Palabras Inaugurales – Rafael Velasco SJ

Discurso inaugural del P. Rafael Velasco SJ al asumir como Superior Provincial de Argentina-Uruguay, al inicio del Encuentro de Provincia 2019, el 30 de enero pasado. 

Por Rafael Velasco SJ

Quiero comenzar compartiendo con ustedes las convicciones espirituales que me guían y alientan; algo así como mi propio credo personal

Nuestra Fórmula del Instituto dice: “Procure mientras viviere poner delante de sus ojos ante todo a Dios y luego el modo de ser de este su Instituto que es camino para ir a El…”

Ante todo creo en Dios. Dios Nuestro Señor, que nos ha creado por amor para alabarlo, reverenciarlo y servirlo en nuestros hermanos y hermanas. El Dios que en Jesús se ha hecho carne en las periferias y desde allí mira la realidad; no desde “arriba”, sino desde los costados, desde los que están al margen. Creo, por experiencia, que allí –en las periferias- se domicilia “Su solio Real”. Desde allí Dios Nuestro Señor nos mira y nos llama a ayudarlo a edificar Su Reino: “desde los hambrientos, los sedientos, los migrantes, los enfermos” (de Mateo 25), desde la mirada compasiva de los buenos samaritanos y los ojos entrecerrados de los apaleados del camino, Nos mira y nos llama desde la mirada expectante de las samaritanas que junto al pozo de la vida siguen buscando el agua viva, Nos mira desde la mirada dolorida de las viudas de Naím y desde la mirada ávida de las hemorroisas que han perdido todo menos la fe…

Creo, en fin en Jesús que transita hoy por nuestras propias “sinagogas, villas y castillos”.

Creo en un Dios en salida, misionero, que por amor se ha costeado el viaje hasta nuestras periferias, que se acerca a todos los que sufren, que es buena noticia y esperanza para todos. Ese Dios nos empuja a sus compañeros a que no nos quedemos cómodos con lo nuestro, con lo ya logrado, con nuestras obras. Es un Dios que sale a buscar, un Dios “en expansión”, no un Dios en repliegue. Un Dios que nos revela Su Esperanza cuando salimos, cuando nos ponemos en camino, cuando arriesgamos, cuando somos cercanos, cuando intentamos una y otra vez.

Creo, desde nuestra fe jesuita, que Dios ya está obrando en la realidad –siempre nuevo y sorprendente- y nos llama para ayudarlo en la obra de Reconciliación y Justicia que Él va tejiendo paciente y laborioso como un obrero. Y creo que nuestra misión tiene mucho de ser discípulos de la realidad, y por eso debemos orar y reflexionar con profundidad para acertar en el modo de colaborar en Su Obra.

Creo que Dios abre caminos cuando nos animamos a cruzar el mar, como lo señala el Talmud en aquel versículo que al describir el cruce del mar rojo afirma que el mar no se abrió cuando Moisés golpeó con el bastón el mar, sino cuando el primer hebreo se lanzó a cruzar. Dios nos abre caminos cuando creemos de verdad en El y nos animamos a dar el primer paso.

Creo firmemente que nuestro Dios se deja encontrar privilegiadamente en los pobres. Sin cercanía real con ellos no hay salvación, Es decir, no hay vitalidad apostólica consistente. Jesús comienza su ministerio proclamando que el Espíritu del Señor está sobre Él “para anunciar la Buena Noticia a los pobres”. Desde ellos, particularmente, Dios nos revela su rostro.

Creo, como dice san Ignacio a los padres y hermanos de Padua, que “Son tan grandes los pobres en la Presencia Divina, que principalmente para ellos fue enviado Jesucristo a la tierra: «Por la opresión del mísero y del pobre ahora —dice el Señor— habré de levantarme» (Sal 11,6); y en otro lugar: «Para evangelizar a los pobres me ha enviado» (Lc 4,18), lo cual recuerda Jesucristo, haciendo responder a San Juan: «Los pobres son evangelizados» (Mt 11,5), y tanto los prefirió a los ricos, que quiso Jesucristo elegir todo el Santísimo Colegio de entre los pobres, y vivir y conversar con ellos, dejarlos por príncipes de su Iglesia, constituirlos por jueces sobre las doce tribus de Israel (Mt 19,28), es decir, de todos los fieles. Los pobres serán sus asesores. Tan excelso es su estado. La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey Eterno. (Carta a los PP y HH de Padua 6 de agosto de 1547)

Creo que Dios nos llama a ser discípulos y amigos de los pobres. Como dice nuestra última Congregación General: “estamos llamados a descubrir a Cristo en los pobres, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. Esta actitud va contra corriente de lo que es normal en el mundo, en el que, como dice el Quoelet, “la sabiduría del pobre se desprecia y nadie hace caso a sus consejos”. Junto a los pobres podemos aprender lo que significan esperanza y valentía” (D. 1, 15).

