Niñas y Niños Soldados

Este mes, el Papa Francisco ha pedido rezar especialmente por los niños y niñas que son forzados a ejercer el rol del soldados en los diferentes conflictos armados que se dan a lo largo y ancho del planeta. Con esta nota les invitamos a conocer más profundamente esta problemática.

 Por Chema Caballero

 Más de 300.000 niñas y niños están siendo utilizados como soldados en los alrededor de 20 conflictos que están en curso en todo el mundo en este mismo momento: guerras de África, batallas del Daesh, Yemen, Filipinas…

 Niñas y niños secuestrados o reclutados de manera violenta que son entrenados hasta ser convertidos en auténticas máquinas de matar. Separados de sus seres queridos, obligados incluso a matar a sus padres o algún miembro de su familia, sometidos a todo tipo de manipulaciones y forzados a consumir drogas y alcohol a la hora de entrar en combate se transforman en los guerreros más temidos e irresponsables. Ellos solo obedecen órdenes, no ven el peligro, toman la guerra como un juego y desean ganarse el favor y el cariño de sus jefes siendo los más malotes de la banda, los más crueles y temerarios.

 Los señores de la guerra quieren niñas y niños soldados porque son más fáciles de manejar, más económicos y se reemplazan fácilmente si mueren.

 Tenemos multitud de documentos universales y regionales, declaraciones y principios que prohíben tajantemente el uso de las niñas y los niños como soldados Pero todos ellos no pasan de ser proclamaciones de buenas intenciones plagadas de buenismo que raramente se implementan por la falta de voluntad política de aquellos gobiernos y organismos internacionales que tienen la capacidad de terminar con esta forma de esclavitud y explotación infantil. La guerra es un negocio que mueve mucho dinero y hace ricas a muchas personas.

 No olvidemos que existen niñas y niños que están siendo utilizados como soldados porque existen conflictos violentos que se prolongan en el tiempo.

 Nos intentan vender las guerras como disputas religiosas o étnicas, pero eso es mentira. No existen ese tipo de conflictos. Todas son económicas o por el control geoestratégico.

 Detrás de cada guerra suele haber una materia prima o intereses políticos y comerciales de una parte de Occidente (o China): los diamantes de sangre de Sierra Leona, el coltán de la República Democrática del Congo, el petróleo de Sudán del Sur… Son empresas occidentales y chinas, en su mayoría, las que explotan, transforman y comercializan esos productos.

 Tampoco podemos olvidar el comercio de armas, tanto el legal como el ilegal, que mueve tanto dinero. Estas armas también son fabricadas en el norte. Los cinco países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, son los principales fabricantes de armamento.

Los más pequeños pueden utilizarlas. Esto nos lleva a una reflexión: el brazo de un niño de ocho o nueve años no es tan largo como el de un adulto, ¿entonces cómo es que puede alcanzar fácilmente el gatillo del arma y manejarla? ¿No será que los fabricantes de armas ya saben que son niños los que utilizarán sus productos?

 Todos estos datos nos hacen sospechar que las empresas que se benefician del bajo coste de los minerales llamados de sangre, el silencio y complicidad de nuestros gobiernos, y el trafico de armas forman un cóctel que mueve muchos millones a los que nadie está dispuesto a renunciar y que para que todo funcione es imprescindible el uso de miles de niñas y niños como soldados.

 Por eso, nos atrevemos a pensar que los señores de la guerra no se ocultan en las selvas más profundas e impenetrables del planeta, sino que se sientan en consejos de administración de grandes empresas o dirigen gobiernos y dictan políticas.

 La buena noticia es que a pesar de todo, estas niñas y niños pueden ser rehabilitados y reinsertados en la sociedad. Nunca volverán a ser el niño que no fueron, pero sí personas capaces de rehacer su vida y volver a la escuela o aprender un oficio que les permita ganarse la vida dignamente y formar una familia. Sin embargo, cada vez hay menos dinero para este tipo de programas. Las niñas y los niños soldados ya no están de moda como lo estuvieron hace años. Los recursos que existen no permiten trabajar de manera integral con estos menores por lo que muchos de los que salen de los grupos armados, al no encontrar apoyo y soluciones a sus problemas regresan a ellos, donde al menos comen todos los días.

 Repito, no hay voluntad política para terminar con el uso de niñas y niños soldados. Son parte de un negocio que enriquece a muchos.

 Fuente: Entre Paréntesis

Reflexiones del Papa para Llevar la Navidad a la Vida

Una compilación de 10 mensajes oficiales del Papa Francisco para vivir este tiempo de Navidad con profundidad y llevarlo a nuestra vida de todos los días en acciones concretas.

El pesebre representa la ternura de Dios

“Les invito a detenerse ante el pesebre, porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina que se ha hecho carne, y que enternece nuestra mirada” (22.12.2015).

Jesús nos dedicó toda su vida, dediquémonos a los demás

“Jesús no se ha limitado a encarnarse o a dedicarnos un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir nuestra vida, para acoger nuestros deseos. Porque ha querido, y sigue queriendo, vivir aquí, junto a nosotros y por nosotros. Se interesa por nuestro mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para quedarse con nosotros” (22.12.2015).

