Entre los nuevos Cardenales, dos Jesuitas de Habla Hispana

Se trata de Luis Ladaria, prefecto para la Doctrina de la fe, y Pedro Barreto, peruano, titular de la Red Pan-amazónica.

Este 28 de junio, el Papa Francisco ha creado 14 nuevos cardenales de la Iglesia, procedentes de 11 países, que expresan la universalidad de la Iglesia. El Santo Padre les recordó que la máxima grandeza de un cristiano es el servicio y la entrega de la vida por los demás, siguiendo el modelo de Jesús.

«La única autoridad creíble es la que nace de ponerse a los pies de los otros para servir a Cristo”, dijo Francisco, destacando que este servicio cobra vida “en personas concretas con sus historias y esperanzas, con sus ilusiones y desilusiones, sus dolores y heridas”.

Entre los nuevos “pastores que han sido llamados a servir a la Iglesia”, como los llamó el Papa, se encuentran dos jesuitas. Se trata de Luis Ladaria, Prefecto de la Doctrina de la fe y el peruano Pedro Barreto, responsable de la Red Pan-amazónica, que prepara un Sínodo particular para la pastoral de esta región.

Ellos también recibieron la advertencia del Papa sobre las ambiciones y «las encrucijadas de la existencia que nos interpelan» a lo largo de la vida y «logran sacar a la luz búsquedas y deseos no siempre transparentes del corazón humano».

Por último, tomando palabras de Juan XIII, el Papa resaltó la pobreza como una gracia a la que agradeció por haberle evitado “pedir nunca nada, ni puestos, ni dinero, ni favores, nunca”, para sí o para parientes y amigos.

 

Sínodo sobre Jóvenes: las 7 palabras clave del Instrumentum Laboris

7 Palabras del Documento de Trabajo de la XV Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos, en programa en Vaticano del 3 al 28 de octubre sobre el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El mismo fue presentado el pasado martes 19 de junio en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

1.- Escucha

Los jóvenes quieren ser escuchados con empatía, precisamente “allí donde se encuentran, compartiendo su existencia cotidiana” y desean que sus opiniones sean consideradas, buscan sentirse parte activa de la Iglesia, sujetos y no meros objetos de evangelización. Todos los jóvenes quieren ser escuchado, sin excluir a nadie, porque la “escucha es la primera forma de lenguaje verdadero y audaz que los jóvenes piden en voz alta a la Iglesia”.

2.- Acompañamiento

Los jóvenes piden se acompañados, a nivel espiritual, formativo, familiar, vocacional. Este acompañamiento no es, de hecho, una opción con respecto al deber de educar y evangelizar a los jóvenes sino un deber eclesial y un derecho de todo joven” que sirve para formar conciencias y libertad, a cultivar sueños pero también a “emprender pasos concretos en las estrecheces de la vida”. Y en este marco el papel de la familia es central y sigue representando una referencia privilegiada en el proceso de desarrollo integral de la persona”.

3.- Conversión

El tema de la conversión es tratado ampliamente en el documento sinodal: está el drama de jóvenes cristianos que “representan una minoría expuesta a la violencia y a la presión de la mayoría que pretende su conversión” como así también la solicitud de una “conversión sistemática” en el ámbito educativo para que todas las estructuras formativas y sus miembros inviertan más en la “formación integral” de manera que no se transmitan sólo contenidos, sino que se dé también testimonio “de madurez humana”, para hacer que los jóvenes sean sujetos y protagonistas de su misma vida.

4.- Discernimiento

Es una de las palabras mayormente presentes en el Documento, entendido como “estilo de una Iglesia en salida”, para responder a las exigencias de los jóvenes. El discernimiento debe ser ofrecido a las jóvenes generaciones como “instrumento de lucha” que los haga capaces de reconocer “los tiempos de Dios” y “no desaprovechar” sus inspiraciones y su “invitación a crecer”. Discernimiento que es un “don y riesgo” porque no es inmune al error, pero enseña a los jóvenes la disponibilidad a sumir decisiones que cuestan.

5.- Desafíos

Discriminación religiosa, racismo, trabajo precario, pobreza, migraciones forzadas y trata: son muchos los desafíos que deben enfrentar los jóvenes de hoy, y muchos de ellos, explica el Instrumentum Laboris, son generados por fenómenos de exclusión, por la “cultura del descarte”, por un uno impropio de las nuevas tecnologías digitales tan difusivas pero también arriesgadas por el fenómeno del “Dark web” que pueden generar.