Por eso debemos optar claramente por ellos, sin excusas ni racionalizaciones. Y una opción implica misionar jesuitas cualificados y asignar recursos. Porque ese servicio apostólico debe ser de calidad y con rigor. No puede ser un servicio “pobre”; debe ser lúcido, con jesuitas valiosos capaces de articular sensibilidad, rigor intelectual y compromiso en la acción y la provincia debe asignar recursos para ello.

Creo que la existencia de hermanos y hermanas nuestros que viven realidades de exclusión y descarte es una bofetada que debe hacernos reaccionar. Y a la vez es una llamada evangélica a salir, a acercarnos como Jesús, a radicalizar nuestro estilo de vida…a convertirnos. Nuestra opción por los pobres debe significar también vivir más solidariamente con ellos en nuestras opciones y acciones, en nuestro estilo de vida y en lo que nos preocupa y nos ocupa.

Somos discípulos del que nació en un pesebre y murió en una cruz, y que no tuvo donde reclinar la cabeza. Somos compañeros del que anunció el Reino de Dios para los pobres. Nuestra fe en Jesús –lo sabemos- exigen de nosotros compromiso y pasión por la justicia. Y nos exige estar en la primera línea, donde se libran las batallas, y no en retaguardias cálidas y seguras. Nuestro Rey Eternal nos marca el camino: “quien quiera venir conmigo ha de trabajar conmigo…para que siguiéndome en la pena me siga también en la gloria” (95).

Creo que la Comunidad (nuestras comunidades) puede llegar a ser un Hogar para el Reino de Dios. Durante años se ha hablado de la comunidad en función de la misión. Desde las dos últimas Congregaciones Generales se habla también de que la comunidad es misión. Comparto esa convicción. El testimonio de cómo vivimos es más fuerte muchas veces que nuestras acciones apostólicas. Jesús les dijo a los que lo seguían: “vengan y vean”. Ellos vieron cómo vivía y se quedaron con él. No fueron a ver sus milagros primero, sino como vivía. Pienso muchas veces que cierta falta de consistencia en materia de vocaciones, además de la dificultad de los tiempos que corren, algo tiene que ver con esto. Trabajamos con esfuerzo y entusiasmo, pero al ver cómo vivimos…ahí las cosas cambian. “¿qué clase de vida tienen si no tienen vida juntos?” dice Tomas Eliot.

Creo que nuestro estilo de vida debería revelar el Dios en el que creemos, el Dios cercano a los pobres y sufrientes, el Dios en salida, el Dios fraterno que se hizo pobre para enriquecernos y ofrece la Salvación y la Buena Noticia encarnado en las periferias…

Creo, también, que nuestras obras apostólicas deberían ser comunidades de vida. Espacios de una vida nueva. Una vida que surge y se alimenta de la vida, de Jesús vivo entre nosotros. En una cultura de la muerte, la gente busca vida, busca espacios de vida. Nuestros colegios, universidades, parroquias, centros de espiritualidad, obras sociales están llamadas a ser espacios de vida en salida.

Y creo que nuestro lugar en nuestras obras es clave: No somos gestores mundanos, somos líderes apostólicos. Compañeros de Jesús y en Jesús. Nuestro modo de llevar adelante nuestras obras apostólicas tiene que tener presente que no solo importa el fin apostólico sino también el modo, el estilo. Nuestras obras deberían ser comunidades de trabajo. Pero no sólo eso, deben ser espacios en los que se vive una misión apostólica en comunidad.

Creo en la mirada Visionaria de Dios. Un párrafo acerca de nosotros: Hay quien afirma que no es verdad que “el amor es ciego”, sino que en verdad el amor es “visionario”; porque es capaz de ver en el otro lo que otros no ven, y que a veces ni el mismo sujeto ve. El amor es visionario porque ve lo más genuino y noble del otro aún contra las apariencias. Así de visionaria es la mirada amorosa de Dios. Él ve lo más genuino y noble que hay en nosotros (más allá de nuestros límites y pecados), y confía en nuestra mejor versión. Es una mirada que alienta, entusiasma y construye. Esa mirada visionaria entra en colisión –no pocas veces- con nuestras miradas heridas por el miedo, enojos, rencores, celos…Esa mirada desfigurada es fuente de desesperanza. De esa mirada surgen desvalorizaciones y descalificaciones y desde ese prisma, hasta pareciera que hay compañeros que ya no tienen lugar, ni remedio. Ese no es un camino de vida. Lo sé por experiencia.

Cuando conectamos, en cambio, con esa mirada Visionaria de Dios, entonces somos capaces de responder con generosidad y fraternidad; desde allí nos vivimos como hombres en misión, capaces de dar con generosidad, más allá de límites, sombras y agachadas personales. Y cuando la misión apostólica es desafiante respondemos mejor aún. Desde esa mirada nos descubrimos y sentimos Compañeros en una misión de reconciliación y justicia.