 El amor de la Navidad no se impone por la fuerza

“El pesebre nos dice que Él nunca se impone con la fuerza. Recordad bien esto, chicos y chicas: el Señor nunca se impone con la fuerza. Para salvarnos no ha cambiado la historia con un milagro grandioso. Ha venido con gran sencillez, humildad, mansedumbre. Dios no ama las imponentes revoluciones de los potentes de la Historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. Se hace pequeño, se hace niño, para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su humilde bondad; para conmover con su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los falsos tesoros de este mundo”(22.12.2015).

 La Navidad es luz, es un camino, más allá de algo emotivo y los regalos

La Navidad “no se trata sólo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor –y también dentro de nosotros– hay tinieblas y luces. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver” (24.12.2013).

 En esta noche, hay salvación para todos los hombres (Tt 2,11)

“La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En Él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne. No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su tienda entre nosotros” (24.12.2013).

 Los últimos, los humildes, como los pastores, recibieron al niñito

“Los pastores fueron los primeros que vieron esta “tienda”, que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús. Fueron los primeros porque eran de los últimos, de los marginados. Y fueron los primeros porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño. Es condición del peregrino velar, y ellos estaban en vela. Con ellos nos quedamos ante el Niño, nos quedamos en silencio. Con ellos damos gracias al Señor por habernos dado a Jesús, y con ellos, desde dentro de nuestro corazón, alabamos su fidelidad: Te bendecimos, Señor, Dios Altísimo, que te has despojado de tu rango por nosotros. Tú eres inmenso, y te has hecho pequeño; eres rico, y te has hecho pobre; eres omnipotente, y te has hecho débil”. (24.12.2013).

 No hay lugar para el miedo. La Navidad es amor renovado que vence siempre

“El Señor nos dice una vez más: “No teman” (Lc 2,10). Como dijeron los ángeles a los pastores: “No teman”. Y también yo les repito a todos: “No teman”. Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre nos perdona siempre. Y Él es nuestra paz. Amén”. (24.12.2013)

 Vivir la Navidad acogiendo los problemas de quien está a nuestro lado

¿Tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de Dios, ternura de Dios”. (24.12.2014)

 ¿Cómo acogemos la ternura de Dios?

¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque? «Pero si yo busco al Señor» –podríamos responder–. Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me busque, quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera? (24.12.2014)

 Bondad, mansedumbre por una Navidad auténtica

“La vida tiene que ser vivida con bondad, con mansedumbre. Cuando nos damos cuenta de que Dios está enamorado de nuestra pequeñez, que él mismo se hace pequeño para propiciar el encuentro con nosotros, no podemos no abrirle nuestro corazón y suplicarle: «Señor, ayúdame a ser como tú, dame la gracia de la ternura en las circunstancias más duras de la vida, concédeme la gracia de la cercanía en las necesidades de los demás, de la humildad en cualquier conflicto”

 Fuente: Aleteia

Reflexión del Evangelio, Domingo III de Adviento

Evangelio – Mateo 11, 2-11

En aquel tiempo Juan el Bautista, que estaba en la cárcel, tuvo noticias de lo que Cristo estaba haciendo. Entonces envió algunos de sus seguidores a que le preguntaran si él era de veras el que había de venir, o si debían esperar a otro. Jesús les contestó: «Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no encuentre en mí motivo de tropiezo!»

 Cuando ellos se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo: «¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Y si no, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido lujosamente? Ustedes saben que los que se visten lujosamente están en las casas de los reyes. En fin, ¿a qué salieron? ¿A ver a un profeta? Sí, de veras, y a uno que es mucho más que profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura: `Yo envío mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino´. Les aseguro que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.” 

Reflexión del Evangelio – Por Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

Este Tercer Domingo de Adviento es conocido tradicionalmente en la liturgia católica como el Domingo “Gaudete”, término latino que quiere decir “Alégrense”, porque la primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías (35, 1-6a.10), constituye precisamente un anuncio gozoso de lo que iba a acontecer varios siglos después con la venida del Mesías, a quien la fe cristiana reconocería en la persona de Jesús. Y el pasaje del Evangelio escogido para este mismo domingo nos presenta justamente el motivo de esta invitación a la alegría.

1. Por la fe reconocemos gozosamente en Jesucristo la acción liberadora de Dios

El pasaje del Evangelio de hoy nos presenta a Juan Bautista en la cárcel, encerrado por el rey Herodes para silenciar las denuncias que hacía contra su comportamiento inmoral y corrupto. Juan iba a terminar decapitado por orden de Herodes, y así como lo proclamó Jesús, nosotros lo reconocemos hoy como el más grande profeta anterior a Él. Sin embargo, el mismo Jesús dice además que el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él, lo cual parece significar que los seguidores de Jesús, habiendo recibido un mayor conocimiento de su persona y sus enseñanzas, podemos participar del reino de Dios mejor de lo que le fue dado a Juan Bautista. Es como un reto que les propone Jesús a sus oyentes: si Juan Bautista fue quien fue antes de poder ver y oír a Jesús predicando y sanando las dolencias humanas, nosotros, que hemos recibido un mayor conocimiento de Él, podríamos superarlo si nos lo propusiéramos de verdad.

