Economía Colaborativa: una Nueva Forma de Consumir

Un nuevo modelo de consumo basado en compartir recursos, aumentando la solidaridad social y disminuyendo el grado de recursos necesarios.

Uno lo tiene, otro lo necesita. Cuántas veces podríamos compartir recursos, productos o servicios a otras personas y, simplemente, no lo hacemos porque desconocemos que los necesitan. Un departamento para hospedarse, un lugar en el auto para ir a trabajar, un espacio para estacionar, un préstamo para financiar un proyecto, un rincón en la valija de viaje, un trabajo freelance, una oficina dispuesta a ser compartida, alguna ropa o esas herramientas a la que poco uso se les da. Todo se puede compartir si se tiene la información correcta y los medios seguros para hacer la transacción, un combo que hoy se potencia gracias a las nuevas tecnologías y que da origen a una nueva economía que muchos llaman la “economía colaborativa”.

Economía del compartir, modo de producción ciudadano, consumo colaborativo, sharing economy, economía P2P o on demand, capitalismo basado en la muchedumbre. Estos son algunos de los términos utilizados para referirse a este fenómeno innovador de alcance global que propone una nueva forma de organizar la actividad económica reemplazando al modelo tradicional que se centra en las grandes empresas como únicas proveedoras de bienes y servicios. Este nuevo escenario, que favorece el intercambio de recursos – muchas veces subutilizados- con un bajo costo de coordinación -dado que se logra a través de plataformas digitales-, impulsa el empoderamiento de los individuos a la hora de conseguir lo que necesitan los unos de los otros de manera directa, sin intermediarios.

“Internet permite eliminar las asimetrías de información haciendo que cosas que antes eran imposibles hoy sean posibles. El poder tener un inventario online de todo lo que tus vecinos tienen para prestar hace que, por ejemplo, no necesites comprarte un taladro que usas pocas veces al año. Antes, la falta de información hacía que todos necesitáramos un taladro en casa, pero ahora ya no porque sabemos que podemos pedírselo al vecino. Así ocurre con todos los recursos. Hoy es un taladro, mañana es un auto”, explica Santiago Bilinkis, emprendedor, tecnólogo y autor de Pasaje al Futuro.

Empresas como Uber o Airbnb, por nombrar a las más referentes de esta economía colaborativa, no son más que plataformas que entendieron cómo eliminar estas asimetrías de información entre consumidores y proveedores de bienes y servicios, facilitando la interacción y, por lo tanto, la transacción comercial entre ellos. (…)

El Cambio que el planeta y la sociedad necesitan

La concientización por el cuidado por el medioambiente también se alista entre las razones que dan lugar a este nuevo modelo de consumo más sustentable. “La sostenibilidad ha sido a menudo considerada como argumento para promover o participar en las economías colaborativas. Esto adquiere sentido ya que se propicia compartir recursos costosos en lugar de que todos tengan uno”, dice la directora.

A su vez, cita algunos estudios internacionales que están comenzando a mostrar que compartir los vehículos, o minimizar su capacidad ociosa -que normalmente permanecen estacionados 90% de su tiempo-, podría conducir teóricamente a una ciudad donde todos sus habitantes podrían viajar a demanda con sólo una quinta parte del número de vehículos (privados y públicos) en uso hoy en día.

A favor y en contra.

A pesar de los evidentes beneficios de la economía colaborativa y su gran potencial, muchos de estos negocios despiertan grandes controversias debido a la desregulación que presenta su forma de intercambio. Temas fiscales, de empleabilidad y de protección al consumidor son algunos de los elementos más cuestionados por los detractores del modelo.

“El gran desafío actual no parece recaer en aspectos tecnológicos, sino regulatorios, que ningún marco normativo de los países en que están surgiendo estas innovaciones ha terminado de resolver”, indica Goytia. La directora hace hincapié especialmente en que muchas de estas actividades se realizan a tiempo parcial, como es el caso de conducir un auto a tiempo parcial o convertirse en un banquero a través de los círculos de financiación. “Esto produce que se desdibujen los límites entre una mano de obra empleada – elegible para los beneficios sociales- y mano de obra ocasional y contratistas independientes como puede ser un estudiante que en su tiempo libre brinda algún servicio”, ejemplifica.

Por otro lado, surge el dilema de cómo controlar la calidad del servicio ante los consumidores cuando son personas particulares las que lo ofrecen. Asimismo, hay temas impositivos que se le escapan a los Estados debido a los modelos de negocios de muchos de estos emprendimientos. “Se necesita abordar y modificar las regulaciones vigentes, para adaptarlas al mundo actual”, define Carusoni.

(…)

Fuente: CPAL Social

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