Le pido a Dios para mí y para todos, apostar cada día por esa mirada Visionaria Suya.

Estas convicciones que comparto con ustedes son las que me alientan y son las que –espero- guiarán y empujarán mis decisiones. Son las que me recuerdan cada día que no debo acostumbrarme.

A modo de aguijón y horizonte de Esperanza termino compartiéndoles una oración de Luis Espinal, compañero nuestro que dio su sangre por Jesús y sus hermanos. Es una oración que procuro rezar con frecuencia, y que cada vez que lo hago, me despierta:

Tenemos el vicio de acostumbrarnos a todo. Ya no nos indignan las villas miseria; ni la esclavitud de los siringueros; no es noticia el “apartheid”, ni los millones de muertos de hambre, cada año.Nos acostumbramos, limamos las aristas de la realidad, para que no nos hiera, y la tragamos tranquilamente.Nos desintegramos. No es sólo el tiempo el que se nos va, es la misma cualidad de las cosas la que se herrumbra. Lo más explosivo se hace rutina y conformismo; la contradicción de la cruz es ya sólo el adorno sobre escote mundano, o la guerrera de un Hitler.Señor tenemos la costumbre de acostumbrarnos a todo; aún lo más hiriente se nos oxida. Quisiéramos ver siempre las cosas por primera vez; quisiéramos una sensibilidad no cauterizada, para maravillarnos y sublevarnos.


Haznos superar la enfermedad del tradicionalismo, es decir, la manía de embutir lo nuevo en paradigmas viejos. Líbranos del miedo a lo desconocido. El mundo no puede ir adelante, a pesar de tus hijos; sino gracias a ellos. Empujemos.Jesucristo, danos una espiritualidad de iniciativa, de riesgo, que necesite revisión y neologismos. No queremos ver las cosas sólo desde dentro; necesitamos tener algún amigo hereje o comunista. Para ser disconforme como Tú, que fuiste crucificado por los conservadores del orden y la rutina.Enséñanos a recordar que Tú, Jesucristo, siempre has roto las coordenadas de lo previsible.


Y sobre todo, que no nos acostumbremos a ver injusticias, sin que se nos encienda la compasión y la actuación.

Dos jesuitas en camino a los altares

El 12 de febrero de 2019, el Papa Francisco recibió en su audiencia al Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Durante la audiencia, el Sumo Pontífice autorizó a dicha Congregación promulgar los Decretos relativos a dos milagros, un martirio y 5 virtudes heroicas, gracias a lo cual un jesuita ecuatoriano será proclamado beato y otro jesuita español es reconocido como Venerable.

P. Emilio Moscoso SJ: nuevo beato mártir

Emilio Moscoso Cárdenas, sacerdote jesuita nacido en Cuenca, Ecuador, el 21 de abril de 1846. A la edad de 18 años, tras haber iniciado su carrera de leyes en la universidad, pidió ingresar al Noviciado jesuita de Cuenca. Fue asesinado en Riobamba el 4 de mayo de 1897, durante la pugna entre conservadores y liberales.

Venerable P. Manuel García Nieto SJ

Manuel García Nieto nació en Macotera (España) el 5 de abril de 1894. A los 14 años ingresó en el Seminario de Salamanca.  Más tarde, ingresó a la Compañía de Jesús. Poco después del noviciado fue destinado como padre espiritual al seminario – universidad pontificia de Comillas, en Cantabria. Murió en Comillas el 13 de abril de 1974 y fue enterrado en Salamanca en la Parroquia de San José de los jesuitas.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Las Bienaventuranzas Argentinas

Una adaptación de Lucas 6, 20-26 a la realidad de la Argentina hoy. 

Por Emmanuel Sicre SJ

Felices quienes no llegan a fin de mes y la siguen peleando,

quienes no temen ser pobres

y comparten su hambre

con quienes están aún peor,

porque saborean la lógica del Reino.

 

Felices quienes por la inflación ya no pueden pagar medicamentos

y encuentran en la fe compartida

la medicina para tanta desesperación,

porque sus lágrimas serán fecundas.

 

Felices quienes sufren sin vergüenza el bullying por hacer el bien,

por no querer hablar mal de los demás

y rechazan las invitaciones

a descargarse violentamente contra la masa,

porque sus actitudes sanarán corazones heridos.

 

Felices quienes padecen adicciones y buscan la salida,

aunque caigan,

quienes los acompañan con amor a pesar de todo

y no juzgan livianamente el dolor del otro,

porque se sentarán a la mesa de quienes luchan y vencen.

 

Pero, ¡ay de quienes idolatran su riqueza y se olvidan

de quienes están desahuciados

por los sistemas deshumanizadores,

porque su egoísmo se convertirá en soledad!

