¿Obras? de Misericordia

Más allá de las enumeraciones formales: las obras de misericordia que se encarnan en la vida de cada uno, traduciéndose en gestos sencillos y cotidianos.

Por Margarita Saldaña

Como en la catequesis no me enseñaban las obras de misericordia, mi madre, preocupada por mi cultura religiosa, me compró un libro que entonces me parecía muy bonito, con ilustraciones de Ferrándiz. Fue de este modo como aprendí que las obras de misericordia eran catorce: siete “espirituales” y siete “corporales”.

En aquella época, a mis nueve años o así, las “matemáticas de la fe” se me daban bastante bien: había tres virtudes teologales y cuatro cardinales, cinco preceptos de la Iglesia, siete dones del Espíritu Santo (¡y siete pecados capitales, padres de todos los demás!), ocho bienaventuranzas, diez mandamientos de la ley de Dios… y catorce obras de misericordia. Estaba todo claro. Con el paso del tiempo, los números se han disparado y la contabilidad ha dejado de cuadrarme; a fin de cuentas, la vida no es una ciencia exacta.

Nuestra vida cotidiana, en su complejidad, se resiste a cualquier cálculo estrecho, mientras que por otra parte demanda constantemente gestos concretos que testimonien la veracidad del compromiso con el evangelio. Los cristianos no tenemos una colección de preceptos cuyo cumplimiento riguroso nos permita alguna vez un merecido descanso. Más bien, todo lo contrario: vivimos de un amor gratuito y no acumulable, de un amor recibido sin cesar y llamado a dibujarse de mil maneras según la creatividad del Espíritu.

«Sed misericordiosas y misericordiosos como el Padre» supone una provocación que supera cualquier posibilidad nacida de las propias fuerzas. La misericordia no conoce otra vía más que la apertura humilde a la experiencia del amor recibido sin medida y sin lógica, sin causa precedente y sin mérito alguno. Es así «como el Padre» ama a cada una de sus criaturas…

¿Acaso una experiencia tan desbordante puede encontrar su camino de retorno en una especie de “código de obras”? No, si pretendiésemos quedarnos tranquilos después de cumplir nuestra parte del contrato. Sin embargo, a partir la experiencia incalculable de recibir la misericordia brota naturalmente el deseo agradecido de actuar la misericordia porque «el amor se ha de poner más en las obras que en las palabras» [Ejercicios Espirituales, n. 230]. En este sentido, el lenguaje tradicional sobre las “obras de misericodia” no ha pasado de moda, sino que viene a recordarnos, frente al peligro de perdernos en abstracciones estériles, que el amor es siempre concreto. Tan concreto como las palabras de Jesús: «tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…» No nos queda margen de escapatoria: por desgracia, entre nosotros continúa habiendo muchos inmigrantes a quienes recibir, muchos muertos (de miseria, de injusticia) a quienes llorar y muchas causas de muerte que transformar.

Servir a Jesús cada día en la persona de los pequeños no es un acto heroico reservado a las élites del compromiso social, sino una forma de vida al alcance de cualquiera y una expresión auténtica del amor de Dios que transforma el mundo desde abajo. En mí día a día hay lugar para muchas de estas “pequeñas obras de misericordia” que no ganan ningún premio pero que tampoco admiten excusas.

A lo mejor no puedo alojar en mi casa a una familia de refugiados sirios, pero seguro que puedo mirar con cariño al bebé de una mujer inmigrante, transmitiéndole un poco de calor en lugar de hostilidad o indiferencia. No puedo remediar la precariedad de todo el mundo pero sí puedo cerrar mi novela y escuchar con atención a cada persona que recorre el tren pidiendo limosna. No puedo poner fin a la guerra pero sí puedo responder con más humor que agresividad al peatón atolondrado que me da un empujón o un pisotón por la calle. No puedo exterminar la marginación y la exclusión pero puedo elegir sentarme en el metro al lado de un transeúnte que los demás viajeros rehúyen porque huele mal. A cada cual le toca buscar sus ejemplos.

La misericordia en la vida diaria es bien “corporal”: no se traduce en hazañas sino que se encarna en gestos sencillos que recorren nuestro cuerpo y van generando un nuevo estilo de mirar, de escuchar, de tocar, de oler… La misericordia actuada en lo cotidiano nos conduce a una manera de vivir que pone en primer plano el rostro del otro, a quien reconocemos como prójimo y a quien deseamos recibir con todo nuestro ser porque sabemos bien que Dios guarda nuestra miseria en lo más profundo de su corazón. Esta dinámica nos saca de la comodidad, desplaza nuestros centros de interés, compromete. Sin embargo, sus resultados no se pueden cuantificar y a menudo son tan simples que escapan a la mirada poco atenta. A fin de cuentas, la misericordia, como la vida misma, tampoco es una ciencia exacta.

Fuente: Entre Paréntesis

Foto: tn.com.ar

R. Zarazaga SJ: Cuatro Ejes Para Luchar contra la Pobreza

Rodrigo es un jesuita argentino dedicado a la dirección de proyectos sociales y Director del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS). Ha realizado numerosas investigaciones sobre política y desigualdad social. Recientemente ha publicado un artículo en el diario La Nación en el que propone cuatro ejes para luchar contra la pobreza.

El padre Rodrigo Zarazaga SJ, director del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), afirmó que, más allá de la oficialización de las cifras de la pobreza e indigencia en el país, es necesario preguntar qué se hizo y qué se está haciendo para erradicar estos flagelos, y cuestionó la actitud de los políticos que “como no se puede dejar sufrir hambre en nombre del largo plazo y los presupuestos son limitados, optan por remediar la urgencia y asegurar la gobernabilidad”.

“La necesidad de corresponder a la urgencia posterga las respuestas estructurales de largo plazo. Si a esto se le suma que la transferencia de ingresos produce resultados electorales favorables, no cuesta entender que los pobres sigan accediendo a servicios y bienes públicos de baja calidad”, advirtió.

En un artículo con el título “Pobres de horizontes ante los pobres”, publicado este miércoles 5 de octubre en el diario La Nación, el sacerdote jesuita consideró que “el desafío es enorme, porque, sin dejar de contener socialmente, hay que desarrollar los bienes y servicios públicos hoy claramente deficientes”.

“La transferencia de recursos hacia los más pobres no tiene que ser menor, sino mayor, y el resto de la sociedad tiene que afrontar ese costo. Sin una inversión heroica en educación, salud, capacitación laboral e infraestructura básica, la pobreza se continuará reproduciendo”, advirtió, y agregó “Basta como ejemplo el conurbano bonaerense, que concentra en el 0,25% del territorio alrededor del 40% de los pobres del país con una estructura sanitaria claramente insuficiente, un gran déficit de redes de cloacas y agua potable y con más de la mitad de sus jóvenes sin finalizar el secundario en tiempo y forma”.

El padre Zarazaga propuso: “Cuatro ejes de inversión estructural son fundamentales: la atención materno-infantil, la estructura sanitaria, la educación y la capacitación laboral. Aunque no sean suficientes, todos ellos hacen a condiciones necesarias para superar la pobreza”.

“Sin un fuerte desarrollo de estos ejes, aunque llegue la anunciada lluvia de inversiones, un amplio sector seguirá en el desierto. Necesitamos una reactivación económica, pero también preparar a quienes quedaron excluidos para que puedan reinsertarse; de otro modo, arrancará la locomotora con los primeros vagones dejando atrás a los que no estaban enganchados”, sostuvo.

