En el marco de nuestro compromiso por una universidad libre de violencias, la Universidad Católica de Córdoba (UCC) creó la Comisión de Bienestar Universitario, un organismo interdisciplinario que tiene como objetivo prevenir, atender y concientizar sobre casos de violencias de género. Su coordinadora, Beatriz Ergo, cuenta sobre su experiencia en este tema, la importancia de esta iniciativa dentro de la institución y de los desafíos que tienen por delante como Universidad y como sociedad.
¿Cómo nace tu interés por temas relacionados con problemáticas de género?
Yo estudié psicología en la Universidad de Massachusetts en los ’80 y luego una maestría en la Universidad de Leslie, en Cambridge. Mi interés surge, entre otras cosas, porque en esa década Estados Unidos presentaba altos índices de violencia de género por lo que atravesaba una etapa de reformulación de las leyes y una profunda reflexión en torno a estos temas. En ese contexto, comenzaron a dictarse en las Universidades materias obligatorias específicas sobre género, y sobre la mujer en particular. Durante mi práctica universitaria trabajé en el Instituto Correccional de Mujeres Frahmingham en Massachusetts, donde surgieron los diez primeros casos de mujeres que fueron absueltas por condenas de asesinatos, por entenderse que eran en defensa propia. Fue un hito importante, que se sumaba al debate sobre la legalización del aborto y un gran activismo por diversas causas como las primeras marchas de la comunidad gay, la legalización del aborto, licencias de maternidad y paternidad, etc.
Similar a lo que está ocurriendo ahora en nuestro país.
Sí, muy parecido. Esto impactó en mi modo de pensar la psicología. Transité, como mujer y psicóloga, una profunda concientización sobre las problemáticas de género.
¿Por qué esta Comisión?
Porque la Universidad considera que el bienestar universitario tiene que ver con la convivencia basada en el respeto y en la equidad, derechos humanos y valores que en situaciones de violencia de género son transgredidos. Ninguna institución escapa al llamado de hacer una reflexión de cuáles son esas problemáticas, las posturas que la originan, qué herramientas y recursos tiene para abordarlas y cómo fomentar su reflexión y concientización. Por eso la Comisión es interdisciplinaria, lo cual es un valor porque no se centra en una sola mirada sino que quienes la conformamos podemos aportar conocimientos, experiencias y competencias necesarias para llevar a cabo un verdadero trabajo interdisciplinario, que es lo que el abordaje de las problemáticas de género requieren.
¿Cuáles son sus principales objetivos?
Por sobre todo la concientización en cuanto a la equidad de género. La reflexión y el replanteo de prácticas respecto a inequidades que han estado normalizadas por mucho tiempo y que ya ha dejado de ser así. Nuestro objetivo es concientizar, educar, prevenir e intervenir, cuando la situación lo amerita, sobre problemáticas que aluden a asimetrías de poder basadas en cuestiones de género.
¿Hoy somos más conscientes de lo que antes no nos incomodaba tanto?
Sin duda. Existen francas transgresiones, no necesariamente intencionales, pero por cierto en muchos casos «naturalizadas» que aluden a cuestiones de género y hoy estamos frente a una sociedad, sobre todo de jóvenes, que afortunadamente ya han transitado un camino de concientización al respecto.
¿Por qué la importancia de esta comisión?
El trabajo por delante es relevante porque debemos tener la capacidad de mirarnos como institución, repensar y reflexionar sobre cuestiones de género, tomar posturas e intervenir en pos del respeto por la diferencia y la equidad de género en particular.
Es un camino en el que vamos aprendiendo cuál es nuestra cultura organizacional que nos caracteriza como institución y qué queremos lograr. Los valores de la Universidad son nuestra guía y eje y hacia allá apuntamos.
¿Cómo funciona?
Tenemos un área específica de acción, de promoción, concientización y de prevención de todo lo relacionado a violencia de género. Pero no es nuestro foco de acción excluyente. Nos importan todas las problemáticas de conductas de alto riesgo de nuestra población estudiantil. Cada caso reportado es evaluado y en función de esta evaluación, que a menudo denota diferentes grados de complejidad, se determina un curso de acción. Las acciones pueden incluir entrevistas, derivaciones, llamadas de atención y sanciones, dependiendo del caso.
¿Cómo han procedido, hasta ahora, ante determinados casos específicos?
A los fines de preservar la discrecionalidad de los casos, aspecto muy importante para este tipo de trabajo, hemos convocado a las partes y hemos accionado en función de sus reportes, sin dejar de lado que nuestra principal función es la educación y la concientización y no una mera acción punitiva. Esto es así porque la intención de la Comisión es favorecer que decante, de a poco, el respecto por la diferencia y la equidad de género.
¿Cómo se logra?
La concientización y prevención de la violencia de género no se logra solamente a través de estas acciones. Vemos nuestra tarea como educadores, poniendo el acento en concientizar sobre verbalizaciones, actitudes y conductas sesgadas por el género, que en otro momento de nuestra historia, como sociedad, no hubieran sido llamativas o no hubieran incomodado; y si lo hubieran hecho, no hubieran sido reportadas. Esa etapa ha concluido y estamos en una nueva, construyendo nuevos vínculos, fundados, sobre todo, en el respeto por la diferencia y la equidad de género.
¿Y en qué estado se encuentra hoy?
Las acciones de concientización han tenido lugar de manera casi espontánea, no institucionalizada. De hecho, esta Comisión justamente surgió a partir del interés, la acción y el activismo de alumnos y alumnas que han tenido la importante función de advertir de una necesidad y accionar al respecto.
Se trata de un proceso sociopsicoeducativo. Queremos que en nuestra Universidad se incorpore y asimile la idea de que el respeto, la apertura a la escucha y la reflexión, debe caracterizar la modalidad de vincularnos y que seamos cada vez más conscientes de que esa herencia cultural y social, sesgada en términos de asimetrías de poder marcadas por el género, ya no encuentra lugar en nuestra sociedad.
¿Cómo se puede contactar con la Comisión?
Uno de los modos es escribir a bienestaruniversitario.vrmu@ucc.edu.ar. También tenemos tres referentes en cada edificio para receptar los reportes. La Comisión tiene reuniones periódicas para conocer estos reportes luego, y se asignan horarios para entrevistas.
¿Cuáles son los pasos que se siguen ante un reporte?
Lo primero que se hace es un análisis de todas las aristas de la situación. Actuamos dentro de un contexto en el que no se deja de lado el contexto de la unidad académica y apuntamos siempre a la concientización y a la educación, porque más allá de que la situación amerite una sanción, nunca perdemos de vista el propósito de concientizar y educar.
¿Cuáles son los principales desafíos como sociedad?
Son tiempos muy difíciles los que atravesamos porque pareciera que hemos perdido la forma de comunicarnos y vincularnos sin violencia, en todas sus manifestaciones. De hecho yo recuerdo que en Estados Unidos pasó algo similar en los ’80, hasta que después se llegó a cierta estabilidad producto de un cambio en las leyes, de mayores recursos psicológicos, sociales, jurídicos y económicos para las mujeres en situación de violencia. Todavía hay mucho por hacer hasta que lleguemos a un espacio en el que los géneros todos puedan comunicarse desde un lugar de respeto y valoración mutua.
En esa experiencia, ¿cómo viste ese avance?
Yo recuerdo que cuando estudiaba en Estados Unidos, la lucha por la equidad de género fue muy difícil. Como está siendo acá ahora. Por ejemplo, me acuerdo que quienes cursábamos las materias de género en la Universidad, éramos predominantemente las minorías étnicas: latinos, afroamericanos y mujeres. Los grandes ausentes eran los hombres blancos, lo cual era un indicador de que en estas asignaturas, que tenían como objetivo educar y concientizar, al final en ellas solo participábamos los que nos identificábamos como «desempoderados». Esto paulatinamente fue cambiando. Considero que hoy en nuestro país se ha avanzado mucho, en Córdoba en particular. Esta provincia lidera las políticas de género con instituciones como el Polo Integral de la Mujer y distintas ONGs.
¿Y los desafíos como Universidad?
Al ser reciente la conformación de esta Comisión, hay un proceso de aprendizaje en donde los emergentes nos van enseñando, de a poco, si estos malestares tienen que ver solamente con cuestiones de género, u otras violencias, o con el malestar de estos tiempos posmodernos en donde creo que hay una juventud y adolescencia bastante huérfana, con adultos más desentendidos. La adolescencia es una etapa turbulenta por excelencia dentro de las etapas psicoevolutivas del ser humano, y durante la cual, los adultos tenemos la responsabilidad de acompañar, los padres desde su lugar, los docentes desde otro. Queremos transmitir a nuestros jóvenes que la Universidad provee un espacio para escucharlos y acompañarlos.
¿Por qué una adolescencia huérfana?
Porque creo que los adultos no nos damos cuenta de la magnitud de todas las conductas de alto riesgo para la juventud, desde el consumo de sustancias psicoactivas hasta la sexualidad indiscriminada bajo efectos de alcohol y drogas hasta la desesperante sensación de vacío y de sinsentido. Los adultos creemos, utópicamente, que los adolescentes la pasan bárbaro, que es la etapa de la vida despreocupante, exultante, pero detrás de esto yace mucha angustia, desorientación y sufrimiento. Creo que hacen lo que pueden. Como adultos debemos retomar nuestra función de educadores. Y desde lo académico no se trata solamente de enseñar contenidos sino también, y fundamentalmente, herramientas humanas para la vida. Que pasar por la juventud no signifique pagar un alto precio para el resto de sus vidas, y esto tiene que ver con adicciones, paternidad no deseada, altos riesgos en cuanto a la integridad física, emocional, sexual, etcétera.
Entonces son muchos desafíos.
Creo que estamos ante un enorme desafío de reaprender, reeducar y concientizar de que en muchos caos el bagaje sociocultural que traemos ya no está vigente y que ya no está permitido en nuestra realidad y contexto institucional ni social.
La Comisión es un recurso y busca plantear y abordar que si bien en esta institución hay personas, como en tantas otras, que tengan ciertos prejuicios, en el contexto institucional académico no está avalado ni permitido. Sería utópico pensar que en el corto plazo vamos a poder cambiar una herencia de años marcada por el sesgo de género, pero confiamos en la capacidad de todos los que integramos la UCC de que esto es posible.
Claro, porque esto es parte de la educación.
Exacto. Nuestros alumnos hoy son los profesionales de mañana. Más allá de la excelencia profesional queremos que sean personas de bien. Es un momento favorable para comenzar a hablar, puede que incómodo también y delicado. Pero los estudiantes ya tienen otra mirada y conciencia sociopolítica. Significa, para los que hoy no somos «jóvenes», en un rol responsable de educador, un aprendizaje, empezar a reflexionar y adquirir una apertura frente a los cambios políticos y sociales. Son los objetivos o logros a los que aspiramos.
Fuente: Universidad Católica de Córdoba