La Eucaristía: Amor y Unidad

En un mundo atravesado por las injusticias, por el hambre y la sed de tantas cosas: ¿vivimos en clave de eucaristía?

Por Enrique Gutiérrez T. S.J.

¿Quién de nosotros no ha tenido en su vida la experiencia de haber pasado hambre y de haber tenido sed? De una u otra manera, todos en la vida lo hemos vivido. Es algo que no nos gusta, que nos marca para siempre. Nos preguntamos ¿por qué las cosas son de esa manera, por qué el hambre en el mundo?, ¿por qué tanta sed de diversos órdenes? ¿Nos hemos vuelto tan insensibles que las fotos dramáticas y las escenas que nos entregan los medios de comunicación ya no nos impactan?

En la solemnidad de Corpus Christi celebramos la manera en que Jesús, el Dios hecho hombre, quiso quedarse entre nosotros como alimento y bebida para el camino de la vida. Es el reconocimiento de esa presencia sacramental, bajo las especies del pan y el vino, que nos permite acercarnos al regalo de la Eucaristía. Don que es una invitación a ser sacramento de unidad y vínculo de caridad, como lo expresa de manera magistral el gran San Agustín.

Quienes nos reunimos cada domingo lo hacemos unidos por la fe que tenemos en común, invitados a celebrar la comunión con los hermanos en torno a la palabra del Señor y a la fracción del pan. Somos comunidad llamada a construir cada vez más esa misma comunidad desde el testimonio de vida y el compromiso. La comunidad no se nos da hecha, estamos llamados a ser parte viva de la misma y a cooperar en su construcción.

Es también vínculo de caridad porque estamos llamados a hacer realidad el mandamiento nuevo que Jesús nos dejó: “que se amen los unos a los otros como Él nos ha amado”. Ese vínculo de amor es lo que hace posible ir construyendo la unidad, le da sentido a nuestra tarea y a nuestra misión. Convocados para celebrar, somos desde la misma comunidad, enviados para hacer realidad ese mandamiento de amor. Tarea que debe reflejar lo que debe significar la Eucaristía en la vida de cada uno.

El mundo en el cual vivimos no es un mundo hambriento solo de pan material. Es un mundo hambriento de respeto a la vida, a la dignidad de la persona. Es un mundo sediento de valores que le den sentido a su quehacer cotidiano. Es un mundo hambriento y sediento de Dios, de lo espiritual, de la trascendencia. Es ahí, en un mundo así, donde estamos llamados a ser testigos de un Dios que se hizo hombre en la persona de Jesús de Nazareth, un Dios que se entregó a la muerte por nosotros, que dio su vida para que tuviéramos vida, un Dios que se hace alimento y bebida.

Esta celebración es una invitación para que nos preguntemos cuál es la importancia que le damos en nuestra vida a la Eucaristía, cuál es nuestra participación en la misma, cuál el sentido de solidaridad que estamos llevando a la práctica, o si por el contrario nos hemos olvidado que no podemos ser insensibles a las necesidades de los demás, especialmente de los más frágiles y débiles. Comer el Cuerpo del Señor y beber su Sangre nos compromete a ser signo de unidad y vínculo de caridad para con nuestros hermanos.

Fuente: Jesuitas Colombia

Carta del Padre General sobre el Discernimiento Comunitario

El Padre General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa SJ, ha enviado una carta en la que habla del discernimiento comunitario dentro de las comunidades jesuitas. Para leer el documento.

Hace algo más de dos meses el Padre Arturo Sosa se dirigió a la Compañía de Jesús para insistir en la vinculación entre nuestra vida y misión, acaba de dar un paso más para implicar a todos los jesuitas en el seguimiento y concreción de las intuiciones de la Congregación General 36.

Para ello ha dirigido una larga carta sobre el discernimiento en común a toda la Compañía. En ella va explicando la necesidad y los elementos de esta búsqueda compartida de la voluntad de Dios. Insiste en que no todo es motivo de discernimiento, y nos previene, con claridad y sin ambages, para no llamar así a “falsos discernimientos en común que solo buscan revestir de lenguaje ignacianamente correcto decisiones tomadas previamente con criterios del propio grupo”. Pero, hechas esas aclaraciones, lo esencial de la carta es la insistencia y motivación para hacer del discernimiento una herramienta y una forma de nuestra misión.

La carta parte de la constatación de que Dios nos llama a discernir –como ha sido propio de la Compañía desde las deliberaciones de los primeros compañeros-. Hoy, la Compañía y la Iglesia necesita tomar decisiones importantes en una época de cambios veloces y profundos. Ahí entra el discernimiento, que es un requisito imprescindible para no convertir la planificación apostólica en un puro ejercicio racional de eficacia. El examen espiritual ha de ayudar a mantener constante ese vínculo entre discernimiento y planificación.

 Una larga sección está dedicada a explicar los elementos concretos de la práctica del discernimiento en común. Para enfocar bien este proceso hará falta escoger bien la materia, saber quiénes y por qué participan, tener libertad interior, unión de ánimos, comprender bien cómo se discierne (que es ampliamente explicado también en el documento), poner en común la oración, cuidar la conversación espiritual, practicar el examen y tener claro cómo se toma la decisión final.

Todo ello, como no puede ser de otro modo, poniendo toda nuestra confianza en Dios, que nos llama a compartir esta misión de servicio a la reconciliación y la justicia del evangelio, en nuestras comunidades y obras.