6.- Vocación

A este respecto el Documento evidencia la visión reductiva del término “vocación”, ya que la pastoral vocacional es entendida como una actividad finalizada sólo al reclutamiento de sacerdotes y religiosos. Por ello, surge la necesidad de volver a pensar la pastoral juvenil vocacional para que sea “de amplio respiro”. De hecho cada joven tiene su vocación que puede ser expresada en varios ámbitos: familia, estudio, profesión, política… convirtiéndose en “un eje de integración de todas las dimensiones de la persona”.

Con respecto las vocaciones sacerdotales la Iglesia está llamada a reflexionar porque es innegable su preocupación por la disminución del número de los candidatos, y esto hace necesario – señala el Instrumentum – una reflexión renovada sobre la vocación al ministerio y una pastoral vocacional que sepa hacer sentir la fascinación de la llamada de Jesús a transformarse en pastores de su rebaño”.

7.- Santidad

El Documento sinodal concluye con una reflexión sobre la santidad, porque esta debe ser propuesta como “horizonte accesible a todos los jóvenes”. La juventud es un tiempo de santidad, y como todos los santos nacieron jóvenes, la narración de su vida puede permitir a los chicos de hoy que cultiven la esperanza para que “con coraje – como escribe el Papa Francisco en la oración final del Documento – tomen la vida en sus manos, apunten a las cosas más bellas y más profundas y conserven siempre un corazón libre”.

Fuente: Vatican News

El Colegio San Ignacio apuesta por la Innovación Educativa

Este año, el Colegio San Ignacio (ex Monseñor Isasa) de Montevideo, Uruguay ha comenzado a aplicar una modalidad de enseñanza alternativa a la tradicional, que hace énfasis en el desarrollo de la creatividad, el trabajo en equipo y la proactividad del alumno en el proceso de aprendizaje.

Por Tomer Urwicz

Aún no ha sonado el timbre para ir al recreo y buena parte de los estudiantes del colegio San Ignacio están por los corredores charlando en grupitos, mirando el celular y tirados en el piso. Parece una escena propia de un centro de enseñanza que ha perdido el rumbo y ha cedido el control al libre albedrío de su alumnado. Pero la realidad es bastante distinta. Porque los adolescentes que miran el celular están haciendo cálculos de Física y Matemática, los que están desparramados en el suelo cortan cartón con altos niveles de precisión y los grupos trabajan construyendo pistas para que unas bolitas tomen velocidad y sirvan para estudiar los conceptos de fuerza, distancia y rozamiento.

En el Uruguay que discute cómo cambiar el ADN de la educación, el colegio San Ignacio Monseñor Isasa es uno de los centros que más ha revolucionado la propuesta: no hay deberes, no hay asignaturas y no hay un profesor dictando una clase magistral mientras los estudiantes se aburren en sus bancos.

«Cuando entras en una escuela que está cambiando lo notas al instante: se pasa de un alumno pasivo a uno que toma las riendas de su aprendizaje, se remanga y se pone a trabajar en base a las pistas que le dieron», cuenta Xavier Aragay, un consultor catalán especializado en transformación educativa.

Aragay está convencido de que «en el mundo hay una verdadera primavera pedagógica», y él es una especie de abeja que transporta el polen de las flores que prosperan en Europa para que florezca la innovación en los colegios católicos de Uruguay.

¿Por qué católicos? «La Iglesia ha estado comprometida siempre con la educación; el primer colegio en el territorio uruguayo (cuando aún no era Uruguay) fue obra de los jesuitas; y ha tenido presencia en lugares donde a la educación pública le ha costado llegar», explica Julio Fernández Techera, rector de la Universidad Católica y otro de los impulsores del cambio.

Pero hay otra razón, una que escapa a la religión: la ANEP está siendo más flexible con la pedagogía que impulsan los colegios privados. Puede que haya un riguroso seguimiento de las cuestiones administrativas, pero «no hay un rechazo a las experiencias innovadoras», reconoce Fernández Techera.

Y si bien en esta innovación entra una bolsa enorme de ejemplos —como el bachillerato a distancia del Elbio Fernández, la inteligencia emocional de la Integral o el método Singapur de la escuela 149—, el colegio San Ignacio es el que, sin perder el aval de Secundaria, ha dado el sacudón más notorio.

Adiós aburrimiento.

