Entrañable Dios. Las obras de misericordia…

La misericordia constituye el centro del mensaje de la Biblia y de la tarea actual de los cristianos y de la humanidad entera. Este libro trata de ella y la entiende (la presenta) como amor entrañable de Dios y compromiso de solidaridad y ayuda mutua entre los hombres.

En las primeras páginas, José Antonio Pagola expone desde Jesús el tema de conjunto de la obra, como en un preludio musical que marca y anuncia el tono y melodía de todo lo que sigue; a partir de ahí, Xabier Pikaza desarrolla el argumento, analizando los diversos momentos de la Biblia, para detenerse al fin en las siete (catorce) obras de misericordia de la Iglesia.

Ambos autores ofrecen esta obra como un homenaje a los millones de cristianos y personas justas de toda religión y pueblo que han sido y son testigos del Dios clemente y misericordioso, rico en piedad y leal (Ex 34,6-7).

Presentación

Tres cosas convierten al hombre en humano (la justicia, la misericordia y la fidelidad: Mt 23,23), y en medio de ellas se encuentra la misericordia, entendida como amor que brota de la entraña de Dios y se expresa en obras de justicia y fidelidad humanas. No es una simple virtud privada, sino la esencia del entrañable Dios, que se expresa en los nombres de su revelación (Sinaí: Ex 34,6-7) y en las obras de su juicio final (dar de comer y beber, acoger al extranjero y al desnudo, cuidar al enfermo y al encarcelado), según el Evangelio (Mt 25,31-46).

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Este libro expone el sentido de ese entrañable Dios y de sus obras de misericordia, con motivo del año jubilar 2016, proclamado por el papa Francisco en su bula El rostro de la misericordia (MV, abril de 2015) y en su libro El nombre de Dios es misericordia (enero de 2016), y así lo hemos escrito escuchando y recorriendo el camino entrañable de Dios en la Biblia, para detallar al fin las siete (o catorce) obras de misericordia corporales y espirituales (cf. Catecismo de la Iglesia, núm. 2447).

De la entraña de Dios y de nuestra acogida a su amor, en justicia y fidelidad, depende el futuro de la vida, pues de la misericordia nacemos y solo en ella vivimos, de forma que si la olvidamos, respondiendo con pura violencia a la violencia del ambiente, acabaremos matándonos todos.

Este es un libro a dos manos. J. A. Pagola expone el tema de conjunto, como en un preludio musical, que marca y anuncia el tono y la melodía de todo lo que sigue; X. Pikaza desarrolla el argumento central, analizando, de un modo unitario, los diversos momentos de la Biblia, para detenerse al fin en las seis o siete (catorce) obras de misericordia de los hombres. Es un libro de testimonio y estudio, de oración y compromiso, que se ratifica en las obras de misericordia, abriendo un camino de enseñanza y práctica cristiana que nos hace colaboradores de Dios en su tarea creadora y salvadora, como muestran las tres partes que siguen:

1. Antiguo Testamento: Entrañas de Misericordia. Trata básicamente de Dios, entendido como fuente personal y camino de misericordia, partiendo de la teofanía de Ex 34,6-7, con las leyes de protección de los débiles y de redención del jubileo, a las que se une el mensaje de los profetas y la oración de los salmos.

2. Nuevo Testamento: Tiempo de misericordia. Presenta a Jesús como iniciador y testigo de la misericordia «humana» de Dios, no solo en el sermón de Nazaret (Lc 4,18-19), sino en toda su vida, tal como se despliega y ratifica en las seis obras de misericordia de Mt 25,31-46.

3. Iglesia: Obras de misericordia. Partiendo de esa tabla de Mt 25 (dar de comer y beber, acoger al extranjero…), la Iglesia ha fijado el camino de las obras de misericordia corporales y espirituales, internamente unidas, como revelación de Dios y compromiso de vida de los hombres.

Recogemos en el libro la tarea de otros muchos estudiosos de la Biblia y de la vida cristiana, como puede verse en la bibliografía del final (con autores como Calleja, Glueck, Kasper, Rocchetta y Sobrino), y lo ofrecemos como un homenaje a los millones de cristianos y hombres justos de toda religión y pueblo, que han sido testigos del Dios clemente y misericordioso, rico en piedad y leal (Ex 34,6-7), que sigue actuando en la historia de los hombres.

J. A. Pagola y X. Pikaza,

 

Paraguay: Formación permanente para Crecer en la Fe y el Servicio

En el Centro Cristo Rey de Asunción el sábado 20 de febrero se realizó la primera jornada de formación permanente “Para Crecer en la Fe y el Servicio”, afianzando la colaboración en la misión entre laicos y jesuitas. Participaron más de 100 personas, miembros de obras y movimientos ignacianos.

En el primer día del curso se hizo la presentación general del plan de formación y se abordaron temas como la autoestima, la autobiografía para descubrir y sanar las heridas personales y la importancia del desarrollo de la inteligencia emocional.

Este nuevo curso surge como continuidad del proceso que se inició con el Programa Cardoner, implementado en la provincia desde el 2013. Es el Segundo Nivel de formación para la misión conjunta entre laicos y jesuitas. Es una propuesta elaborada por el sector Colaboración de la Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina (CPAL) con los sectores educación, espiritualidad y apostolado social.

El Plan de Formación pretende abarcar los ámbitos intelectual, espiritual-afectivo, comunitario y apostólico. Apuesta al fortalecimiento del cuerpo apostólico y colaboración en la misión, y a renovar la calidad evangélica del Cuerpo Apostólico de la Compañía, promover las redes ignacianas, la formación conjunta de laicos y jesuitas, y adecuar nuestras estructuras, estilos de gobierno y de gestión para la misión en colaboración con otros.

Se desarrollará en 15 módulos durante tres años (cinco por año), acompañado de tutoría permanente. Se estima una dedicación de 40 a 50 horas promedio por módulo, incluyendo actividades de tipo presencial, estudio personal, etc.

Jesuitas Paraguay

 

entreParéntesis: Un año dialogando en las fronteras

La iniciativa jesuita entreParéntesis, dedicada a dialogar en las fronteras, cumple un año de presencia en la esfera digital. Lo hace presentando su renovado portal web (www.entreparentesis.org), convocando a una quedada en Twitter el jueves 28 de enero a las 9 de la noche, con el hashtag #DialogarEnLasFronteras, y ofreciendo un balance de los frutos logrados en este tiempo de andadura.

En este año 2015, entreParéntesis ha recibido 132.000 usuarios que han visitado 350.000 páginas, de las que 285.000 han sido vistas únicas. En conjunto, ha habido 200.000 sesiones en la web, de las que 77.000 han llegado a través de Facebook y 40.000 a través de Twitter. Un dato destacable, en cuanto a los perfiles, es que el 60% de losusuarios tiene entre 18 y 34 años. En estos momentos, entreParéntesis cuenta con más de 5.500 seguidores en redes sociales (2.482 en Facebook y 3.044 en Twitter).

Más allá de los números y de la cantidad, importa la calidadde lo ofrecido. “Los retos sociales, políticos, culturales y eclesiales del momento son muy grandes. Y tenemos la responsabilidad de ofrecer una aportación seria a ellos”, afirma el jesuita Daniel Izuzquiza, director de entreParéntesis. “Hablamos desde nuestras convicciones y lo hacemos abiertos a todas las voces, coincidentes o discrepantes, que quieran conversar con nosotros. Tenemos algo que decir. Y mucho que escuchar y que aprender”.

