Mega Tecnología contra la Basura

Podemos usar el propio medio digital para convencer, concienciar y educar en no generar contenido inservible o de dudosas intenciones.

Por Isaac Seoane Pujol

Que los humanos humanos generamos cantidades ingentes de basura de todo tipo es algo obvio y fácil de contrastar. Y de esa obviedad nace el hecho de que estemos acostumbrados a ello y nos lo tomemos de una forma poco alarmante. Y si no, hagan la prueba: junten a varias familias con integrantes de cualquier edad en la misma casa y observen con qué naturalidad van llenando bolsas y bolsas de desperdicios. Con honrosas excepciones, por supuesto.

La tecnología es a su vez una fuente de basura, dado que los propios dispositivos tecnológicos quedan cada vez más rápido estropeados o en desuso, y están llenos de plásticos, elementos de metal, etc. Pero también puede ser una herramienta útil para luchar contra ella.

La basura que genera la tecnología puede ser además intangible. En el espacio digital hay mucho y variopinto contenido que podría categorizarse de, al menos, poco útil, por ser pudorosos. Pero también podemos usar el propio medio digital para convencer, concienciar y educar en no generar contenido inservible o de dudosas intenciones.

Este ejemplo y muchos relacionados con él parecen obvios para demostrar que la tecnología puede ser también una solución. Esto ocurre también para desperdicios analógicos. Me gustaría hablarles de un par de proyectos, por si no los conocen donde la tecnología permite luchar contra la producción de basura en este mundo y quien sabe si en los siguientes que colonicemos.

Un ejemplo puede ser la lucha contra la actual proliferación de desperdicios fabricados en plástico. Independientemente de si es o no biodegradable, los humanos desperdiciamos ingentes cantidades de plástico. No existe un rincón del planeta donde no haya llegado desperdicios plásticos de todo tipo, llegado a crear montañas del tamaño de países hasta en el propio océano.

La tecnología actual nos permite desde intentar fabricarlo, dada su inevitabilidad de uso con materiales biodegradables que permitan su desaparición natural más rápida. Pero qué hacemos con toda la basura que ya está allí. De hecho, en el Océano Pacífico existe una concentración de basura, en su gran mayoría, plástico, del tamaño de una isla o país pequeño. Contra esta isla de desperdicios se está luchando desde la concienciación de su existencia de forma digital en redes, hasta con grandes estructuras que seguro que despertarán el interés de los megalómanos y amantes de las superestructuras, como en el proyecto The Ocean Cleanup. Para seguir la evolución del proyecto podéis leer su timeline.

Pero no sólo tenemos mar y tierra llenos de basura: también tenemos el espacio lleno. Aquí además de plástico, hay metal. Mucho, muy grande, y muy pesado metal. Proveniente de satélites en desuso y otras infraestructuras espaciales, el ser humano ha creado un cinturón de basura tecnológica que comienza a ser peligroso que esté ahí.

Pero ¿cómo nos deshacemos de esta basura espacial? Los diseñadores del satélite RemoveDebris proponen lanzar desde éste una serie de grandes redes al estilo de los arponeros en el mar. Estas grandes redes se desplegarían por el espacio y la atraparía, cayendo de nuevo a la atmósfera de la forma más controlada o predecible posibles. Para que no nos acabe por caer una red llena de hierros en la cabeza. El experimento se lanzó al espacio en abril de 2018. En estos videos se puede ver su lanzamiento y primeros pasos así como una explicación de cómo funcionan estas redes y arpones cazabasura.

Ya sea, de plástico, como de metal, o de otros tipos de basura menos tangible como puede ser la información inútil o el ruido ambiental y el ruido en la red, tenemos que concienciarnos todos de poner nuestro granito de arena, por difícil que sea, y colaborar intentando generar la mínima cantidad de desperdicios difíciles de hacer desaparecer. En cualquier caso, la tecnología será de gran ayuda para apoyar a la idea genial con la que el propio ser humano vendrá de nuevo a nuestro propio rescate.

Fuente: Entre Paréntesis

 

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