La grilla de horarios de los alumnos tiene los colores del semáforo. Dos mañanas se trabaja en proyectos del área social (amarillo), otras dos en ciencias (verde) y una sola en artística (rojo). Pero por más que los estudiantes saben qué área toca cada día y qué proyecto ejecutan durante cuatro o seis semanas, recién al llegar a clase se enteran de qué irá esa jornada lectiva.

Unos días antes de jurar la bandera, por ejemplo, los alumnos de primer año fueron presidentes de la República por un rato. O al menos crearon un discurso como si fueran Tabaré Vázquez de cara a una cadena de radio y televisión para el 19 de junio. El proyecto del área social buscaba aprender los pronombres y el uso de la segunda persona para Idioma Español; la revolución artiguista para Historia, la xenofobia y el multiculturalismo de Geografía… pero sin que exista la clase convencional de Historia o de Idioma Español.

Los profesores dedican dos horas, posterior al almuerzo, para la coordinación. Trabajan juntos mientras los estudiantes tienen clases de recuperación, Educación Física o Inglés, las únicas asignaturas que aún permanecen intactas en la grilla.

En esas reuniones de docentes, estos arman los grupos de a cuatro en los que se dividirán los estudiantes (la teoría dice que ese es el número ideal para el trabajo en equipo). Intentan que vayan rotando acorde cambian los proyectos, buscan que dos disléxicos no queden juntos o que el «sabelotodo» pueda ayudar al que viene rezagado.

«Los estudiantes se adaptan enseguida, el problema somos los adultos», reconoce el director general, Guillermo Lemos. «Primero tuvimos que convencernos los docentes, capacitarnos y luego entusiasmar a los padres».

Es que la mayoría de dudas que plantean los padres no son de los contenidos, sino sobre cuánto puede «brillar» su hijo cuando el trabajo es colectivo. «Mi hijo siempre fue un 12, ¿por qué tiene que trabajar por el resto en su grupo», le han llegado a decir a la directora académica Verónica Gallesio.

No obstante, el liceo aumentó su matrícula, en especial por hijos de profesionales que buscan un cambio. ¿Es el correcto?

Lemos reconoce que recién en unos años se sabrá si es la mejor opción. Pero las pruebas que Aragay impulsó en Cataluña revelan que este tipo de métodos baja el abandono e «incrementa en 20 puntos sobre 100 la creatividad y motivación».

El alumno está siempre en el centro

Hace 35 años Howard Gardner publicó su teoría de las inteligencias múltiples. Desde entonces algunos entienden que es tan inteligente quien logra la empatía como quien resuelve complejas ecuaciones. Ahí está la clave de los colegios que están innovando: los alumnos potencian habilidades, se complementan, divierten y no caen por el camino. El consultor Xavier Aragay recordó que «un reciente informe español demuestra que quienes acaban la secundaria tienen un 40% menos chance de quedarse sin empleo. Entonces, ¿cómo podemos permitir que más de la mitad de los estudiantes ni siquiera terminen el bachillerato?».

Constante evaluación y formación

El colegio San Ignacio tiene cerca de un 60% de profesores titulados, cifra similar al promedio de Secundaria pública. Los docentes, por tanto, salen con la misma formación y preparados para una estructura clásica. «Pero desean el cambio», cuenta Verónica Gallesio, directora académica de la institución. De ahí que sean permanentes las capacitaciones y la enseñanza del trabajo en equipo. Y a cada paso, profesores y alumnos tienen que autoevaluarse. Si el día comienza con el lanzamiento de una propuesta, termina con una «pausa ignaciana»: ¿qué aprendí hoy? En paralelo, llenan (al igual que los docentes) una checklist sobre cómo fue el trabajo en equipo.

Fuente: El País Uruguay

Reverencia al Espíritu Santo

Una poesía sobre el Espíritu por el jesuita Ignacio Puiggari SJ

Por Ignacio Puiggari SJ

Espíritu amable y verdadero,

que trabajas con el calor del afecto

-humilde instrumento de servicio-

las cosas necesitadas de amor.

Como una brasa encendida que perdura,

quemas las entrañas de este mundo.

Nada controlas, ni dominas;

no quieres mi vana perfección, sino el Fuego.

Tus pensamientos son una paciente caricia

que nos acompaña para el riesgo del camino.

Mientras el eco de tu fragancia nos empuja y arroba

hacia el lugar de una ofrenda acorde y fecunda.

 

Fuente: Territorio Abierto

 

P. Adolfo Nicolás SJ, el Santo de la Puerta del Lado

El estudiante jesuita Robbie Paraan SJ habla del ex Superior General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás SJ, con quien ha convivido en la casa de formación.