Ante la pregunta de Juan Bautista a Jesús a través de sus discípulos –¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?, imaginemos a Jesús respondiendo sonriente. Su respuesta evoca lo que había predicho Isaías como un acontecimiento que traería el gozo de la salvación obrada por Dios en persona: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio.

Es una invitación a la esperanza gozosa y paciente de quien reconoce en Jesucristo la presencia y la acción salvadora de Dios. Para todo el que cree de verdad, lo que parece imposible se hace realidad, y este es el sentido de los milagros de Jesús, precisamente a favor de las personas más necesitadas. El Evangelio o Buena Noticia, cuya realización sólo acontece para quien se reconoce necesitado de salvación, es lo que nos debe llenar de alegría espiritual y, por lo mismo, de una actitud plena de esperanza en Dios que está siempre dispuesto a liberarnos de todo lo que nos impide realizarnos como personas, aún en medio de los problemas de nuestra vida cotidiana.

2. Nuestra fe en un Dios que viene a salvarnos es fuente de alegría

Ocho veces expresa directamente la alegría el pasaje de Isaías en la primera lectura. La misma idea aparece también en la exhortación a no tener miedo, y en las imágenes del ciego al que se le despegan los ojos, del sordo al que se le abren los oídos, del cojo que comienza a saltar y del mudo que empieza no sólo a hablar, sino también a cantar. Dios, que viene en persona a redimir y a salvar, hace posible un porvenir nuevo de felicidad para todo el que cree en Él: pena y aflicción se alejarán. Por eso el espíritu propio del Adviento y de la Navidad es un espíritu de alegría, y ésta debe ser precisamente la actitud característica de todo creyente en Jesucristo: una actitud gozosa, tal como la ha descrito el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (El Gozo del Evangelio), publicada en el año 2013, primero de su pontificado.

Ahora bien, esta alegría es muy distinta del barullo de las fiestas repletas de licor y envueltas en el ruido ensordecedor de una sociedad vacía e incapaz del silencio interior para reconocer los valores espirituales. No es esa alegría aparente la que constituye el verdadero espíritu del Adviento y la Navidad, sino el gozo espiritual que resulta de la paz interior de quien se abre a la reconciliación con Dios y con el prójimo, disponiéndose a recibir y a dar perdón, deponiendo rencores y resentimientos.

3. La fe auténtica se muestra en la firmeza de la paciencia

 Tres veces nos invita el apóstol Santiago a tener paciencia, en el texto de la segunda lectura (Santiago 5, 7-10). Esta insistencia adquiere especial valor en la actualidad. En el mundo en que vivimos existe la tentación de la impaciencia porque impera la mentalidad del éxito sin esfuerzo. La magia de la automatización electrónica y de la satisfacción inmediata de los deseos con sólo pulsar un botón o hacer “click”, nos puede llevar a una incapacidad para la espera, a desesperamos con facilidad. Frente a esta mentalidad, la palabra del Señor a través de Santiago nos presenta una imagen poética aleccionadora: el labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Esta invitación a mantenernos firmes en la esperanza implica también tenernos paciencia, soportándonos mutuamente: no se quejen, hermanos, unos de otros.

 Pidámosle pues al Señor, primero que nos ilumine para reconocerlo vivo y actuante entre nosotros; en segundo lugar, que en este tiempo del Adviento y en la Navidad llene nuestros corazones con la sana alegría proveniente de una fe inquebrantable en Él, y en tercer lugar que nos conceda la paciencia necesaria para no desanimarnos en el camino de nuestra vida a pesar de las dificultades que se nos presenten.

Fuente: Jesuitas Colombia

«La Universidad Tiene que Repensarse si Quiere Sobrevivir»

El 29 de noviembre Julio Fernández Techera Sj asumió como nuevo Rector de la universidad católica del Uruguay, con una clara del rol de la universidad en la sociedad y el giro que le quiere dar a la casa de estudios es tiempo que esté en su función actual.

A continuación compartimos una entrevista publicada en ‘El Observador’ de Montevideo, en la que el jesuita se explaya sobre estas cuestiones.

Por Magdalena Cabrera

El rector de la UCUDAL, Julio Fernández Techera, dice que en Uruguay todavía no se es consciente de este desafío

Julio Fernández Techera es un apasionado de la educación. Está preocupado por la situación que atraviesa el país en este aspecto, pero también es optimista. Asegura que cuando volvió a Uruguay en 2002, los uruguayos seguían convencidos del excelente nivel de enseñanza y no querían tocar ni una pieza del sistema. Ahora son más conscientes y muchos se han puesto el desafío en los hombros. A su entender, los problemas sin resolver en la enseñanza básica han impedido mirar a futuro el sistema universitario, que también necesita renovarse. En su nuevo despacho, el flamante rector de la Universidad Católica recibió a El Observador.

¿Qué metas se puso para su gestión?

Una idea que tengo es darle una unidad mayor a la universidad. Los uruguayos tenemos un modelo, donde cada facultad tiene una gran autonomía y a veces es difícil juntarse para dialogar, pensar, organizar cosas juntos. Otro aspecto que me interesa mucho es seguir fortaleciendo los vínculos internacionales. También me interesa la vocación de servicio social muy fuerte que tiene la universidad. La educación, creo que es un área prioritaria de servicio de la universidad. Mi idea es convertirnos en una usina de innovación en este sentido.

