Respetar y Proteger la Dignidad de los Niños: una Prioridad para los Jesuitas

El P. Arturo Sosa SJ, actual Superior General de la Compañía de Jesús sobre la misión de cuidar especialmente a los niños que la congregación ha asumido desde sus inicios.

Padre Arturo Sosa SJ

La reciente Congregación General 36 celebrada hace un año aquí en Roma, como órgano supremo de la Compañía de Jesús, me encargó como Superior General «continuar trabajando sobre la forma de promover, dentro de las comunidades y ministerios de la Compañía, una cultura consistente de protección y seguridad para los menores». (Asuntos encomendados al P. General, CG 36). El texto es breve, pero es muy significativo. Es la expresión del compromiso de la Compañía en favor del respeto y la protección de la dignidad de los niños.

Este compromiso no es nuevo. Tiene sus raíces en el propio San Ignacio. En la fórmula para la profesión de los votos definitivos en la Compañía, después de que el jesuita promete «la pobreza perpetua, la castidad y la obediencia», entonces promete «cuidado especial para la instrucción de los niños». (Constituciones, 527). Ningún otro ministerio -por ejemplo, enseñar, predicar, dar los Ejercicios Espirituales, servir a los pobres- se menciona en la fórmula; sólo «la instrucción de los niños». En el número siguiente en las Constituciones, San Ignacio explica por qué esta frase está incluida en la fórmula del voto, dando dos razones.

La primera razón tiene que ver con el reconocimiento de San Ignacio de la preciosa dignidad de los niños. Él escribe: «La promesa acerca de los niños es puesta en el voto… debido al servicio excepcional que se da a Dios nuestro Señor, ayudando a las almas que le pertenecen». Esta es una frase increíble. Para San Ignacio, los niños son «almas que pertenecen a Dios». En otras palabras, para San Ignacio, los niños, a menudo considerados como los más marginales e insignificantes de los seres humanos, tanto en el siglo XVI como en el nuestro, son, de hecho, preciosa posesión de Dios que merece respeto y servicio. El Papa Francisco expresa la misma convicción cuando escribe: «Un niño es un ser humano de inmenso valor y nunca puede ser utilizado para beneficio propio». (Amoris Laetitia, 170). Por supuesto, sabemos que tanto San Ignacio como el Papa Francisco aprendieron esta actitud del mismo Jesús, que amablemente dio la bienvenida a los niños y se indignó cuando los discípulos trataron de mantenerlos alejados de él, en su creencia errónea de que los niños eran insignificantes e indignos de la atención del Señor. (ver Mc 10, 13-16).

La segunda razón que da San Ignacio es muy realista. Reconoce que es muy fácil olvidar y descuidar el cuidado de los niños. Él escribe: «la promesa sobre los niños es puesta en el voto… porque está en mayor peligro de ser dejada caer en el olvido y caída que otros servicios más conspicuos…» (Constituciones, 528). En otras palabras, la promesa refleja la preocupación de San Ignacio de que la Compañía de Jesús no olvide a aquellos que son más fácilmente olvidados, dada su aparente falta de importancia para el resto de la sociedad humana.

En nuestro tiempo, somos llamados de una manera particularmente urgente a recuperar y a fortalecer las actitudes fundamentales de San Ignacio de respetar y proteger la dignidad de los niños. Vivimos en un mundo donde la dignidad de los niños es olvidada y violada. Los niños son víctimas de la pobreza, la guerra, la trata, el desplazamiento forzado, el terrorismo; los niños son obligados a servir como soldados, como mano de obra, como trabajadores sexuales y como mulas en el tráfico de drogas. También nosotros en la Iglesia no podemos escapar de nuestra responsabilidad compartida en la grave falta de respeto a la dignidad de los niños, ya que enfrentamos la dolorosa realidad del abuso sexual de niños cometido por sacerdotes, religiosos y otros pastores.

La Compañía de Jesús busca hoy profundizar y fortalecer su compromiso práctico y efectivo con la protección de los niños. Mi predecesor, el P. Adolfo Nicolás, pidió a todas las provincias, comunidades y ministerios que aseguren la existencia de tres elementos esenciales para la protección de los niños. Primer: protocolos bien hechos, justos y compasivos para tratar las denuncias de abuso de menores. Segundo: directrices y políticas de conducta ética pastoral, que tienen como objetivo promover, tanto entre jesuitas como entre nuestros colaboradores en la misión, el respeto por los límites y la clara rendición de cuentas. Finalmente, y quizás lo más importante: permanentes programas de entrenamiento y formación que garanticen que los protocolos y las políticas no permanezcan como documentos no leídos, sino que se apropien y se practiquen. Todas estas medidas tienen por objeto crear una «cultura de protección y seguridad para los menores» (CG 36): una cultura, es decir, una forma normal y habitual de vivir, de relacionarse, de trabajar y de servir en la que aquellos a quienes servimos, particularmente niños, se sienten siempre respetados, seguros y amados.

Fr. Arturo Sosa, SJ,

Superior General de la Compañía de Jesús

Fuente: CPAL SJ

Voluntariado: Alguien te Espera

La invitación a ofrecer la vida a otros un rato cada semana …

Por Eduardo Menchaca

Es curioso cómo nos bombardean en la televisión con anuncios sobre coleccionables de todo tipo –mecheros, películas de Cantinflas, libros sobre guerras, etc–. Hay colecciones de muchos tipos y para todos los gustos. El mensaje que nos venden es que siempre hay uno esperándote para que le dediques tus sueños y tu tiempo.

No tan anunciados como estos productos, hay también personas, ONGs, asociaciones, parroquias –y otras muchas entidades y particulares–intentando ofrecer lo que tienen: construir un mundo más justo, más sostenible, más humano; hacer más fácil y mejor la vida a los demás. Y es que, a medida que te acercas a este mundo del voluntariado, sientes la necesidad de seguir ofreciendo lo poco que tienes de manera desinteresada. Lo que haces –que para ti puede ser muy sencillo–, puede que para otros no tenga precio. Te puedes sentir realizado ofreciendo tu vida a otros durante un rato a la semana. Te puedes sentir conmovido por historias que, aunque parezcan lejanas, las haces tuyas y te remueven por dentro. Ofrecer la mano a los que por algún motivo no han tenido la suerte, o los cromosomas, o la familia, o la educación que hemos podido tener otros, ayuda a crecer. Nos ayuda a ver que no estamos solos. Nos ayuda a ser sencillos, a mirar a los demás por igual; a luchar por los sueños compartidos; a ser pacientes y comprensivos; a no tirar la toalla a la primera de cambio y a ser generosos con lo que podamos dar. Tal vez los voluntarios no salgan en la televisión, ni se les diferencie por la calle. Cada uno tiene sus gustos y manías. Quizá lo único por lo que se les pueda identificar es, en definitiva, por la alegría profunda que provoca el saber que lo realizado es por y para otros.

