CEAMA: Una contribución para la misión de la Iglesia en la Amazonía II

La Conferencia Eclesial de la Amazonía: un organismo territorial inédito para un Kairós en la Iglesia (II parte)*

En su exhortación apostólica post-Sínodo ‘Querida Amazonía’ el Papa expresa, junto con sus cuatro Sueños (social, cultural, ecológico y eclesial), un contundente llamado que no deja lugar a dudas con relación a la necesidad de crear nuevas estructuras que sean caminos adecuados para llevar adelante la misión inculturada e intercultural de la Iglesia en la Amazonía, como resulta, en efecto, la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA).

En el número seis de esta exhortación, el Papa invita a toda la Iglesia a “encarnarse de modo original en cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza de la gracia. La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las estructuras de la Iglesia deben encarnarse”.

Sin embargo, existe una tensión evidente, potencialmente creativa, entre esos nuevos caminos que resultan del discernimiento del sensus fidei del Pueblo de Dios en el territorio Amazónico, y el depositum fidei, en cuanto a estructuras existentes en nuestra Iglesia, que en el proceso Sinodal entran en un diálogo no exento de complejidad y de contrastes.

Identidad de la CEAMA

En el marco del nacimiento de la CEAMA, considero que si las estructuras hacen inaccesible el encuentro con Cristo, entonces el camino de acceso al misterio de la Encarnación debe prevalecer como algo mayor que anime a la valentía discernida de crear nuevas formas en la Iglesia.

Incluso nuevas expresiones orgánicas y/o ministeriales responden de manera inculturada e intercultural al único y verdadero centro de nuestra identidad y misión: el encuentro con el Señor Jesús, sin ningún intento de sustituir las ya existentes, pero ampliando los caminos para la redención.

No hay duda de que el Sínodo Amazónico –aún en marcha en su fase de implementación– ha sido (y es) un proceso de discernimiento profundo, libre, generoso y, sin embargo, muy complejo. Sin embargo, las votaciones del ‘Documento final’ en la fase Asamblearia, para cada una de las propuestas, fueron contundentes en su expresión de un claro respaldo a todo el camino sinodal, incluso habitando las tensiones del mismo.

En cuanto a la creación de la ahora llamada Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA, como dinámica exploratoria de desborde, el Documento Final, en su número 115 expresa que “proponemos crear un organismo episcopal que promueva la sinodalidad entre las iglesias de la región, que ayude a delinear el rostro amazónico de esta Iglesia y que continúe la tarea de encontrar nuevos caminos para la misión evangelizadora, en especial, incorporando la propuesta de la ecología integral, afianzando así la fisonomía de la Iglesia amazónica”.

Más adelante se añade: “Se trataría de un organismo episcopal permanente y representativo que promueva la sinodalidad en la región amazónica, articulado con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con su estructura propia, en una organización simple y también articulado con la Red Eclesial Panamazónica (REPAM). De esta manera puede ser el cauce eficaz para asumir, desde el territorio de la Iglesia latinoamericana y caribeña, muchas de las propuestas surgidas en este Sínodo”.

Como se puede ver en la formulación, así como en las intervenciones en el Aula conducentes a esta instancia inédita, ya se consideraba su naturaleza mixta. Es decir, que fuera eminentemente eclesial en su pleno y amplio sentido, y ahí su novedad, pero sin perder también su dimensión episcopal expresada en su relación orgánica, con autonomía, en el CELAM y con las Conferencias Episcopales del territorio.

En síntesis, desde la concepción misma de este organismo se perfilaba una relación armoniosa que diera espacio al discernimiento del sensus fidei del Pueblo de Dios como sustancia de su identidad, pero en plena comunión y articulación con las estructuras existentes, creando algo nuevo por desborde, y no por lucha de polos en conflicto.

Misión de la CEAMA

No podemos olvidar por ningún motivo que en la Iglesia y, por tanto, en todo lo referente a su identidad y estructura, ha de prevalecer la búsqueda de la revelación de Dios como camino al misterio y al Reino, que son el fin último.

El seguimiento de Jesús está siempre por encima de las mediaciones estructurales que, aunque necesarias, porque dan cuenta de nuestro camino y modo de ser y hacer, son de hecho medios, nunca fines.

La CEAMA quiere reflejar ese espíritu y mantener su identidad de servicio y rol de puente, que ha de permanecer en la medida en que sea fiel a su misión, tal como se expresa en este extracto de su estatuto1: “La Conferencia Eclesial de la Amazonía tiene como su misión principal la de ayudar a delinear los rostros amazónicos de la Iglesia en dicha región mediante una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas”.

Además “se orientará por el Evangelio de Jesucristo y por el Magisterio de la Iglesia, y tendrá especialmente en cuenta la dignidad y los derechos de las personas y de los pueblos, la opción preferencial por los pobres y los más vulnerables, entre ellos con una especial atención a los pueblos originarios, el respeto de su cultura, su capacidad de abrirse un porvenir esperanzador, en el marco de una ecología integral, la defensa de su precioso bioma promoviendo una globalización respetuosa de todos los pueblos, su protagonismo eclesial en la comunión con las demás Iglesias particulares latinoamericanas y con toda la Iglesia”.

De tal forma que “la Conferencia contribuye a la catolicidad de las Iglesias particulares en la Amazonía y a su capacidad de inculturación de la fe, y ejerce así un servicio subsidiario a las diócesis, a las otras jurisdicciones eclesiásticas y a las conferencias episcopales, en un camino verdaderamente sinodal”.

Este camino sinodal “supone principalmente una escucha confiada a la voz del Espíritu de Dios en las iglesias y en los pueblos, el discernimiento común de la realidad, y una valoración evangélica de los desafíos religiosos, sociales, culturales, económicos, ecológicos y políticos”.

Los nuevos caminos eclesiales y pastorales de la CEAMA

La CEAMA es la expresión de una nueva eclesiología ‘en ciernes’ como resultado de un proceso en comunión con todo el camino Sinodal. En concreto, es una respuesta institucional orgánica para acompañar la implementación de muchos de los planteamientos esenciales del Sínodo Amazónico, los cuales sin ella carecerían de un instrumento propicio para ser desarrollados.

Se trata de una dimensión eclesial territorial para responder  y acoger, desde la misión propia de la Iglesia, la enorme diversidad cultural, social, ecológica, económica, política, antropológica y espiritual de la Amazonía, es decir, desde los diversos rostros pluriformes de este territorio que enriquecen la catolicidad de una Iglesia genuinamente universal.