¿Qué percepción tiene del sistema terciario universitario?

El gran reto de la educación terciaria –creo que todavía no lo hemos sentido- tiene que ver con el impacto de la tecnología en la formación. El modelo francés del siglo XIX, de aprender técnicas y adquirir conocimientos, hoy con internet está en serio riesgo. Entonces, la universidad se tiene que reposicionar. Hay cosas que hoy se pueden aprender con tutoriales. La universidad no es solo para formar profesionales o enseñar técnicas. Tiene que ver con la formación de toda la persona, la búsqueda de la verdad y generación de pensamiento crítico. Creo que está ante un reto muy grande y tiene que despertar.

¿Hacia dónde se debe ir?

Creo que va por recuperar la universidad como centro de formación integral, que es el modelo norteamericano e inglés, donde no se entra para hacer una carrera profesional. Es el modelo de college americano.

¿Cómo funciona exactamente?

En el college casi un tercio de las asignaturas son de todo tipo, desde filosofía hasta ciencias. Son materias que tienen que ver con la formación de la persona y a donde asisten estudiantes de todas las orientaciones. Luego hay dos tercios de asignaturas que son más específicas. Si al terminar el college, el estudiante quiere estudiar abogacía, tiene que ir a una escuela de leyes. El college tiene mucho más que ver con una experiencia intelectual, humana que con una carrera profesional. De la parte más técnica ya no se puede tener el monopolio. Todavía no hemos caído en la cuenta de este desafío porque no hemos logrado cambiar primaria y secundaria. La universidad tiene que repensarse si quiere sobrevivir como institución.

¿Y tiene que repensar su rol, pensando en las falencias con las que llegan los estudiantes?

Creo que las universidades más allá de colaborar mucho para que mejore la enseñanza básica, nos tenemos que hacer cargo de la realidad y la realidad son los alumnos que llegan. No podemos pensar todo para un alumno que no existe. Si tiene problemas en el manejo del lenguaje, habrá que ayudarlo para que lo desarrolle. Es posible.

¿Cómo ve a Uruguay en 30 años?

La situación es una tragedia, pero en los últimos 15 años ha habido un movimiento de innovación desde la sociedad civil, también en lo público. En algún momento esto va a tener que hacer click y modificarse. La sociedad uruguaya muy recientemente ha tomado conciencia del drama en el que estamos, supongo que en algún momento la gente va a reaccionar y le va a exigir al sistema político que tome decisiones. Eso va a ser bueno porque hoy al sistema político le cuesta tomar decisiones por el costo que eso pueda tener. Cuando vean que el costo político va a ser el no hacer, supongo que reaccionarán. Espero que en los próximo 10 años haya un click, sino esto va a ser terrible.

 ¿Qué papel debe desempeñar la educación católica en Uruguay?

La educación católica lleva 336 años en Uruguay. Somos una parte de la sociedad civil, aunque muchas veces se nos niegue el lugar como ciudadanos de pleno derecho.

 ¿A qué se refiere?

En Uruguay todavía pasa que hay autoridades que cuando se las invita a una institución católica no van y cuando se las invita a una que no es católica, si van. Esto lo digo porque me ha pasado. Y no se los invita a un acto religioso. Eso es triste porque estamos regidos por la legislación uruguaya y segundo, porque somos ciudadanos uruguayos igual que el resto. Lo mismo pasa entre lo privado y lo público. Hay llamados del Estado, donde solo se admiten personas egresadas de la Universidad de la República (Udelar). Eso en cualquier país del mundo se llama discriminación. Acá parece que lo público es una ciudadanía de primera clase y lo privado es una ciudadanía de segunda.

 Fuente: El Observador

¿Desolados o Consolados? Los Vaivenes de la Vida Interior

Un discernimiento fundamental para la espiritualidad ignaciana: ¿consolación o desolación?

 Por Emmanuel Sicre, SJ

Una de las primeras consideraciones para quien desea una vida espiritual es saber en qué estado se encuentra. Necesitamos tomar conciencia de nuestra realidad actual si queremos crecer espiritualmente, es decir, como personas. Ignacio de Loyola, observador perspicaz del mundo interior, describe en sus Ejercicios Espirituales la desolación y la consolación como los dos estados del alma humana en su itinerario espiritual. Y aún hay más que percibir. Veamos.

Ingresemos con paciencia al monasterio interior de nuestra vida para ver cómo Dios está trabajando en lo profundo, en lo secreto.

La dialéctica espiritual de consolación y desolación nos ayuda a detectar las dos primeras posibilidades que podemos distinguir existencialmente en la vida creyente.

La consolación (C)

¿Viste cuando caes en la cuenta de que simplemente eres una persona bendecida por todo lo que estás viviendo? Ok, eso es estar consolado. La consolación es el tiempo en el cual nos sentimos plenos, dispuestos a amar y servir al caer en la cuenta de la profundidad del amor del Creador y Señor de la vida. Es el tiempo que siempre el Dios de Jesús quiere regalarnos, porque es su modo de comunicarse con nosotros. Es el oficio de consolar del Resucitado.

