Reflexión del Evangelio-Domingo 16 de Octubre

Evangelio según San Lucas 18, 1-8

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: ‘Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario’. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ‘Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme’”. Y el Señor dijo: “Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?”.

Reflexión del Evangelio – Por Gustavo Monzón SJ

Para el cristiano la espera se transforma en esperanza. El vivir de la promesa del Señor nos invita a tener una experiencia de fe de que Dios actúa en la historia, dándole un horizonte y un fin y esta fe encuentra en la oración el alimento para seguir caminando. En ese sentido, las palabras de Jesús “¿cuándo venga el “Hijo del hombre” encontrará fe sobre la tierra?” son un aliento a cultivar la oración para ver a Dios actuando en todas las cosas.

 De la actitud de oración, como acto insistente y humilde, de escucha y acogida de la palabra de Dios, nos hablan las lecturas que la liturgia de la Iglesia nos invita a meditar.

 Lucas nos presenta a Jesús invitándonos a orar a Dios insistentemente. A no aflojar en la actitud de súplica y confianza en Dios. Para esto, nos pone como modelo de insistencia a una viuda. Ella, víctima de una injusticia, con su insistencia logra lo que merece. Con este modelo de fe, el evangelista nos exhorta a seguir perseverando en la oración y no desanimarnos cuando se presentan las dificultades y no todo sale tal como pensábamos, deseábamos y creíamos.

 Por otra parte, la oración se entiende en el contexto de la Alianza permanente y definitiva entre Dios y la humanidad. De esta realidad, nos habla la primera lectura. En ella vemos a Moisés, como enviado de Dios, actuando con fe. Esta fe, simbolizada con las “manos en alza” en el combate, muestra la confianza en la Alianza siendo fiel a esta promesa.

 Esta promesa, y el mantenimiento de la fe en ella, no la hacemos solos. Tenemos una comunidad y una Tradición que nos sostiene. De esto nos hablan las palabras de Pablo a Timoteo. En el contexto de tensiones y dificultades de la comunidad, el Apóstol exhorta a la insistencia, la confianza y la fidelidad en la memoria del don recibido.

 En el día de hoy, la Iglesia argentina está de fiesta. Hoy nuestro hermano José Gabriel del Rosario Brochero es canonizado en Roma. Que él, quien fue en su vida fiel a la promesa del Padre, interceda por nosotros en nuestro camino de mantenernos firmes en la espera del Hijo del hombre para poder responder SÍ a la pregunta si existe fe en la Tierra.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe

Trabajo en la Frontera Venezolana-Colombiana

Una experiencia de trabajo colaborativo que intenta que las fronteras políticas no sean un impedimento.

La RAIF es la Región Apostólica Interprovincial Fronteriza, fruto de un convenio entre la Provincia de Venezuela y la Provincia de Colombia. El trabajo se realiza creando una red de obras jesuíticas de ambos lados.

Venezuela tiene un buen número de instituciones de Fe y Alegría: colegios, emisoras, CECAL, Parroquias y la UCAT (Universidad Católica del Táchira). Del lado colombiano: dos colegios de Fe y Alegría, el SJR y la Escuela de Paz y Convivencia Ciudadana del CINEP/Programa por la Paz apoyada por el Instituto Pensar de la Universidad Javeriana. Trabajan para dar ayuda al mayor número posible de personas para que asuman sus responsabilidades ciudadanas y trabajen para contrarrestar los graves problemas de ilegalidad, de polarización, de crisis humanitaria, de inseguridad, de xenofobia. Acciones que trabajan la formación que quiere redignificar el ejercicio de la política, la hospitalidad, instalar unas relaciones inspiradas en Jesús para proponer paz, solidaridad, equidad, justicia, respeto.

El cierre de la frontera ha partido en dos el trabajo y prácticamente los ha aislado. Sin embargo, aún pueden hacer reuniones con los venezolanos a través del Skype y así sentir que la separación no logra afectarlos tanto y nos darse mutuo apoyo.

Del lado colombiano se reunen periódicamente para mantener los objetivos de la RAIF como orientadores del trabajo, e intensificar las acciones que puedan aliviar los niveles de sufrimiento de muchos hombres y mujeres, colombianos y venezolanos que padecen las consecuencias de una crisis social, económica, política que pide de todos una coordinación para ofrecer condiciones mínimas para vivir con dignidad.

Vale resaltar que la RAIF tiene como función principal colaborar en el proceso de constitución de un sujeto regional fronterizo, que tome conciencia de sí y de su realidad, así como de apoyarlo en la generación de sus propias soluciones desde un enfoque pastoral propio de la Iglesia y la Compañía de Jesús.

Fuente: CPALSJ

 

Carlos de Foucauld, en Camino de Misericordia

La hermana Lucile cuenta la experiencia de misericordia de Charles de Foucauld, quien tras abandonar la fe vuelve a sentir el abrazo del padre que lo recibe.

Por Lucile Gautron. Hermanita del Sagrado Corazón

Carlos de Foucauld, después de abandonar la fe, atraviesa un período de malestar y disipación, sintiéndose como «enloquecido». En ese momento, vive una experiencia personal muy fuerte de misericordia a través de sus seres queridos. «Yo vivía como puede vivirse cuando se ha apagado la última chispa de la fe… ¿A través de qué milagro la misericordia infinita de Dios me ha hecho regresar desde tan lejos? No puedo atribuirlo más que a una cosa, la bondad infinita de Aquel que ha dicho de Sí mismo “su misericordia es eterna”» (a Henri de Castries).

En 1897, Carlos de Foucauld hace un retiro en Nazaret; al recorrer su vida, canta un himno a la misericordia de Dios hacia él: «¡Hay tanta misericordia, Dios mío! Misericordia de ayer, de hoy, de todos los instantes de mi vida, desde antes de mi nacimiento y desde antes de todos los tiempos. En esta misericordia estoy sumergido, ella me inunda, me cubre y me abraza por todas partes».

Carlos de Foucauld se descubre envuelto por la misericordia de Dios a través de la actitud y la bondad de las personas cercanas a él, que no le juzgan, que le acogen sin reticencias. La misericordia de Dios será para él una luz a lo largo de su camino de encuentro con cada ser humano.

Después de su conversión, ya enraizado en el amor de Dios, Carlos de Foucauld aspira a ser testigo, un testigo silencioso de la bondad de Dios. Quiere predicar el «Evangelio de la bondad» a través de su vida, de su propio ser. Para él, ser misericordioso consiste en recibir él mismo la misericordia de Dios y, simultáneamente, convertirse en reflejo de esta misericordia que se derrama «sobre buenos y malos».

«Felices los misericordiosos porque recibirán misericordia. Ser misericordioso es lo contrario de ser duro e implacable. Es tener la bondad de un corazón que no guarda sombra alguna de resentimiento contra quienes le hacen mal, sino que, al contrario, devuelve bien por mal, que es indulgente hacia la falta de los demás porque conoce el barro del que somos formados. Es inclinar el corazón, tierna y caritativamente, hacia las miserias de los demás: hacia los tristes para consolar; hacia los ignorantes para aportar luz; hacia los necesitados para dar y curar… Acompañemos y consolemos a quienes nadie acompaña ni consuela».

Sin embargo, aunque Carlos de Foucauld se compromete enteramente en este camino, la misericordia no es en él algo innato: se muestra intolerante hacia Mardoqueo, que no responde a sus exigencias durante su exploración de Marruecos; es duro e impaciente con el hermano Michel, a quien esperaba como compañero pero que no colma todas sus expectativas. El hermano Carlos necesita tiempo y fracasos para llegar a ser misericordioso.

La misericordia, a sus ojos, no significa debilidad. Por el contrario, será intransigente y severo ante toda forma de injusticia, falta de honestidad, explotación, esclavitud, pereza; intransigente también hacia los militares franceses, tuaregs, árabes… «Todos somos hermanos, hermanos amados por Dios», es el mensaje que no dejará de repetir y de vivir. Porque creía en el amor de Dios hacia cada ser humano, pretendía que cada uno fuese digno de su humanidad y responsable de la fraternidad entre todos. El hermano Carlos esperaba en cada uno, como Dios había esperado en él cuando él mismo se creía «perdido».

«Felices los misericordiosos (Mt 5,7). Debemos amar a todos los hombres como a nosotros mismos, pero debemos inclinarnos con preferencia hacia los miserables, hacia todos aquellos que el mundo olvida, desdeña, rechaza… hacia los pobres, los pequeños, los que sufren, los ignorantes… porque son ellos quienes tienen más necesidades y menos ayuda».

Así escribía Carlos de Foucauld en junio de 1916, unos meses antes de su muerte: «Que cada día de nuestra vida sea un paso más en sabiduría y en gracia. Que nuestros retrocesos nos hagan más humildes, más vigilantes, más indulgentes, más llenos de bondad hacia los demás, más respetuosos, más fraternos con nuestro prójimo, conscientes de nuestra miseria pero llenos de confianza en Dios, seguros de su amor, amándole con un amor tierno y agradecido ya que Él nos ama a pesar de nuestras miserias… y diciéndole cada día, como San Pedro: “Señor, tú sabes que te amo”».

Cómo no ser misericordioso… como Jesús… cuando él mismo tenía una tal conciencia de haber estado siempre bajo la misericordia de su Bien Amado…

Fuente y Fotografía: Entre Paréntesis

 

CG36: ‘¡Escuchen a los Jóvenes!’

Algunas resonancias de la visita del Papa a los delegados jesuitas reunidos en Roma. 

Por Javier Vidal, SJ

 Al reflexionar sobre nuestra vida y misión hemos dialogado sobre los jóvenes. Sorprende como en los últimos años ha crecido en la Compañía el trabajo con jóvenes y el deseo de dar a conocer nuestro seguimiento a Jesús como una opción de vida.