«Tú decides, obedezco». Esta fue la respuesta del padre Nicolás al padre Tex Paurom, su médico de cabecera en el “Centro Jesuita de Salud y Bienestar” en Manila, donde se hospedaba temporalmente para atender un dolor en la espalda. El P. Tex daba instrucciones para su corta estadía en el centro.

«Tú decides, obedezco». Parecía que el padre Tex no sabía qué hacer con lo que dijo el ex superior general jesuita. Pero mi compañero y yo sabíamos lo que vendría después. En la cara del padre Nico una sonrisa astuta había empezado a formarse. Se convirtió en una sonrisa traviesa mientras continuaba diciendo: «Es más fácil obedecer a un hombre que a 16,000 jesuitas». Todos nos reímos mucho.

Junto con 50 o más jesuitas que están en su mayoría en formación, he estado viviendo con el padre Nicolás durante más de un año. Cuando me pidieron que escribiera esta pieza sobre él, estaba secretamente aterrorizado. He escrito sobre otras personas antes, incluso jesuitas. Cada uno tomaría tanto tiempo, esfuerzo y energía porque siempre dudaría en la idea de encapsular la historia de una persona en mil palabras. ¿Pero escribir sobre el ex general?

Lo que finalmente me convenció para comenzar fue el recuerdo de que el P. Nicolás se dirigió a nosotros en una de nuestras reuniones comunitarias mensuales. Lo que dijo se ha quedado conmigo desde entonces: «Sé tú mismo. Nunca te equivocarás al ser tú mismo. Pero deja que Cristo te toque y entre en tu vida». Yo esperaba que él nos dijera que estudiáramos más (lo que él nunca dijo explícitamente, más bien nos aconsejó que formemos hábitos de estudio). O que, tal vez mencionara su constante estribillo como general: ser personas de profundidad. Pero su primer mensaje fue asombrosamente simple y de gran sabiduría: “sé tú mismo, pero deja que Cristo toque este ser”.

A su manera modesta, el P. Nicolás nos alienta a ser nosotros al ser genuinamente él mismo. ¿Y quién es este ‘yo’ genuino? Una persona extremadamente graciosa, humilde y santa.

No pocas casas de formación están marcadas por una cultura de burla o burlas, a veces hasta el punto de ser irreverente. La primera vez que el Padre Nico se unió al coro de bromas dirigidas a un compañero me sorprendió bastante. Justo después de hacer su contribución en la ocasión -lo que él dijo exactamente se me escapa- hubo una densa pausa antes de que todos estallaran en un ataque de risa, incluido el estudiante aludido. Si había alguna idea de que tendríamos que actuar de manera diferente delante del antiguo P. General, se hizo añicos en ese momento. Pronto sabríamos que su humor, sus bromas amistosas y esa risa contagiosa que parece provenir de una parte muy profunda de él, son en gran medida lo que él es.

Él nunca es ofensivo, ni siquiera un poco imprudente. Nunca se queda sin chistes y, si los repite, los dice con tanta pasión y emoción como la primera vez. Pero muchas veces, realmente, lo que nos provoca tanta risa y alegría no es tanto la broma en sí misma, sino cómo lo dice. En varias ocasiones ni siquiera llegará a entregar su frase final, porque lucha por ocultar su propia risa. ¿Cómo puede uno no encontrar alegría en alguien que está eufórico incluso con sus propios chistes?

«El humor es muy importante en la vida de un sacerdote y en la religión. Tendemos a tomarnos a nosotros mismos demasiado en serio y perder perspectiva». Esta fue su respuesta cuando se le preguntó por qué parecía estar encantado cada vez que se compartía una broma, ya sea durante las comidas o saludándose en el pasillo.

Al igual que su buen amigo el Papa Francisco, el Padre Nicolás parece saber cómo son de importantes la risa, el humor y la alegría en la vida religiosa, pero también cómo no son accidentales. Requieren una decisión. Como dice el Papa, se necesita coraje para ser feliz, porque se necesita coraje para elegir a Cristo y nadar contra la corriente. El padre Nicolás nos ha enseñado que ser una persona de humor requiere coraje y un enfoque en lo que es verdaderamente valioso: «Necesitamos relativizarnos y ver que las cosas de Dios son todas relativas y solo el amor es supremo. Los fariseos pueden ser un grupo muy serio».

