Crisis en la frontera Arica-Tacna
¿Se cierran las fronteras para los migrantes venezolanos?
Julio Villavicencio SJ – Director del Servicio Jesuita a Migrantes Argentina-Uruguay (SJM ARU)
El pasado 25 de julio pude visitar la frontera entre Arica (Chile) y Tacna (Perú) donde cientos de migrantes venezolanos se encuentra retenidos. Para ellos, los requisitos de ingreso que Chile está estableciendo, se han convertido en un obstáculo prácticamente insalvable.
En Tacna, junto a dos miembros de la oficina del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) de Chile, la directora del SJM local nos puso al corriente de la situación las personas migrantes.
Nos dirigimos a su encuentro sorteando un mar de policías y escudos, uniformados detrás de retenes militares y restricciones de todo tipo. Ya en el lugar, decenas de carpas cobijaban las aspiraciones de millares que aguardan, desde hace días, una respuesta positiva a su solicitud de ingreso a Chile, frente a dependencias del consulado.
Quienes habíamos ido pudimos hacer llegar la ayuda humanitaria que llevamos desde Chile en forma de víveres y frazadas, así como información sobre las nuevas exigencias migratorias vigentes. Los requerimientos, aprobados recientemente en Perú y Chile, imposibilitan a muchos migrantes venezolanos el que puedan ser recibidos: al inicio de su trayecto, estos simplemente no existían por lo que difícilmente podrían cumplimentarlos. Les cambiaron las reglas de juego a mitad de camino y, concretamente, no cuentan con lo necesario para acceder la así denominada visa de ‘compromiso democrático’.
Lo más crítico de esta situación es que no se han contemplado las condiciones mínimas para garantizar la defensa de sus derechos humanos básicos. Esto ha significado que familias enteras, niños, niñas, mujeres embarazadas y otras condiciones de vulnerabilidad, no acceden a las mínimas atenciones sanitarias, de alimentación y habitación. Ni el país que les niega el ingreso, ni el que los tiene retenidos se hacen cargo de estas personas.
A medida que las puertas se van cerrando, y la preocupación por la seguridad de estas personas va en aumento, solo las organizaciones humanitarias están presentes para colaborar en la atención de sus necesidades más básicas. Mientras tanto, las políticas hacen más foco en la perspectiva de la ‘invasión migrante’ que en la atención a las personas y sus derechos.
Los discursos en contra del gobierno venezolano de algunos países de la región y las críticas a la situación que están viviendo sus hombres, mujeres y niños, no van de la mano de políticas que ayuden a estos hermanos y hermanas latinoamericanos a superar esta crisis humanitaria, buscando un futuro mejor en otro país.
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