Z. Bauman: “El miedo y el odio tienen el mismo origen”

Francesca Paci hizo un reportaje al filósofo polaco Zygmunt Bauman que fue publicado originalmente en el diario La Stampa, el 11 de julio de 2016. Aquí lo compartimos porque las reflexiones de este sociólogo pueden abrirnos el panorama y ayudarnos a pensar en muchos de los conflictos que se dan en la actualidad en diferentes partes del mundo.

Dallas, así como los episodios xenófobos que se repitieron en el Reino Unido después del Brexit y en Italia, que es puerto de los migrantes, el caso del refugiado nigeriano asesinado en Fermo. Profesor Bauman, ¿estamos pasando de la era del miedo a la era del odio?

No hay ningún tránsito de los miedos que han nacido de nuestra incertidumbre crónica a la exhibición de odio en Dallas o a los minipogroms ocurridos después del Brexit en las calles inglesas: son contemporáneos, rara vez son vividos de forma separada. El miedo y odio tienen los mismos orígenes y se alimentan de lo mismo: son como los gemelos siameses condenados a pasar toda la vida en recíproca compañía. En muchos casos, no sólo nacieron juntos sino que solamente pueden morir juntos. El miedo necesariamente debe buscar, inventar y construir los objetivos sobre los cuales debe descargar el odio, mientras que el odio necesita la cualidad asustadora de esos objetivos como razón de ser: ellos se entrechocan recíprocamente, solo pueden sobrevivir de esa forma.

¿Hay una relación de causalidad entre la difusión del “hate speech” (discurso de odio) y las nuevas tensiones étnicas y raciales?

Su coincidencia no es casual, pero tampoco predeterminada. Como toda alianza, es una elección política. Por lo que estamos viviendo, la elección fue prescrita por la simultaneidad de dos fenómenos. El primero, identificado por el sociólogo alemán Ulrich Beck, es la estridente discrepancia entre el hecho de ser designado a una “situación cosmopolita” en ausencia de una “conciencia cosmopolita” y sin los instrumentos adecuados para poder administrarla.

El consecuente choque entre instrumentos de control político territorialmente limitados, y poderes extraterritoriales incontrolables e imprevisibles produjo la “desregulación” multidireccional de las condiciones de vida y saturó nuestras vidas de miedo por nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Ese miedo era y continúa siendo una trinidad envenenada, el encuentro de tres sentimientos obsesivos: ignorancia, impotencia y humillación. Los poderes distantes y oscuros que nos condicionan están más allá de nuestra mirada y nuestra influencia; igual nuestros miedos, se mueven entre fuerzas que somos incapaces de domesticar o contener. Si no sabemos rechazar esas fuerzas que amenazan todo lo que nos es querido ¿no podríamos, al menos, mantenerlas lejos, prohibirles el acceso a nuestras casas y a nuestros lugares de trabajo?

¿No podríamos, profesor?

La entrada masiva y sin precedentes de refugiados es el segundo fenómeno al que yo me refería y contribuyó a dar una respuesta creíble y de “buen juicio” a esa pregunta, aunque falsa y engañosa, una respuesta elevada al estatus de dogma por aspirantes políticos buscando el chance de un fuerte apoyo popular. Es bálsamo para las almas atormentadas: los miedos sin desahogo y por lo mismo, tóxicos, no pueden verterse sobre sus verdaderas causas –fuerzas poderosas y tan distantes al punto de ser inmunes a nuestro resentimiento – pero pueden fácil y tangiblemente ser vertidos sobre aquellos que se parecen y que se comportan como extranjeros, desde los vendedores ambulantes hasta los mendigos. Las agresiones étnicas raciales son el remedio de los pobres contra la propia miseria. Su eficacia es medida no por el hecho de que resuelven la fragilidad de la vida, sino por dar un alivio temporal al tormento psicológico de la impotencia y de la humillación.

El miedo es claro. Pero ¿la diseminación de armas en los Estados Unidos, la fútil actitud europea respecto a los migrantes, o el internet no tienen parte de responsabilidad?

No son las causas: éstas en gran parte facilitan las acciones que aquellas causas producen. Internet y las redes sociales pueden servir igualmente de forma eficaz a la inclusión como a la exclusión, al respeto y al desprecio, a la amistad o al odio. La responsabilidad de elegir recae directamente sobre nuestros hombros de usuarios. Podemos usar el mismo cuchillo para cortar pan o gargantas: para cualquier uso al que se destine, quien tiene el cuchillo lo quiere afilado. La web afila los instrumentos, pero nosotros elegimos cómo aplicarlos.

¿Todavía está el “sueño de la razón”?

Como el filósofo alemán Leo Strauss decía, siempre hubo y siempre habrá cambios inesperados de punto de vista que modifican radicalmente el saber anterior: toda doctrina, por más definitiva que parezca, será, tarde o temprano, suplantada por otra. Otros ya dijeron lo siguiente: el tribalismo es la respuesta para el por qué las diferencias entre grupos de la población son siempre reducidos a una relación inferior/superior.

Fuente: CPAL Social

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *