es generar un vínculo de conexión ante los problemas difíciles y una posibilidad de salir de las crisis, juntos. La otra posibilidad es el ‘sálvese quien pueda»’, diferenció.

El prelado subrayó que es necesario “salir todos juntos”, al recordar que el papa Francisco dijo que nadie se salva sólo.

“Debemos reconstruir nuestra Argentina juntos, como creyentes, como sociedad civil, junto a las fuerzas políticas, económicas, laborales y sindicales. Todos tenemos que tratar de forjar algo para esta Argentina que viene. ¿Y cómo será esta Argentina que viene? ¿Será solamente para aquellos que puedan decidir en políticas sectoriales?”, sostuvo, y concluyó: “El camino es ‘entre todos’, aportando lo mejor de cada uno, salvando ese resto que queda de bien común. Creo que por ese lado va el humanismo, en la recreación de nuestros vínculos sociales”.

Monseñor Giobando también compartió su vivencia de este tiempo de aislamiento preventivo: “Estoy viviendo en Flores, uno de los barrios donde lamentablemente más contagios hay y vivo en el Hogar Sacerdotal hace ya más de 140 días. En este hogar vivimos 37 sacerdotes y obispos tratando de cuidarnos, porque muchos son muy mayores y hay que cuidar a nuestros curas ancianos”, detalló.

“Ha sido una experiencia muy fuerte no sólo por el aislamiento sino también por las posibilidades que se generaron internamente en comunicación, diálogo, cuidado y también los más de 30 empleados. Solamente hemos tenido dos enfermeros con Covid. Uno está saliendo después de haber estado muy grave y una de las religiosas. Estos son los que suelen poner ‘el cuero’, digamos, ante esta situación”, graficó.

“También confió que van ‘llevando bien’ el momento y que el Hogar Sacerdotal de Buenos Aires es un lugar muy bendecido, que se convirtió en una especie de cenáculo de oración para acompañar a la Iglesia de Buenos Aires y de todo el país en este tiempo difícil”, expresó.

Fuente: aica.org

[Comunidades] Presencia de los novicios en Tacuarembó

Tomás Bradley SJ, nos cuenta sobre la llegada y la presencia de los novicios de segundo año a Tacuarembó: «su presencia nos ha renovado la experiencia de comunidad.»

Testimonios SJ

Solemos hablar de la experiencia de “comunidad” que realizan los novicios como probación en su formación en la etapa del noviciado. 

Me parece oportuno dar vuelta los conceptos y hablar de comunidad como experiencia nuestra, “los miembros de la comunidad de Tacuarembó”. 

Si hay algo claro es que su presencia nos ha renovado la experiencia de “comunidad”. Somos pocos y la vida “ad intra” refleja lo que somos tal cual cada uno es. Puedo decir con alegría, que la presencia de los novicios ha sacado a la luz lo mejor de nosotros: darle lugar al compartir en comunidad la vida y los desafíos apostólicos. 

Los cuatro que estamos en la comunidad somos bien diferentes. Y con la presencia de los novicios decidimos en conjunto atender de modo especial a su presencia. Es evidente, pero me parece importante notarlo. Un buen ambiente que lo hacemos entre todos. Da gusto estar en casa. O en las actividades pastorales compartiendo lo que hacemos. En cierto modo, nos han rejuvenecido. Quizá el dato que está por debajo es “su deseo de seguir aprendiendo, conociendo la Compañía, su deseo de entrega al Señor que sienten que los llama a seguirlo en nuestra Compañía». Esa tensión de su búsqueda nos hace bien. Porque la conocemos, ya que la hemos vivido: el deseo de la confirmación de la vocación que sentíamos. Ese drama interior, nos desafía a nosotros en nuestra entrega cargada de años, de gozos y dolores, de desilusiones y renovación del compromiso asumido con Dios, con la Compañía de Jesús, con la Iglesia y nuestro mundo. 

Podemos decir que los novicios nos han hecho viajar al noviciado sin salir de aquí. Y esto nos hace bien. El gozo de Alfonso, la compartida de descansos, juegos, charlas, series de TV, almuerzos y cena, cantos hechos oración, misiones en los barrios, campamento con castores y horneros, etc. 