Fuente: Info SJ 

 

Catalina de María Dejó un Estilo “Dar la Vida”

Compartimos una reflexión sobre el carisma de Madre Catalina, fundadora de la Congregación de las Esclavas del Corazón de Jesús, que será beatificada en noviembre en Córdoba, Argentina.

Hna. Emilse Noemí Flores ECJ

Otro de los rasgos característicos de la Espiritualidad Ignaciana es buscar “Hacerlo todo para la mayor Gloria de Dios”: Ad maiorem Dei gloriam (AMDG) que es el lema de los Jesuitas. Para Catalina fue su ideal y su criterio. Le dio felicidad como culminación del proyecto de Dios para ella: Por eso hoy podemos aclamar su “Beatitud”, porque su ser Feliz, está en plenitud.

Catalina, mujer Feliz, buscadora de la felicidad

En 1Tim 2,4 San Pablo dice: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”

Este es el fin último de Catalina, buscar la “Gloria de Dios”. Pero ¿qué es la Gloria de Dios? Es llevar a cumplimiento el proyecto de salvación de Dios a la humanidad. Que podamos todos gozar el ser hijos e hijas de Dios y gozar de esta plenitud filial y fraterna. Como afirma San Ireneo: “La gloria de Dios es que el hombre viva, y la vida del hombre se halla en la Gloria de Dios”.

Es en definitiva expresar lo que dijo Jesús en el Evangelio, el Amar a Dios y al prójimo sobre todas las cosas, como el primero y más importante de los mandamientos. Amar es trascenderse a sí mismo “Salir del propio amor, querer e interés” [EE.189] dirá San Ignacio, para buscar el bien del prójimo.

Catalina nos testimonia:

“No sé qué mayor dicha se puede tener que la de ser Esclava del Corazón de Jesús; esta felicidad sólo puede interrumpirla nuestro amor propio que nos hace desconocer la verdad de las cosas y nos cierra los ojos del alma para no ver nuestros propios defectos” (MC 373)

El horizonte de Catalina fue la Gloria de Dios, para ello quiso poner todos los medios posibles. Su vida se vio jalonada de oportunidades desafiantes donde se puso en juego su actitud fundamental, su libertad de corazón. Catalina se dispuso a ordenar sus deseos y sus cosas en función de ese proyecto de Dios. Invitada a elegir, optó por la VIDA, y Vida en abundancia.

San Ignacio al final del Principio y Fundamento de los Ejercicios entrega un criterio de radicalidad evangélica: …“las otras cosas sobre la haz de la tierra son para que le ayuden en la prosecución del fin para lo que es creado…y tanto usar de las cosas en cuanto le ayuden…solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados”. En este elemento integrador de la persona y de la vida está la propuesta de maduración espiritual. Nos remite a una espiritualidad activa, discerniente, de libertad frente a las cosas y los afectos, de confianza plenificante, de la mayor entrega.

Es verdad que Catalina aprendió a ayudar y dejarse ayudar desde pequeña, vivenció la carencia de padres y la soledad en su búsqueda de su vocación verdadera, y como toda joven buscó su felicidad, siendo fiel a sí misma, y desde ese horizonte respondió a lo que interpretó como camino de fe en cada tiempo. Y seguramente se preguntó: ¿Qué mayor bien puedo hacer? ¿Qué es lo mejor, lo que más puede ayudar? ¿Dónde, cómo? ¿Qué es lo que Dios quiere para mí? ¿Qué cosas me atan el corazón? ¿Qué cosas o personas me ayudan en mi camino para ir a Dios?

Podemos inferir, que este fue el criterio que tomó cuando reflexiona y acepta el estado matrimonial. En 1851, ella tuvo en cuenta los signos de los tiempos difíciles de su Córdoba natal y del futuro de su país, de las tendencias políticas y de los riesgos que estaban pasando como familia. Es posible que al querer hacer un discernimiento de su vocación, para lo cual dedicó un tiempo en el Colegio de niñas Educandas, debió pesar en su decisión los pequeños huérfanos de Manuel Zavalía, su pretendiente, y la posibilidad real que él perdiera la vida por sus obligaciones militares y la activa participación como opositor a la política oficial. Ella era huérfana y sabía por experiencia propia lo que significaba. Por qué no pensar que fue su deseo de contener, proteger a los pequeños niños Benito y Deidamia Zavalía, el objeto de su ternura y de su conmoción. Aquello que deseaba aún no podía verlo concretado, los tiempos de Dios eran otros para ella…y “conservando estas cosas en su corazón” confió, esperó contra toda esperanza, ordenando esas “otras cosas” para que más ayuden…saliendo de su propio amor, querer e interés”.

Dios sabe poner en el corazón la decisión más acertada. Catalina postergando su primera vocación pudo dar vida y felicidad a otros más vulnerables y pequeños, aceptando, con docilidad y fe, “solamente deseando y eligiendo” lo que Dios estaba eligiendo para ella. Así fue “colocada” en el mayor servicio, como ella lo expresa: “quiso Nuestro Señor, por medios muy raros colocarme en estado bien diferente” (Memorias 1)

Este modo de hacerlo todo para la “mayor gloria de Dios”, es el “Magis ignaciano”. Es la invitación de decidirnos por lo que más y mejor sirva a Dios para su proyecto de humanización. Lo más, lo mayor, lo mejor pero respecto al servicio que se hace. No es el producto de la eficacia o de prestigio. Es la motivación de fondo y lo fundamental, el “ser colocada” la persona en el seguimiento de Jesús, en dinamismo de Reino, de generar un mundo más humano. No se trata de hacer las cosas más grandes, sino de hacer aquellas que son posibles para ayudar más y mejor a los demás.

