Personajes de la Pasión

Una propuesta para rezar la Semana Santa desde sus protagonistas.

Tiene algo de desafío aproximarse a los que vivieron la pasión de Jesús “con él”. Es otra forma de “mirar” estos días. Es un intento de zambullirse en una realidad densa y provocadora. Es atreverse a asomarse a las contradicciones, temores y al valor de “LO CRISTIANO” en la encrucijada, en el punto límite, en su radicalidad más firme…

Esta Semana Santa los invitamos a caminar con esas figuras. Hombres y mujeres que buscaron, atacaron, creyeron, lloraron, sufrieron o “resucitaron” con Jesús. Como nosotros estamos llamados a hacer. Os invitamos a pasar un rato cada día de esta Semana Santa “dialogando” con ellos.

Lunes: Caifás, «El escandalizado»

«Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos”.

Martes: Juan, «El amigo»

“Junto a la cruz estaba su madre… y junto a ella el discípulo a quien amaba”

Miércoles: Judas, «el triste»

«El llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso.»

Jueves: Pedro, «El bocazas»

Pedro dijo: “Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y hasta la muerte”

Viernes: Pilatos, «el ciego»

Salió entonces Pilato, fue hacia ellos y dijo: “¿Qué acusación traéis contra este hombre?”

Sábado: María, «la esperanzada»

“…perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, y de María, la madre de Jesús…”

Domingo: María Magdalena, «La fiel»

«El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro…»

Fuente: Pastoral SJ

 

Levanto Mis Ojos

Una reflexión sobre la experiencia de confiar y descansar en Dios.

Por Pedro Miguel Lamet

(Glosa al Salmo 120)

Levanto mis ojos a los montes, por encima de los rascacielos, más allá de los satélites y las constelaciones, hacia los espacios siderales donde aún no ha llegado la mirada del hombre, al fondo inexplorado de los océanos y hasta el vacío quántico de la materia…

¿De dónde me vendrá el auxilio? ¿De las organizaciones políticas de los hombres? ¿La ONU, la UE, el FMI, las ONG, un nuevo orden internacional? ¿Del poder económico, la banca, las multinacionales y oligopolios? ¿De la asociación de vecinos, el club, mi equipo de fútbol?

El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. De ti, solo de ti, que haces girar los planetas, habitas el cosmos, el fondo del mar, la sonrisa del niño y la lágrima de la madre. Que alientas mi respirar y mantienes vivos desde un insecto y una flor a todo el Universo, que eres el misterio recóndito de cada cosa…

No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. Me habitas, me acompañas, me sostienes. Siento tu mano en mi hombro al cruzar el abismo de la soledad, el dolor, la incomprensión. Todos se van. Tú nunca me fallas.

El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche, y enciendes de ilusión cada mañana, me arropas con tu embozo cada noche, me despiertas al ahora eterno del que ya formo parte, sin angustia por el pasado mi miedo al futuro. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma, porque eres parte de su Ser, beso de Dios, vibración de su amor, luz de su mirada. El Señor guarda tus entradas y salidas, cuando sales de casa, subes al autobús, lloras y ríes, naces y mueres a la apariencia de mundo, ahora y por siempre, en el ahora y en la eternidad.

Por eso solo descanso, confío y en lo profundo de mi entraña ya soy feliz.

Fuente: Página de Pedro Lamet

 

Misericordia Quiero y No Sacrificios

Para reflexionar sobre la verdadera invitación de la cuaresma: cambiar el corazón.

Ya no están de moda las ‘penitencias’ cuaresmales, y creo que me alegro. Si no se hacen con corazón limpio, algo hay de ‘retorcido’ en ellas que acaban por llevarnos a creer que ‘cumplimos’ con lo mandado para este tiempo, y nos acaban poniendo por encima de los demás: «Gracias, Señor, porque no soy como éstos».

Nefasto. Se ha producido justo lo contrario de lo que pretendían: cambiar nuestro corazón para hacerlo más humilde, más hermano, más capaz de ponerse en la piel del otro. Más cercano, en definitiva, al de Dios. En este tiempo fuerte, fuerte para ponerse más en las manos de Dios, me ayuda pensar cómo es mi mirada sobre los otros: ¿respetuosa del misterio sagrado que siempre es la persona, alta, tierna, liberadora, comprensiva, cariñosa…? ¿O tal vez mi mirada hace verdad eso de que «el infierno son los otros» (Sartre)? Y eso sucede siempre que miramos a los demás ‘clavándoles’ en lo que tienen de defecto, como si fueran mariposas disecadas impotentes para cambiar, cerrando toda salida a su vida y toda posible evolución personal, condenándolos ya de antemano y racaneándoles el amor de Dios, siempre robustecedor y sanante que «en el aprieto nos da anchura y nos regala pies como de gacela».

