#SomosFLACSI: Nuestra Identidad

La Federación Latinoamericana de Colegios de la Compañía de Jesús (FLACSI) nace para impulsar la colaboración de nuestras Redes y Colegios desde una identidad compartida, fundamentada en la propuesta pedagógica ignaciana.

El Vice Presidente de la Federación y Rector del Instituto Oriente de México, el P. Saúl Cuautle, SJ ha hablado sobre la identidad de la propuesta educativa que hacen los colegios jesuitas: “Después de 15 años, lo más importante, en términos de fortalecimiento, es que distintos colegios hemos podido confluir en una experiencia educativa de misión común y que el aporte de cada uno se ha transformado en un solo cuerpo a nivel latinoamericano, a nivel de crecimiento, de madurez y de compartir experiencias”, explica el P. Saúl. El énfasis está puesto en un modelo educativo que se refuerza en los más de 470 años que la Compañía de Jesús lleva impulsando la educación en el mundo.

Por su parte, Sônia Magalhães, rectora de Colegio San Luis de Brasil, comenta que “hay mucho que celebrar, hay mucha gente a la cual darle las gracias por todo el trabajo. Hoy nos reconocemos como parte de algo más grande y más significativo que lo que uno puede estar haciendo en un colegio en particular en cualquier parte de Latinoamérica”.

Ambos consideran importante que el diálogo que se plantea en cada reunión desde la federación, permite compartir aquello que los une en la misión diaria.

Por último, el P. Saúl hace un llamado a todos los colegios miembros de FLACSI a seguir aportando a la construcción de este cuerpo regional, recordando que son los actores centrales del trabajo de la Federación.

Para mostrar al mundo su identidad FLACSI ha difundido un video en el que la muestran en menos de dos minutos.

FLACSI se ha ido constituyendo en un referente para apoyar la misión educativa que desarrollan sus colegios miembros. De esta manera, impulsa la vida de las redes locales, la colaboración efectiva entre los distintos centros educativos, y, promueve la creciente inserción de Latinoamérica en una red educativa global.

Fuente: FLACSI

 

Una forma diferente de educar – Fe y Alegría

El director de la Fe y Alegría Uruguay, Martín Haretche, comentó en el programa radial Pisando Fuerte cómo es el trabajo que realiza la fundación en zonas marginales.

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La misión de Fe y Alegría es brindar educación de calidad a niños y adolescentes, dándoles un apoyo integral a la formación, de modo que esta les permita tener las mayores herramientas posibles para desenvolverse en el mundo.

Fe y Alegría nació en Venezuela hace 60 años y se encuentra en casi toda Latinoamérica. En Uruguay se encuentra hace ocho años.

 

¿Por qué la Misa Aburre? De la misa a la eucaristía

No es extraño escuchar que para muchos, la misa es un ritual sumamente aburrido. Otros, asisten sin cuestionarlo, pero sin comprender mucho el sentido de estar ahí. Como el ritual va perdiendo el sentido para los que participan fervientemente, menos son aún las posibilidades de transmitirlo a otros. El jesuita Emmanuel Sicre reflexiona en torno a la misa y cómo podemos resignificarla y animar su participación.

Por Emmanuel Sicre, SJ

En el contexto de la desmedida cultura del entretenimiento, de la banalización de las tradiciones, de la autoridad deslucida de los relatos fundadores de identidad, y de la inflación de un ego desilusionado de sí mismo, la misa se encuentra rodeada y cuestionada. Especialmente, por los espíritus más jóvenes. Lógico, son ellos los que reclaman el sentido a los mayores y los que señalan las grietas de la realidad que están heredando.

La misa viene sufriendo desde hace tiempo los efectos del contexto de manera contundente. El hecho de que en más de una celebración nadie conozca, ni le interese conocer muchas veces, a nadie, se llama individualismo.

Que la misa sea un acto particular al que cada uno va a hacer lo suyo y no mueve un pelo del compromiso social, se llama privatización de fe. Que todo esté centrado en el sacerdote y el resto sólo pueda participar ayudándole a algo que él podría hacer perfectamente solo, se llama clericalismo. Que nadie comprenda bien el porqué de cada movimiento, de cada palabra, de cada gesto y se limite a repetir automáticamente, se llama ritualismo. Que uno vaya a misa pudiendo no haber ido y sentirse igual al salir, se llama pasividad. Que algunos sientan el peso de tener que ir por precepto, o sentir culpa por no ir, o enojarse porque no quieren que los presionen a hacer algo que no quieren, se llama obligatoriedad. Que se controle las conciencias, se llama impiedad.