 Las palabras del Padre General en su primera homilía nos invitan a seguir proponiendo el seguimiento a Jesús como proyecto de vida a los jóvenes que vamos acompañando en nuestras instituciones y redes juveniles. Nos dice: “No hay ninguna duda acerca de la necesidad de aumentar nuestra oración y nuestro trabajo por las vocaciones a la Compañía y de continuar con el complejo empeño de ofrecer la formación que haga de ellos verdaderos jesuitas, miembros de este cuerpo multicultural llamado a testimoniar la riqueza de la interculturalidad como el rostro de la humanidad creada a imagen y semejanza de Dios”.

 Al escuchar los compañeros en el pequeño grupo de reflexión, he recordado una de las prioridades apostólicas de nuestra provincia: “acompañar a los jóvenes”. Reconocemos que los jóvenes de la generación actual tienen grandes posibilidades de crear una sociedad más humana, pues aprecian profundamente la verdad y la libertad, cuestionan lo establecido, acogen la diversidad, son tolerantes, valoran las relaciones interpersonales, son solidarios y tienden a la red como interacción. Por otro lado, se enfrentan al desafío del debilitamiento de las instituciones sociales, incluyendo la familia que provoca desconfianza en los procesos sociales, individuales y colectivos, que inducen al escape, la violencia y el consumismo. Sin embargo, convencidos que somos llamados a anunciar la “alegría del Evangelio”, la cual “llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” queremos acompañarlos y anunciarles la persona de Jesucristo, animados por la fuerza del Espíritu, para testimoniar los valores del reinado del Padre, desde la Iglesia y en colaboración con otros.

 Hay un sentido de agradecimiento a nuestros compañeros jesuitas que cada día se gastan acompañando a los jóvenes y sus procesos vocacionales. Cuántas iniciativas que van impactando a esta nueva generación a través de las redes sociales, los encuentros grupales y los diálogos personales. Hay una nueva generación de jesuitas, que junto a religiosas y colaboradores, de manera creativa y entusiasta van trazando un camino lleno de esperanza para los jóvenes que andan con sed y muchas veces no lo saben. A ustedes, hermanos y colaboradores, los tenemos presente y les agradecemos su entrega y dedicación, pues son una de las razones por la cual se siente alegría y futuro en medio de estos pasillos de la CG.

 El propio Papa Francisco, en nuestro diálogo del lunes pasado nos invitó a seguir “escuchando con paciencia y creatividad a los jóvenes”. Él está convencido que las vocaciones existen y hay que ver cómo se cultivan. Nos invitó a ser creativos a la hora de presentar el seguimiento a Jesús y la Compañía, pues ahora tienen más fuerza las actividades misioneras y de tipo social que las reuniones semanales. Nos dijo con su tono inspirador y entusiasta: “escúchenlos y pónganlos a trabajar” .

Fuente y Foto: gc36.org

Carta de las Dos Conferencias

Las Conferencias Jesuitas de América Latina y de Canadá y Estados Unidos están dando pasos hacia una mayor integración. Los Presidentes de ambas han enviado una carta en la que dan cuenta de ciertos pasos a seguir para crecer en el trabajo conjunto.

Por Jorge Cela SJ (Presidente de la CPAL) y P. Timothy Kesicki SJ (Presidente de la Conferencia Canadá-Estados Unidos)

Queridos hermanos:

Han pasado cuatro meses desde que nos reunimos con el Padre General en San Salvador. Fue un buen encuentro en el que nos conocimos mejor y trabajamos juntos, antes de encontrarnos de nuevo en la Congregación General 36.

Formación

Reconociendo que los jesuitas nos formamos para la misión en la Compañía universal, le dedicamos un tiempo al futuro de la formación. En anticipación a la respuesta del Padre General a este estudio sobre la formación de los Jesuitas, nos sentimos preparados para hacer las siguientes recomendaciones:

  1. Que los delegados de formación de las dos Conferencias identifiquen las oportunidades para aprendizaje de lenguas. Algunas serán de inmersión corta en comunidades jesuitas y otras implicarán un estudio académico más largo.
  2.  Continuar enviando algunos jesuitas en formación a los Centros de Estudios de Posnoviciado y Teología de la otra Conferencia.
  3.  Explorar la posibilidad de casas de formación bilingües en cada Conferencia, aprendiendo de la experiencia de Canadá, que tiene Noviciado y Posnoviciado bilingües.

Migración

La presentación y reflexión sobre Migración fue iluminadora para ambas Conferencias. Los de JCU aprendimos sobre los diferentes flujos migratorios en América Latina, cruzando las fronteras hacia el Norte y cruzando las fronteras hacia el Sur. Los de CPAL conocimos el trabajo de los jesuitas de JCU en los centros de detención e intentando detener la deportación de personas indocumentadas. Reconocimos que esta es una prioridad apostólica de la Compañía y que la podemos desarrollar principalmente a través del Servicio Jesuita a Refugiados y el Servicio Jesuita a Migrantes.

