Evangelio del Domingo. ‘¿Sin apoyo social?’

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y añadió:

—«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.

Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa».

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Marcos 6, 7-13

¿Cómo podría la Iglesia recuperar su prestigio social y ejercer de nuevo aquella influencia que tuvo en nuestra sociedad hace solamente algunos años? Sin confesarlo quizá en voz alta, son bastantes los que añoran aquellos tiempos en que la Iglesia podía anunciar su mensaje desde plataformas privilegiadas que contaban con el apoyo del poder político.

¿No hemos de luchar por recuperar otra vez ese poder perdido que nos permita hacer una «propaganda» religiosa y moral eficaz, capaz de superar otras ideologías y corrientes de opinión que se van imponiendo entre nosotros?

¿No hemos de desarrollar unas estructuras religiosas más poderosas, fortalecer nuestros organismos y hacer de la Iglesia una «empresa más competitiva y rentable»?

Envío de los discípulos

Sin duda, en el fondo de esta inquietud hay una voluntad sincera de llevar el evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, pero ¿es ese el camino a seguir? Las palabras de Jesús, al enviar a sus discípulos sin pan ni alforja, sin dinero ni túnica de repuesto, insisten más bien en «caminar» pobremente, con libertad, ligereza y disponibilidad total.

Lo importante no es un equipamiento que nos dé seguridad, sino la fuerza misma del evangelio vivido con sinceridad, pues el evangelio penetra en la sociedad no tanto a través de medios eficaces de propaganda, sino por medio de testigos que viven fielmente el seguimiento a Jesucristo.

Son necesarias en la Iglesia la organización y las estructuras, pero solo para sostener la vida evangélica de los creyentes. Una Iglesia cargada de excesivo equipaje corre el riesgo de hacerse sedentaria y conservadora. A la larga se preocupará más de abastecerse a sí misma que de caminar libremente al servicio del reino de Dios.

Una Iglesia más desguarnecida, más desprovista de privilegios y más empobrecida de poder sociopolítico será una Iglesia más libre y capaz de ofrecer el evangelio en su verdad más auténtica.

15 Tiempo ordinario – B (Marcos 6,7-13)
14 de julio

Raul Gonzalez Bernardi sj (ARU) con archivistas cpal junio 2024

I Encuentro de Archivistas Jesuitas de la CPAL

Por iniciativa del ARSI y con el acuerdo de la CPAL, se celebró el 1er Encuentro de responsables de los archivos de la CPAL, en Bogotá (Colombia), del 25 al 27 de junio de 2024. Asistieron el P. Raúl González Bernardi, director administrativo del ARSI, el P. Cristhian Espinal (CAR), el P. Leopoldo Galdámez (CAM), el P. José Méndez (MEX), el P. Roberto Barros (BRA), el Hno. René Cortínez (CHI), el Hno. Fernando Breihl (ECU), la Sra. María Elena Rojas (PER), la Sra. Shirley Echenique (VEN), el P. Jorge Salcedo y el P. Jairo Bayona (COL). No participaron representantes de las provincias de ARU, BOL y PAR.

 

Tres líneas temáticas orientaron el desarrollo del encuentro:

  1. Abrir la aproximación del cuidado de nuestro patrimonio documental y de nuestros archivos, a la mirada más amplia y compleja del patrimonio cultural.
  2. Incentivar la optimización de nuestros recursos comunes, como es el caso de los avances y experiencia acumulados en distintas provincias en materia de conservación, prevención, restauración, descripción archivística, o también en el ámbito de la formación profesional a través de nuestras universidades.
  3. Resignificar el concepto de archivo, con el fin de realizar una puesta en valor de colecciones generalmente olvidadas, como es el caso de los acervos fotográficos, entre otras.

 

Algunos elementos evaluados a tener en cuenta en adelante:

  • Profundizar en la formación en gestión documental, preservación, descripción, digitalización, conservación de documentos y de patrimonio cultural.
  • Considerar alternativas de formación aprovechando los recursos de nuestras universidades: maestrías en archivística, programas de formación continua, pequeños cursos y charlas virtuales, pasantías en archivos; fomentar los talleres en las diferentes áreas de la archivística.
  • Considerar formación en ATOM y otro tipo software de gestión documental, así como la gestión de archivos digitales.
  • Considerar la conformación de bases de datos compartidas en la web: inventarios de colecciones, resultados de proyectos, entre otros.
  • Proponer realizar alianzas entre provincias y/o archivos, incluyendo las oficinas de comunicaciones para mejorar la difusión de nuestros trabajos.