Madre Catalina lo vivía como expresión de grandes deseos de generosidad y desde su mayor autenticidad como respuesta agradecida. Ella lo promovía, con un estilo concreto de acompañar, de dar vida, a través de la acogida, el trabajo, testimonio de humildad, Amando y reparando. Como fundadora se puso al servicio de sus hermanas, en el acompañamiento epistolar y en los detalles cotidianos y sobre todo en los esfuerzos de cada fundación. No se cansaba de orientar:

  • “Que todas trabajen unidas por la gloria de Dios” (MC 296)
  • “Hágalo todo por la Gloria del Sagrado Corazón y encontrará la paz en su alma” (MC 150)
  • “En nosotras no debe haber otro deseo, ni otro pensamiento que la mayor Gloria de Dios” (MC 276)
  • “Deseo que como ángeles veloces vuelen las Esclavas y se repartan por todo el mundo, trabajando por la gloria de Dios” (MC 129).

Fuente: madrecatalinademaria.com

¿Lo Más Serio de la Vida Puede Ser Apuesta?

¿Qué podemos apostar con Dios?

Luis Javier Palacio, S.J.

Te lo voy a explicar con una reflexión interesante, curiosa y profunda que hizo un creyente del siglo XVII que se llamaba Blas Pascal, el mismo que estudiaste en estática de los líquidos, en cálculo de probabilidades, en el altímetro de mercurio. Un autodidacta filósofo, teólogo y científico. La reflexión se llama el “Apostador pascaliano”.

No creas que la fe es una imposición como la fuerza de gravedad que si la desobedeces te estrellas al tirarte de una torre. ¡No! La fe es una apuesta y la más interesante de tu vida. Mira lo que opinaba el mismo Pascal: «La luz de Dios es suficientemente fuerte para que el que quiera pueda creer, y la oscuridad de Dios es suficiente para que el que rehúsa creer no se sienta constreñido a hacerlo». Dios que para los creyentes es Jesús, no puede ser aceptado sino porque te deja fascinado con su vida. Pero veamos la apuesta, que puede ser sustentada en el evangelio de Juan. «El que no cree ya está juzgado» (Jn 3:18).

Supongamos, dice Pascal, que haces una apuesta a que Dios existe o a que no existe.

Si apuestas a que existe le apuestas dos cosas: tu vida actual y tu vida futura. En tu vida actual tratarás de conformarse con la vida de Jesús y al final de tu vida te encontrarás con la plenitud de esa misma vida. Si pierdes la apuesta, porque Dios no existe, entonces habrás ganado esta vida y no tendrás vida futura. Pero qué más da, ya esta vida fue suficientemente significativa como ganancia.

Si apuestas que no existe Dios, le apuestas igualmente dos cosas: tu vida presente y tu vida futura. Tu vida presente, sin otro referente que tu propio yo, se vuelve una desgracia para ti mismo y para los demás, pues te vuelves pura fuerza centrípeta, egoísta. Al morir, si Dios existe también habrás perdido tu vida futura y habiendo perdido la presente tendrás una pérdida doble. Si no existe, ¿Qué más da? Ya perdiste esta vida que era la única que tenías.

La conclusión a la que llega Pascal es que vale la pena apostar esta vida a la causa de Jesús porque ganas de todas maneras, exista o no exista Dios.

A Pascal no le gustaba el juego. Incluso descubre el cálculo de probabilidades mostrando que todo jugador de azar, de lotería, de dados, de cartas se auto engaña porque la expectativa de cada jugador es menor que la del tallador. La única apuesta que realmente se puede y debe hacer es la de esta vida. Pero a la gente le gusta jugar por su fuerza centrípeta de acumular dinero. Así que para Pascal no hay sino una apuesta moral y necesaria y es la apuesta de la vida. En ésta no hay engaño porque siempre ganamos en humanidad.

Fuente: Jesuitas Colombia

 

La Educación a Distancia en América Latina

Desafíos de la educación a distancia para que sea una instancia provechosa para los estudiantes y de crecimiento institucional para las unidades académicas que la imparten.

“América Latina debe afrontar desafíos en educación en línea para ser actor de su propio destino” – David Fernández Dávalos SJ.

Las dificultades en la educación en línea en América Latina retan a las universidades de la región a hacer una alianza para acercar perspectivas y construir programas comunes con el fin de poner las condiciones para que el transcurso a la educación a distancia sea una experiencia exitosa, consideró el Maestro David Fernández Dávalos, S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

“En realidad, lo que queremos a la hora de la hora es llegar a más gente, para que pueda capacitarse y puedan convertirse en actores de su propio destino, y contribuir al desarrollo de nuestros países. Eso en realidad es lo que nos mueve y para eso tenemos serios desafíos”, agregó el Rector, durante la inauguración del ‘Taller para la Maestría en Gestión de Instituciones Educativas en Entornos Virtuales. ECESELI-UDUAL’.