El religioso alertó que “manteniendo excluidos a amplios sectores, la sociedad seguirá avanzando a los tumbos entre conflictos” y aseguró que “la insensibilidad y la ineficiencia nos han llevado a todos, especialmente a los más pobres, a vivir una realidad que no es la que deseamos. Con un tercio de pobres nadie vive en el país que quiere, ni ricos ni pobres”.

“¿O acaso alguien puede pensar que el cartonero que empuja un carro 12 horas al día está en el país que quiere porque cobra 882 pesos mensuales por hijo por AUH? Sólo entendiendo que la Argentina nos ha sido dada a todos, y con mayor sacrificio por parte de quienes más riqueza y poder tienen, podremos realizar las inversiones necesarias y avanzar hacia el país que todos queremos. ¿Estaremos dispuestos a las renuncias que esta empresa requiere?”, concluyó

Además Zarazaga estuvo presente en el 52° Coloquio de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de Argentina) en el que, junto a María Laura Alzúa (CEDLAS) y la Ministra Carolina Stanley, brindaron una conferencia bajo la temática «Integración social, puente para el desarrollo sustentable de la Argentina».

Fuente: AICA

La Compasión de Jesús

Jesús ama compasivamente, su modo de tratar a los demás, de perdonar y de acercarse a las personas viene de su profunda comunión con Dios.

Por Rafael Luciani

Una de las acciones que más impactó a los seguidores de Jesús fue percatarse de cómo él aprendió a cargar con el rostro del que sufre, acogiendo con acciones concretas a pecadores y enfermos. Su clave fue la «compasión», esa actitud que hemos olvidado en la vida sociopolítica y en la religión. Jesús miraba a los otros sintiendo «compasión por ellos» (Mc 6,34), denunciando así que el verdadero pecado estaba en la falta de compasión de quien está deshumanizado hasta el extremo de hacer de la impiedad una práctica más, sin importarle el futuro y el bien de las personas.

Pero «vivir compasivamente» tiene consecuencias. Jesús no pide primero el arrepentimiento del pecador para luego decirle que Dios lo ama; él se le acercaba corriendo el riesgo de que otros hablaran mal de él (Mc 2,16) y lo considerasen impuro por no seguir las prácticas religiosas convencionales (Mt 9,11-13). Estaba con ellos sin avergonzarse (Lc 5,30). No los purificaba, porque no era sacerdote, y tampoco les exigía prácticas penitenciales porque no era escriba ni fariseo (Lc 7,48). Simplemente les perdonaba (Jn 8,1-11) con la autoridad de quien ama compasivamente (Lc 7,47) porque para él perdonar no consistía en ponerse como juez delante de ellos hasta que confesaran sus culpas.

Este acto de gracia solidaria devolvía la alegría de vivir y la posibilidad de confiar en las potencialidades que otros les habían negado al haberlos excluido de oficios sociopolíticos y prácticas religiosas. En Jesús encontraban a alguien que compartía sus dolencias y sufrimientos, sus esperanzas y anhelos; uno que disfrutaba de su compañía y nunca les insultaba.

A diferencia de muchos políticos y religiosos que suelen hacer del maltrato una práctica normal, Jesús vivió «llevando nuestras enfermedades y cargando con nuestros dolores» (Is 53,4). Eso significa que entregó su vida a los más vulnerables de la sociedad, la política y la religión, y se ocupó de devolverles la dignidad que le habían negado los que creían interpretar la voluntad divina (Mt 9,12-13; Mc 2,17; Lc 20,45-47). Incluso, llegó a decir que los publicanos, que eran los colaboracionistas del poder romano, y las prostitutas, que habían sido excluidas de los ritos religiosos, «creyeron» (Mt 21,32), mientras que los líderes políticos y religiosos, así como algunos de sus seguidores, «no tenían fe». Aún más: reconoció que sujetos considerados «ateos», como el centurión, tenían una «fe más grande que todos» (Lc 7,6-10), ellos son los que «llegarán antes al Reino de Dios» (Mt 21,31) y no «muchos que se tienen por justos y desprecian a los demás» (Lc 18,9).

Para Jesús la fe no nace en el culto, sino en la compasión, cuyo modelo es Dios (Lc 6,36). Por ello, se da en cualquier persona, incluso entre ateos o pecadores, porque la misma trasciende a toda religión e ideología. ¿No es esta una buena noticia? Cómo nos hace falta regresar a la praxis de Jesús de Nazaret.

Fuente: Teología Hoy

Un Equipo de Gobierno para La Misión

En esta nota publicada el sábado en la página de la Congregación General 36, el P. Gustavo Calderón Schmidt SJ habla del proceso de elección del equipo de gobierno y de la función que deberán cumplir los elegidos.

Por Gustavo Calderón Schmidt SJ

Los elegimos ayer. Ha sido una jornada larga, llena de expectativas para quienes siguen las noticias de la CG36. Es que ellos son importantes. Tendrán un rol protagónico en el gobierno del nuevo Prepósito General. Ahora está completo el equipo. Se trata de los asistentes ad providentiam y el admonitor. Son miembros del Consejo del General. Estarán muy cercanos, velando el devenir apostólico de la Compañía, pero sobre todo cuidando que el Superior Mayor de la Compañía de Jesús pueda hacer su tarea contemplando asuntos que no tienen solo que ver con la misión de manera directa, sino también con su vida espiritual, con su descanso, con su manera de ver el universo mundo y ahondar en los problemas que más llamen la atención.

 Ellos tendrán que ser capaces de abordar al General cuando consideren que hay aspectos que no fluyen por caminos que van acorde a nuestro modo de proceder, al Instituto, a la calidad de la misión. Incluso estarán atentos a ciertas actitudes que pudieran haber sido inapropiadas para la situación que se está viviendo. Son su gente de confianza, a quienes él aprenderá a escuchar detenidamente. Es que la vida de un General demanda todos estos avatares de lo cotidiano. Es un hombre con defectos y virtudes como cualquier otro, e Ignacio quiso ofrecer este apoyo al Prepósito para que su gobierno pudiera ser más fructífero, más acorde a lo que le exigen las circunstancias que se le presentan.

En la fórmula No. 137 dice que el admonitor “sea un hombre apreciado como persona religiosa, familiar con Dios en la oración, entrado ya en edad, de buen juicio, maduro y muy estable emocionalmente…” Esto nos da el talante de su trabajo. Será quien acompañe, anime y guíe el espíritu de servicio con el que el General se entregará cada día. Nos tenemos que situar en la vida normal de un ser humano común y corriente, que tendrá aciertos y desaciertos. Ahí, este acompañamiento se torna primordial para la sostenibilidad de la misión.

 Los hombres de cinta verde han ejercicio la democracia. Sí, exacto. Algunas personas piensan que en la Compañía todo es verticalidad, pues que sepamos todos que los cargos más relevantes de gobierno de los jesuitas se eligen por votación directa de representantes de la Compañía universal. Ellos se quedarán hasta la próxima congregación general, a no ser que se produjera alguna situación contemplada por nuestras normas. Arturo Sosa está listo para gobernar. Encomendamos su labor. Orar, discernir y tomar decisiones. La congregación ha terminado de elegir el equipo central, un gobierno para la misión. Estamos en marcha.

Fuente: gc36.org

San Alonso Rodríguez

45 años será jesuita y en este tiempo se puede decir que encuentra su lugar en el mundo, es capaz de convertir lo normal en extraordinario, su vida interior será su gran empresa, lo que supondrá que sea envidiado y admirado. Su interioridad le posibilitará iluminar desde una sencilla portería la misión de la Compañía universal.

Es el Patrono de los Hermanos de la Compañía de Jesús. Es un místico y un maestro. Modelo de humildad.

Alonso nace en Segovia, España, el 25 de julio de 1531.