La coordinadora del área de Religiones en el Espacio Público, Olga Belmonte, insiste en la necesidad de “crear un ambiente en el que creyentes de diversas confesiones y personas no creyentes puedan sentirse en casa y construir juntos”. Esto se hace cada vez más acuciante en la medida en que la diversidad y el pluralismo no siempre llevan al encuentro y el entendimiento. En este año se han realizado más de 20 actos públicos,mesas redondas y jornadas de debate: la primera, con José María Gil-Tamayo, secretario general de la Conferencia Episcopal Española; la última, con Juan López de Uralde, líder ecologista y diputado en el Congreso. Muchos de estos actos se pueden ver en el canal de Youtube de entreParéntesis, que cuenta con 28 videos y un total de 11.000 visualizaciones.

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El jesuita Raúl González Fabre, coordinador del área de Justicia y Solidaridad, señala que “se trata de estudiar cuestiones relevantes que no tienen solución evidente y de debatir en torno a ellas”. No se trata de repetir lo ya sabido, sino de explorar cuestiones abiertas. Los seminarios internos responden a este objetivo; tres ejemplos de los realizados en este año son: “La solidaridad como bien público”, “Religión y religiones en la plaza pública” y “¿Hasta dónde puede llegar el Estado?”.

Desde el área de cultura digital, se considera que el continente digital es mucho más que una herramienta o una técnica. Es una cultura, un contexto, un ambiente. “Debemos discernir las oportunidades y los riesgos, no solo en el terreno práctico, sino sobre todo en el nivel antropológico”, afirma José Fernando Juan Santos, coordinador del área. Por ello, entreParéntesis se hace presente a través de un blog de opinión, que busca combinar agilidad y reflexión sosegada. En este año de funcionamiento, se han publicado unas 800 entradas. Doscientas de ellas tienen más de 1.000 visitas cada una y hay 14 posts que han superado las 5.000 visitas.

Todo ello es posible gracias a un equipo amplio decolaboradores, formado por 24 blogueros habituales y otros 50 más puntuales. “La tarea de coordinar a este equipo es un reto grande, pero muy enriquecedor”, según Paula Merelo, webmaster y community manager. “De este modo, podemos dialogar en las fronteras, como nos pide nuestra misión, de manera creativa, plural y dinámica”.

Jesuitas España.

 

Desarrollo Sostenible y Sociedades Inclusivas

Fuente: CPAL Social

Los mercados económicos y financieros han cobrado extraordinaria importancia en nuestros días. Su comportamiento afecta a la vida de la mayoría de los seres humanos que habitamos el planeta y repercute en el medio ambiente. La pobreza, la desigualdad, la degradación ambiental, el abismo económico entre países, los patrones de migración y la violencia son fuerzas altamente interdependientes que influyen en nuestro futuro común.

La crisis económica mundial que comenzó en 2008 fue predicha por algunos economistas, pero sorprendió a muchos otros, que no previeron los acontecimientos ni el daño que luego se produciría. Esta crisis indujo a muchos a examinar más detenidamente los “fundamentos” de nuestra economía global y las políticas que llevaron a los excesos causantes del colapso.

Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Francisco ha llamado reiteradamente tanto a la Iglesia como a la sociedad en general a conceder atención a los asuntos relacionados con la justicia en la economía global de nuestros días. En muchos de sus discursos y homilías, y especialmente en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium y la encíclica Laudato Si’, el Papa Francisco ha invitado a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad a prestar seria atención a algunos de los mayores retos de justicia que hoy se presentan en la vida social y económica. Entre las acciones que solicita el Papa se cuentan: aliviar el sufrimiento de los pobres, reducir la desigualdad entre ricos y pobres, superar los patrones de exclusión que tanto conflicto y tanta violencia causan en la actualidad. Reclama además un desarrollo sostenible en formas ecológicamente responsables, tema este al que ha dedicado una encíclica entera.

Construir sociedades inclusivas y sostenibles sobresale como una de las principales exigencias de nuestra época: sociedades que permitan a todos participar en la riqueza acumulada durante generaciones, con especial interés por los más vulnerables; sociedades comprometidas con la protección del medio ambiente. Este es el reto que se aborda en el presente documento, reflexionar cómo la economía actual afecta a la inclusión y la sostenibilidad y explorar vías a través de las cuales la economía pueda responder mejor a las necesidades de los pobres y del medio ambiente.

Los Secretariados de la Compañía para la Justicia Social y Ecología y para la Educación Superior pedimos a un grupo de trabajo (Task Force) compuesto de expertos que nos ayudaran a los jesuitas y a otros miembros de la familia ignaciana a afrontar tales retos. El presente informe es el resultado de los esfuerzos de ese grupo de trabajo, formado tanto por jesuitas, como por compañeros laicos. A todos ellos les estamos enormemente agradecidos por su dedicación y sabiduría: Germelino Bautista (Filipinas), Matthew E. Carnes sj (CFN), Gaël Giraud sj (GAL), David Hollenbach sj (MAR), María Eugenia Ibarrarán (México), François Pazisnewende Kabore sj (AOC) y Felix Raj sj (CCU). Proceden de las seis Conferencias de la Compañía. Apreciamos sinceramente su generosa donación de tiempo y consejo. Además del esfuerzo realizado, pidieron a dos docenas de colegas del campo de la economía y de las ciencias sociales su opinión sobre el primer borrador del informe. Los nombres de estas personas aparecen al final de este documento en la sección de agradecimientos.

En el limitado espacio de un informe como este tan solo se puede ofrecer una orientación general en lo relativo al desafío de la justicia económica en nuestros días. El grupo de trabajo ha empleado los recursos intelectuales de las ciencias sociales, la filosofía y la teología que los jesuitas y sus compañeros laicos son privilegiados de tener a su disposición. Esperamos que la reflexión que hemos sido capaces de llevar a cabo conjuntamente en este grupo de trabajo resulte útil en las múltiples obras e instituciones jesuitas repartidas por el mundo entero mientras prosiguen su trabajo en favor de una mayor justicia.

Por último, el presente informe no pretende ponderar ni debatir cuestiones específicamente locales o regionales. Antes bien, confiamos en que lo que aquí se dice será desarrollado en mayor detalle por grupos vinculados con la Compañía de Jesús a la luz de los retos que se plantean en las diferentes regiones y situaciones locales. Así pues, este informe no es más que un comienzo en la obra más amplia que los jesuitas y nuestros compañeros laicos podemos emprender en respuesta a los retos planteados por el Papa Francisco.

Michael Garanzini, S.J. – Secretario para la Educación Superior

Patxi Álvarez, S.J.- Secretario para la Justicia Social y la Ecología

 

Brecha digital profundiza exclusión de millones de personas

CPALSJ

Para 2020, unos 3.800 millones de hombres y mujeres en todo el Sur en desarrollo estarán conectados a Internet a través de sus teléfonos móviles, pero 40 por ciento de la población mundial todavía no tendrá acceso a la red de redes.