No hace falta irse muy lejos para acercarse a este mundo. En tu día a día hay muchas posibilidades de gastar un poco de tu tiempo para que muchos otros lo ganen: clases a niños, cooperar en el Sur, pasar el fin de semana con jóvenes, una partida de cartas con abuelillos, ayudar en comedores sociales, una pachanga de fútbol con personas con discapacidad, acariciar a enfermos, enseñar español a inmigrantes, acercarse a esa persona que duerme en la calle, preocuparse por el medio ambiente, acompañar a personas privadas de libertad, acoger y adoptar a niños… y otras muchas otras ideas que a ti se te ocurran. Porque, como ves, en el mundo del voluntariado siempre habrá Uno esperándote, para que le dediques tus Sueños y tu Tiempo.

Fuente: Pastoral SJ

 

SJM: Sentirse Parte de ‘Corazón del Mundo’

Desde Argentina, Miguel Pedreros SJ nos relata cómo han sido sus días y su trabajo con el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), sintiéndose parte “del corazón del mundo”.

Por Miguel Pedreros SJ

Hace un par de semanas tuve el agrado de ser invitado a dar una conferencia al Ministerio de Justicia. Se trataba de un seminario de formación interna para funcionarios. Unos amigos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) lo dirigen y me invitaron a hablar sobre derecho y pena en las comunidades indígenas. La idea era hacer una reflexión jurídico-política sobre el tema, sumando un aporte desde la fe y mi experiencia como religioso.

Algunos participantes trabajaban en temas de DD.HH. ante la Corte Interamericana, lo que hizo el encuentro bastante fructífero.

Con el SJM hace como un mes tuvimos la suerte de participar en una reunión con el Cónsul de Paraguay en uno de los barrios donde trabajamos. Los vecinos nos invitaron y pudimos hablar y plantear inquietudes ante el Cónsul. Hicimos un contacto más directo con la municipalidad de José C. Paz (localidad donde está ubicado el barrio, que limita con San Miguel) con intenciones de trabajar juntos. También nos llamaron desde uno de los sindicatos de profesores más grandes de Buenos Aires, para ver cómo introducir el tema migratorio en los colegios y en la política, con miras a las próximas elecciones. Aún no concretamos nada, pero que nos hayan llamado es un signo importante.

Además, echamos a andar el proyecto que hace años mantiene el SJM en los colegios de San Miguel. Son 9 colegios este año, la mayoría parroquiales de la Compañía. Hay también un par de ellos privados. Se trabaja con los quintos años de secundaria y con los profesores de geografía, que introducen el tema de la migración en la unidad de “geografía argentina”. La idea es que, a través de entrevistas personales, los muchachos tengan contacto con las complejas historias de vida de los migrantes, para así fomentar la inclusión, la fraternidad y la diversidad.

Poder participar de la vida académica en la UBA en temas sociales y políticos, colaborar en el barrio con el Movimiento Evita (un movimiento político popular bastante grande en el país), entrar en un mínimo contacto con la CTEP (Central de Trabajadores de la Economía Popular, que agrupa a los trabajadores informales y proyecto-productivos en la villas), rezar con la gente y acompañar la espiritualidad de comunidades como la paraguaya y la boliviana, han sido regalos hermosos en este tiempo… gracias de Dios que me permiten sentirme en el corazón del mundo, aun en espacios muy secularizados, que valoran mi presencia como religioso.

Es el último tramo de un tiempo hermoso en Argentina, lleno de amor y gracia, del que siempre estaré agradecido. Un tiempo donde Dios ha sabido guiarme, para ponerme en los lugares donde mayor bien pude hacer.

Fuente: Jesuitas Chile

 

Aportes del SJR y la RJM en Latinoamérica para los Pactos Globales sobre Migrantes y Refugiados

El Servicio Jesuita a Refugiados y la Red Jesuita con Migrantes en Latinoamérica y El Caribe, expresan sus recomendaciones con base en su experiencia local, nacional y regional en América Latina, sobre que se debe considerar entorno a los Pactos Globales sobre Migrantes y Refugiados, para la elaboración del cual Naciones Unidas ha abierto un tiempo de consulta.

En el Acoger:

Es importante respetar el principio de no devolución, lo cual implica, evitar la expulsión colectiva y arbitraria de migrantes y refugiados. El proceder debe partir de las consideraciones humanitarias de las personas que huyen por razones de violencia de sus países, para no ser devuelto de manera abusiva a un lugar que se considere de riesgo para su integridad personal.

Es necesario encontrar más y mejores vías jurídicas para asegurar condiciones adecuadas para la migración o reubicación segura y voluntaria. Existen alternativas útiles como visas humanitarias que garantizan la protección de personas que no cumplen formalmente los requisitos de ley para ser considerados refugiados; visas de reunificación familiar (incluyendo hermanos, abuelos y nietos) y visas temporales para personas que huyen de conflictos en países vecinos; creación de corredores humanitarios; programas de reubicación de refugiados en las comunidades acogida, en lugar de concentrarlos en asentamientos.

En el Proteger:

Es importante que los inmigrantes, solicitantes de asilo y refugiados puedan gozar de la protección necesaria de parte de los países de acogida, a fin de prevenir situaciones que atenten contra su dignidad como la explotación sexual, el trabajo forzoso y la trata de personas.

Los Estados deben capacitar integralmente a sus funcionarios sobre los tratos y procedimientos que tienen que seguir con migrantes y refugiados, como promover una coordinación interinstitucional que permita garantizar una respuesta integral en el acceso y goce de justicia, defensa y seguridad, especialmente cuando la vida esté en riesgo, así como la asistencia permanente con información clara y oportuna sobre la necesidad de protección.

La población migrante y refugiada debe contar con el goce efectivo de sus derechos en igualdad de condiciones que la población nacional. Los migrantes y refugiados se enfrentan a múltiples obstáculos, en particular, vacíos legales debido a la falta de regulación y lineamientos claros, pues muchos tienen dificultades legales para acceder a bienes y servicios básicos (bancos, colegios, hospitales, trabajo, inmuebles, etc.).

Es importante la adopción no sólo de medidas contingentes, sino de políticas migratorias que contemplen un enfoque diferencial y con perspectiva de género, ya que existen necesidades e impactos diferenciados según el grupo poblacional (niños, niñas, adolecentes, mujeres, indígenas, afrodescendientes, etc.) previniendo las discriminación, re-victimización y vulnerabilidad, en los momentos de tránsito, destino y retorno.

En el Promover:

Reivindicamos la necesidad por la protección del núcleo familiar del migrante y refugiado, especialmente para que la población de niños, niñas y adolescentes (NNA) no queden desprotegidos. Muchos de ellos huyen de sus países sin el acompañamiento de sus padres, hecho que acentúa su condición de vulnerabilidad, por lo cual está la necesidad de protegerlos asegurando su reencuentro y reunificación familiar.