Los desafíos a los que se refirió el Mtro. Fernández Dávalos son los cuatro grandes mitos en torno a la educación en línea:

  1. Es más barata. Que no es verdad, pues si bien a la larga se puede amortizar la inversión, ofrecer educación on line es algo complejo que requiere de infraestructura, condiciones de masa crítica muy significativa, investigación y formulación de programas que suponen para poderse realizar una gran capacidad institucional y económica.
  2.  Es más fácil. Tampoco es cierto, ya que estudiar en la computadora requiere una disciplina casi espartana y habilidades que no se adquieren de la noche a la mañana. Y los profesores (as) también deben tener capacidades particulares, ya que no cualquiera puede agarrar un formato, una interfaz y un micrófono para desarrollar una clase pertinente y atractiva.
  3. Puede llegar a donde no pueden llegar las instituciones como tales. Eso es cierto en parte, toda vez que se puede llegar a donde hay red, pero no a donde no existe.
  4. Cualquiera puede acceder a la educación en línea. Falso. Hay que contar con disciplina, habilidades de aprendizaje, posibilidad de socializar a través de la red y tener una sensibilidad espacial para esto; que quienes no han pasado por las aulas no pueden tener, como tampoco si no cuentan con una computadora y un entrenamiento de largo plazo.

El maestro Jorge Meza Aguilar, director general de Vinculación Universitaria de la IBERO, añadió que el ‘Taller para la Maestría en Gestión de Instituciones Educativas en Entornos Virtuales. ECESELI-UDUAL’ tiene un papel estratégico para el desarrollo social y del sector productivo en Latinoamérica, donde se tienen como retos comunes la violencia, la inseguridad, el desarrollo económico y el bienestar social.

“Creo que ahí las tecnologías nos van a posibilitar justamente el tener ese papel de cómo podemos desarrollar a todos los jóvenes latinoamericanos. Necesitamos muchos ingenieros, científicos, que puedan generar esas innovaciones, generar esos programas sociales que se están demandando en nuestros países, esos nuevos modelos económicos. Y que realmente podamos, creo que desde la colaboración, la interdisciplina, la internacionalización, tener todos esos puntos de vista”.

Para el doctor Antonio Ibarra Romero, coordinador Académico de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL), actividades como el taller permiten a las universidades públicas y privadas repensar cómo crear un amplio tejido institucional que permita generar una oferta educativa en línea para América Latina.

Si se considera que las posibilidades de la educación en línea van más allá del propio proceso educativo, también habría que pensar qué tipo de nueva ciudadanía se quiere para Latinoamérica.

“Quizá lo que no tenemos en esta ciudadanía es una alfabetización plena, es decir, un ejercicio pleno de esta ciudadanía. A mí me preocupa mucho que la generalización de las redes sociales y la comunicación virtual no inmediatamente genera una alfabetización, en el sentido de una cultura amplia en los usuarios de las redes sociales y como un instrumento poderoso para cambiar esto que ya se mencionaba, esta dimensión de la inequidad que tenemos en América Latina, estos problemas de seguridad y de ejercicio de derechos”.

El compromiso de la educación en línea va mucho más allá de usar la herramienta y de tenerla como un recurso educativo; es también un desafío en términos de meter a las universidades en este proceso de pensar en un futuro mejor para nuestros países y sociedades latinoamericanos, agregó.

“El punto de la calidad de la educación que vamos a ofrecer o que queremos brindar en América Latina es sustantivo. Si nos ponemos de acuerdo sobre qué entendemos sobre calidad, y somos capaces de ofrecerla, vamos a tener una educación en línea de calidad y comprometida socialmente. Yo creo que con eso vamos a dar un enorme paso para que la educación siga siendo una herramienta poderosa para reducir la desigualdad en América Latina”.

Fuente: www.ibero.mx

¿Lo Publico, Luego Existe?

Para reflexionar sobre el impulso-necesidad de difundir material visual que exponga, a veces demasiado, a las personas involucradas.

Por José Fernando Juan

Saltan las alarmas. Corre la noticia. Y lo primero que hacemos muchos es buscar directamente en las redes sociales. Una palabra clave y luego a consumir información, casi sin filtros. Mensajes, fotografías e incluso vídeos, en los que no sabemos lo que nos podemos encontrar. Supongo que nadie pretende fotografiar la barbarie con la misma intención que desenfunda el móvil para guardar una puesta de sol, o una flor, o a su propio hijo. Pero es instintivo en la cultura (digital) de la imagen. Tanto capturar el momento, como difundirlo, y por supuesto consumirlo.

¿Dónde está el problema?

Las razones que se dan para no hacer las fotos ni vídeos son diversas. Van desde la falta de sensibilidad y respeto para las víctimas hasta impedir que los asesinos dispongan de información sobre la situación de la policía. Añadir que, siendo tan rápida y tan viral la comunicación en situaciones así, ciertamente pueden llegar a manos de familiares que todavía no saben nada de los suyos antes de comunicaciones oficiales. Por otro lado, hay que recordar el derecho que toda persona tiene a velar por su propia imagen e identidad, en cualquier circunstancia.

Por otro lado, quienes defienden su publicación y difusión, especialmente dentro del periodismo, consideran que es parte de su obligación profesional de informar con detalle y veracidad. De modo que, en una cultura como la nuestra, cada vez más digitalizada, el alcance de la imagen y el vídeo es mucho mayor para su propósito que la mera palabra. No usar filtros ni difuminar partes de la imagen, siempre que no atente a los derechos de las personas, como pueda ser el caso de menores.

En la cultura digital

Este es, a mi entender, un caso más de otros tantos verdaderamente graves en los que se manifiesta un cambio de época, para el que no hemos sido educados y que no deja de transformar la realidad como antes la vivíamos. Por lo tanto son razonables tanto los debates como la diversidad de opiniones.

