Actividades previas al Sínodo de Obipos

Vigilia ecuménica precede el inicio del Sínodo

La Plaza de San Pedro convocó cristianos de todas las denominaciones a invocar la asistencia del Espíritu, el pasado sábado 30, como centro de distintas iniciativas de oración y relfexión.

‘Together’ fue el título elegido para esta celebración presidida por Papa Francisco, el Patriarca Bartolomé I y el arzobispo de Caterbury junto a líderes eclesiales.

La ceremonia organizada por la Comunidad de Taizé fue la ocasión de invocar al Espíritu Santo para que preceda el inicio del Sínodo en torno a cuatro dones: la unidad y el camino sinodal, el otro, el don de la paz y el don de la Creación.

La plaza de San Pedro estuvo ambientada como jardín florido en este Tiempo de la Creación, dedicado por el Papa a la reflexión por el cuidado de la casa común, en vísperas de la publicación de su nueva carta ‘Laudate Deum’, continuación de ‘Laudato Si’.

La preparación de la vigilia fue un auténtico ejercicio sinodal con el deseo de implicar a más de 50 interlocutores eclesiales, en conjunto con Dicasterios romanos.

Participantes del Sínodo en retiro espiritual

El 30 de septiembre, tras participar de la vigilia ecuménica ‘Together’ en la Plaza de San Pedro, los participantes de la XVI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos iniciaron 4 días de retiro en Sacrofano.

Bajo la orientación de la Madre Ignazia Angelini y el P. Timothy Radcliffe, los participantes compartieron cada día meditaciones, oración personal, conversación espiritual y la eucaristía hasta el martes 3, víspera de la apertura del Sínodo ‘por una Iglesia sinodal’.

Las introducciones del primer día se hicieron en torno a Jesús, piedra angular (Slm 118) y el día lunes, M. Agelini reflexionó sobre el ‘Benedictus’, invocación inicial de los Laudes.

“Bendecir, -señaló- es la actitud sinodal básica desde que existe el pueblo de Dios: «porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición» (1 Pe 3,9)…, tal actitud presupone un acontecimiento en la vida del individuo, que amplía lo estrecho y se abre a lo mucho, del individuo se refracta, pasa contagiando a toda la asamblea: «Glorifiquen conmigo al Señor,  alabemos su Nombre todos juntos». (Sal 33,4).

Por último, la religiosa desafió a los integrantes del Sínodo con una pregunta: “¿Sabrán los pasos del camino sinodal registrarse en la longitud de onda de la bendición matutina?”

 

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