Para Sentirse Iglesia: Crecer y Creer en Comunidad

La Iglesia es el espacio donde se hace concreta la invitación a vivir la fe en comunidad, que constituye una de las características fundamentales del cristianismo. Esta consideración no va en desmedro de la dimensión individual o personal de la fe y la relación con Dios. Por el contrario, esa experiencia de Dios que habita cada persona, se enriquece al compartirla y confrontarla con otros.

En esta misma línea, y entendiendo que todo conjunto humano necesita de un modo de organizarse, San Ignacio asume que Dios, dentro de su plan, se sirve de mediaciones humanas para canalizar su amor. Y que gracias a esas mediaciones, el Espíritu puede comunicar e inspirar muchas cosas.

Es en este sentido en que, Ignacio acepta el carácter jerárquico del gobierno de la Iglesia, y la existencia de una cabeza que presta su servicio desde ese lugar, para dedicar su tiempo al discernimiento del rumbo de la institución. Esto no supone, sin embargo, que las personas que constituyen el gobierno de la Iglesia, ni su accionar, sean perfectos. Por el contrario, aceptar la jerarquía supone aceptar la debilidad y el pecado propios de una humanidad que es débil.

Claro que, dentro de la Iglesia, no sólo somos testigos de la debilidad humana y sus posibles consecuencias, sino que también es el lugar donde buscar el Magis, es decir, la mejor versión de cada uno. Se nos invita, una y otra vez, a la mayor perfección y a ayudar siempre a las personas que puedan dar o darse más para que den o se den más. La Iglesia está invitada ser generosa en el servicio de Dios; a no conformarse con poco. Dentro de esta generosidad, estará la capacidad de dar a cada persona el lugar y la oportunidad de ponerse al servicio y de crecer a través de él.

 

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