No será fácil poner límites. Se pueden implementar herramientas digitales que reconozcan elementos y discriminen permisos en las redes sociales para que sean compartidas. Pero con los vídeos en directo el análisis es más complejo. Hoy por hoy, toda persona con un móvil en la mano se convierte en una especie de periodista a pie de calle, allí donde el profesional muchas veces desearía estar para hacer bien su trabajo.

La necesidad de estar informados. Me pregunto por qué ciertas imágenes se convierten en virales, cuando la necesidad de estar informados no contempla estrictamente esta opción. En estos casos se produce un efecto para el que, insisto, no estamos todavía educados. Puedo ver una imagen sin compartirla. O compartir información usando otros elementos.

Respeto a la imagen e identidad de los demás. No suele haber problemas, pero es verdad que consideramos que es nuestro derecho hacer las imágenes que queremos y que entra dentro de la libertad de expresión poder hablar en la red. El problema de este debate sobre la endiosada libertad individual es desprenderla de su pareja la responsabilidad, especialmente con los demás antes que con la información.

Ayudan a tomar conciencia. La barbarie existe. Hasta que no se ve cerca, muy cerca no se cree ni su horror, ni su devastación. Nuestra generación desconoce en propia carne la crueldad de la guerra y el odio extremo, mientras que otras personas en otros lugares del mundo conviven con ello lamentablemente a diario. La guerra, a la generación digital, le es ajena. Pero olvidar que siempre es posible semejante grado de deshumanización y exterminio de la dignidad humana, es también parte del mal. Por desgracia, insisto, hasta que no se palpa, no se cree. En este sentido considero que son estrictamente necesarias, tanto como lamentarse, llorar y sobrecogerse con ellas.

Mirar, no dar la espalda. Educar la sensibilidad, dicho de otro modo, para acoger a quien sufre sintiéndose cercano. ¿Estas imágenes educan? ¿Conducen al odio o nos vuelven más empáticos? ¿Es justificable racional y humanamente mirar para otro lado, no querer ver, no dejar que otros vean lo que sucede? ¿No es una forma también de callar, de no dejarse herir por lo que ciertamente hiere profundamente, de no saber, de no entender la magnitud de lo que está pasando?

Las imágenes también engañan. Argumento pobre sería el contrario. Ante una imagen es necesario igualmente usar el sentido crítico, atrofiado por la avalancha de consumo digital en el que vivimos, y discriminar. Es parte de la responsabilidad del profesional mostrar del mejor modo lo que hay y se puede ver, y no siempre ejercen este deber con finura. Como también es parte de la obligación de quien se informa de hacerlo pensando y reflexionando, y en casos como este además meditando e incluso rezando si tiene fe. Alcanzar una verdad es dejarse impactar por ella. Y no pocas veces duele.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Busque, Compare…

Necesitamos de la intimidad con Dios para discernir a dónde nos llevan sus pasos en nuestra vida de todos los días.

Por Elena López

Preparar una oposición, irme a trabajar lejos, estudiar el próximo año en el extranjero, elegir las asignaturas del curso que viene, seguir formándome o buscar trabajo, aceptar una nueva responsabilidad en mi empresa, retomar una de mis aficiones preferidas, dedicarme por fin a aquello que siempre dejé para otro momento, llevar a los niños a un colegio u otro, casarme, formar una familia, elegir vivir en algún tipo de comunidad, iniciar una historia especial con alguien, comprar un piso o seguir con el alquiler, confirmarme, implicarme en algún voluntariado, elegir una carrera, qué hacer en mis ratos libres,… A veces se trata de cosas sencillas que forman parte del día a día, y otras sin embargo, son las opciones más profundas de mi vida las que me veo examinando. Todo puede ser soñado con Dios.

A pesar de que a veces la vida viene rápido y de que no nos permite decidir excesivamente sobre ciertas cosas, en otras ocasiones deberemos pararnos conscientes de dos cosas: una es que podemos vivir convencidos y confiados en que somos seres de Dios, seguros de que iluminará nuestras intenciones; y otra, que estamos llamados a volver a lo esencial, a posicionarnos cerca de él, conocer su lógica y hacer uso de ella… Desde esa intimidad, es más fácil conocer su voluntad. Se trata en parte de intuición, de confianza, de exponerse, de dejarse alcanzar, de escuchar, de estar. Afortunadamente no hablamos de un examen con las respuestas por detrás, ni de una ruta llena de indicaciones para conocer bien el camino… Está más cerca de un viaje imprevisto pero soñado alguna vez, de un reto al que me he propuesto dedicarle tiempo y resolver. Y decidir, termina con el final del trayecto; con la firma, sin más.

Podría preguntarme: “¿Dónde me has llevado, Dios?”, “¿Cómo sabré si he hecho bien?” Puede que Dios no me responda de forma clara como quisiera, y sin embargo, es más que probable que encuentre la confirmación en gestos que seguramente nunca habría imaginado. Algunos me harán entender que me fié de un falso sentido, que Dios no estaba donde yo lo intuía, que no sirve decidir en base a criterios de tranquilidad o de relativa paz si éstos disfrazan la comodidad o el miedo al actuar. Otras será la paz verdadera el fruto de una fe confiada, el deseo, seguirte, la alegría, la de servir, confirmándose así nuestro encuentro.

Busque, compare, …y discierna. Dios no siempre está en las ofertas.