Hacemos un llamado para que los Estados generen políticas públicas responsables e integrales, donde se promueva una inclusión social de migrantes y refugiados para que puedan ejercer su oficio en las comunidades de acogida. Por ello, es importante asumir políticas menos restrictivas que garanticen tanto la igualdad como una posibilidad más amplia para ejercer la ciudadanía y la promoción humana en los lugares de acogida.

Es necesario generar respuestas ágiles para el reconocimiento de la condición migratoria, especialmente de quienes requieren protección internacional, y la debida documentación que permita acceder servicios de empleo, vivienda, salud y educación. Del mismo modo, urge que esta documentación sea conocida y reconocida en todas las instancias gubernamentales e instituciones privadas.

En el Integrar:

Es prioritario adoptar un lenguaje que fomente la solidaridad y la hospitalidad de migrantes, solicitantes de asilo y refugio, evitando verles como competencia o amenaza en los países de tránsito y destino. Los medios de comunicación y líderes políticos tienen un papel fundamental para transformar este imaginario colectivo.

Los espacios de intercambio entre quienes llegan y quienes acogen deben servir para favorecer una cultura del encuentro que permita entender los beneficios que trae la integración. Es un proceso bidireccional que aunque toma tiempo, debe reconocer y valorar la importancia de la multiculturalidad de la que somos parte en Latinoamérica y El Caribe. En virtud de esa riqueza cultural podemos aprender a convivir, aprovechar y disfrutar las diferencias que tenemos.

Hay que evitar supuestos y discursos que sigan estigmatizando y criminalizando a migrantes y refugiados per se. Por el contrario, es menester hacer un reconocimiento al aporte que estas poblaciones hacen a la economía local, por ejemplo. En esto, son claves los procesos de integración implican un mutuo aprendizaje para compartir los recursos que se tienen.

Proponemos generar un trabajo más cercano con los hijos e hijas de extranjeros nacidos en el país acogida para prevenir que violencias de diferentes tipos vulnere sus derechos fundamentales y contribuya a un sano proceso de sana convivencia. La integración es un componente fundamental que puede concebir nuevos proyectos de vida y promover la superación de las necesidades y vulnerabilidades de migrantes y refugiados.

Los Estados deben promover acciones precisas que de manera colateral o por aspectos estructurales o del funcionamiento del mismo, no afecten o discriminen a los inmigrantes. Así como políticas de cooperación y articulación con la sociedad civil que permitan que el desarrollo como seres humanos se dé en condiciones de dignidad e igualdad.

Conclusiones breves:

Vemos con preocupación en toda Latinoamérica y El Caribe el aumento de las solicitudes de asilo, el incremento del número de detenciones y deportaciones masivas, y el crecimiento del desplazamiento forzado interno, así como poca capacidad estatal y falta de marcos legales garantes de los derechos para migrantes y refugiados; igualmente la persistencia de escenarios de inseguridad y precariedad que afectan a los migrantes forzados que están en toda la región.

Anhelamos que el proceso de consulta de los pactos globales entorno a la migración y el refugio pueda culminar en una transformación de la perspectiva de los Estados para que conduzca a pensar más allá de las particularidades de una nacionalidad y trascender a un enfoque de derechos que nos abarque como humanidad. El valor de la integridad de cada persona, debe estar equilibrado con las preocupaciones de seguridad nacional de cada país y nunca estar por encima de la dignidad y los derechos fundamentales de los seres humanos.

Hacemos un llamado a la reflexión conjunta e inclusiva, para que analizando la complejidad de las transformaciones del contexto en el mundo, se haga un aporte orientado a la profundización de la comprensión sobre los graves obstáculos que enfrentan migrantes y refugiados en países de tránsito y destino, y la necesidad de proteger a todos los refugiados de facto3, y no sólo a quienes se le otorga un estatus.

Es deber de todos los gobiernos establecer medidas de protección y prevención para aquellas comunidades profundamente amenazadas por las nuevas violencias; avanzar hacia soluciones estables y duraderas que les permita reconstruir sus proyectos de vida en armonía con los territorios y de cara a un desarrollo humano con un rumbo ambientalmente sostenible y socialmente equitativo; y garantizar la vida de los migrantes forzados que huyen de sus países de origen por situaciones de violencia social generalizada, por políticas económicas erróneas y por violación sistemática de sus derechos humanos.

Allí donde nacen muros de exclusión, securitización, desconfianza y xenofobia, reiteramos la invitación para construir más y más puentes de Hospitalidad, Humanidad y Fraternidad.

Fuente: CPAL Social

 

Construyendo Paz y Reconciliación desde las Regiones

El actual presidente de la CPAL, Ricardo Jaramillo SJ, expone la situación de la obras de la Compañía en Colombia en función de las prioridades que, como provincia han elegido para acercarse a los objetivos del Proyecto Apostólico Regional.

Por Carlos Eduardo Correa Jaramillo SJ

Al inicio del año 2015 expresé, como nuevo Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, que era fundamental continuar con el Proyecto Apostólico Regional de Provincia, viviendo en “estado de discernimiento permanente” y avanzando en los proyectos definidos por cada una de las Regiones y por las Obras Transversales, como fruto del proceso de articulación de todos nuestros trabajos apostólicos, que buscaba generar un mayor impacto transformador en la realidad de nuestra sociedad.

Hemos retomado las 4 grandes Prioridades Provinciales que ya habíamos formulado y que recogían, de forma sintética, todo lo que habíamos venido avanzando en el Proyecto Apostólico Regional de Provincia. Estas 4 Prioridades Provinciales estaban profundamente relacionadas y “alineadas” con las Prioridades del Proyecto Apostólico Común de la CPAL y las Prioridades de la Universal Compañía:

  • Espiritualidad Ignaciana, entendida como la experiencia y formación ignaciana comprometida con la realidad.
  • Educación Integral, entendida como las propuestas de formación integral para la civilidad y la construcción de un nuevo país.
  • Desarrollo Socioeconómico, entendido como las propuestas de desarrollo regional integral equitativo y sostenible.
  • Paz y Reconciliación, entendida como las iniciativas de construcción de paz, derechos humanos, reconciliación y perdón.

Con la firme decisión de continuar trabajando y avanzando en estas 4 Prioridades Provinciales, los invité para que trabajáramos con vigor y eficacia en dos “Apuestas” fundamentales para el momento histórico de nuestro país y de nuestra Provincia:

Participación activa en Procesos de Paz, Perdón y Reconciliación

Con respecto a la primera “Apuesta”, les pedí que nos comprometiéramos en la construcción de una Paz Estable y Duradera en nuestro país. Era consciente de que ya teníamos herramientas muy útiles para contribuir con los procesos de reconciliación y perdón en nuestra querida Colombia. Era necesario que le apostáramos a la resolución no violenta de los conflictos y a trabajar por una justicia restaurativa que buscara la transformación de las víctimas, los ofensores y todos los miembros de las diversas comunidades. Sólo desde la grandeza de experimentarnos como hijos de Dios y hermanos entre nosotros, podríamos acompañar los dolores y las luchas de tantos hombres y mujeres que buscan alcanzar una vida nueva, reconciliados en el amor. Para llevar adelante esta “Apuesta”, nos propusimos realizar un Proyecto que llamamos “Construyendo Paz y Reconciliación desde las Regiones”, liderado por el Asistente de Apostolados (con una Gerencia para el Proyecto), con el apoyo de todos los Coordinadores de la Misión Regional; de los Directores de las Obras Transversales y la financiación de PORTICUS.

