Laudato Si: “Revelación y Creación” (2 de 4)

La visión teológica del Papa Francisco en el Capítulo 2 del Laudato Si’ es más práctica que teórica. Su principal objetivo es mostrar que los humanos debemos cuidar la creación así como también compartir sus frutos con los demás. Segunda entrega de la serie publicada por el portal Teología Hoy para reflexionar sobre la encíclica Laudato Si’.

Por Thomas Reese

La Biblia está llena de reflexiones sobre la relación entre Dios y la naturaleza, y el papel de los humanos en este mundo. El Papa Francisco en si segundo Capítulo del Laudato Si’ reflexiona sobre Dios, la creación, y el papel de la humanidad en el plan divino de manera de “mostrar cómo las convicciones de fe pueden ofrecer a los Cristianos, y algunos otros creyentes también, una amplia motivación para cuidar de la naturaleza y de los más vulnerables de sus hermanos y hermanas”.

En primer lugar, el Papa Francisco quiere dejar claro que rechaza la “teoría de dominio que le da al hombre un dominio total sobre la creación. Este punto de vista teológico, basado en el Génesis 1:28, fue interpretado durante el siglo 19 para promover la revolución industrial y su deseo de usar la tierra como una arcilla maleable que el hombre pudiera golpear y moldear en lo que él quisiera.

El Papa Francisco ve ésta interpretación como distorsionada. Que “ha alentado la explotación abusiva de la naturaleza pintándolo [al hombre] como dominante y destructor por naturaleza. Ésta no es una interpretación correcta de la Biblia tal como la entiende la Iglesia.” Hoy en día, “nosotros debemos rechazar enérgicamente la noción que el ser creados en imagen y semejanza de Dios, y dado el dominio sobre la tierra justifica la dominación absoluta sobre otras criaturas”.

En su lugar, el Papa Francisco hace una exégesis del Génesis 2:15 donde se le dice a Adán que cultive y atienda el jardín del mundo. “’Cultivar,’ escribe el Papa Francisco, “se refiere al cultivo, arado o trabajo, mientras que ‘mantener’ significa cuidar, proteger, supervisar y preservar.” Como resultado, “Cada comunidad puede tomar de la generosidad de la tierra lo que necesite para su subsistencia, pero también tiene el deber de proteger la tierra y asegurar su fecundidad para futuras generaciones”.

Señala que el Sábado era un día de descanso no sólo para los humanos sino también para “tu buey y tu asno” (Éxodo 23:12). “Claramente, la Biblia no tiene lugar para un antropocentrismo tiránico despreocupado por otras criaturas.” De hecho, los salmos nos dicen que las criaturas por su existencia misma bendicen y glorifican a Dios. Dios ama la obra de sus manos y vio que era bueno incluso antes de que el hombre y la mujer fueran creados.

En relación con Dios, con Nuestros Vecinos y con la Tierra

La reflexión del Papa Francisco sobre el Génesis lo lleva a ver que la “vida humana está fundamentada en tres relaciones fundamentales y estrechamente entrelazadas: con Dios, con nuestros vecinos y con la tierra misma.” Estas relaciones se rompen por el pecado, “por nuestra presunción de tomar el lugar de Dios y negarnos a reconocer nuestras limitaciones como criaturas”.

El Papa Francisco afirma que el mundo no resultó del caos o la casualidad sino “como resultado de una decisión …. una libre elección” basada en amor. “Cada criatura es por lo tanto el objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo,” y “el amor de Dios es la fuerza motriz fundamental en todas las cosas creadas.” Como resultado, “cada acto de crueldad hacia cualquier criatura es contraria a la dignidad humana.”

La respuesta bíblica a la injusticia de poderes terrenales de dominación o de la destrucción de la tierra es el de “hablar una vez más de la figura del Padre que crea y que es el único dueño del mundo”.