NACIONES UNIDAS, 25 feb 2016 (IPS) – “La brecha digital sigue siendo un abismo que deja a las personas pobres, a las de zonas rurales y a un desproporcionado número de mujeres varadas del lado equivocado”, señaló David Nabarro, asesor del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en temas de desarrollo sostenible, dijo a los participantes de la Cumbre Móvil Mundial, realizada en España.

“Los teléfonos móviles no solo contribuyen al desarrollo, también son una dimensión importante del mismo”, precisó en la cumbre inaugurada el lunes 22 en Barcelona y que terminó este jueves 25.

El encuentro reunió a unos 400 representantes del gobierno y del sector empresarial para discutir el papel de la tecnología móvil en el suministro de servicios esenciales, así como medidas para incluir a quienes todavía no están conectados.

Al presentar el mensaje del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, Nabarro subrayó la necesidad de cerrar la brecha digital.

“Ahora que nos disponemos a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuento con que vuestra industria trabaje con los gobiernos y la comunidad internacional para expandir la conectividad, eliminar las barreras al acceso y garantizar que las herramientas y las aplicaciones se desarrollen teniendo presente a las comunidades vulnerables”, subrayó.

Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), unas 4.300 millones de personas en el mundo no usan Internet, de las cuales 90 por ciento residen en los países en desarrollo.

El acceso a Internet a través de teléfonos móviles ha aumentado de forma sostenida, pero la brecha entre las naciones ricas y los países en desarrollo sigue siendo amplia, con 84 por ciento de la población conectada, en el primer caso, y 21 por ciento, en el segundo. Y aún en las primeras, hay una brecha entre las poblaciones rurales y las urbanas y entre hombres y mujeres.

Eso último se debe a la falta de señal en las zonas rurales, reveló la UIT en el informe “Midiendo la sociedad de la información”. A fines de 2012, todavía había 450 millones de personas en el mundo que vivían en zonas sin señal.

Además, en los países en desarrollo, las mujeres tienen casi 25 por ciento menos acceso a Internet que los hombres.

Ban también urgió a las industrias del sector a colaborar para usar los datos de forma responsable con fines humanitarios y de desarrollo.

El secretario general citó, en particular, el éxito de la iniciativa UN Global Pulse, que estudia cómo se pueden usar los datos móviles para mapear y reducir la propagación de la inseguridad alimentaria, crear planes informados de respuesta y gestión de desastres y comprender las consecuencias del cambio climático.

En la cumbre, la Fundación Vodafone presentó un nuevo equipo llamado “Instant Charge”, un cargador móvil portátil que puede recargar hasta 66 dispositivos a la vez y que fue creado teniendo en cuenta el enorme número de refugiados con teléfonos inteligentes, pero con limitada infraestructura para recargarlos en las costas europeas.

“Cuando la Fundación Vodafone, junto con Acnur (Agencia de la ONU para los Refugiados), estudió cómo ayudar (en el marco de la actual crisis humanitaria), uno de los pedidos de uno de ellos fue ‘¿cómo puedo cargar mi celular?’”, relató el gerente de programa de redes instantáneas, Oisin Walton.

Otro asunto importante es la disponibilidad de Internet inalámbrico en las islas griegas de Lesbos y Samos para que los refugiados compartan información vital sobre los tratantes de personas y sobre rutas seguras a Europa.

Los ODS incluyen metas para aumentar la disponibilidad y el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación.

Conversaciones con el Padre General

En su Conversación con el P. General de este mes, el P. Patrick Mulemi habla con el P. Adolfo Nicolás y el P. Patxi Álvarez de los Mozos, Secretario para la Justicia Social y la Ecología, sobre el compromiso de la Compañía en temas de ecología y el medio ambiente.

¿Qué reacción provocó en usted la Laudato Si’?

R. Me alegró mucho que el Papa la escribiera. He vivido más 30 años en Japón y soy testigo de lo mucho que significan la naturaleza y la creación para el pueblo japonés. Me llena de alegría que el cristianismo sea capaz de decir una palabra llena de sentido tanto sobre la naturaleza como sobre la creación. Especialmente significativo me parece el que se ponga de relieve la estrecha relación entre la naturaleza y sus problemas con los pobres, que son los primeros que padecen las consecuencias de nuestra irresponsabilidad con la naturaleza: es lo que vemos en todo el mundo. El budismo tiene un profundo respeto por la vida en todas sus formas. Se basa en la convicción budista de que todo ha sido tocado por lo divino (como diría el Sintoísmo tradicional), o por la naturaleza de Buda (como dirían los budistas).

En el Instituto de Pastoral de Manila, en Filipinas, había un monje budista. Estaba haciendo un doctorado sobre Cristianismo, porque eso era lo que enseñaba en una universidad budista en Sri Lanka. Estuvo en Filipinas cinco años enteros, y nadie fue testigo jamás de que matara ni un mosquito de los que allí tanto abundan, como solemos hacer nosotros. Esto supone un gran respeto por la vida y ser muy consecuente con lo que uno cree. Me pregunto qué testimonio daríamos nosotros en circunstancias parecidas. La Laudato Si’ nos hace una invitación que espero aceptemos.

¿Cómo puede la Compañía secundar al Santo Padre en sus deseos de que fijemos nuestra atención en la naturaleza?

R. En primer lugar podemos ayudar difundiendo el mensaje en nuestros lugares de trabajo. Y me refiero a universidades, cuya investigación tiene un influjo múltiple en la sociedad, a colegios, parroquias y centros de todo tipo con las obras que dependen de ellos y en las que estamos comprometidos. Podemos ayudar también haciendo un seguimiento de las actuaciones en favor de la naturaleza que fomentan los políticos, o implicándonos en el movimiento global de respeto a la naturaleza para hacer posible que nuestros descendientes gocen de ella. Estamos ante una cuestión de la que nadie está excusado y de la que todos somos responsables. Como jesuitas estamos llamados en lo más profundo a descubrir cuál es el mejor modo en que cada uno puede ayudar al mundo, conscientes de que todo lo que hagamos por la naturaleza será un excelente servicio a la humanidad, especialmente a los pobres.

¿Tiene noticia de algunas iniciativas concretas de la Compañía a propósito de la ecología?

R. Sé que nuestro Secretario para la Justicia Social y la Ecología está preocupado con este tema. Sé que están naciendo nuevas redes que alientan un trabajo de colaboración en África, Latinoamérica, India y otras partes del mundo. Le sugiero que si quiere profundizar en ello entreviste al P. Patxi Álvarez, Secretario para la Justicia Social y la Ecología en la Compañía.

Estos temas de la ecología, ¿cuándo y cómo comenzaron a relacionarse con el apostolado social de la Compañía?

R. En términos generales la Compañía comenzó a implicarse en temas de ecología al tener experiencia de que la degradación ambiental afectaba a las poblaciones rurales y empobrecidas con las que los jesuitas estaban comprometidos. Ya desde el comienzo ha existido un nexo de unión entre la defensa de los pobres y la protección del medioambiente. En tiempos más recientes hemos procurado fortalecer la conexión entre estas tres áreas de nuestra misión: el cuidado de la creación, el servicio a los pobres y la promoción de estilos de vida que respeten la creación. A partir de la última Congregación General el P. General decidió que el Secretariado para la Justicia Social se ocupase también de las cuestiones referentes a la ecología. Por eso ahora se llama Secretariado para la Justicia Social y la Ecología.