 

En la evaluación final se propuso la realización de un segundo encuentro en dos años (2026), en otro país de América Latina (por ejemplo en Brasil).

 

Raúl González Bernardi SJ. Director Administrativo del Archivum Romanum Societatis Iesu (ARSI)

*El ARSI se dedica a la custodia y preservación documental, comunicación de registros y datos y a la promoción de investigaciones sobre la historia de la Compañía de Jesús y tiene su sede en la Curia General de la Compañía de Jesús en Roma.

Para conocer más dirigirse al enlace en el logo

Logo ARSI Archivum Romanun Societatis Iesu

Redes sociales y evangelización

Las redes sociales han llegado para quedarse. Son una realidad para millones de personas en todo el mundo e influyen en el modo de actuar, vivir, pensar y discernir. Crean, incluso, nuevas profesiones como influencer, en general, o youtuber, en particular.

Las redes sociales mueven, en conjunto, miles de millones de seguidores y de valores, tanto económicos como morales. Dudo que haya alguna persona que esté leyendo este texto que no haya por lo menos oído hablar de Facebook, YouTube, el antiguo Twitter (ahora X), Instagram, TikTok, BeReal, Snapchat, WhatsApp, Telegram y Threads.

Seguro que muchos, o en su caso todas y todos ustedes, usarán por lo menos dos de estas plataformas, con distintos fines. Uno de éstos podría ser compartir sobre la vida, o la fe en los demás y en Dios.

«Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en el corazón de Cristo», nos recuerda la apertura de Gaudium et Spes. Así que, en esta realidad de las redes, que están para quedarse, también tiene lugar la presencia de la Iglesia. Hay que recordar que fue por estos medios que, mientras duró el confinamiento por covid–19, hubo continuidad en el encuentro con Dios y con la comunidad.

Así, más que un análisis sobre las redes sociales —del que no me siento con competencia para tal—, intentaré hacer una reflexión sobre los desafíos que como Iglesia nos plantean, sobre todo en estos tiempos de diálogos y reformas importantes dentro de la Iglesia católica, como lo es el Sínodo de la Sinodalidad.

Sínodo y mundo digital

Meses antes de la etapa continental fui contactado por miembros del Dicasterio de la Comunicación para difundir una encuesta en mis redes, invitando a mis seguidores a contestar una serie de preguntas sobre la Iglesia.

Los organizadores buscaban explícitamente perfiles personales de todo el mundo, que se podrían considerar como influencers católicos por la relación cercana con su público y por la variedad de creencias de quienes les siguen. El objetivo era conseguir las mayores respuestas posibles, alcanzando incluso a personas alejadas de la Iglesia para percibir su visión y sentir, como deseaba inicialmente el Sínodo.

Foto: © Dimitri Conejo Sanz, Cathopic

El proyecto se llamó La Iglesia te escucha y fue creado por la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL), institución fundada por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y el Consejo Episcopal Latinoamericano en 1992. La metodología fue diseñada por iMisión y el equipo Delibera.

La RIIAL, junto a otras instituciones que se han ido sumando, han hecho eco de los discursos de  Benedicto XVI y acogieron la llamada del papa Francisco de poner la Iglesia, en actitud samaritana «de escucha y servicio», a disposición de quien sufre y necesita la ternura y misericordia de Dios.

La Iglesia te escucha fue apoyada por la Secretaría General del Sínodo y acompañada por el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede. La iniciativa, según el sitio web del Sínodo digital, explica lo siguiente:

Nace de la convocatoria del Santo Padre a toda la Iglesia a realizar el Sínodo de la Sinodalidad, con la intención de llevarlo también a los ambientes digitales, para que nadie quede excluido del proceso sinodal, y nadie quede sin tener la posibilidad de ser escuchado ni de dar su aporte a la Iglesia, aunque no se mueva en las instituciones presenciales. Por ello es, por decirlo de alguna manera, una parte complementaria de la actividad sinodal presencial en el mundo digital. Nace [igualmente] de los dos grandes principios del papa Francisco: ser Iglesia de salida e ir a las periferias existenciales.

Hay muchísima gente del Pueblo de Dios que no participa en las instituciones eclesiales, y desde dentro se percibe la necesidad de comprender un poco más el porqué. Por ello, este proceso de escucha fue dirigido sólo y exclusivamente a quienes se encuentran en los ambientes digitales, que no participan en las instituciones eclesiales presenciales.

