Campaña de recaudación de fondos para cuidar a los más necesitados

#SeamosUno es una iniciativa conformada por un grupo de personas, entidades y organizaciones religiosas, sociales y empresarias que quieren colaborar y aportar ante la situación de crisis sanitaria, económica y social que vive la Argentina.

Con este nuevo proyecto, lo que se pretende es recaudar fondos y  generar una red de distribución de donaciones, con el fin de proveer de cajas alimentarias a 4 millones de personas residentes del área metropolitana de Buenos Aires, a través de una logística puerta a puerta.

Se trata de un trabajo conjunto entre  el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) de la Compañía de Jesús, CARITAS, el Banco de Alimentos, el Consejo de Pastores Evangelistas de CABA, AMIA, Alianza Cristiana de Iglesias Evangelistas de la República Argentina  (ACIERA) y otras organizaciones empresarias y sociales, bajo la coordinación del Estado.

El proyecto está siendo auditado de manera conjunta por compañías de renombre nacional e internacional como Deloitte, EY, KPMG y PWC, para asegurar la transparencia del proceso.

El pasado lunes 30 de Marzo, los representantes de cada institución, estuvieron reunidos con el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, para coordinar y colaborar en el funcionamiento de la campaña. Entre ellos, estuvieron presentes al sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga, director del Centro de Investigación y Acción Social -CIAS- y el Padre Provincial de los jesuitas Rafael Velazco SJ.

Si querés colaborar con esta iniciativa podés acceder a la página web: www.seamosuno.com.ar

Solidaridad con Refugiados y Migrantes en la era del COVID 19

Compartimos la declaración promulgada por la Global Ignatian Advocy Network on MIgratrion (GIAN Migration) sobre las consecuencias de la migración forzada en el contexto de la pandemia mundial. La GIAN es una red global sobre desplazamiento, migración y refugio, promovida por el Secretariado de Justicia Social y Ecología de la curia de los Jesuitas.

Comunicado:

“Al forastero que reside junto a vosotros, lo miraréis como a uno de vuestro pueblo y le amarás como a ti mismo” (Lev. 19,34). 

Vivimos una de las situaciones más complejas a nivel global desde hace muchos años. La pandemia del COVID 19 ha dado un vuelco al panorama mundial, con cerca de 800.000 casos y más de 37. 000 personas muertas en 178 países del mundo a 31 de marzo, cifras que aumentan cada día por millares. La rapidez con la que se extiende el virus ha llevado a numerosos países a cerrar sus fronteras. Numerosos países en todo el mundo han paralizado gran parte de su actividad y han puesto a sus poblaciones en confinamiento. Los sistemas sanitarios de diferentes países están siendo desbordados. Corremos el riesgo de que, en las próximas semanas, la pandemia se extienda y propague a más lugares. Tanto las consecuencias sanitarias como las económicas se prevén devastadoras y afectarán- están afectando ya- a las personas y comunidades más vulnerables. Desde la Red Global de Incidencia Ignaciana de Migraciones (GIAN Migraciones) nos preocupa especialmente la situación de las personas migrantes, refugiadas y desplazadas forzosas.

Situación de las personas migrantes y refugiadas y desplazadas En la actualidad, hay alrededor de 763 millones de migrantes internos en todo el mundo y 272 millones de migrantes internacionales. Más de 1.000 millones de personas están en movimiento en el mundo. Casi 71 millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos armados, violencia generalizada o desastres naturales. De estas, casi 26 millones son refugiadas; 41,3 millones son desplazadas internas y 3,5 millones son solicitantes de asilo. (ACNUR 2020, OIM 2020).

El confinamiento se ha confirmado en muchos países del mundo como una de las principales medidas para evitar el crecimiento de la pandemia. #YoMeQuedoEnCasa es uno de los hashtag más utilizados estos días en las redes sociales y en las indicaciones de sanidad y de las administraciones públicas en muchos países. El problema es que hay muchas personas migrantes y refugiadas que no tienen un hogar donde aislarse. Otras viven en infraviviendas con familias enteras o desconocidos, en condiciones muy precarias y de escasa salubridad.

Campos de refugiados Las imágenes de los campos de refugiados, en distintas regiones del mundo dan cuenta de la tragedia que puede suponer el virus allí. Campos repletos, sin condiciones sanitarias para poder cumplir cuarentena y aislamiento, o medidas de higiene adecuadas. Es evidente que, en esta situación, los campos no constituyen un lugar seguro para personas que se han visto obligados a dejar su hogar huyendo de la violencia.

Personas solas y aisladas Algunas personas migrantes y refugiadas viven estos días recluidas y aisladas en sus casas, sin redes de apoyo con las que poder comunicarse o sentirse acompañadas. El drama es aún mayor en personas que no dominan el idioma y tienen serias dificultades incluso para conocer las normas de sanidad y aislamiento. Algunas incluso tienen miedo a salir a las calles a comprar, porque temen que la policía les pida la documentación y que eso les ocasione problemas.

Centros de detención y deportaciones Hoy en día existen distintos centros de detención en todo el mundo. En muchos de ellos, las condiciones de hacinamiento pueden poner en riesgo a las personas internadas. Asimismo, los problemas de convivencia y de posibilidades de contagio puede ser otro elemento a sumar en el caso que se plantee alargar las estancias. Son muchos los gobiernos que no han frenado las deportaciones, facilitando la transmisión del virus, en algunos casos sin respetar el debido proceso y, en otros, enmascarando o aprovechando las medidas en el marco de la crisis para violentar los derechos de migrantes forzados.

Mujeres migrantes que cuidan Una de las labores que realiza con suma dedicación un buen porcentaje de población migrante, sobre todo de mujeres, es el cuidado. Mujeres que cuidan de personas mayores y de niños y niñas. Muchas de ellas no tienen opción de dejar sus trabajos y quedarse en sus casas, realizando una labor social de incalculable valor. A pesar de ellos, ni tienen ese reconocimiento ni, en muchos casos, condiciones laborales dignas y adecuadas.

Familias trasnacionales Uno de los grandes dramas de las personas migrantes y refugiadas es la sensación de desarraigo y de lejanía con familia y amigos. En estos momentos de mayor tensión y de preocupación por nuestros mayores y por las personas con enfermedades crónicas, las personas migrantes soportan esta carga y una mayor limitación debido a la lejanía con sus familias y, a veces, a la falta o sobreexposición de información veraz que dificulta conocer la situación real de los países y comunidades.

Atrapadas tras la frontera Con el cierre de fronteras en todo el mundo, hay familias que se encuentran divididas y atrapadas en lugares de tránsito, sin apenas medios para sobrevivir, en ocasiones sin conocer el idioma o la legislación local. Personas bloqueadas en aeropuertos, con imposibilidad de acceder a información básica, también por el desbordamiento en los consulados y embajadas.

Crisis económica, Covid-19 e inmigración Muchas personas migrantes tienen trabajos precarios y ya se están viendo afectadas por despidos o ven peligrar su futuro profesional. El bloqueo económico que provoca el coronavirus afecta de una forma más acuciante a las personas migrantes más vulnerables, aquellas que ocupan los estratos más bajos de nuestro mercado laboral.

Prejuicios y xenofobia En todas las sociedades, ante las crisis y los males sociales, buscamos chivos expiatorios. Lamentablemente las personas migrantes y refugiadas suelen ser el foco de los prejuicios, el miedo al otro, al que habla diferente, etc. La pandemia global que vivimos no es ajena a esa tendencia. De hecho, aparecen voces que dicen que los migrantes son los que propagan la enfermedad. Se habla de los inmigrantes chinos que traen el coronavirus de su país, o de los «infectados» españoles o italianos, por citar unos pocos ejemplos.

Recomendaciones: ¿Cómo podemos cuidar de las personas migrantes más vulnerables? ¿Qué se puede hacer?

Desde la Red Global Ignaciana de Migraciones (GIAN Migraciones) consideramos que sería necesario implementar rápidamente las siguientes medidas, adecuándolas al país y contexto en que deban aplicarse:

1. Evacuar los campos de refugiados superpoblados, así como los centros de detención y proveer de alojamiento seguro y de condiciones sanitarias adecuadas a los migrantes, donde se les pueda proteger de contraer y propagar el virus.

2. Detener las deportaciones de migrantes, debido al cierre de fronteras y a la dificultad que tienen en muchos países para hacer frente a crisis sanitarias por las debilidades de sus sistemas de salud. El principio de no devolución (es decir, el derecho a no ser devuelto a un país en el cual está en riesgo la vida o la integridad de las personas) no admite excepciones.

3. Favorecer el acceso a atención médica para las personas sin hogar, las personas desplazadas, migrantes y refugiadas en tránsito, especialmente para los colectivos más vulnerables. Hay que prestar especial apoyo, porque las personas que viven en clandestinidad sienten temor a consultar a los centros de salud. Es importante protegerlas y facilitarles la información pertinente para reducir los riesgos. Muchos albergues siguen funcionando, tanto los públicos como los privados están en riesgo también por la falta de provisión medica.

4. Proveer solidariamente de apoyo humanitario y financiero para los países y áreas más afectadas por la atención humanitaria de personas migrantes, refugiadas y desplazadas.

5. Facilitar los procedimientos de asilo y otras alternativas migratorias y defensa incondicional del estado de derecho, también en tiempos de crisis. Las personas con necesidad de protección internacional no pueden ser rechazadas en la frontera.

6. Proveer de recursos de emergencia seguros para personas sin hogar o aquellas que viven en situaciones de hacinamiento y que no pueden cumplir las medidas de prevención y aislamiento.

7. Facilitar información en varios idiomas sobre las medidas de prevención y aislamiento, así como de las indicaciones más relevantes en los medios de comunicación. Solicitamos que los gobiernos y autoridades actúen con la mayor transparencia e información oportuna. Las medidas restrictivas, siempre con base científica, deben ayudar a la reducción de la transmisión del virus, siempre preservando las garantías constitucionales y el respeto a los derechos humanos de todas las personas en todos los territorios.

8. Implementar redes de cuidado, especialmente para las personas solas, enfermas o que se han quedado atrapadas por el cierre de fronteras. Para ello apoyarse de las redes de cuidado que se han ido generando dentro de la sociedad civil, iglesias, etc.

9. Trabajar en la sensibilización y en la integración en favor de los colectivos más vulnerables. Muchas personas migrantes- sobre todo, mujeres- ejercen labores de cuidado de los mayores y de los niños y niñas en muchos países, arriesgando hoy su salud y la de sus familias. Gran parte de los mercados laborales y de las redes de cuidado son sostenidas por el colectivo inmigrante. Hoy, muchas de las personas que trabajan en primera línea- en trabajos y servicios considerados esenciales en esta crisis-tales como cuidados, agricultura, servicios, o sanidad- son migrantes. En suma, las personas migrantes dinamizan las sociedades de las que forman parte y, en definitiva, permiten que la vida surja o resurja. Para ayudarnos a superar los escenarios de recesión económica que se prevén, necesitamos también de las personas migrantes. Urge reflexionar y dar a conocer la aportación que hace la población migrante en todas las sociedades, debiendo ser incluida en un abordaje integral de la crisis. También la política migratoria de cada país debe reforzar sus estrategias de integración en este contexto.

10. Luchar contra los bulos y las corrientes populistas que asocian migración y propagación del COVID-19, denunciando y parando inmediatamente la culpabilización o estigmatización de la población migrante y facilitando información oficial sobre los procesos de transmisión y las personas afectadas.

En este panorama desolador e incierto, han surgido también en todos los rincones del mundo, multitud de iniciativas creativas y solidarias y se ha acrecentado la conciencia de interdependencia y de comunidad global. Tal y como señala el Papa Francisco, esta es una ocasión para recordarles a las personas de una vez por todas que la humanidad es una única comunidad. Y lo importante y decisiva que es la fraternidad universal. Porque sólo podremos salir de esta situación todos juntos. La solidaridad es el mejor protocolo.

“Nos sorprendió una tormenta, inesperada y furiosa, pero nos dimos cuenta que estábamos en la misma barca. En esta barca estamos todos, como los discípulos que hablan con una sola voz y con angustia dicen ‘estamos perdidos’. También nosotros nos damos cuenta que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos”.

Papa Francisco, Roma, marzo 2020

 

Fuente: www.redjesuitaconmigranteslac.org

Propuestas de la Conferencia Episcopal Argentina para celebrar el Domingo de Ramos

El Secretariado Nacional de Liturgia (Senali), de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), dio a conocer una serie de orientaciones a fin de poder celebrar en familia el Domingo de Ramos, con el que se inicia la Semana Santa, en el contexto actual de cuarentena por la pandemia del coronavirus.

Texto del comunicado:

Todos los años, la «puerta» que se abre para que entremos a la Semana Santa es la celebración del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Y en ella hay un gesto muy querido por todos: la bendición de los ramos que traemos a nuestros hogares, como signo de nuestra participación en esta celebración y, fundamentalmente, como signo de nuestra fe en Jesucristo, a quien reconocemos como nuestro Salvador.

Este año no podemos ir a nuestros templos porque estamos cumpliendo el aislamiento social preventivo y obligatorio. Por eso viviremos esta celebración en casa, ya que nuestro bautismo nos capacita el corazón para unirnos a Jesús, celebrando la memoria de su muerte y resurrección.

Para poder celebrar y rezar en familia en este Domingo de Ramos tan particular, el Secretariado Nacional de Liturgia de la Conferencia Episcopal Argentina ofrece un subsidio celebrativo para que caminemos unidos en la oración en este tiempo que nos toca vivir.

Aquí debajo se acompaña el archivo en formato PDF para su descarga.

Domingo-de-Ramos.CEA

«Tal vez estamos viviendo, de un modo colectivo, lo que le sucedió a Ignacio de Loyola»

Javier Melloni SJ, anotropólogo, teólogo y escritor español, nos acerca una reflexión sobre la situación sanitaria mundial y nos ofrece una analogía entre la pandemia que atraviesa al mundo y la etapa convaleciente de la vida de San Ignacio de Loyola.

En esta situación tan abrumadora que estamos viviendo hay algo nuevo: y es que no podemos hablar en singular, porque nos afecta a todos. Estamos ante un éxodo colectivo que nos está acercando los unos a los otros de una manera nueva, sin igual. Una extraña cercanía, porque no puede ser física, y sin embargo nos sentimos más cerca unos de otros que nunca: con los compañeros de comunidad, con todos los que colaboran con nosotros de diferentes modos, con los vecinos de nuestro barrio y de nuestra ciudad, con el país, con el mundo, con las difíciles decisiones que han tomar los políticos, con todo el cuerpo sanitario y con toda la cantidad de otra gente cuyos servicios damos por supuesto en nuestra sociedad tan anónima y que ahora empiezan a tener rostro. Nos sentimos hermanados más que nunca, y agradecemos lo que hacemos unos por otros.

A su vez, necesitamos tomar perspectiva y darnos cuenta de que tal vez estamos viviendo, de un modo colectivo, le que sucedió Ignacio de Loyola: una bomba segó su pierna en plena batalla y se detuvo. Fue forzado a un confinamiento, de unos nueve meses. Las primeras semanas se debatió con el dolor y con la muerte, pero luego se empezó a abrirse en él algo diferente y de ese tiempo nació un hombre nuevo. ¿No es esta la oportunidad que se nos está dando como sociedad, incluso como civilización? ¿No es una bomba la que ha segado nuestra carrera imparable, el galope de un gigante que nadie podía detener? De pronto hemos sido inmovilizados por unos pequeños seres que ni siquiera vemos y el gran coloso ha caído. El mundo que creíamos invulnerable no lo es.

Confusos y aturdidos, con dolor y también con temor, estamos postrados en cama, cada cual en la suya (porque cada uno tiene que hacer su propio proceso) pero todos en la misma habitación, porque esta postración nos afecta y nos atañe a todos. Hay y habrá que pasar por todas las fases de este trance. No nos podemos ni podremos saltar ningún paso porque la Vida tiene sus leyes y la Vida es maestra. Procede de Dios y nada es ajeno a Él, sino que todo es manifestación suya. También esta prueba. Ignacio necesitó su tiempo para comprenderlo. Al comienzo tuvo que lidiar con la fiebre y el dolor de sus heridas; cuando se empezaron a calmar, primero buscó entretenerse y finalmente fue hallado por Quien le buscaba a él a través de esa herida. Lo que al inicio vivió como una derrota y un fracaso, fue su segundo nacimiento. Como Ignacio, tal vez tratemos al comienzo de entretenernos leyendo libros de caballerías que nos evadan de nuestro verdadero combate; o tal vez ya nos hemos puesto a leer textos verdaderos, textos revelatorios que nos devuelvan a nosotros mismos para disponernos a Escuchar.

Lo nuevo de todo esto es que no es una situación individual, sino colectiva y civilizatoria. Es ahora cuando se nos da la oportunidad de ponernos realmente a Escuchar y a discernir los signos. Pero no solos, sino juntos. Tal vez esta sea la diferencia fundamental con respecto a Ignacio. Como le sucedió a él, el reto está en pasar de un confinamiento forzado a un retiro libremente elegido.

Disponemos de muchas herramientas –entre ellas, las que Ignacio mismo nos dejó- para convertir este confinamiento colectivo en un retiro compartido, en unos Ejercicios colectivos de discernimiento y [re]conversión. Son muchos los elementos, muchos los planos y niveles que están en juego. San Ignacio empezó a ponerles nombre en su lecho convaleciente de Loyola. Allí aprendió a discernir. Pero fue solo cuando le detuvieron y fue de una forma abrupta y dura. Él no lo hubiera hecho por mutuo propio. Tampoco nosotros, tampoco nuestra sociedad estaba dispuesta a hacerlo.

Bendito confinamiento si nos sirve para recibir una luz y un conocimiento que no teníamos y bendita prueba si nos ayuda a recibirla y descubrirlo juntos. Más que nunca nos necesitamos unos a otros. La luz de uno es luz para todos.

Por Javier Melloni SJ

Un grito desde Haití, para que los jesuitas de la CPAL nos escuchen y ayuden

La Palabra que la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL) comparte a jesuitas y colaboradores en el mes de abril.

Por Jean Denis SAINT-FÉLIX, SJ – Superior de los jesuitas en Haití

Haití era, hasta ayer 19 de marzo por la noche, uno de los pocos países en el que ningún caso positivo del Coronavirus se había registrado todavía; por lo menos oficialmente. Sin embargo, el gobierno comunicó ayer por la noche los dos primeros casos.  Según parece, las autoridades están tomando medidas para proteger a la población de la pandemia. La frontera entre Haití y República Dominicana está cerrada desde la medianoche del 16 de marzo. En un decreto que apareció ayer por la noche el Gobierno ha anunciado, por fin, el cierre de todos los puertos y aeropuertos del país. Todas las actividades culturales, educativas y religiosas quedaron suspendidas. La angustia se transforma en miedo. Se vive un pánico nacional cuando se reconoce la fragilidad y la precariedad de nuestro sistema de salud, la promiscuidad y la falta de higiene que caracteriza la vida del pueblo haitiano y especialmente los más pobres de los pobres. 4.1 millones de haitianos viven ya en la inseguridad alimentaria; calculamos que, en los próximos días, especialmente con el cierre de puertos y aeropuertos, esta crisis va a agravarse, dejando en el hambre más de la mitad de la población haitiana. Ya los productos empiezan a faltar en los supermercados.

 

Entre tanto, el ministro de Medio Ambiente y Economía y Finanzas, Jouthe Joseph, fue nombrado e instalado el lunes 2 de marzo, como Primer Ministro por el presidente de la república Jovenel Moïse. Sustituye a Jean Michel Lapin quien fuera nombrado interinamente hace más de un año. Se espera que, con este nuevo gobierno, se cierre este largo ciclo de inestabilidad política y de violencia social y económica. El gobierno de los Estados Unidos, quien ha apoyado sin reserva a este gobierno impopular e incompetente, tendría que brindarle un apoyo real para combatir la miseria, la impunidad y la corrupción. 

Por otro lado, después de varios días de manifestaciones violentas organizadas por los agentes de policía para reclamar el derecho a formar un sindicato, el Gobierno accedió a sus demandas. Una semana antes se había anunciado el establecimiento de un programa de seguridad social llamado «ona-polis” para tratar de restablecer la calma en las filas de la policía. 

En medio de toda esta situación frágil y difícil, la Compañía de Jesús en Haití sigue buscando su camino y su propia voz. A la luz de las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) estamos repensando nuestra manera de ocupar el espacio y de trabajar, desde tres grandes opciones: la educación, la espiritualidad y la administración o gobierno. Hemos podido dialogar todo esto con el Provincial de Canadá en la ocasión de su visita anual en febrero pasado. 

Nuestra gran preocupación sigue siendo Fe y Alegría. Durante los dos últimos años, con el equipo que dirige la obra, nos hemos dedicado a fortalecer la red y la estructura administrativa y pedagógica. En febrero pasado se realizó una Mesa Técnica (que tuvo lugar en Ouanaminthe – norte del país) en la que participó un equipo de Entreculturas, la Federación Internacional y el Presidente de la CPAL; allí fue presentado un adelanto del informe de una auditoría profesional realizada en los últimos meses. Siguiendo sus recomendaciones queremos renovar y potenciar el sistema y personal contable, y tenemos que enfrentar dos grandes urgencias: sanar un déficit acumulado de 250,000 dólares y constituir un fondo de inversión capaz de ayudarnos con el salario de los profesores mientras seguimos acosando al gobierno para que cumpla con su compromiso de pagar a los profesores. En Haití tenemos que estar presentes en el mundo de la educación si queremos que nuestro aporte sea significativo y duradero. Por eso, no sólo estamos abiertos, sino que pedimos la ayuda de todos ustedes tanto en recursos económicos que nos ayuden a salir adelante (¡cuánto puedan!… como la viuda del Evangelio), como en recursos humanos para responder con eficacia a esta misión tan esencial como es Fe y Alegría en un país como el nuestro. 