Sí hay algo en lo que el Padre Nicolás habla en serio: él no quiere ser tratado de manera diferente al resto de nosotros. Él detesta cualquier tratamiento especial. Él siempre quiere ser llamado claramente «Nico». Siempre se detiene para saludar a cualquiera que encuentre en el corredor, ya sea sacerdote, estudiante, empleado o incluso los gatos que dormitan en la Casa Arrupe; y lo hace con una sonrisa, una mirada amable y -al menos para los seres humanos- una broma ocasional.

Su humildad se manifiesta no solo en nuestra comunidad sino también en el exterior. Insistió en unirse a los estudiantes en sus áreas de apostolado: un hospital público, un hogar para pacientes con cáncer, un centro para niños indigentes con discapacidades, o las numerosas capillas y hogares que visitamos en las comunidades urbanas pobres. Y su manera de interactuar con gente sencilla es la misma con la que habla y hablaría con cualquier otra persona.

Si pudiera entrar en sus oraciones, apostaría a que se relaciona con Dios de la misma manera. Él fue y es la misma persona humilde y veraz en todo momento.

Muy pronto, el P. Nico nos dejará para regresar a Japón. Nuestra casa nunca será la misma sin él. El comedor o la capilla nunca serán lo mismo sin el padre Nico en su lugar habitual comiendo o rezando, riendo en voz alta o sonriendo, en silencio o en oración. Durante el último año nos hemos acostumbrado a que este jesuita humilde y feliz nos acompañe en nuestra formación. Y tomará algún tiempo acostumbrarse a no tener cerca a este «santo de al lado» que ha reflejado para nosotros la presencia de Dios siendo simplemente fiel a sí mismo. Extrañaremos la santa presencia del Padre Nico, pero lo que él nos enseñó a través de su ejemplo perdurará mientras sigamos siendo tan fieles a nosotros mismos y a nuestro Señor como él lo ha sido con nosotros y con su Dios.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

 

Caminos hacia Dios: las Heridas

Otra puerta a la presencia de Dios: las heridas.

Emmanuel Sicre SJ

Las heridas son puertas entreabiertas al misterio de la vida. Allí donde el dolor abre la carne hay gritos de parto que advierten el deseo de vivir. Cada herida se torna, entonces, el anuncio de una reparación, el deseo de un alivio, la esperanza de una cicatriz. Las heridas de una cruz que Dios no da, sino que ayuda silencioso a cargar, nos revelan el ardiente anhelo de una pascua que nos murmure al oído que las lágrimas limpian los ojos para ver mejor el sentido de nuestra historia magullada.

Cuando las heridas son de muerte, cuando lo que es deja de ser, comienza la nueva vida, esa que verdea en los bordes de la herida y nos regala la esperanza de que posible siempre reescribir la propia historia con el lápiz de Dios.

Fuente: Pastoral SJ

 

Uruguay, una Desigualdad Particular

Vicente Plata, oficial a cargo de la Representación de la FAO en Uruguay, habla sobre el camino de que Uruguay tiene por delante en el cumplimento de los objetivos de Desarrollo Sostenible.

La desigualdad es uno de los principales desafíos en el camino de Uruguay y la región hacia el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que permitirá un futuro mejor para todos.

La desigualdad limita el crecimiento económico, disminuye su impacto en la reducción de la pobreza, debilita las democracias y el Estado de derecho, erosiona las instituciones formales e impide a millones de personas ejercer todo su potencial de desarrollo y aumentar el de su país.

Desde siempre, pero particularmente en los últimos 20 años, Uruguay ha hecho un esfuerzo muy importante para disminuir la desigualdad y superar la pobreza, con un énfasis especial destinado a cubrir las necesidades básicas de toda su población.

Esto es imprescindible porque, como lo señaló en enero el subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la FAO, Julio Berdegué, “el crecimiento económico agrícola por sí mismo no asegura la reducción de la desigualdad económica rural”.

En ese contexto, el Estado uruguayo monitorea, por ejemplo, la falta de acceso al saneamiento, a la electricidad, a la educación, para satisfacer cada vez más universalmente las necesidades esenciales de los ciudadanos.

Aprovechando la situación internacional favorable, Uruguay ha sido muy responsable, logrando mejoras sustanciales, debido a las cuales organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial lo toman como referencia.

Sin embargo, nuestro país aún tiene desafíos para superar la desigualdad. Estos no se ven en el índice de Gini (el que mide la desigualdad del ingreso), sino en la persistencia de focos de pobreza.

