tomando el mundo en sus manos fondo oscuro

Guardar la vocación

Se nos invita, con insistencia y acierto, a cuidar nuestra vocación. A alimentar el don que cada uno hemos recibido. A nutrirnos y procurar aquello que más nos llena en nuestro viaje personal. Es decir, a hacer lo que tenemos que hacer para que nuestra vocación crezca. Y está bien, sin duda. Tiene que ser así.

Sin embargo, ¿no necesitamos también guardar nuestra vocación? Esto es, no hacer lo que no tenemos que hacer para que nuestra vocación no se enfríe. Porque todos sabemos –con mayor o menor nivel de acierto según el momento, claro– lo que no nos ayuda para vivir el camino que, delante de Dios, hemos elegido vivir. A veces lo disimulamos bastante bien, es verdad; y conseguimos hacer como que lo ignoramos. Pero en el fondo, si somos honestos, cada uno intuimos sobradamente por dónde anda eso que nos dificulta perseverar.

En otras palabras, que conocemos bien qué cosas no deberíamos hacer porque nos distraen; qué palabras sería mejor no pronunciar porque nos envenenan; qué pensamientos no deberíamos alimentar porque nos intoxican; en qué estímulos no conviene regodearse porque nos anegan; en qué sentimientos mejor no recrearse porque nos despistan; qué afectos no vale la pena mendigar porque nos seducen y nos colonizan.

Por decirlo aún más claro: sabemos qué no hacer –a qué renunciar– para guardar nuestra vocación (con la dosis de gracia y lucha que ello conlleva). Pero para guardarla no como quien la protege por miedo o la esconde por cobardía, sino como quien valora un don que no le pertenece y que entonces ha de custodiar.

Alberto Cano SJ

J.M. Rodríguez Olaizola SJ. Carta abierta a los ‘haters’ católicos

Normalmente paso. Normalmente evito contestar en público a la variedad de chorradas que de vez en cuando ves publicadas. Normalmente evito entrar al trapo de la provocación de aquellos que de católicos solo tienen el nombre, porque son lo menos universal que te puedes imaginar.

Pero hay ocasiones en que el silencio no basta. Es verdad que a veces callar es lo más sensato. Porque hay gente que solo quiere ruido. Y bronca, para poder continuar discutiendo hasta la extenuación, para poder seguir vertiendo bilis, para poder eternizarse en sus reproches y obsesiones. Pero cuando callas demasiado, termina pareciendo que otorgas, y terminas haciendo que gente que quizás tiene buena intención -pero no mucho acierto-, se sume al coro de los petardos, convencidos de que insultando son fieles y que repitiendo eslóganes defienden la verdad.

Solo puedo deciros una cosa. La Iglesia es muy amplia. En ella cabemos muchos más de los que vosotros habéis decidido que cabemos. Muchas más personas, y muchas más formas de hacer las cosas. Estáis encantados con fantasear con un pasado que idealizáis, aunque también tuvo luces y sombras, olvidando que lo que ha cambiado es la sociedad entera. Culpáis a los católicos distintos de vosotros del paso del tiempo. Sin querer ver que lo que ha cambiado es el mundo entero, y es en este mundo de hoy en el que hay que anunciar el evangelio. Culpáis a las parroquias, a las órdenes religiosas, a los obispos que os disgustan, al mismo Papa… Pero si os paraseis a pensar, veríais que hasta en vuestras propias familias las cosas ya no son como antes… y no es culpa vuestra (ni mía). Es que el mundo es diferente. Y es en este mundo de hoy (no en otro inexistente) en el que tenemos que seguir dando a conocer a Jesucristo, y su buena noticia. Con aciertos y errores, sin duda, pero sin la soberbia de quien se cree que solo su modo es válido y que además eso le autoriza para insultar y faltar constantemente a los otros.

Tenéis tres eslóganes que utilizáis, sirva o no. Os encantan las etiquetas con las que simplificáis lo complejo. Presumís con vuestras palabras de una profundidad que no demostráis con vuestra actitud. Exigís fidelidad a Cristo, mientras lo seguís crucificando en vuestras palabras y desprecios. Mentís, quizás sin ser conscientes de ello, al etiquetar, denigrar y expender certificados de ortodoxia. Cuestionáis la fe de quien ama a Cristo, porque no os habéis parado a escuchar ni medio minuto de lo que dicen. Vomitáis desprecio sin pensar en el daño que hacéis a las personas.