A diferencia de estar contentos, se experimenta una alegría interna y un aumento de fe en la persona de Jesucristo, de esperanza en la realidad y de amor por el mundo. Lejos de la tranquilidad comprada (y bien cara) de spa, se trata de una paz honda y un equilibrio difíciles de conseguir por nuestros medios porque son don de Dios. Es el momento en el cual podemos percibir de cerca el vínculo que nos une a todo y a todos. Así, la realidad herida se nos presenta como una posibilidad de transformación desde donde estamos ubicados, porque somos consientes del valor de cada criatura.

 También comprendemos mejor a los demás, y hasta justificamos sus errores dado que vemos nuestra propia realidad más honda. Además, se fortalece en nosotros el sentido de la justicia social al indignarnos por las inequidades, de la lucha por la dignidad humana de los que sufren al inquietarnos por hacer algo, de anuncio del Reino al denunciar el mal con firmeza y ternura; a la vez que deseamos alabar y bendecir las realidades de Dios. Por eso, es un tiempo lindo para tomar decisiones fuertes, y dejarse confirmar por la vida en la alegría de la elección hecha de la mano del espíritu de Dios que danza con nuestros deseos más hondos.

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 El tiempo tranquilo (TT)

Pero ¿qué sucede cuando la intensidad de dichos sentimientos no es tanta, cuando estoy bien y listo, sin mucha experiencia sensible de consolación?

Bueno, en realidad se experimenta algo de todo esto, pero de manera más serena, como de fondo, como con la sensación de estar sostenidos por Dios desde siempre. A esto le podemos llamar: tiempo tranquilo. Este tiempo es una realidad cristiana de lo más común y regular. Sería una necedad pensar que es una consolación de baja calidad, o que Dios como nos quiere menos, nos hace sentir menos y a otros más. Si esto sucede, lo que está pasando es que se desfiguró el rostro de Dios porque él no da para recibir. A decir verdad, este tiempo, al igual que la consolación intensa, se trata de un don de Dios para la vida de todos los días, donde se combina muy bien lo que somos con las circunstancias que nos tocan vivir.

Podríamos decir que es el estado existencial propio del cristiano, a quien, de vez en cuando, se le da sentir con mayor intensidad su vínculo con el Dios de la vida.

 La desolación (D)

Pero también sucede todo lo contrario, y a esta experiencia le llamamos desolación. Se trata de un momento de oscuridad y sin sentido que Dios permite que vivamos.

Baste notar aquí que la consolación Dios la da porque es el modo en que se comunica con nosotros, mientras que la desolación sólo la permite. El Dios de Jesús no se comunica con eventos catastróficos, desolaciones aplastantes, y enfermedades incurables. Su voluntad nunca es destruir, sino todo lo contrario. Dios se comunica a pesar de las dificultades y el sufrimiento, de hecho, los supera sanándolos, redimiéndolos, resucitándolos, infundiendo consuelo. Él se comunica en y a través de nuestros dolores. Incluso con su silencio. Es lo que hemos visto hacer a Jesucristo todo el tiempo.

La desolación es el tiempo cuando nos sentimos permanentemente acosados por la tentación de claudicar y abandonar todo porque estamos como agobiados, abatidos, rotos. La confusión sobre lo que nos está pasando nos tiene inquietos y no podemos detener la marea de pensamientos que, mezclados con las emociones más feas, resultan un combo deprimente. La desconfianza se apodera de cada una de nuestras apuestas. Comienzan a aparecer palabras como todo, nunca, siempre, que tensan la dialéctica de la vida y no hay términos medios ni matices que valgan. Todo está perdido, siempre lo mismo, a mí nunca… Suele suceder, también, que uno se vuelve perezoso porque no le dan ganas de hacer nada dado que se nos oculta el sentido de la vida. La amada tristeza visita el corazón poniendo un manto de nostalgia que nos atrapa en el famoso dicho: “todo pasado fue mejor”. La culpa insana por nuestros fallos nos pesa como un yunque y nos hace andar encorvados y como sin salida.

Los demás son una amenaza y necesitamos que fracasen para no sentirnos tan miserables. Vivimos tibios respecto de los ideales que nos sostuvieron alguna vez y surge una experiencia como de estar separados y alejados del Creador. Quien resulta casi un perfecto desconocido. En efecto, es el tiempo de la desmemoria absoluta. Por eso, Ignacio recomienda nunca cambiar las decisiones importantes que tomamos en la consolación cuando nos sentimos tan abrumados. En efecto, nos parece que nunca fuimos consolados en toda nuestra vida.

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La sequía espiritual (S)

Sin embargo, ¿qué pasa cuando esta desolación no es tan aguda y simplemente nos acompaña un tiempo de angustia leve y desazón permanente sin que nos quite del todo la paciencia? A esto le podemos llamar un tiempo de sequía espiritual. Al parecer nada brilla, todo está como normal, sin cambio, chato, deslucido y nos cuesta aletear. De oración ni hablar. El espíritu parece cera pegada al piso. Inerte, indolente, abúlico, aburrido.

Si permanecemos allí quizá se nos convierta en nuestra casa y seamos unos amargados, intolerantes que enjuician todo con su mirada monolítica y cerrada de la vida y los demás. Quien no hace lo posible por mudarse de la casa de la desolación terminará siendo un personaje pálido, incapaz de provocar vida, de cara larga y que da lástima para conseguir autocompasión. Y de a poco se quedará solo, o simplemente acompañado con los habitantes derrotistas de la casa de la desolación.