El P. General afirma que están naciendo nuevas redes a lo largo y ancho del mundo jesuítico, que van uniendo a jesuitas y colaboradores de todo el mundo, que así dan una respuesta apostólica común, ¿nos podría hablar de alguna de esas redes y de cómo trabajan?

R. Las redes son muchas. Le mencionaré sólo algunas activas en el campo de la ecología. Ecojesuit es una página web que se muestra lo que hacen las obras de la Compañía en esta área. Hoy por hoy es una referencia fiable para todo aquel que quiera conocer lo que está haciendo la Compañía a nivel internacional. Ecojesuit tiene detrás una red ecológica que se preocupa sobre todo de la cuestión del agua: «Agua para todos» es una de sus actividades que están promoviendo en la actualidad. Otra iniciativa reciente, Healing Earth, es un libro de texto online para estudiantes. Ofrece información científica, reflexiones éticas y espirituales y propuestas de acción. En este libro han colaborado unas 90 personas. Aún añadiría otra red internacional, Justicia en la Minería: se trata de una iniciativa de la Compañía para defender a poblaciones pobres afectadas por actividades de la minería en varios países.

¿Puede indicarnos algunas iniciativas que se estén realizando hoy en el mundo, en materia de ecología y medio ambiente?

R. Nuestros colegios y universidades intentan que la ecología forme parte de sus planes de estudio y se haga presente en sus campus. En el Sector de Educación va tomando cuerpo la idea de que nuestros campus deben ser «verdes». Los estudiantes son cada vez más sensibles a los problemas de la ecología, con la importancia que esto tiene tratándose de futuros líderes. En la India la Compañía promueve un movimiento juvenil llamado Taru Mitra, Amigos de los Árboles: su interés es poner de relieve la importancia de los árboles y los bosques. Asombra el compromiso, la convicción y la creatividad de los jóvenes que participan en este movimiento. En América Latina, el Proyecto Pan-Amazónico es una empresa conjunta de la Compañía con las comunidades indígenas de la Amazonía: el proyecto abarca siete países. Defiende los derechos de estas comunidades y su entorno. En Asia Pacífico la Compañía está promoviendo un proyecto llamado Flights for Forests, Vuelos para los Bosques, de modo que los que emprenden un viaje aéreo den una cierta cantidad de dinero para la plantación de árboles. Camboya es uno de los lugares en los que se trabaja en la reforestación. Estos son sólo algunos ejemplos de iniciativas relacionadas con la ecología, pero hay muchas más.

Fuente: Jesuitas por el Mundo

 

Día del ayuno voluntario. Cena del Hambre en la Comunidad de Matrimonios Loyola.

La reunión mensual de la Comunidad de matrimonios del Centro Loyola en Murcia, España, ha coincidido esta vez con el Día del Ayuno voluntario y primer viernes de Cuaresma. Por ello, hemos querido dar un significado especial a esta noche, celebrando la ya tradicional «Cena del hambre».

La reunión comienza entorno al oratorio, en silencio, tomando conciencia de estar en presencia del Señor, poniendo en sus manos todo lo vivido durante este mes. Una breve oración nos abre el corazón y nos dispone a compartir el tema en los pequeños grupos. Recibimos el alimento espiritual, acompañados por nuestros consiliarios: P.Jose Luis Cano SJ, P. Justo Prieto SJ y P. Rafael Torcal SJ. Este mes hemos orado y trabajado el capítulo 10 de «Las Bienaventuranzas, camino de salvación» de A. Grünn.

Texto meditado antes de la cena:

“Dios nos ha regalado un mundo hermoso, para que podamos vivir todos felices. Porque los bienes son de Dios, no del primero que los coge y se adueña de ellos.

Sin embargo, hay mucha gente que sufre, que no tiene lo que a otros les sobra y tiran. Uno de los mayores pecados de la humanidad es la insolidaridad.

En esta celebración vamos a tomar conciencia de nuestra obligación, vamos a colaborar para acabar con este grave problema.

Vamos a sentirnos responsables de las enormes diferencias que existen entre los hijos de un mismo Padre -Dios.

¿Qué pensarán estas personas que pasan hambre comparando su vida con la nuestra? ¿Qué pensará Dios ante esta injusticia? Vamos a aprovechar el comiezo de esta celebración para pedir perdón a Dios.

Tenemos miedo de saber lo que pasa alrededor. No queremos conocer los problemas de la gente, porque así no tenemos necesidad de salir de nuestras comodidades para cambiar el mundo.

Señor, ten piedad…

Tenemos miedo de servir, de ayudar. Creemos que cada uno se basta a sí mismo y que si un día haces algo por los demás, ya nunca te van a dejar tranquilo. Por eso, preferimos venir a Misa, ocupar nuestro asiento y pensar que ya hemos cumplido…

Cristo, ten piedad…

No abrimos la boca para defender a nadie. Tampoco para condenar. Tenemos miedo a denunciar, miedo a ser testigos de Jesús y dejamos que las cosas sigan como están…

Señor, ten piedad…

Señor, que has querido que todos los hombres

seamos y vivamos como hermanos;

ayúdanos a comprender que,

mientras nosotros vivimos una vida feliz,

existen millones de seres humanos,

hijos tuyos y hermanos nuestros,

muertos de hambre y de abandono,

víctimas de la injusticia y de la explotación.

Haznos sentir la angustia

de la miseria universal

y líbranos de nuestro egoísmo y tacañería.

Te lo pedimos, por Jesucristo, Nuestro Señor.

Amén.

El profeta Isaías nos dice que la religión no está tanto en las prácticas religiosas, cuanto en las obras de justicia con los necesitados.

Is 58, 7-10

Esto dice el Señor:

Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo y no te cierres a tu propia carne.

Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana, te abrirá camino la justicia, detrás irá la Gloria del Señor.

Entonces clamarás al Señor y te responderá. Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la difamación, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.

Palabra de Dios.

«Las cifras son y resultan frías; pero tratemos de ver lo que hay detrás de estas cifras. Es impresionante. Es escandaloso y vergonzoso. Porque la verdad es que son personas como nosotros, con la misma dignidad y con los mismos méritos.

Cuarenta millones de niños mueren de hambre al año en el tercer mundo; para hacernos una idea más cercana: es como desaparecer en un año todos los habitantes del territorio nacional.

Más de mil millones de personas pasan hambre, es decir, una de cada cinco personas está mal alimentada.

Más de mil millones de personas deben vivir con menos de quince euros al mes. Es lo que nos gastamos en un menú de diario en cualquier bar.

Con lo que se gasta en un día de guerra se podría alimentar y vestir al tercer mundo, durante más de veinte años.

Si reducimos toda la población del mundo a un pueblo de mil habitantes, para no perdernos en millones… en este pueblo de mil habitantes se darían los siguientes problemas:

-750 personas del pueblo pasarían verdadera hambre.

-700 personas del pueblo morirían antes de cumplir los cincuenta años.

-600 personas del pueblo vivirían en chabolas, sin luz, sin agua, sin servicios de ninguna clase.

-250 personas del pueblo no sabrían leer ni escribir, serán totalmente analfabetos.