Ojalá, un día, abráis los ojos, el corazón y la entraña, al Resucitado, que sigue apareciendo e invitando a vivir en paz. ¡Feliz Pascua!

 

t.ly/2xMSj

 

Jen Norton ilustra la Semana Santa

Este año hemos elegido ilustrar la Semana Santa con obras seleccionadas de una artista contemporánea, alumni de la universidad jesuita Santa Clara (USA) Jen Norton. (@jennortonart)

 

Graduada en Bellas Artes en 1987, el lenguaje visual fue su primer idioma debido a su timidez extrema y su gran pasión a partir del potencial comunicacional del dibujo.

 

Jen trabaja en acrílico, utilizando colores, texturas y patrones expresivos para revelar lo sublime de lo ordinario. Una clave presente en sus obras siempre han sido los vínculos y situaciones cotidianas significativas, testimoniando el principio ignaciano de encontrar a Dios en lo cotidiano y mundano que le fuera inculcado en su educación.

 

“Una obra, como creación, -dice Jen- transmite que también el espectador puede hacer sus propias creaciones… y esto porque una verdadera creación es siempre honesta, auténtica… y el arte tiene la capacidad de hablar con la verdad…y de dar a conocer la palabra de Dios –incluso mejor que muchas homilías o sermones.”

 

Convencida de que orar con arte sacro puede ser una manera fácil, eficaz y hermosa de profundizar en la fe, elegimos algunas de sus obras tomadas de la publicación Surrender All: An Illuminated Journal Retreat Through the Stations of the Cross (Ave María Press 2020)

 

Jen cree que a través del arte uno puede escuchar el susurro de un Creador poderoso. Su intención es que su arte pueda hacer que te detengas y escuches.

 

Papa Francisco y seminaristas

Mensaje del Papa por la Jornada de las Vocaciones 2024

Nuestra vida encuentra plenitud cuando descubrimos quiénes somos, cuáles son nuestros dones, dónde podemos hacerlos fructificar y qué camino podemos seguir para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida generosa, de belleza y de paz, dondequiera que estemos»: el Papa Francisco ofreció ese resumen de nuestra vocación cristiana en su mensaje para la 61ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que la Iglesia conmemorará este año el 21 de abril.

El mensaje del Papa para la 61ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (JMOV) se centra en el tema: “Llamados a sembrar semillas de esperanza y a construir la paz”, señalando que todos los cristianos estamos llamados a acoger la vocación que Dios nos ha dado para servirle en el mundo, ya sea a través de la vida consagrada, el sacerdocio, el matrimonio o como personas solteras.

La gratitud, dijo, debería caracterizar las celebraciones del Día Mundial de las Vocaciones, al recordar a los innumerables cristianos que sirven a Dios en todos los ámbitos de la vida. Invitó especialmente a los jóvenes a hacer espacio a Dios, para que encuentren la felicidad en su llamada, que respeta siempre nuestra libertad.

Dejen que Jesús los atraiga hacia Él”, dijo el Papa. “Llévale tus preguntas importantes, leyendo los Evangelios; deja que Él los interpele con su presencia, que siempre provoca en nosotros una crisis saludable”.

 

» Texto completo del mensaje del Papa para las Vocaciones: bit.ly/3x4WZro

» Fuente AICA bit.ly/4aG9BE7

Un camino sinodal: 11mo aniversario de Pontificado de Francisco

“El Espíritu Santo es Aquel que nos guía hacia donde Dios quiere”, son palabras del Papa Francisco pronunciadas en este camino sinodal de la Iglesia y signo permanente de su pontificado.

Johan Pacheco

Décimo primer año del Pontificado del Papa Francisco un camino marcado por la sinodalidad desde el inicio de su ministerio petrino, haciendo visible y llevando a la acción a la Iglesia: “hospital de campaña” que los recibe “a todos” pero “en salida” y “caminando juntos”; once años desde la perspectiva sinodal teniendo como protagonista al Espíritu Santo.