Que algunos atribuyan a la misa efectos mágicos al encerrarse en el templo olvidándose de los demás, se llama devocionalismo. Que aún se pague por misas a difuntos u otras cuestiones, que se les rece una determinada cantidad, o que el cura reciba por cada misa celebrada un estipendio, se llama mentalidad administrativa. Que el marco formal de cada memoria patria o familiar incluya una misa porque toca, se llama ‘misismo’. Que el cura someta a los fieles a escucharlo incansablemente, se llama autoritarismo. Y así…

Ante este panorama se hace evidente que hay que cambiar de paradigma, y atender a que el culto debe ser una expresión antropológica de la existencia humana. Hay que llevar a cabo una liturgia que sea fuente y culmen de una vivencia personal y comunitaria. Es necesario tener la experiencia de celebrar el sentido que renueva la historia cotidiana. Es decir, pasar de la misa a la eucaristía.

Este cuestionamiento al que nos lleva el contexto actual nos remite a la pregunta tan refrescante por los orígenes de la eucaristía. ¿De dónde viene? ¿Qué se hacía en ella? ¿Acaso Jesús también aburría con sus ‘misas’?

Lo humano de la eucaristía: comer y beber juntos

Pensar que la eucaristía cayó del cielo como el maná del Antiguo Testamento no puede ser más que una metáfora. La raíz de la eucaristía encuentra en las acciones humanas del comer y beber juntos su realidad más próxima.

En este sentido, todo comenzó compartiendo la mesa. Y un acto tan cotidiano como el de comer y beber juntos es el fundamento de toda humanización. Porque no comemos solo para alimentarnos biológicamente, sino porque en la mesa también nos nutrimos de la vida compartida.

La mesa, además, es símbolo de socialización porque nos hace ir más allá de nosotros mismos como seres individuales. (Todo lo contrario al fast food de la cajita feliz personal). El compartir una mesa larga de domingo entre amigos y familiares, sin tiempo, hace para todos la casa feliz.

Lo impresionante de esta realidad del convivir en la mesa, es que se trata de algo que va más allá de las culturas que son las que le dan el color particular a un hecho global como es sentarse a comer y beber. En efecto, esto es lo que hace que dicha vivencia sea algo que nos lance a una experiencia religiosa y profundamente trascendente, por eso la mesa es símbolo de celebración, de fiesta, de conmemoración, de encuentro, entre quienes tienen un vínculo real.

El comer y beber juntos de Jesús

Sin embargo, nos preguntamos ¿qué relación tiene la mesa de cada día con la celebración de la eucaristía? ¿Qué tiene que ver Jesús aquí? ¿Es la eucaristía un invento de la religión? ¿Por qué la última cena de Jesús con sus discípulos?

Siendo fieles a la historia, sabemos por lo que nos cuentan Pablo, primero, y los evangelios después, que la última cena de Jesús fue un hecho histórico. Más allá de los énfasis de cada uno, la cuestión es que Jesús tuvo una cena de despedida con sus amigos en donde pasó algo muy significativo que no se ha perdido de vista hasta ahora. ¿No llama la atención que desde hace dos mil años se esté conmemorando este hecho? La verdad que sí.

Resulta que la última cena de Jesús con sus seguidores fue la parábola más clara de lo que había sido toda su vida. ¿Por qué? Porque es en aquella mesa donde Jesús se pone a servirles indicándoles que Dios ha venido perdonar a los arrepentidos, a incluir a los marginados, a curar a los enfermos, a llamar a los necesitados de amor, justicia y paz. Porque es en aquella mesa donde el pan se parte y se reparte señalando cómo es que él quería quedarse entre ellos, haciéndolos una comunidad de hermanos y hermanas. Porque en aquella cena comenzó a girar el vino haciendo que todos bebieran de la misma copa, y con este gesto se revelaba que, para vivir en alianza con él, hay que compartir la misma suerte de entrega absoluta a los demás. Con esta cena se condensaba todo el sentido de su anuncio del Reino de Dios.

