Discernir con los Jóvenes Cuál es Nuestro Camino Común

En su discurso durante su visita a la Congregación General 36, el Papa Francisco hizo énfasis en el trabajo con los jóvenes y la necesidad de prestar especial atención a sus necesidades y reclamos. En estos días de reflexión, oración y debate, los jesuitas hacen eco de esta invitación. 

por Nicolas Standaert, SJ

La tercera parte del discurso del Papa Francisco se centró en “hacer el bien de buen espíritu, sintiendo con la Iglesia”, prestando una atención especial al “discernimiento”. El discernimiento es un camino en el que se intenta descubrir el modo en que el Espíritu está trabajando, cómo Dios actúa, cómo el Amor se encarna en nuestra vida y en el mundo. Mediante este proceso una persona o un grupo disciernen con sutileza las diferentes mociones y motivaciones que les mueven a realizar acciones concretas y que les lleva a actuar para mayor alegría de Dios. El mensaje del Papa anima a los jesuitas a pensar cómo utilizar de modo más efectivo este camino aplicándolo a nuestro modo de funcionar. Además, su mensaje señala el regalo que significa el discernimiento ignaciano para toda la familia ignaciana, para la Iglesia y para la sociedad.

 ¿Cómo podemos hacer de esta invitación una acción concreta? Como un ejemplo real, me he inspirado del tema del próximo Sínodo de Obispos en 2018, que fue anunciado durante la primera semana de la Congregación General, a comienzos de octubre. Su título es “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, y el texto oficial dice que “su propósito es acompañar a los jóvenes en su camino existencial hacia la madurez para que, mediante un proceso de discernimiento, descubran su proyecto de vida y lo realicen con alegría abriéndose al encuentro con Dios y con los demás seres humanos y participando activamente en la edificación de la Iglesia y de la sociedad»

 En pocas palabras, esta descripción coincide con muchos de lo que señalaba el papa Francisco en su discurso a los jesuitas: el hecho de que no sólo los jóvenes sino todos estamos en un camino, que estamos todos llamados a descubrir nuestro plan de vida y que estamos invitados a llevarlo a cabo con alegría; que este descubrimiento ocurre dentro de un proceso de discernimiento, que en nuestros encuentros con otros seres humanos podemos vislumbrar el Amor de Dios, y que vivimos ese desafío de dar un expresión concreta de ese Amor cuando construimos comunidades cristianas y, en general, una sociedad más compasiva.

 Acompañar a los jóvenes en su camino a través del discernimiento aparece como una misión renovada para “hacer el bien de buen espíritu, sintiendo con la Iglesia” para la Compañía de Jesús y para la familia ignaciana. Además de la larga tradición de trabajo en la educación, la presencia entre tantos jóvenes en todo el mundo hace que esta llamada sea aun más atractiva. Desde luego, no faltan auténticos desafíos: por ejemplo, ¿cómo podemos traducir las reglas de discernimiento a un lenguaje que sea accesible para los jóvenes de hoy, teniendo en cuenta su diversidad de culturas? Para responder a cuestiones como estas necesitamos tanto del contacto local como de un compartir universal de buenas prácticas.

 Pero algo más es necesario acompañar” no consiste en una vía de única dirección sino que precisa de reciprocidad. El papa Francisco ha insistido en que tenemos también que “escuchar a los jóvenes”. Haciéndolo podremos discernir con ellos en nuestro camino común.

Fuente: gc36.org

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