En 1557, a los 26 años, Alonso contrae matrimonio. De dicha unión nacen 3 niños: Gaspar, Alonso y una niña. Y aunque las cosas no marchen bien económicamente, Alonso parece ser un hombre feliz y da gracias a Dios por su familia.

Sin embargo, la niña muere pronto. También uno de los hijos. Poco después, en 1561, muere también la esposa. Tal vez, por tanta pena. Así, a los 30 años, Alonso queda viudo y con un hijo pequeño a quien cuidar.

Al año muere también el hijito de tres años. La pena de Alonso es inmensa.

En la vida de Alonso Rodríguez Gómez aquí acaba todo. Y sin embargo, aquí también empieza de nuevo a vivir. El dolor puede llevarlo a la desesperación.

¿Qué quiere el Señor? ¿Cuáles son sus caminos? ¿Qué desea El hacer con su vida?.

Ahí Alonso comienza un camino de discernimiento en el que descubrirá el deseo de consagrarse a Dios a través de la Compañía de Jesús. Sin embargo, su admisión a la congregación tampoco fue empresa fácil.

A pesar de los múltiples condicionamientos el Provincial lo admite en 1571 con una sorprendente frase: “Recibámoslo para santo”.

La admisión inunda el corazón de Alonso. Es la primera alegría profunda en tantos años. Prepara todo con mucha prisa. Cada día que pasa le parece un año. El 31 de enero de 1571 empieza su nueva vida de Hermano coadjutor. Se traslada a vivir al Colegio de San Pablo y da comienzo al noviciado.

Como jesuita, su principal tarea fue la de ser portero. Abrir y cerrar la puerta, dar recados a los de casa y encargos a los de fuera. Con absoluta uniformidad, día tras día. La comunidad estaba formada por más de veinte religiosos y los alumnos era legión. Su oficio duró 46 años. De los 40 a los 86.

Se esforzó por vivir en la presencia de Dios constantemente. Cada vez que alguien llamaba a la puerta del colegio, cuando suena la campana decía: “Ya voy, Señor”.

En 1605 llega a Palma de Mallorca Pedro Claver Cerveró, de veinticinco años de edad, que acababa de terminar sus estudios en filosofía. Entablan una gran amistad. Para Pedro, Alonso fue inspiración para emprender su misión a Cartagena de Indias en Colombia y allí convertirse en el ‘esclavo de los esclavos’.

Alonso falleció el 31 de Octubre de 1617, padeciendo grandes dolores físicos y demostrando una enorme fortaleza espiritual y confianza en Dios que le valieron el reconocimiento y admiración de todos sus compañeros en España.

San Alonso Rodríguez fue canonizado el 15 de enero de 1888, en compañía de su discípulo San Pedro Claver y el joven jesuita San Juan Berchmans. La Compañía de Jesús lo reconoce como uno de sus maestros espirituales y como el Patrono de los Hermanos Coadjutores. La isla de Mallorca lo venera como a su Patrono principal.

Fuente: CPAL SJ 

Foto: Vocaciones Jesuitas España

¿Es Posible Construir la Paz?

Edward Kaufman, el experto en resolución de conflictos, dictó una conferencia en la Universidad Católica de Córdoba sobre herramientas para la construcción de la paz. Luego, se le hizo una entrevista que aquí compartimos para profundizar un poco más sobre el tema.

En su conferencia habló sobre herramientas conceptuales y prácticas de construcción de paz. Dada su trayectoria y experiencia, ¿es posible construir la paz?, ¿cómo se logra?

La construcción de la paz se genera como adhesión a lo que en inglés se dice «peace making», hacer la paz. Cuando se habla de «hacer la paz» uno se imagina a diplomáticos, si se trata de un conflicto entre países, o políticos si se trata de un conflicto doméstico, pero siempre se hace referencia a esa capa de poder que toma decisiones. Pero en realidad construir la paz, en inglés «peace building», hace referencia a la construcción de la paz de abajo hacia arriba y eso ha sido más importante en algunos lugares conflictivos como el medio oriente porque el problema no es de gobierno a gobierno sino lamentablemente de pueblo a pueblo. El nivel de odio y de incomprensión es muy alto. Un caso que he estudiado mucho y me genera frustración es el caso Israel -Palestina, en donde se ha generado mucha desconfianza entre ciudadanos. Pero si tenemos en cuenta una democracia, en la que el pueblo decide, si no se cambia la manera de pensar del pueblo no podrá cambiarse al gobierno. Es un poco el huevo o la gallina, es decir, si el gobierno no hace lo suficiente no hay razón por la cual la diplomacia ciudadana no pueda generar una paz entre ciudadanos, para así entonces poder golpear la puerta de los decisores.

Una de estas prácticas, y la acaba de nombrar, es la diplomacia ciudadana, ¿en qué consiste y cómo se puede aplicar?

A veces se la conoce como diplomacia multivías o de segundo carril, pero en definitiva hace referencia a una diplomacia no oficial. La utilizan empresarios, periodistas, académicos, líderes religiosos, personas que se encuentran a un lado del conflicto pero tienen un denominador común. Lo interesante es que se encuentran separados por un conflicto pero se encuentran unidos por la profesión, género, idioma, etcétera. Entonces esta diplomacia, la cual vengo difundiendo hace tiempo, consta de cuatro etapas. La primera consiste en generar relaciones de confianza, es decir, si la gente está enemistada y se odia, hay que lograr que, a pesar de estar enfrentados o separados por alguna cuestión, de igual manera se encuentren unidos por otra realidad, puede tratarse de mujeres palestinas e israelíes por ejemplo. Están enfrentadas pero comparten algo que las une. La diplomacia oficial no tiene en cuenta esta etapa, pronuncian discursos, plantean posiciones pero no consideran las relaciones de confianza, que incluye la confidencialidad. La segunda etapa radica en desarrollar habilidades, sobre todo para aquellos que no quieren que intervenga un mediador a cada rato. De esta forma podrán adquirir todos los mecanismos profesionales como el contacto interpersonal, el lenguaje corporal, la habilidad de disminuir prejuicios o estereotipos, para desplegar ideas innovadoras y no ir al presente legal sino apuntar hacia el futuro. Esto genera una necesidad que llamamos creatividad, una habilidad que se puede desarrollar. En nuestro manual figuran alrededor de sesenta tipos de habilidades, las cuales obviamente no se necesitan en su totalidad pero seguramente varias requerirán uso. Todo esto lleva tiempo hasta poder llegar a una generación de consensos, que es la tercera etapa. Una vez que hay acuerdo lo difícil es convencer a sus respectivos representados para cumplir con lo acordado. Es lo que se llama transformación del conflicto. Para ello la diplomacia ciudadana genera esta profesionalización y distintas técnicas que el ciudadano nunca había tenido, para llegar a la cuarta etapa que es justamente la puesta en práctica del plan de acción.

¿Cómo cree que pueden aplicarse estas herramientas y prácticas a los conflictos o problemas en nuestra región (América Latina)?

Antes que nada es necesario asegurarnos de que la región se caracterice por contar con un sistema suficientemente democrático para permitir que los ciudadanos sean parte del proceso. Obviamente 40 años atrás, cuando el 80% del territorio latinoamericano se encontraba bajo regímenes dictatoriales era imposible. Ese legado no existe en América Latina y, salvo Cuba, hay elecciones periódicas y renovación de gobiernos. Lo que me preocupa ahora es que hoy la sociedad civil, los gremios, los movimientos estudiantiles como en Chile se sienten muy movilizados pero como en la época de la dictadura, cuando no había muchas opciones para reclamar o protestar. Ahora que tienen gobiernos participativos siguen con los mismos mecanismos. No han aprendido los métodos de negociación que permiten al débil hacerse más poderoso entonces confrontan al poder en lugar de buscar entendimiento. Simplemente no le han dado las habilidades para poder negociar como iguales entonces hay toma de espacios públicos, marchas, piquetes que sin lugar a dudas son protestas legítimas pero no están bien canalizadas.