Hoy sabemos que el testimonio es fundamental. Y, creo, sin buscarlo, estamos siendo beneficiarios: ellos y nosotros, del testimonio de lo que le corresponde a cada uno su proceso de respuesta al llamado que Dios nos hace hoy. En esto no hay ninguna diferencia entre todos nosotros. Porque la respuesta a Dios tiene la misma densidad de “entrega” en cualquier etapa de la vida: siempre ante el desafío de arrojarnos al abismo de Dios que nos acoge con toda su ternura y nos descentra poniéndonos al servicio de los demás. 

Damos gracias a Dios por poder vivir esta comunidad concreta de la Compañía de Jesús, hoy.

Experiencias de Noviciado: inserción en otras comunidades I

Desde Montevideo, los novicios de segundo año comparten con nosotros sobre su experiencia comunitaria de este último tiempo.

Desde el 25 de junio, tres novicios de segundo año, Diego Aguilar, Guillermo Jauregui y Carlos Núñez, estamos realizando la experiencia de comunidad en la Parroquia Na. Sra. de Fátima, en el Cerro de Montevideo.

Esta experiencia está siendo un tiempo privilegiado para conocer más hondamente la misión de nuestros compañeros, el modo de vida de una comunidad apostólica y para acercarnos a la realidad de los hermanos más necesitados, dado el contexto del barrio en el que está inserta la comunidad. En ese sentido, estamos colaborando en diferentes frentes pastorales. Por un lado, participamos de las actividades de la parroquia, impulsando la conformación del MEJ, acompañando al movimiento Scout y fortaleciendo el apoyo al cercano asentamiento “El caño”. Por otra parte, también estamos dando una mano al centro “La Esperanza” de Fe y Alegría, donde colaboramos en el apoyo escolar y en espacios de reflexión con adolescentes, entre otras tareas que el centro requiere.

Así como nos dejamos afectar por estas realidades, el encuentro  con las diferentes personas -y sobre todo con Dios, presente en todas las cosas-, también está siendo muy significativo poder contemplar la tarea nuestros compañeros. Yolo, en su rol de superior, marcando los ritmos de la comunidad, preocupándose por el bienestar de todos e invitándonos a familiarizarnos más con el modo de proceder de la Compañía. Rubén como párroco, en su modo de pastorear y generar vínculos y puentes entre distintas realidades; familias y voluntarios del colegio, laicos de la parroquia, y personas del barrio en situaciones vulnerables, que se acentuaron en este tiempo de pandemia. Nacho, en su tarea de ministro, atento a las necesidades de la casa y a los detalles que hacen a la convivencia más amena y cercana.

Continuamos agradecidos y animados por tanto bien recibido en esta experiencia de conocimiento mutuo que nos regala la Compañía. Nos encomendamos a sus oraciones, para que el Señor siga configurando nuestros deseos de seguirle, buscando y hallando su voluntad.

Tercera Probación: testimonios en clave de agradecimiento

El pasado 31 de julio, el grupo de Jesuitas que se encontraba en Cochabamba, Bolivia, culminó con la etapa de la Tercera Probación. La experiencia comenzó a principios del mes de Febrero, y durante seis meses transitaron este último periodo de formación como jesuitas, en el que se busca revivir el carisma fundacional de la Compañía de Jesús y del camino recorrido en ella como hermanos o como sacerdotes. A modo de cierre y agradecimiento, cada uno de ellos comparte brevemente con nosotros lo que ha significado esta experiencia de la Tercera Probación. Así lo introduce Emmanuel Sicre, SJ de la Provincia Argentino Uruguaya:

«En el día de San Ignacio terminamos, después de seis meses, nuestra Tercera Probación en Cochabamba. Estamos realmente agradecidos por lo vivido en este tiempo tan especial para nosotros y para todo el mundo dada la situación que la pandemia. Les queremos compartir unos breves testimonios de lo que ha significado esta experiencia y agradecerles a quienes nos han acompañado con su oración, cercanía y afecto. Que todo lo que el Buen Dios hizo por nosotros sea fecundo para el servicio a su Pueblo. Bendiciones. «

  • Enrique, SJ. México. 

“Para mí la Tercera Probación fue alegría por experimentarme perdonado, amado y enviado en Compañía al servicio de la fe y la justicia”.

  • Edilberto, SJ. Brasil 

“Para mí la Tercera Probación fue la oportunidad de reconocer mis limitaciones, gustar la gracia y generosidad de Dios para conmigo y de reconocer mis dones, para responder a su llamado a seguirlo”.