El undécimo año del Pontificado de Francisco es sinodal, un tiempo de oración para fortalecer la confianza en el Paráclito que ilumina el caminar de la Iglesia en un mundo aterrorizado por la guerra, que necesita el consuelo de Dios y la tarea de valientes constructores de la paz. Tarea también de una Iglesia sinodal que camina para encontrar al otro, escuchar, discernir y hacer presente la misericordia de Dios.

“Iglesia sinodal significa Iglesia sacramento de esta promesa —es decir que el Espíritu estará con nosotros— que se manifiesta cultivando la intimidad con el Espíritu y con el mundo futuro”, lo decía el Papa a los fieles de la Diócesis de Roma invitando a una “hermenéutica peregrina” que custodie el caminar de la Iglesia en su misión evangelizadora, no como una tarea organizativa sino con la presencia vida del Espíritu que da vida.

También al inicio de este proceso sinodal recordaba el Papa que es un tiempo del Espíritu Santo: “Queridos hermanos y hermanas, que este Sínodo sea un tiempo habitado por el Espíritu. Porque tenemos necesidad del Espíritu, del aliento siempre nuevo de Dios, que libera de toda cerrazón, revive lo que está muerto, desata las cadenas y difunde la alegría. El Espíritu Santo es Aquel que nos guía hacia donde Dios quiere, y no hacia donde nos llevarían nuestras ideas y nuestros gustos personales”.

Fuente: vatican.va

Leer el texto completo: bit.ly/4adxdzC

Adviento, ocasión para cambiar

Ciertamente, Dios ha hecho maravillas en cada ser humano, pero, entre los vínculos complejos que solemos crear, su obra se desvía, desvirtúa o malogra con distinta intensidad, asumiendo modos de relación con nosotros mismos o los demás que nos hacen mal. Cada cual con sus heridas trata de resolverlas de la mejor manera para continuar, aunque, de paso, todos enfatizamos algún aspecto del ego que puede habernos sido útil como escudo, pero que, a la larga, nos comenzó a asfixiar.

En este tiempo de Adviento y esperanza que se aproxima, quizás podemos transformar ese pequeño o gran defecto conductual, no esencial, que nos aleja del pesebre de Dios en nuestro interior y que nos entrampa en los vínculos con los demás y la creación. Nunca es tarde para cambiar y acercarnos al nacimiento real de Dios en nuestro corazón.

Avancemos hacia una Navidad real: sin prisa, pero sin pausa, siguiendo la estrella de la esperanza de Dios, guiando nuestro trabajo de transformación, podremos llegar al 24 de diciembre más libres del ego, más amables en nuestro modo de relacionarnos con nosotros mismos y los demás, más livianos de la carga de la vergüenza y el dolor que provocaba este malestar, más felices y en paz. Para que este proceso sea viable, eso sí, se requieren dos ingredientes fundamentales: mucho amor propio y de los cercanos, y también buen humor, sabiendo que nadie está libre “de pecado” en esta dimensión relacional. Mal que mal, los que llegaron primero al pesebre eran hombres y mujeres muy sencillos y pobres de corazón.

Lee la reflexión completa aquí www.vidanuevadigital.com

Reflexión vocacional

Te invitamos a rezar por las vocaciones a la Iglesia y en especial a la Compañía de Jesús. En estos días celebramos a todos los Santos y Beatos de la Compañía de Jesús; celebramos no solo a aquellos de nuestros hermanos a quienes se ha concedido el honor de los altares, sino también a otros innumerables que han trabajado con Cristo en el anuncio del Reino. Celebramos a tantos que arriesgaron y se animaron a una nueva vida.
Esa fue la experiencia de Ignacio: en medio de los fracasos y las heridas fue capaz de distinguir la voz de Dios que lo invitaba a novedosos caminos de plenitud. Sin muchas certezas y con mucha confianza se lanzó a lo desconocido. Hizo“proceso”: le puso nombre a aquello que sentía, decidió, se determinó y comenzó a poner en acto su elección. Y cómo él, otros tantos…
Y vos, ¿qué nueva vida andás deseando?, ¿qué tenés que arriesgar para comenzar?, ¿cómo andan tus procesos de discernir y elegir?
Terminamos este momento hablando con Jesús, como un amigo habla con otro amigo, y rezamos un Padre Nuestro.