Entonces recuerdo que el Señor no nos pide sacrificios personales ‘inútiles’, sino «un corazón quebrantado y humillado» que reconoce su desvarío y la fragilidad en que se mueve, un corazón que es muchas veces ‘amnésico’, que pierde la memoria de los dones que Dios le da cada día, y se los va apropiando, de modo que se hace exigente, duro, metalizado, en vez de ser cada vez más poroso a la vida y al sufrimiento del otro, es decir, más misericordioso.

Fuente: Pastoral SJ

40 Días de Ayuno

El siguiente texto nace a partir de una experiencia personal. La autora narra en segunda persona su experiencia de acompañar a su padre en su enfermedad y su muerte.

Por Leticia Alonso

El primero de esos cuarenta días recibió una llamada que le dijo que sería cuestión de meses. El día cuarenta la llamada revelaba que ya sólo sería cuestión de horas.

Y así padre e hija se vieron en la tesitura de elegir de qué ayunar y con qué saciarse en esa Cuaresma. El padre enfermo ayunó de casi todo: de soberbia, de responsabilidad, de trabajo, de hacer la compra, de conducir, de decidir, de autonomía… Se hizo obediente en la enfermedad. La hija, pretendiendo ser Marta y María, ayunó de tiempo para sí, de compromisos adquiridos, de voluntariados, de misas, de reuniones, de su lugar habitual de trabajo… Ayunó de excusas y de distancias, de largos tiempos sin verle, de indiferencia… Se hizo hija en la enfermedad.

Todo aquello de lo que ayunaron dejó un vacío inmenso que sólo el amor podría llenar. La exigencia del amor (y no otra) se impuso entre estas dos vidas que tanto se habían buscado apasionadamente y que por fin se encontraban. Los cuidados de ella encontraron respuesta en los besos de él. Las miradas de él encontraron respuesta en los abrazos de ella.

Ayunaron hasta la muerte y se saciaron de amor para la VIDA.

Fuente: Pastoral SJ

Jesús Colega

Una reflexión para pensar cómo es nuestra relación con Dios.

Por Marc Vilarassau, sj

No hay nada peor que acostumbrarse a Dios, convertirlo en nuestro colega, hasta que deja de sorprendernos. Y empezamos a hacer nuestros planes al margen de Él, esperando que venga a rubricar nuestras opciones en el último momento, como el big boss que nos protege y firma los cheques, porque el resto es cosa nuestra.

Resulta que un día, casi sin saber cómo has llegado a ello, te acercas a Dios y le dices: «Oye Colega, te doy mi voto, soy catequista, voy a la eucaristía, toco la guitarra, hago el camino de Santiago o voy a Taizé cada verano… y tú te estás tranquilito, sin darme sobresaltos». Dicho de otra manera, hacemos un pacto de buen rollo con Él: nosotros rellenamos todos los apartados del contrato, y una vez controlados todos los flecos, le presentamos el contrato de nuestra vida a Dios para que lo firme. Aquí empieza y acaba el protagonismo que le damos a Dios.

¿Cómo va pedirme Dios algo con lo que quizá no voy a estar de acuerdo? ¿Cómo va a exigirme que cambie de planes? ¿Cómo se va a atrever a poner en duda mis conquistas? Si Dios es mi colega y no quiere otra cosa que mi felicidad, entonces para discernir cuál es su voluntad para mi vida tengo que convertirme en un experto en tirar pelotas incómodas a córner, y para ello no hay como dominar la muletilla del «no hace falta»: no hace falta consagrarse para vivir la entrega a la misión con exclusividad, no hace falta arriesgar las propias seguridades para ser cristiano, no hace falta rezar para amar más y mejor a los demás; no hace falta dar lo que uno necesita, sino sólo lo que a uno le sobra…

Jesús criticó duramente a los que echaban en el cepillo del templo lo que les sobraba, mientras alababa a una viuda que depositó lo que necesitaba para vivir. Seguro que más de uno se hubiera acercado a la viuda y, con toda la buena intención, habría intentado disuadirla: «Bravo mujer, la intención es buena, pero no hace falta; tú eres pobre y Dios no necesita tus dos monedas, ya dan suficiente los ricos, guárdatelas para ti y para tus necesidades, Dios es tu colega y no quiere que te pases por él». ¿Te imaginas la cara de estupor de la viuda? ¿Te imaginas la cara de indignación de Jesús, colega?

Fuente: Pastoral SJ

 

XV Curso Taller Internacional para Acompañantes de Ejercicios Espirituales

Una propuesta de formación en espiritualidad desde Venezuela.

Del 25 de Junio al 27 de Julio del 2018 se realizará el XV Curso Taller Internacional para Acompañantes de Ejercicios Espirituales en la Casa de Retiro Quebrada de la Virgen – Los Teques (Venezuela).