-80 personas del pueblo morirían antes de cumplir los cinco años de edad.

-60 personas del pueblo serían dueñas de todo: viviendas, terrenos, alimentos, empresas y comercios; manejarían todo el dinero de todos. 940 personas dependerían de esas personas ricas y poderosas.

Pues hermanos y hermanas, nosotros los que estamos aquí, somos unas de esas 60 personas ricas del pueblo, que tenemos mucho más de lo necesario para vivir, mientras los demás se están muriendo de hambre.»

Hermano, yo tengo hambre…

abre los ojos, contempla mi figura, mi semblante.

Con tus oídos escucha mi palabra suplicante:

Hermano, yo tengo hambre…

Se que buscas soluciones,

que estudias y que convocas mesas redondas con hombres de muy buena voluntad;

pero tal vez tú no sabes que me faltan mesa y pan

y voy a morir de hambre, mientras vosotros habláis…

No me digas que hay un Dios,

que a estos problemas humanos les puede dar solución:

Ese Dios nos hizo hermanos y nos dio como tarea

el cultivo de la tierra, el dominar lo creado,

la explotación de la mina, la riqueza del océano…

para que todos tuvieran una vida noble y digna;

para que alegres pudieran cantar un himno a la vida.

Somos los hombres los dueños de los mares y la tierra,

pero hay un torcido empeño en acaparar riquezas,

dejando a la mayoría en dolorosa miseria…

¡Dame mi pan! No te tardes que se me apaga la vida.

 

Si Dios llamase a tu puerta

seguro que le abrirías gozoso, con gran presteza

y mil cumplidos le harías;

pero mi voz no te inquieta; no quieres ver ni escuchar

y dices: «tanta miseria no puedo yo remediar».

No puedes tú resolver el gran problema del hambre.

Tú solo, no;

han de ser muchas manos, centenares de miles,

todas unidas en un gesto fraternal, intrépidas, decididas.

Más, para unir vuestras manos, tienen que estar vacías:

«Soltad las armas, hermanos» ¡No más guerras, haya paz!

Unid vuestras manos y colaborad juntos.

Libres de egoísmos, ¡dad!, ¡compartid!

Unid las manos, las mentes;

cread un nuevo orden.

¡Mirad, que le mundo es redondo y cuántas vueltas puede dar!

¡Si tú fueras el hambriento y sintieras soledad…!

Trabajad: estáis a tiempo. Colaborad.

¡Sonó la hora de un nuevo orden internacional…! “

Después de esta primera parte, pasamos todos juntos a compartir el alimento corporal. Este mes, sustituimos los alimentos que cada uno traemos de nuestras casas, por pan y aceite.

Tras este momento de oración, pasamos a cenar solidariamente el pan de la hermandad y a compartir nuestra ayuda como ofrenda a la obra social del Centro Loyola.

Jesuitas Murcia

 

Transformemos el mundo desde el afecto y la ternura

Mirando el mundo tal y como está no hay duda de que necesita una revolución. Necesita una revolución ecológica, política, social y económica, pero fundamentalmente necesita una revolución del afecto y la ternura. No nos podemos permitir ni un minuto más amar y amarnos tan poco y tan mal. Nuestro cuerpo, nuestra psicología y nuestro corazón ya no resisten más odio, desesperanza y egoísmo. No podemos con más desconfianza, más miedo y más indiferencia. Estamos hechos para el amor. Somos seres limitados. Vivimos en un cuerpo con necesidades concretas e ineludibles que van cambiando a lo largo de la vida. No podemos vivir ignorando la realidad de nuestra fragilidad y finitud. No podemos eludir nuestra necesidad de los demás, porque no podemos vivir sin amor ni reconocimiento. Nos necesitamos los unos a los otros, para sentir el calor de la estima y la amistad, para consolarnos de nuestra contingencia, para acompañarnos en nuestra soledad esencial. Nos necesitamos para sentirnos vivos, nos necesitamos para estar vivos.

No hay afecto sin el otro a quien amar. El afecto se expresa con palabras, gestos, actitudes y hechos. El afecto coge a toda la persona, transforma la cabeza, el corazón y los sentidos. En el abrazo, nos abrazan; en la mirada a los ojos, nos miran; en la cordialidad, el corazón se calienta; en la caricia, nuestra piel se siente reconfortada…

No hay riqueza que compre el afecto o que destierre el odio, ni hay dinero que construya la esperanza y la confianza. Es tarea de cada uno de nosotros en la desnudez de nuestra humanidad y es tarea de toda la comunidad humana, confiando, eso sí, en que en el corazón de cada hombre y cada mujer Dios ha sembrado ya la simiente del Amor.

Sin afecto y ternura, sin dedicar tiempo y energía a cuidarnos, estamos externalizando costes. Lo pagan nuestro cuerpo y nuestra psicología, lo pagan los más vulnerables y los excluidos de este mundo, lo paga la naturaleza, lo pagan las mujeres, lo pagan los niños y las niñas, las relaciones de vecindad, la familia, los amigos.

En un mundo hostil a la Vida y a la humanidad, que nos endurece el corazón y nos desintegra, reivindicamos la revolución del afecto y la ternura como punto de partida, como lentes con las que mirar el mundo y las personas. Es desde aquí, desde donde queremos poner el foco sobre cinco realidades que necesitan ser transformadas o acogidas.

1. La cuestión ecológica

Los síntomas de agotamiento que sufre la tierra (escasez de agua potable, pérdida de biodiversidad, pérdida de tierras de cultivo…) y los signos de alerta que constantemente da aquí y allá (desertificación, contaminación de ríos y mares…), son preocupantes.

Creer que la tecnología y la ciencia arreglarán el problema ecológico en el futuro es una falacia que nos anestesia y nos desresponsabiliza. Nos jugamos la vida en ello, la presente y la futura. Ya sufrimos los efectos: enfermamos y tenemos peor calidad de vida. Pero lo que aquí es una afectación que puede pasar desapercibida, en otros lugares es cuestión de vida o muerte. Hay lugares en los que el cambio climático y la acción irresponsable del ser humano sobre la tierra, matan. El abuso y su efecto no coinciden en el espacio y en el tiempo. Por ello tenemos que superar la «miopía espacial» y la «miopía temporal», y cambiar la mirada utilitarista y fragmentada de la realidad por una mirada sapiencial y holística. La revolución ecológica comienza por nosotros mismos. La conversión a la sobriedad compartida no solo permitirá que viviendo nosotros con menos, otros puedan vivir, sino que se revelará como factor de liberación para nosotros mismos. Tenemos que redescubrir la dimensión profética de los pequeños gestos cotidianos para mostrar que otras maneras de vivir son posibles. Así se va creando una cultura compartida de respeto a todo lo que nos rodea (consumo, hábitos, redes comunitarias…).

Nos tenemos que dar cuenta de que nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza no es diferente de nuestra manera de relacionarnos entre nosotros. Las relaciones humanas interpersonales, las relaciones de género, las relaciones entre las culturas, los pueblos, los Estados, pueden ser de dominio, de explotación, de falta de escucha… o al contrario.

La casa común necesita afecto y ternura, necesita cuidados urgentes y esto se tiene que traducir en una nueva manera de vivir, consumir y pensar el mundo y las relaciones, y también en nuevas formas de participación social y acción política.