  • Rodrigo, SJ. Uruguay

“Para mí la Tercera Probación fue una invitación de Dios para acoger amorosamente mi vida y abrazar su invitación a consagrarla a los pobres junto a Jesús y al cuerpo de la Compañía.”

  • Agustín, SJ. Argentina. Instructor. 

“Para mí la Tercera Probación significó seguir a Jesús en la incertidumbre de lo provisional”.

  • Giuseppe, SJ. Italia. 

“Para mí la Tercera Probación fue la profunda experiencia de vivir una renovada intimidad con el Señor, que me llama a estar con él y me envía a hombres y mujeres para consolarlos, reconciliarlos y compartir mi vida con los más vulnerables.”

  • Òscar, SJ. España. 

“Para mí, la Tercera Probación ha supuesto mayor realismo en mi amor al Señor, en su Compañía, para construir su Reino, en comunidad y con humildad, ayudando a crecer a aquellos que más lo necesitan.”

  • José, SJ. México. 

“Para mí la Tercera Probación fue un espacio de conversión, de volver a intimar con Dios, con la comunidad, con la misión de transformar lo inhóspito en paz.”

  • Deyvi, SJ. Perú. 

“Para mí la Tercera Probación ha sido un tiempo de volver a lo fundamental de la vocación jesuita: la pasión por Dios, por el mundo y en particular por los que más sufren. También ha sido un tiempo para reafirmar el valor que tiene la amistad entre nosotros los jesuitas.”

  • Emmanuel, SJ. Argentina. 

“La Tercera Probación ha sido una oportunidad privilegiada para tomar contacto con el amor desbordante de Quien me ha llamado -aún con toda mi fragilidad y quizá por ella- a servir y donarme por el Reino en comunidad.”

  • Marcos, SJ. Brasil 

«Para mí la Tercera Probación significó “bajar a la casa del Alfarero” (Jr 18,2) para dejarme moldear al modo de Jesús, de la Compañía y de su misión de reconciliación y justicia.»

 

 

 

 

 

 

La comunidad jesuita en Beirut

La comunidad jesuita universitaria en Beirut ha sufrido algunos daños materiales y ningún jesuita está afectado de gravedad, a pesar de la cercanía de esta con el epicentro de la explosión que se produjo en dependencias portuarias en el día de ayer.

Compartimos la traducción del mensaje enviado por un compañero de la comunidad:

“Hola a todos. Gracias por su interés y sus oraciones. Estamos todos bien en Beirut. Algunos rasguños menores. Nada serio. Sin embargo, los daños más importantes los sufrimos en nuestras dos residencias, edificios universitarios y escuelas. Serán evaluados en los próximos días. La primera tarea es limpiar todas las ventanas y puertas rotas, hacer los edificios seguros de un eventual pillaje y de la toma de inventario. La ciudad está en un estado terrible. Nunca he sido testigo de una explosión como esta.”

El Líbano integra la Provincia jesuita de Próximo Oriente y Magreb, junto con Argelia, Egipto, Irak, Jordania, Marruecos, Siria, Tierra Santa y Turquía. La Compañía allí dirige obras educativas -desde educación inicial hasta universitaria-, dirige un centro de espiritualidad y Casa de EE. Además de acompañamiento espiritual y a comunidades CVX, el Servicio Jesuita a Migrantes asiste a trabajadores migrantes. En Beirut también la Compañía tiene una casa editorial que ofrece publicaciones en idioma árabe.

La Universidad St. Joseph’s de esta capital –situada a tan sólo 2000 mts del epicentro de la explosión- es donde el recordado P. Kolvenbach SJ residiera antes y después de sus años como Superior General.

Desde la Provincia Argentino Uruguaya, acompañamos y rezamos por toda la comunidad, por las víctimas y el consuelo de sus familiares.

Un antiguo nuevo modo de vida

La Palabra que la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL) comparte a jesuitas y colaboradores en el mes de agosto.