Exploramos formas de mayor colaboración en esta misión. Nuestro próximo paso será formar una pequeña comisión de los dos delegados para el Apostolado Social y otros dos representantes de cada Conferencia con cierta experiencia en trabajo con migrantes y refugiados. A partir de la Congregación General 36 puede haber un trabajo más definido y mejor articulado para esta Comisión.

Fe y Alegría

Los Provinciales de la JCU escuchamos el enfático apoyo al trabajo de Fe y Alegría y una serie de Recomendaciones. Los Provinciales de la JCU reconocen el valor de la Federación Internacional de Fe y Alegría para los pueblos de América Latina y África y reconocen la importancia que tiene este apostolado en las Provincias de la CPAL. Los Provinciales de ambas Conferencias también afirmaron el importante trabajo de MagisAmerica, que fue establecido en 2010 para incrementar y profundizar la colaboración a favor de la misión de la Compañía de Jesús en las Américas, incluyendo la recaudación de fondos para Fe y Alegría en los Estados Unidos.

Los Provinciales de ambas Conferencias comparten muchos de los objetivos que fueron señalados en la propuesta de Fe y Alegría, incluyendo la educación para la ciudadanía global, la incidencia por una educación de calidad para todos y todas, y la promoción de intercambios entre nuestras instituciones educativas. Para impulsar estos objetivos los Provinciales proponemos:

  1. Pedir a los Delegados del Sector Social de ambas Conferencias, en cooperación con el Consejo de Magis-America y otros que consideren convenientes, formar un grupo de trabajo para ver cómo Magis-America puede adaptarse para servir mejor a la misión de Fe y Alegría;
  2.  Reconocen que Fe y Alegría es una obra importante de la Compañía de Jesús, que aunque no figura en las prioridades de nuestras Conferencias, los Provinciales de JCU se sienten comprometidos a conocerla mejor;
  3.  Acuerdan solicitar a la Jesuit Schools Network que invite Carlos Fritzen, S.J. (BRA), Director de Fe y Alegría, y a su asistente Luis Arancibia (quien fuera Director Adjunto de Entreculturas) a la próxima reunión de Presidentes y Consejos de la Jesuit Schools Network (JSN). Los Provinciales piensan que será una buena oportunidad para que el Coordinador de Fe y Alegría presente a la JSN la misión de Fe y Alegría y explore las oportunidades para una mayor colaboración entre las dos organizaciones.

Panamazonía

Conocimos el compromiso de la CPAL con la región Panamazónica y cómo esto ayuda a la Conferencia a asumir el tema de la justicia y la ecología. Hay mucho interés en relacionar el tema de la Panamazonía con el trabajo de investigación y las Universidades en la JCU en vistas a garantizar el compromiso de nuestras instituciones con el medio ambiente.

Recomendamos que la JCU Policy Office, que se encarga del trabajo ecológico, trabaje más de cerca con el Proyecto Panamazónico.

Una Conferencia de las Américas Discutimos el documento “Una Conferencia para las Américas” que presentaron Jorge Cela y Tim Kesicki a raíz de la creación de la Conferencia Jesuita de Canadá y Estados Unidos. De la discusión surgieron muchas ideas interesantes y llegamos a un claro consenso de que era demasiado prematuro considerar la formación de una sola Conferencia. Resaltamos las siguientes preocupaciones:

  1. La Congregación General 36 probablemente definirá la naturaleza, jurisdicción responsabilidades de una Conferencia. Necesitamos esperar los resultados de la Congregación antes de proponer cambios significativos.
  2.  La JCU está aún en el proceso de pasar de 9 a 5 Provincias y aún no está claro cuánto tiempo permanecerá la CPAL con 12 Provincias. Es mejor dirigir nuestros esfuerzos a la consolidación de las nuevas Provincias emergentes antes de determinar el tamaño de una nueva Conferencia.
  3.  Necesitamos fortalecer la colaboración entre las dos Conferencias para poder ver las futuras oportunidades y limitaciones que pueda tener una sola Conferencia de las Américas.

El Futuro del Caribe

Durante nuestra reunión el grupo del Proyecto Caribe se reunió con el Padre General. El buen trabajo del Proyecto Caribe continuará y nosotros aceptamos las siguientes recomendaciones de los Superiores del Caribe:

  1.  Que las dos Conferencia creen un equipo para estudiar el Caribe;
  2.  Que ambas Conferencias desarrollen políticas compartidas sobre el Caribe y refuercen el Proyecto Caribe como una iniciativa de ambas Conferencias;
  3.  Que los Provinciales que tienen comunidades en el Caribe, junto con el Presidente de JCU (o sus delegados) participen en las reuniones del Proyecto Caribe;
  4.  Que las dos Conferencias busquen oportunidades de colaborar para apoyar la formación de jesuitas en la región del Caribe.
  5.  Reconocemos la primacía de la Congregación General sobre estos compromisos. Creemos que es importante para nosotros discutir estos temas durante nuestro tiempo juntos en Roma. Esperamos que podamos salir de la Congregación listos y entusiasmados para continuar el trabajo comenzado en San Salvador.