Comer y beber juntos después de Jesús

Los primeros creyentes en Jesús después de su muerte y resurrección comenzaron a reunirse y a recordar a su maestro. Una vez que había pasado la angustia de la pasión, sintieron la memoria viva del Señor como una presencia clara de Jesús resucitado. Fue esta experiencia la que los llevó a congregarse en pequeñas reuniones a las que llamaban comunidad de mesa para compartir y celebrar la herencia recibida en el mensaje y la vida del resucitado.

Fue así que, según donde se iba regando la noticia de un tal Jesús por la acción de los misioneros como Pablo, se constituían comunidades de creyentes en esta nueva noticia de Dios que había venido en la persona de Cristo a salvarlos de sus debilidades. Fue en estas reuniones donde comenzaron a comprender que lo de Jesucristo no había sido un sacrificio expiatorio de autoinmolación violenta al que su Padre lo había obligado; sino que era un ofrecimiento de amor gratuito de un hijo agradecido y de autodonación generosa para restablecer el vínculo de Dios con los seres humanos, que sus propias fragilidades habían dañado. Por eso, la muerte y resurrección de Jesús es el punto de inflexión de toda la historia.

La eucaristía de las primeras comunidades recogía en la mesa la acción de gracias por este servicio tan grande y definitivo que Jesús había hecho; a la vez que celebraba su presencia resucitada, anunciaba la buena noticia que él había anunciado a través de los relatos de su vida (la Palabra), y les hacía vivir lo que él les recomendó hasta que volviera: la fraternidad, el ser hijos de un mismo Padre. Sin embargo, desde los inicios no fue fácil comprender esto y Pablo los regaña porque las mesas se habían convertido en motivo de borracheras y olvido de los más necesitados de la comunidad. (Cf. 1Co 11).

Comer y beber juntos hoy: sin vínculo no hay eucaristía

Hasta aquí el contraste con el planteamiento inicial pareciera irreconciliable. ¿Qué de comunitarias tienen nuestras eucaristías? ¿Qué de todo esto celebran nuestras misas preocupadas, muchas veces, por superficialidades? ¿Qué nos queda de la eucaristía como banquete del Reino de amor, justicia y paz? ¿No sería vital pasar de la misa a la eucaristía? ¿No estaría bueno acaso que nuestras reuniones eucarísticas tengan esa fragancia de abrazo, de comunión, de entrega para vivir la vida cotidiana de una manera más luminosa para el mundo?

Decimos, sin miedo a equivocarnos, que sin vínculo no hay eucaristía. Si la vida, muerte y resurrección de Jesús restableció nuestro vínculo con Dios para siempre, la eucaristía es el símbolo incompleto de esta realidad. Incompleto porque hasta que todos no puedan compartir el banquete del Reino de Jesús ya sea por hambre, por injusticia, ignorancia, o cerrazón, en la fiesta nos faltan seres por querer. Por eso es necesario descubrir la íntima unidad que hay entre la mesa compartida y la justicia social, entre la vida vivida y la celebración litúrgica, entre la experiencia religiosa y la sed de alianza con el Dios de Jesús. Esta es, en términos antiguos, la verdadera sustancia del cuerpo y sangre de Jesús: vivir la entrega hasta dar la vida para que seamos la familia humana que el Buen Dios soñó desde siempre.

 

La gran ciudad como oportunidad de encuentro y solidaridad

La vida en las grandes ciudades suele estar signada por el individualismo, la inercia, el constante trajinar, ruido incansable y la despersonalización. Un lugar donde la invitación a ‘encontrar a Dios en todas las cosas’ se vuelve un desafío que parece imposible. Sin embargo, vale la pena intentarlo. Por eso, te invitamos a leer este artículo.

Por Marisol Frías.

Sucede en nuestros días que no es extraño escuchar opiniones como las que alertan sobre la soledad que amenaza en nuestras ciudades a tantos hombres y mujeres de distinta raza, edad y condición, aun cuando vivimos en la llamada era de las comunicaciones, en la que las Nuevas Tecnologías se erigen en auténticos dioses de la vida pública y privada, íntima incluso me atrevería a decir.

Algo tan cotidiano como un mero wsp puede conseguir antes acercar a quienes se encuentran físicamente lejos, que favorecer la cercanía entre quienes compartimos un mismo techo, un espacio para el trabajo o un proyecto en común

¿Qué le sucede al hombre del siglo XXI, a esta generación de la que nos enorgullece presumir como la mejor formada de la Historia, por qué esa dificultad por hacerse prójimo del que sufre, de quien se siente sólo, frágil, vulnerable? ¿Dónde está tu hermano?

No puedo evitar pensar que muchas de las soledades con las que convivimos a diario, siquiera a veces sin darnos cuenta, surgen del olvido de saber que la persona ha de ser siempre lo primero, que no podemos permitirnos el lujo de no situar a la persona en el centro de cuanto emprendemos, que ninguna atención y cuidado lo será del todo si olvidamos ponernos en los zapatos de ese otro que pasa a nuestro lado; que en tiempos duros y difíciles como los que vivimos la sociedad no debe permitirse perder esa capacidad que da el poder llamar a cada uno por su nombre, ese motor que consigue que cada individuo pueda sentirse especial, único y singular ante los ojos de quien le contempla… como si la mirada del mismo Padre Bueno fuese la que posase sus ojos a cada instante en nuestro día a día.

Nos encanta hablar de derechos, en el ámbito público es frecuente esta terminología, “la ética de los derechos”: el derecho a una vivienda digna, el derecho a un empleo estable, el derecho a la educación o a la atención sanitaria. Algo más difícil de encontrar, tanto en la esfera pública como en la esfera privada es la referencia a una ética del cuidado del otro como leit motiv, un compromiso con aquellos que se encuentran en situaciones más precarias, que presentan situaciones de fragilidad o vulnerabilidad, y de cuya atención y cuidado no deberíamos zafarnos, cualquiera que sea la posición que ocupemos, la relación más o menos estrecha que nos ligue a ellos.

Habrá quien pueda y deba prestar atención y cuidado desde una estricta esfera personal e íntima, en el entorno de la propia familia, nuclear o más extensa. Existirán situaciones que demandarán de nosotros un paso más allá, que nos saque de nuestra primera zona de confort y nos impulsen al vecindario, la asociación del barrio, una parroquia, una cooperativa de consumo sostenible y solidario, el grupo de amigos y conocidos….en todas ellas siempre hay oportunidades para el encuentro y la solidaridad.

No faltarán aquellos que desde un compromiso cívico, político y social más significado, encontrarán en esa lucha por la justicia su manera de estar en la vida, haciendo de este mundo un hogar de todos y para todos. Buen ejemplo de lo que comento son esos cientos de hombres y mujeres que voluntariamente acompañan itinerarios diversos de quienes se descolgaron de la ruta, o que sin pedir nada más a cambio ponen su tiempo y su mismo ser al servicio y la compañía de quienes se viven y sienten solos.

Y no quiero dejar de referirme a quienes, desde concretas responsabilidades públicas, de una u otra índole, se levantan cada mañana con el deseo y el compromiso por trabajar en la mejora de las condiciones de vida de quienes peor lo pasan, de quienes atraviesan situaciones difíciles o viven en circunstancias precarias. Más o menos conscientes de su enorme responsabilidad, lo cierto y verdad es que los más vulnerables tienen depositadas en ellos grandes esperanzas en un futuro mejor. Como agentes de cambio, transformadores de la sociedad que les ha tocado vivir, los responsables públicos gozan de la confianza de quienes esperan en ellos la puesta en marcha de estrategias y alternativas que faciliten oportunidades de encuentro y solidaridad en nuestras grandes ciudades. Ellos, los más débiles de nuestras sociedades son los especialmente merecedores de sus esfuerzos y desvelos, de su compromiso diariamente renovado por la construcción de un mundo más justo y fraterno.

Para todos y cada uno de ellos me gustaría pedir especialmente desde esta breve reseña el soplo del Espíritu, ese aliento del Cielo que hace posible un poco de compañía, alegría y consuelo en el camino de tantos ancianos, marginados y personas solas que, gracias a ellos, pueden encontrar, aún en nuestras anónimas y frías ciudades, oportunidades para el encuentro, el cuidado amoroso y la esperanza.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Defender a los pobres y amar a los enemigos

Dos personajes desconocidos que hacen de estos valores un modo de vida. Te invitamos a enterarte de quiénes son.