2. La insoportable desigualdad

Concluimos el año 2015 con unas cotas de desigualdad inéditas hasta hoy: el 1% de la población ya tiene tanta riqueza como el 99% restante. El número de ricos (aquellos que tienen más de un millón de dólares) crece un 40% en España desde el inicio de la crisis. 6 billones de dólares se mueven en estos momentos de manera opaca en paraísos fiscales. Al mismo tiempo la pobreza en nuestras ciudades se cronifica: más de 1/3 de los hogares españoles tienen ingresos medios inferiores a los 800 euros mensuales; el paro disminuye solo a base de creación de puestos de trabajo precarios y mal pagados… y podríamos seguir.

La utopía de los más ricos tiene la forma de la peor distopía para los pobres, inconscientes los primeros de que el bienestar de los últimos es la única clave para el bienestar de todos. Somos conscientes de la dificultad de cambiar un sistema económico hegemónico a nivel mundial y enraizado culturalmente. El capitalismo solo es legítimo si es capaz de mejorar la vida de los que están peor. Cuando no lo hace, merece ser claramente cuestionado. Ahora sabemos que no podemos seguir viviendo así si queremos que otros puedan vivir mejor. Pero tampoco podemos seguir viviendo así porque este modelo de vida no nos hace más felices, más solidarios ni más humanos. En el «mientras tanto» de esta historia de dolor y sufrimiento, el afecto y la ternura que mueven a la compasión nos obligan a examinarnos. ¿Qué es aquello que me encadena y me deshumaniza? ¿Cómo puedo vivir de manera más solidaria y comunitaria?

3. De la hostilidad y el rechazo a la hospitalidad y la acogida.

Asistimos hoy en día a un desplazamiento forzado de personas que no tiene parangón con ninguna situación pasada. Por un lado las desigualdades económicas se han vuelto abismales; el capitalismo con la compra masiva de tierras, y la explotación de los recursos materiales, ha dejado inmensos territorios sin ningún tipo de perspectiva de futuro. Por otro lado, el incremento del número de conflictos armados ha provocado que el número de refugiados se disparase hasta superar los 60 millones de personas.

Ante esta situación las zonas «ricas y con estabilidad» de nuestro mundo, en vez de abordar las causas de los desplazamientos y buscar la protección de todas estas personas, han corrido a proteger sus fronteras para dificultarles el paso. Esta actuación por parte de algunos estados es simplemente criminal. En todo el mundo, sin embargo, se va despertando la conciencia de que por mucho que levantemos muros no solucionaremos el problema de fondo. Harán falta soluciones políticas globales. Europa no puede seguir en este desgobierno e indiferencia, lavándose las manos cuando es parte activa en la creación de estos desequilibrios a escala mundial.

Pero será necesario un trabajo de abajo a arriba que vaya generando una cultura de la hospitalidad que se oponga a la de la hostilidad. Habrá que combatir a aquellos que quieren pescar políticamente en el río de los discursos xenófobos, que se aprovechan del miedo, y que solo buscan levantar muros entre las personas. Venimos de una tradición bíblica en la que las referencias a la hospitalidad son constantes, porque para aquel que vivía en el desierto la hospitalidad era sinónimo de supervivencia. Actualmente es así para millones de personas, que solo tienen en nuestra acogida una posibilidad de futuro. Estamos obligados a ello, por una ley de humanidad escrita en nuestros corazones y que va más allá de cualquier ordenamiento jurídico. Este cambio solo se producirá si logramos ir diluyendo la frontera que separa el «nosotros» de los «otros», y somos capaces de ver en estos «otros» a «nuestro hermano».

4. La revolución de los cuidados

Cuidado, afecto y ternura son valores atávicamente atribuidos a las mujeres pero ni el mundo se puede permitir que el 50% de la humanidad delegue estos valores en las mujeres, ni los hombres se pueden permitir renunciar a los beneficios que para su vida puede suponer cuidar a los demás.

Para poder hacer realidad la revolución de los cuidados, para poder construir unas relaciones humanas más justas e igualitarias, hay que desenmascarar las desigualdades que nos atraviesan. Por lo tanto, hay que buscar la encrucijada entre una vida basada en la igualdad entre mujeres y hombres, en los derechos sociales, políticos y económicos, en la libertad, en la redistribución de la riqueza y del trabajo, en el fortalecimiento de los servicios públicos, etc., y una vida centrada en el cuidado y en la interdependencia. Porque no puede haber una verdadera justicia social si por el camino dejamos de cuidar a las persones que nos rodean… o si los cuidados recaen exclusivamente en las mujeres.

Solo restableciendo el equilibrio entre identidades relacionales (tradicionalmente vinculadas con la feminidad) e identidades individualizadas (ostentadas históricamente por los hombres a través del mantenimiento del poder y el privilegio y de su apropiación del espacio público), encontraremos la vía para desarrollar esta ética del cuidado y de la responsabilidad colectiva que tan acertadamente describe la filósofa Carol Gilligan:

En un contexto democrático, el cuidado es una ética humana. Cuidar es lo que hacen los seres humanos; cuidarse de uno mismo y de los demás es una capacidad humana natural. La diferencia no estaba entre el cuidado y la justicia, entre las mujeres y los hombres, sino entre la democracia y el patriarcado. Socializar el cuidado es, por lo tanto, la clave para «hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad» de forma colectiva y para construir una verdadera democracia.

Por eso hay que concienciarse de que somos seres vulnerables y de que la atención a esta vulnerabilidad es una responsabilidad social.

5. El año de la misericordia

El Papa Francisco quiere que la Iglesia mire el mundo desde esta perspectiva especial. Esta mirada misericordiosa ha de ser la que la Iglesia y el pueblo de Dios tienen que tener hacia todos aquellos que fracasan en el intento de lograr el ideal evangélico propuesto por Jesús. También debemos tener una mirada de misericordia cuando los que fracasamos somos nosotros o la propia Iglesia.

La misericordia va más allá de la justicia. Un mundo justo eliminaría la gran mayoría de problemas de la humanidad actual. Pero la justicia según la cual se tiene que «dar a cada uno según lo que le corresponde» nos aboca a una meritocracia religiosa o económica que requiere sistemas de compensación para todos aquellos que no consiguen «hacer méritos». Sin misericordia, un sistema de justicia se vuelve cruel hacia los más débiles. Un Dios exclusivamente justo acaba siendo implacable con los pecadores. Jesús, en cambio, se rodeó de gente que no tenía ningún mérito ante la sociedad: pecadores, ladrones, leprosos, ciegos, prostitutas…

La mirada de misericordia es necesaria para dejar de mirar a todos los marginados de nuestra sociedad como culpables y merecedores de su propia suerte y pide al ser humano una acogida sin condiciones. Para lograr esta mirada de misericordia, también la Iglesia necesita una revolución de afecto y ternura, para mirar al mundo y para mirarse a sí misma y para actuar desde la compasión.

Acabamos el año 2015 particularmente «maltrechos y desesperanzados, como ovejas sin pastor» y con la tentación de encerrarnos en nosotros mismos y dejar para otro año la lucha por el otro mundo posible que anhelamos.

