Posicionamiento de la Red Jesuita con Migrantes LAC en relación a la Caravana Hondureña de Migrantes
“Fui forastero, y me acogisteis” (Mt 25,35)
Un abordaje adecuado de la actual crisis de la llamada “Caravana de migrantes” empieza por señalar sus causas y a sus causantes, entender que la seguridad que está en juego es principalmente la de las personas migrantes en la ruta y por promocionar una cultura de la Hospitalidad entre los pueblos y los seres humanos.
Con seguridad sabemos que más de 10.000 personas hondureñas caminan, vinculadas a esta llamada Caravana Migrante, por Honduras, El Salvador, Guatemala, hacia México o Estados Unidos, en busca de asilo o de un proyecto de vida digna. Es un éxodo masivo fruto de una crisis compleja, permanente y creciente en su país y sus comunidades de origen. En este contexto, como Red Jesuita con Migrantes de Latinoamérica y Caribe (RJM- LAC):
- Denunciamos que este éxodo destapa la trama política, social, económica y criminal que supone el motor de las causas de la indignidad de las que huyen, y de los riesgos y criminalización que se encuentran en el camino y que por lo tanto es nuestra responsabilidad señalarlas y también a sus causantes.
- Afirmamos, que, de hecho, esta es una Caravana de la Dignidad que mientras camina hacia el norte para poder ejercer la vida, denuncia automáticamente la muerte que estas causas suponen en sus lugares de origen. Son estas personas víctimas, no victimarios, de una crisis de proporciones enormes y crecientes. Y por encima de esto, son portadoras de la búsqueda de dignidad, un valor que necesita ser rescatado en nuestras sociedades.
- Celebramos la hospitalidad y solidaridad entre los pueblos que se hacen realidad en la Caravana, como semilla de esperanza que surge en medio de la crisis y como clamor compartido por la construcción de sociedades democráticas e inclusivas que exijan políticas públicas que garanticen el bien común.
CAUSAS
Denunciamos los intentos de vincular esta caravana y a las personas migrantes con fines partidistas o de influencia política, o con manipulaciones interesadas. Frente a las declaraciones de autoridades, políticos y medios de comunicación que despersonalizan y deshumanizan a los y las migrantes y las cifras que se mueven como los propios migrantes, podríamos estar ante más de 12.000 y creciendo. Se han sumado también personas de otras nacionalidades a la caravana, especialmente Guatemaltecas; y personas Hondureñas y de otras nacionalidades ya presentes en territorio mexicano en situación irregular. Se convierten en objeto de intereses de actores determinados para fines desestabilizadores, nosotras afirmamos que se trata de una caravana que de manera general ha sido espontánea y auto convocada. La decisión personal, familiar o colectiva, que moviliza a estas hermanas y hermanos es, de hecho, desesperada y supone asumir riesgos altísimos en las rutas migratorias para ellas y ellos. Pero es una decisión que nace como consecuencia de las causas que operan en nuestros sistemas políticos, económicos y sociales. La motivación de la persona que migra no es otra que la de poder vivir dignamente.
Las causas que promueven este fenómeno migratorio son la pobreza extrema, la violencia generalizada y la falta de un modelo de desarrollo justo, democrático, social e inclusivo en Honduras, así como la persecución continuada de colectivos determinados como defensoras y defensores de derechos humanos, campesinado, colectivo LGTBI, etc.
El contexto económico, la degradación de las condiciones laborales, la protección de intereses de la minoría económicamente poderosa, el crecimiento imparable de los niveles de desigualdad, la situación de pobreza generalizada sitúan a Honduras en los últimos puestos de desarrollo del continente. A la par, la violencia generalizada es un drama diario en Honduras. Las tasas de homicidio, la extorsión y la amenaza constante, la falta de confianza en los cuerpos de seguridad, etc., hacen inconciliable la vida personal, comunitaria, social y económica en la realidad cotidiana de pueblos y ciudades de Honduras.