Fuente: cpalsj.org

Jesús y la Fraternidad

Observar el modo de Jesús nos mueve a imitar su manera de tratar a las personas: sin violencia, discriminaciones, exclusiones o condenas. Un modo de relacionarse con los hermanos que es imposible de llevar adelante sin una estrecha relación con Dios.

Por Rafael Luciani

La praxis de Jesús puede ser inspiradora para reconstruir espacios de reconciliación que nos devuelvan la esperanza y nos hagan asumir opciones de vida que busquen el bien común. Seguir el estilo de Jesús supone una «espiritualidad cristiana», no porque el sujeto pertenezca a una determinada confesión religiosa, sino porque viva con el mismo espíritu con el que vivió Jesús y asuma su causa por la humanización –no violenta ni ideológica– de la sociedad. Es «cristiana» en cuanto entiende que Jesús es paradigma del modo de relacionarnos con Dios –Padre compasivo–, y con los demás –como hermanos.

No podemos hablar de tal espiritualidad si no apostamos por el camino de la no violencia (Mt 5,9), si no luchamos en favor de la justicia (Mt 5,10) y optamos por el pobre y la víctima (Lc 6,20), independientemente de su condición moral o política, porque «en Dios no hay acepción de personas» (Gal 2,6).

Pero, ¿cómo pudo vivir Jesús sin excluir o violentar? Para Jesús el «amor fraterno» era la dinámica fundamental que normaba su estilo de vida. En apariencia se trata de algo débil para quien está acostumbrado a ejercer la autoridad que le viene de un cargo, del dinero o de la fuerza. Pero viviendo así, Jesús logró hacer renacer la esperanza de su pueblo, sanar los corazones agobiados y desestabilizar las prácticas sociales y políticas establecidas. Su credibilidad y atracción venían de la libertad con la que vivía (2 Cor 3,17).

Esto nos coloca ante un reto: querer el bien del otro y apostar por la construcción de espacios comunes donde podamos convivir todos. La práctica fraterna se construye mediante acciones concretas que sanen necesidades reales: «tuve hambre…, tuve sed…, era forastero…, estaba desnudo…, enfermo y en la cárcel» (Mt 25,42ss), lo que supone una conversión respecto a cómo vemos al otro. El otro no es un simple objeto de lástima o limosnas, y la clave de la fraternidad no está en «darle algo», sino en el acercarme y hacerlo próximo –prójimo– a mi existencia, en dejarlo entrar en mi espacio y juntos crear algo nuevo.

Podemos estar orándole a otro que no es el Dios en quien creyó Jesús. Jesús coloca al mismo nivel dos relaciones fundamentales: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza» (Dt 6,5) y «Amarás al prójimo como a ti mismo» (Lev 19,18), pero las invierte. La práctica del amor que convierte al otro en próximo a mí –mi prójimo– es la condición para encontrar el amor de Dios (Mt 22,35-40).

A Pablo le costó aprender esto. En la cárcel, relee la relación que tuvo con Onésimo. Reconoce que fue «engendrado entre cadenas» —como esclavo—, luego aprendió a «cargarlo en su propio corazón» —como hijo—, hasta que finalmente lo pudo asumir como «hermano querido» (Flm). Asumir al otro como hermano es la medida de nuestra espiritualidad y la altura de nuestra propia humanidad (Mc 12,28-34).

Fuente: Teología Hoy

Vidas con Contenido

Pocas veces nos regalamos tiempo para reflexionar sobre el sentido último de nuestras vidas, lo que queremos de ellas, con quiénes queremos compartirla… Este texto nos propone hacer una alto para ir hacia el interior a buscar la respuesta a estas preguntas.

Por Javier Rojas SJ

Tal vez ya te has tomado un tiempo para reflexionar estas preguntas: ¿Para qué vivo?; ¿Cuál es mi destino?; ¿Qué me está sucediendo?; ¿Qué es lo que quiero?; ¿Con quién o quiénes quiero compartir mi vida? Y si lo hiciste con seriedad te habrás dado cuenta que no son fáciles de responder, o al menos, no se pueden responder sin pensarlas con detenimiento. Darse un tiempo para uno mismo, pero no para enredarse en pensamientos añejos y llenos de nostalgia, es una verdadera inversión de vida. Pocas veces nos “regalamos” tiempo para calibrar el corazón, limpiar el alma y purificar el espíritu. Quizás la falta de tiempo para estar con uno mismo y profundizar en temas tan importantes como la propia vida, el principio y fundamento de la propia existencia, sea una de las mayores pobrezas que sacude a la humanidad. ¿Puedo pretender que otra persona me dedique un poco de su tiempo, si yo no destino un momento a estar conmigo mismo?

