Un regalo impensado para venezolanos y argentinos: la Procesión del Nazareno de San Pablo

Parte de la comunidad de migrantes venezolanos en la ciudad de Córdoba (Argentina) pudo celebrar el pasado Miércoles Santo, junto con la comunidad de la Parroquia Sagrada Familia, una devoción tradicional de su país: la procesión del Nazareno de San Pablo. Esta procesión se realiza con una imagen de Jesús con la cruz a cuestas y otra de la Virgen dolorosa.

La celebración estuvo marcada por una profunda emotividad. Los venezolanos presentes expresaron que sentían la experiencia de celebrar de esta forma al Nazareno en Córdoba como “un regalo impensado”, pues nunca imaginaron que sería posible. Junto con eso, fue una ocasión y un espacio sumamente propicio para una sincera cultura de hospitalidad puesta en práctica de parte de la comunidad parroquial que se sintió muy conmovida con la piedad y devoción de los venezolanos..

La iniciativa de organizar la procesión tuvo dos orígenes principalmente. El primero, la búsqueda desde la Parroquia de abrir un espacio del SJM, concretamente a través de una actividad propia de la religiosidad popular de los migrantes. El segundo, una petición expresa de algunos migrantes venezolanos que pertenecientes a la comunidad parroquial.

Se realizó una convocatoria a una primera reunión de organización, a partir de la cual se conformó un equipo que llevó adelante la organización de la fiesta junto con el párroco Leonardo Amaro SJ y el estudiante Javier Hernández SJ. Se contó además con la colaboración de diversas instituciones, como la Pastoral Migrante de la Arquidiócesis de Córdoba y  Museo Tejeda, este último que prestó las imágenes que se utilizaron.

Después de la procesión, se celebró la misa en el templo parroquial y el encuentro culminó con un compartir donde no faltaron las famosas ‘arepas’, alimento tradicional en Venezuela. Para cerrar se presentó un ensamble venezolano, que interpretó algunos temas musicales propios de aquella región.

Testimonio de Johana, animadora de la celebración

«Lo más emocionante fue que, gracias a Dios y a la Virgencita, esta celebración se pudo dar aquí en Córdoba. No hay nada más gratificante para mí como venezolana, que esta tradición religiosa propia de mi país se haya podido llevar a cabo acá en Córdoba. Ver argentinos y venezolanos unidos por una misma fe y por una misma oración es muy emotivo, todas esas personas acompañando al Nazareno y a la Virgencita.

Que el Nazareno entrara a la iglesia con el canto del himno nacional de Venezuela, cantado y tocado con guitarra por el coro… no hay palabras para describirlo, fue una emoción y un sentimiento nacional indescriptible. Y además, durante la ceremonia, ver las dos bandera, la de Argentina y la de Venezuela, unidas por una sola fe y por una sola petición: la paz de todos los pueblos. Eso es lo más emocionante que pudimos haber vivido, yo, y nuestra comunidad venezolana. Y que, a su vez, la propia comunidad de la parroquia se sintiera afortunada de haber compartido esta tradición con nosotros.»

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