 

¡Ay de quienes la superficialidad los entretiene mágicamente

y los ciega ante quienes sufren,

porque se perderán del sentido de la vida!

 

¡Ay de quienes viven de la mirada de los demás

y no quieren descubrir su propia verdad,

porque no podrán mirarse al espejo con amor!

 

¡Ay de quienes son responsables del Bien de todos en los cargos públicos

y acceden a la corrupción, la coima y la avaricia,

porque los visitará su conciencia y les reprochará tanto dolor!

Listos para servir: Nuevas Preferencias Apostólicas Universales

La Compañía de Jesús se encuentra próxima a anunciar sus nuevas Preferencias Apostólicas Universales (PAU).

Un cierto ambiente de expectación se deja sentir en la Curia General de los jesuitas en Roma. Se debe a que el P. General Arturo Sosa se halla en el sprint final para sacar al público una carta que orientará el porvenir de la Compañía de Jesús. Durante casi dos años, jesuitas de todas partes del mundo han discutido, discernido y rezado preguntándose: “Jesús, en este mundo de hoy en el que Él lleva su cruz, ¿a dónde nos llama?”, “¿Qué nos pide la Iglesia a nosotros?” y “¿Dónde somos más necesitados?”. De esos intercambios han nacido las “Preferencias Apostólicas Universales” (PAU), en un documento con potencial para reformar la Compañía de Jesus.

En 2003, el P. General Peter-Hans Kolvenbach publicó las “Preferencias apostólicas” en un momento en el que la Compañía de Jesús se hallaba embarcada en un discernimiento orante sobre las prioridades de sus ministerios apostólicos, en un mundo en pleno cambio.

El telón de fondo del documento era una idea sencilla: cuando hay que discernir entre misiones de igual importancia, hay que dar prioridad a las cabezas de lista. Los ministerios que han orientado la Compañía estos últimos años han sido 1) África, 2) China, 3) el apostolado intelectual, 4) las casas de Roma y 5) migración y los refugiados.

Esas preferencias no eran una lista de control de obras y tomas de postura que necesitaran refuerzos de personal. Era más bien un modo de recordar por donde las mociones del Espíritu Santo han ido dirigiendo a la Compañía en el seguimiento de Jesús. Vamos donde Lo encontramos, donde Él nos llama o hacia donde Él nos señala el camino. Era el reconocimiento que los jesuitas estaban siendo llamados a repensar su lugar en un mundo que había cambiado mucho en las dos décadas precedentes.

De la elección de estas 5 preferencias apostólicas han pasado ya 16 años, y una década desde que aquellas ‘Preferencias Apostólicas’ fueran adoptadas por la  Congregación General. Ahora lo que la Compañía de Jesús está haciendo es obedecer al mandato de la Congregación General 36 que pedía al P. General que “la Compañía prosiga su discernimiento de preferencias”. De la misma manera que las anteriores Preferencias Apostólicas hacían un llamado a los jesuitas para hacerse disponibles a las mociones del Espíritu Santo, así también las actuales Preferencias Apostólicas Universales convocarían a los jesuitas a adaptar, cambiar y crecer para servir mejor las necesidades de la Iglesia y de su pueblo.

La semana pasada el Papa Francisco recibió un ejemplar de las nuevas Preferencias Apostólicas Universales y de una sola pregunta: “¿Es esto lo que la Compañía de Jesús necesita hacer en este momento de su historia?”.

El sábado, el P. General Sosa fue recibido en audiencia por el Santo Padre, quien, después de haber tomado un tiempo para la reflexión y la oración, acogió al P. Sosa y le devolvió el ejemplar que ya no era un simple documento. Era una misión para la Compañía de Jesús.

El significado histórico de las PAU no pasa desapercibido para los miembros de la Curia. Todos los Departamentos, desde el Consejo hasta los diferentes Secretariados se están preparando para la publicación oficial de esta nueva misión del Papa Francisco a la Compañía de Jesús a nivel mundial. Después de uno de los más prolongados discernimientos en la historia de la Compañía de Jesús, los jesuitas alrededor del mundo están a la expectativa y se preparan a servir allí donde esta nueva misión les llevará.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Mañana empieza la edición 2019 de la Misión San Francisco Javier

Por tercer año se llevará adelante la Misión San Francisco Javier en la Diócesis de San José; Uruguay. La misma se extenderá del 16 al 24 de febrero de 2019.

Esta experiencia es organizada por la Red Juvenil Ignaciana de Uruguay. De ella participan chicas y chicos pertenecientes a la Red Juvenil de Argentina y Uruguay. Este año será el último que los misioneros visitarán la Diócesis de San José de Mayo. El ciclo de misión comenzó en 2017 y se extiende hasta el 2019.

En total, más de 100 jóvenes participarán de la Misión San Francisco Javier, dividiéndose en pequeñas comunidades a lo largo de toda la diócesis.