Los ambientes digitales son ya considerados parte de la realidad humana y han crecido en los últimos años, tornándose poliédricos, complejos e inmensamente numerosos, como refiere la misma página web del Sínodo digital: «Allí se comunican, aprenden, crean arte, se informan, compran y venden, se conocen y rezan en entornos digitales. Tienen ciertamente una vida física y un domicilio en un sitio geográfico, y muchos van a la misa los domingos, pero su centro de gravedad eclesial no está en una parroquia concreta, y no se sienten ligados a una comunidad presencial, sino virtual».

Por no haber manera de llegar a esas personas por las vías ordinarias de acercamiento, este proyecto ha contribuido a hacer posible la «participación de todos», como el papa Francisco deseó desde el inicio del Sínodo.

Del diálogo al «no juicio»

Después de haber lanzado el cuestionario, nosotros, influencers católicos, fuimos invitados a motivar la participación en la encuesta a partir de publicaciones. Sabíamos que sería un desafío, ya que, para mantener la confidencialidad y la credibilidad, los participantes tendrían que completar algunos pasos que no son muy rápidos e intuitivos, sobre todo para quienes utilizan más el celular que la computadora. Sin embargo, después de haberlo explicado, por lo menos de mi parte y de acuerdo con lo que vi que los demás compartieron, hubo muy buenos comentarios a la iniciativa, incluso de quienes se sentían más lejos de la Iglesia.

A partir de aquí mi reflexión se basa en el informe final de la encuesta, enviada al Secretariado del Sínodo, que publicó la RIIAL. El cuestionario tuvo un tiempo de ejecución de dos meses y medio. Fue lanzado en siete lenguas, en 115 países, por 244 influencers, con 110 mil respuestas completas y más de 200 mil propuestas al Sínodo.

Dentro de esta comunidad de «evangelizadores digitales» con una misión compartida encontramos una diversidad de perfiles: un 27% son sacerdotes, un 10% son religiosas y un 63% son catequistas y laicos comprometidos. Cada uno de ellos aporta diferentes estilos y sensibilidades eclesiales, lo que enriquece la variedad de mensajes y enfoques presentados en las plataformas digitales. En conjunto, han logrado alcanzar una audiencia de aproximadamente 20 millones de seguidores, consolidando así su influencia en el ámbito digital.

Junto a los bautizados y los creyentes activos en su fe destaca la presencia significativa de individuos alejados de la práctica religiosa, así como agnósticos y ateos, quienes siguen a estos evangelizadores y se sienten motivados a responder a la convocatoria de participar en este proyecto.

En los espacios digitales nos encontramos con personas heridas que expresan sus preguntas existenciales y que atraviesan situaciones de periferia y alejamiento, así como diversas experiencias de fe. Entre ellos, hay mujeres y hombres de diferentes edades, que aguardan expectantes, a veces sin saberlo, el anuncio de salvación.

El 58% de los encuestados tiene menos de 40 años y el 84% afirma haber tenido un encuentro personal con Dios. Muchos de ellos se identifican como «sólo digitales», lo que significa que no participan en actividades eclesiales presenciales.

«La internet ha permitido llegar a las profundidades de la vida de muchos fieles, brindando un espacio para la expresión, el diálogo y la consulta».

Tweet 

Desde la perspectiva de la fe católica se distinguen tres principales grupos: los creyentes practicantes, quienes representan el 50% y se caracterizan por su compromiso activo y satisfactorio con la Iglesia; los católicos alejados, que conforman el 40% y son aquéllos que han perdido su conexión con la fe, ya sea por decisiones de la institución religiosa o por falta de interés, aunque muchos expresan el deseo de volver a acercarse, pero se sienten excluidos, y, finalmente, los agnósticos y ateos, un 10% minoritario, quienes han abandonado toda relación con la Iglesia católica y prefieren vincularse con otras organizaciones religiosas y filantrópicas, encontrando afinidad con influencers que transmiten mensajes más cercanos y acogedores.

El «no juicio» emerge como un tema recurrente en las respuestas, especialmente entre aquéllos con situaciones personales complejas, como relaciones de pareja no convencionales o diferentes orientaciones sexuales, quienes abogan por el respeto a la dignidad de cada individuo, siguiendo el ejemplo de Jesús. Se demanda que la Iglesia se comprometa con las controversias sociales, fomente el diálogo y promueva la verdad de Cristo sin prejuicios, enfatizando la importancia de la escucha y la cercanía para un diálogo abierto.

Las respuestas reflejan un profundo cuestionamiento hacia la postura de la Iglesia respecto a la vida personal de los fieles, evidenciando una actitud crítica y de sufrimiento. Las experiencias individuales compartidas revelan un sentimiento generalizado de negatividad hacia la institución, influenciado por una percepción comúnmente dura.