Los rostros de las personas que caminan en la Caravana son los niños y niñas que forman parte del casi millón de menores que está excluido del sistema educativo. La juventud, que en edad de trabajar se encuentra con que el 60% de la población no tiene empleo o no logra llegar al salario mínimo, o que se encuentra con que, cada mes, 40 jóvenes como ellos son asesinados. Son mujeres que saben que cada 16 horas una de ellas será asesinada. O son defensores y defensoras de derechos humanos y del medioambiente, en uno de los países más peligrosos del mundo para su vida y libertad.
En este sentido, podemos afirmar que no hay en este éxodo masivo una novedad desde el punto de vista de la dinámica migratoria. En 2018, se estima que alrededor de 7,000 hondureños y hondureñas salían cada mes del país, de manera anónima, antes de la Caravana. Por México cerca de 400.000 personas centroamericanas acceden cada año al territorio. Estas causas sistémicas, que motivan a los nacionales hondureños a partir, lo hacen desde hace años, la diferencia se ha dado en la coincidencia de voluntades y en el número de personas que la componen. La crisis no es nueva en su centralidad como motor de la migración, pero su apoyo en el sistema fallido que la nutre la hace cada vez más virulenta e insoportable, y genera, como en esta ocasión, la posibilidad de un éxodo no sólo continuado, sino también masivo. También la auto protección de las personas migrantes, conscientes de los riesgos que asumen en la ruta, favorece la decisión colectiva de la marcha.
En definitiva, con niveles distintos de alcance e intensidad son estas mismas causas las que motivan la migración forzada de millones de personas en toda América Latina y el Caribe, que dejan sus casas para acceder a oportunidades que se les niegan en sus territorios de origen o para salvaguardar sus vidas y las de sus familias.
CAUSANTES
Creemos que la mayor responsabilidad en las causas radica en el sistema político, que es autoritario y cómplice de intereses minoritarios y que impide la garantía de los derechos humanos a la mayoría de la población. Que el Estado se caracteriza por la deficiencia de los servicios públicos mínimos, especialmente en el acceso a la educación, a la salud, y a un trabajo digno, ya que las políticas y los presupuestos priorizan la inversión en seguridad, defensa y sectores productivos que no generan bienestar. Que no apuesta por un modelo de desarrollo que ponga primero a las personas ni que sea sostenible. No controla ni fiscaliza las violaciones y los delitos medioambientales, asociados en ocasiones a megaproyectos.
Este sistema político presenta altos índices de corrupción y favorece la violación sistemática de los derechos humanos gracias a la impunidad que promueve. Un sistema que evidencia un déficit democrático tanto en su proceso electoral como en la separación de los poderes públicos -incluido el judicial- que en consecuencia tiene un nivel muy alejado en su configuración como Estado de Derecho.
Un sistema político que lejos de proteger persigue de manera directa e indirecta a defensores de los derechos humanos. Que limita o excluye las libertades públicas, como la libertad de prensa. Que se sustenta en la falta de transparencia, en la connivencia en no pocos casos con actores del crimen organizado y en el sometimiento de un proyecto de Estado a intereses particulares de minorías que ostentan el poder económico. Un estado que rechaza la diversidad ideológica, sexual y de género, que promueve patrones patriarcales que excluyen la participación y el ejercicio de los derechos de las mujeres.
En este sentido, reafirmamos nuestro convicción de que la mejor estrategia para prevenir la migración forzada es invertir en la construcción de Estados de derecho que tengan como fin la búsqueda del bien común, y garanticen y protejan los derechos de los ciudadanos y ciudadanas.
ÉXODO
Afirmamos que esta Caravana rebosa dignidad porque defiende la vida y la promueve y es una respuesta legítima y ajustada a sus derechos como ciudadanas y ciudadanos reconocidos en convenios internacionales. Por lo tanto, las autoridades y gobiernos involucrados deben garantizar una respuesta conforme a esos derechos y que prime el enfoque de proteger la seguridad de las personas frente a la seguridad de otros intereses.