Estas serán:

  • Parroquia Nuestra Señora de Lourdes y San Rafael en Rafael Perazza
  • Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Pompeya en San José: Capilla San Cono, Barrio Exposición
  • Capilla Virgen del Carmen, Barrio Cementerio y Barrio Mariano (San José de Mayo)
  • Capilla Nuestra Señora de los Treinta y Tres, Pueblo Raigón
  • Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Ecilda Paullier
  • Parroquia Cristo Redentor en Capurro
  • Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Ciudad de Rodríguez
  • Parroquia Santísima Trinidad en Trinidad
  • Parroquia Nuestra Señora del Luján en Trinidad

INICIO Y CIERRE

La Misión San Francisco Javier iniciará este año el sábado 16 de febrero a las 18 horas en la Basílica Catedral de San José en una celebración que presidirá el Obispo de San José de Mayo, Mons. Arturo Fajardo y será concelebrada por los sacerdotes jesuitas que acompañan la misión, entre ellos el P. Álvaro Pacheco, del sector pastoral de la Universidad Católica del Uruguay. Los jóvenes han seleccionado como lema para esta misión “Vengan y vean”, tomado del evangelio de Juan, donde se narra un diálogo entre Jesús y sus apóstoles, allí le preguntan “Maestro, ¿Dónde vives?”. Jesús les dijo: “Vengan y vean”. Fueron y vieron dónde vivía. Eran como las cuatro de la tarde; y se quedaron con Él el resto del día”.

La Misa de cierre de la #MisiónSFJ será en la Basílica Catedral de San José el Domingo 24 de febrero a las 10 horas.

#MiExperienciaMAG+S: Un Dios que invita a comprometerse con el que sufre

Durante el mes de enero, en los días previos a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que este año fue en Panamá, se realizó el MAG+S: una experiencia ignaciana que lleva adelante como una suerte de pre-jornada organizada por la Compañía de Jesús. La experiencia nucleó a jóvenes de 18 a 30 años, provenientes de todo el mundo, quienes se mezclaron y dividieron en comunidades pequeñas, que se repartieron por distintos lugares de Centroamérica.

La Red Juvenil Ignaciana de Argentina – Uruguay tuvo una fuerte participación. Al regreso de los ‘peregrinos’, les hemos pedido que compartan su experiencia, respondiendo a tres consignas: 1) Contar un momento, sentimiento, aspecto, etc. que les haya quedado resonando de manera particular; 2) ¿Qué aprendizaje te llevas para tu vida de la experiencia del MAG+S 2019? 3) ¿Qué imagen representa lo que fue el MAG+S 2019 para vos?

Por Pedro Dacunda – Santa Fe

Algo que me llevo de mi experiencia en Magis 2019 es la opción radical que ha hecho la Iglesia salvadoreña a lo largo de su historia, poniéndose al lado de aquellos que más sufren. Pero no a la distancia, sino estando físicamente cerca suyo, y acompañándolos como uno más en sus luchas. Me impactó el esfuerzo constante por llevar el mensaje del Evangelio,  en la lucha por la paz y la igualdad, y que tenía al más pobre como estandarte en su bandera. Me llevo la imagen de esta Iglesia que no fue tibia, sino que se comprometió a trabajar con combatir las desigualdades de su tiempo.

Mi aprendizaje se traduce en la invitación de Dios a ser compasivos con el sufre, a no quedarnos callados, a hacer de la lucha del más pobre, nuestra lucha. Dios nos invita a abrirnos al amor más allá de lo políticamente correcto, y nos pone en nuestra vida ejemplos que son luz para nuestro camino.

WhatsApp Image 2019-02-11 at 8.44.08 PM

Me quedo con esta imagen porque fue San Oscar Arnulfo Romero quien le demostró a todo el mundo y nos sigue mostrando a nosotros, hoy, que es posible ser la voz de los que no tienen voz. Y que “El profeta tiene que ser molesto de la sociedad, cuando la sociedad no está con Dios”.

Haití en llamas, requiere nuestra solidaridad

Desde el 7 de febrero pasado, día en que se celebraba el fin de la dictadura y los dos años de posesión del gobierno actual, la población de Haití reclama vehementemente en las calles la renuncia del presidente Jovenel Moïse.

Por Roberto Jaramillo SJ – Presidente de CPAL 

 Joven emprendedor del norte del país, fue lanzado y promovido a su candidatura por el antiguo presidente Martelly, y asumió su cargo después de contestadas elecciones en las cuales fue necesario retrasar la segunda vuelta. Los dos años que lleva en el poder ha sido una demostración repetida de su incapacidad para gobernar y para administrar.

 “No hay una sola promesa cumplida, ni una sola medida que él haya tomado en beneficio del pueblo haitiano. En todas partes hay miedo e incertidumbre. Las manifestaciones cotidianas se convierten en escenas de violencia y saqueos. La mayoría de las gasolineras son objeto de actos de vandalismo, varias empresas han sido saqueada; los vehículos, principalmente del servicio estatal (S.E) han sido quemados, al igual que algunas instituciones públicas y privadas; la policía está literalmente abrumada por los acontecimientos” nos dicen desde Puerto Príncipe.

 La moneda nacional (gourdes) ha sufrido una fortísima devaluación: la gourde que hace dos años se cambiaba 66 x 1 respecto del dólar hoy está en 83, haciendo la vida imposible en un país donde 10 millones de habitantes sobreviven con menos de dos dólares diarios, los servicios públicos no funcionan, la educación está en crisis, el 63% de la población está desempleada y la violencia en las calles se incrementa. Hoy: la banca está cerrada, el comercio funciona sólo informalmente, no hay servicios básicos de transporte, el agua es escasa, la energía (en las ciudades) es intermitente, las principales carreteras y vías de las ciudades están bloqueadas. Todos reclaman la renuncia de Jovenel Moïse.

 Unos días antes de estallar las protestas fue publicado un informe del Tribunal de Cuentas de la nación que reveló irregularidades significativas en el programa Petrocaribe (de transferencia de más de 4 billones de dólares) entre 2008 y 2016 que involucró a 15 exministros y actuales funcionarios, así como al propio presidente Moïse.

 Desde el 7 de febrero no hay pronunciamiento oficial: ni del presidente o su primer ministro (no se sabe dónde están), ni de las autoridades de seguridad, ni de los organismos internacionales; solo el llamando core group formado por los embajadores de Brasil, Canadá, Francia, España, los Estados Unidos, la Unión Europea y el Representante Especial de la Organización de los Estados Americanos (OEA), especie de tutores del gobierno (con la vara de la financiación internacional para la reconstrucción) hizo una tímida declaración reclamando una salida pacífica y desconociendo absolutamente el clamor y el drama de las calles. El único organismo que se ha pronunciado hasta ahora es la Conferencia Episcopal Haitiana que ayer, martes 13, publicó una breve nota en que dice:

 «Señor, sálvanos que percemos! (Mt 8, 25) Es con este grito alarmante de oración y desesperación de los discípulos a Cristo, que dormía mientras la barca que amenazaba con hundirse, que nos dirigimos a ustedes hoy para decirles que la hora es grave . Debemos despertar para tomar juntos toda la medida del peligro que nos amenaza a todos. Es el momento de unir nuestras fuerzas y nuestras inteligencias para salvar nuestra barca común, Haití, que es nuestro orgullo… Debemos encontrar una solución de sabiduría que tenga en cuenta los intereses superiores de la nación y la defensa del bien común. En este sentido, hacemos un llamamiento a la conciencia ciudadana de las diferentes partes para una decisión patriótica, aunque sea a precio de grandes sacrificios”.

 La falta de comunicación a nivel internacional se repite, también, al interior del país: así el caos se extiende y la anarquía en las calles se transforma rápidamente en violencia. No se sabe qué medidas esté tomando el gobierno (si las hay), no hay informaciones claras sobre articulaciones políticas en curso, no hay un posicionamiento claro de la comunidad internacional.

 ….

“Los compañeros Jesuitas y colaboradores, igual que la población, nos quedamos estancados en las comunidades; es necesario tener mucha precaución. Estamos en constante comunicación. Un compañero que había venido para la consulta ampliada, no ha podido regresar al norte del país. Yo, finalmente regresé esta mañana a casa; hemos cancelado el Seminario que teníamos programado, ya con 27 personas extranjeras presentes. La gran mayoría ha podido regresar a salvo a sus países; las calles daban miedo y estaban desiertas, excepto que las barricadas aún eran visibles y los neumáticos seguían ardiendo. La delegación de la República Dominicana todavía está en casa; tuvieron que dar la vuelta esta mañana pues no pudieron cruzar las barricadas de neumáticos en llamas.

 Pedimos la solidaridad de todos para que no se olvide la existencia de nuestro pueblo y su destino. Confiamos en que el Señor de la vida nos da la gracia de discernir las mejores maneras de estar presentes para que la esperanza finalmente brote en esta tierra. Gracias por su continua solidaridad, su oración y por compartir estas noticias con nuestros amigos y colaboradores” (Jean Denis San Felix, superior del Territorio de Haiti).

 Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Mi Experiencia MAG+S: Jóvenes con deseos de MÁS

Durante el mes de enero, en los días previos a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que este año fue en Panamá, se realizó el MAG+S: una experiencia ignaciana que lleva adelante como una suerte de pre-jornada organizada por la Compañía de Jesús. La experiencia nucleó a jóvenes de 18 a 30 años, provenientes de todo el mundo, quienes se mezclaron y dividieron en comunidades pequeñas, que se repartieron por distintos lugares de Centroamérica.

La Red Juvenil Ignaciana de Argentina – Uruguay tuvo una fuerte participación. Al regreso de los ‘peregrinos’, les hemos pedido que compartan su experiencia, respondiendo a tres consignas: 1) Contar un momento, sentimiento, aspecto, etc. que les haya quedado resonando de manera particular; 2) ¿Qué aprendizaje te llevas para tu vida de la experiencia del MAG+S 2019? 3) ¿Qué imagen representa lo que fue el MAG+S 2019 para vos?

Por Alicia ‘Pipi’ Garzón

Mi experiencia fue en El Salvador, un país con una realidad y una historia muy dura. En ella compartimos con jóvenes de Colombia, España, Korea del Sur, República Dominicana, Uruguay y El Salvador.

Algo que me llevo de esta experiencia es la unión del pueblo salvadoreño por reivindicar sus derechos como ciudadanos de su país. Guardo en el corazón lo compartido con los jóvenes de diferentes países, y su sed de amor y de justicia en el mundo; y el haberme dado cuenta de que todos tenemos un mismo sueño, que es el de un pueblo con VOZ y JUSTICIA. Hay muchos jóvenes con ganas de amar y servir hasta el extremo, jóvenes con pasión por la misión de Jesús y con quienes compartimos la espiritualidad ignaciana; con un corazón dispuesto y atento a las necesidades de los demás.

 Aprendí a servir en donde sea que Dios me necesite, sin reproches y sin miedo. A decir Sí. A dejarme transformar por Su palabra, porque su palabra habla, y no sólo en el Evangelio, sino también en el otro. Del Cristo que descubrí presente en cada persona que nos compartió su vida durante la experiencia, aprendí a ser más consciente de la luchas que hay mi país, a interesarme por estas lucha y como joven católica, a SER PARTE.

 En nuestra experiencia tuvimos la suerte de participar en la firma de los Acuerdos de Paz n° 27 del país. A ella asistieron el presidente y otras autoridades estatales, integrantes de las fuerzas armadas, personas privadas de libertad y otras organizaciones. Entre ellos estábamos nosotros, intentando comprender esta realidad. En un momento nos acercamos para ver más de cerca el escenario. Esa es la imagen que me guardo. Hay un misionero al medio, a su derecha un miembro de las fuerzas armadas y a su izquierda una persona privada de libertad.

Contemplaciones SJ – A una nueva pesca

Contemplación del encuentro de Pedro, Santiago y Juan con Jesús – Lc 5, 1 – 11.

Por Joaquín Cayetano Taberas SJ

El sol de la mañana ya empieza a calentar. El viento parece despertar. El olor a agua se mezcla con los vapores de la tierra. Es una mañana como cualquier otra en el pequeño mar de galilea.

Algunas barcas comienzan a llegar a la orilla: son pescadores. Pescadores que vuelven con las redes vacías. El desaliento se trasparenta en sus caras cansadas de haber estado trabajando toda la noche. A uno de ellos, que llaman Simón, se lo ve aún más desalentado que a los demás. Por su aspecto, se nota que es el mayor de todos. Su modo de conducirse y el modo en que los demás lo tratan, deja entrever que es una especie de líder dentro de su grupo.

De repente, comienza a acercarse una tumultuosa muchedumbre que irrumpe la paz de esa mañana. La gente que llega se agolpa alrededor de un hombre que hasta no hace mucho caminaba tranquilo por las orillas. Ese hombre trasmite algo especial. Sus ojos… sus ojos te hacen sentir mirado. Tiene una de esas caras que parece conocida. Al verlo, uno siente que lo conoce desde siempre.

Tiene una sonrisa que abraza. Y palabras fuertes y sinceras que llegan al corazón. La gente lo llama maestro, y algunos lo llaman Jesús. Al verse rodeado de tantas personas, el que llaman Jesús pide prestada la barca los pescadores. Alejándose un poco de la orilla, comienza a enseñar.

Una vez que terminada su plática Jesús mira a Simón que sigue masticando el fracaso en la pesca de la noche. Le dice que reme un poco más adentro y eche las redes. “Maestro, estamos cansados, toda la noche estuvimos trabajando y no sacamos nada, no tiene sentido ir a echar las redes a esta hora de la mañana” Simón está cansado y convencido de lo que dice. Sin embargo, al levantar la mirada se encuentra con la de Jesús. Esa mirada lo interpela. Se siente comprendido. Alentado. “Pero si tú lo dices, maestro, echaremos las redes” le dice entonces.

Y así se alejan de la orilla remando despacito

A unos doscientos metros de la orilla, Jesús les dice que echen las redes. Se cruzan miradas de desconcierto, de burla, de enojo. ¡Allí nunca se pesca nada! Es necesario ir más adentro para poder pescar. Cualquier pescador lo sabe. Pese a la mala predisposición, echan allí las redes. En el momento en que éstas terminan de descender, comienza a sentirse como la barca se inclina.