La era digital ha facilitado la autoexpresión y ha acercado tanto a los distantes, quienes se sienten protegidos por el anonimato y más libres para expresarse, como a los cercanos, quienes están motivados a participar. La internet ha permitido llegar a las profundidades de la vida de muchos fieles, brindando un espacio para la expresión, el diálogo y la consulta, destacándose como una herramienta valiosa para la evangelización; aunque sea sólo una parte del todo, ha sido decisiva en este proceso.

Después de esta encuesta se decidió usar preferencialmente la designación de misioneros digitales. Hubo algunos encuentros con ellos, donde nos reunimos alrededor de 250 personas con la finalidad de redactar un texto que se enviaría al Secretariado del Sínodo, como síntesis del discernimiento de esta etapa continental desde el mundo digital.

El texto completo se puede encontrar en sinododigital.com; sin embargo, presento aquí algunas de las propuestas conclusivas:

• Acercar lo distante: la digitalidad permite reducir las distancias entre creyentes y no creyentes, entre sacerdotes y fieles, posibilitando relaciones de mayor igualdad, incluso a acortar las distancias generacionales.

• Pensar la «pastoral digital»: reconocer que existe y actúa, para así dejar de hablar en un lenguaje monocultural y abrir paso a una escucha dialogante con la múltiple expresión intercultural de la diversidad; todo desde el envío por parte de los responsables eclesiales, a través del acompañamiento y la formación.

• Construir redes: ampliar las oportunidades en el acompañamiento presencial si fuera necesario, y generar vínculos con otras comunidades del espacio digital, facilitando la experiencia eclesial de comunicación y comunión.

• Abrir camino para la comunión: promover la participación y la misión con reconocimiento de la presencia del Espíritu, pues en el espacio digital la mujer y el hombre de hoy pueden encontrarse con Dios y sentirse invitados a la comunión eucarística.

@Christus

Enlace al artículo completo t.ly/qpOkb

Mensaje de la Jornada Mundial de Oración para el Cuidado de la Creación 2024 

La Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó este 27 de junio el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración para el Cuidado de la Creación 2024 con el tema: “Esperar y actuar con la Creación”.

 

Cada 1 de septiembre se celebra la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación, un momento especial para reflexionar sobre nuestro papel como guardianes del mundo natural. Este año, el tema «Esperar y actuar con la Creación» nos invita a renovar nuestra esperanza y nuestro compromiso de salvaguardar el medio ambiente, inspirándonos en la Carta de San Pablo a los Romanos (8, 19-25). El apóstol nos recuerda que vivir según el Espíritu significa abrazar una cierta esperanza, arraigada en la fe en Cristo, que nos impulsa a una acción concreta y amorosa.

 

El mensaje del Papa comienza con una pregunta que nos invita a reflexionar: «Comencemos, pues, con una pregunta sencilla, pero que puede no tener una respuesta obvia: cuando somos verdaderamente creyentes, ¿cómo es que tenemos fe? Como nos enseña San Pablo, somos creyentes porque el Espíritu Santo habita en nuestros corazones, permitiéndonos vivir con creatividad y caridad. Este Espíritu nos libera del miedo, nos hace hijos de Dios y nos da la fuerza para afrontar los retos de la vida con amor y esperanza.

 

La Jornada de oración nos invita a transformar nuestra fe en acciones concretas por el bien de la creación. Es una llamada a la conversión profunda, que nos lleva a pasar de la arrogancia de la dominación al cuidado amoroso de nuestra casa común. En un mundo marcado por la injusticia y el sufrimiento, nuestra esperanza cristiana no es una ilusión, sino una fuerza real que nos anima a trabajar por un futuro de paz y armonía.

 

Unidos en la fe y en la acción, podemos marcar la diferencia. Cuidar de la creación no es sólo una responsabilidad ética, sino un compromiso teológico que implica a toda la creación. Juntos, podemos dar testimonio del amor de Dios mediante gestos concretos, ayudando a construir un mundo en el que la humanidad y la naturaleza vivan en armonía.

 

Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración para el Cuidado de la Creación 2024

Leer más sobre la presentación del Mensaje en la página web del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral 

Leer más sobre el Tiempo de la Creación 

Infografía 

Presentación de la JMOCC 2024

acutis

Carlo Acutis: «NO YO, SINO DIOS»

Frente a la muerte, la esperanza de cada ser humano es puesta a prueba. No solo eso, sino que cuando se trata de la enfermedad y la muerte de un joven, la misma vida parece tambalearse en el borde de lo incomprensible. Y sin embargo, existen testimonios que penetran en la oscuridad de la razón como un rayo de sol y calientan el corazón de quienes han dejado de esperar. La vida de Carlo Acutis es uno de esos rayos de sol.