Fortalecimiento del Cuerpo Apostólico

Con respecto a la segunda “Apuesta”, les solicité que promoviéramos y realizáramos Programas de Formación Integral para las personas que participamos en el trabajo de la Compañía de Jesús en las diferentes Regiones y Obras, donde la vivencia de los Ejercicios Espirituales fuera el eje de dicha formación y donde el profundo conocimiento y vivencia de nuestra Identidad y Misión nos lanzara a ser cualificados evangelizadores. Era muy importante prepararnos con seriedad y hondura para ser capaces de responder a los desafíos y retos de nuestra sociedad; sólo así estaríamos fortaleciendo el Cuerpo Apostólico conformado por jesuitas, laicos y hombres y mujeres de buena voluntad que colaboran con Dios en su Misión, para ser “un fuego que enciende otros fuegos”.

Tenemos que reconocer que hemos ido avanzando poco a poco y que en este proceso nos vamos dando cuenta de que si nos juntamos, aportando las fortalezas de cada obra apostólica, podemos impactar muy positivamente la vida de los habitantes de las Regiones en donde prestamos nuestro servicio apostólico.

Estamos convencidos de que la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC y los comienzos de una negociación de paz con la guerrilla del ELN, son una verdadera oportunidad para que todos los que participamos de la Misión Apostólica de la Compañía de Jesús, en esta Provincia, nos comprometamos para trabajar sin descanso por la construcción de una Colombia en paz, donde el perdón marque la forma de proceder entre los colombianos y la reconciliación nos permita generar comunidades fraternas, que vivan en justicia y equidad.

Es de mucho provecho que llevemos siempre en nuestros corazones y en nuestras mentes la vida de tantos hombres y mujeres que en Colombia han sido víctimas de la guerra o de la injusticia estructural. Conociendo de cerca sus historias y solidarizándonos con sus sufrimientos y angustias, podremos contribuir para que recuperen la esperanza y la alegría. Esto nos llevará a comprometernos seriamente para parar la guerra y para asumir una actitud proactiva en la transformación de las relaciones sociales, políticas, económicas, culturales y ambientales, de tal manera que nadie se sienta excluido de lo mínimo necesario para la vida digna y para que nadie vuelva a ser victimizado y degradado en su condición humana.

Las Obras Apostólicas de la Compañía de Jesús están invitadas a iniciar y a acompañar procesos y dinámicas transformadoras de la sociedad. Por eso, es necesario que todos nosotros respondamos al llamado de Dios para ser “Compañeros en una Misión de Reconciliación y de Justicia”, como nos lo propuso la Congregación General 36. Vale la pena que continuemos siendo muy creativos e innovadores en las propuestas de acción en cada una de las Regiones y en las Obras Transversales.

Busquemos colaborar con Dios en lo que ya está realizando con los colombianos, para que todos tengamos una vida plena y abundante. Nunca desfallezcamos en esta misión; mantengamos el vigor y el ánimo que surgen de la profunda experiencia de ser movidos por Jesucristo para que todos vivamos en su amor, como personas conscientes, competentes, compasivas y comprometidas.

Fuente: Jesuitas Colombia

 

América Latina Pide Libre Circulación en Pacto sobre Migración

Algunas resonancias del Encuentro realizado en la sede de CPAL en Santiago de Chile sobre migración, con la intención de contribuir al Pacto Mundial sobre Migración que se negociará en la ONU en 2018

Casi un centenar de especialistas en migración de la región participaron en el encuentro, realizado en la sede de la Cepal en Santiago de Chile el 30 y 31 de agosto, que convocó a representantes de gobiernos, organismos internacionales, de la sociedad civil y de la academia.

Louise Arbour, representante especial del secretario general de la ONU y quien debe redactar el “Borrador Cero” del Pacto antes de finalizar este año, dijo a IPS que “esta es la primera reunión regional y nos da mucha información sobre lo que hoy está sucediendo con las personas. Confirma muchas ideas, una de ellas lo que pasa con la migración irregular y los derechos de las personas”.

Antes, durante la clausura de la reunión, Arbour planteó que hasta ahora “la movilidad de migrantes, mujeres y niños se manejó muy mal. Se habló primero de ilegales y peyorativamente de migrantes económicos”.

“La xenofobia es una expresión de enojo y de falta de confianza de los gobiernos”, aseveró Arbour, para añadir que la agenda sobre los migrantes está “sobresecurizada”. Abogó para que la preparación y negociaciones para redactar el Pacto se mantengan “llenas de ímpetu a favor del desarrollo”.

”La misión es facilitar una migración regulada. No es nuestra agenda detener la movilidad” aseveró, sobre el previsto Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular al que se avanza dentro de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Representantes de gobiernos, organismos internacionales, sociedad civil y la academia de América Latina y el Caribe debatieron los dos últimos días de agosto sobre cómo debe ser el futuro Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, en la sede de la Cepal en Santiago de Chile.

Anticipó que el Borrador estará “anclado en una agenda del desarrollo” y apuntará a “un pacto centrado en las personas, que mire hacia adelante y que sea realísticamente ambicioso”.

Por su parte Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), consideró imperativo que “la igualdad esté en el centro del Pacto, aunque a lo mejor hay que pasar primero por la equidad”.

“El ADN del pacto es la cooperación”, planteó, tras aseverar que con ese acuerdo “la migración deja de ser seguridad y derechos humanos y se convierte en un tema de desarrollo, en un asunto estratégico de la gobernanza mundial”.

Para Bárcena, los seis debates en las diferentes regiones del mundo que van a preceder a la propuesta del Borrador y a las negociaciones del Pacto en 2018 son “un proceso irrepetible y una oportunidad de la que no sé si la comunidad internacional es consciente”.

Juan José Gómez, embajador mexicano ante la ONU y cofacilitador de las consultas y negociaciones intergubernamentales para el Pacto, consideró que “es casi un milagro” debatir mundialmente el tema de la migración porque “por décadas las puertas de la ONU estuvieron cerradas a este problema”.

Debatir primero y negociar después “nos salvó de negociar sobre la base de percepciones, prejuicios y mala información. La etapa de debates regionales permitirá tomar una radiografía a la migración para sustituir la retórica y los prejuicios por evidencias, datos y realidad”, afirmó.

