Red Juvenil Ignaciana Mendoza: encontrar a Dios en la misión
Durante la tercera semana de Julio, 30 jóvenes de la Red Juvenil Ignaciana de Mendoza, participaron durante una semana de una misión en el Departamento de Tunuyán, acompañados por el P. Juan Carlos Barrios SJ, Luciano Esnaola SJ y el novicio Federico Moya.
La misión se realizó en la Parroquia Inmaculada Concepción y Santo Cura Brochero de Vista Flores y en la Capilla de Lourdes en Colonia Las Rosas, dos distritos del Departamento de Tunuyán, a 100km de la Ciudad de Mendoza. Allí se sumaron más de 20 jóvenes de las dos comunidades que se unieron a las actividades como un misionero/a más.
Más allá de que tocaron días con temperaturas bajo cero, eso no impidió que se saliera cada día a recorrer las casas y tener momentos de encuentro personal, en grupo y con el Señor, ya sea en ratos libres o en instancias de oración, donde además sirvió para crear vínculos con nuevas amistades.
Estos jóvenes de Rafiki, el grupo misionero de la Parroquia Virgen de los Pobres y alumnos/as de los Colegios San Luis Gonzaga y Padre Llorens se animaron a dejar su zona de confort y vivir una experiencia llena de Dios, donde les permitió vivir días distintos de compartir, alimentar su fe y renovar las energías para el resto del año.
Esta Misión forma parte del proyecto que tiene el P. Juan Carlos Barrios de realizar dos misiones grandes en invierno y verano y luego acompañar con misiones de menos días que sean mensuales.
Lola Bahamonde (17), miembro del grupo juvenil Rafiki y alumna del colegio San Luis Gonzaga, comparte su testimonio a partir de lo vivido en la misión:
«Acepté la invitación sin saber de qué se trataba, confiando y con 0 expectativas. En esa semana tuve un antes y un después respecto a como vivir mi fe con los demás, porque una fe sin los otros no tiene vida. Más allá de que cada uno la viva de manera distinta, en la misión aprendí a qué hay que ir nutriéndola con vivencias y con la experiencia del otro. Aprendí esto gracias al grupo con el que me tocó compartir y con quienes nos abrieron no solo las puertas de su casa sino también las de su corazón.
Lo que más me impactó fue que quienes nos recibieron, más allá de todo lo malo que les pasaba confiaron en nosotros, nos brindaron su tiempo, y compartieron la creencia en un Dios real desde la confianza. Todo esto me ayudó a enfocar mis prioridades y a aprender cómo contagiar a otros del amor de Dios a través del accionar, agradeciendo y luego haciendo, no quedándome solamente en mi fe, trascendiendo y con eso poder crear un mar de fuegos.
Agradezco a las dos comunidades de Vista Flores y Colonia por su apoyo, contención, colaboración, sinceramente fue enseñarme a vivir con y para los demás.”
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!