Carlo se enferma a los 15 años, en los primeros días de octubre de 2006. Todo hace creer que es una gripe, pero, después de realizar los exámenes clínicos, los médicos pronuncian su diagnóstico: «Es una leucemia fulminante». El 12 de octubre, Carlo deja este mundo. Su cuerpo es velado por un continuo peregrinaje de personas que lo han conocido. La misa de exequias está llena. Los mismos padres dicen que, junto a un dolor desgarrador – que solo quien da la vida puede entender – sienten una paz, signo no de «un fin», sino de «un con-fín» para vivir con su hijo Carlo.

carlo acutis

Pero hay más. Desde el momento en que Carlo deja esta vida, no cesan de llegar testimonios, relatos, recuerdos y correos electrónicos de muchas partes del mundo que tienen un denominador común: para aquellos que lo encuentran, Carlo sigue viviendo más allá del límite de la vida. Basta con escribir en un motor de búsqueda «Carlo Acutis» o en sus perfiles en Facebook para constatar los numerosos contactos y blogs en todos los idiomas que hablan de él; incluso el sitio web dedicado a él ha tenido aproximadamente 180.000 visitas. No solo es la red la que está difundiendo la figura de Carlo, sino también el «boca a boca» de los grupos juveniles eclesiales. El ejemplo de Carlo ya es considerado en muchas diócesis italianas como el símbolo de centros juveniles y centros vocacionales. Y en poco tiempo la figura de Carlo ha sobrepasado las fronteras nacionales.

Francesco Occhetta @laciviltacattolica

Enlace al artículo completo t.ly/YkT7O

*En el último consistorio de Cardenales, el Papa Francisco anunció que la canonización de Carlo Acutis se realizará ‘en fecha a determinar’, (probablemente durante el Jubileo de 2025).

Consistorio Ordinario Público de Cardenales 1 de julio de 2024

«Mi padre era un extranjero» La enseñanza bíblica sobre los migrantes (fragm.)

El sabio Qohelet decía: «No hay nada nuevo bajo el sol. ¿Hay acaso algo de lo que se pueda decir: “Mira, esto es una novedad”? Esto ya ocurrió en los siglos que nos precedieron» (Qo 1,9-10). Sin embargo, todos nosotros inevitablemente olvidamos lo que sucedió tiempo atrás, y por eso ciertos fenómenos nos parecen inusuales, excepcionales, sin comparación; en su supuesta anormalidad, se convierten en fuente de angustiosa preocupación. Entre estos eventos sorprendentes e inquietantes podemos incluir las oleadas migratorias que, desde África, el Cercano Oriente y Europa Oriental, se están volcando en estos años, como una marea imparable, hacia territorios de esperanza, hacia lo que nosotros, europeos, consideramos «nuestra» tierra.

Ahora bien, al observar detenidamente, no hay casi ninguna región o nación que en su historia no haya visto llegar, a veces desde muy lejos, caravanas o grupos étnicos enteros con la intención de establecerse en tierras extranjeras, consideradas oasis favorables. «Nuestra» Europa, en particular, es el resultado de un proceso milenario de invasiones, éxodos de poblaciones y mezclas; a su vez, ha producido grandes flujos migratorios hacia otros continentes, especialmente hacia las Américas y Australia, pero también hacia África y, en parte, hacia Asia. Quienes partían estaban convencidos de honrar el derecho de toda persona a la supervivencia y al bienestar, y en ciertos casos se enorgullecían de contribuir con su trabajo y su cultura al progreso civil de la humanidad. Es necesario, por tanto, tener en cuenta la historia, incluso la más remota, con su aporte de sabiduría, para interpretar correctamente la particularidad, considerada dramática, del momento presente.

El olvido del pasado es un factor de insensatez. Así nos lo dice la Escritura, desde el comienzo de la historia de Israel. La familia de Jacob, compuesta por unas setenta personas (Dt 10,22), para escapar de una carestía persistente, se trasladó a la tierra de Egipto; allí encontró prosperidad, y promovió además la riqueza económica del país anfitrión (Gn 46,31-34; 47,1-10). Pero «asumió el poder en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José» (Ex 1,8). Con el paso de los años se perdió la memoria de aquel inmigrante que había enriquecido a todos con su especial sabiduría. Del olvido surgen sentimientos inadecuados y acciones vergonzosas.