Rafael Velasco, SJ – Provincial de Argentina y Uruguay

Cuando los apóstoles son liberados de una de sus primeras prisiones, el mensajero de parte de Dios les dice: “Vayan y anuncien todo lo que se refiere a este nuevo modo de vida.” (Hch. 5, 20) Para la primera comunidad, el cristianismo era eso: un nuevo modo de vida. Este se ilustra así: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.” (Hch. 2, 42 – 47) Más allá de la idealización, la convicción apostólica era que el evangelio se transmitía por la predicación, pero lo que convencía era el testimonio del estilo de vida. Esta es la base misma del Cristianismo sin toda la hojarasca del tiempo, los dogmas, los cánones, las liturgias y los planes pastorales…

La CG 36 retoma esta intuición al hablar de Vida y Misión; no ya de identidad y misión. Y en el decreto 1 después de describir el mundo con sus luces y sombras y señalar nuestra misión de reconciliación y justicia, lo primero que hace es hablar de la necesidad de “una comunidad de discernimiento con horizontes abiertos”. No habla primero de lo que hay que hacer, de obras apostólicas (de eso hablará más adelante). Habla de comunidad, de vida en común, de un modo de vida. Comunidades encarnadas en cercanía real con los pobres, discerniendo la misión, y testimoniando el amor de Dios siendo por eso ella misma misión. La Misión va estrechamente unida a “este nuevo modo de vida”

Tal vez, en este proceso de revisión del PAC y la preparación del PAC2, debamos reflexionar sobre esto un poco más. Las comunidades jesuitas están llamadas a ser “hogares para el Reino” (D1, 13), y las obras apostólicas deberían ser comunidades de vida y discernimiento para anunciar el Reino. Este proceso se da además, en tiempos de pandemia que ponen en cuestión la “antigua normalidad” es decir el antiguo modo de vida. Solemos repetir esto mirando hacia afuera –este orden mundial injusto e inequitativo-, pero también deberíamos decírnoslo a nosotros: nuestra antigua normalidad comunitaria y apostólica ¿no debería ser replanteada también? 

En estos tiempos de aislamiento los jesuitas hemos revalorizado la vida comunitaria. Sería bueno profundizar ¿qué hemos aprendido? Y ¿quiénes han sido nuestros maestros? Particularmente creo que deberíamos mirar una vez más a nuestros maestros principales: los pobres. En estos meses he visto a gente muy pobre compartir lo poco que tenían en ollas populares, en comedores barriales, en merenderos. Gente mayor arriesgando su vida para cocinar para que pudieran comer otras familias, pequeños almaceneros dando de su propia mercadería para que las familias más pobres del barrio comieran, mujeres madres que a pesar de pasar necesidad decían: “padre la caja con alimentos que me va a dar a mí désela a la de aquella familia que tiene cuatro niños y no tienen nada”. Resuena el “nuevo modo de vida”

¿Qué dice este “nuevo modo de vida” a nuestras redes apostólicas en las que colaboramos laicas, laicos y jesuitas? Creo que deberían ser más comunidades de discernimiento que estructuras de planificación y más que una agenda deberían tener un itinerario espiritual del que surjan opciones más evangélicas; deberían alimentar una espiritualidad de la que surjan iniciativas marcadas por la creatividad del Espíritu que no se deja vencer en imaginación. Tal vez, digo, nuestras redes deberían ser más comunidades de aprendizaje, de compartir, de discernimiento. Espacios en los que sin tanta agenda podamos orar más juntos, y desde ese espíritu escuchar “lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Más que nunca es actual el “canto del cisne” del Padre Arrupe: “Diré una cosa más, y por favor no lo olviden. Recen. Recen mucho. Los esfuerzos humanos no resuelven problemas como estos. Les estoy diciendo cosas que quiero enfatizar, un mensaje -tal vez sea este mi último canto para la Compañía-. Oramos al principio y al final, ¡somos buenos cristianos! Pero nuestras reuniones de tres días, si utilizamos la mitad del día en oración sobre las conclusiones que esperamos encontrar, o sobre nuestros puntos de vista, tendremos «luces» muy distintas. Y alcanzaremos unas síntesis muy distintas – a pesar de puntos de vista distintos- puntos que nunca podríamos encontrar en libros ni alcanzar a través de discusión.”

Las estructuras de este mundo injusto se transformarán si se transforman los corazones. Y en esa transformación Dios suele obrar por la fuerza de la palabra y de las obras, pero sobre todo con la fuerza arrasadora del ejemplo. Por eso en tiempos de “nueva normalidad” el envío siempre antiguo y siempre nuevo sigue en pie para nosotros Cuerpo Apostólico de América Latina y el Caribe: “Vayan y anuncien todo lo que se refiere a este nuevo modo de vida”.