“La Silla Roja”, Un Plan de Educación Inclusiva de Fe y Alegría

Durante el mes de Julio se realizó una jornada en la zona céntrica de la ciudad de Corrientes para difundir el plan solidario que tiene como objetivo colaborar con la reinserción escolar de niños que por motivos socio-económicos se han quedado al margen.

La entidad Fe y Alegría difundió el alcance de su programa educativo “La silla roja” que apunta a defender el derecho de una educación inclusiva, y que se desarrolla a nivel nacional y continental. “En Argentina estamos presentes desde 1996 ofreciendo educación gratuita en localidades con altos índices de pobreza y analfabetismo de las provincias de Salta, Jujuy, Chaco, Corrientes y Gran Buenos Aires”, señalaron en su presentación desde la ONG, cuyos representantes estuvieron en la mañana en la zona de plaza Vera.

“Nuestras líneas de acción se trabajan principalmente desde nuestros Centros Educativos y Comunitarios, donde ofrecemos educación de calidad desde el nivel inicial, primario, secundario hasta la formación técnico-profesional (títulos reconocidos oficialmente), además de educación no formal, programas de prevención de violencia (valores), capacitación laboral y otras actividades en pos de la promoción social”, resaltaron. Explicaron que “La silla roja” simboliza el lugar vacío de niños, niñas y jóvenes que no tienen acceso a la educación. Se calcula que en el mundo hay 263 millones de chicos en esas condiciones. En la difusión invitaron a ser socios de esta iniciativa, para lo cual pueden consultar la dirección web: www.feyalegria.org.ar.

En la Argentina incluyen en educación a 643 niños y niñas en nivel Inicial; 1.943 en nivel Primario; 1.396 jóvenes en el Secundario; 1.945 adultos en formación profesional; 221 en centros comunitarios; y con más de 400 docentes y educadores contemplados en la iniciativa que en total llega a 6.148 personas.

“La transformación social que vivimos y promovemos se basa en los valores de participación, justicia, equidad, dignidad y solidaridad, resaltaron y agregan: “Nos distingue una metodología educativa popular integral que ha ido evolucionando y perfeccionándose a lo largo de los años, enriqueciéndose con el intercambio de experiencias”.

Fuente: El Litoral

 

Nuevo Nombre del Colegio SAN IGNACIO- Mons. Isasa

Desde el 31 de Julio de este año, el Colegio Monseñor Isasa, establecido en Montevideo Uruguay, ha comenzado a llamarse ‘Colegio San Ignacio – Monseñor Isasa’. Este cambio es el producto de un camino de discernimiento que han emprendido la comunidad Jesuita y la Dirección del Colegio. Además, el Colegio contará con un nuevo isologotipo que comenzará a usarse a partir del 2018.

El cambio de nombre intenta

reflejar un estrechamiento de los vínculos entre el colegio, la parroquia y la residencia jesuita, ahora homónimas.

Compartimos la carta del Director General del Colegio, Guillermo Lemos Fuentes a las familias

“La Misión Universitaria de la Compañía de Jesús”

En una entrevista para la revista con el área de prensa de la Universidad Católica de Córdoba, el profesor español Enrique López Viguria, comparte los elementos esenciales a través de los cuales pensar el perfil de los egresados de las Universidades Jesuitas y su inserción en el mundo.

Días atrás el profesor español Enrique López Viguria, secretario general de ESADE Business School, visitó nuestra Universidad y presentó su tesis doctoral bajo el título “La misión universitaria de la Compañía de Jesús”. Un estudio exploratorio sobre el perfil de los egresados de sus escuelas de negocios en España.

¿Cuál es la misión de la Compañía de Jesús en la formación universitaria?

La misión de la Compañía en este campo está sintetizada en lo que conocemos como paradigma Ledesma-Kolvenbach. Este paradigma surge de un mensaje que dirigió el P. Peter Hans Kolvenbach SJ —Superior General de los Jesuitas entre 1983 y 2008— al consejo directivo de Georgetown en 2007.

Kolvenbach estaba muy interesado en recuperar esta idea de cuál era el propósito de los jesuitas en las universidades. Inmerso en ese proceso, descubrió y puso en valor los postulados del P. Diego de Ledesma SJ, teólogo y pedagogo del S. XVI, quien acuñó la estructura cuatridimensional de este modelo. Así, expresa estas ideas en cuatro voces latinas: utilitas, humanitas, iustitia y fides, que son el corazón de la presencia de los Jesuitas en la educación.

¿En qué consiste cada una de ellas?

En el S. XVI, Ledesma escribió que los Jesuitas estaban en la educación, porque «provee a la gente con muchas ventajas para la vida práctica». A esto el P. Kolvenbach lo llamó utilitas. Los Jesuitas están en la educación para formar personas competentes, que conozcan bien su oficio y profesión y que la ejerzan con dignidad y calidad.