¡No lo pueden creer! ¡la red rebalsa de peces! Gritan a sus compañeros de la orilla para que vengan a ayudar. Ríen, aúllan, a alguno se le escapa una lágrima. Sacan las redes y las barcas se llenan tanto que apenas pueden mantenerse a flote. Ninguno recuerda haber tenido una pesca tan buena. Jesús trabaja como un pescador más y disfruta con ellos.

Entre que terminan de sacar las redes y empiezan a remar hacia la costa, comienzan a caer en la cuenta de lo que les acaba de pasar. Esta pesca no era obra de sus habilidades como pescadores; ni era gracias a la bonanza del mar.

Además, se sienten distintos. Extrañamente radiantes. Extrañamente contentos. Llenos de plenitud, como nunca antes lo habían sentido. Simón es quien primero cae en la cuenta. Sin dudarlo, se tira a los pies de Jesús y los abraza. Con los ojos llenos de lágrimas le dice: “Señor, aléjate de mí, que soy un pecador”.

Jesús toma de las manos a Pedro, lo levanta y abrazándolo le dice: “No tengas miedo amigo, de ahora en adelante vas a ser pescador de hombres”.

La barca llega a duras penas a la orilla Al llegar, los pescadores dejan lo poco que tienen. Con el corazón radiante de alegría y lleno de dudas, deciden ir con Jesús.

 

 

Confiar en la Palabra

«A la luz del Evangelio de ayer (Lucas 5, 1-11) el P. Enrique A. Gutiérrez T., S.J. nos invita a “recuperar el valor y el sentido de la palabra es el reto que tenemos de ahora en adelante. Hemos vivido la experiencia de tener que asegurarlo todo con contratos, documentos escritos, testimonios y pruebas.

Por Enrique A. Gutiérrez SJ

Estamos tan acostumbrados a oír expresiones como las siguientes “te doy mi palabra”, “confía en mi palabra” que no creemos que eso corresponda a la verdad. La razón es muy sencilla: la gente no cumple la palabra empeñada. Vivimos en un mundo del cumplimiento (cumplo – y – miento). No sucede lo que acontecía en tiempo de nuestros mayores, especialmente nuestros abuelos, cuando la palabra empeñada era sagrada, se cumplía lo prometido, no había necesidad de hacer documentos escritos, porque la palabra tenía valor, era respaldada por las acciones, y si no se cumplía, podía llegar incluso hasta costarle la vida a la persona que había faltado a su palabra.

Pueden pensar quienes leen esta columna sobre cuál es el sentido de mi escrito de esta semana. La razón es clara. En el evangelio de este domingo encontramos que Pedro le dice a Jesús después de haber estado toda la noche en una pesca infructuosa “por tu palabra echaré las redes”. Era una invitación, no era una orden. Todo podía haber seguido igual, hubieran regresado desalentados, sin haber pescado cosa alguna. Pero hay algo en el interior de Pedro que lo mueve a hacer lo que están diciendo: confía en la palabra de Jesús. Hace lo que Él le dice y la recompensa es grande “hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red”.

Confiar en la palabra de alguien, significa creer en esa persona, descubrir que tiene algo importante para decirnos, que no podemos desoír esa invitación. Significa también tomar la decisión de hacerse vulnerable, de permitir que esa otra persona entre en nuestra vida y su palabra se convierta en luz para nuestro camino. Eso en el plano de las personas semejantes a nosotros. Y ¿cuándo se trata de Jesús, por qué no hacemos lo mismo, por qué dudamos, por qué no confiamos, si Él nos está mostrando el camino para seguirlo de manera incondicional?

Estamos acostumbrados a buscar las evidencias, las pruebas de todo, nos obsesiona la certeza y la seguridad. Eso podemos dejarlo al campo científico. Pero no podemos hacer lo mismo en el campo de lo espiritual, de las relaciones interpersonales. Si lo hacemos así, corremos el riesgo de aislarnos de las personas, de no encontrar caminos adecuados para interactuar, porque siempre tendremos la sospecha de que nos pueden estar engañando, de que no son honestos y sinceros con nosotros. Todo esto nos sucede porque no confiamos en la palabra, no creemos en el otro.

Recuperar el valor y el sentido de la palabra es el reto que tenemos de ahora en adelante. Hemos vivido la experiencia de tener que asegurarlo todo con contratos, documentos escritos, testimonios y pruebas. Todo porque dejamos que la palabra perdiera su valor y su significado como compromiso sagrado. La palabra tiene la fuerza de exteriorizar lo que somos en lo más íntimo y profundo de nuestro ser. Démosle ese sentido, no la desvirtuemos, recuperemos su valor. Y tengamos presente que cuando empeñamos la palabra, estamos invitando a la otra persona a que confíe en nosotros. No traicionemos esa confianza y respaldémosla con hechos de vida.