Por ello, tras su fundación, a la espera de aprobación canónica de la Santa Sede, la CEAMA tiene como desafíos principales:  “Escuchar al territorio, Iglesia y comunidades, luego de la Asamblea del Sínodo para continuar en camino, y animar a que sea acogida por la diversidad de la Amazonía, integrando esa gran diversidad dentro de su estructura ligera y orgánica”.

Por otra parte se ha propuesto “encontrar modos concretos para discernir las prioridades del Documento Final del Sínodo que le son propias” como aquellas que tienen un rol subsidiario o complementario a fin de comenzar a desarrollar los nuevos caminos para su implementación y asegurar la mayor participación posible como la colaboración de la Iglesia en el territorio.

Los sueños del Papa y la CEAMA

En su primera Asamblea Plenaria, realizada en el aniversario del cierre de la Asamblea del Sínodo Amazónico (26 y 27 de octubre de 2020), se contó con la participación de alrededor de 300 personas, con casi un 40% del total de delegadas mujeres, provenientes de todos los países de la cuenca Amazónica (40% laicos-as; 25% obispos; 19% religiosos-as; 15% sacerdotes, y 1% cardenales), incluyendo pueblos originarios (65 representantes), así como  delegados de otras regiones, y con participación de las instancias regionales de la Iglesia y algunas de la Santa Sede.

En esta Asamblea se definieron 20 Núcleos temáticos, organizados alrededor de los 4 sueños del Papa en Querida Amazonía, que serán animados por las instancias de la CEAMA, y los cuales serán profundizados y desarrollados durante un año mediante comisiones, equipos de trabajo, y en alianzas específicas con la REPAM, CELAM, Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as (CLAR) y Cáritas América Latina y el Caribe, para definir un Plan Pastoral territorial y sinodal.

Los 20 temas priorizados, discernidos de entre los compromisos del Sínodo que la CEAMA asumirá, los resumo de la siguiente manera:

  • Sueño Social: Sueño con una Amazonía que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida; por alternativas al modelo de desarrollo actual y sus impactos negativos en la Amazonía y comunidades, para promover uno más solidario, justo, y con protagonismo de los pueblos; haga acompañamiento, defensa y articulación con los Pueblos originarios, con atención en particular a los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial – PIACI

También que promueva la Salud Intercultural para los pueblos originarios y comunidades de la Amazonía; se constituya un observatorio eclesial-pastoral y socio-ambiental (alianza con CELAM, CLAR, REPAM y CÁRITAS).

  • Sueño Cultural: Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana; por una inculturación de la experiencia de la fe; con la creación de una Universidad Católica de la Amazonía; constitución de una red de Comunicación Eclesial para la Amazonía (articulación con REPAM) y una Red de Educación Intercultural Bilingüe de la Amazonía (articulación con REIBA).
  • Sueño Ecológico:  Sueño con una Amazonía que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas; con la creación del ministerio para el cuidado de la casa común; hacer frente al ‘pecado ecológico’ en la denuncia de los impactos socio-ambientales y defensa del territorio y comunidades; poder desarrollar y promover una mirada espiritual para el cuidado de la Amazonía como afirmar y hacer conciencia sobre el rol de la Amazonía para el equilibrio del clima y la estabilidad planetaria (respuestas ante la deforestación)
  • Sueño Eclesial: Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos; en el que se promueva un Rito para la Amazonía (estatuto propio) con una liturgia inculturada; se realicen propuestas de inculturación (pasar de una pastoral de visita a una de permanencia), superando los modelos colonizadores (desaprender, aprender y reaprender);  promover una cultura eclesial Amazónica propia, marcadamente laical: itinerarios formativos, ministerios y comunidades de base; priorizar la fuerza y don de las mujeres: servicios y carismas; fortalecer la Vida consagrada misionera: formación, permanencia e itinerancia pastoral; abrir los nuevos caminos en la formación de los clérigos: diaconado permanente y presbiterado; animar la comunidad celebrante: sacramentos y centralidad de la Eucaristía, finalmente, mantener la convivencia Ecuménica y el diálogo Interreligioso.

[1] Estatuto aprobado por las instancias territoriales en Asamblea fundacional de Junio, 2020, y en proceso de confirmación por la Santa Sede

*Adaptación del artículo original publicado en la revista Medellín, N° 179, septiembre-diciembre de 2020. CELAM: pp. 543-560

** Secretario interino de la CEAMA y secretario de Acción Pastoral del CELAM.

CEAMA: Una contribución para la misión de la Iglesia en la Amazonía I

La Conferencia Eclesial de la Amazonía: un organismo territorial inédito para un Kairós en la Iglesia (I parte)*

El nacimiento de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) es la expresión de un nuevo sujeto eclesiológico territorial que emerge como contribución para la misión de la Iglesia en la Amazonía, y que es resultado de un largo proceso de discernimiento en el Sínodo Especial para la Amazonía, el cual ha incorporado un hecho sin precedentes: la escucha a cerca de 87.000 personas en el territorio para configurar toda la reflexión sinodal.

Los compromisos resultantes de este proceso eclesial requieren de una instancia inédita capaz de servir como vehículo (y como puente) para implementar los urgentes nuevos caminos que respondan a los gritos de los pobres y de la hermana madre tierra, y para impulsar los cuatro sueños y la conversión eclesial en la Amazonía, considerada un “lugar teológico” por el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Querida Amazonía.

Fue un 15 de octubre de 2019, había transcurrido prácticamente la mitad de la Asamblea del Sínodo Amazónico, cuando el Papa Francisco tomó la palabra y nos interpeló contundentemente: “No terminamos de hacer propuestas totales (…) estamos de acuerdo en un sentimiento común sobre los problemas de la Amazonía y la necesidad de responder, pero al buscar las salidas y soluciones, algo no satisface. No hay una salida totalizante que responda a la unidad totalizante del conflicto. Con remiendos no podemos resolver los problemas Amazónicos. Sólo pueden ser resueltos por desborde (…) El desborde de la redención. Dios resuelve el conflicto por desborde”.1

Su creación: perspectiva de desborde

La CEAMA –se puede decir– es  la consecuencia de las intuiciones de la Iglesia en América Latina en su V Conferencia del CELAM en Aparecida (2007), en la que se expresaba en el número 475 de manera explícita la necesidad de desarrollar una pastoral de conjunto en la territorialidad de la cuenca Amazónica.

Además, como propuesta orgánica y estructural, inédita de la Iglesia, la CEAMA es una iniciativa en proceso y en camino de construcción que resulta de la búsqueda de un itinerario eclesial que responda a los signos de los tiempos por “desborde” y sólo puede comprenderse como fruto, todavía en ciernes, resultante de un largo camino de una Iglesia peregrina y discípula misionera en la región Latinoamericana, y como resultado evidente del discernimiento y los llamados del Concilio Vaticano II.