Es una pobreza que tampoco se evidencia solamente por ingreso, sino también por dificultades de integración.

La falta de conocimiento, información o posibilidades de acogerse a las políticas públicas por parte de algunas personas de sectores marginados, impide que todos accedan a las mismas oportunidades y por ello la reducción de la desigualdad en Uruguay es un desafío singular.

Uruguay se destaca por sus políticas generales de inclusión, pero recién en los últimos años desarrolló, de manera activa, sistemática e institucional, políticas diferenciadas y focalizadas.

La importancia de atender debidamente este desafío se debe a que la desigualdad es una amenaza para los otros logros alcanzados.

La desigualdad en Uruguay tiene localización geográfica y afecta en particular a las personas más jóvenes y a las mujeres. Es necesario enfrentarla con instrumentos focalizados y originales.

En el ámbito rural, es particularmente evidente respecto a las oportunidades de las que disponen jóvenes y mujeres.

En Uruguay hay 143 mujeres rurales que viven en la pobreza por cada 100 hombres, de acuerdo a cifras registradas por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

Además, tanto los hombres como las mujeres rurales realizan cantidades significativas de trabajo no remunerado.

En Uruguay la proporción de tareas no remuneradas que realiza una mujer rural es mayor a la de una mujer urbana, y mucho mayor que la de los hombres, sean urbanos o rurales. Como si fuera poco, solo 19,7 por ciento de las explotaciones rurales uruguayas tiene al frente una mujer.

“Las desigualdades territoriales son otra expresión de los desequilibrios estructurales que afectan a esta región, que dan lugar a una mentalidad de ‘nosotros contra ellos’ que nos frena a todos”, escribió también Berdegué.

Así como en México la gente habla del centro, del norte y del sur, en Uruguay hablamos de Montevideo y del interior, del campo y de la ciudad.

Por eso, Uruguay, junto a la FAO y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), está trabajando en desarrollar lo que llamamos la “conciencia agropecuaria” del país, algo que además podría servir de experiencia piloto en la región.

Las divisiones sectoriales en realidad no son tales, porque todos dependemos los unos de los otros, pero descansan sobre “estructuras de poder e instituciones profundamente arraigadas que sostienen y reproducen estas desigualdades”, según representante regional de la FAO.

No son fáciles de reducir, pero deben serlo.

Para ello, la FAO también propone apostar a un comercio socialmente inclusivo como norma, para que las zonas rurales de América Latina y el Caribe cumplan los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y asegurar la continuidad del avance hacia el desarrollo de nuestros países y de nuestra región.

Fuente: CPAL Social

 

Ellos y Ellas

Salir, Seguir y Servir. Tres verbos que inspiran la propuesta de la Pastoral Magis de España para los jóvenes.

Siempre han sido y siempre serán nuestra misión: Los jóvenes. Su educación, la transmisión de la fe y el facilitarles experiencias de crecimiento integral, vienen siendo desde hace casi cinco siglos nuestro gran reto. Aunque nos dediquemos a otras actividades y sectores de la sociedad; aunque la historia y la tradición que nos avala parezca que se difumina ante lo vertiginoso de los nuevos tiempos; aunque experimentemos las limitaciones de los saltos generacionales, ellos condicionarán nuestras líneas de actuación y marcarán el rumbo de nuestro desvelo.

Ellos y ellas. Tan cambiantes. Imprevisibles. Hijos de su época. Siempre un paso por delante. Pertenecientes ya a todo tipo de estructuras familiares. Del primer mundo o en los márgenes de lugares que no son noticia. Pero todos y cada uno, llamados a convertirse en hombres y mujeres para los demás. Solo seguimos el sueño de Ignacio, la herencia moderna del P. Arrupe. No es otra cosa que el evangelio de Jesús, que sigue enamorando y se sigue tatuando en el corazón de tantos jóvenes que siguen buscando un horizonte de sentido para su vida.

Metidos en el Año Jubilar Aloisiano y con la mirada en el próximo Sínodo de Obispos que se dedicará a la juventud, queremos como cuerpo apostólico renovar nuestro compromiso por los jóvenes. En este contexto histórico, se nos invita a transitar caminos nuevos. A no dar respuestas pasadas a preguntas de hoy. A ser fieles a la esencia del evangelio sí, pero con ese punto de audacia que, en el pasado, misioneros y exploradores tenían cada vez que intentaban llevar la Buena Noticia donde nunca había llegado antes.