La Provincia de Venezuela ofrece este tradicional proceso formativo, que va orientado a la adquisición de conceptos y habilidades sobre el acompañamiento espiritual a partir de la propia vivencia, estudio, reflexión y socialización de la práctica de los Ejercicios Espirituales en distintos contextos culturales.

Es un curso que está destinado a jesuitas, sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos y laicas que acompañen (o se dispongan a acompañar) Ejercicios Espirituales en sus diversas modalidades (retiro o vida corriente) y que animen procesos de crecimiento humano-espiritual.

Objetivos:

1) Profundizar en el arte de planificar, desarrollar y acompañar Ejercicios Espirituales.

2) Ampliar el diálogo entre los saberes acumulados y la práctica de los Ejercicios.

3) Crear un espacio de estudio y reflexión que contribuya a la misión que realizan los participantes del Curso-Taller.

Metodología:

Como curso contará con exposiciones y materiales para el estudio personal, preparados y orientados por expertos de diferentes nacionalidades y reconocida trayectoria en los Ejercicios Espirituales. Como TALLER, tendrá prácticas sobre diversos aspectos de los Ejercicios, trabajos en grupo y socialización de la investigación personal.

Acreditación:

Se obtendrá acreditación bajo la modalidad de Diplomado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

Para más Información 

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Cuaresma: Invitación al Cambio

¿Qué significa llevar a la vida la invitación al cambio que se nos hace en el tiempo de cuaresma?

Por Isabel Corpas

Para el mundo católico empezó el tiempo de Cuaresma: un tiempo de conversión. O, dicho de otro modo, oportunidad de cambio para quien se arriesga a aceptar la invitación de Jesús: “El reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias” (Mc 1,15). Porque la invitación implica aceptar un cambio de paradigma al mismo tiempo que un cambio de corazón.

Es que “volver a Dios” y “aceptar con fe sus buenas noticias” conlleva un cambio en la forma de mirar desde la fe –de contemplar– nuestra propia vida y lo que ocurre a nuestro alrededor, lo que a su vez nos mueve a preguntarnos qué podemos hacer para cambiar el egoísmo que reina en nuestro corazón, como también la injusticia, la inequidad, la insensibilidad, la mentira y la violencia que reinan a nuestro alrededor para reine el amor en nuestro corazón y reinen la justicia, la solidaridad, la misericordia, la verdad y la paz. Y, por consiguiente, comprometernos a hacerlo: por eso “el reino de Dios está cerca”, que es reinado de amor y justicia, de solidaridad y misericordia, de verdad y paz.

Prácticas corruptas

La invitación es a contemplar la noticia diaria que denuncia las prácticas corruptas de una sociedad que se dejó seducir por el dinero fácil, los datos acerca del aumento de la miseria y la pobreza en contraste con la opulencia de sectores minoritarios, las mentiras y verdades a medias para destruir al enemigo, y es, al mismo tiempo, invitación a preguntarnos: ¿qué puede aportar mi propia experiencia cristiana de Dios para que en la sociedad que me rodea no haya más corrupción, injusticia ni violencia?

Es también invitación a contemplar los rostros sufrientes y desilusionados de familias desplazadas, de desempleadas y desempleados, de habitantes de la calle, de personas esclavizadas por una u otra adicción, y es, por consiguiente, invitación a preguntarnos: ¿cómo aterrizar la propuesta de Jesús, que se concreta en servicio y solidaridad?

Y es invitación a reflexionar acerca de nuestras propias actitudes de complicidad e indiferencia frente a la corrupción, las injusticias que diariamente se cometen, la violencia y la mentira actuales, como también invitación a preguntarnos: ¿cómo puedo dejarme transformar por el amor y la misericordia de Dios para transformar, como consecuencia, las estructuras de la sociedad de manera que logre ser inclusiva e igualitaria?

Bueno, esta vez tenía que reflexionar acerca de la Cuaresma simple y llanamente con mirada de creyente.

Fuente: Vida Nueva Digital

40 Días de Desierto

¿Cómo atravesar el desierto? Una reflexión para seguir adentrándose en el tiempo de cuaresma.

Por Charlie Gómez-Vírseda, SJ

Sólo hay una manera de atravesar un desierto. Sólo una. Al adentrarse en él pronto sobreviene la sed. El calor se torna insoportable y las piernas pesan toneladas entre la arena. Comienzan las dudas y uno cambiaría de dirección buscando un atajo, una salida rápida. Pero si das la vuelta, si cambias de dirección, esa tentación vendrá una y otra vez. Acabarás dando vueltas sobre ti sin salir de ese mar de arena y dunas.

Sólo hay una manera de atravesar un desierto y es mantener la dirección que uno traía determinada al inicio. Lo importante entonces es saber resistir, es ser fiel al rumbo primero, cuando el calor derrite las convicciones que te hicieron entrar en ese lugar duro y difícil.