En efecto, una nueva dimensión territorial irrumpía en nuestra concepción eclesiológica, la cual se abría camino poco a poco para generar dinamismos que integraran las muchas, y muy relevantes, expresiones de vida entregada de la Iglesia ya existentes en la Amazonía.

Sin embargo, eran presencias fragmentadas, aisladas, con poco o nulo diálogo entre sí, y en no pocos casos con una noción pastoral fuertemente desterritorializada, incluso en ocasiones con una perspectiva predominantemente eurocéntrica o de corte colonialista, como el propio Sínodo denuncia (Documento Final: 55).

Este dinamismo eclesiológico territorial emergente se ha consolidado paulatinamente, no por una intuición brillante de unos pocos lejos del territorio, sino por la constatación de nuestra enorme fragilidad como Iglesia ante los crecientes signos de muerte para los pueblos y comunidades en este territorio, el proyecto de Reino en este espacio socio-cultural megadiverso está amenazado, por tanto resulta urgente responder a ellos dada su dramática situación.

La creación de esta estructura, hoy denominada CEAMA, era imprescindible para que la respuesta urgente a los gritos de dolor del territorio y sus pueblos, más propios de un tiempo “cronos”, pudiera dialogar con el proceso de revelación progresiva del Espíritu sobre la conversión eclesial, más propio de una temporalidad de “Kairós”. Algo nuevo tenía que nacer, y debía ser por “desborde”.

Producto de la escucha y discernimiento

El proceso de constitución de este nuevo organismo pasó por un largo camino de discernimiento comunitario compartido con el cardenal Claudio Hummes (hoy presidente de la CEAMA), el cardenal Pedro Barreto (presidente de la REPAM), con monseñor Miguel Cabrejos (actual presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano- CELAM), con los equipos de animación de la Vida Consagrada en la región de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR) y los equipos de coordinación de Cáritas de América Latina y el Caribe.

Fueron muchos los espacios de preparación y escucha sinodal con diversos representantes de la Iglesia en el territorio y los encuentros con representantes de los pueblos de la Amazonía. Como resultado de ello, tuve el privilegio de hacer la primera intervención en el Aula Sinodal, el día 12 de octubre de 2019, con relación a la creación de una estructura inédita para el territorio.

El pedido se expresaba a la luz de la constatación de que algunos de los más importantes compromisos del Sínodo no serían viables, o perderían el impulso de urgencia y pertinencia, sin un vehículo potente y significativo que sirviera como herramienta orgánica y estructural para la consecución de los “nuevos caminos” para nuestra Iglesia y para una Ecología Integral en la Amazonía.

Esta interpelación expresada en el Aula Sinodal refleja mucho más que un punto de vista personal. En ese momento expresé: “Queremos, por tanto, una nueva estructura regional Panamazónica que sea el vehículo propicio para llevar adelante las novedades del Espíritu en este Sínodo y que permita también afirmar la dimensión eclesiológica emergente”.

“No es casualidad que la experiencia de trabajar en comunión eclesial Panamazónica, como la que hemos vivido estos años, sea una luz pequeñita que ha ayudado a otros territorios a pensarse desde esta misma perspectiva: en el Congo, en Mesoamérica, en parte de la región de los bosques tropicales de Asia Pacífico, en la articulación europea alrededor de Laudato Si, y, más moderadamente, en Norteamérica y el acuífero Guaraní. Parece que algo nuevo está naciendo”.

Sin duda estamos viviendo un tiempo de gracia: “Un verdadero Kairós. No porque no seamos conscientes de los enormes conflictos que afectan la vida y producen tanto sufrimiento en el mundo y la Iglesia, sino porque justamente por ello, Dios se va haciendo presente con más fuerza para llamarnos a ser una presencia eclesial más relevante, coherente y significativa en la vida de los que sufren como hizo Jesús. No hay otra vía, no hay otra vía”.


[1] Notas personales como participante “auditor” en el Sínodo Amazónico.

*Adaptación del artículo original publicado en la revista Medellín, N° 179, septiembre-diciembre de 2020. CELAM: pp. 543-560

Secretario interino de la CEAMA y secretario de Acción Pastoral del CELAM.

Fuente: www.vidanuevadigital.com

“Yo no pude quedarme en casa”: la migración en tiempos de coronavirus

Una nota de Elvy Monzant Árraga, Secretario ejecutivo de la Red de Migración, Trata y Refugio Clamor.

Aunque escuchaba todos los días el llamado en los medios de comunicación y del terror que le tiene al coronavirus, Elena no pudo quedarse en casa. Se vio obligada a migrar para no morir de hambre en su país. En tierra extraña había logrado alquilar una habitación y vendía caramelos en el transporte público. Ahora debido a las medidas de confinamiento casi no puede trabajar y por falta de ingresos la echaron del “alojo”. Está durmiendo en una plaza a la intemperie.

Ha sentido fiebre y una tos intensa le quita las fuerzas. Fue a un colapsado centro de salud, pero no tuvo como comprar los medicamentos. Con tristeza y preocupación escuchó en las noticias que para ella no habrá vacuna, porque es extranjera. Aún llora a varios de sus amigos venezolanos que han muerto solos y abandonados como consecuencia del terrible virus, pagaron con sus vidas el precio de ser migrantes vulnerables, de ser pobres.

A finales del 2020, el Papa Francisco regaló a la humanidad una nueva Encíclica Social, la Fratelli Tutti, en la cual afirma que la pandemia “dejó al descubierto nuestras falsas seguridades y evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente” (FT 7). Dice que el coronavirus demostró que, a pesar de estar hiperconectados, “existe una fragmentación que vuelve más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos” (FT 7).

Según la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) más de la mitad de los migrantes ha perdido su trabajo durante la pandemia. Un 82% ha tenido que reducir las remesas a sus familiares. Para finales de 2021 al menos 33 millones de personas más pasarán hambre en todo el mundo debido a la disminución del dinero que envían los migrantes.

¿Peor el remedio?

El portavoz de la OIM, Joel Millman alertó: “Son seres humanos. Se ven afectados de la misma manera que todos por esta emergencia de salud pública. El mensaje más importante es tratar a las personas con dignidad y recordar que el pleno respeto por sus derechos no cambia en estas circunstancias”.

El Servicio Jesuita para Refugiados (JRS), junto con un centenar de organizaciones han advertido a los gobiernos que “la exclusión de personas migrantes y refugiadas de los planes para prevenir y combatir la pandemia  pondría  en riesgo las metas de salud pública de los países receptores”. Además Organizaciones defensoras de los derechos de las personas en movilidad forzada destacan que “el derecho a la salud se debe garantizar sobre la base del principio de igualdad y no discriminación, elemento vertebrador de todo el Derecho Internacional (DIDH)”.

Por su parte, la Red CLAMOR ha denunciado, con base en el principio de la Doctrina Social de la Iglesia del Destino Universal de los Bienes, que el acceso a las vacunas anti-covid-19 debe ser garantizado a todos los seres humanos, sin importar su estatus migratorio. La vacuna no puede convertirse en un privilegio de las minorías ricas, de los poderosos, ni un mecanismo más de exclusión,  en el marco de la cultura del descarte.

En esa dirección señala el Papa Francisco: “una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos”.

Ante las políticas de muchos gobiernos de tratar a los migrantes como delincuentes el riesgo de contagio  se incrementa en lugares de detención donde es difícil mantener la distancia para evitar el contacto con otras personas.

El Covid-19 está dejando una estela de dolor y muerte en el mundo entero. Desde mucho antes los virus de la injusticia y la indiferencia mataban a millones de personas de hambre, de miseria,  de exclusión. Urge cada vez más derribar los muros que impiden el acceso a una vida digna a todos y todas. Construyamos puentes.

Fuente: vidanuevadigital.com

Cardenal Czerny: «Sólo la cultura que acoge tiene un futuro»

«La nueva Encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti, se dirige directamente a las alegrías y esperanzas, las penas y las angustias de los migrantes, los refugiados y todas las personas desplazadas y marginadas. El corazón de la Encíclica es un llamado a una mayor hermandad y amistad social entre todos los pueblos y naciones». Esto es lo que escribe el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, en el recién creado blog de la Comisión Católica Internacional de Migración (ICMC).

La reflexión del cardenal, titulada «Fratelli tutti  y la llaga de los desplazados», retoma los pasajes clave del documento, pidiendo «una fraternidad abierta, que permita reconocer, apreciar y amar a cada persona más allá de la proximidad física, más allá del lugar del mundo en el que nació o en el que vive».

Derecho a una vida digna

Según el cardenal Czerny, «toda persona tiene derecho a una vida digna y a un desarrollo integral en su país de origen».

«Esto pone en tela de juicio la responsabilidad de todo el mundo, ya que hay que ayudar a los estados más pobres a desarrollarse. La inversión que necesitan»,  y continúa, «no es sólo en el desarrollo económico sostenible, sino también y esencialmente en la lucha contra la pobreza, el hambre, las enfermedades, la degradación del medio ambiente y el cambio climático».

Acoger, proteger, promover e integrar

El Subsecretario de la Sección de Migrantes del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral indica entonces la «respuesta moral» adecuada a todos los que se ven obligados a huir: «se puede resumir en cuatro verbos activos: acoger, proteger, promover e integrar». Pero hay numerosos obstáculos que surgen en el camino de los migrantes y refugiados. Obstáculos nacidos de «una mentalidad xenófoba que no es compatible con el cristianismo».

Muchas formas de abrir puertas

Siguiendo las directrices de la encíclica, el cardenal Michael Czerny señala varias formas de abrir las puertas a aquellos que han huido de las crisis humanitarias y se han convertido en nuestros nuevos vecinos. Esto incluye aumentar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables y ofrecer una vivienda adecuada y decente. También es crucial «garantizar la seguridad personal, el acceso a los servicios esenciales y la justicia, a la vez que se les ofrece libertad de movimiento, la oportunidad de trabajar; proteger a los menores y asegurar su acceso regular a la educación».

Esfuerzo común

Fratelli tutti -destaca el cardenal- afirma claramente que los estados individuales, actuando por su cuenta, no pueden adoptar soluciones adecuadas. «Se necesita un esfuerzo concertado a nivel mundial, como el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, celebrado en 2018, porque las respuestas sólo pueden ser el resultado de un trabajo conjunto, que dé lugar a una legislación (gobernanza) mundial para la migración».

El regalo del encuentro entre culturas

Asimismo, señala en su reflexión que es el propio Papa Francisco quien define como «un regalo» el encuentro entre diferentes culturas, como el que surge de la migración.

«Un encuentro que puede llevar a un enriquecimiento mutuo, y como ejemplos concretos, el Papa menciona el enriquecimiento cultural provocado por la migración de latinos a los Estados Unidos y por la migración italiana a su país de origen, la Argentina».

Generosidad y gratuidad

«Pero tal reciprocidad de beneficios», resume Czerny, «no representa la totalidad de la realidad, y mucho menos la fundamental. Debemos esforzarnos por abrirnos a los demás con un espíritu de gratuidad y generosidad, que el Papa Francisco define como la capacidad de hacer algunas cosas por el mero hecho de ser buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado de ellas, sin esperar nada inmediatamente a cambio».

Una cultura que tiene un futuro

«Sólo una cultura que acoge a los demás libremente tiene un futuro», concluye el cardenal Czerny. «Este es nuestro futuro y debe ser compartido con los necesitados, incluyendo los migrantes y refugiados. Escuchemos el llamado del Papa Francisco por un mundo más justo, humano y fraterno, fundado en el amor y el enriquecimiento mutuo, en lugar de la sospecha y la fría indiferencia».

*Podes leer el texto completo haciendo click aquí.

Fuente: www.vaticannews.va

Desafíos y signos de esperanza en el apostolado de la migración forzada

Con ocasión del Día Internacional del Migrante, celebrado el pasado 18 de Diciembre, la Curia General de los Jesuitas compartió una nota sobre los principales desafíos sobre los que se debe trabajar para fortalecer el acompañamiento a personas migrantes y refugiadas.

Por Javier Cortegoso Lobato, Coordinador de la Red Jesuita con Migrantes en América Latina y el Caribe (CPAL)

«Las migraciones constituirán un elemento determinante del futuro del mundo». Pero hoy están afectadas por una «pérdida de ese “sentido de la responsabilidad fraterna”, sobre el que se basa toda sociedad civil»

Papa Francisco, Fratelli tutti

 

Es difícil no aceptar la verdad que esconde la frase “todos somos migrantes”. Si no lo hemos vivido en primera persona, no es extraño que nuestros padres y madres, o nuestros abuelos, o nuestros hermanos hayan vivido una experiencia de migración. La migración no es por lo tanto una novedad, pero el volumen de la migración ha sufrido un crecimiento exponencial en las últimas décadas.

Muchas de estas personas no están ejerciendo la migración como un derecho, sino que son víctimas que huyen, literalmente, para salvar su vida. A la Compañía de Jesús, igual que a la Iglesia, le ocupan especialmente compartir el viaje de las personas en situación de migración forzada que han dejado sus comunidades por distintas causas interconectadas.