Para Ledesma, la educación contribuye también al «correcto gobierno de los asuntos públicos y a la apropiada formulación de leyes». En un contexto contemporáneo, Kolvenbach entiende por asuntos públicos a todos los que tienen que ver con el quehacer humano, ya sean en el contexto de una organización, de una empresa o de una actividad profesional. Por eso habla de iustitia, entendida como trabajar por el bien común, para la convivencia y para las mejoras de la sociedad.

Se trata por tanto de promover una educación orientada a construir estructuras sociales, económicas y políticas que defiendan nuestra común humanidad, y que se implanten allá donde sea necesario actuar en beneficio del común, pero sobre todo, de los más desfavorecidos.

Educar, afirmaba Ledesma, da «decoro, esplendor y perfección a nuestra naturaleza racional». Eso para Kolvenbach es humanitas. Trabajar para formar no solo personas ilustradas, sino personas con convicción y con un consistente anclaje ético. Desde el potencial de la tradición de la Compañía, se podría decir, personas más humanas.

Fides, por su parte, es la expresión que usa Kolvenbach para referirse al fin último del ser humano. Desde una visión religiosa —como la planteada inicialmente por Ledesma— ese fin último es hacer el bien, estar al servicio a los demás. Por tanto, para Kolvenbach «fe» representa la búsqueda de la verdad.

La clave de una educación jesuita está centrada en la figura de Jesús. En cómo Jesús encarna una auténtica visión de humanidad y de dignidad, de vivir para servir a los otros, para mejora la vida de las personas y la vida en común.

¿Cómo se materializan estos principios en los estudiantes y egresados de las universidades jesuitas?

Los egresados de nuestras universidades deben tener ciertas características. Quien mejor lo expuso fue el P. Adolfo Nicolás SJ —General de la Compañía entre 2008 y 2016— a través de lo que llamamos coloquialmente como las cuatro C: competentes, comprometidos, conscientes y compasivos. Cada una de esas virtudes, refleja los postulados del paradigma.

Utilitas sería ser competente; iustitia es compromiso… con la sociedad, con mi equipo de trabajo, con mi familia. Nuestros egresados deben ser capaces de prometer y de cumplir lo que prometen.

Consiente está ligado al concepto de humanitas. Nuestros egresados deben ser capaces de entender su tiempo, su espacio, su circunstancia vital, la de su comunidad, la de su empresa, y ser capaces de reflexionar y actuar al respecto.

Por último, compasivo viene de cum pasos, es decir, de caminar con el otro. Para eso hace falta dejar de lado el ego y pensar y sentir en el otro. Si no tenemos eso, no podemos construir nada.

Conseguir todo esto no es algo precisamente fácil, pero lo peor que podemos hacer desde las universidades jesuitas es no intentarlo. Muchas veces pareciera que el de la Universidad, es un mundo sobre una torre de marfil, ajeno y lejano a la realidad económica y social del mundo, sobre todo de la de los más desfavorecidos. Pero yo creo que de lo que se trata, es justamente de generar en nuestros estudiantes conciencia de la realidad en la que trabajan, de manera puedan instalar preguntas, instalar dinamismos que permitan la reflexión, que les permitan acercarse a una solidaridad bien informada.

Para cambiar las cosas hace falta convicción y compulsión. La primera la tenemos, pero tenemos que poner todavía más energía en llevarla a la práctica.

Fuente: UCC

 

Ser Genuinos Servidores del Reino Comprometiendo la Profesión con el Trabajo por un Mundo más Justo

Discurso de David Fernández sj a la sociedad de egresados de administración de empresas de la universidad iberoamericana, en ocasión de los 60 años de la fundación de la carrera de Administración de Empresas.

David Fernández, SJ.

“Agradezco a los organizadores de esta ceremonia conmemorativa del 60 aniversario de la fundación de la carrera de Administración de Empresas, y más ampliamente a la Sociedad de Egresados de esta carrera de la Universidad Iberoamericana, que me hayan invitado a decir unas palabras con motivo, también, de la entrega de los reconocimientos “Xavier Sheifler, S.J.” a quienes ahora hemos galardonado. Dada la trascendencia de este acto y lo concurrido del mismo, voy a abusar de su generosidad para hablar sobre la magnanimidad y la filantropía.

(…)Quisiera reflexionar sobre la participación de nuestra comunidad universitaria y de sus egresados en las injusticias más importantes y dolorosas de nuestro tiempo. Y sugeriré, al propósito, que tal vez no siempre somos los líderes positivos o simplemente las personas que creemos ser.

En México y en el mundo entero tenemos un gravísimo problema de desigualdad. En este momento de cambios radicales y de nuevas definiciones sociales resulta que existen territorios en donde las cosas florecen y otros más en donde se marchitan y mueren. En alguna otra ocasión a esta desigualdad radical la he llamado “apartheid social”.

Por lo general los debates y deliberaciones acerca de lo que debemos hacer para disminuir la pobreza son auspiciadas y realizadas por los grupos de personas exitosas con alto bienestar económico. Nuestra comunidad universitaria vive de las ganancias obtenidas por el funcionamiento de este sistema injusto. Nuestras actividades son patrocinadas por Pepsi, Citibank, Liverpool, Samsung. Estamos profundamente comprometidos con lo establecido y con el sistema que decimos cuestionar. Aun así, somos una comunidad de creyentes ignacianos, con liderazgo social y empresarial que pugna por la justicia. Estas dos identidades son verdaderamente difíciles de reconciliar.

