Levanto Mis Ojos
Una reflexión sobre la experiencia de confiar y descansar en Dios.
Por Pedro Miguel Lamet
(Glosa al Salmo 120)
Levanto mis ojos a los montes, por encima de los rascacielos, más allá de los satélites y las constelaciones, hacia los espacios siderales donde aún no ha llegado la mirada del hombre, al fondo inexplorado de los océanos y hasta el vacío quántico de la materia…
¿De dónde me vendrá el auxilio? ¿De las organizaciones políticas de los hombres? ¿La ONU, la UE, el FMI, las ONG, un nuevo orden internacional? ¿Del poder económico, la banca, las multinacionales y oligopolios? ¿De la asociación de vecinos, el club, mi equipo de fútbol?
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. De ti, solo de ti, que haces girar los planetas, habitas el cosmos, el fondo del mar, la sonrisa del niño y la lágrima de la madre. Que alientas mi respirar y mantienes vivos desde un insecto y una flor a todo el Universo, que eres el misterio recóndito de cada cosa…
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. Me habitas, me acompañas, me sostienes. Siento tu mano en mi hombro al cruzar el abismo de la soledad, el dolor, la incomprensión. Todos se van. Tú nunca me fallas.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche, y enciendes de ilusión cada mañana, me arropas con tu embozo cada noche, me despiertas al ahora eterno del que ya formo parte, sin angustia por el pasado mi miedo al futuro. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma, porque eres parte de su Ser, beso de Dios, vibración de su amor, luz de su mirada. El Señor guarda tus entradas y salidas, cuando sales de casa, subes al autobús, lloras y ríes, naces y mueres a la apariencia de mundo, ahora y por siempre, en el ahora y en la eternidad.
Por eso solo descanso, confío y en lo profundo de mi entraña ya soy feliz.
Fuente: Página de Pedro Lamet
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