 La agitación de espíritus (AE)

Finalmente, ¿es posible que, dado algún momento particular que estamos atravesando, o incluso dentro de la misma oración, experimentemos un estado de agitación de espíritus donde pasamos de la desolación a la consolación como de un momento a otro sin entender mucho por qué? Sí.

Nos sentimos en una especie de ciclotimia espiritual, como inestables y un poco confundidos. Esta agitación es permitida para que el discernimiento pueda ayudarnos a aclarar lo que estamos viviendo de cara a lo que Dios está invitando. Aquí hace falta distinguir más finamente qué cosas me provocan desolación y cuáles consolación. Habrá las que con mayor notoriedad nos resulten desoladoras y viceversa. Sirve diferenciar aquí la consolación pasajera de la perdurable. La primera es del mal espíritu porque es un placebo mentiroso, la segunda es del bueno porque es una medicina veraz. La agitación de espíritus es un tiempo apropiado para no dar manotazos de ahogados con la marea revuelta, sino simplemente flotar con paciencia hasta que llegue el rescate.

 ¿Y para qué todo esto?

Bueno, para acopiar gozo en la memoria del corazón durante el momento de la consolación para cuando venga la desolación. Para saber que no somos los dueños de lo que nos pasa, y sí los responsables de ver qué hacer con lo que vivimos interiormente. Para dejar de vivir en la fantasía del castillo de la consolación o en la ingenuidad de casa de la desolación. Para comprender que la realidad de ser humanos es compleja y necesita de esta sístole y diástole espiritual que la renueva, la purifica, y la predispone para acercarse cada vez más al mundo herido y hacer lo que Dios hace: encarnarse, redimir, sanar y consolar. Para que cuando nuestra fe entre en crisis no la abandonemos, y le ayudemos a seguir el camino de la maduración que exigen todas las cosas importantes de nuestra vida. Por último, para que enteramente reconociendo la vida que se nos regala, podamos ofrecerla en el servicio de amor a los demás.

Oración para Adviento

El adviento está cercano a su fin, pero queremos aprovechar hasta el último minuto para invitarte a rezarlo y preparar el corazón para la Navidad. Hoy te proponemos esta oración.

Por Javier Quismá SJ

 Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,

un Adviento más estremecido, asustado, aturdido y expectante,

percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón

las cenizas del deseo, cómo después de un toque de nostalgia,

la memoria que se despereza y abre sus ojos al pasado

deslumbrado por el agradecimiento.

Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,

desempolvando mi esperanza,

consintiendo en este esperar,siempre mismo, siempre nuevo,

consintiendo en este tener que esperar para vivir,

en este esperar como afirmación fundamental de mi vida,

en este esperar que traduce la profunda y secreta necesidad

de tender hacia lo que se me presente como inalcanzable

y, por ello, inesperable con mis propias fuerzas.

Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,

una vez más enfrentado a la paradoja de esperar lo inesperable,

de tener que ejercer esta esperanza para existir,

de hacerme consciente de que ser es esperar.

Aquí estoy, Señor, con la mirada del corazón clavada en este Adviento,

con el anhelo encendido, con el deseo ardiendo,

luchando contra mis miedos y esperanzas

para que el fuego de la esperanza se abra e ilumine el primer paso.

Aquí estoy, Señor, intentando limpiar la niebla de mis ojos,

rogándote que enjugues Tú mis lágrimas

y que tu luz alce mi cabeza y oriente mi mirada

hacia el lugar de la promesa.

Aquí estoy, Señor, aguardando lo que no veo,

lo que no siempre quiero, lo que desconozco,

lo que, sin embrago- ¡qué ironía!- es mi mayor certeza.

¿Cómo aguardar amor y desvergüenza?

¿Cómo negar la espera al Dios de mi esperanza?

Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,

estremecido, asustado, expectante, enamorado

y sintiendo Tu llamado como la cosa más cierta, más real,

como la única verdad de mi espera.

No te canses de llamar, Señor, no te canses de llegar,

no te canses de venir, Señor, que aquí estoy caminando,

Señor, a Tu encuentro en este Adviento.

Padre Sosa: Para que Exista Reconciliación es Necesario el Reconocimiento

El Padre General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, indicó en entrevista exclusiva para Globovisión desde El Vaticano, en la que habla de la cuestión de la reconciliación a la luz de la realidad que se vive hoy en su país natal: Venezuela.

 Globovisión

 “Nadie puede seriamente reconstruir las relaciones sociales si no reconoce que estas se encuentran fragmentadas”. Sosa cita a modo de ejemplo la actitud que ha asumido el Papa dentro de la Iglesia y lo cataloga como un hombre que es muy claro al hablar y decir las cosas como son. “Ese es el principio de partida de cualquier reconciliación”, reitera.

 El Superior de los jesuitas indicó que para recuperar la convivencia fraternal en Venezuela es necesario la humanización de las relaciones. “En el país hemos perdido la capacidad de reconocernos mutuamente como hermanos. Tenemos que empezar a reconocernos como iguales y desde allí buscar solución a los conflictos desde el diálogo y la conversación”.