Primeros pasos del Sínodo

En la primera semana del Sínodo, relatores de 22 grupos (denominados ‘círculos menores’) han expuesto diversas cuestiones a la Asamblea.

Entre los temas se han mencionado la formación de laicos y catequistas “con particular atención” a los seminarios.; la presencia ‘materna’ de la mujer en la Iglesia y la oración y misión de la Iglesia de “estar con los pobres y migrantes”.

Se destaca que están “aprendiendo a escuchar y a rezar” gracias a la dinámica y disposición física en ‘círculos’ dentro del Aula Pablo VI. También se menciona el clima general de alegría y expectativas en torno al funcionamiento general, aunque esto también ha mostrado algunas tensiones.

Otros tópicos presentes fueron el papel de la Iglesia como familia, las responsabilidades de los obispos, el clericalismo y las funciones de los pastores.

La Asamblea también ha puntualizado la necesidad de revisar la estructura de la Iglesia así como la purificación de actividades dentro de la Iglesia contrarias al Evangelio, los abusos dentro de la Iglesia y las dimensiones de la Curia Romana.

10 ideas clave de Laudate Deum

Por José Ignacio García SJ, Coordinador de Cuidado de la Casa Común (Provincia de España)

En mayo de 2015 el Papa Francisco publicó la encíclica Laudato si’ en la que marcó el horizonte de la visión católica de la cuestión medioambiental de nuestro tiempo a través de la «ecología integral» en la que lo medioambiental y lo social están intrínsecamente implicados. Pocos meses después, en diciembre de 2015, se reunió la 21 Conferencia de las Partes de la Convención del Cambio Climático, también conocida como COP 21. Es la reunión de los estados que han firmado la Convención para combatir el cambio climático. En aquel encuentro de Paris el mensaje de Laudato si’ resonó en muchas de las intervenciones de los líderes políticos.

Ocho años después, la ciencia continúa proporcionando evidencia del deterioro climático de nuestro planeta. Los efectos se van sintiendo con más fuerza y el impacto lo sufren, especialmente, las poblaciones más vulnerables y pobres. En diciembre de este año, 2023, se vuelve a reunir la conferencia, esta vez en Dubai (COP 28). El Papa Francisco quiere apoyar este encuentro, reconociendo la gravedad de la situación y cómo la respuesta hasta ahora ha sido totalmente insuficiente. El Papa desea que esta vez se logre un acuerdo que sea «drástico, intenso y que consiga el acuerdo de todos». Pero Laudate Deum, Alabar a Dios, que así se llama esta exhortación, además de querer impulsar un nuevo multilateralismo internacional que nos coloque en una senda de transformación económica y social, también se dirige a nosotros los católicos. El Papa nos invita a superar escepticismos y prejuicios y tomar conciencia de la gravedad de la crisis climática.

10 ideas clave de Laudate Deum

La motivación de este texto es que la situación sigue deteriorándose y los efectos son soportados por las personas más vulnerables.

Por esta razón, y porque la situación se vuelve más imperiosa todavía, he querido compartir con ustedes estas páginas. (4)

Ya no se puede dudar del origen humano –antrópico– del cambio climático.

Me veo obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. Pero ya no podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable (14)

Estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos.

Urge una mirada más amplia que nos permita no sólo admirarnos por las maravillas del progreso, sino también es apremiante prestar atención a otros efectos que probablemente ni siquiera podían imaginarse un siglo atrás (18)

El paradigma tecnocrático consiste en pensar «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico».[1]

Provoca escalofríos advertir que las capacidades ampliadas por la tecnología «dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo […]. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad».[2] (23)

La matriz de pensamiento propia del paradigma tecnocrático nos ciega y no nos permite ver que el aumento de poder no ha supuesto progreso para la humanidad.

En contra de este paradigma tecnocrático decimos que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada. Ni siquiera podemos decir que la naturaleza es un mero “marco” donde desarrollamos nuestra vida y nuestros proyectos, porque «estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados»,[3] de manera que «el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro».[4] (25)

Esta crisis no tiene sólo que ver con la físico o la biología, sino también con la economía y nuestro modo de concebirla.

La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad. En los últimos años podemos advertir que, aturdidos y extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos. (31)

Necesitamos reconfigurar, incluso, recrear el multilateralismo.