Ante esta tremenda complejidad me gustaría presentar algunos desafíos que debemos enfrentar.

Identificar y denunciar las causas y causantes de la migración. Ser capaces de solidaridad, pero también de indignación.

Entender que la migración no es un problema, sino que vivimos en una crisis generalizada de los derechos humanos como gran causa de la migración. El problema está en entender cuáles son las causas que generan expulsión. En nuestro apostolado esto supone un compromiso igual por la defensa del derecho a migrar que por el derecho a no migrar. Para ello debemos comprender y analizar los hechos que llevan a la migración forzada, denunciarlos y proponer cambios radicales.

Exigir un cambio de políticas públicas migratorias.

Existe un creciente impulso restrictivo de la política que la aleja de los parámetros de justicia. Esta restricción genera una tensión con otra evidencia, la mayor necesidad de migrar. Caminamos con millones de personas que huyen en busca de un futuro de salvación, que se juegan la vida. Los estados deben garantizar la protección internacional de todas estas personas, para ello deben ser flexibles y creativos en la creación de alternativas migratorias y proveer el acceso a derechos.

Nuestro apostolado debe exigir marcos normativos que garanticen no sólo la regularización administrativa, sino que promuevan activamente políticas que favorezcan la protección internacional, el acceso pleno a derechos -incluido el principio de no devolución- y la adecuada integración y acogida.

Políticas públicas para una Integración real.

Lo mismo que afirmamos para el comportamiento social, lo debemos exigir para el comportamiento político. La política migratoria no solo debe alejarse de intereses partidistas, sino que no puede reducirse a contener las consecuencias humanitarias de la migración forzada. En los pactos mundiales del 2018 se anotaba un elemento que es crucial, realizar políticas integrales, es decir, deben promover la integración real, facilitar la práctica de la hospitalidad como hábito social y abordar todas las dimensiones del migrante como ser humano y como parte de la sociedad que le acoge.

La práctica de la Hospitalidad: Es necesario entender la acogida con una perspectiva integral.

La integralidad implica respondernos positivamente a la posibilidad de vivir realmente juntos. Apostar por verdaderas comunidades de hospitalidad supone no sólo aprender a aceptar la diversidad como riqueza, sino abrirse a compartir espacios comunitarios, promover la participación, aceptar que coprotagonizamos el espacio de decisión en nuestras sociedades. La hospitalidad es un modo de convivir todas y todos juntos creando sociedades fraternas. Debemos promover la cultura de hospitalidad a través de la creación de auténticas comunidades de acogida.

Encontrar la esperanza como desafío, responsabilidad y oportunidad.

Encontrar a Cristo, obligado a huir, en los rostros de las personas migrantes, desplazadas y refugiadas es una continua fuente de esperanza.

En todos los contextos de la migración forzada descubrimos también gestos de inmensa solidaridad y acogida, la hospitalidad es un valor presente y actual. En todos los continentes, los apostolados de la Compañía promueven procesos de acompañamiento, caminando con las y los descartados. Estos compromisos en el acompañamiento nos permiten ser testigos de cambios, migrantes que, desde la vulnerabilidad y la precariedad, son capaces de sanar sus heridas, y nos muestran una transformación hacia el empoderamiento.

Tejer redes como estrategia fundamental.

El Padre Arrupe marcó, hace ya 40 años, un hito en la historia de la Compañía al animarnos en la defensa, servicio y acompañamiento de las personas refugiadas. El salto necesario en el que vamos avanzando, especialmente en este siglo XXI, pero con grandes dificultades, es la apuesta por el trabajo en red.

Redes interprovinciales, intersectoriales, que conecten las dimensiones de trabajo, que se orienten por y para más misión, que partan de acompañar desde las fronteras y los territorios más vulnerables a la migración forzada y reconozcan la necesidad de fomentar alianzas, es nuestro verdadero desafío.

Es importante reconocer, y es consolador, los pasos dados en todas las conferencias en este sentido. Pero nos queda un largo camino por recorrer, para celebrar este día internacional del migrante en el 2020, intentemos respondernos: ¿Qué nos está pidiendo hoy Dios en el acompañamiento de la migración forzada?.

Fuente: www.jesuits.global/es

Empresa y Doctrina Social de la Iglesia

En el punto nº 40 de la tercer encíclica publicada por el Papa Benedicto XVI, «Caritas in veritate», leemos: “Se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia.” 

La Doctrina Social de la Iglesia reconoce “la justa función de los beneficios”, pero al mismo tiempo afirma que “los beneficios no son el único índice de las condiciones de la empresa” (Centesimus annus, 35). Porque los beneficios son necesarios para que la empresa sea sostenible, pero no son el único indicador válido de la empresa ni el más importante.

El mismo punto de «Centesimus annus», afirma: “La empresa es una comunidad de hombres que, de diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera”.

Tres son las dimensiones que toman fuerza aquí para describir la empresa

  • La primera es la dimensión humana. Es decir, la empresa es, ante todo, una comunidad de personas que trabajan con un fin común. Esta es la característica esencial de toda empresa.
  • La segunda es que este grupo de personas busca lograr lo suficiente para vivir. Es decir, que su trabajo en conjunto se realiza para poder lograr unos ingresos que les permitan vivir con dignidad. Por ello la Encíclica habla de necesidades y no de lograr unos ingresos máximos o de ganar cada vez más.
  • Por último, esto lo hacen a través de una actividad que se pone al servicio de toda la sociedad a través de la mejora del bien común. Los bienes y servicios producidos por la empresa buscan mejorar la vida de quienes los utilizan, por ello las empresas sirven al bien común logrando ingresos suficientes para las personas que las componen y aportando bienes y servicios útiles para los demás.

De hecho, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (338) indica: “La empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la sociedad mediante la producción de bienes y servicios útiles”. La empresa tiene una función social que cumplir ante una sociedad que permite su propio desarrollo material a través de la producción y el ofrecimiento en el mercado de estos bienes y servicios.

Pero al mismo tiempo, como comunidad de personas, la empresa crea “oportunidades de encuentro, de colaboración, de valoración de las capacidades de las personas implicadas” (CDSI 338). La empresa no puede verse tan solo como una institución volcada en la producción de bienes y servicios, sino que también es un lugar de encuentro y trabajo conjunto que permite a las personas su total realización como tales.

Fuente: www.vidanuevadigital.com

Por: Enrique Lluch Frechina
         Doctor en Ciencias Económicas

UCA: Pobreza y escolaridad en pandemia

El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA UCA) presentó el 10 de diciembre el Informe de avance del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia 2010-2020: «Efectos del ASPO Covid-19 en el desarrollo humano de las infancias argentinas». 