Cuestionar el trabajo por la reconciliación

Hoy quiero cuestionar la manera en que las reconciliamos. Quiero cuestionar la ética que prevalece entre los triunfadores de hoy en todo el mundo, en los negocios, el gobierno e incluso en muchas organizaciones de la sociedad civil.

El núcleo de esa ética y del propósito de nuestra Universidad es retar a los favorecidos del mundo para que hagan el bien, cada vez un mayor bien, pero nunca les hemos dicho ni les decimos todavía que hagan un menor mal a los demás.

El pensamiento común entre nosotros sostiene que el capitalismo tiene excesos y daños colaterales graves que han de ser aminorados, ángulos que hay que limar, y que los frutos inmoderados deben ser compartidos; pero siempre sin cuestionar el sistema subyacente.

La ética de nuestras asociaciones filantrópicas y de nuestros egresados sostiene que hay que devolver lo que se nos ha dado, lo cual, por supuesto, es algo noble y compasivo. Pero en medio de la enorme pobreza que vivimos, de la violencia que nos corroe, es obvio que “devolver lo que se nos ha dado” es poner apenas una curita en el sistema que ha privilegiado a las élites a las que pertenecemos, con la esperanza consciente o inconsciente de que eso prevenga la necesidad de una cirugía mayor a ese sistema –cirugía que quizá pueda amenazar nuestros privilegios.

Nuestra ética, creo, quiere proponer la generosidad como sustituto de la justicia. Lo que en realidad decimos es: haz dinero de la forma en que lo hace todo mundo, y luego regresa algo por medio de un donativo, o mediante la creación de una fundación, o con alguna acción que tenga impacto social, o añade algunos comentarios compasivos al pie de tus análisis.

Nuestra ética dice: “haz más el bien”, pero nunca dice “haz menos daño”.

Una ética que mueva a trabajar por la Justicia

Quiero iniciar con este breve discurso, ya que hoy no hay tiempo para extenderme, una conversación difícil entre nosotros sobre estas reglas del juego. Lo hago porque amo a nuestra comunidad universitaria, porque los jesuitas somos corresponsables de la formación de nuestros egresados, porque temo que quizá no seamos tan virtuosos y cristianos como pensamos; y porque creo que la historia no será tan generosa con nosotros como esperamos, y que en un análisis final nuestro papel en las inequidades de nuestra época no será bien recordado. Por eso lo hago.

Quisiera que habláramos honestamente sobre algunos de los daños que los “triunfadores” de hoy infligen a los demás mientras procuran el bienestar para sí mismos, antes de que traten de compensarlo haciendo el bien.

Muchos de nosotros no trabajamos en negocios o finanzas. Y sin embargo vivimos en una época en la que los supuestos y los valores empresariales tienen una influencia mucho mayor de la que deberían tener. Esto lo vemos en muchos otros sectores de la realidad. Nuestra cultura ha convertido a los empresarios y hombres de negocios en filósofos (“pon una start-up en tu vida para que tenga sentido”), revolucionarios (“el cambio empieza en ti mismo”), activistas sociales (“el mejor negocio hoy es invertir en los pobres”), salvadores de los pobres (“hay que enseñar a pescar”). Estamos en riesgo serio de olvidar muchos otros lenguajes para expresar lo que significa el progreso humano: moralidad, democracia, solidaridad, decencia, justicia.

Con frecuencia sucumbimos al dogma seductor de Davos de que la aproximación empresarial es lo único que puede cambiar el mundo, frente a la enorme evidencia histórica de lo contrario.

Y entonces, cuando los triunfadores de nuestra época quieren responder a los problemas de la pobreza, la desigualdad y la injusticia lo hacen dentro de la misma lógica y en el marco de los negocios y los mercados. De esta manera hablamos mucho de retribuir, de compartir ganancias, de ganar-ganar, de la inversión con impacto social, de responsabilidad social empresarial, etc.

A veces me pregunto si estas diversas formas de regresar lo recibido se han convertido para nuestra era en lo que las indulgencias papales fueron para la Edad Media: una forma relativamente barata de estar aparentemente en el lado correcto de la justicia, pero sin tener que alterar en lo fundamental la propia vida.

Estas estructuras y sistemas producen víctimas, y corremos el riesgo de confundir la generosidad hacia esas víctimas con la justicia para esas víctimas. La generosidad es ganar-ganar, pero la justicia con frecuencia no lo es. A los ganadores de nuestro tiempo no les gusta la idea de que quizá algunos de ellos tengan que perder, que hacer sacrificios, para que la justicia prevalezca. No escuchamos muchos discursos que señalen que los poderosos y privilegiados están equivocados, y que tienen que declinar su estatus y posición en favor de la justicia.

Hablamos mucho de dar más. Pero no hablamos de quitar menos.

Hablamos mucho acerca de lo mucho que tenemos que hacer. Pero no hablamos de lo mucho que tenemos que dejar de hacer.