Los egipcios perciben la presencia vital de los hebreos como una amenaza; quien había recibido el estatus sagrado de huésped (hospes) se transforma en enemigo (hostis). El temor de ser superados tiene alguna justificación, debido al número creciente de aquellos que continúan siendo definidos como extranjeros y, por lo tanto, peligrosos; sin embargo, cuando no se controla, el miedo se convierte en un mal consejero. Dado que la autoridad política considera siempre que es sabio y es un deber usar todos los medios para proteger el interés primario de los ciudadanos, el faraón sugiere «tomar medidas sabias» que impidan la proliferación del supuesto adversario (Ex 1,10).

Sabemos que, en la historia de los hebreos, tal directriz operativa tomó la forma de normas que imponían a los inmigrantes condiciones crecientes de servidumbre, con maltratos y humillaciones, hasta la eliminación física de la vida naciente (Ex 1,11-22). El río de Egipto se convirtió entonces en la tumba de los recién nacidos hebreos, como el Mediterráneo se ha «convertido en un inmenso cementerio» para miles de refugiados, entre ellos muchos niños.

La Biblia es un vehículo de memoria: con sus relatos nos hace recordar cómo procesos de miedo inmotivado determinan actos que se presentan oficialmente como medidas necesarias para la protección de los ciudadanos, pero que en realidad son disposiciones insensatas e inhumanas. El aporte de la palabra de Dios es sumamente valioso, porque nos pide identificarnos espiritualmente con el pueblo judío, posicionándonos así del lado de los sin tierra; cada lector de la Escritura está invitado a decir: «Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres» (Dt 26,5).

La Biblia nos pide hacer memoria, asumiendo espiritualmente el estatus del inmigrante, porque en él se entrega un misterio de gracia y un camino de sabia justicia. Intentemos demostrarlo dejándonos guiar por las páginas bíblicas.

Pietro Bovati

@laciviltacattolica­­

Enlace al artículo t.ly/OAt04

Papa Francisco: «Para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas, sin prejuicios»

Durante su reflexión del Ángelus de este domingo 30 de junio, el Papa Francisco alentó a los fieles a ser ejemplo como Jesús, por lo que pidió no excluir a nadie y a amar a todos sin etiquetas ni prejuicios.

«Hermanos y hermanas, miremos al corazón de Dios, para que la Iglesia y la sociedad no excluyan, no excluyan a nadie, para que no traten a nadie como “impuro”, para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas, sin prejuicios, para que sea amado sin adjetivos».

El Pontífice hizo su reflexión, ante miles de personas que iban llegando a la Plaza de San Pedro, tomando el texto del Evangelio (Mc 5,21-43), en el que Jesús se deja tocar por una mujer hemorroísa, a quien cura; y en el que resucita a la hija de Jairo.

“Dos milagros, uno de curación y otro de resurrección. Estas dos curaciones se relatan en un único episodio. Ambas suceden a través del contacto físico. De hecho, la mujer toca la túnica de Jesús y Jesús toma de la mano a la pequeña”, señaló.

Dios siempre nos levanta

El obispo de Roma, explicó que con estos dos milagros se da el contacto físico con personas consideradas impuras, algo que Jesús no teme, antes bien “desafía una concepción religiosa equivocada, según la cual Dios separa a los puros por un lado y a los impuros por otro. En cambio, Dios no hace esta separación, porque todos somos sus hijos, y la impureza no deriva de alimentos, enfermedades y ni siquiera de la muerte, sino que viene de un corazón impuro”.

Agregó que «frente a cualquier situación que pueda abatir al ser humano, enfermedades del cuerpo o el alma e incluso cualquier situación de pecado «Dios no nos mantiene a distancia, Dios no se avergüenza de nosotros, Dios no nos juzga; al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte».

Dios no discrimina a nadie porque ama a todos

Seguido, alentó a fijar en el corazón la mirada de Jesús: “Dios es el que te toma de la mano y te levanta, el que se deja tocar por tu dolor y te toca para curarte y darte de nuevo la vida. Él no discrimina a nadie porque ama a todos”.

El Evangelio – señaló el Papa- nos invita a preguntarnos: ¿Nosotros creemos que Dios es así? ¿Nos dejamos tocar por el Señor, por su Palabra, por su amor? ¿Entramos en relación con los hermanos ofreciéndoles una mano para levantarse o nos mantenemos a distancia y etiquetamos a las personas en base a nuestros gustos y a nuestras preferencias?”.