San Ignacio en los Ejercicios nos invita a que nos preguntemos: ¿Qué hemos hecho por Cristo? ¿qué hacemos por Cristo? ¿Qué hemos de hacer por Cristo? Son las tres preguntas clave que nos sirven de espejo para seguir actualizando nuestra reflexión y acción pastoral: ¿Qué hemos hecho por los jóvenes? ¿Qué hacemos por ellos? ¿Qué hemos de hacer?

Si tres son las preguntas, tres son los verbos sobre los que vamos delineando nuestra tarea con los jóvenes. Tres acciones que desde distintas perspectivas se acaban encontrando y buscan la misma finalidad: la experiencia profunda con el Maestro de Galilea. Es nuestra PASTORAL MAGIS.

Salir

Es llevar a los jóvenes a que conozcan la realidad, salgan de sus rutinas y escenarios. Salir para conocer, entender el mundo y comprender lo diferente. Salir a los cruces de caminos para ser Iglesia en salida que se hace prójimo. Acercarse a los que están lejos. Ser acogida en la intemperie. Descubrir que hay un mundo necesitado de palabras y gestos de Dios.

Seguir

Es llevar a los jóvenes a ese punto donde se decide el rumbo de la vida. Optar. Decidir conscientemente en libertad por Jesús y su pasión: el Reino. Despertar los deseos de abrazar Su estilo de vida. Seguirle para vivir como él y estar cómo él hoy. Seguirle para vivir la vida como peregrino, ligero de equipaje y lleno de pasos por andar.

Servir

Es llevar a los jóvenes a esos espacios donde el amor se pone de rodillas para entregarse, donde menores en riesgo, migrantes, ancianos y enfermos se convierten en el centro. Espacios donde restañar heridas y dejarse curar por los más necesitados. Espacios solidarios donde descubrir que el evangelio de Jesús se concreta y se hace justicia social en un mundo roto.

Quizás suene demasiado ideal. Todos sabemos que es mucho más complicado de lo que parece. Pero seguiremos apostando, porque siempre han sido y siempre serán nuestra misión: Los jóvenes.

Fuente: Jesuitas España

 

Desafíos de la Formación dentro de la Compañía de Jesús

En días pasados, el P. Daniel de Ycaza SJ, Maestro de Novicios en Ecuador, Bolivia y Perú estuvo de visita en Lima, Perú. La Oficina de Comunicación de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe (CPAL) lo entrevistó para conocer más a fondo sobre la primera etapa de formación de un jesuita, el noviciado.

P. Daniel de Ycaza SJ

¿Qué perfil debe tener una persona que ingresa al noviciado de la Compañía de Jesús y con qué perfil sale luego de esta primera etapa?

El perfil es de un joven ordinario que tenga muchos deseos de transformar la realidad, que tenga un amor muy personal a Cristo y de entrega a los más pobres. En el Noviciado ese perfil se va purificando en sus motivaciones y a través de la dimensión espiritual, que es la central, la intimidad con el Señor, la dimensión apostólica, comunitaria, intelectual, se va conociendo quién es este joven y cómo va siendo desde la experiencia de Dios como va fundando la compañía en sí y desde allí se va reconfirmando la vocación que siente de ser jesuita.

Cuando termina, se supone que ya ha fundado mucho más la Compañía de Jesús, ha asimilado más la Espiritualidad Ignaciana, un modo de ser, un modo de proceder, para seguir a la etapa siguiente que tiene su reto la formación intelectual y formar un buen jesuita.

¿Cómo ha visto la evolución de la formación de los novicios en los últimos años?

Es una satisfacción ver cómo van desplegando su modo de ser jesuita en las diversas actividades que tienen, sea en la universidad, en el apostolado, en la vida comunitaria, en medio de las fragilidades que todos tenemos la experiencia de Dios le va marcando y van aprendiendo a ser buenos jesuitas.

¿Cuáles son los retos actuales en la formación de novicios de América Latina?

La generación que va llegando, podríamos decir que es más frágil, más susceptible, entonces un desafío primero es la integración personal. Son como de fases internos, pueden tener 30 años pero en algunas etapas, pueden tener 20 años en otras y hasta 40, entonces cómo se van integrando desde la experiencia de Dios y desde allí su historia personal, biografía, van sanando heridas, fortaleciendo las cualidades y dones que el señor le ha regalado para sanar y servir.