Por Daniel Izuquiza SJ

Me apuesto un euro a que el 90% de quienes lean este post no conocen a sus dos protagonistas. Y me apuesto otro euro a que, al menos el 80% de quienes lo lean, acabarán encantados de haberlos conocido. ¿Aceptan el reto y la apuesta? Vamos allá. Hoy voy a hablar de Ivo de Kermatin y de Dirk Willems. Creo que he ganado un euro. Veamos si gano también el segundo.

Ivo de Kermatin

Resulta que Ivo de Kermatin murió un 19 de mayo de 1303, en un pueblo de Bretaña. De hecho, su nombre a veces se dice en francés, Yves Hélory de Kermartin, y otras veces en bretón, Erwan Helouri a Gervarzhin. La lápida de su tumba, sin embargo, tiene esta inscripción escrita en latín: Sanctus Ivo erat brito / advocatus et non latro / res miranda populo. Lo que, en castellano, viene a ser: “San Ivo era bretón/ abogado y no ladrón/ maravilla para el pueblo”.

Captura de pantalla (30)Efectivamente, Ivo es conocido como abogado de los pobres. Pero no se contentó con darles un servicio mediocre, sino que les ofrecía la mayor calidad y rigor en su defensa. No en vano había estudiado en las mejores universidades del momento (la Sorbona y Orléans). Era abogado y sacerdote. Ejerció como juez y como abogado defensor.

Tenemos el testimonio de un amigo suyo, Juan de Kerhoz: “El maestro Ivo fue piadoso y compasivo, porque informaba gratuitamente por los pobres, los menores, las viudas, los huérfanos y todas las demás personas miserables; él sostenía sus causas, se ofrecía a defenderlos, incluso sin habérsele solicitado: también se le llamaba el abogado de los pobres y de los miserables. Les defendía gratuitamente, así es cierto, porque numerosos desgraciados me lo han contado, felicitándose calurosamente de la ayuda que les había prestado Maestro Ivo”.

Es conocido también por el “decálogo de San Ivo” que viene a ser uno de los primeros códigos éticos de la profesión de la abogacía. En la actualidad, existe la Fundación Ivo, con base en el Bronx, Nueva York, que proporciona atención jurídica gratuita en contextos de exclusión social, hace seguimiento a las condiciones de encarcelamiento en Nigeria y otros países subsaharianos, proporciona cuidado a los hijos de personas en prisión y desarrolla un programa de empoderamiento económico en ambientes empobrecidos.

Dirk Willems

El caso de Dirk Willems nos hace dar un saltito de tres días hacia atrás, porque murió un 16 de mayo, y un salto hacia adelante, porque fue en el año 1569. Dirk era un creyente anabautista, una corriente cristiana de reforma radical y hondas convicciones pacifistas. En el contexto de las persecuciones religiosas del siglo XVI, fue detenido. Logró escapar de la cárcel y, mientras huía perseguido por un guardia, éste cayó en un lago helado, al quebrarse la frágil capa de hielo que le sostenía. Dirk, en lugar de seguir corriendo y salvar su vida, se detuvo, volvió tras sus pasos y ayudó al perseguidor, salvándole la vida de morir congelado. Dirk fue detenido de nuevo, puesto en prisión y, finalmente, ejecutado en la hoguera.Captura de pantalla (31)

Una primera mirada dice que Dirk Willems perdió su vida cuando la podía haber salvado. Pero al decidir salvar al perseguidor, en realidad salvó también su conciencia… y también su vida. Ya lo dijo el Señor Jesús: “Quien se empeñe en salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿Qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?” (Marcos 8, 35). Dirk podía haberse quedado en el hielo helado y frágil; pero optó por el fuego ardiente y sólido del Evangelio… aunque eso le supusiera, paradójicamente, el fuego de la hoguera.

Creo que estos dos santos, Ivo de Kermatin y Dirk Willems, encarnan muy bien lo nuclear del Evangelio: amar a los pobres y amar a los enemigos. Posiblemente esté ahí lo distintivo del amor cristiano. Una opción radical por las personas y grupos empobrecidos. Un respeto exquisito por toda persona humana, superando las etiquetas que convierten al otro en “enemigo”. Uno fue un sacerdote y abogado católico bretón del siglo XIII; el otro, un joven de unos 20 años de edad, menonita-anabautista en los Países Bajos del siglo XVI. Los dos empeñaron toda su cabeza y todo su corazón, toda su racionalidad y toda su afectividad, para amar de manera radical y auténtica al otro en necesidad. Por eso son reconocidos como santos, canonizado Ivo de Kermantin y considerado mártir Dirk Willems. Ambos, además, superan los límites confesionales y son reivindicados como santos locales (en Bretaña y en Holanda). Y, por lo mismo, universales.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Integrar Identidad, Comunidad y Misión

Compartimos la nota de espiritualidad del Mes de Junio, destinada a todos los jesuitas, religiosas y laicos que colaboran con la Compañía en la Misión de Cristo.

Por P. Jorge Cela, Sj – Presidente de la CPAL

Como las piezas de un rompecabezas, que sólo cobran sentido cuando se integran en el conjunto. Así son los elementos de nuestra vida. Sueltos, fragmentados, no alcanzan a darnos sentido. Sólo cuando se integran construyen identidad.

Entiendo que es lo que nos quiere decir la Congregación General 35 en el decreto 2: “La identidad del jesuita y la misión del jesuita están enlazadas por la comunidad; efectivamente, identidad, comunidad y misión son una especie de tríptico que arroja luz para entender del mejor modo posible nuestra condición de compañeros”.

Nuestro llamado a cuidar de la casa común no es sólo individual. Es un llamado como cuerpo en la misión que nos une. Es una misión común que afecta nuestro estilo de vida. No podemos sentir ese llamado como cuerpo y participar de la cultura del descarte, de la contaminación, del consumo abusivo de los bienes como el agua. Misión, vida comunitaria, identidad se confunden y entrelazan.

Por eso nos dice la Congregación que la comunidad es misión. No se trata ya sólo de una comunidad para la misión. Ella misma es misión en cuanto es anuncio de un modelo de convivencia marcada por la paz y la solidaridad. Vivir en comunidad transforma nuestra identidad borrando las fronteras que nos separan de los otros, haciéndonos una sola carne, un solo cuerpo, con el excluido, de forma que ser nosotros supone incluir a los otros en esta vida compartida.

La misión que nace del seguimiento de Jesús nos convierte en amigos en el Señor, y si esto es lo que nos une, el compartir nuestra fe y nuestra misión en el discernimiento y el trabajo en equipo es lo que nos constituye en comunidad y nos construye en nuestra identidad.

Si nuestra misión pasa por la reconciliación de un mundo dividido por la ruptura de la fraternidad, significa que nuestra misión es hacernos comunidad con los que están del otro lado de la frontera, los otros, los diferentes, los migrantes sin documentos, los excluidos de nuestros círculos.

Si lo que nos une es la misión de Dios, no nos pueden separar la raza, la religión, la clase social, la opción política, la nacionalidad, el género o la edad. Nuestra identidad de hijos de Dios es la que nos reúne en la fraternidad de la familia del Dios comunidad y nos involucra en la misión de la misericordia.

Nuestra oración, nuestro estilo de vida y nuestro trabajo tienen que estar marcados por esa condición de hijos y hermanos. Y será una contradicción tener comunidades cerradas al diálogo y la diversidad, que no se entrelazan en equipos y redes para realizar su trabajo, que marcan fronteras con verjas y alambradas en vez de confundirse en abrazos interculturales, que se defienden de los pobres y diferentes con puertas y cerrojos en vez de sentarse a la mesa con ellos.

Como preparación para la Congregación General 36 todos debemos comenzar a preguntarnos cuánto nuestra identidad y vida comunitaria están teñidas por nuestra misión. Cuánto nuestra vida en común es el resultado de esta apasionada búsqueda de la voluntad de Dios en este mundo complejo y fragmentado en que nos ha tocado vivir.

Fuente: CPAL SJ

 

¿Qué es el Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia?

Como en la Fe no puede dejar de lado la búsqueda de la Justicia, se abren nuevos espacios que le ponen acciones y palabras concretas a esta lucha que nos identifica. La iniciativa tiene lugar en México. Te invitamos a enterarte de qué se trata.

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es un espacio para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), e integrado por académicos especializados en educación de las Universidades de Loyola Pacífico-Acapulco-Pacífico, IBERO Ciudad de México, IBERO León, IBERO Puebla, IBERO Tijuana, IBERO Torreón, Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).

¿Cuál es el objetivo del ODEJ?

Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticas del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

El marco de discusión que se propone se caracteriza por su índole de denuncia, incluye la educación en todos sus niveles, desde la básica a la superior, y toma como punto de partida los procesos de exclusión educativa que obstaculizan el ejercicio pleno del derecho a la educación, particularmente de los sectores más vulnerables.

¿Cuál es la concepción del ODEJ?

El ODEJ se fundamenta en el ideario del Sistema Universitario Jesuita, sobre la justicia social y la perspectiva del derecho a la educación. La promoción de la justicia y la equidad, entiende la importancia de rescatar y visibilizar los procesos injustos relativos a la educación, en particular de los sectores en situación más vulnerable.

La educación es un derecho humano y corresponde a una obligación por parte de los Estados, los cuales mediante el aseguramiento de una educación de interés público y gratuita, no discriminatoria e inclusiva, debieran garantizar el acceso, permanencia y logro educativo de los educandos.

La perspectiva de la educación como un derecho inalienable de la persona, indivisible de otros derechos y exigible ante el Estado, implica la responsabilidad de exigir social y jurídicamente sus garantías. En este sentido, el ODEJ hace exigible el derecho a la educación, fomentando el ejercicio de los derechos fundamentales y la construcción de sociedades más justas y democráticas.

 Fuente: educacionfutura.org

La cuenta regresiva hacia la CG36

Los jesuitas de todo el mundo se están preparando para la Congregación General 36, que se llevará adelante en octubre de este año. Esta vez, informamos sobre los preparativos que se están dando en Roma para recibir a los asistentes y de qué modo trabajarán y, de hecho, ya han estado trabajando. Al mismo tiempo, hay grandes movimientos y cambios logísticos y edilicios que permitirán recibir a los jesuitas de la mejor manera.

Una de las modificaciones respecto de Congregaciones Generales anteriores es la nueva fórmula de trabajo, que ha permitido que la preparación de la CG sea ya una etapa de la misma. Con ello se espera que la duración de la Congregación sea inferior a las anteriores.

Ahora los preparativos se trazan a través de las siete comisiones constituidas: Coetus Praevius, Postulados, Comunicación, Economía, Liturgia, Logística y Secretaría.

El punto de arranque parte de dos documentos emitidos por el grupo motor: un documento para toda la Compañía de oración-reflexión «La llamada del Rey Eternal» y la Relatio Praevia, o el llamamiento a dar una respuesta integrada a los grandes desafíos apostólicos con que nos interpela hoy el mundo y a que nuestra experiencia espiritual, nuestra vida de comunidad de amigos en el Señor y nuestro servicio apostólico experimenten una más profunda integración.

A la Congregación General han llegado 146 postulados y 68 al padre general con contenidos que preocupan a los jesuitas del mundo: la vida de las comunidades, el estatuto de pobreza, temas sociales y de justicia como reconciliación y ecología; y desafíos apostólicos.

Además de estas inquietudes, a la Comisión de Statu le corresponde recoger elementos positivos y negativos sobre el estado de la Compañía de Jesús para presentarlos en la CG36; indicar las necesidades de estudios o de mayor atención; e incluir aquellos aspectos que puedan ayudar a la elección del nuevo padre general.

Actualmente también se trabaja en otros dos documentos para que guíen futuros decretos: el de la renovación de la vida y misión de la Compañía, y el de la renovación de las estructuras de gobierno, desde la curia general hasta las comunidades locales.

La renovación también afecta a la infraestructura del edificio de la Curia de Roma, que está en plenas obras de adaptación a la normativa vaticana de seguridad. Una actuación que se aprovecha para la adecuación de 25 aulas con todos los medios y el aula donde se reunirán los 220 jesuitas convocados. Comienza la cuenta regresiva para afrontar la próxima CG36 “con generosidad, creatividad y gozo”.

Fuente: Info SJ

 

Vuelve el MEJ al Templo Jesuitas

El Movimiento Eucarístico Juvenil volvió al Templo Jesuitas de Mendoza después de unos años de ausencia. Su relanzamiento tuvo lugar con una fiesta el domingo 29 de mayo, Fiesta de Corpus Christi.

La espiritualidad del MEJ, tiene raíces ignacianas, es una espiritualidad eucarística. La invitación que se hace a niños y adolescentes es a vivir en la amistad personal con Jesús, uniéndose a su Corazón, y siendo apóstoles en el servicio como ofrenda de la vida.