Sin duda es ahora, cuando el mal nos deja desnudos y a la intemperie, cuando tenemos que confiar en el poder del afecto y de la ternura, y desde lo más pequeño de nuestras relaciones y vidas cotidianas, transformar el mundo.

Cristianisme i Justícia

 

Voluntariado: mitos y realidades

Nicolás Iglesias Mills

Tendemos a creer que el voluntariado es algo puntual: a veces, actividades casi forzadas del liceo, o momentos específicos del año recolectando dinero para algunas organizaciones. Y no es que no sea eso, lo es, pero podemos evaluar diferentes características del voluntario, y sobre todo del voluntario del ámbito educativo. De esta manera comprenderemos que existen imaginarios colectivos sobre estos y mitos que debemos derribar. Empecemos.

Historia y cotidianeidad.

Voluntario viene de voluntad, y claramente la voluntad no es algo que generemos en un momento dado y nada más, necesita una historia de hitos que nos dejen de cara frente al mundo y sus miserias, pero también que nos hagan creer en las potencialidades de los demás. También necesitamos aprender que no soy ni más ni menos que otros, sino que por nuestra característica de iguales, es indigno que la pobreza siga existiendo en todos sus sentidos. Este último aprendizaje es el que más evidencia que necesitamos historias de trabajo en lo cotidiano, para que las posibilidades del voluntariado (que eventualmente nos hace salirnos de nuestra rutina diaria) se tiñan de cotidianeidad. Si no comenzamos a creer en el voluntariado del día a día no haremos diferencia contra la desigualdad y la pobreza. Realicemos lazos comunitarios a donde quiera que vayamos. Esto derriba el mito: sólo aquellos con mayores recursos económicos tienen la posibilidad de ser voluntarios.

Coherencia.

En función a esto, el voluntariado nos exige casi por naturaleza que nuestra historia hable de los valores que queremos construir. Pero no es sólo eso, de lo contrario excluiríamos a un montón de voluntarios que no han podido elegir el contexto en el que nacieron (sea cual sea). Se trata de que una vez que nos demos de cara contra el mundo y sus injusticias, nuestras opciones hablen de una postura voluntaria, que rompe día a día con la desigualdad que podrían llegar a generar estas mismas opciones. Aunque esto no es tan simple como parece. Debemos asumir que, en general, vivimos en un mundo incoherente y el desafío con el cual nos encontramos aquí es buscar la coherencia dentro de nuestras propias incoherencias. Esto derriba el mito: los voluntarios son hipócritas porque no hacen lo que promueven.

Continuidad o puntualidad.

Podemos generar instancias puntuales de voluntariado, lo cual no está mal. Si un cirujano va a un país donde los recursos de salud son escasos y realiza 10 cirugías, ha generado 10 oportunidades nuevas. Pero en educación tiende a ser diferente: los directores y coordinadores de los centros educativos se ven todo el tiempo alertas en esta tensión de recibir lo material o dinero específico (necesario para que funcione, sobre todo en estados donde no se puede asegurar un bienestar económico docente), pero desean constantemente generar propuestas a largo plazo porque saben que este será el verdadero impacto para la comunidad donde están trabajando. Como en general el trabajo en contextos vulnerables recibe bajos recursos, los voluntarios tienden a ser una de las primeras opciones para el apoyo al mejoramiento educativo. En este sentido debemos remarcar que las organizaciones de la sociedad civil tienen una función muy importante en generar los espacios para que el voluntario pueda tener la libertad de trabajar en profundidad y con las condiciones básicas que le permitan dedicarle el tiempo necesario al voluntariado. Esto derriba el mito: el asistencialismo es el diablo y el trabajo cooperativo es Dios.

Profunda espiritualidad y empatía.

Aunque a veces soñemos con una continuidad eterna de nuestros voluntarios, la verdad es que en general es una actividad con una alta rotatividad. Es por eso que los voluntarios deben contar con una característica que sólo los años generan en docentes o trabajadores de la fundación: una espiritualidad profunda para mirar al otro y conocerlo, y poder ponernos rápidamente en el lugar del otro. Sólo esto generará la confianza necesaria que nos permita desarrollar un trabajo con un impacto real. Esto derriba el mito: el voluntariado es una actividad simple, no necesito ninguna preparación.

Por último, algunas alertas.

Para los voluntarios: A veces los voluntarios van escapando de algo en su vida, así que cuidado. Es muy normal que busquemos en nuestros voluntariados una forma de escapar a los problemas de nuestra vida, ya que esta es una actividad que, en parte, genera satisfacción personal, o nos hace olvidarnos de lo que nos preocupa. Esto no sería un problema mayor si no olvidamos que el objetivo siempre es el bienestar del otro y la superación de la pobreza, NO mi propia satisfacción. Si los objetivos son los equivocados corremos el riesgo de cortar todo nuestro trabajo al primer problema que tengamos. Lo irónico es que si generamos un buen trabajo seguro que tendremos problemas.

Para las instituciones: Los voluntarios no son sirvientes. A veces, la palabra voluntario tiende a confundirse con: “aquel que está dispuesto a hacer lo que sea”, o peor, “aquel que quiere hacer algo y no sabe qué”. Pidamos algo a las instituciones que trabajan con voluntarios: primero, no llamen voluntarios porque sí, siempre tengan una necesidad o un objetivo específico, de esta manera el trabajo será más efectivo y generará mayor impacto; segundo, recuerden que los voluntarios no son sirvientes, el mejor trabajo siempre es el cooperativo y debemos planificar su plan de trabajo en conjunto y en base a sus potencialidades y las necesidades de la institución. Agradecemos entonces a todos los voluntarios, aquellos del cotidiano y aquellos con alguna actividad más concreta, porque mueven el mundo y porque depositan la esperanza en la desesperanza aprendida tan instaurada en nuestras sociedades.

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¿Cómo leer la realidad social argentina? Dos caras de una misma moneda

Fernando Anderlic – Director Nacional de Fe y Alegría, Argentina.

Se viven tiempos difíciles en Argentina. Días marcados por el fin de un ciclo de gobierno (de un sesgo ideológico al que algunos definen como “populista”) y el comienzo de otro ideológicamente contrario (calificado como “neo-liberal”); con una economía estancada, sin estadísticas oficiales confiables y marcada por una inflación que estrangula y hace padecer principalmente a los pobres, marginados y excluidos del sistema; con una educación y salud públicas que luchan por décadas sin éxito para no hundirse en un terreno parecido a la arena movediza, y con el crecimiento exponencial de la violencia y la inseguridad al amparo del avance de las mafias, las “bandas narco” y su asociación ilícita con ciertos estamentos del poder político, de la justicia y de las fuerzas de seguridad. Un cóctel en el que no faltan los muchos intereses de los medios de comunicación masiva y de los grandes grupos económicos, nacionales e internacionales, muchas veces entremezclados y buscando –como regla suprema– su propio beneficio.

En medio de todo eso estamos los ciudadanos y ciudadanas “comunes”, con nuestra cuota de responsabilidad en la construcción de una sociedad tal cual se describe arriba: una sociedad atrapada en una profunda grieta social en la que cada vez son menos los que más tienen. Grieta social que es muchísimo más grave y preocupante que la grieta política entre “kirchneristas” y “anti-k”, tan en boga en la prensa, y que también es verdad, fundada en este lamentable y miope principio: “quien no opina como yo es mi enemigo”. Duele Argentina porque aquí no hay espacios de concertación, no se dialoga, no se escucha.