Gómez requirió que el documento que se proponga “debe ser creíble y aceptable por los Estados miembros para que sea respetado”.

Subrayó, además, que “la migración es una ganancia neta para los países de destino”. Puso como ejemplo que 85 por ciento de los ingresos anuales de los trabajadores migrantes se quedan en los países receptores, lo que representa tres billones (millones de millones) de dólares.

Por su parte, Laura Thompson, directora general adjunta de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), subrayó que el Pacto reflejará “principios y entendimientos comunes” y abogó por que impere una “capacidad de gestionar la migración” lo que incluye, en primer lugar, “proteger los derechos humanos de todos los migrantes”.

Diego Beltrand, director regional para América del Sur de la OIM, acotó a IPS que el encuentro regional significó “avances y logros, porque en una discusión muy amplia no solamente se han identificado desafíos y problemas sino propuestas y experiencias concretas que serán de tremenda utilidad para la discusión final del Pacto”.

Esther Cuesta, parlamentaria ecuatoriana por los migrantes de su país y quien fue ella misma emigrante por 19 años, afirmó a IPS que en la región “urge erradicar la pobreza porque no podemos prevenir abusos, explotaciones, trata de personas y de migrantes si no creamos sociedades con un mayor bienestar y de paz para que la gente no tenga que desplazarse y huir de su lugar de origen en condiciones extremadamente precarias y de una explotación totalmente inhumana”.

En el sistema de estado nación en que vivimos, altamente capitalista, se ha desarrollado una libre circulación de capitales”, analizó.

“El capital se mueve a paraísos fiscales, en una evasión que ha empobrecido a muchos estados en nuestra región. Pero mientras hay libre movilidad de capitales, se restringe la circulación de seres humanos, cuando no hay capital sin seres humanos y no tiene sentido el capital sin la vida humana”, criticó la legisladora.

Valter Bittencourt, coordinador de la Red de Trabajadores Migrantes de la Confederación Sindical de las Américas, con 60 millones de afiliados de unas 60 centrales, aseveró a IPS que “el Pacto debe considerar la libre circulación de las personas, de las y los trabajadores, el derecho a migrar, a no migrar, a permanecer o a retornar dignamente”.

“Los y las migrantes, regularizados o no, deben gozar de iguales derechos que los demás ciudadanos”, enfatizó el dirigente sindical brasileño.

A su juicio, “la migración en condición irregular agrava la vulnerabilidad de los trabajadores a la explotación por parte de manos inescrupulosas que se benefician de esta condición”.

“Las deficientes condiciones de desarrollo y oportunidades de trabajo en los países de origen son el detonante de este tipo de migración, de la cual algunos sectores en países de destino se aprovechan para tener mayores ganancias”, reflexionó.

“Los afectados son los sectores más pobres y vulnerables, los migrantes forzosos que no tienen otra posibilidad que trasladarse desprotegidos, dispuestos a realizar cualquier trabajo para sobrevivir. A ellos y ellas se les ha negado el derecho a no migrar”, sostuvo Bittencourt.

Para Salvador Berumen, director general adjunto de política migratoria en la Secretaría (ministerio) de Gobernación de México, “lo más importante es lograr los consensos mínimos entre países, sobre todo con una nueva narrativa que este más a favor de los derechos humanos”.

”México tiene desde hace cinco años unos 12 millones de migrantes en Estados Unidos. Continuamente se retiran alrededor de 200.000, equivalente al que cada año migran”, explicó a IPS.

Otra visión sobre la política migratoria de México es la de Perseo Quiroz, enlace con la ONU para temas de América Latina de Amnistía Internacional.

“México retornó forzadamente a 147.370 migrantes irregulares el 2016. Y de estos, 97 por ciento eran centroamericanos. Es una gobernanza de la migración enfocada más en detener y deportar que en velar por los derechos humanos de los migrantes”, declaró a IPS.

“Si queremos poner el tema de los derechos humanos de las personas migrantes en el centro, lo que tenemos que hacer es alejarnos del enfoque de seguridad en fronteras”, agregó Quiroz.

El representante de Amnistía pidió “limitar las detenciones por motivos de migraciones. Eso solamente puede ser una práctica excepcional, no una práctica automática”.

En las siete mesas de diálogo de la reunión regional se abordaron otras vulnerabilidades y derechos de los migrantes, como el alto costo de envío de remesas, el acceso a regularizaciones, la situación de las mujeres, la de los niños que viajan sin custodia, la violencia en las detenciones y las deportaciones.

También se tocaron temas como la situación del triángulo al norte de América Central, el tránsito por México de migrantes centroamericanos, los factores de expulsión y situaciones emergentes como la migración desde Haití y la creciente desde Venezuela.

Fuente: CPAL Social

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Avances y Retrocesos de la Política Migratoria Argentina

Compartimos un fragmento del Informe titulado “La política migratoria argentina. Avances históricos y actuales retrocesos” de Susana Novik. El mismo ha sido compartido en la Revista Perspectivas, editada por la fundación alemana Heinrich Böll, que tiene sede en América Latina y se encuentra especialmente comprometida con la cuestión ambiental, migraciones y la promoción de la democracia en el continente.

En la actualidad, el panorama político en el Cono Sur generado a partir de la asunción de los gobiernos de Mauricio Macri en Argentina y Michel Temer en Brasil pone en riesgo los avances logrados en dirección a la integración regional, alienta discursos xenó- fobos y racistas, disminuye la protección de los derechos de los migrantes y anuncia el cambio del paradigma de los derechos humanos por un modelo basado en la seguridad nacional.

En el caso específico argentino, la nueva estrategia de desarrollo formulada por el gobierno conservador neoliberal en diciembre de 2015, consiste en políticas desindustrializadoras, de apertura y extranjerización de la economía, de precarización laboral, de apresurado endeudamiento, de achicamiento del Estado, que no necesita una población en crecimiento, sino todo lo contrario: su modelo propugna una reducción poblacional.

De allí que el aporte de los migrantes no sea valorizado, y éstos sean utilizados como chivos expiatorios de las consecuencias negativas que el propio modelo produce a nivel social, es decir, construyendo al inmigrante como «el enemigo interno».

En un modelo económico que aboga por la necesidad de reducir los salarios para controlar la inflación, la migración puede ser considerada como un problema económico, en tanto el migrante se percibe como competencia de la mano de obra local y como demandante de servicios médicos en el hospital público, así como de vacantes en el sistema educativo.

Dado que la Argentina, a pesar de su crisis, aún es un foco de atracción para los migrantes latinoamericanos, los orígenes culturales de los migrantes atentan contra el ideal de «una sociedad blanca» que los sectores dominantes –hoy en el gobierno– han propugnado históricamente.

Fuente: Perspectivas – Fundación Heinrich Bö

 

Desde el Corazón de la Iglesia, con los Ojos Puestos en la Humanidad

Para reflexionar sobre la misión de la Iglesia para con la humanidad.