Fuente Pastoral SJ

 

Derribando Muros para Vivir Juntos

Compartimos el testimonio de José Fco. Yuraszeck Krebs S.J., sobre la distintas formas que se viven tras los muros de la exclusión en Alemania, país que ha sido lugar divisiones y exclusiones a lo largo de su historia.

Tras terminar – hace algo más de cuatro semanas – dos años de estudios en Roma, he comenzado un tiempo de visitas a distintas ciudades, intentando asomarme al modo en que en cada lugar los compañeros jesuitas a través de sus instituciones e iniciativa personal, en alianza y colaboración con otros, asumen el desafío de vivir juntos la ciudad y transformarla.

Medio siglo en guerra

La primera escala ha sido Berlín. Impresionan los vestigios de la II Guerra Mundial y de la Guerra Fría. Por todos lados hay museos y memoriales, convertidos en paseo obligado de turistas. Tal vez lo más decidor y conocido de todo ese tiempo es el muro de Berlín. Hoy quedan solo algunos cientos de bloques de los miles que tuvo, y los han transformado en un mural en que artistas de distintas latitudes expresan los muros que hay que derribar hoy y el modo de hacerlo posible (pinche sobre las fotos para ver los detalles).

En Berlín una de las principales labores que realiza el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) es la de defender a quienes han solicitado asilo y por distintas razones son deportados, mientras esperan en centros de detención. Intentan coordinarse a nivel Europeo con los demás países y juntos forman parte del Foro Consultivo de FRONTEX, la autoridad europea de control de fronteras y costas, para denunciar abusos y atropellos a los Derechos Humanos.

La segunda parada ha sido en Essen, antiguo centro minero e industrial hoy reconvertido al sector de servicios aunque con alta tasa de desempleo. Ahí siguen llegando como antaño migrantes y refugiados en busca de un futuro mejor. La mayoría viene de Siria y Líbano, y les exigen aprender alemán para poder obtener un trabajo. Mientras tanto les dan un permiso que deben ir renovando cada uno o tres meses, con lo que difìcilmente consiguen un trabajo transitorio. A los más afortunados y que tienen un oficio, el Estado les asigna una pensión mientras aprenden la lengua.

Nuevas Fronteras

Hace solo 12 semanas dos compañeros jesuitas, Lutz Mueller y Ludger Hilldebrand, abrieron la ‘Abuna Frans Haus’, en la que viven con 5 refugiados. Pueden recibir a 3 más. El nombre de la casa es en recuerdo del padre Frans van der Lugt, jesuita holandés que vivió desde 1966 en Siria: defendía con su testimonio cotidiano que antes que cristianos o musulmanes, somos todos seres humanos. El padre Frans fue asesinado el 7 de abril de 2014 en Homs, tras algunos meses de resistirse a abandonar la ciudad asolada por la guerra civil. Abuna es la palabra árabe para decir Padre o Sacerdote.

La preparación de Lutz y Ludger ha tomado tiempo. Había que arreglar la casa de tres pisos: hace más de 10 años que nadie usaba el superior (mansarda). Ahí han acomodado la pequeña comunidad jesuita – donde tuve la suerte de hospedarme. En el segundo y primero están las habitaciones de los refugiados. En el primero hay una acogedora y extensa cocina-comedor. Es el espacio común, que permite que cada cual cocine, además de ser el lugar de encuentro en las comidas. Uno de los requisitos para poder vivir en la casa es estar dispuesto a colaborar, con un sistema de turnos, en el aseo y cuidado cotidiano.

Pero no se ha tratado solo de habilitar la casa o de organizar el día a día. Han ido invitando desde hace más de un año a los vecinos: para compartirles la idea de abrir de nuevo la casa aledaña a la iglesia del barrio, y vivir ahí junto a un grupo de refugiados. No han hecho grandes encuentros, sino tan solo con 2 o 3 vecinos a la vez, para contarles los propósitos y pedir ayuda con la acogida. Para sorpresa de Lutz y Ludger, entre todos los vecinos han reunido las cosas necesarias para habilitar las habitaciones y la casa entera: camas, lámparas, estantes, colgadores de ropa, sillones, mesas, sillas ¡hasta un piano les llegó de regalo!

Uno de los arreglos que hicieron a la casa que más llamó mi atención ha sido el de botar un muro lateral: de esa forma – sin el muro – se puede entrar y salir por ahí a la casa y no solo por la puerta principal que da a la calle. Pero además – sin ese muro – todos los que pasan por la calle pueden mirar para adentro, saludar, hasta entrar y sentarse a la mesa, y ver que es posible vivir juntos, no solo teóricamente sino de verdad, cada día.

Algunos vecinos se interrogaban si es que permanecería o no la imagen de Jesús, Buen Pastor, en la fachada de la casa: pensaban que por el hecho de albergar refugiados musulmanes, debiera sacarse esa imagen. La respuesta de Lutz y Ludger ha sido la de iluminarla: tras los pasos de Jesús Buen Pastor intentan caminar juntos, abrir las puertas de la casa y acoger a quien quiera acercarse.

Las ciudades pueden ser lugares muy hostiles para quienes vienen de afuera, o para quienes de distintas formas viven tras los muros de la exclusión. He aprendido en estos días, de forma muy concreta, que aún hoy hay muros que derribar. Y cuando alguno de ellos cae se nos señala – como un faro que ilumina en medio de la noche – que es posible vivir juntos. Ya les contaré de otros encuentros y aprendizajes.

Fuente: CPAL Social

 

Desde el Corazón de la Iglesia, con los Ojos Puestos en la Humanidad

Para reflexionar sobre la misión de la Iglesia para con la humanidad.