Es muy importante el autonocimiento desde la experiencia de Cristo. El punto es que como la acción del espíritu encienda, como decía el Padre Hurtado: que un fuego encienda otros fuegos, y desde allí se entusiasman con la transformación de la realidad. Hacer este mundo más justo, más humano, más fraterno. Desde allí se va viendo el compromiso real para ser un buen jesuita.

¿Cuál es el principal consejo qué siempre le das a tus novicios?

El consejo central es el amor personal a Jesucristo, desde la identidad con él e identificación vivencial en su modo de ser, de proceder, en su criterio, sentimientos, estilo de vida. Desde esa intimidad con el Señor, como dice San Pablo hasta que ya no sea yo, el ego quien viva en mí, sino que Cristo viva en mí. Desde allí se integra todo.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Reflexión del Evangelio – Domingo 24 de Junio

Evangelio según San Lucas 1, 57-66 80

 Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”. Ellos le decían: “No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: “Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados, y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

 Reflexión del Evangelio – Por Oscar Freites

En este domingo la Iglesia nos invita poner la mirada sobre un nacimiento: “Isabel dió a luz a un hijo…” Quizás estás palabras nos parezcan muy naturales, cotidianas, parte del silencio ciclo de la vida. Pero si escuchamos bien, si prestamos la adecuada atención, podemos advertir que nos remiten a una historia y a una misión. Detrás de todo nacimiento parece esconderse el misterio de todo hombre: somos historia y somos misión.

Somos una historia que no comienza con el nacimiento, ni termina con la muerte. Al recordar hoy la natividad de Juan Bautista podemos caer en la cuenta de una historia que comenzó a tejerse con una buena noticia pronunciada nueve meses atrás. Zacarías e Isabel, ya ancianos, traerán al mundo a un hijo. El milagro de la fecundidad se abrirá paso en medio de una realidad que parecía estéril. Un suceso tan increíble que dejaría sin habla a Zacarías tras la duda y la falta de fe. Un pequeño pueblo entre las montañas de Judá se alegraría ante aquellos sucesos y sería el fiel testigo de los acontecimientos de aquellos nueve meses. En ese tiempo llegaría hasta allí, otra mujer con un niño en su vientre: María. Isabel y la joven nazarena compartirán la gracia de ser portadoras de vida, y serán capaces de cantar y contagiar su alegría con todos aquellos con quienes se encuentren. Vemos aquí la fecunda dinámica de engendrar la vida: silencios, alegrías, novedad, agradecimiento, compañia. Nuestra historia, como la historia de Juan Bautista, también se inscribe en esta dinámica desde el instante mismo en que somos concebidos. Desde aquel momento las alegrías y tristezas, los aciertos y los errores, los esfuerzos y las luchas de los nuestros ya comienzan a ser nuestras.

Y cierto día llega la hora de dar a luz, nos llega la hora de ser luz, de asumir una misión. Pues nuestra vida es misión y la misión es nuestra vida. Irrumpimos en el mundo, nacemos, y como Juan somos causa de alegría para muchos. Somos una nueva vida, una nueva misión, que es capaz de devolver el habla. Misión que es voz que no quiere (o no debe) ser silenciada. Celebrar el nacimiento de Juan Bautista también nos lleva a mirar la misión de este fiel hombre que fue la voz que preparó el camino a Jesús. Él fue la voz que abrió caminos, que movió corazones, que asumió con humildad y firmeza su misión. Nosotros también somos misión, el Señor también nos ha llamado desde el vientre de nuestra madre, ha pronunciado nuestro nombre, nos ha hecho escuchar su Palabra.

Somos historia y somos misión, y somos pregunta abierta en medio del mundo, ignorancia de lo que vendrá: ¿Qué llegará a ser este niño? Esto se preguntaban los parientes y vecinos de Juan tras su nacimiento, y es que, somos una fecunda potencialidad. Historia que vamos escribiendo, pronunciando y diciendo. Misión que vamos construyendo y reconociendo en el encuentro con los demás; en medio de aquellos lugares en donde nos arde el corazón y en los cuales somos capaces de gastar nuestra vida. Pregunta abierta que nadie puede responder por nosotros; sino que, desde nuestra libertad, vamos conjugando y arriesgando respuestas.

En este domingo al celebrar el nacimiento de Juan Bautista, podemos pedirle al Padre que nos ayude a cuidar, proteger y defender cada historia que comienza a narrarse desde el seno materno y a abrazar aquella misión que comenzamos a pronunciar desde nuestro nacimiento.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe