Matías Yunes SJ se encuentra desde hace cuatro años viviendo en Roma, estudiando y colaborando con el Centro Aletti, un centro de estudios especializado en arte, teología y espiritualidad.
Durante la última semana de agosto, Matías estuvo en la ciudad de Córdoba, Argentina, visitando a su familia y a la comunidad jesuita allí presente. Tuvimos la oportunidad de conversar con él sobre su experiencia en Roma, aquí compartimos su testimonio.
La riqueza del aprendizaje
El Centro Aletti es una comunidad abierta formada por unas 35 personas aproximadamente, entre ellos se encuentran artistas religiosas, jesuitas, laicos y laicas, y se caracteriza sobre todo por el arte en mosaico y pintura, son los dos tipos de lenguajes artísticos con los que se trabaja. Lo que hacen específicamente es arte litúrgico, con un importante trasfondo teológico y espiritual: “Hay todo un lenguaje teológico expresado en el arte que es muy característico de la comunidad Aletti y del grupo de artistas de allí. Las obras artísticas son para ser colocadas en un espacio, en este caso un espacio litúrgico, es un arte en función de la celebración de la Iglesia, de la manifestación de la vida de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Cuando el mosaico se pone en la pared adquiere un nuevo significado. Por medio de ese arte la gente va a rezar, se transforma entonces en un puente o ventana hacia la vida de Dios.”, comenta.
Todo trabajo artístico que se lleva adelante tiene un sentido teológico, “Cuando estamos en tiempo de “cantiere”, tiempo que se dedica a la colocación de las obras de arte en el lugar para el que fueron pensadas, todos los días hacemos una homilía sobre un aspecto de la escena sobre la que se está trabajando, o de las distintas escenas, hay un fundamento bíblico muy rico, que ayuda también a uno a rezar a través de la imagen, ahí está el sentido del arte que se hace.”
Acompañar grandes proyectos
El año pasado Matías estuvo colaborando con la instalación del conjunto de mosaicos que se crearon para las capillas laterales del Santuario de la Cueva de San Ignacio, en Manresa, una obra del artista Marco Rupnik que se llevó adelante con ocasión de la celebración del Año Ignaciano. “Le llaman cantiere al momento en que todos los artistas se reúnen para llevar adelante la colocación de los mosaicos, la obra se arma en la pared como piezas de un rompecabezas, fueron dos semanas que dedicamos sólo a la colocación. El grupo de artistas que participó es muy variado, de todas partes del mundo: Italia, China, Serbia, Croacia, Polonia, Líbano, Albania, Venezuela, es un grupo muy grande e internacional.”
Por otro lado, una de las grandes obras de pintura que se realizó hace poco, fue el revestimiento de toda la capilla del Seminario Romano, lugar donde se forman todos los seminaristas de Roma. Este fue un pedido del Papa Francisco.
Actualmente el grupo de artistas se encuentra trabajando en el Santuario de Aparecida, un pedido que realizó la Conferencia Episcopal de Brasil al Centro Aletti. “El proyecto consiste en realizar el revestimiento de las fachadas externas del Santuario, que queda muy cerca de São Paulo. Ya se hizo la fachada Norte, ahora se hará la fachada Sur, el próximo año la Este y se termina con la Oeste en el 2024, son 4 años en total. Cada fachada tiene 4.000 metros cuadrados y lleva aproximadamente 6 o 7 meses de trabajo previo en Roma y luego 3 meses de montaje en el lugar. Tuve la oportunidad de colaborar también en este proyecto.”
La novedad de la experiencia
Matías destaca la riqueza de compartir este tiempo con otros, de nutrirse con las experiencias personales de sus compañeros y el aporte que cada uno hace en su día a día. Así lo relata: “Durante estos años y en esta experiencia me encontré con la novedad de una comunidad que vive lo que dice, dónde todo el contenido teológico, todo lo que uno experimenta a nivel de la fe, se hace vida en la vida compartida con los otros, en el intercambio. Una dinámica muy común de la comunidad del Centro Aletti es que los artistas tienen que pasar tiempo en casa, Rupnik siempre insiste en que es la vida la que te enseña a trabajar, es la vida la que te enseña a rezar, entonces el hecho de vivir juntos, compartir la vida juntos, es lo que de alguna manera va a sacar de uno la vocación, el modo de vivir como persona: que es relacional, que es encuentro con otros, que es llamado al darse y al compartir. Esa es una de las riquezas más grandes que he podido ver y vivir.”
Para mi esta experiencia es un modo profundo de vivir la Iglesia y en la Iglesia, la posibilidad de vivir junto con otros y trabajar con otros, hace que el trabajo manifieste a la Iglesia, no es mi arte, no es de uno, no es mi trabajo, tampoco está puesto el foco en hacer obras perfectas. Es desde otro lado. Es de la Iglesia para la Iglesia.”
Desde hace un año y medio Matías se encuentra cursando el doctorado en teología, en la Pontificia Universidad Gregoriana, “Con el tema que elegí para mi tesis doctoral intento vincular teología, arte y espiritualidad. A través de la imagen de la Sabiduría Divina, un ícono antiguo del S XV, pretendo abordar iconográficamente el tema de la sabiduría y su vínculo con una categoría muy importante en la teología: la Divina Humanidad, es decir, la relación entre lo humano y lo divino.”