Soy consciente de que esta intervención que hago ahora no me va a hacer más popular con nadie. Pero para mí, esto que ahora hago lo considero un deber de conciencia en congruencia con el Evangelio del Señor Jesús.

No ignoro tampoco que muchos de ustedes están de acuerdo conmigo porque hay vínculos surgidos del trabajo de años de la Compañía de Jesús en nuestra Universidad y porque hemos compartido el sentimiento de que hay algo que no funciona bien en nuestra sociedad.

Vivir en el lado correcto de la Justicia

El problema central es este: ¿está tu vida –no tu proyecto filantrópico- en el lado correcto de la justicia? Como diría nuestra última Congregación General: ¿tu empresa, tu labor, ayuda a reconciliarnos con los demás y con la creación, o más bien profundiza nuestras distancias y la crisis social y ecológica que ha denunciado el Papa Francisco?

¿Necesita el mundo más magnates chinos comprometidos con la filantropía, o más bien menos corruptos magnates chinos?

¿Necesita el mundo socios de Goldman Sachs asesorando mujeres o dando dinero a las escuelas de niños pobres, o más bien socios de Goldman que arriesgan todo para decir: “la forma en que mi compañía hace negocios no es correcta, y pelearé para hacer de Goldman un ente social positivo en lugar de un vampiro extractor de recursos, aun si eso me cuesta el trabajo”?

A veces me pregunto si estamos aquí para cambiar el sistema o para que el sistema nos cambie a nosotros. ¿Usamos nuestra fuerza colectiva para desafiar a los poderosos, o estamos ayudando a hacer de un injusto e inaceptable sistema algo mucho más digerible por todos?

Y con todo, aquí estamos, celebrando ser egresados de una institución jesuita. ¿Por qué? Porque hay algo maravilloso en esta comunidad. Y porque creemos que podemos ser mucho más de lo que hemos sido hasta ahora: genuinos servidores del Reino de Dios, de los más pobres y de los excluidos en este caótico momento crucial para el mundo.

Pero si queremos jugar realmente ese papel, creo que tenemos que considerar hacer un cambio fundamental en la orientación de nuestros esfuerzos como egresados de una universidad de inspiración cristiana: de trabajar con el sistema a trabajar para cuestionar honestamente al sistema en aquello en que le falla a la gente; de la tranquilizadora idea de hacer el bien sin mirar a quién a la noción más valiente de hacer el bien poniendo en riesgo esa condición que nos da la oportunidad de hacer el bien.

Discúlpenme, pues. Y gracias”.

Fuente: Blog Cristianisme i Justicia

Una Visión Social de la Arquitectura

Se ha publicado en el sitio web ‘plataformaarquitectura.cl’ una compilación de fragmentos del Doctor Honoris Causa de la U. Católica de Córdoba Arq. Víctor Saúl Pelli, que dan cuenta brevemente de su visión social de la Arquitectura.

Por José Tomás Franco

Te invitamos a conocer la interesante visión de Víctor Saúl Pelli sobre la enseñanza de la arquitectura en el mundo de hoy y la importancia del proceso y la participación del usuario en la reducción de la pobreza, a través de una serie de citas extraídas de una entrevista realizada al arquitecto en el año 2005, por Elena Adobe y josemalo ACS en Arquisocial.org.

El mismo ha dedicado su carrera al desarrollo de vivienda social, conjugando con éxito la docencia, la investigación, la acción participativa y la asistencia técnica a diferentes comunidades.

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Víctor Pelli tiene una visión bastante crítica sobre la enseñanza de nuestra profesión en la actualidad. Su modo de ver esta situación se basa principalmente en el contexto argentino -desde donde realiza su trabajo-, pero concuerda en gran medida con lo que pasa hoy en el resto de Latinoamérica.

“La arquitectura de hoy le entrega productos y servicios sólo a aquel que los pueda pagar”

Para partir, el arquitecto señala que el problema radica en la desconexión entre las escuelas y la sociedad, asegurando que existen algunas universidades que tienen un “cierto aire aristocrático” del oficio, donde la obra de arquitectura se entrega a la sociedad como un bien precioso que no interactúa con la comunidad a la que está destinada.

Es por eso que sugiere que debe existir un intercambio mutuo entre las escuelas y la sociedad: «La sociedad como conjunto y su parte más crítica haciéndole a la universidad conocer la realidad, y la universidad haciéndole transferencia al resto de la sociedad de lo que por misión propia tiene acumulado y procesado».

Para él, la gran mayoría de los estudiantes de hoy están siendo formados dentro de las reglas del mercado, donde según sus palabras:

Se le entregan productos y servicios a aquel que los pueda pagar, no al que no los pueda pagar. El que puede pagar, el que tiene muchos recursos para pagar, realmente está de acuerdo en estar a la moda, en lo mejor y lo más actual de las corrientes. Pero todo ese movimiento -que tiene sus justificaciones- hace que se olviden o se posterguen, o se den por inaccesibles los problemas del otro 50%.

