Celebramos a Ignacio con el Corazón Agradecido

La Fiesta de San Ignacio de Loyola nos encuentra, como Provincia Argentino-Uruguaya, haciendo este ejercicio al que el mismo Ignacio invita al finalizar los ejercicios espirituales: “conocimiento interno de tanto bien recibido”.

Desde el jueves 19 y hasta el 28 de Julio , el P. Arturo Sosa sj, Superior General de la Compañía de Jesús estuvo visitando la Provincia. Un tiempo que fue oportunidad, no sólo para el encuentro, sino para el autorreconocimiento que, necesariamente, hay que hacer cuando uno tiene que contar a otro sobre sí mismo. Un autorreconocimiento que permite redescubrir una riqueza que, al ser cotidiana, nos pasa desapercibida.

En estos días se sucedieron las visitas a la (flamante) Facultad de Filosofía de la UCC y a todos los jesuitas en formación y formadores, muchos de los cuales se trasladaron de San Miguel a Córdoba; el Encuentro Juvenil Ignaciano, una instancia de encuentro de jóvenes que en todo Argentina y Uruguay eligen esta espiritualidad para su vida; los últimos votos de Ignacio Rey Nores SJ y Rodrigo Zarazaga SJ; y la Asamblea Mundial de la CVX, que se llevó a cabo en Buenos Aires, pero fue organizada conjuntamente por Argentina, Uruguay y Paraguay.

Al repasar estos eventos, vuelven a la memoria y al corazón las horas de preparación y trabajo; los rostros de tantos que se han comprometido para hacer todo esto posible; lugares, sensaciones, palabras que quedaron grabadas, bienvenidas y despedidas; y sin duda, también, el esfuerzo, las corridas y los desafíos que vienen por añadidura.

La presencia del P. General, como señaló Alejandro Tilve sj, superior provincial, es ‘la presencia de la Compañía toda, entre nosotros’. Y así vivimos esta experiencia, de contacto directo y actitud de escucha que tuvo el P. Sosa, no solo para con los jesuitas sino también para con las obras y colaboradores más cercanos en la misión de Cristo, de la que todos somos servidores.

Los encuentros en las ciudades de Córdoba, Montevideo y Buenos Aires confirmaron la sencillez y generosidad de una visita señalada por la buena disposición y las palabras de esperanza con las que el P. Arturo se dirigió a todos. Animando a la misión de reconciliación, entre nosotros, con el mundo y con Dios; reconociendo los desafíos de estar más cerca de los excluidos; cuestionando la incoherencia de vivir en un mundo cada vez más desarrollado y, a la vez, más desigual; destacando el rol del discernimiento y la audacia de buscar -y hallar- la voluntad de Dios, comprometiéndonos con justicia y la paz.

Sin duda, aún hay mucho por decantar. Pero ojalá que el ‘reconocimiento de tanto bien recibido’ nos mueva a un agradecimiento que nos siga animando a ‘en todo amar y servir’.

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