Y concluyó “Nosotros etiquetamos a las personas. Hago una pregunta: ¿Dios, el Señor Jesús, etiqueta a las personas? Que cada uno se responda. ¿Y yo vivo continuamente etiquetando a las personas?”.

@ADNCelam t.ly/JvzGp

Lideres Discernimiento Sarasua Guilat Serrano

Se buscan líderes que contagien Evangelio

LiDE (Liderazgo de Discernimiento Sinodal), es un proyecto que nació de la mano del jesuita Elías López y que arrancó en febrero de 2021 con su primera promoción de 25 participantes, en plena resaca pandémica, con mascarillas por doquier.

Por LiDE ya han pasado en estos años 180 personas con alguna responsabilidad en más de 20 instituciones como Cáritas, los salesianos, la Compañía de María, la Institución Teresiana, la Compañía de Santa Teresa de Jesús… Además de sacerdotes de las diócesis de Tenerife y Valencia.

Aunque la iniciativa dio sus primeros pasos de la mano de la Universidad Pontificia Comillas y de Porticus, ahora tiene entidad autónoma, con un título académico propio y el respaldo de una docena de congregaciones y plataformas eclesiales que se han conformado en una asociación. Al frente, en el Consejo de Dirección se encuentran como presidente Iñaki Sarasua, provincial de los marianistas; Marta Guitart, provincial de Jesús-María, como secretaria; y Jorge Serrano, director general de la Fundación para la Ciudadanía Global, como tesorero.

Sarasua considera que “basta con adentrarse en el Evangelio para descubrir todo lo que nos enseña Jesús en materia de liderazgo, en la manera en la que acompañaba a la gente, en la confianza desde la libertad que daba al grupo de sus discípulos, en cómo era su interlocución con el resto del mundo de su tiempo”.

“No hemos de olvidar que el liderazgo de Jesús, de puertas para fuera, solo se entiende si se aborda de puertas para dentro, desde cómo conecta con su fuente, que es el Padre”, subraya la provincial de las religiosas de Jesús-María, que pone el foco en que “la dinámica orante continua de Jesús es de donde brota lo demás”.

Finalmente, Jorge Serrano, el director general de Ciudadanía Global, señala dos caminos para que el estilo sinodal cuaje: desde la verticalidad, con un plan establecido de arriba a abajo, y desde la base: “En LiDE hemos apostado por la horizontalidad, una propuesta en red, en colaboración, buscando sinergias, escuchando a todas las organizaciones involucradas para ver qué se necesita para lograr un liderazgo sinodal. Por eso es importante tanto el contenido como la forma”.

La importancia del discernimiento

Eduardo Escobés es padre de familia y trabaja en el ámbito de la política social en una fundación de desarrollo. Es, además, el presidente de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) en España desde 2019. Cinco años en los que ha estado al frente de esta red mundial de laicos de espiritualidad ignaciana presente en 75 países del mundo y que, en España, aúna a 1.200 personas en distintos procesos de incorporación a la comunidad. En su caso, aprovechó esta experiencia de liderazgo para participar en los primeros momentos de preparación del programa LiDE. Así, fue ‘partner’ y estuvo en el proceso de idear el programa que después se ha comenzad a impartir.

“Para mí hay un componente del programa LiDE que conecta de forma directa con la Iglesia sinodal, es decir, plural y diversa”, señala, “y no es otra que el reconocimiento de los diferentes carismas y formas de recibir y expresar la fe”. Y es que, según subraya, “cada uno sabe cómo Dios le habla y a qué le llama”. Este llamado de Dios conecta directamente con el discernimiento, un elemento, dice, que es “clave” en su vida, “en lo personal, en lo comunitario y en mi responsabilidad en relación con la Iglesia y con el mundo”.

“Parte del ADN del programa LiDE es el discernimiento”, explica Escobés. Y este no es únicamente “a ver qué decido hacer” sino también “ser capaz de ponerse, en lo individual y en lo colectivo, a la escucha de lo que Dios quiere, e intuir, desde esa oración –que no es solo la que surge en silencio, en lo personal, sino también en ese ruido del mundo de hoy– hacia dónde intuimos que Dios nos está llevando”.

@VidaNuevaDigital t.ly/8rfH5

Para conocer más de la propuesta  Módulo 1      Módulo 2          Módulos 3 y 4

Las dos banderas, la ética y la estética  

En los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola se propone una meditación en la que el ejercitante debe de considerar bajo qué bandera, ejército o línea de actuación se reconoce. Si junto a Cristo en Jerusalén, lugar hermoso y gracioso, o en Babilonia, donde el malo convoca a sus huestes entre el fuego y el humo.