¿Qué casos de resolución de conflictos son, a su entender, ejemplos de buenas prácticas de construcción de paz?

No creo que existan más buenos que malos, quizá muchas veces hemos invertido en generación de confianza de habilidades, consensos y la implementación ha fallado cuando se ha ido al campo de acción. Pero creo que uno de los últimos casos más emblemáticos en los cuales nos ha ido bien es el de Estados Unidos – Cuba. Lo emblemático fue que antes de empezar la negociación oficial, dos años antes, nueve profesores norteamericanos y nueve profesores cubanos que habían tenido experiencia política como ex embajadores o ministros, se involucraron en un proceso que duró tres años y medio buscando cuáles serían los pasos para normalizar las relaciones entre ambas naciones. De esta manera, comenzó la negociación oficial con información valiosa de la posición de cada parte. Este en un buen ejemplo a nivel país. A nivel interno un caso puede ser el de una ciudad llamada Los Andes en Chile, en donde lograron consenso en una situación con respecto a una ruta que había se había cortado, para bien de todos pero había generado conflicto. Yo creo que los métodos son buenos pero lo que nos falta es la capacidad de la gente de seguir cooperando hasta llegar a la instancia en que los gobiernos deben hacerse cargo. Por lo menos va a haber una transformación personal, esa gente va a ser socia de socios en conflicto hasta llegar a ser socios en paz y seguirán trabajando juntos.

¿Cuál es el papel del campo educativo y, específicamente de las universidades, para cooperar en la construcción de la paz o la resolución de conflictos?

Las universidades tienen una capacidad extraordinaria porque a ellas se acude a aprender, en segundo lugar están dispuestas a experimentar entonces si hay gente que está peleada la universidad presenta un ámbito informal para quienes quieran ser parte de la solución y no del conflicto. Claro, también hace falta entrenar a los académicos para que puedan compartir las habilidades. De hecho yo he estado en otra oportunidad aquí en la UCC y fue una muy buena experiencia. Espero poder seguir aportando en un futuro próximo y tomar alguno de los problemas que afectan a la ciudad de Córdoba como por ejemplo las audiencias públicas, las faltas de éxito y las frustraciones que existen al respecto. Eso puede cambiar si hay profesionalismo y se busca un denominador común entre el gobierno y el pueblo.

Fuente y Fotos: Prensa UCC

Primera Biblioteca Especializada en Desarrollo y Paz

En Colombia, un país atravesado por la guerra y la violencia, se ha generado un espacio donde se organizan y capitalizan documentos relacionados a temas como Reconciliación y convivencia; Desarrollo Integral; Territorio y ambiente; Educación y cultura; y Gobernanza.

La Red Nacional de Programas Regionales de Desarrollo y Paz, REDPRODEPAZ, ha creado la primera biblioteca que compendia material bibliográfico, audiovisual y digital con especialización en contenidos de desarrollo y paz en Colombia, con múltiples experiencias territoriales. La inauguración se llevó a cabo en Bogotá el pasado viernes 5 de agosto.

La Biblioteca Alma Rosa Jaramillo L. lleva el nombre de una abogada y líder social que contribuyó a la defensa de los derechos de las organizaciones campesinas del sur del estado Bolívar y que, en ejercicio de su labor, fue asesinada el 29 de junio del año 2001 en el municipio de Morales. La REDPRODEPAZ rinde homenaje a ella y a todos los constructores de desarrollo y paz de Colombia.

Es una iniciativa que surgió cuando se identificó la necesidad de organizar y capitalizar el saber hacer de los Programas de Desarrollo y Paz que, en medio de la guerra, lograron abrirle espacio a la vida de sus comunidades con espacios de diálogo y participación en los territorios.

Se pone a disposición del público los aprendizajes de construcción de paz y reconciliación que han sido posible en medio del conflicto y que hoy son conocimiento para ser compartido aún más ante la posibilidad del fin del conflicto armado.

La biblioteca se enfoca en una compilación de conocimiento en temas de: Reconciliación y convivencia; Desarrollo Integral; Territorio y ambiente; Educación y cultura; y Gobernanza. Es un servicio abierto, democrático y gratuito.

Cabe agregar que este es un logro colectivo de Entidades Facilitadoras, Entidades de Apoyo, Equipo de la Coordinación Nacional y aliados de la REDPRODEPAZ, que han aportado con la donación de todo el contenido que hoy hace parte de esta Biblioteca como un aporte a los procesos de transformación social y la consolidación de la paz territorial.

Fuente y Foto: CPAL SJ

Elección de Asistentes Ad Providentiam y Nombramiento del Secretario de la Compañía

La CG36 continúa el proceso de elección de quienes llevaran adelante su gobierno.

Hoy Viernes 4 de Noviembre la Congregación General ha estado reunida eligiendo los Asistentes ad providentiam. A última hora de la tarde, el Padre General ha comunicado a toda la Compañía la elección como Asistentes ad providentiam a los siguientes padres:

  •  P. Fratern Masawe (AOR)
  • P. Vernon D’Cunha (BOM)
  • P. Douglas Marcouiller (UCS)
  • P. John Dardis (HIB)

A su vez, ha sido elegido como Admonitor del Superior General el P. Douglas Marcouiller (UCS).

Hoy se ha hecho público también, que ayer 3 de noviembre, el Padre General ha nombrado al P. Antoine Kerhuel (GAL), Secretario de la Compañía de Jesús.

A partir de los decretos y las recomendaciones que apruebe la Congregación General es posible que se produzcan otros nombramientos en la Curia General de los que se dará puntual información en su momento.

Fuente: gc36.org

De Caracas A Roma: la Historia de Arturo Sosa

Dos días después de la elección, el equipo de comunicación de la Congregación General se encontró con el Padre Arturo Sosa, SJ para conversar sobre su vida y su pensamiento. La conversación pretende dar a conocer al nuevo Padre General de forma más personal, y está pensada para todos los Jesuitas y los amigos y amigas de la gran familia ignaciana distribuida por el mundo.

Sobre su elección como Padre General 

Como todos los electores llegué a la Congregación preguntándome quienes serían los mejores candidatos para el cargo de Padre General y, obviamente, yo no me tenía en esa lista. El primer día de las murmuraciones1 fue empezar a averiguar sobre los que yo creía que eran los candidatos, el segundo día empecé a escuchar que me preguntaban a mí, o que habían preguntado por mí, el tercer día comencé a preocuparme pues ya era mucho más directo y el cuarto más todavía. En los tres días últimos hablé con 60 personas, y muchos ya preguntaban por mi salud. Así que empecé a hacerme a la idea, aunque rogando que los compañeros se tomaran en serio lo que dice San Ignacio sobre ir a la elección sin la decisión cerrada. El día de la elección, al ver las votaciones, me fui haciendo a la idea, con una profunda intuición de que aquí me tengo que fiar del juicio de los hermanos, pues del mío no me fío. Si ellos me eligieron ha sido por algo, y trataré de responder lo mejor que pueda.

En esta elección yo creo que se valora la experiencia de trabajo local e internacional, y no dudo que los últimos años en Roma tienen que ver con ello. Pero principalmente entiendo que soy uno de tantos jesuitas de la Compañía Latinoamericana que ha intentado poner en práctica lo que las Congregaciones han dicho en los últimos 40 años. Yo loentiendo como una confirmación de la dirección que comenzó la Compañía en tiempo de Arrupe. Entiendo esta elección como una confirmación de que hay que seguir por aquí.