 Sosa admite preocuparle desde hace mucho tiempo el lenguaje que usan los venezolanos para referirse unos a otros y advierte que no sólo en el campo político sino también en el de la convivencia ordinaria. “Para el venezolano es muy fácil descalificar al otro con una palabra o adjetivo que hace referencia a su posición o al sitio de donde proviene”.

 El Padre continua explicando que “los venezolanos no solemos rescatar las cualidades de una persona, sino más bien recurrimos al uso de etiquetas y eso en el campo político se ha convertido en el lenguaje normal”.

 A juicio de Sosa es necesario también la recuperación de la política porque el ser humano está llamado a vivir en comunidad y en sociedades que tienen intereses comunes e individuales y la única forma de resolver los conflictos es mediante la política.

Fuente: Fundación Amar y Servir

Adiós al Padre Kolvenbach

El jesuita hindú Cedric Prakash cuenta como se vivió el último Adiós al Padre Kolvenbach, cuyo funeral, celebrado en Armenia, contó con la presencia de innumerables jesuitas, el nuncio Apostólico enviado con un mensaje del Papa y representantes de la Iglesia Ortodoxa.

 Por Cedric Prakash

Fue un funeral que tuvo de todo: desde lo simple a lo solemne.

El P. Dany Youness, provincial de la Provincia del Próximo Oriente presidió la celebración que tuvo al P. General, Arturo Sosa SJ como con-celebrante (lo que a Peter-Hans hubiera encantado).

Patriarcas y Obispos, jesuitas, sacerdotes diocesanos; estudiantes y profesores; ministros del Gobierno y gente de a pie, todos estuvieron allí presentando sus respetos a un hombre que hizo del Cercano Oriente su hogar, haciéndose uno más en la cultura y tradición Armenia.

El P. Sosa destacó que Kolvenbach fue, a la vez, un padre y un hermano para todos. Un auténtico hombre de Dios.

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El Nuncio Apostólico leyó un cálido mensaje de Su Santidad en el que destaca que el P. Kolvenbach siempre será recordado por una fidelidad íntegra a Cristo y su Evangelio y por su devoto servicio a la Iglesia Universal. Los elogios de los Patriarcas Armenio y Maronita desbordaban devoción por él.

El cortejo, en la tarde, al dejar la Iglesia del St Joseph’s Jesuit Centre hacia Notre Dame in Jamhour, enfrentó una fuerte tormenta eléctrica y una densa lluvia. Alguien destacó que hasta los cielos se sumaron al llanto por la muerte un ‘alma grande’… pero rápidamente se escuchó en respuesta: ‘hoy es el cumpleaños 88 del P. Peter y hay fiesta en el cielo, por lo que así como vivió, también hoy nos envía una ‘lluvia de bendiciones’ a esta tierra que esperaba sedienta la lluvia después de un par de meses de sequía’. Quizás ambos estén en lo cierto.

 A medida que el cuerpo de nuestro recordado P. Peter-Hans Kolvenbach descendía en la tierra del Cementerio de Notre Dame in Jambour ya nadie pudo contener las lágrimas que brotaron espontáneamente de nuestros ojos: un ser humano maravilloso, un gran jesuita, un santo de nuestro tiempo.

 Extraído de Facebook

Reflexión del Evangelio, Domingo 4 de Diciembre

Evangelio Mateo 3, 1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Conviértanse, porque está cerca el Reino de los Cielos.» Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: «Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.» Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán, y confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Y al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: « ¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a escapar del castigo inminente? Den el fruto que pide la conversión, y no se hagan ilusiones, pensando: «Abraham es nuestro padre», pues les digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abraham de estas piedras.

Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él trae su pala en la mano y limpiará el trigo, y lo separará de la paja; guardará su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.» (Mateo 3, 1-12).

Reflexión del Evangelio – por Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

La invitación a la conversión tiene como trasfondo la esperanza, tema central del tiempo del Adviento. De esta virtud es el mejor ejemplo María Santísima, la madre de Jesús, de cuya Inmaculada Concepción -libre de pecado desde el primer instante de su existencia- se celebrará la fiesta el 8 de diciembre. En las lecturas de hoy encontramos tres temas que nos muestran la relación entre la conversión y la esperanza.

1. Las promesas de Dios a los patriarcas hebreos son motivo de esperanza para toda la humanidad

Los patriarcas -Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob, de quien procedieron las 12 tribus de Israel-, son evocados por el apóstol san Pablo en la segunda lectura, tomada de su Carta a los cristianos de Roma (Romanos 15, 4-9).

Aquellos “patriarcas” fueron los primeros creyentes en un solo Dios y por lo mismo nuestros antepasados en la fe hace unos 38 siglos. San Pablo se refiere a ellos para exhortarnos a que “mantengamos la esperanza” en el cumplimiento de las promesas que Dios les hizo, no sólo de formar a partir de ellos un pueblo numeroso, sino de realizar en su favor una acción liberadora.

El cumplimiento de estas promesas no iba a ser sólo para los israelitas, sino también para los gentiles, es decir, quienes perteneciendo a distintas razas y culturas iban a creer en ese mismo Dios que, 18 siglos después de aquellos patriarcas, se hizo presente en la historia humana por medio de su Hijo Jesucristo, Dios mismo hecho hombre.

2. Los profetas anunciaron a un “Mesías” que vendría a iniciar el Reino de Dios

“Aquél día brotará un renuevo del tronco de Jesé”, comienza diciendo la primera lectura, del libro del profeta Isaías (11, 1-10). Jesé había sido un pastor de ovejas cuyo hijo David fue escogido hacia el siglo X a .C. para ser rey de Israel y como tal fue “ungido” (“Mesías” en hebreo, “Christos” en griego). Poco más de dos siglos y medio después, Isaías anuncia la venida de un futuro Mesías -descendiente de Jesé y de su hijo David- que será consagrado por el Espíritu del Señor para establecer entre quienes quieran recibirlo un reino de justicia y de paz. En su anuncio el profeta emplea una metáfora: las fieras salvajes ya no serán temibles, pues convivirán en armonía con los animales mansos y con los niños.

El Salmo 72 (71) se cantaba en la entronización de cada rey descendiente de David, invocando a Dios para que su gobierno trajera justicia y paz no sólo a la nación sino a todo el mundo: del gran río (Jordán) hasta el confín de la tierra. Este Salmo expresa la esperanza en un nuevo orden social en el que serán liberados los pobres, o sea los que sufren las consecuencias de la injusticia y todas las demás formas de violencia: los desposeídos, marginados, excluidos, secuestrados, desplazados.

Quienes creemos en Jesucristo reconocemos que Él es el Mesías anunciado por los profetas, y en su honor cantamos el Salmo que proclama su Reino de justicia y de paz. Pero esto no debe quedarse de nuestra parte en meras palabras que se leen o se cantan. Tenemos que colaborar activamente para que el Reino de Dios, inaugurado por nuestro Señor Jesucristo, se haga una realidad en nuestras vidas y en el mundo en que vivimos.

3. Para recibir el Reino de Dios es necesaria una actitud humilde de conversión

 El Evangelio nos presenta a san Juan Bautista que clama en el desierto de Judea, a orillas del río Jordán, invitando a la conversión: “Conviértanse, porque está cerca el Reino de los Cielos”. Es el mismo Reino de Dios del que hablan los otros evangelistas. Mateo emplea el término “Reino de los Cielos” en atención a los judíos, que evitan por respeto pronunciar el nombre de Dios. Esta invitación es también para nosotros, y su realización sólo es posible desde el reconocimiento de nuestra necesidad de ser salvados, una actitud totalmente opuesta a la soberbia de fariseos y saduceos que critica Juan llamándolos “raza de víboras”.

 Quienes escuchaban a Juan Bautista y acogían su invitación a convertirse, “confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán”. Nosotros, con la confesión de nuestros pecados ante Dios y ante la comunidad -representada por el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación-, podemos expresar nuestro reconocimiento de la acción misericordiosa de Dios, siempre dispuesto a perdonarnos, y así se renueva para nosotros la gracia del Bautismo.

 Dispongámonos, pues, a que la conmemoración del Nacimiento de Jesús no se nos quede en la superficie de una navidad comercializada. Por el contrario, con nuestra actitud de conversión y de reconciliación con Dios y entre nosotros, empezando por la vida familiar, manifestemos sinceramente, unidos a María Inmaculada, lo que Jesús nos enseñó a pedir en el Padre Nuestro: Venga a nosotros tu Reino, que es, en definitiva, lo mismo que pedimos también en la Eucaristía después de la consagración del pan y del vino: Ven, Señor Jesús.-

Fuente: Jesuitas Colombia

Nuevo Rector en la Universidad Católica del Uruguay

La Universidad Católica del Uruguay tiene, desde el 29 de noviembre, nuevo rector. El P. Dr. Julio Fernández Techera, S.I., asumió sus funciones, en las que sucede al P. Eduardo Casarotti, S.I. tras ocho años de gestión.

 En un Acto Solemne de Toma de Posesión, el P. Fernández Techera, S.I. prestó juramento y se convirtió en el octavo rector de la UCU. Señaló que la universidad es “abrirse a la universalidad” en tanto apertura al conocimiento, apertura al otro, al rigor a la verdad y al servicio para hacer el bien.

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 En el acto también participaron el Gran Canciller de la UCU Cardenal Daniel Sturla SDB, el Vice Gran Canciller P. Alejandro Tilve, S.I. y el rector saliente P. Eduardo Casarotti, S.I. Durante la ceremonia, Sturla señaló que debe haber libertad e igualdad para todos los jóvenes “para que tengan metas amplias” y horizontes lejanos. En su intervención, el P. Casarotti agradeció por el trabajo de todos quienes lo acompañaron durante su gestión.

 Previo al Acto Solemne de Toma de Posesión se celebró la Misa del Espíritu Santo, que fue presidida por el propio Sturla.

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El P. Julio Fernández Techera, S.I., nacido en Montevideo en julio de 1966, ha sido desde el año 2012, el Director del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Humanas de la UCU y Director Ejecutivo de la Fundación Sophia. Es doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Ciencias Históricas por la Universidad de la República, licenciado en Teología y licenciado en Estudios Eclesiásticos por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Entre 2002 y 2011 fue Director de Bachillerato y Director Académico del Colegio Seminario.

 Fuente: Noticias UCU