Ignacio conoció Tierra Santa, estuvo allí en 1523, pocos años después de que fuera incorporada al Imperio Otomano en 1517. Aún no estaban construidas las murallas de Jerusalén que hoy conocemos, pues fueron hechas por Suleiman entre 1535 y 1538. Es cierto que el sentido espiritual de Jerusalén es muy fuerte, ciudad santa para tantas religiones… Pero su distribución y arquitectura es más bien caótica, quizás la vista más bella que pudo contemplar Ignacio fue al subir al lugar de la Ascensión del Señor, desde donde se contemplan la cúpula de la Roca y los muros del antiguo Templo, con la puerta dorada por donde entrará el Mesías, inaugurando la Jerusalén celeste. Esta Jerusalén futura es a la ciudad que se está refiriendo Ignacio, y que colma su pensamiento. Ya que, puestos a pensar, la Babilonia donde murió Alejandro, sería un derroche de grandiosidad, por su disposición, sus palacios y sus jardines, lo que ha llevado a colocarla como una de las maravillas del mundo antiguo.

Pero Ignacio no fija la belleza en lo que realmente pudo llegar a ser Babilonia en contraposición con Jerusalén, sino en la Babilonia de la tradición griega y romana y especialmente bíblica, de ciudad de lujos, veleidades y vicios. En contraposición a la ciudad donde se peregrina y se ora y donde se espera que Dios inicie su reinado. No es que Ignacio tuviese mal gusto, ni mucho menos, sino que en el trasfondo de este ejercicio desarrolla un concepto estético desde lo puramente teológico: para él lo bello está unido a lo santo.

Pedro Rodríguez López, sj

@PASTORALSJ

t.ly/NjuEr

EVANGELIO DEL DOMINGO: «DIOS QUIERE LA VIDA»

Niña, levántate.

EL ser humano se siente mal ante el misterio de la muerte. Nos da miedo lo desconocido. Nos aterra despedirnos para siempre de nuestros seres queridos para adentramos, en la soledad más absoluta, en un mundo inexplorado en el que no sabemos exactamente qué es lo que nos espera.

Por otra parte, incluso en estos tiempos de indiferencia e incredulidad, la muerte sigue envuelta en una atmósfera religiosa. Ante el final se despierta en no pocos el recuerdo de Dios o las imágenes que cada uno nos hacemos de él. De alguna manera, la muerte desvela nuestra secreta relación con el Creador, bien sea de abandono confiado, de inquietud ante el posible encuentro con su misterio o de rechazo abierto a toda trascendencia.

Es curioso observar que son bastantes los que asocian la muerte con Dios, como si ésta fuera algo ideado por él para asustarnos o para hacernos caer un día en sus manos. Dios sería un personaje siniestro que nos deja en libertad durante unos años, pero que nos espera al final en la oscuridad de esa muerte tan temida.

Sin embargo, la tradición bíblica insiste una y otra vez en que Dios no quiere la muerte. El ser humano, fruto del amor infinito de Dios, no ha sido pensado ni creado para terminar en la nada. La muerte no puede ser el objetivo o la intención última del proyecto de Dios sobre el hombre.

Desde las culturas más primitivas hasta las filosofías más elaboradas sobre la inmortalidad del alma, la humanidad se ha rebelado siempre contra la muerte. El hombre sabe que morir es algo natural dentro del proceso biológico del viviente, pero, al mismo tiempo, intuye más o menos oscuramente que esa muerte no puede ser su último destino.

La esperanza en una vida eterna se fue gestando lentamente en la tradición bíblica no por razones filosóficas o consideraciones sobre la inmortalidad del alma, sino por la confianza total en la fidelidad de Dios. Si esperamos la vida eterna es sólo porque Dios es fiel a sí mismo y fiel a su proyecto. Como dijo Jesús en una frase inolvidable: «Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos están vivos» (Lucas 20, 38).

Dios quiere la vida del ser humano. Su proyecto va más allá de la muerte biológica. La fe del cristiano, iluminada por la resurrección de Cristo, está bien expresada por el salmista: «No me entregarás a la muerte ni dejarás a tu amigo conocer la corrupción» (Salmo 16, 10). La actuación de Jesús agarrando con su mano a la joven muerta para rescatarla de la muerte es encarnación y signo visible de la acción de Dios, dispuesto a salvar de la muerte a todo ser humano.

José Antonio Pagola

CICLO B. Domingo XIII del Tiempo Ordinario