Las personas migrantes no pueden ser objeto de criminalización alguna, porque no suponen ningún tipo de amenaza a la seguridad pública, salvo a la suya propia. Por el contrario la migración debemos asociarla con una oportunidad de reconciliación, de encuentro y de reconocimiento de la diversidad y de la vida que se abre paso en escenarios de indignidad.
Rechazamos tanto la criminalización de las personas migrantes como la aplicación de recursos de seguridad y militarización de las rutas, creemos que es una muestra de debilidad democrática que los gobiernos de Guatemala y México se plieguen a las amenazas vertidas desde la presidencia del gobierno de EEUU, renunciando al enfoque de derechos y humanitario y construyendo un relato de la migración como amenaza.
Hacemos propias las reivindicaciones de las organizaciones sociales presentes y activas en el monitoreo, acompañamiento y defensa de esta Caravana, especialmente con las obras sociales, pastorales, medios de comunicación e instituciones educativas que forman parte de nuestra red en Centroamérica y Norteamérica (RJM CA&NA).
Junto a ellas exigimos Transparencia, coordinación y diálogo con los y las migrantes y defensores; Información veraz y completa sobre las posibilidades de protección internacional y alternativas migratorias; la suspensión y retiro de la coacción especialmente con la presencia armada e injustificada de fuerzas policiales y/o militares salvo en lo necesario para la protección de los/as migrantes y la colaboración en la respuesta humanitaria; Exigimos el respeto escrupuloso a la legalidad y principios internacionales en torno a la protección de personas, en especial el principio de no devolución y el respeto absoluto de los derechos humanos; el aseguramiento de las condiciones de dignidad y de cumplimiento de derechos humanos de la población que acceda al trámite de asilo en México. También la libertad de movimiento de las personas durante el trámite, especialmente cuando se trate de niñas, niños y adolescentes, pero en todo caso.
Exigimos una respuesta humanitaria adecuada y en coordinación con todos los actores sociales, que priorice a los colectivos más vulnerables o con necesidad de mayor protección y asistencia. Asistir y facilitar la asistencia humanitaria y la satisfacción de las necesidades básicas en aras de la dignidad de la población migrante, especialmente en lo referente a alimentación, hospedaje y abrigo, y asistencia sanitaria. Priorizar el interés superior de los niñas y niñas. Ese interés implica que en ningún caso se puede proceder a actuaciones que supongan ni la detención, ni la separación de los núcleos familiares presentes en la caravana.
HOSPITALIDAD
El movimiento de personas en el continente puede ser una ocasión de compartir culturas, riqueza y oportunidades, un espacio de integración y de vida con encuentros que nos transforman, pero lo cierto es que América es también un continente en huida, hay un éxodo colectivo que se dibuja con trazas de desesperación, con ladrillos de muros, que se asedia con cantos xenófobos promovidos irresponsablemente por responsables políticos y por el miedo. Un continente en huída que igualmente señala en lo que deja atrás las causas que la provocan.
Debemos ofrecer una información objetiva y veraz a la sociedad civil y a la opinión pública, que se aleje de patrones de criminalización de las personas migrantes, que evite aproximaciones sesgadas que alejen a las personas del colectivo migrante de su condición de seres humanos y de las condiciones de vulnerabilidad que originan su decisión de salir de sus comunidades y países de origen.
La RJM LAC en medio de esta crisis sujeta a estas causas dolientes, injustas, deshumanizadoras, mantiene la esperanza, podemos dar testimonio de las muestras de humanidad y fraternidad que estos días pasados encontramos en Guatemala y en México, y así en cada territorio en el que estamos presentes en América Latina, el Caribe, EEUU y Canadá. Solo el trabajo continuado que denuncie y enfrente las causas que generan esta migración forzada y la promoción de una verdadera cultura de la Hospitalidad pueden hacer posible la construcción de un presente y de un futuro renovado y esperanzador.
Siguiendo al Papa Francisco, invitamos a poner en práctica acciones concretas y cotidianas para contribuir en la construcción de un camino y un mundo más humano: Acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes y refugiadas.
Fuente: Jesuitas Latinoamérica
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