Luis Javier Palacio SJ

Este título pretende condensar la identidad y el carisma de jesuitas y beneficiarios. Definir todo de una vez y para siempre parece ser la herencia de la ciencia y la razón de su éxito. Sin embargo, ninguna institución humana, sometida a la historia, resiste tal enfoque. La auténtica tradición es la que evoluciona, respondiendo a tiempos, lugares y personas. La identidad viene más del cuidado y de la responsabilidad histórica que de la permanencia de lo petrificado. La identidad responde al actuar responsable y el carisma responde a la fidelidad al Espíritu.

Desde que el pseudo-Dionisio estableció la jerarquía de los seres y luego se afianzó la de los ángeles, no sin el influjo de la ordenación del derecho romano, en buena parte se replicó en la tierra lo que se suponía en el cielo. Verdad es que todos los seres tienen identidad, interioridad y revelación, pero sobre todo comunión.

Ningún ser existe para sí mismo ni subsiste por sí mismo. La identidad no lo aísla, sino que lo compromete; físicamente en el campo material y moralmente en el campo espiritual. Pablo dice lo mismo de los carismas: si no son para la comunidad; si no son ejercidos por el amor, son ruido disonante de bronces. La identidad del jesuita nace unida a un mundo, el de fin de la Edad Media y comienzo de la modernidad, que era amenaza para unos y esperanza de nuevos tiempos para otros. El carisma de la Compañía de Jesús nace como capacidad de entender los tiempos y responder en consecuencia.

Para Karl Rahner, S.J. no hay dos historias paralelas, la humana y la divina, pues la historia de salvación es la misma historia humana. No hay otra en la que Dios pueda salvarnos y la encarnación es historia breve. Breve pero definitiva pues marca la manera de hacer historia; no de sufrirla ni observarla como corifeos del teatro clásico griego.

Desde el corazón de la Iglesia

Identidad y carisma no se definen, pues, sino en relación. Es casi imposible aisladamente. En épocas de Ignacio de Loyola el carisma estaba tan unido a la jerarquía, que era impensable aisladamente. “Servir solamente al Señor y a su esposa la Iglesia bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra», resumiría la identidad de la Compañía de Jesús en varios campos, en tiempo de su fundación. Pero la comprensión de cada uno de los términos sufre las variaciones y cambios propios del tiempo, la exégesis y los carismas propios de cada jesuita.

El axioma milenario “fuera de la Iglesia no hay salvación”, sufre con Bonifacio VIII, una variación que vendría a decir: “Sin el papa no hay salvación”, como ariete contra la Reforma. Hoy nos toca reformular los dos axiomas, entendiendo la Iglesia, a la luz del Concilio Vaticano II, como cuerpo de Cristo y pueblo de Dios. La nueva formulación sería: Fuera de la comunidad humana no hay salvación, como consecuencia de la encarnación. Por otro lado, para la Iglesia como sacramento, diríamos hoy que fuera de la salvación no hay Iglesia, y por supuesto no hay Compañía de Jesús.

Muchas de las funciones eclesiales del pasado hoy las cumplen otras instancias. La Iglesia puede definirse hoy como pueblo de Dios jerárquicamente organizado. ¿para qué? El teólogo José Ignacio González Faus propone cambiar jerarquía por dularquía, es decir, pueblo de Dios organizado para servir. Servir con amor sería una buena formulación de la identidad deseada, no solamente para los jesuitas sino para todo cristiano e incluso extensiva a todo ser humano.

La Iglesia, que sirvió de modelo para muchas organizaciones, no es ella misma organización, ni empresa, ni Estado, ni siquiera ONG sino organismo por el cual debe circular la vida. El ser de la Iglesia es la salvación y no hay salvación que no pase por la vida, por la carne como parte integral de la persona.

…con los ojos puestos en la humanidad

Nuestra identidad tiene hoy una expresión doble: es identidad ignaciana y es identidad jesuítica. Las dos tan ligadas que más que las diferencias, cuentan los compromisos comunes. Algunos llegan a afirmar que la espiritualidad de Ignacio es laical, pues como una de las primeras órdenes religiosas diaconales, no se definía por un ministerio exclusivamente religioso. Reconciliar desavenidos, enseñar a los rudos, socorrer a los presos y a los enfermos en los hospitales, enseñar a los propios y a los extraños, aparecen reiteradamente en las fórmulas fundacionales.

Un breve recorrido por los últimos años, desde el generalato de Pedro Arrupe hasta hoy, tal como se formula en las Congregaciones Generales, sería el lema común para jesuitas y laicos que vinculados colaboran con la Misión de Dios.

“Bajo el estandarte de la cruz” (CG 31, 1966) enfatiza el espíritu de los Ejercicios de seguir a Jesús en la pasión. Una pasión que también es del mundo por lo cual necesitamos ser “Interpelados por nuestro tiempo” (CG 32, 1975), como lo pide el Vaticano II a toda la Iglesia.

Pero, siguiendo el evangelio de Juan, en donde estamos en el mundo sin ser del mundo, toca ponerse del lado de Jesús y sus preferidos, lo cual exige vivir como “Compañeros de Jesús, enviados al mundo de hoy” (CG 33, 1983). Un mundo de hoy con alegrías y esperanzas pero igualmente con tristezas y sufrimiento, por lo cual el éxito se mide con el parámetro singular de estar “Unidos con Cristo en la misión” (CG 34, 1995).

Como expresaba el inolvidable Juan XXIII, no es pensable una Iglesia que vaya bien en un mundo que vaya mal. Es necesario revivir el fuego profético original del Evangelio y ser como “Un fuego que enciende otros fuegos” (CG 35, 2008). El mundo de la Laudato si nos habla hoy de la reconciliación necesaria consigo, con Dios, con la humanidad y con el cosmos. Siendo así, ser “Compañeros en misión de reconciliación y justicia” (CG 36, 2016) enfatiza el deber moral frente al dolor de un mundo quebrado en lo humano y destrozado en lo ecológico.

En paralelo con lo anterior se ha considerado como campo de trabajo de la Compañía, el ateísmo, la lucha por la fe y la justicia, la inculturación, el diálogo inter-religioso, el ecumenismo, la frontera geográfica o ideológica, la misión como accionar de un Dios trinitario… En todas ellas el jesuita es concebido como pecador que es perdonado, llamado a perdonar y a trabajar con hombres y mujeres de buena voluntad en el sueño común de la humanidad como reinado de Dios.

Las crisis por las que ha pasado la humanidad también han sido espirituales. El campo de la espiritualidad busca siempre actualizar el mensaje con nuevo lenguaje y nuevos contenidos. Dios creador sigue creando y sigue actuando con lo que tiene, con lo que generosamente le ofrecemos.

La identidad, pues, a menudo, afortunadamente, se confunde con el carisma que es lo que suscita el Espíritu o vida permanente del Resucitado.