Las oficinas del Fe y Alegría y del Servicio Jesuita a Migrantes, están albergadas en unas estructuras prefabricadas y “temporales” desde hace ya 10 años (tiempo del terremoto) y están totalmente deterioradas. Nuestros colaboradores y colaboradoras trabajan en condiciones límite; por eso quisiéramos poder contar con un espacio de trabajo que pueda acoger el conjunto de trabajos de Fe y Alegría, el SJM, el centro social CERFAS y la Escuela de Formación de Maestros que ya cuenta con más de 600 estudiantes, y que sería nuestro “instituto de formación superior”, que funcionarán donde ahora está el centro de espiritualidad en Tabarre. Este proyecto nos permitiría mutualizar servicios y compartir una misma estructura administrativa. 

Por otro lado, desde el inicio de este año académico hemos concentrado muchos esfuerzos en mejorar los espacios físicos, la administración y la calidad de la educación en el Colegio San Ignacio que ofrece servicio a más de 700 jóvenes de una parte muy vulnerable de la zona metropolitana.  El gran desafío es adquirir un espacio más grande para poder reubicar o ampliar el colegio con el objetivo de poder ofrecer en mejores condiciones, implementar con más eficacia la pedagogía ignaciana y realizar las actividades de deportes que nos permiten luchar contra el individualismo y la violencia. Ahí también estamos buscando a colaboradores y ayuda para poder contar con más espacios y ofrecer un mejor servicio. Sería muy bueno si en ello pudiéramos beneficiarnos de la ayuda de FLACSI o volver a contar con la ayuda de la Red Claver para el empujón que necesitamos.  

Entre el 22 y el 29 de febrero pasado recibimos la visita del padre Erik Oland, nuestro Provincial de Canadá. Con él, además de discutir de nuestra nueva visión para los 10 próximos años, visitamos algunos habitantes de Carrefour Charles (localidad del sur oeste) en el marco del proyecto de creación de una parroquia jesuita en el departamento de Grand’Anse. La delegación fue calurosamente recibida por la población que hizo una demostración festiva al final de la reunión. Si este proyecto se materializa, serían dos las parroquias nuestras en esa región golpeada por el huracán “Mateo”. Como la implantación de esta parroquia requiere energía y recursos nos gustaría también poder contar con el acompañamiento y la solidaridad de la RELAPAJ. 

Al agradecerle a la CPAL por brindarnos hoy espacio para compartir nuestro trabajo, proyectos y misión, quisiéramos recordar que Haití -junto con la Amazonía y Cuba- es uno de los territorios prioritarios de la común misión de la CPAL. Por eso, esperamos y hago un llamado fraterno a que las provincias que constituyen la conferencia, y en particular a los provinciales y a los jóvenes jesuitas, para que miren hacia nosotros y nos acompañen en el proceso de autonomía y de mayor servicio al pueblo haitiano. Les pedimos que sean sensibles a nuestras necesidades y urgencias en término de recursos humanos, infraestructura, financiamiento y formación. Reiteramos nuestro deseo de recibir jesuitas deseados de colaborar con nosotros al nivel de la Universidad, en donde varios de nosotros colaboramos y hay un rector jesuita; que nos ayuden a finalizar y poner en marcha el proyecto de instituto superior de formación de maestros; que haya algunos hermanos jesuitas que se ofrezcan a venir a este sufrido pueblo haitiano con humildad y nos ayuden a pensar y planificar nuestras estructuras administrativas; jesuitas apasionados con la misión de Fe y Alegría. Este es un grito de auxilio que quisiéramos que toda la Compañía de Jesús en América Latina escuche y considere. 

Con la crisis mundial provocada por el coronavirus, los pueblos grandes van a replegarse sobre sí-mismos. El riesgo inevitable es que se olvidan los pueblos pobres, los más vulnerables. Nosotros somos los más necesitados de toda esta gran región. 

Tenemos la esperanza de que la Compañía seguirá siendo solidaria recordando al mundo entero de nuestra existencia y del deseo profundo de nuestro pueblo de vivir dignamente.