Nuestra vida tiene mucho de desierto: una relación de pareja, una vocación, un voluntariado o una carrera. Son experiencias que pueden tornarse monótonas, áridas, en las que uno cambiaría de dirección buscando la promesa de un aire más fresco. Pero sólo llega hasta el final quien sabe apretar los dientes y mirar al frente, quien se mantiene fiel a la palabra dada, quien da valor a su compromiso en la alegría y la duda.

Fuente: Pastoral SJ

 

Orar es Imprescindible para el Cristiano

La cuaresma es un tiempo donde se invita a la oración, el silencio, a mirar dentro de uno mismo: ¿qué valor puede tener esto para nuestras vidas?

Por Juan José Omella

Uno de los pilares que sostienen la vida de un cristiano es la oración. En este tiempo de gracia que es la Cuaresma, la Iglesia nos invita a intensificar la oración. ¿Qué es la oración? Santa Teresa del Niño Jesús nos dice que “la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”. (Manuscrito autobiográfico, cap. 25)

Mirada y grito de amor. Sólo quien ama está en disposición de entender estas palabras de santa Teresa. Quien ha descubierto que Dios es amor y le ama personalmente, quien ha descubierto que Dios se interesa por todos los seres que poblamos la tierra, tratará de responder a esa manifestación de amor. Y esa respuesta de amor se puede hacer de muy diversas maneras: en forma de alabanza, de petición, de pregunta, de queja… y Dios escucha siempre el «clamor de su pueblo». (cf. Ex 3, 7)

¿Qué actitudes debemos cuidar para orar bien? En el diálogo personal con Dios es preciso cuidar de manera especial el silencio, tanto el exterior como el interior. Vivimos en una sociedad muy ruidosa, nosotros mismos somos muy ruidosos. Necesitamos hacer silencio. Silencio mientras estamos en el templo, vamos de paseo o mientras estamos en nuestro rincón de oración. Pero necesitamos hacer sobre todo silencio interior, acallar las voces internas que nos hacen estar excesivamente pendientes de nosotros mismos, de manera que podamos escuchar con atención y respeto la Palabra de Dios que es viva y eficaz y que calienta el corazón, como a los discípulos de Emaús.

Otro aspecto al que debemos prestar atención es la sinceridad. La incoherencia, la doblez de corazón, la impureza, el mal trato a los hermanos, el abuso y rechazo a los otros… impiden el encuentro con el Dios del Amor, del perdón, de la fidelidad, de la santidad.

En cambio, el buen ladrón confiesa con sinceridad: «Nosotros, en verdad, recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio este no ha hecho nada malo»; y añadía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.» (Lc 23, 41-42). En ese diálogo en clima de verdad y de sinceridad pudo escuchar la palabra liberadora y salvadora de Jesús: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.» (Lc 23, 43)

Hermoso ejemplo de una oración escuchada cuya respuesta fue, ciertamente, más allá de lo que el buen ladrón podía sospechar. Dios no se deja ganar nunca en amor y en generosidad.

Durante esta Cuaresma intensifiquemos los tiempos de escucha personal y de diálogo amoroso con Dios, nuestro Padre, y dejemos que sea el Espíritu Santo quien guíe y acompañe nuestra oración, ya que «el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.» (Rm 8, 26)

Fuente: Periodista Digital

La Magia

La tentación de elegir el camino más rápido para resolver los desafíos que implica el permanecer en el amor.

Por José María Rodríguez Olaizola, SJ

Le dijo el diablo: «Convierte las piedras en panes». Y claro, razón no le faltaba, ¿no? El camino más rápido es atractivo. ¿Qué importa saltarse unas cuantas reglas? La lógica está para ser violentada, las leyes del universo para cambiarlas, a gusto del omnipotente…

A menudo rezamos pidiendo a Dios que intervenga en nuestras vidas cambiándolo todo a su gusto (o al nuestro). O a nuestra necesidad, que no es que seamos tan frívolos, y a veces lo que le pedimos es desde la necesidad, y el anhelo, y acaso desde el dolor. Y por esa urgencia, y acaso con razón, le pedimos que, si es necesario, haga lo imposible por nosotros.

Es la misma lógica que lleva a muchos a preguntarse «¿por qué permite Dios que pasen estas cosas?» La misma que llevó a algunos a decir: «Si es Dios, que se baje de la cruz». La tentación de la magia subyuga. Pero esa arbitrariedad sí que nos dejaría a merced de un poder que anula la libertad. Más que convertir las piedras en pan, habrá que hacer que se plante mucho trigo, y que se muela, y de la harina se prepare masa que habrá de cocerse, con la levadura necesaria, para que haya pan… para todos.

Fuente: Pastoral SJ