Sin embargo, Dios creó “un mundo en necesidad de desarrollo,” y “cuenta con nuestra cooperación”. Como resultado, “muchas de las cosas que pensamos que son males, peligros o fuentes de sufrimiento, son en realidad parte de los dolores de parto que utiliza para atraernos hacia un acto de cooperación con el Creador”.

El Papa Francisco continúa viendo a cada persona humano como que posee una singularidad que no puede ser completamente explicada por la evolución. “Cada uno de nosotros tiene su propia identidad personal y es capaz de entrar en diálogo con otros y con Dios mismo. Nuestra capacidad de razonar, de desarrollar argumentos, de ser creativos, de interpretar la realidad y crear arte, junto con otras capacidades aún no descubiertas, son signos de una singularidad que trasciende el ámbito de la física y la biología”.

Pero a pesar de lo especial de la humanidad, “El destino último del Universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por el Cristo Resucitado, la medida de todas las cosas”. Nuestro papel es “conducir a todas las criaturas a su Creador”.

Está claro que si bien el Papa subraya que la creación tiene su propio valor aparte de la humanidad, él no pone a todas los seres vivos en el mismo nivel. Por el contrario, los seres humanos con su valor único también tienen enormes responsabilidades. Él no apoya una “divinización de la tierra” o una negación de la primacía de la persona humana. “La preocupación por el medio ambiente por lo tanto necesita estar unida a un amor sincero por los demás seres humanos y un compromiso inquebrantable para resolver los problemas de la sociedad”.

Todo está conectado, él argumenta. Cita a los Obispos Dominicanos que dijeron,“Todo está relacionado, y nosotros los seres humanos unidos como hermanos y hermanas en una peregrinaje maravilloso, tejidos juntos por el amor que Dios tiene por cada una de sus criaturas y que también nos une en el afecto encariñado con el hermano sol, la hermana luna, el hermano río y la madre tierra”.

La Casa Común como un regalo

Central para la reflexión bíblica del Papa Francisco es ver a al tierra como un regalo “con sus frutos perteneciéndole a todos”. Aquellos que han cultivado la tierra “están obligados a compartir sus frutos, especialmente con los pobres, con las viudas, los huérfanos y los extranjeros en medio de ellos” (Levítico 19:9-10).

Quizás la reflexión teológica más desafiante del Papa Francisco para los Católicos estadounidenses es su visión de la tierra como “esencialmente una herencia compartida, cuyos frutos tienen el propósito de beneficiarnos a todos”. Estamos llamados a ser fieles a nuestro Dios quien “creó el mundo para todos”.

Esto requiere una revolución en nuestra perspectiva de los derechos fundamentales de los pobres y los desfavorecidos. Requiere que la propiedad privada esté subordinada al “destino universal de los bienes, y por lo tanto el derecho de cada persona a su utilización”. Él llama a esto “la regla dorada de la conducta social y el primer principio de todo el orden ético y social”.

Afirma que “La tradición Cristiana nunca ha reconocido el derecho a la propiedad privada como absoluta o inviolable, y ha hecho hincapié en la finalidad social de todas las formas de propiedad privada”. Concluye que “El ambiente natural es un bien colectivo, el patrimonio de toda humanidad y la responsabilidad de todos. Si hacemos algo nuestro, es sólo para administrarlo para el bien de los demás. Si no lo hacemos, nuestra conciencia carga con el peso de haberle negado la existencia a los demás.”

El Papa Francisco cita a los Obispos Neozelandeses quienes preguntaron “¿Qué significa el mandamiento ‘No matarás’ cuando el 20 por ciento de la población mundial consume recursos a un ritmo que le roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones de lo que necesitan para sobrevivir.”

El Papa Francisco nos recuerda que “En la concepción Cristiana del mundo, el destino de toda creación está ligada con el misterio de Cristo, presente desde principio: ‘Todas las cosas han sido creadas a través de él y para él (Col 1:16)”. (…)

Fuente: Teología Hoy

 

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