Luis Javier Palacio SJ

Este título pretende condensar la identidad y el carisma de jesuitas y beneficiarios. Definir todo de una vez y para siempre parece ser la herencia de la ciencia y la razón de su éxito. Sin embargo, ninguna institución humana, sometida a la historia, resiste tal enfoque. La auténtica tradición es la que evoluciona, respondiendo a tiempos, lugares y personas. La identidad viene más del cuidado y de la responsabilidad histórica que de la permanencia de lo petrificado. La identidad responde al actuar responsable y el carisma responde a la fidelidad al Espíritu.

Desde que el pseudo-Dionisio estableció la jerarquía de los seres y luego se afianzó la de los ángeles, no sin el influjo de la ordenación del derecho romano, en buena parte se replicó en la tierra lo que se suponía en el cielo. Verdad es que todos los seres tienen identidad, interioridad y revelación, pero sobre todo comunión.

Ningún ser existe para sí mismo ni subsiste por sí mismo. La identidad no lo aísla, sino que lo compromete; físicamente en el campo material y moralmente en el campo espiritual. Pablo dice lo mismo de los carismas: si no son para la comunidad; si no son ejercidos por el amor, son ruido disonante de bronces. La identidad del jesuita nace unida a un mundo, el de fin de la Edad Media y comienzo de la modernidad, que era amenaza para unos y esperanza de nuevos tiempos para otros. El carisma de la Compañía de Jesús nace como capacidad de entender los tiempos y responder en consecuencia.

Para Karl Rahner, S.J. no hay dos historias paralelas, la humana y la divina, pues la historia de salvación es la misma historia humana. No hay otra en la que Dios pueda salvarnos y la encarnación es historia breve. Breve pero definitiva pues marca la manera de hacer historia; no de sufrirla ni observarla como corifeos del teatro clásico griego.

Desde el corazón de la Iglesia

Identidad y carisma no se definen, pues, sino en relación. Es casi imposible aisladamente. En épocas de Ignacio de Loyola el carisma estaba tan unido a la jerarquía, que era impensable aisladamente. “Servir solamente al Señor y a su esposa la Iglesia bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra», resumiría la identidad de la Compañía de Jesús en varios campos, en tiempo de su fundación. Pero la comprensión de cada uno de los términos sufre las variaciones y cambios propios del tiempo, la exégesis y los carismas propios de cada jesuita.

El axioma milenario “fuera de la Iglesia no hay salvación”, sufre con Bonifacio VIII, una variación que vendría a decir: “Sin el papa no hay salvación”, como ariete contra la Reforma. Hoy nos toca reformular los dos axiomas, entendiendo la Iglesia, a la luz del Concilio Vaticano II, como cuerpo de Cristo y pueblo de Dios. La nueva formulación sería: Fuera de la comunidad humana no hay salvación, como consecuencia de la encarnación. Por otro lado, para la Iglesia como sacramento, diríamos hoy que fuera de la salvación no hay Iglesia, y por supuesto no hay Compañía de Jesús.

Muchas de las funciones eclesiales del pasado hoy las cumplen otras instancias. La Iglesia puede definirse hoy como pueblo de Dios jerárquicamente organizado. ¿para qué? El teólogo José Ignacio González Faus propone cambiar jerarquía por dularquía, es decir, pueblo de Dios organizado para servir. Servir con amor sería una buena formulación de la identidad deseada, no solamente para los jesuitas sino para todo cristiano e incluso extensiva a todo ser humano.

La Iglesia, que sirvió de modelo para muchas organizaciones, no es ella misma organización, ni empresa, ni Estado, ni siquiera ONG sino organismo por el cual debe circular la vida. El ser de la Iglesia es la salvación y no hay salvación que no pase por la vida, por la carne como parte integral de la persona.

…con los ojos puestos en la humanidad

Nuestra identidad tiene hoy una expresión doble: es identidad ignaciana y es identidad jesuítica. Las dos tan ligadas que más que las diferencias, cuentan los compromisos comunes. Algunos llegan a afirmar que la espiritualidad de Ignacio es laical, pues como una de las primeras órdenes religiosas diaconales, no se definía por un ministerio exclusivamente religioso. Reconciliar desavenidos, enseñar a los rudos, socorrer a los presos y a los enfermos en los hospitales, enseñar a los propios y a los extraños, aparecen reiteradamente en las fórmulas fundacionales.

Un breve recorrido por los últimos años, desde el generalato de Pedro Arrupe hasta hoy, tal como se formula en las Congregaciones Generales, sería el lema común para jesuitas y laicos que vinculados colaboran con la Misión de Dios.

“Bajo el estandarte de la cruz” (CG 31, 1966) enfatiza el espíritu de los Ejercicios de seguir a Jesús en la pasión. Una pasión que también es del mundo por lo cual necesitamos ser “Interpelados por nuestro tiempo” (CG 32, 1975), como lo pide el Vaticano II a toda la Iglesia.

Pero, siguiendo el evangelio de Juan, en donde estamos en el mundo sin ser del mundo, toca ponerse del lado de Jesús y sus preferidos, lo cual exige vivir como “Compañeros de Jesús, enviados al mundo de hoy” (CG 33, 1983). Un mundo de hoy con alegrías y esperanzas pero igualmente con tristezas y sufrimiento, por lo cual el éxito se mide con el parámetro singular de estar “Unidos con Cristo en la misión” (CG 34, 1995).