Pero yo, personalmente, soy como muchos jesuitas de mi generación.

I – Origen y Formación

Familia

Nací en el escasísimo periodo de democracia que hubo en la primera mitad del S. XX en Venezuela, en 1948. Mi nacimiento fue el 12 de noviembre, y el 24 de ese mes hubo un golpe de estado contra el 1er presidente elegido democráticamente en el país después de la independencia. Mis abuelos vivieron una gran pobreza, pero mi padre ya fue de la generación que construyó el país.

Éramos una familia muy extendida, donde compartíamos espacio varias generaciones. Para mí fue muy importante estar tan juntos. Nuestras casas no tenían muros, no había distinción entre un jardín y otro, todos vivíamos conjuntamente. Éramos una familia muy católica, aunque poco expresiva en su religiosidad. En ese entorno aprendí a ver la realidad desde la perspectiva de ir más allá de lo que hay, de que las cosas no son necesariamente como están. Me crié siempre batallando por ir un poco más allá de lo que había.

Era una familia en ese sentido muy sensible a la realidad y convencida de la necesidad de estudiar. Siempre me motivaron muchísimo a conocer la realidad, a abrirme al mundo, a aprender idiomas… Mi papá era un hombre muy inquieto, viajaba mucho fuera y dentro del país. Si en aquel tiempo en Venezuela habría 10 personas que leían la revista Time, uno era él. Era economista y abogado y estuvo dos veces en el gobierno. Muchas veces me invitaba a acompañarlo en los viajes internos. Cuando llegábamos a una ciudad que yo no conocía siempre me decía: «vamos a montarnos en la circunvalación», y dábamos la vuelta a la ciudad mientras me explicaba todo lo que íbamos viendo. Era como un constante abrir los ojos a una realidad siempre más grande, a no quedarme encerrado en lo que ya conocía.

El colegio

El otro ambiente donde se desarrolló mi infancia fue el colegio San Ignacio, en Caracas. Empecé el colegio en kínder cuando tenía 5 años y ahí pasé 13 años hasta que terminé el bachillerato. Mi papá también había sido alumno del mismo colegio. Entonces en los colegios de la Compañía había muchos jesuitas, sobre todo jóvenes: maestrillos y hermanos. Para mí era una especie de segunda casa. Según mi mamá la primera, porque yo nunca estaba en la casa. Había actividad desde el lunes a veces hasta el domingo, día que había misa en el colegio. Si soy sincero no me acuerdo de la química o la matemática, pero sí recuerdo muy bien haber creado grupos dentro del colegio como la Congregación Mariana, el centro de estudiantes… teníamos mucha actividad de este tipo. Esto tiene mucho que ver con el nacimiento de mi vocación al haber experimentado la dimensión de sentido de la vida cuando te entregas a los demás.

II – Itinerario jesuita

Mi Vocación

Yo conocí a los jesuitas en el colegio y nunca tuve ninguna duda sobre mi vocación a la Compañía. Ni siquiera me la planteaba como sacerdocio, sino como ser jesuita. En concreto, haciendo memoria, los jesuitas que más me impresionaron fueron los hermanos.

Había muchos hermanos en la Provincia de Venezuela. En concreto, en el colegio había hermanos cocineros, el que arreglaba el autobús, el chófer… y había hermanos maestros. Las clases de los grados de primaria las daban bastantes hermanos, que eran de verdad pedagogos. Los hermanos y los maestrillos eran la gente que de verdad nos acompañaba, a los curas ni los veíamos.

Mi interés por la Compañía nace en este contexto, muy alimentado también con una fuerte mirada a la situación del país. Yo pensaba que uno puede hacer algo por la situación de este país y el mejor sitio, para mí, era la Compañía. Mi generación fue muy sensible a las necesidades de seguir construyendo el país, otros compañeros de grupos y de la Congregación Mariana fueron médicos, ingenieros, se fueron al Amazonas… había un sentido de fondo, creímos en un proyecto de país, de sociedad.

Tiempo del Concilio

El Concilio tuvo mucha importancia para mí, fue sin duda una gran noticia. Lo seguimos como si fuera una novela. La Congregación Mariana era como el lugar donde nuestra reflexión vinculaba lo social con lo espiritual y era allá donde leíamos los documentos que alimentaron la reflexión semanal de nuestros grupos durante los 4 años. Lo seguíamos muy paso a paso…

Y en ese tiempo vino la elección de Arrupe, que fue otra bocanada de aire nuevo. Arrupe es elegido cuando en mi grupo estábamos decidiendo si entrar a la Compañía. En el colegio era histórica la relación con las misiones de Japón y Ahmedabad, en la India. Así que la elección de un misionero en Japón fue muy simbólica e importante.

Ya en el noviciado, teníamos el libro de los decretos de la Congregación General 31 (CG 31) y los leíamos más que al Padre Rodríguez3 , los estudiábamos. Y vino la Carta de Río4 , coincidiendo con la Conferencia de obispos latinoamericanos en Medellín. Ocurrió algo parecido que con el Concilio, pues vivimos muy de cerca toda la dinámica y la reflexión. Los documentos preparatorios de esa conferencia fueron prácticamente transformados por una dinámica que venía de las bases, como un grito que había que escuchar, la propia gente decía que teníamos que cambiar, y eso significó un grandísimo aliento para la Iglesia latinoamericana y para la Iglesia venezolana.

Hay que decir que la Iglesia venezolana era una Iglesia muy frágil y por eso el Concilio es tan importante para nosotros. La Iglesia en Venezuela fue prácticamente exterminada durante el s.XIX. Se trata de una sociedad mucho más laica que la de Méjico o Colombia, mucho menos expresivamente religiosa. Además fue muy golpeada y expropiada por los distintos gobiernos. Por eso llegaron los jesuitas a Venezuela, los llamaron para trabajar en el seminario, para formar el clero de una iglesia pobre y frágil en la que no había vocaciones. Este es el contexto en el que el Vaticano II, Río, Medellín… era como decir: la Iglesia ha encontrado su fuerza en la gente, ha encontrado su fuerza en la fe.

4 Meses antes de la Conferencia de Obispos de Medellín, los Provinciales jesuitas de América Latina, reunidos con el Padre Arrupe, dirigen una carta a la Compañía, llamada «Carta de Río » (mayo 1968) que resultará clave para el impulso de la posición de la Compañía en la defensa de la justicia social en Latinoamérica; del pueblo y de esa fe tenemos que vivir y de esa fe vamos a poder generar otra Iglesia.

Magisterio en el Centro Gumilla

En este momento la Compañía estaba creando en América Latina los centros de investigación y acción social (CIAS), haciendo un esfuerzo para que los jesuitas se formaran en ciencias sociales. Muchos compañeros fueron enviados a estudiar economía, sociología, antropología… y empezaron a formarse grupos de investigación y de trabajo. Al primero de esos CIAS en Venezuela se le puso el nombre de Centro Gumilla, un jesuita que anduvo por el Amazonas y escribió una gran cantidad de obras sobre antropología y botánica. Ese grupo comenzó justo cuando yo acababa de entrar en la Compañía y como novicios nos tocó ayudar a montar la biblioteca. Yo tenía muchas ganas de estudiar ciencias sociales y toda esta coincidencia fue muy motivadora.

Años más tarde, los provinciales empezaron a plantearse posibles destinos de magisterio fuera de los colegios y tuve la suerte de ser enviado de maestrillo al Centro Gumilla de Barquisimeto. Este Centro se ocupaba fundamentalmente de las cooperativas campesinas en los barrios de dicha población. Otros compañeros fueron a parroquias. La provincia estaba en la actitud de ofrecer a los jóvenes posibilidades distintas de las tradicionales.

Teología en Roma

Tuve que venir a Roma a regañadientes pues en Venezuela no había oportunidad de estudiar teología. Nosotros queríamos estudiar teología en Chile o en Centroamérica, pues en esos momentos eran lugares de un vivo dinamismo religioso y político. Viéndolo desde este momento, agradezco que me hayan obligado a venir a Roma, pues nunca habría podido experimentar de otra manera el vivir intensamente con jesuitas de 30 países distintos. En este tiempo la gente y el entorno estaban muy vivos. En Italia conecté muy bien con comunidades cristianas. Estos años fueron claves para mi apertura a otras perspectivas de sociedad, de Iglesia y de Compañía.

Eso sí, en mi grupo nos empeñamos en que el 4º año de teología queríamos hacerlo de vuelta en Venezuela, y Arrupe – con la palanca del padre McGarry – fue muy comprensivo. Tras la creación del Centro Gumilla, se creó un conjunto de comunidades religiosas en Venezuela con la idea de hacer una facultad de teología, y en este tiempo pude hacer un cuarto año ad hoc de seminario intensivo.

III – Ciencias políticas

Universidad Central de Venezuela

El padre Gumilla, misionero jesuita del siglo XVIII, fundador de varias poblaciones en los ríos Apure, Meta y Orinoco, era sobre todo un hombre de acción y un perspicaz observador de la naturaleza y la antropología. Murió en algún lugar de Los Llanos venezolanos el 16 de julio de 1750, tras 35 años de labor como misionero.

Durante el último año de teología también trabajábamos. En ese tiempo yo estaba en actividad más bien pastoral. Ese año vivíamos en Catia6 – parroquia de la Compañía en Caracas – y trabajaba con otro compañero en una parroquia cercana en El Valle mientras se hacían los estudios de teología. Al terminar este año comencé los estudios en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela. Se trataba de la universidad más importante del país, donde además había jesuitas profesores y llevábamos la parroquia universitaria. Era un ambiente muy importante para la Compañía, empeñada en mantener presencias no solamente en la Universidad Católica, sino también en la Central donde había mucha más amplitud de discusión ideológica.

Centro Gumilla

En este tiempo me destinan al Centro Gumilla, en Caracas, de forma que comienzo a trabajar en la revista SIC al mismo tiempo que hago el doctorado y doy clases en el ciclo básico. Estuve trabajando en este centro desde el año 1977. Cuando al P. Ugalde le nombran provincial, me nombran director de la revista y en dicho trabajo estaré volcado por los siguientes 18 años hasta el 96. La revista era el órgano de comunicación del Centro Gumilla, encargado de la difusión del trabajo intelectual y de investigación que realizaba el Centro directamente. La revista se llama SIC, que significa «sí» en latín, pues había nacido en el Seminario Interdiocesano de Caracas, muchos años antes y fue después tomada por el Centro Gumilla.

En esa revista intentábamos hacer un seguimiento mensual de la realidad social además de fomentar la formación socioeconómica de estudiantes, grupos de las parroquias, grupos populares… Teníamos también una fuerte vinculación con la universidad donde todos trabajábamos dando clase o con algún grupo de investigación. En Barquisimeto promovíamos cooperativas de ahorro y crédito en los barrios y cooperativas agrícolas en las zonas campesinas. Teníamos una reflexión común muy interesante y esos años me dediqué a escribir, leer, discutir, y participar en cursos de formación.

IV –Liderazgo jesuita

Época como Provincial

Me toca comenzar de Provincial en 1996 cuando ya se veía que los cambios sociales iban a ser fuertes y se necesitaba fortalecer la identidad de la provincia. Todo estaba ya listo para abrirse a las vocaciones venezolanas dentro de la provincia, no sólo a las vocaciones jesuitas sino también a tanta gente que ya estaba comprometida con las distintas instituciones: la universidad, colegios, Fe y Alegría, parroquias… era un momento muy interesante, ya había un cuerpo de gente que estaba con nosotros y con un fuerte sentido de identidad en una misión compartida. De ahí salió la idea de hacer un proyecto apostólico de  largo plazo, hasta el 2020, que aún está en marcha. Aquellos años fueron muy intensos, fue una reflexión muy interesante en la que la oficina provincial era únicamente un catalizador, se implicó a muchísima gente, laicos y jesuitas, y duró varios años hasta llegar a las grandes orientaciones de la provincia.

Llegó un momento en que logramos dar un sentido de sujeto apostólico. Esa expresión que hoy todo el mundo usa, la inventamos en Venezuela en ese tiempo. Ahí viví en primera persona la intuición de que la misión apostólica no nos pertenece. No la he leído, la he experimentado al encontrarme con gente que vive la misión con mayor profundidad que uno mismo, desde condiciones mucho más difíciles. Al fin y al cabo nosotros estamos liberados para hacer eso pero hay muchos colaboradores que lo hacen a la vez que llevan adelante una familia y en situaciones bien complejas, sin disminuir por ello su gran compromiso con la misión. A raíz de este movimiento comenzó la necesidad de crear condiciones para fomentar la identidad compartida. Lo mismo que hacen falta 20 años para formar un jesuita, con estudios, experiencias, ejercicios, etc… nos pusimos a pensar en una oferta de formación y experiencias más sistemática para los laicos. De ahí surgieron nuevas formas de ofrecer Ejercicios Espirituales a todos los niveles sociales, o el mismo movimiento Huellas, que se plantea como un itinerario de formación para jóvenes. La idea de fondo es que la experiencia cristiana es una experiencia de formación en la fe y que junta el compromiso apostólico con la formación y con la vida espiritual y el conocimiento del país.

Universidad de Frontera en Táchira

Táchira está a 1000 km de Caracas, ya en la frontera con Colombia, y allá no había posibilidad de estudios universitarios. En los años anteriores al Concilio, el obispo del Táchira intuyó que la forma de mantener a la gente joven en la zona era ofrecer una universidad. Los jesuitas ayudaron a hacer una extensión de la Universidad Católica Andrés Bello en el Táchira, bajo la responsabilidad de la diócesis. Tras 20 años se convirtió en la Universidad Católica del Táchira.

Cuando llegué, la universidad estaba más o menos consolidada, había que impulsar su crecimiento tanto institucional como misionalmente. Hicimos un campus nuevo, creció el número de estudiantes, pero sobre todo pusimos mucho énfasis en fomentar el contacto con la realidad, clave de nuestro concepto de formación integral que va más allá de lo académico.

En Táchira, además de la universidad, los jesuitas tenemos la responsabilidad de dos parroquias en la zona de frontera, una emisora de radio y cinco escuelas de Fe y Alegría. En la parte colombiana también hay instituciones de la Compañía, especialmente escuelas de Fe y Alegría. Así que se planteó hacer el esfuerzo de trabajar en un proyecto interprovincial y regional, ya que en esa zona la frontera es algo completamente artificial. Es cierto que tiene razones históricas, pero es la misma cultura, la misma gente e incluso las familias están dispersas en los dos lados. Se trata de la frontera más fluida entre Venezuela y Colombia y nos planteamos aprovechar ese fuerte sentido de identidad y crear una zona apostólica que pudiera juntar las dos naciones con varios tipos de trabajo propios de laCompañía, como la educación universitaria, primaria, secundaria, el trabajo pastoral, el trabajo con refugiados… Logramos un trabajo interesantísimo porque los estudiantes participaban en las actividades de la pastoral y los centros educativos, y el resto de las obras utilizaban la universidad como centro de referencia.

Experiencias de articulación latinoamericana

La época de Provincial fue un momento también de entrar en contacto con la Compañía de Jesús y la Iglesia latinoamericana. Destacaría tres experiencias muy fuertes de construcción conjunta en esos años:

La Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL) nació cuando yo estaba de Provincial en Venezuela. Ya estaba madura la decisión de mantener dos asistencias pero a la vez crear una única conferencia de provinciales. El arranque de la CPAL fue una apuesta por la articulación en contra del parecer de mucha gente. Mucho le debemos a la tenacidad del P. Francisco Ivern. Latinoamérica es muy grande y diversa, de México a la Patagonia hay una buena distancia y el Caribe no tiene nada que ver con la Argentina. Nuestro esfuerzo tenía que romper con una larguísima tradición de América Latina norte y cono sur caminando separados. Pero nos pusimos a ello y empezaron a salir proyectos comunes.

La otra experiencia fue el nacimiento de la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL). Ha sido precioso participar en la evolución de la AUSJAL hacia una red efectiva. Pasar de ser un club de amigos donde los rectores nos reuníamos una vez al año para compartir experiencias, a una organización donde lo que funciona es el cuerpo – lo que llamamos los grupos de homólogos – promoviendo proyectos sobre pobreza o liderazgo juvenil y donde participan varias universidades. Así se va creando la red. En mi experiencia de universidad pequeña, aislada, en la frontera… AUSJAL supuso un respiro de verdad, abría posibilidades de experiencias, intercambio de profesores, de estudiantes, ideas, proyectos, que dan otra dimensión al sentido de mantener proyectos frágiles, pero significativos.

Otra experiencia de articulación supra-provincial fue el nacimiento de Fe y Alegría y su transformación en una red internacional. Con Fe y Alegría los lazos son de mucho tiempo. Realmente tengo que decir que yo empecé a conocer los barrios de la mano de Fe y Alegría. Desde el colegio San Ignacio cuando estaba en 6º grado – que fue cuando empezó Fe y Alegría – ya íbamos a los barrios de la mano de este movimiento. En bachillerato me encantaba la biología y mis padres me regalaron un microscopio y yo iba con mucha frecuencia al barrio de Petares al colegio Madre Emilia, uno de los primeros colegios de Fe y Alegría. Cuando entré en la Compañía mi madre me preguntó “¿qué haces con el microscopio?, ¿se lo regalas al colegio Madre Emilia?» El Padre Vélaz, el fundador de Fe y Alegría, era una persona conocida en el círculo que nos movíamos. Poder apoyar desde donde yo estaba y ver el crecimiento de Fe y Alegría como red internacional, fue una experiencia bien gozosa. Las redes son especialmente importantes desde las fronteras, donde los recursos son muy escasos. Es un privilegio ver cómo la pertenencia a la red hace posible una escuela de Fe y Alegría en zonas muy vulnerables con una fortaleza que no puede tener por sí sola.

Experiencia en el gobierno central

Viví la CG32 cuando estaba estudiando en Roma. Nunca olvidaré lo que fue escuchar al propio Arrupe contarnos a los estudiantes del Gesù, su propia experiencia en dicha Congregación tan importante para nuestra Compañía. Mi primera experiencia como delegado fue en la CG 33, a donde fui elegido con tan solo 34 años. Era el congregado más joven. Fue una experiencia muy intensa, un momento complejo en que no era fácil acertar y vivimos el rápido consenso en la elección de Kolvenbach como una experiencia realmente inspiradora. El nuevo Padre General se manejó magistralmente en esa transición hacia ganarse de nuevo la confianza de otros sectores de la Iglesia hacia la Compañía sin que dejásemos de profundizar en las grandes intuiciones de la CG32. Luego participé también en la 34, muy de la mano del P. Michael Czerny, encargado de la coordinación de la comisión de justicia social. Ahí conocí al P. Adolfo Nicolás, que era el secretario de la Congregación. Mi vinculación en el gobierno central comienza en la CG35 cuando el P. Nicolás crea los asistentes no residentes (otros nos llamaban volátiles o volantes…). Tras ser elegido, me dijo en un pasillo: “quiero que participes del gobierno de la Compañía, pero no desde aquí”.

Nos nombraron al P. Mark Rotsaert y a mí, y fue una experiencia bien interesante pues participábamos del consejo general pero no vivíamos en Roma. Veníamos fundamentalmente en los tiempos fuertes, 3 veces al año y traíamos una mirada y una voz más allá de la cotidianeidad. Fue una etapa agotadora, pero aprendí mucho ya que suponía mantener contacto con la compañía universal, ya a nivel de gobierno general, no en clave deliberativa como son las Congregaciones. Años más tarde, el asistente me mandó un email preguntándome «cómo ves tú la posibilidad de trabajar como responsable de las casas internacionales de Roma?» y yo le mandé la clásica respuesta jesuita: «Entré en la Compañía para hacer lo que me digan, no lo que yo quiera, pero me parece que…» y expliqué todos los argumentos para el no.

Honestamente me quedé muy tranquilo pues pensaba que las casas internacionales de Roma estaban fuera de mis competencias y además había sido muy crítico con ellas. Semanas más tarde me llegó el nombramiento. No me preguntaron más. El provincial me llamó y me dijo «tengo una noticia que no puedo ni decirte, no puedo ni hablar, pues no sé qué vamos hacer con la universidad si tú te vas». Y así terminé viniendo a Roma por segunda vez.

Debo decir que la experiencia de estos dos años aquí ha sido muy interesante. Es muy distinto estar de estudiante en la Gregoriana con 28 años que venir a los 60 y pico para serresponsable de 400 jesuitas que trabajan en las casas internacionales. Esta nueva perspectiva supone conocer las personas más de cerca y las dinámicas de las instituciones. Tengo que reconocer los grandes esfuerzos que se han hecho en los años anteriores por renovar estas estructuras. El gran sueño ahora es que se constituya el consorcio universitario entre las tres instituciones clásicas de la Compañía en Roma. Nombre que recibe la comunidad de jesuitas que cursan su primer ciclo de teología en Roma. La comunidad es adyacente a la Iglesia del Gesù.

Durante estos dos últimos años he tenido la ocasión de encontrar al Papa Francisco cuatro o cinco veces, siempre con ocasión de cuestiones relacionadas con las casas internacionales de la Compañía en Roma. La relación ha sido siempre muy gentil y con mucha chispa, con esa sintonía propia de este Papa que nace de la simpatía. Creo que el mensaje del Papa Francisco en estos últimos años ha sido una manera de entusiasmar a la Compañía en lo que estamos haciendo – aquí y en otras muchas partes. Así como en la CG35 fue clave el discurso de Benedicto, en este tiempo Francisco nos está confirmando que estamos en la dirección propia de la misión de la Compañía. Incluso nos anima a ir más allá, como si dijera: «ustedes están todavía muy atrás en lo que pueden hacer». Es el Santo Padre, con su ejemplo y con su conocimiento de la Compañía, el que continuamente nos confirma que estamos en buena dirección.

V – Y ahora… de Espíritu y de corazón

Mirando al Futuro

La gente me pregunta ¿cómo está? y siempre respondo que estoy tranquilo. Estoy convencido que no hay Compañía si no es «de Jesús». Y esto tiene dos vertientes: no habrá Compañía si no hay una unión íntima con el Señor, y por otro lado si verdaderamente es de él, confiamos que nos ayude a cuidar de ella. Creo que esa centralidad es una de nuestras claves: si la persona de Jesucristo no está delante de nosotros, dentro de nosotros y con nosotros todos los días, la Compañía no tiene razón de ser.

Una consecuencia de esta intuición es la certeza de que se trata de «su» misión, la misión que compartimos nosotros es la de Jesús, junto con todos los demás que comparten dicha llamada. Por eso hay dos temas que me parecen fundamentales, y que abordé en la homilía de la Eucaristía de acción de gracias: la colaboración y la interculturalidad.

El énfasis en la colaboración no es una consecuencia de que no podemos solos, es que no queremos. La Compañía de Jesús no tiene sentido sin la colaboración con otros. Ahí estamos llamados a una enorme conversión, pues en muchas partes aún vivimos la nostalgia de cuando hacíamos todo, y no nos queda más remedio que compartir la misión. Creo profundamente que es exactamente lo contrario, nuestra vida está en que podamos colaborar con otros.

El otro es el de la multiculturalidad/interculturalidad, pues es lo propio del Evangelio. El Evangelio es una llamada a la conversión de todas las culturas para afianzarlas como culturas y llevarlas a Dios. El verdadero rostro de Dios es multicolor, multicultural y multivariado. Dios no es un Dios homogéneo. Todo lo contrario. La creación nos está mostrando por todas partes la diversidad, cómo se complementan unas cosas con las otras. Si la Compañía logra ser imagen de esto estará siendo ella misma expresión de ese rostro de Dios.

Creo que tras el Concilio la Compañía ha logrado esta variedad cultural. Hemos logrado enraizarnos en todas partes del mundo y de ahí surgen vocaciones tan auténticas unas como otras. Puedes encontrar jesuitas, verdaderos jesuitas, en cualquier lado, de cualquier color, en cualquier actividad. Creo que hay ahí un signo de la Iglesia para el mundo. En nuestra diversidad nos une la vinculación con Jesús y el Evangelio y de ahí surge la creatividad de la Compañía y la gente con la que compartimos misión. Es increíble cómo son capaces darle el propio toque al mismo mensaje que es el mensaje para todos.

Conclusión

Tengo una gran esperanza en que esta congregación ayude a la Compañía y al recién electo General a tener claro hacia dónde hemos de caminar y cómo. La Compañía no tiene muchas dudas de cuál es su misión, pues lo que formuló la CG 32 y reformularon las siguientes ya se ha hecho sangre en nuestra gente. Podemos decir que ya sabemos lo que podemos ofrecerle a la Iglesia. El gran desafío de la Compañía de Jesús es ahora cómo nos organizamos para ser eficaces en esa misión. Por eso introduje el otro tema de la profundidad intelectual, porque no es una cuestión de copiar modelos, sino de crear. Crear significa entender. La creación es un proceso intelectual muy arduo. Entender lo que está pasando en el mundo de hoy, en la Iglesia de hoy, poder entender la fe… es lo que nos puede dar las claves para focalizar la misión sobre la que ya hemos encontrado un gran consenso y encontrar los modos más eficaces de hacerlo.

Mi impresión es que la Compañía está muy viva y que hay muchos procesos en marcha. Hay que focalizar lo que hacemos, hemos de abonar, sabiendo que podemos plantar, pero no sabemos cómo crecerán nuestras semillas. Eso lo sabe Dios. Él es el que labora, la clave es ayudar, no estorbar. Nuestra pasión está fundada en la certeza de que acompañamos a la gente con la garantía que Dios está con nosotros, precediéndonos!!

Fuente: gc36.org

Testimonio del Provincial de Argentina-Uruguay desde la CG36

El Padre Provincial de Argentina-Uruguay ha enviado una carta desde Roma a los compañeros de su Provincia en la que cuenta su experiencia de la Congregación General 36.

Por Alejandro Tilve SJ

Queridos Compañeros: 

Con la alegría del nombramiento del nuevo P. General, Arturo Sosa, se cierra una etapa fuerte de la Congregación General. Desde la primera sesión, con la renuncia del P. Adolfo Nicolás, se fueron sucediendo los diversos momentos de la Congregación: la primera misa; el inicio solemne en el Aula; la reflexión sobre el ‘Estado de la Compañía’ por grupos…; fue todo un tiempo de ponerse en movimiento y vivir la importancia de una Congregación General en la vida de la Compañía. Con la participación en grupos diversos se va palpando de primera mano la diversidad de culturas, problemáticas y proyectos apostólicos que conviven en la Compañía. Pero sobre todo, en el encuentro personal y fraterno entre los delegados es cuando se da la mayor riqueza: detrás de las historias personales se descubre al hermano y se percibe la misma vocación en contextos diversos. Se pasa de la comprensión de los problemas a vibrar con la misión común, la universalidad de la Compañía y la inmensidad de los desafíos que se nos plantean ante la mirada de Dios.

El descanso del fin de semana pasado vino bien para empezar con toda frescura el proceso de elección del nuevo P. General. La murmuratio fue un momento de enorme franqueza, en el que uno va descubriendo las fortalezas y debilidades de los compañeros y se van perfilando los posibles candidatos. Se va construyendo una comprensión profunda del otro: su relación con Dios, la audacia apostólica, la empatía con el hermano que sufre, el espíritu sacerdotal, la capacidad de llevar adelante el trabajo en equipo, la creatividad, la serenidad de espíritu, la salud…, tantas cosas. Esas notas que apreciamos en los compañeros de comunidad y que quizá ni siquiera sabemos poner en palabras.

Se valora a cada uno, sin posibilidad de realizar una comparación lineal entre candidatos. Es la hora de ponderar y sopesar las fortalezas y debilidades; de pasar de los proyectos a la calidad humana de las personas, sabiendo que sobre el P. General cae el peso del conjunto de la Compañía en toda su complejidad.

En este punto, la Fórmula de la Congregación concibe un paso más: ponerse delante de Dios en silencio y oración para atender al Espíritu. En la mañana de hoy, luego de misa concelebrada, se nos exhortó a ponderar las cualidades que se esperan del P. General antes de compartir una hora de oración en común, dentro del Aula, antes de la votación. La elección en sí es un acto muy solemne en el que se vive la seriedad y trascendencia de lo que estamos haciendo: la papeleta especial, la procesión para depositar el voto en la urna, la verificación del número de votos y luego el proceso de contar los votos.

La sobriedad en el Aula se rompió cuando el P. Arturo pasó los 107 votos necesarios para la elección. Siguen las formalidades pero empiezan las felicitaciones. Luego el llamado al Santo Padre, la profesión de fe y el saludo uno a uno de todos los congregados, ya con los responsables de las comunicaciones dentro del Aula. Hubo varios momentos emotivos durante los saludos: el gesto de algunos asiáticos ofreciendo unas bufandas de paño con colores representativos de sus regiones; el abrazo con el Provincial Venezuela, su Provincia de origen; pero sobre todo, la reverencia del P. Adolfo Nicolás frente a su sucesor.

Le siguió el saludo de todos los miembros de la curia y los equipos de apoyo al trabajo de la Congregación. Y de ahí a la capilla para la acción de gracias. Una oración sencilla y bien preparada como todas las que venimos teniendo, en varias lenguas y con cuidada armonía musical.

Mañana tendremos la Misa solemne presidida por el P. General, en la Iglesia del Gesú, para celebrar lo vivido y empezar una nueva etapa en la vida de la Compañía con su P. General número 31. Con el P. Arturo se comienza esta etapa. Como ayuda trabajaremos en el Aula diversos temas que puedan darle alguna orientación para el camino. Se ha expresado el deseo de que haya pocos documentos, pero la creatividad jesuítica puede depararnos todavía alguna sorpresa más.

Me despido agradecido por las oraciones de todos y encomendándolos en el trabajo.

Un abrazo,

Alejandro SJ