La solución se encuentra entonces en hacer efectiva la “responsabilidad de la escuela de re direccionar, de proporcionarle (a los estudiantes) otras lentes para ver la otra parte de la realidad”.

Pelli no está en contra de la construcción de grandes torres ni edificios de lujo, pero le preocupa que este tipo de arquitectura cope la mayor parte de la enseñanza. Según él, esto debiese ser una de las tantas especializaciones posibles dentro de la carrera y no la principal, dejando más espacio a una formación más general en relación con la totalidad del espectro social real.

¿Choca esto con las ilusiones de un estudiante de arquitectura? Víctor Saúl cree que sí:

(Al estudiante) no le gusta ser parte de un equipo donde las cosas que salen a lo mejor no van a ser grandes obras de arquitectura. Pero bueno, creo que es parte del proceso de formación: ir formando otro criterio de misión profesional, otra noción de éxito.

“Yo no tengo obras”: La importancia del Usuario en la Reducción de la Pobreza

Pelli pone al usuario en un papel fundamental dentro del proceso de diseño de una obra y la ve simplemente como una solución a un problema determinado. Es por eso que cuando le piden ver sus obras, el responde: “Yo no tengo obras. Pero no es un juego ni una postura, realmente si uno pone su interés y su trabajo para demostrar que las cosas tienen que ser producidas por un grupo donde el habitante, el usuario, el receptor, es un personaje importante, bueno ¡no son obras mías!”.

¿Cómo puede reducirse la pobreza entonces, a través de la arquitectura?

Su respuesta está enfocada en cambiar la idea de la arquitectura como una “producción de objetos” y en centrarnos, como arquitectos, en terminar con la exclusión, no con la carencia.

Si uno va más allá y cala más hondo en la naturaleza de la pobreza, pasa a proponer que no se piense solamente en el objeto como el elemento activo en la reducción de la situación de la pobreza, sino también en el proceso como un elemento activo. (…) El proceso, con criterios de participación y de respeto –no sometimiento- del punto de vista del receptor y de los otros actores, empieza a funcionar como un reductor de la parte de la pobreza que no es carencia sino exclusión. Ese hombre, sobre todo el beneficiario, entra en la práctica de hacerse cargo del problema, de tomar decisiones, de hacerse responsable, de discutir… en paridad de condiciones con personas que en el esquema convencional de la sociedad están por encima de él y no admiten otro tipo de soluciones que no sean las propias.

A mí no me gusta la idea de ayudar a los pobres, yo creo que eso es beneficencia. Realmente a mí me gusta la idea de construir una sociedad donde no haya pobres, que es otra cosa distinta.

Fuente: Plataforma Arquitectura

Educación para Adultos en la ‘Escuelita’ de los Gigantes

El viernes 5 de mayo comenzó a funcionar una propuesta de educación para adultos con modalidad semipresencial en la escuela Ntra. Sra. del Valle en Los Gigantes, Córdoba. Dicha institución es parte de la Fundación Manos Abiertas, que presta sus servicios en a través de diferentes obras que trabajan en todo el país para responder a distintas necesidades.

La ‘escuelita,’ como la apodan cariñosamente, viene ofreciendo la posibilidad de acceder a la educación a niños y adolescentes desde hace años. Ahora esa posibilidad se amplía a los mayores y ha sido recibida con gran emoción por parte de la comunidad. Para comenzar, se contó con más de 30 inscriptos, con ex alumnos, más jóvenes y hasta mayores de más de 70 años.

 

El Trabajo que No Educa y Refuerza la Pobreza

Aunque el trabajo infantil suene para muchos como una realidad perteneciente a otra época de la historia u otros lugares del mundo, lo cierto es que la problemática está latente en nuestro país y afecta las oportunidades y la vida de niños y adolescentes de todo el país.

En el marco del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, los gremios han alertado por el impacto en la escolarización.

La inspección al horno ladrillero llegó de imprevisto, como debe ser. No los esperaban y la mujer sentó a sus hijos alrededor suyo. Era una familia oriunda de Bolivia, los nenes no pasaban de los siete años y de las rodillas para abajo estaban tapados con un poncho. Después de resistir la negativa de la madre y hablarles en su lengua originaria, uno de los inspectores logró ver que debajo del poncho ocultaban una cruel postal del trabajo infantil: los pies desnudos y llenos de barro evidenciaban que los nenes habían estado trabajando en la fabricación de ladrillos. La escena tuvo lugar hace poco un horno ladrillero de la localidad santafesina de Recreo y permite ponerle rostro a la naturalización de que los chicos trabajen junto a los adultos. “Esos chicos que están ocho o diez horas en esos lugares después no están en la escuela”, señalan desde el Sindicato de Ladrilleros.

La Ctera, por su parte, advierte que los mayores niveles de trabajo infantil se siguen dando en el campo, pero que el que más cuesta detectar es el de los chicos que realizan tareas domésticas.

El trabajo infantil en las ladrilleras, uno de los sectores que presentan esta problemática

A mediados de mayo la ciudad de Santa Fe fue sede del lanzamiento de una campaña por la erradicación del trabajo infantil impulsada por la Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina (Uolra), en consonancia con una movida del sindicato a nivel nacional. “Nuestra preocupación es a raíz de que tenemos mucho trabajo infantil en las ladrilleras”, admite Ramón Romero, delegado normalizador en Santa Fe de la Uolra.

Un estudio cualitativo realizado por el Ministerio de Trabajo provincial da cuenta que “la fabricación artesanal de ladrillos con presencia de población infantil se realiza bajo la modalidad de emprendimiento familiar de uno o varios hogares asociados”, donde según algunos relatos recabados, los niños realizan estas tareas en contraturno a la escolaridad obligatoria. Y describe que entre otras labores, los chicos ayudan en la carga y descarga de la leña para los hornos, preparan la mezcla para elaborar los ladrillos o directamente se encargan de acomodar los ladrillos en las “canchas”.

Reconquista, Avellaneda, Esperanza, Monte Vera y Recreo son algunas de las localidades que menciona el dirigente gremial donde han encontrado chicos explotados laboralmente. Destaca ante estos casos el compromiso por parte del Ministerio de Trabajo provincial para dar respuestas a las familias, ya sea mediante becas o la compra de útiles y bicicletas. La provincia cuenta también con más de 30 Centros de Cuidado Infantil en distintas localidades “para prevenir el trabajo infantil doméstico y/o peligroso y las peores formas de trabajo adolescente, en ámbitos urbanos y rurales”, tal como describe el sitio oficial del gobierno santafesino. Santa Fe tiene además una Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti), conformada por organismos del Estado provincial y municipal, gremios, empresas y cámaras de empleadores; y ONGs.

De todas maneras, Romero advierte que en muchos casos falta un mayor compromiso de las comunas, tanto para erradicar el trabajo infantil como el empleo precario en el sector. “En los lugares donde llegamos como gremio las personas trabajan ocho horas, pero donde no hemos llegado trabajan hasta doce horas. Hasta que no les rindan a ellos no dejan de trabajar y el patrón los explota. A veces llegás a las ocho de la noche, como nos ha tocado ver en algunos hornos, y los chicos están ayudando a los padres a apilar los ladrillos. Y esos chicos a veces no están yendo a la escuela”.

El campo sigue siendo uno de los sectores que registra altos niveles de trabajo infantil.

Oportunidades

“Trabajo infantil: la única oportunidad es la escuela” es el nombre del material realizado por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), para alertar sobre esta problemática. Allí aclaran: “Se entiende por trabajo infantil a toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niñas y niños, por debajo de la edad mínima de admisión al empleo o trabajo, que no han finalizado la escolaridad obligatoria o que no han cumplido los 18 años si se trata de trabajo peligroso”.

El material —que año a año el gremio docente actualiza con nuevos aportes— destaca la importancia de “garantizar la educación como respuesta adecuada para erradicar el trabajo infantil”. Viviana Doval, quien es una de las referentes de Ctera en la temática, advierte que pese a todos los avances y mayores niveles de concientización social, “nunca se termina de hacer campaña para visibilizar y sensibilizar el tema”. En uno de sus párrafos, el documento de Ctera afirma que “una sociedad con trabajo infantil refuerza y multiplica la pobreza”.

Por tratarse de una problemática compleja, Doval propone abordarlo de forma integral, entendiendo el entramado social que se teje detrás del niño o adolescente que trabaja. Y aclara: “Si bien tenemos una legislación fantástica que hasta lo considera delito, no se puede solo denunciar que un chico está trabajando sin darle una solución integral a su familia”.

A la hora de describir los sectores más problemáticos, admite que el sector rural es donde detectan más casos de trabajo infantil. “Si bien —explica— cuando hay políticas de tinte neoliberal también en las ciudades van apareciendo más casos, sigue siendo el campo donde hay más”. Agrega que “mientras exista el pago a destajo es muy difícil sacar a los chicos de la situación de trabajo o de estar con sus padres en el lugar donde se trabaja, porque algunos viven ahí”.

Doval alerta también sobre los peligros de naturalizar el trabajo de niños, niñas y adolescentes bajo el concepto de que de esa forma van “aprendiendo el oficio de sus padres”. Al respecto, sostiene que es una línea muy delgada entre las pautas culturales y el trabajo infantil en sí: “Una cosa es aprendizaje que ocasionalmente un chico lo haga para ir aprendiendo el oficio. Y otra es que todos los días se tenga que levantar a las 4 de la mañana para largar los animales, ir a la escuela y a la vuelta hacer otras tareas”.

Pero si el más visible es el trabajo en actividades como las cosechas en el campo o los chicos que piden monedas en las esquina de las ciudades, para la representante de Ctera el más invisibilizado es quizás el empleo de niños en tareas domésticas. “Podés tener fiscalización para el trabajo infantil en todas las áreas, pero no podés ingresar a una casa a ver si el chico trabaja o no. Ahí volvemos al hilo tan delgado entre el aprendizaje y el trabajo. Porque no está mal que el chico colabore, haga la cama y ponga la mesa. Pero otra cosa es que haga todos los trabajos domésticos, que quede al cuidado de sus hermanitos y por eso no tener tiempo para ir a la escuela”, apunta Doval.

Precisamente en uno de los apartados del material de Ctera se abordan las consecuencias del trabajo infantil en el trayecto escolar de los niños y niñas. Que van desde el ausentismo y el bajo rendimiento al abandono de la escuela. En el texto de Ctera se destaca que solo uno de cuatro chicos y adolescentes que trabajan terminan la escuela obligatoria a término.

Doval agrega que en el caso del empleo doméstico, las más golpeadas por el trabajo infantil son las nenas y adolescentes, que se quedan en la casa para cocinar, cuidar a sus hermanitos, lavar y cumplir tareas que a la larga las obligan a dejar la escuela o evidenciar una merma en su rendimiento. El documento de Ctera alerta que “el trabajo infantil es causa de pobreza, ya que los niños que trabajan y abandonan la escuela seguirán siendo pobres”.

Fuente: CPAL Social

 

Las Universidades Católicas por la Cultura del Encuentro

Rectores de diferentes universidades católicas de la Argentina se reunieron en la Universidad de San Isidro. Entre las casas que participaron estuvo la Universidad Católica de Córdoba (UCC) cuya gestión está a cargo de la Compañía de Jesús.

En la Universidad de San Isidro “Dr. Plácido Marín” (USI), se realizó el 6 de junio el V Encuentro de Rectores de Universidades Católicas y de Orientación Católica de la República Argentina.

La reunión fue presidida por el ingeniero Luis Eugenio Lucena, rector de la Universidad Católica de Santiago del Estero, y participaron el rector de la USI, doctor Gualberto Baistrocchi, y otras autoridades de las casas de altos estudios.

Estuvieron representadas la Universidad Católica de Santa Fe (arquitecto Ricardo Rocchetti, rector), la Universidad Católica de Córdoba (doctor Alfonso José Gómez, rector), la Universidad Católica de Salta (ingeniero Rodolfo Gallo Cornejo, Rector), la Pontificia Universidad Católica Argentina (doctora María Clara Zamora, vicerrectora de Investigación e Innovación Académica), la Universidad Católica de La Plata (doctor Hernán Mathieu, rector), la Universidad de Fasta (doctor Juan Carlos Mena, rector), la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (contador Francisco López Cruz, rector), la Universidad Católica de las Misiones (licenciada Ana María Foth, rectora) y la Universidad Salesiana (magister Héctor Rausch, rector).

El encuentro tuvo por objetivo continuar con un espacio de reflexión acerca de los temas de interés común para los miembros de las universidades católicas del país.

En ese marco, se analizaron alternativas de trabajo conjuntas en áreas como investigación, desarrollo de posgrados y vínculos con institutos superiores no universitarios católicos, los avances registrados por la Red de Bibliotecas de las Universidades Católicas Argentinas -presentación que estuvo a cargo de la licenciada María Soledad Lago (directora del Sistema de Bibliotecas, UCA)- y el programa de movilidad entre las universidades de la Red de Universidades Católicas argentinas.

El doctor Baistrocchi (USI) dio la bienvenida a los rectores y destacó el papel de la universidad católica como “vehículo de transformación, con una opción preferencial por los pobres, de quien debemos aprender a valorar su propia riqueza”.

En tanto, el presidente de la Red y rector de la Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE), ingeniero Luis Eugenio Lucena, convocó a las universidades católicas del país a “continuar trabajando en la cultura del encuentro, en la cultura del diálogo, en la cultura de la proximidad. Estos son tres ejes de la cultura universitaria, y son ejes esenciales también para las universidades católicas”.

Fuente: AICA

 

Informe sobre “Los Mercados Laborales, Pobreza y Desigualdad”

La Asociación de Universidades Jesuitas de América Latina (AUSJAL) comparte el Informe “Los Mercados Laborales, Pobreza y Desigualdad desde un Enfoque de Derechos Humanos”.

Durante el II Seminario Internacional AUSJAL sobre Desigualdad y Pobreza que se realizó en la Universidad Rafael Landívar (Guatemala) del 30 de mayo al 1 de junio, fue presentado el informe “Los mercados laborales, pobreza y desigualdad desde un enfoque de derechos humanos”, elaborado por los integrantes de la Red de Homólogos sobre Desigualdad y Pobreza  y que recoge las experiencias de seis países de América Latina.

Esta investigación demuestra que los países cuyas políticas públicas se han enfocado en garantizar el acceso a la educación, salud, seguridad social, vivienda digna y adecuada, así como políticas de recuperación del salario mínimo sostenido y permanente, han logrado mejorar el bienestar y reducir la pobreza en sus múltiples dimensiones.

Este estudio también identificó el nivel de déficit o deuda social que se tiene en materia de derechos humanos laborales vigentes en cada uno de los seis países que forman parte de la investigación.

Con el deseo de que la contribución del informe sirva para el rediseño y elaboración de políticas públicas en este ámbito, AUSJAL lo comparte en el siguiente link 

Fuente: AUSJAL.org

Ahorro Energético

Dos alumnos de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), Matías Suárez y Gianfranco Frusso, diseñaron para su tesis final un proyecto cuyo fin era resolver el gasto extraordinario en energía que se daba en su facultad con la idea de reducirlo. El proyecto fue todo un éxito y el plan es aplicable a otros espacios de la Universidad. En tiempos de crisis energética y necesidad imperante de reducir el consumo de energía, hablaron sobre el tema con el departamento de prensa de la UCC. Compartimos aquí algo de lo desarrollado.

¿Cómo surgió la idea de trabajar este tema?

G– La facultad viene abordando el tema energético hace bastante tiempo y con varias iniciativas. En nuestro caso, simplemente nos gustó el planteo de algunos profesores para armar un grupo de investigación. Creo que es un tema muy interesante y aplicable. Son cosas que no van a quedar solo en los libros. Además, se suma que de esta manera pudimos devolver algo a la facultad en la que hicimos nuestra carrera.

M– El trabajo es como un puntapié inicial, ya que no disponíamos de mucho presupuesto. La idea es que pueda continuarse.

¿Cómo lo encararon?

M– Se había detectado un problema y era que en el Campus se estaba pagando una penalización por exceder el consumo pactado con EPEC. Además, la facultad de Ingeniería representaba un porcentaje alto de la factura. El resultado de este diagnóstico fue la pauta para el trabajo.

G– Dividimos toda la instalación en cuatro categorías simples: iluminación; motores; aires acondicionados y computadoras. Evaluamos varias posibilidades en relación a las causas como problemas de dimensionamiento, cableados viejos, etc y en base a eso planteamos algunas soluciones muy simples y de bajo presupuesto. Algunas ya se pusieron en práctica. La idea fue generar un método básico y simple, que pudiera aplicarse también en los edificios de las demás facultades.

En relación al exceso de consumo ¿Qué pudieron averiguar?

G– En las facturas que analizamos, no pudimos constatar un comportamiento constante o que tenga alguna explicación como por ejemplo un menor consumo en verano que es casi nula la cantidad de movimiento y por ende de gasto energético. Instalamos aparatos para medir en tiempo real el consumo de electricidad minuto a minuto. La primera foto que encontramos fue bastante desconcertante porque los datos no concordaban. Por ejemplo, los fines de semana había picos de consumo mientras que a la hora de clases, bajaba. No se sabía si había pérdidas o estaban robando energía. Poco a poco fuimos descartando algunas hipótesis.

M– Lo importante para comprobar si el circuito está funcionando bien es comparar la cantidad de energía activa y reactiva (de la potencia aparente que te provee EPEC). La activa es la que realmente usas y la reactiva no se puede utilizar.

¿Cómo podrían explicar esto?

G– Si fuese un vaso de cerveza la espuma sería la energía reactiva (que se termina disipando). El problema en nuestra facultad era que la energía reactiva superaba ampliamente a la activa en una razón de cuatro a uno.

M– Lo que terminamos haciendo fue venir a la facu un día que no había actividades y desconectamos todo bajando por sectores para ver dónde estaba el problema. Finalmente, bajamos todas las llaves y seguía habiendo el mismo consumo.

G– Ahí saltó una hipótesis en la que nunca habíamos pensado: la Facultad de Ingeniería tiene un banco de capacitores que se dimensionó en las primeras épocas de la facultad para compensar (y bajar) la energía reactiva. Con la adición de tubos fluorescentes, computadoras y nuevos electrodomésticos ese banco quedó sobredimensionado y en lugar de bajar la energía reactiva, terminó sobredimensionándola. Entonces, probamos desconectar ese aparato y ahí la energía cayó a cero. A partir de eso, se bajó el consumo y se mejoró muchísimo el rendimiento.

¿Cuáles fueron las demás propuestas?

G– Una de las sugerencias tenía que ver con los balastos, que son los aparatos que regulan el consumo de voltaje de los tubos fluorescentes. La facultad estaba equipada con balastos magnéticos son de los más antiguos y consumen mucha energía. En cambio, los electrónicos consumen bastante menos, además de que pueden abastecer a dos tubos mientras que los otros solo uno, y tienen otras ventajas como encendido instantáneo; disminución de fatiga visual y reducción de consumo.

M– Por eso, se recomendó reemplazar 95 balastos en las aulas que se utilizan más y las oficinas donde siempre hay gente. Solo con esa acción, que implicaba una inversión muy baja (13 mil pesos aproximadamente), se producía un ahorro de 150 kw/hora al mes, que es más o menos el 7,9 % del consumo total de edificio. Otra propuesta fue la incorporación de celdas fotoeléctricas para el control de la iluminación en los pasillos. Finalmente, otra cosa que quisimos hacer es mejorar el comportamiento de las personas. Para este fin, propusimos una campaña con material audiovisual, banners, y cartelería en general. La web y redes sociales de la UCC también pueden ser un instrumento para difundir distintas ideas para reducir el consumo. La idea es promover buenas prácticas que también se puedan aplicar en casa.

Fuente: Prensa UCC