Como expresaba el inolvidable Juan XXIII, no es pensable una Iglesia que vaya bien en un mundo que vaya mal. Es necesario revivir el fuego profético original del Evangelio y ser como “Un fuego que enciende otros fuegos” (CG 35, 2008). El mundo de la Laudato si nos habla hoy de la reconciliación necesaria consigo, con Dios, con la humanidad y con el cosmos. Siendo así, ser “Compañeros en misión de reconciliación y justicia” (CG 36, 2016) enfatiza el deber moral frente al dolor de un mundo quebrado en lo humano y destrozado en lo ecológico.

En paralelo con lo anterior se ha considerado como campo de trabajo de la Compañía, el ateísmo, la lucha por la fe y la justicia, la inculturación, el diálogo inter-religioso, el ecumenismo, la frontera geográfica o ideológica, la misión como accionar de un Dios trinitario… En todas ellas el jesuita es concebido como pecador que es perdonado, llamado a perdonar y a trabajar con hombres y mujeres de buena voluntad en el sueño común de la humanidad como reinado de Dios.

Las crisis por las que ha pasado la humanidad también han sido espirituales. El campo de la espiritualidad busca siempre actualizar el mensaje con nuevo lenguaje y nuevos contenidos. Dios creador sigue creando y sigue actuando con lo que tiene, con lo que generosamente le ofrecemos.

La identidad, pues, a menudo, afortunadamente, se confunde con el carisma que es lo que suscita el Espíritu o vida permanente del Resucitado.

Quizás la intuición básica de Ignacio puede ser la relación personal (hoy suena redundante) entre Dios y la criatura, en dónde se da la posibilidad de cambiar la vida; es decir, de obrar “jesusmente”. Quien haya experimentado el cambio, se siente, como Pablo, en el deber de proclamarlo a otros y al mundo entero.

Un cierto optimismo frente a la salvación, en contraste con pensamientos como el jansenismo, el probabiliorismo moral y otros, ha caracterizado igualmente a la Compañía de Jesús y le han causado no pocos problemas y dificultades. Ignacio no quiso que su grupo se llamara “Iñiguistas”, pues siendo originalmente un colectivo, no seguían a Ignacio sino a Jesús: tras sus huellas, por campos y aldeas hasta la cruz y luego la resurrección.

Como Moisés que, en dificultades con el pueblo, se pone de parte de este frente a Yahvéh para moverlo a misericordia, el jesuita aspira a ponerse de lado similar. Igual Jesús se puso del lado de la mujer pública, de los juzgados endemoniados, castigados y del grupo dispar de sus discípulos. Moisés, de no lograrlo, prefiere no existir. Suprimida la Compañía de Jesús, puso igual condición para ser restaurada.

El manejo de las imágenes, símbolos, etiquetas a menudo han dado la impresión de que todo lo anterior es literatura o propaganda. Compañía como ejército, los jenízaros del Papa, los contra-reformadores, martillo de los herejes, defensores de l´ancien régime, de la monarquía… son algunos imaginarios desafortunados. Pero igualmente vale decir que los jesuitas han sido defensores de la libertad de conciencia, del derecho de los pueblos, del derecho de gentes, de los derechos de esclavos e indígenas, de las nuevas ciencias, de la democracia, de la educación universal y gratuita, de los migrantes y refugiados, de la moral humanizada, de la sismología, la física, las matemáticas, la astronomía, las humanidades, los derechos humanos y muchos temas más.

Fuente Jesuitas Colombia

 

Reflexión del Evagenlio – Domingo 17 de Septiembre

Evangelio – San Mateo 18, 21-35

Se acercó Pedro y dijo a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: ‘Dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?’. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.

Reflexión del Evangelio – Por Emmanuel Sicre SJ 

Continuamos, tal como el domingo pasado, con el tema del perdón. Nuevamente la liturgia nos regala reflexionar sobre este tema central del cristianismo. Jesús trae una novedad muy grande al corazón humano: la ley del ojo por ojo –conocida como ley del talión- ha sido sustituida por la ley del amor. Y esta nueva ley está impresa en nuestros corazones por lo que para que pueda ser vivida y respetada basta con encontrarse con Cristo habitando cada vez que el corazón se dispone a amar.

La parábola del rey bueno que perdona una deuda impagable y la del perdonado que no perdona toca lo hondo del corazón de quien pregunta: ¿Hasta cuándo tendré que perdonar? La mezquindad del corazón humano que se plantea el perdón como un deber ser pone siempre un límite numérico a sus acciones. Por eso Jesús responde: setenta veces siete, es decir, siempre. Y al modo de Dios que es como aquel rey que perdona lo que nadie podría perdonar a quien le pide paciencia.

¿Por qué debería perdonar yo como Dios perdona? En verdad, lo que tengo que dejar es que Dios perdone en mí, como decía aquella víctima de la violencia guerrillera en Colombia respecto de sus agresores: Dios perdona en mí. Y es que si aceptamos a Dios vivo en nuestro ser, entonces podremos ser testimonio ante los demás de su perdón inmenso.

Pero hay una razón también bella por la que el perdón es posible. Si hiciéramos el ejercicio de pensar cuántas personas nos han perdonado en silencio nuestros errores, caeremos en la cuenta de que también somos deudores insolventes que no tenemos cómo pagarle a Dios la iniciativa de su amor gratuito que nos sale al encuentro.

Pidamos al Señor que nos enseñe a ser perdonadores perdonados que son reconciliación para un mundo herido de venganza.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana