Miedo a tener miedo
Reflexión por Javier Prieto para pastoralsj.org
Hace algunos días, Jorge Bustos escribía que «somos el miedo que negamos tener. Y solo cuando lo reconocemos nos ponemos en disposición de superarlo». Ciertamente el miedo nos genera tanto miedo que incluso nos negamos a asumir que lo tenemos, también en lo vocacional. El miedo al miedo es algo peligrosamente expandido. Aunque no son pocas las cosas a las que tenemos miedo, la peor de todas es negarse a aceptar que lo tenemos.
Un buen amigo seminarista cada vez que cantamos a viva voz eso de «no tenemos miedo, no» me dice que por muy fuerte que cantemos eso es mentira. Y es verdad, claro que tenemos miedo. Tenemos miedo a no haber discernido bien nuestra vocación, a que nos fallen las fuerzas, a que nuestra fe no resista las tempestades. Tenemos miedo, y no pasa nada, el miedo es humano. Es más, necesitamos tener miedo. El miedo nos ayuda a combatir la temeridad de la emoción desbordante. El miedo nos impulsa a buscar seguridad. El miedo nos mueve a objetivar nuestras intuiciones. El miedo nos impulsa a vencer el miedo.
Sin embargo, ¿pueden los vocacionados tener miedos? ¿No es eso dudar de Dios y su llamada? En no pocas ocasiones hemos convertido el relato vocacional en un mito bucólico de héroes que logran asaltar el castillo de la felicidad venciendo al dragón del mundo. Esto se nos cuela más de lo que pensamos y nos hace mucho daño, pues nos convierte en guerreros con pies de barro. Otro buen amigo me lo comentaba al hilo del título del artículo sobre David Gistau. Ciertamente, hablar de héroes para referirnos a la vocación, más allá del recurso literario, es notablemente peligroso. Falseamos una realidad hermosa pero frágil, como es el camino vocacional.
Un héroe es valiente, aguerrido, no duda, y por supuesto no tiene miedo. ¿Por qué no nos permitimos tener miedo? ¿No nos estaremos exigiendo una perfección poco evangélica? Desde el comienzo de su proceso, muchos vocacionados se convierten en modelo de su vocación, la cara visible de una realidad que todavía no está afianzada en su vida. Se escribe entonces un relato de felicidad de AliExpress, en la que no tienen sitios las noches de dudas, los fantasmas de un futuro inseguro, los temores a las carencias.
Sin embargo, estamos llamados a la Libertad, libertad también frente a los relatos buenistas. Todos tenemos miedo, eso no nos puede asustar. Cada uno tenemos nuestros miedos concretos. Nadie nos dijo que no podamos tener miedo. Si no tuviésemos miedo, la vocación sería algo puramente humano. Tendremos miedos, pero sabemos que Dios no nos abandonará. Miremos con valentía nuestro miedo, así podremos superarlo.
Fuente: pastoralsj.org