Cuando podemos destinar-nos tiempo para atender a cuestiones que hacen al mundo interior, como es aprender a conocer y distinguir nuestros pensamientos y sentimientos, adquirir la destreza del discernimiento espiritual, ganamos mucho en capacidad para elegir lo que realmente me hace sentir pleno. La asertividad depende mucho del conocimiento que hemos adquirido de nosotros mismos, y de la manera que tenemos de relacionarnos con el entorno en el que vivimos. Desarrollar sinceridad con nosotros mismos, buscar la verdad, sentir que la propia vida tiene sentido y valor, nos llena de energía y creatividad.

Ahora bien, ¿Por qué cuesta tanto invertir tiempo en uno mismo? Seguramente hay muchas respuestas para dar, pero una de las causas de la falta de disposición para trabajar en la propia vida interior se debe a que se está viviendo uno de los peores dramas del alma: el hastío. ¿Qué es el hastío? Encontrarás mejores definiciones en diccionarios o libros especializados sobre el tema, pero en pocas palabras es la amargura del alma, producida por el vacío o la sobreabundancia. En definitiva, el hastío es lo que padecen las personas que carecen de contenido en sus vidas. ¡Cuántas personas sufren este flagelo “globalizado”, y van por la vida arrastrando la existencia, sin profundidad, y con el alma encallada en la superficialidad! ¿Cómo podrían sentir la plenitud en sus vidas si nunca han zarpado hacia la profundidad del propio ser, para descubrir el Tesoro escondido en su corazón? Tienen sus sueños amarrados en el puerto de la nostalgia, esperando que alguien los libere.

La plenitud es lo que experimente el espíritu que ha buceado en la profundidad del ser y ha descubierto la diferencia entre lo esencial y lo superfluo. Para disfrutar verdaderamente de la vida, se necesita de éste espíritu. Se requiere de hondura de alma, es decir, capacidad para poner freno al ansia de tener y de poder, que con tanta facilidad pulveriza la existencia. Se necesita de un espíritu entrenado para discernir qué es lo mejor para mí. Para ello es fundamental dedicar tiempo para meditar y descubrir las respuestas en nuestro interior.

Fuente: Click to Pray

Fuente Imagen: Click to Pray

Francisco se Encuentra con la CG36

Es una tradición muy establecida que con ocasión de las Congregaciones Generales se tenga un encuentro de los delegados con el Santo Padre.

La mayoría de las veces se ha tenido el encuentro en el marco de una audiencia en el Vaticano, aunque ya en alguna ocasión el Papa ha escogido realizar el encuentro con los jesuitas reunidos en Congregación General en la curia de la Compañía. Así, hoy lunes 24 de octubre, en la Mañana, el Papa Francisco ha arribado discretamente a la curia, recibido por el Padre General, Arturo Sosa y el superior de la comunidad de la Curia, el P. Joaquín Barrero.

 Tras acompañarle hasta el aula y el Papa ha participado en la oración de la mañana con los delegados. El tema de la oración fue escogido para la ocasión: el buen pastor. La reflexión ha hecho referencia al P. Franz van de Lugt, pastor de los suyos en Homs, Siria, asesinado por la locura de la guerra. Los miembros de la Congregación han querido orar por el Papa Francisco, como él mismo lo pide con frecuencia a todas las personas con quienes se encuentra.

El Papa Francisco ha hablado a la Congregación General con un discurso dirigido a la Compañía de Jesús que entusiasma y que orienta. Ha dado una buena idea de la manera como entrevé el servicio a la Iglesia y al mundo que la Compañía de Jesús puede ofrecer, de manera pertinente, en conexión con su propio ministerio. Toda su intervención ha estado marcada por una apertura hacia el futuro, por una llamada a ir más lejos, un soporte para el “caminar”, el modo de marchar que les permite a los jesuitas ir al encuentro de los otros y acompañarlos en su propio caminar.

 Como introducción, citando a San Ignacio, el Papa ha recordado que el jesuita está llamado a vivir en camino “a todas partes del mundo donde se espera un gran servicio de Dios y ayuda de las almas”. Por esto, justamente, los jesuitas deben avanzar sacando provecho de las situaciones en las que se encuentran, siempre para servir más y mejor. Esto implica una manera de obrar que busca la armonía en los contextos de tensiones que son normales en un mundo donde hay diversidad de personas y de misiones. El Papa ha mencionado explícitamente las tensiones entre contemplación y acción, entre fe y justicia, entre carisma e institución, entre comunidad y misión.

 El Santo Padre ha desarrollado tres formas de caminar para la Compañía;

La primera es la de “pedir insistentemente la consolación”. Lo propio de la compañía es el saber consolar, llevar la consolación y la verdadera alegría; los jesuitas deben colocarse al servicio de la alegría porque la Buena Nueva no se puede proclamar en la tristeza.

A continuación, Francisco nos invita a dejarnos conmover por el Señor puesto en cruz” Los jesuitas deben ser cercanos a la gran mayoría de hombres y mujeres que sufren y, en este contexto, ser agentes de la misericordia. El Papa ha subrayado ciertos elementos que ya había tenido ocasión de presentar a lo largo del año de la misericordia. Nosotros que hemos asido tocados por la misericordia debemos sentirnos enviados para presentar, de manera eficaz añade él, esta misma misericordia.