Quizás la intuición básica de Ignacio puede ser la relación personal (hoy suena redundante) entre Dios y la criatura, en dónde se da la posibilidad de cambiar la vida; es decir, de obrar “jesusmente”. Quien haya experimentado el cambio, se siente, como Pablo, en el deber de proclamarlo a otros y al mundo entero.

Un cierto optimismo frente a la salvación, en contraste con pensamientos como el jansenismo, el probabiliorismo moral y otros, ha caracterizado igualmente a la Compañía de Jesús y le han causado no pocos problemas y dificultades. Ignacio no quiso que su grupo se llamara “Iñiguistas”, pues siendo originalmente un colectivo, no seguían a Ignacio sino a Jesús: tras sus huellas, por campos y aldeas hasta la cruz y luego la resurrección.

Como Moisés que, en dificultades con el pueblo, se pone de parte de este frente a Yahvéh para moverlo a misericordia, el jesuita aspira a ponerse de lado similar. Igual Jesús se puso del lado de la mujer pública, de los juzgados endemoniados, castigados y del grupo dispar de sus discípulos. Moisés, de no lograrlo, prefiere no existir. Suprimida la Compañía de Jesús, puso igual condición para ser restaurada.

El manejo de las imágenes, símbolos, etiquetas a menudo han dado la impresión de que todo lo anterior es literatura o propaganda. Compañía como ejército, los jenízaros del Papa, los contra-reformadores, martillo de los herejes, defensores de l´ancien régime, de la monarquía… son algunos imaginarios desafortunados. Pero igualmente vale decir que los jesuitas han sido defensores de la libertad de conciencia, del derecho de los pueblos, del derecho de gentes, de los derechos de esclavos e indígenas, de las nuevas ciencias, de la democracia, de la educación universal y gratuita, de los migrantes y refugiados, de la moral humanizada, de la sismología, la física, las matemáticas, la astronomía, las humanidades, los derechos humanos y muchos temas más.

Fuente Jesuitas Colombia

 

Por una Migración Humanizada

Entrevista al Padre Agnaldo Pereira Oliveira SJ, para el boletín informativo “En Compañía” de la Provincia del Brasil; nuevo coordinador de la Subregión Sur de la Red Jesuitas con Migrantes (RJM) de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y El Caribe (CPAL), y a su vez articulador Nacional del Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados (SJMR).

¿Cómo usted conoció a la Compañía de Jesús?

Conocí a la Compañía de Jesús en el año 1992, cuando nuestra parroquia se encontraba sin párroco y recibimos ayuda de varios sacerdotes jesuitas de Salvador, de la ciudad de Santana y Capim Grosso (BA). Así fue como conocí mejor esta familia religiosa.

¿Cómo se dio la decisión de ser sacerdote?

Me identifico mucho con la historia vocacional de Papa Francisco, cuando cuenta que su vocación comenzó en una experiencia en el sacramento de la reconciliación, pues también fue allí donde sentí que era el momento oportuno de hablar sobre algo que estaba dejando en mí el corazón inquieto y aún no había encontrado la forma ni la persona oportuna para establecer ese diálogo. En el fondo, se trataba de comenzar a dar una respuesta al proyecto que él, desde hace mucho tiempo, había puesto en mi corazón y me venía seduciendo, como el profeta Jeremías: «Tú me seducir, Señor, y yo me dejé seducir. Tú me has vuelto demasiado fuerte para mí, tú me has vencido «(Jr 20,7).

¿Qué experiencias le han marcado más en la formación jesuita? ¿Y por qué?

En 1996, salí de casa para vivir en Salvador y hacer un primer ensayo, de este modo. Proyectando, compartiendo la vida y la vocación con otros jóvenes que, igualmente, estaban inquietos en sus proyectos de vida. Fue una experiencia inolvidable. Fue uno año confirmador de que mi vocación pasaba por ahí, que en esa Compañía había lugar para ponerme como uno seguidor de Jesús, así como fue Ignacio y muchos otros compañeros, aunque reconociéndome pecador. Su gracia jamás faltó en mi vida, incluso cuando en el primer año de Noviciado, tuve que integrar, en ese llamado, la partida de mi padre y también de mi abuelo materno, entre otros momentos no menos dolorosos a lo largo de la formación. Por lo que se refiere a la experiencia, de la peregrinación en el Noviciado fue, para mí, más fuerte que los Ejercicios Espiritual de 30 días. En estos 11 días de caminando, en ningún momento Él ha dejado de ser Padre, Providente y Compañero de caminar, viviendo junto con nosotros todos los encuentros que tuvimos al largo de ese tiempo. Me han marcado mucho, también, los breves tiempos de pastoral que he tenido al de los estudios: seguimiento de comunidades eclesiales, apostolado de la oración, pastoral vocacional, pastoral del Pueblo de la Calle, ONG Solidaridad con los seropositivos … Además, continúa resonando, en mí y en mi nueva misión, la experiencia de la Tercera prueba, en 2013, cuando viví un mes con los migrantes en Saltillo, en la frontera de México con Estados Unidos, donde cientos de centroamericanos se arriesgan en busca de una mejor condición de vida. Experiencia que coincidió con la lectura de la Exhortación Evangelista Gaudium, del Papa Francisco, que, al mencionar los desafíos en la dimensión social de la nueva evangelización, deja salir de su corazón pastor la preocupación por los migrantes. Al terminar la Tercera Probación en México, continué en Madrid (España), donde hice la maestría en Teología Moral y pastoral e inicié la Maestría en Migración Internacional.

Recientemente, usted ha sido destinado para ser el articulador nacional del SJMR y coordinador de la subregión de la CPAL. ¿Cómo está siendo ese trabajo?

En diciembre de 2016, recibí del provincial, el padre Juan Renato Eidt, la misión de articular el Servicio Jesuita a Migrantes (SJMR) en la Provincia de Brasil. En marzo de 2017, regresé a Brasil. He estado atento a la actual situación del flujo migratorio en Boa Vista (RR), con la entrada de los venezolanos. Dentro de nuestras condiciones, tenemos que, junto a otros, buscar dar una respuesta en la acogida, la protección, promoción e integración de nuestros hermanos en nuestro país. En junio, en Chile, después de la reunión de la Región Sur de nuestra Red Jesuitas con Migrantes , fui destinado, por el presidente de la CPAL, a coordinar, por tres años, esa región. Se trata de buscar y estrechar los lazos  y vínculos entre las provincias de Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina – Uruguay y Brasil. Tengo el privilegio de  poder convivir y aprender mucho de los compañeros que están hace  más tiempo en este servicio  brindado a los migrantes y refugiados.

En esta nueva misión, ¿cuáles son los principales desafíos?

Los retos son varios, como la necesidad de sensibilizar a la sociedad civil y contribuir con el Estado a dar una respuesta verdaderamente humana al sufrimiento de las personas, que se ven obligadas a desplazarse de sus países. Gobierno y sociedad civil -resaltando el fundamental papel de la Iglesia en la articulación de una gran red solidaria con los migrantes y refugiados aquí en Brasil- necesitan trabajar juntos para evitar los efectos negativos de la migración forzada, como la acción de coyotes, tráfico humano, xenofobia, abusos laborales y de todo tipo. Y también, cómo multiplicar los caminos jurídicos para la migración, de manera que se pueda garantizar una migración segura y humanizada. Tal vez, el mayor desafío es conseguir colocar al ser humano y sus derechos fundamentales en el centro de las políticas migratorias de cada país, desplazando el énfasis en los muros, en las fronteras y en las diferencias culturales. Otro desafío es atraer a otros socios y conseguir recursos para la empresa, pues ninguna institución sola será capaz de dar una respuesta completa a esa crisis migratoria mundial, que estamos acompañando desde el inicio de este siglo. Hay que apostar siempre por una acción colectiva, hecha por medio de muchas manos.

Debido a la actual inestabilidad política de Venezuela, muchos venezolanos están migrando a otros los países. ¿Cómo el Servicio Jesuita a los Migrantes y Refugiados está trabajando con este tema?

Los dos retos citados anteriormente se hacen aún más presentes frente a la realidad actual de Venezuela y el gran flujo de migrantes venezolanos que ya están esparcidos por todo el continente y también por Europa. Hoy, en las ciudades de Pacaraima y Boa Vista (RR), tenemos miles de ellos, incluso un buen grupo de indígenas venezolanos de la etnia Warao. A través de una acción colectiva formada a principios de año, como SJMR Brasil, estamos enviando voluntarios y brindando nuestra colaboración a través de nuestra residencia en Boa Vista. El próximo año esperamos que nuestra colaboración sea mayor.

Fuente: CPAL SJ

El Reto de la Reconciliación que Tienen los Colombianos

Merlis Mosquera Chamat, quien se desempeñó como gerente del Proceso de Regionalización, ha dejado su misión en Colombia para emprender nuevos proyectos. Compartimos con ustedes su último escrito en noticias donde comparte lo que ha aprendido durante estos años como colaborador Compañía.

Durante el último año, he colaborado con esta publicación con la intención de poner en evidencia y, sobre todo, compartir las experiencias del proceso de Regionalización, enfatizando en nuestra apuesta por la Paz y la Reconciliación en Colombia. Aunque nuestros escritos por lo general han sido informativos, ahora quiero compartir algunas reflexiones personales sobre lo que he aprendido en este tiempo.

Llegué a la gerencia del Proyecto de Regionalización luego de varios años vinculada al acompañamiento a las víctimas del conflicto armado colombiano, refugiados y desplazados que han vivido el horror y la injusticia de la guerra; desde ahí es difícil pensar en una reconciliación que no tenga el apellido de justicia; ¿pero cuál justicia?, una justicia que garantice el conocimiento de los hechos, que repare (al menos un poco) a las víctimas y sobre todo que establezca mecanismos para que el daño no se repita. Muy desde la cabeza, la verdad, la justicia y la reparación son algunas de las consignas de una Reconciliación retributiva o restaurativa, para hacer que, como dice el P. Mauricio García, S.J., la barbarie cometida no quede en la impunidad.

Pero desde el corazón, estar del lado de las víctimas viene acompañado de la urgencia de la reconciliación, porque sentir con los que sufren, indigna, duele y si ese dolor no se trabaja y no se deja acompañar se puede transformar en un deseo de justicia vengativa y castigadora que no hará más que reproducir la violencia. Este ha sido uno de los primeros aprendizajes que voy trabajando al hacer parte de los proyectos de regionalización; la empresa de la reconciliación no se puede vivir como una urgencia ansiosa; esta es una idea muy obvia, pero complicada de practicar en la cotidiana vorágine que nos consume a los colombianos. La construcción de la paz necesita vehemencia y pasión, pero implica vivirla con la consciencia de que es un proceso complejo que requiere tiempo y sosiego.

También he aprendido que la búsqueda de la paz, desde la reconciliación, supone el acercamiento y reconocimiento entre los actores del conflicto y las víctimas; en el caso colombiano, este acercamiento se visibilizó con la firma del Acuerdo entre el Gobierno y las FARC en La Habana, pero aún queda un largo camino que amerita que, la sociedad en general y en especial aquellos que creen no hacer parte del conflicto sean conscientes de su rol como constructores de Paz. Ejemplo de ello son las instituciones educativas, quienes desde su rol, tienen grandes posibilidades para formar a los niños /as y jóvenes colombianos /as en habilidades para gestionar adecuadamente los conflictos; para disponerse a convivir en medio de la diferencia y para reconciliarnos, con esto estaríamos sembrando la paz en las generaciones futuras y definitivamente erradicaríamos la violencia de nuestros territorios.

La experiencia de Perdón

Ahora bien, esa “llamada a estar juntos de nuevo” que significa la reconciliación pasa por explicar las posibilidades de perdonar y ser perdonados. El perdón no se puede decretar ni exigir, pero sí es cierto que abordar la dimensión del perdón en un proceso de reconciliación, aporta legitimidad a las posibilidades de convivir de nuevo como hermanos /as. Entonces, ¿cómo podríamos acercarnos a la experiencia del perdón en Colombia?, ¿Cómo podríamos acompañar a las víctimas y victimarios en sus deseos y sufrimientos? El cuidado de la dimensión personal y espiritual es una de las respuestas; así lo demuestran los muchos años de experiencia de acompañamiento de las parroquias jesuitas, los centros de espiritualidad y las obras que en todas las regiones han trabajado con las víctimas. Además, desde la perspectiva del proceso de Regionalización, la espiritualidad ignaciana es un eje transversal que cualifica todos los procesos que se acompañan para la construcción de la paz; sin duda el legado de Ignacio es un aporte especial y único que cualifica lo más hondo de nuestra humanidad, para “en todo amar y servir”.

Una síntesis de estas ideas es que la Compañía de Jesús en Colombia tiene todas las posibilidades para hacer una contribución tremendamente significativa a la paz en Colombia. La misión de la reconciliación ya estaba sellada en su núcleo fundacional hace 450 años; esta se ha recreado en varias Congregaciones Generales; en especial la 35 y 36 que apuntan a una reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los otros y con la creación. No es en vano que la integralidad de esta perspectiva se vea reflejada y sirva de marco del Plan Apostólico de Provincia, que a su vez da respuestas a importantes desafíos del país. Del mismo modo, la configuración de procesos regionales posibilita un trabajo arraigado en lo local, que, aunque complejo, aterriza todo el entramado de visiones, relaciones y liderazgos que pudiendo ser incompatibles, se articulan para formar redes de colaboración en favor de la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra.

Fuente: Jesuitas Colombia