‘El Vive’ – Testimonio de la Visita de Francisco a Paraguay

Juan Pablo, perteneciente al voluntariado Buen Samaritano, de la Iglesia Jesús Nazareno de Corrientes y parte de la Red Juvenil Ignaciana, nos regala su testimonio de la visita de Francisco a Paraguay. Jóvenes de la Red Juvenil, provenientes de Chaco y Corrientes, viajaron al país vecino el mes pasado para la venida del Pontífice. En el caso de Juan Pablo, la visita canónica coincidió con un momento de su vida muy particular…

Testimonio

Para empezar me gustaría dar gracias a los Jesuitas del Paraguay por cómo nos dieron la bienvenida, haciéndonos sentir como en casa. También quiero dar gracias a quienes posibilitaron este viaje: tanto a los Padres y amigos de la comunidad como lo son el Padre Armando Raffo y Néstor Manzur, y a la comunidad, ya que, sin su apoyo esta experiencia no hubiese sido posible.

“El VIVE”, no solo es la frase de la canción, sino que también representa mi situación espiritual, que cambio hace poco más de un año. Para explicar un poco esto, cuando Francisco es nombrado Papa, una chispa empezó a prender en mí. Recuerdo que unas amigas se fueron a la JMJ de Rio y yo, típico de quien lo mira desde afuera, les dije que: “se van a ir a rezar todo el tiempo”. Resulta que cuando volvieron, esas ofensas se esfumaron y su testimonio empezó a aumentar esa llama que ya se encontraba encendida. Así fue como, hasta el día de hoy, me arrepiento mucho de no haber ido a la JMJ en 2013.

Pasado esto, fueron solo 6 meses hasta que recibí el llamado del Señor para formar parte del apostolado Buen Samaritano, de la Iglesia Jesús Nazareno de Corrientes. Y realmente creo que fue un llamado del Señor, porque ese día me encontraba en mi computadora y casi sin darme cuenta le envié un mensaje a una amiga para empezar a ir al voluntariado. Desde ahí no pude dejar de ir.

A este llamado lo siento también como una suerte de preparación para lo que se vendría. Mi mama desde el 2012, venia luchando contra el cáncer de mama,

El año pasado, a causa de su enfermedad, empezó a tener problemas en sus pulmones y corazón. Pero como toda madre, trataba de estar siempre bien, intentando cuidarme de todo ese dolor, por ser el más pequeño en mi familia.

En esta situación de dificultad, el acompañamiento que tuve, de estos nuevos amigos que me había hecho en el Buen Samaritano y en la comunidad de Nazareno, fue increíble. Sus actitudes se me hacían muy llenas de Dios. Y esto es algo que el mismo Francisco recalco, lo de los amigos de la parroquia. Sentía que me hablaba directamente a mí. A estos amigos les agradezco inmensamente su presencia y sostén el último tiempo de la enfermedad de mi madre y luego de su muerte.

Mi caminito continuó dentro de la comunidad del Nazareno y así fue que seguí descubriendo cosas más increíbles dentro esta Espiritualidad, que me ayudaron a sobrellevar la muerte de mi madre con más fuerza, paz y esperanza. Me quedaba sostener a mi padre que estaba en pleno duelo.

Por esta razón estuve a punto de no ir a Paraguay. Me debatía entre este viaje soñado y quedarme para acompañar a mi padre.

Finalmente decidí ir. Fui con muchas expectativas. El viernes llegamos y tuvimos una recibida genial.

Creo que el momento grupal (más allá de la visita del Papa) en el que muchos experimentamos la gracia de Dios, fue en el momento de adoración al Santísimo. Personalmente, hable mucho al corazón de mi mama, y tanto fue así que tuve la gracia de poder soñar con ella.

El día siguiente a ese sueño se concluye con la visita del Papa, que fue una de las situaciones más emocionantes de mi vida. Nunca me había sentido tan lleno del Espíritu Santo no tantas emociones entremezcladas en un mismo momento.

Y ni hablar de los chicos/as que viajamos, todos llorando, todos habíamos visto al sucesor de Pedro, el apóstol elegido

A nivel grupal, creo que esta frase de EL VIVE, surge porque estoy convencido de que el Espíritu Santo nos sostuvo para que pudiéramos estar con energías y disfrutar la experiencia, a pesar de pasar muchas horas de mal sueño o directamente no dormir.

Como conclusión, quiero decir que me dieron ganas de salir a comerme la cancha, y dar todo por Dios. De no jubilarme antes, de tener un corazón libre, seguir con las esperanzas y con el servicio; demostrar que la juventud no está perdida, y que la Iglesia no se queda encerrada, que salimos. Atravesados por este mismo espíritu, volvimos todos.

Y es por eso que quiero dar GRACIAS. A los Jesuitas de la Provincia Argentina- Uruguaya y los Jesuitas del Paraguay.

Saludos.

 

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