La propuesta varía según la edad. Para los más pequeños: Escuela de Monaguillos, los domingos es un espacio para jugar, aprender y preparar la misa con Jesús.

Las reuniones de los adolescentes tienen su espacio los sábados a partir de las 17hs.

En un video, comparten lo que fue la fiesta de re-inauguración. ¡No dejes de verlo!

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La Universidad Javeriana Cali reconocida con el “One Billion Acts of Peace Award”

Después de concursar con más de 4,5 millones de hechos de paz registrados en el mundo, hasta el mes de abril de 2016, la Universidad Javeriana Cali, institución encomendada a la Compañía de Jesús entró al grupo de 10 de semifinalistas y, tras un mes de votaciones, ha sido notificada como ganadora del One Billion Acts of Peace en la categoría Best University Act. A través de la plataforma de PEACE JAM se recibieron más de 12.000 votos.

Este premio es un reconocimiento a la Pontificia Universidad Javeriana Cali por su compromiso por mejorar su entorno. La labor que asume la academia para generar nuevo conocimiento, al servicio del desarrollo de la sociedad, es algo que la Universidad Javeriana tiene como prioridad en los diferentes proyectos y procesos que acompaña y que da dirección al trabajo del Instituto de Estudios Interculturales (IEI).

Para el IEI, este premio fortalece la labor e impulsa a seguir en el proceso de resolución de conflictos entre comunidades, Estado y empresas privadas y, aportar a la construcción de paz con enfoque territorial. Este reconocimiento permite abrir espacios con nuevos interlocutores, y así seguir incidiendo en el reconocimiento y defensa de los derechos de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas y en desarrollo sostenible de la región. Ahora, el IEI cuenta con una herramienta más para conectarse con otras iniciativas y dialogar con nuevas instituciones que puedan aportar a los procesos de construcción de paz desde y para los territorios.

One Billion Acts es una iniciativa liderada por 13 premios Nobel de la Paz, incluyendo al Dalai Lama y al Arzobispo Desmond Tutu, quienes activamente inspiran la paz y el cambio en distintos aspectos, creando acciones de paz y construcción de comunidades en “cada esquina del mundo”.

La Javeriana Cali fue nominada por su trabajo en el campo de resolución de conflictos que lidera el Instituto de Estudios Interculturales. Peace Jam y el equipo organizador escogió este trabajo entre más de 4 millones de proyectos que tienen registrados a nivel mundial desde abril del 2015, en la categoría “Best University Act”.

El Instituto de Estudios Interculturales

El Instituto de Estudios Interculturales (IEI) es una comunidad académica interdisciplinaria e intercultural que, mediante proyectos de investigación, formación, incidencia y acompañamiento a procesos sociales, crea espacios de interlocución académicos, sociales y políticos, entre comunidades indígenas, afrodescendientes, campesinas, el Estado colombiano y el sector empresarial, para que se encuentren y concierten estrategias que fomenten la sostenibilidad social y ambiental de la región, la transformación social y la construcción de una nación que valora, respeta e incluye su diversidad étnico-cultural.

Ver Vídeo sobre el trabajo del IEI

Para el IEI, el reconocimiento de la diversidad de culturas, visiones e intereses diferentes, y contradictorios, constituye el primer paso para la construcción de paz en Colombia. Es por esto que el Instituto de Estudios Interculturales se propone como un puente para el diálogo y la negociación que permitan, desde la diferencia, la transformación conjunta hacía una nación incluyente.

La relación entre los tres actores pretenden lograr:

Comunidad – Comunidad

Fortalecer las comunidades en la fundamentación política, social y cultural y resolver conflictos interétnicos para propiciar experiencias de gobernanza intercultural.

Comunidad – Estado

Fortalecer los espacios de interlocución con las comunidades y mejorar las capacidades de los funcionarios públicos para aportar a la resolución de las problemáticas concernidas con la legitimidad del Estado.

Comunidad – Empresa

Propiciar escenarios de encuentro y diálogo en la relación empresa–trabajador–comunidad bajo condiciones de equidad y respeto para avanzar en la garantía de los derechos de los trabajadores y promover la sostenibilidad de la empresa.

Fuente: CPAL SJ