Finalmente, el santo Padre nos ha invitado a avanzar siendo movidos por el “buen espíritu”. Esto implica discernir –más que simplemente reflexionar- cómo estar en comunión con la Iglesia. Los jesuitas no debemos ser “clericalistas” sino “eclesiales”. Somos “hombres para los demás” que vivimos en medio de todos los pueblos, buscando tocar el corazón de cada persona, contribuyendo así a constituir una Iglesia donde todos tengan su lugar, donde el evangelio se inculture y donde cada cultura sea evangelizada.

 Las tres últimas palabras del discurso del Papa se refieren a las gracias que todo jesuita y que la Compañía en su conjunto deben siempre pedir: la consolación, la compasión y el discernimiento.

Fuente: gc36.org

 

¿Qué Espera la Compañía de Jesús de sus Egresados?

Como toda institución que se dedica a la educación, el perfil de exalumno que intenta formar en quienes pasan por sus aulas, es fundamental para pensar un plan y estrategias educativas.

La Web de la Federación Latinoamericana de Colegios Jesuitas (FLACIS) recomienda para la lectura, a través del Centro Virtual de Pedagogía () varios escritos que muestran la evolución de 100 años de pensamiento de los Padres Generales sobre lo que espera la Compañía de Jesús de sus ex-alumnos. A esta colección se añade el mensaje del Papa Francisco Papa Francisco al Congreso Latinoamericano de las ASIAs.

1. “Documentos Pedagógicos S.J.” – Vladimiro Ledochovsky (1915-1942) y Juan Bautista Janssens (1946-1964)

Ledochovsky nos habla de las razones de la atención a los egresados para proseguir su formación. Juan Bautista Janssens parte del Decreto 31 de la XXVIII Congregación General que declara el fin de la educación de la juventud. Es la época de la “Carta Magna de Loyola” (1956) que consolida el Movimiento Internacional de Antiguos Alumnos y los compromisos mutuos. Al hablar de la identidad de los egresados, perfila las características de su formación.

2. “Hombres y mujeres para los demás” – Pedro Arrupe (1965-1983).

Discurso en el X Congreso Europeo de las Asociaciones de Antiguos Alumnos, Valencia 1973, en la versión publicada en 2015 por Cristianisme i Justícia. En sus polémicas palabras se avista un cambio profundo en el modo de pensar la educación de la Compañía en relación con la fe y la justicia. Formula la célebre pregunta: “¿Os hemos educado para la justicia? Y responde: “creo…con toda humildad que no”.

3. “Congreso Mundial de Alumnos/as Jesuitas” – Peter-Hans Kolvenbach (1983-2008).

Retoma los planteamientos del P. Arrupe y profundiza en el tema de la dignidad humana en relación con la justicia. Propone una agenda de compromisos y afirma que es en la acción de los egresados donde se puede medir el éxito o el fracaso de su educación.

4. “Los Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús y su Responsabilidad Social: la búsqueda de un mejor futuro para la humanidad. ¿Qué significa ser creyente hoy?” – Adolfo Nicolás (2008 – 2016).

Nos habla del significado de la responsabilidad social con los demás, desde la lógica ignaciana del “amor y la gratuidad”.

5. “Mensaje al Congreso Latinoamericano de las ASIAs”, Papa Francisco, Guayaquil 2015.

Pregunta y responde ¿cuál es el perfil de alguien que se dejó formar por la Compañía de Jesús y qué es lo que tiene que dar al mundo ahora?

Fuente: FLACSI

La Misericordia, ¿Un Acto Político?

Cuando el Papa Francisco inició el Jubileo de la Misericordia tuvo un doble objetivo. Uno es abrirnos a la experiencia de misericordia que todo el mundo necesita. El otro,  hacer experiencia de la Misericordia que debemos practicar para con tanta gente abrumada por el sufrimiento.

Por Josep Ma. Rambla SJ

La misericordia es pues un sentimiento profundo y dinámico, que no permite que quien lo siente se quede inmóvil o pasivo ante tanto sufrimiento que hay en la humanidad. Es el alma de la solidaridad, de la acción social, del compromiso por la justicia… Por un lado, la compasión es propiamente la actitud permanente que se da en cualquier situación, siempre que hay fraternidad y amor, y por otra parte, la misericordia es la compasión hacia la persona que sufre. Una actitud profunda, una conmoción del corazón, que conduce a los actos de solidaridad.

La fe en un Dios que ama al mundo y por eso es misericordioso

El Dios bíblico es un Dios con sentimientos, que se alegra de haber hecho el mundo y de haber creado al Hombre. “Vio que todo era muy bueno” (Gen 1,31). Pero, más adelante, el relato fundante del Sinaí nos presenta un Dios que, porque ama, siente el sufrimiento del pueblo oprimido, lo quiere liberar y cuenta con Moisés como líder de esta liberación (Ex 3, 7-10). En el Antiguo Testamento, a pesar de episodios de la historia del pueblo donde parece que Dios presenta un rostro un poco adusto, y que hay que interpretarlos en el conjunto de la historia de salvación, la constante es que Dios es “compasivo y benigno” (Salmo 103), “su misericordia es eterna” (Salmo 136).

Jesús viene a llevar a la cumbre esta trayectoria de la revelación de Dios. Su vida y su acción revelan al “Padre misericordioso” (Lc 6, 36). Él mismo se manifiesta como el hombre poseído por el Espíritu enviado a liberar todo tipo de esclavitudes y a anunciar una buena noticia a los pobres anunciando un mundo nuevo (Lc 4, 16-21). Este hombre espiritual resulta desconcertante, porque relativiza costumbres, ritos y prácticas religiosas, incluso el Templo, y se relaciona con gente pobre y de mala reputación. Y cuando, movido por este desconcierto, Juan envía a sus discípulos a preguntarle si es él el que espera todo el pueblo, Jesús les responde con este signo de identidad de su misión: curar enfermos, hacer andar cojos, resucitar muertos y anunciar una buena noticia a los pobres (cf. Mt 11, 2-6). Porque, ante las necesidades y sufrimientos de los demás, a Jesús “se le removían las entrañas“, es decir, el sufrimiento de los otros le conmovía.

El “principio-misericordia”

De acuerdo con toda esta visión de la tradición del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, hace ya más de veinticinco años, Jon Sobrino formuló el “principio-misericordia”, inspirándose en la expresión de Ernst Bloch, el “principio-esperanza”. Porque la misericordia es lo que mueve toda la acción de Dios. Jesús hace muchas cosas y en muchos lugares (enseña, cura, denuncia, alimenta, dialoga, etc.), pero la misericordia es lo que inspira y mueve todo en su vida y acción. Siente a fondo el sufrimiento de la gente, antes que ocuparse del pecado se preocupa de aliviar su dolor. Un hecho, sin embargo, hay que remarcar, que Jesús no se limita a la esfera de lo privado, sino que extiende la misericordia a dimensiones colectivas y públicas: reparte el alimento a una multitud, interpela a los ricos, predica a las masas y las alienta, denuncia los abusos de las autoridades religiosas y políticas, se enfrenta a los manipuladores de la religión del Templo…

La misericordia política

Este principio-misericordia es, pues, lo que ha de iluminar y conducir la vida de los seguidores de Jesús, y de la Iglesia como comunidad. Es lo que el Vaticano II marcó como orientación de la Iglesia del futuro, una Iglesia samaritana, una Iglesia de la misericordia. Una misericordia que abarca las relaciones más inmediatas y cercanas de las personas, pero que tiene que hacer frente también al ámbito estructural del mal y de la injusticia. Nos lo recuerda el papa Francisco: “La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder con todas sus fuerzas” (Evangelii Gaudium 188). Esta sería la gran eficacia de nuestra solidaridad y compromiso por un mundo más fraterno y justo: ser personas, comunidades y grupos marcados por una pasión, la del sufrimiento de los demás. Imaginemos qué pasaría si en los ayuntamientos, en los parlamentos, en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el Banco Mundial o el FMI hubiera la mitad de las personas con el virus de la misericordia… Si el principio-misericordia fuera el motor de nuestra sociedad, se confirmaría que “la misericordia es un acto político” (Louis Lebrêt).

Misericordia con humildad y con alegría

No seamos ingenuos, no miremos la sociedad desde fuera, como si los males sólo vinieran de los demás. Como aquel fariseo de la parábola que juzgaba a todos y él se sentía reconfortado con sus prácticas y ritos religiosos. El evangelio nos dice que al final de la historia “todo el mundo” será juzgado no por el mal que ha hecho, sino por el bien que ha dejado de hacer, por la falta de misericordia… “Tenía hambre…, tenía sed…, era forastero…, estaba desnudo…, enfermo y en la cárcel…, y no me hicisteis caso” (Mt 25, 31-46). Un reconocimiento leal de lo que no hacemos y podríamos hacer para cambiar las cosas, por nuestras complicidades y silencios, por nuestras pasividades ante la injusticia, sería una excelente colaboración a la sociedad del cambio, a una nueva sociedad. Y, por ello, el Papa habla a los cristianos de la renovación del sacramento de la reconciliación, que puede ser un momento de reconocimiento sincero de nuestra poca misericordia, que nos abra a la misericordia de Dios, nos empuje a una verdadera y generosa solidaridad y nos haga probar la bienaventuranza de “felices los misericordiosos” (Mt 5, 7).

Por eso, este tiempo que el papa Francisco ha querido poner bajo el signo de la misericordia, podría ser también el tiempo de la recuperación de una verdadera alegría: la de las personas que acogen la misericordia de Dios abriéndose a la vez a la búsqueda de la justicia y al trabajo de la paz.

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