A medio plazo, la globalización favorece intercambios culturales espontáneos, mayor conocimiento mutuo y caminos de integración de las poblaciones que terminen provocando un multilateralismo “desde abajo” y no simplemente decidido por las élites del poder. Las exigencias que brotan desde abajo en todo el mundo, donde luchadores de los más diversos países se ayudan y se acompañan, pueden terminar presionando a los factores de poder. Es de esperar que esto ocurra con respecto a la crisis climática. Por eso reitero que «si los ciudadanos no controlan al poder político —nacional, regional y municipal—, tampoco es posible un control de los daños ambientales».[5] (38)

Necesitamos superar la lógica de aparecer como seres sensibles y al mismo tiempo no tener la valentía de producir cambios sustanciales.

Si hay un interés sincero en lograr que la COP28 (Dubai) sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente. Esto para lograr que se inicie un nuevo proceso destacado por tres aspectos: que sea drástico, que sea intenso y que cuente con el compromiso de todos. No es lo que ocurrió en el camino recorrido hasta ahora, y sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males.(59)

La fe auténtica transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado.

Al mismo tiempo, «las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa».[6] Si «el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre».[7] El mundo canta un Amor infinito, ¿cómo no cuidarlo? (65)

No hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas.

«Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.

[1] LS (Laudato si’), 105

[2] LS, 104.

[3] LS, 139.

[4] LS, 220.

[5] LS, 179.

[6] LS, 100.

[7] LS, 223.

Consejo Ampliado del P. General: Acompañar el cambio al modo ignaciano

Cada año, en septiembre, el Padre General reúne a su Consejo Ampliado. Éste está formado por su grupo habitual de Asistentes, a los que se unen los Secretarios de los Secretariados sectoriales (Apostolado Social y Ecología, Servicio de la Fe, Educación Pre-secundaria y Secundaria, Educación Superior), el Ecónomo General y los seis Presidentes de las Conferencias Regionales de la Compañía. La reunión de este mes de septiembre utiliza un formato original, el de un “taller de formación” durante el cual los miembros del Consejo profundizan en un tema útil para el gobierno de la Compañía.

Durante la semana del 11 al 15 de septiembre, el taller se centró en el tema del cambio. A partir de la presentación de estudios de casos, se examina cómo la Compañía, en su historia pasada y reciente, ha afrontado los cambios de época, los cambios en la sociedad y los cambios en la Iglesia. Se puede establecer fácilmente un vínculo entre este tema y el reciente documento del Padre General De Statu Societatis. Éste, que los jesuitas de todo el mundo estudiarán durante los próximos meses, incluye un capítulo entero titulado: “El cambio de época en el mundo desafía la misión de la Iglesia”. Se destaca la complejidad del mundo actual y se mencionan retos como el crecimiento de las migraciones forzosas, el nuevo ecosistema mediático, las situaciones de guerra y otras formas de violencia y, por supuesto, el cambio climático. Evidentemente, todo ello puede obligar a la Compañía de Jesús a cambiar y adaptarse.

Pero el cambio no es algo nuevo. Ha estado presente en todas las épocas de la humanidad y en muchos momentos de la historia de la Compañía. El primer día de la reunión del Consejo Ampliado, se pidió al P. Robert Danieluk, historiador jesuita del Archivo Romano de la Compañía de Jesús, que presentara ejemplos de cómo la Compañía, a lo largo de su historia, había resistido, abrazado o acompañado el cambio. Como subtítulo de su presentación, el P. Danieluk eligió el conocido adagio: “Dios escribe derecho sobre renglones torcidos”.

Un punto importante de la presentación -el que probablemente mejor puede poner de relieve cómo la adaptabilidad al cambio forma parte del ADN de la Compañía de Jesús- es éste: Ignacio nunca llegó a completar las Constituciones de la Orden. Quería basarse en la experiencia vivida por los jesuitas aquí y allá en el mundo, y evitar el fijar apresuradamente las formas de hacer las cosas. Las Constituciones debían tener en cuenta las transformaciones experimentadas por el mundo y por los jesuitas. Así pues, este documento fundacional propone un espíritu que debe traducirse en acción en un contexto de renovación constante.

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