La presentación estuvo a cargo de Ianina Tuñon, investigadora responsable del ODSA y contó las contribuciones de Marcelo Miniati, director ejecutivo de Fundación Cimientos y Mariana Parola, directora Ejecutiva de Fundación Haciendo Camino. Moderó Carlos March, director de Inteligencia Colaborativa en Fundación Avina.

El estudio revela que la pobreza llega al 44,2% de la población total y al 64,1% del segmento de niños y adolescentes, mientras que el 15,5% de los menores de 18 años sufrieron inseguridad alimentaria severa en el último año. Forman parte de los 4,5 millones de niños y adolescentes de entre 0 y 17 años que viven en hogares en los cuales, por problemas económicos, se redujo la cantidad de alimentos consumidos.

Según el relevamiento del ODSA UCA, los adolescentes de entre 13 y 17 años son los que más han sufrido episodios de hambre. La inseguridad alimentaria severa llega en ese caso al 18,9%, mientras que en 2019 era de 14,4%. El índice es de 16,7% entre los niños de 5 a 12 años (15,1% el año pasado) y de 9,5% en el grupo de niños de 0 a 4 años (en este caso hubo una disminución respecto del 11,9% de 2019).

Tuñón estimó que hay 4,5 millones de niño con insuficiencia alimentaria total y, dentro de esa población, 2,04 millones con insuficiencia severa.

«La Tarjeta Alimentar tuvo un efecto positivo y protector de la primera infancia en el espacio de la alimentación», afirma el estudio, y sostiene que sin ese programa la pobreza entre los menores de 19 años hubiera sido de 66% en lugar del 64,1%, en tanto que la indigencia hubiera trepado al 19,1% en lugar del índice de 16% registrado.

El informe del ODSA UCA también muestra que un 2,2% de los estudiantes no mantuvo ningún contacto con sus docentes durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) y que la probabilidad de haber quedado afuera de las clases remotas aumenta a medida que el estrato socioeconómico de los hogares disminuye. En las capas más bajas, llega al 5%.

El relevamiento del ODSA UCA incluyó a 5.728 hogares en los que viven 17.920 personas, de las cuales 4.220 son niños. El relevamiento abarca a los centros urbanos con 80.000 habitantes o más e incluye a la ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, Gran Rosario, Gran Córdoba, San Miguel de Tucumán – Tafí Viejo, Gran Mendoza, Mar del Plata, Gran Salta, Gran Paraná, Gran Resistencia, Gran San Juan, Neuquén-Plottier-Cipoletti, Zárate, La Rioja, Goya, San Rafael, Comodoro Rivadavia y Ushuaia Río Grande.

En el link el informe completo sobre «Efectos del ASPO Covid-19 en el desarrollo humano de las infancias argentinas«.

Fuente: aica.org

Pablo Michel SJ: «Una pandemia llamada Economy of Francesco»

Desde el 19 al 21 de Noviembre, se llevó adelante el evento «La Economía de Francisco», una iniciativa del Papa Francisco para poner en marcha un proceso de cambio global que favorezca a una economía mas justa, inclusiva y sostenible. Este encuentro virtual e internacional, convocó a hombres y mujeres del ámbito económico-empresarial, y alrededor de 3.000 jóvenes de todo el mundo.

Pablo Michel SJ (ARU), participó del evento y comparte con nosotros un escrito que relata la experiencia.

Una pandemia llamada Economy of Francesco

¿Ya leyeron “Fratelli Tutti”? Admito que yo todavía no. Hoy, 1º de diciembre, el Papa saca un nuevo libro, “¡Soñemos!” – y dicen que está muy bueno. ¡Va demasiado rápido! 

Pienso en esto porque he participado todo este año de ‘Economy of Francesco’ (EoF), un encuentro que se inspira en el santo de Asís, no en el Papa. Aunque, a decir verdad, se confunden los Franciscos todo el tiempo. De hecho, me atrevería a decir que este movimiento de jóvenes economistas de todo el mundo nace de “Laudato Si”. Cada vez que vuelvo a ella descubro más sabiduría, más fuerza, más luz. Es un verdadero volcán, que se adelantó en su erupción a todo lo que está pasando. Increíble. 

Les cuento que EoF es también un volcán. Mucha energía contenida que busca un cauce. Y que quema. Un deseo común, cambiar la economía para cambiar el mundo. Estuve todo el año reunido virtualmente en una de las doce aldeas que conforman este movimiento, “Policies & Happiness”. Nos tocó reflexionar sobre los estudios económicos que indican que, alcanzado un determinado nivel de ingresos, las personas ya no aumentan la percepción de su propia felicidad haciéndose más ricas. Las encuestas parecen indicar que la felicidad depende sobre todo de mantener relaciones humanas significativas, de vivir con sentido y con cercanía a la naturaleza, y en hábitats que permiten que la vida humana florezca. 

Todo muy lindo, sí pero… ¿cómo vamos hacia ahí? ¿qué políticas públicas pueden favorecer mejores relaciones humanas? ¿quién las paga? Hemos estado pensando en diferentes propuestas, que por ahora son pequeños brotes verdes en un bosque incendiado. Algo que  hemos considerado detenidamente en mi aldea es la idea de “Deglomeration”. Propone básicamente favorecer la descentralización de las grandes metrópolis, y promover el desarrollo de ciudades pequeñas y medianas, donde las personas puedan encontrarse más entre sí, acercarse más a la naturaleza, acompañar a los más débiles en su caminar.

En una de las conferencias del evento central, me tocó entrevistar a Vandana Shiva, una eco-feminista india, doctora en física y con un fuerte trabajo en comunidades de base en su país. Su pensamiento es sumamente interesante, cuestionador de todo lo que en Occidente tenemos por verdades incuestionables. Le pregunté qué pensaba sobre la idea de deglomerarse, si podía ser pariente de su mensaje de “volver a la tierra”, si tenía sentido en India como en Latinoamérica. Pueden ver su respuesta aquí: https://n9.cl/i0g8s Conocerán ahí también a Chiara, una geógrafa y activista italiana; a Ofer especialista en políticas públicas en Israel; y a Pauline Effa,  con un interesante trabajo en desarrollo económico en comunidades de Camerún. Los traductores eran de Canadá y Ruanda. Y yo desde Chile. Una verdadera fiesta de la diversidad.

Qué más puedo decir sin perder su atención (¿tarde ya?). El discurso final del Papa Francisco a los participantes del evento fue tremendo. Recomiendo su lectura: https://n9.cl/73ut. Creo que sobre todo es un llamado a la acción, y a no dejar que la búsqueda de una economía más humana, ecológica e inclusiva pase a ser sólo un lugar común en el discurso: “Involúcrense, o la historia les pasará por encima”. Creo que es urgente tomar caminos distintos. Veremos cómo sigue todo. Los mantengo al tanto.   

Pablo Michel sj

 

Podés conocer más en: francescoeconomy.org

40 años del Servicio Jesuita a Refugiados

El pasado 14 de noviembre se cumplieron 40 años desde que el P. Pedro Arrupe SJ fundó el Servicio Jesuita a Refugiados en 1980. En conmemoración del camino recorrido acompañando  la vida de migrantes y refugiados en todo el mundo, Julio Villavicencio SJ, comparte con nosotros un mensaje en nombre del Servicio Jesuita a Migrantes de Argentina y Uruguay.

40 años del Servicio Jesuita a Refugiados

“En vista de lo allí discutido, y después de consultarlo con mis Consejeros Generales, he decidido establecer en la Curia un centro operativo ‘Jesuit Refugee Service’ (JRS), para coordinar la acción de la Compañía en pro de los refugiados.” (Arrupe, P., 1980. Carta sobre los refugiado).

Con esta carta del año 1980 el padre Arrupe da comienzo formal al Servicio Jesuita a Refugiados. Fue un 14 de noviembre. Un espacio que se constituía como la única obra de apostolado social de carácter internacional y dependiente del padre General.

El contexto de su surgimiento fue en plena guerra fría, dónde los enfrentamientos de los bloques comunistas y los bloques de orientación capitalista  se libraron en países en desarrollo. Ese fue el caso de la guerra de Vietnam, que terminó en una crisis de refugiados en las costas de Indochina. Son estas personas llamadas “boat people” en su momento, las que el padre Arrupe descubre y queda impactado. Así lo describía en sus propias palabras:

“En las Navidades del año pasado quedé profundamente impresionado y conmovido por las penalidades de los miles de ‘ prófugos del mar ‘ y de refugiados. Creí mi deber enviar un telegrama a unos 20 Superiores Mayores de diferentes partes del mundo. Haciéndoles partícipes de mi preocupación, les preguntaba qué podían hacer ellos en sus respectivos países, y qué podía hacer la Compañía para aliviar, al menos un poco, la tragedia del tal situación.”

Es esta situación en particular la que conmociona de tal manera al padre Arrupe que su preocupación nos recuerda a aquella triple pregunta que propone Ignacio delante de Cristo Nuestro Señor puesto en cruz, a saber,  ¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué debo hacer por Cristo?

“El Padre Arrupe transformó su conmoción por el sufrimiento de quienes huían de su tierra en busca de seguridad tras la guerra de Vietnam en una preocupación profundamente práctica por su bienestar físico, psicológico y espiritual”, nos dice en su carta el Papa Francisco, en virtud de saludar al SJR en su 40 aniversario.

Siguiendo su exhortación, el Papa invita a seguir acompañando y sensibilizando a la sociedad ante la situación tan dolorosa de tantas personas. El SJR tiende una mano de amistad para ayudar, acompañar y ofrecer oportunidades para crecer. Francisco identifica este accionar con un testimonio del amor de Dios.

Nuestro contexto a pesar de no estar atravesado por la Guerra Fría, se ve violentado por diversos conflictos de distintas naturalezas. Ellas tienen que ver con la lucha contra el terrorismo internacional, conflictos políticos, religiosos o raciales. La pobreza y la desigualdad. En la época que Arrupe funda el SJR la cantidad de refugiados ascendía a 16 millones aproximadamente de personas. En la actualidad la cantidad de personas desplazadas a la fuerza asciende a 79,5 millones. Y eso no deja afuera nuestra realidad Latinoamericana y en particular nuestra realidad Argentina y Uruguaya.

Argentina y Uruguay

En la provincia acompañamos a las personas migrantes y refugiadas desde el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM). Espacio que asiste y acompaña a más de 1400 personas migrantes y refugiadas de muy variados países, como son, Senegal, Ghana, Haití, Colombia, Venezuela, Paraguay, Perú, Bolivia, Perú, República Dominicana y Cuba, entre otros.

En la actualidad el SJM cuenta con 4 oficinas que hacen presencia en la ciudad de Córdoba, el partido bonaerense de San Miguel, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la ciudad de Montevideo, Uruguay. Cada una de estas oficinas está organizada en cuatro áreas: Social, Pastoral, Incidencia y Educación.

En particular la crisis humanitaria que se da en Venezuela, pone en la región una mapa atravesado por flujos de personas que cruzan de las más diversas maneras las fronteras de los países de AL. Se llama migración mixta, porque en ella hay migrantes forzados, económicos y también refugiados.

Se ha incrementado en la población que acompaña el SJM, familias caminantes, sometidas a distintos tipos de violencia por el camino, entrando por pasos como la Quiaca en Argentina o Chuy y Rivera en Uruguay. Muchos jóvenes de entre 18 y 27 años, no necesariamente con estudios de secundaria. En casi todos los casos han experimentado xenofobia en otros países de la región.

“En el marco de la cuarentena, hemos tenido la oportunidad de trabajar con otros flujos migratorios como el ghanes. En este caso se trata de un grupo migratorio en su mayoría conformado por hombres en edad laboral, vinculados con el mercado informal y en un 90% solicitantes de refugio. En su mayoría, las ganancias que aquí obtienen son destinadas a las remesas, actividad fuertemente afectada en este contexto de cuarentena. Son muy pocas las mujeres ghanesas que hemos conocido, sin embargo, las que han sido acompañadas hacen parte de núcleos familiares monoparentales  y con mayores barreras en su idioma.” (Laura Herrera, coordinadora oficina CABA).

Otra población con un alto nivel de vulnerabilidad es la población haitiana, se encuentran con grandes desafíos para acceder a la ayuda humanitaria. El idioma ha sido la barrera principal y luego se han puesto en evidencia procesos de integración muy débiles que hacen de su condición humanitaria un desafío mayor. En su mayoría tienen sus estadías en el país regularizadas, sin embargo, con procesos de integración que los ubican en un contexto de importantes carencias.

Cecilia Duarte, coordinadora de la primera oficina del SJM en Argentina nos cuenta: “Comencé mi trabajo con el objetivo de articular el trabajo del SJM con los Colegios parroquiales de San Miguel. Nos encargamos de ir dándole forma a este proyecto. El SJM surge con la necesidad de acompañar a las personas de los países limítrofes tanto en sus trámites como en su fe. En el camino, fuimos conociendo otras realidades. Fuimos aprendiendo a ponernos en el lugar de la otra persona, un cambio de mirada. A veces en esta misión la situación te supera y lo único que uno puede hacer es escuchar y mirar a la persona a los ojos. Este último año con el COVID, se nos puso de frente otras realidades migrantes, con poblaciones de países que no son limítrofes, con idiomas distintos y culturas muy diversas.”

La última oficina que se abre del SJM en la provincia son las oficinas de Montevideo, con la gran colaboración de laicos, de los párrocos jesuitas de San Ignacio y de Sagrado Corazón. Joan Gratacós, coordinador del SJM en Montevideo cuenta algunos aspectos de su experiencia: “Mi experiencia ha sido tratar de conocer la realidad migratoria en Uruguay. Hemos tenido que trabajar en la primera línea asistiendo a las personas migrantes más vulnerables. Un gran inconveniente con el que siempre hay que lidiar son las situaciones complejas y los recursos escasos. Gracias a Dios hay un gran compromiso por parte de los voluntarios, en especial de dos religiosas que llevan adelante distintas oficinas del SJM en Montevideo. Hay dos grandes desafíos en el contexto, uno es el habitacional y el otro es la incorporación al trabajo por parte de las personas migrantes. En cuanto a los desafíos institucionales tenemos por delante la búsqueda de financiamiento, la articulación con otras organizaciones y el cuidado de los equipos que integran el SJM”.

Las personas que integran el SJM intentan hacer realidad una sola misión: acompañar a las personas migrantes más vulnerables con el objetivo de proteger y promover los derechos y la dignidad de estas personas.

“Conocer la historia de las personas, sus progresos y superaciones ha sido muy motivador. Ha sido muy difícil encontrar los recursos para poder acompañarlos en sus necesidades básicas. El acompañar a los voluntarios ha sido también una experiencia maravillosa, porque son personas que ponen un gran cariño y corazón en cada una de las actividades que realizan”. (Saraí Alviarez, coordinadora SJM Córdoba)

Nos gustaría dar cierre a esta pequeña reseña del SJR y del SJM ARU con las mismas palabras que el padre Arrupe despedía a los superiores pidiéndoles colaboración para esta misión:

“San Ignacio nos pidió estar dispuestos a ir a cualquier parte donde seamos más necesarios para ‘ el mayor servicio divino’. Las necesidades, tanto espirituales como materiales de los 16 millones de refugiados que hoy hay por el mundo, difícilmente podrían ser mayores. Dios nos está llamando a través de esas poblaciones desvalidas. La oportunidad de prestarles ayudas deberíamos considerarla como un privilegio que, a su vez, nos atraerá grandes bendiciones de Dios para nosotros y la Compañía.” (Arrupe, P., 1980. Carta sobre los refugiado).

Si quieres conocer más sobre el trabajo del SJM ARU puedes encontrarnos en www.sjmargentina.org, @sjm_argentina, @sjmuruguay.

El santuario Padre Hurtado: para abrir los ojos a la realidad de los excluidos

Aunque el Padre Hurtado, fundador de la conocida obra Hogar de Cristo, murió el 18 de agosto de 1952, su santuario fue inaugurado el 19 de noviembre de 1995, un año después de su beatificación (16 de octubre de 1994). En este santuario que lleva su nombre, ubicado en la ciudad de Santiago, se puede visitar la tumba de este apóstol de Jesucristo. Alberto Hurtado se entregó por completo al apostolado social. Estaba cerca de los pobres y especialmente de los sin techo, pero su acción también remeció a toda la sociedad chilena. Su mensaje llamaba la atención sobre las carencias y problemas de los que eran abandonados a su suerte en los márgenes de la ciudad.

Con motivo del 25 aniversario de la apertura del santuario, el Padre Arturo Sosa, Superior General, envió un mensaje en vídeo que destaca el valor del testimonio del jesuita Alberto Hurtado. Aquí está lo esencial del mensaje:

Han pasado veinticinco años desde que se abrieron las puertas de ese bello lugar, anclado en la sencilla comuna del Gran Santiago en la que el Padre Hurtado desarrolló gran parte de su labor social y tiene para nosotros un enorme significado.

Alberto Hurtado se desvivió por mostrarle a sus contemporáneos una realidad que no muchos veían y conocían. Desde hace veinticinco años el Santuario sigue siendo testimonio de esa manera de abrir los ojos a la realidad de los excluidos. Quien quiera encontrarse de manera profunda con el Padre Hurtado, tiene que hacerlo ahí, donde siguen abundando lacerantes situaciones de pobreza y marginación, a las que se añade, hoy día, el desafiante fenómeno de la migración.

Es hermoso conocer las historias de tantos y tantas que siguen acudiendo al Santuario en busca de la gracia que llene su vida de futuro y esperanza. Es hermoso tomar conciencia de cómo el Padre Hurtado sigue actuando en medio de su pueblo. Sigue siendo mensajero de consuelo y esperanza, eficiente intercesor de los dones que el buen Dios quiere dar a todos y todas en abundancia.

En las actuales circunstancias mundiales de crisis social, económica y política, siento que San Alberto Hurtado tiene un significativo papel que jugar para que nuestra mirada no se desvíe ni se distraiga, sino que, como él, la dirijamos al Señor crucificado y desde allí a los crucificados del mundo, a toda persona necesitada. Pedimos, a través de Alberto Hurtado, encontrar la energía necesaria para dar una mano efectiva a quien lo necesite y la creatividad para multiplicar los medios que nos permitan hacer más y mejor.

Debido a las restricciones sanitarias en Chile, como en muchos otros países, las celebraciones del 25º aniversario del santuario, el 19 de noviembre, estuvieron marcadas por la sobriedad. Asó lo informó el director del santuario, el P. Jorge Muñoz Arévalo, SJ:

El jueves 19 de noviembre, un grupo de 50 personas, entre funcionarios, voluntarios e invitados especiales, dimos gracias a Dios por este bello espacio de encuentro con Jesús, a través de la persona del Padre Hurtado. La eucaristía, presidida por el Provincial Gabriel Roblerom, fue un momento de mucho consuelo y alegría, pues todos los congregados, estamos convencidos del enorme bien que el Santuario hace a tantos peregrinos, así como a nosotros mismos. Han sido 25 años desde el momento en que se trasladaron los restos del Padre Hurtado desde su antigua cripta hasta la actual. La Capilla acoge a los fieles que llegan para pedir favores relativos a la salud, a la necesidad de trabajo, para buscar un momento de paz o para agradecer las gracias que sienten se les ha concedido por intercesión de este querido santo jesuita. Sin duda en este tiempo de pandemia y de exigencias de mayor justicia en el país, el Padre Hurtado sigue velando por su pueblo, por su gente, especialmente por quienes no tienen hogar, por los olvidados y más postergados; nos sigue recordando que “la caridad comienza donde termina la justicia”.

Fuente: www.jesuits.global/es