Hay una situación que ha acaparado la atención de todos y todas en estas últimas semanas y que puede servirnos para ilustrar la división que vivimos. Se trata de la detención de la dirigente Milagros Sala, líder de la agrupación barrial y social “Tupac Amaru”, en la provincia de Jujuy, al noroeste del país. Su vida y su actividad son un símbolo del subtítulo de este artículo: dos caras de una misma moneda. Algunos la califican como “una mártir que es preso político del sistema revanchista”; otros la denuncian por “robo al Estado y a los pobres” a través de la malversación de millonarios subsidios públicos que fueron derivados por el gobierno anterior a su organización, pero que nunca llegaron “a los más pobres” que dice defender. ¿Heroína o villana? O… ¿puede ser ambas a la vez?

Milagros Sala fue una “lustrabotas” que padeció su adolescencia drogándose en las calles y robando al menudeo. Fue salvada de dicho circuito hostil por las prostitutas del Barrio Azopardo, su lugar de origen y morada, antes de conseguir un trabajo en el Estado provincial, y, con el tiempo, convertirse en dirigente del A.T.E., sindicato que agrupa a los trabajadores estatales. Como sindicalista comandó cientos de cortes de ruta (“piquetes”) en los que “arriesgó su pellejo”, arguyendo que esa era la única forma de reclamar en un país que se derrumbaba en una de las crisis sociales y económicas más importantes de la historia, en los fines de los noventa y los principios de siglo.

Desde el año 2003 “Tupac Amaru” centralizó todo el trabajo de desarrollo social del gobierno kirchnerista en la provincia de Jujuy; algunos afirman que “montó en la región un estado paralelo”. Millones de dólares fueron remitidos desde el gobierno central para la construcción de viviendas, jardines maternales y de infantes, escuelas primarias y secundarias, talleres de oficios, emprendimientos culturales, comedores y radios comunitarias, piscinas, plazas y espacios de recreo para las familias humildes. Derechos que habían sido esquivos para los pueblos originarios desde que la Argentina es Argentina. Sus defensores dicen que Milagros Sala se animó a reclamar para sí y para los suyos no sólo los derechos básicos sino también el derecho al goce de una vida digna en la que se pueda soñar más allá de un trabajo casi esclavo de sol a sol y de la vivienda propia como techo para las aspiraciones. Su trabajo, en teoría, no dista mucho del que Fe y Alegría desarrolla en otras localidades de nuestro país (y del mundo).

Pero “muchos poderosos” no se lo perdonan. Milagros Sala ha sido penalmente denunciada por el desvío millonario de fondos para su patrimonio y para la corrupción del círculo político que apoya su tarea; ha sido acusada de manipular -incluso de forma extremadamente violenta- a miles de personas y organizaciones comunitarias exigiéndoles lealtad política y ciertos “retornos” de dinero a cambio del beneficio económico proveniente de los fondos centrales; práctica que nunca ha sido extraña en el panorama político administrativo del país. No sólo el asistencialismo sino también el clientelismo político han marcado indeleblemente la vida nacional por décadas.

El día 16 de Enero pasado la justicia jujeña libró una orden de detención contra Milagros Sala mientras ella se encontraba cortando el tránsito y acampando en la Plaza Belgrano, frente a la gobernación provincial, junto con otras 300 personas (entre niños, jóvenes y adultos miembros de Tupac Amaru y otras organizaciones afines) protestando ante las decisiones adoptadas por el nuevo gobernador, Gerardo Morales. Se la arrestó imputándole formalmente el cargo de “instigación a cometer delitos y tumulto”, figura tan “vaga” que no justificaría su detención por varios días.

Voces de la organización afirmaron que el fiscal expresó a la detenida que no la liberaría hasta que la plaza no fuera desocupada por los manifestantes. Por eso muchas organizaciones nacionales e internacionales abogan por su liberación esgrimiendo que, con esta actitud injustificada y grandilocuente, el gobierno busca criminalizar el derecho de protestar que tiene reconocimiento constitucional. Y puede ser que ello sea verdad. Ciertamente la dirigente no debiera estar detenida por lo que se la imputa. Pero, quizás, sí debiera estarlo por alguna de las otras 60 causas que detenta Milagros Sala en la Justicia, y en particular, por dos denuncias que han sido efectuadas en los últimos días: la primera es por fondos destinados a la vivienda social a través del Instituto de Vivienda y Urbanismo de Jujuy que han sido pagados en un 100% y no existe todavía ningún tipo de obra; la otra, por una defraudación al fisco por 2,2 millones de dólares a través del programa “Mejor Vivir” para la construcción de viviendas sociales, anticipo ya desembolsado sin que hasta ahora se haya iniciado el proyectos y ni siquiera se sepa dónde se desarrollará.

 Puede ser que su detención actual no tenga que ver con los crímenes por los que se le investiga. Pero vuelve a plantearse el dilema de las dos caras de la moneda. Ahora tiene que ser la Justicia la que se pronuncie al respecto respetando el derecho a defensa en un juicio justo y aplicando el principio que ella es inocente hasta que no se pruebe lo contrario.

 El caso de Milagros Sala, de alguna manera, es paradigmático, ejemplar. Hay personas que la defienden diciendo que ahora “los blancos no quieren que los negros les quiten el poder que detentaron desde siempre como propio”; “quieren revancha”, etc. Otros dicen que quieren “que se pudra en la cárcel porque usó a los pobres para beneficio personal” o que “robó para la corona”. Hasta hay quienes se escudan en una “pseudo ética light” (permítaseme el término) y afirman que Milagros Sala “robó pero hizo”, lo que la justificaría. ¿Dos caras de una misma moneda?

 La idea de un país partido al medio y en guerra consigo mismo forma ya parte de la percepción que la sociedad argentina tiene de sí misma; pero lejos de permitirnos ver más allá y caminar hacia la resolución justa de los conflictos, esta sensación es un obstáculo para la comprensión de lo que sucede. Seguir insistiendo en el conflicto bipolar sólo aumenta el prejuicio que produce más pobreza y exclusión. La descalificación de unos por otros (y viceversa) profundiza las diferencias generando reacciones de los sectores perjudicados y empobrecidos, que alimenta la reacción del otro sector con la consabida represión y sus mecanismos, llegando hasta el derrumbe de marcos institucionales como lo hemos comprobado en distintos períodos “oscuros” de nuestra historia.

 La grieta que divide al país es la que separa a la parte de la sociedad argentina que ha sido capaz de “entrar con éxito al siglo XXI” y la gran mayoría de argentinos y argentinas que son “desechos” y que los fracasos de las últimas décadas han dejado esparcidos por nuestro territorio. Una parte de la Argentina vive hoy de la otra y fagocita toda posibilidad de desarrollo nacional. El Estado ha sido colonizado y convertido en agencia mafiosa de reclutamiento, coordinación y captación de recursos para beneficio de los que detentan el poder contando con el silencio o complicidad de aliados públicos. Por eso la importancia absoluta del papel que le cabe a la Justicia en resolver los conflictos ajustándose a los marcos constitucionales y a las leyes vigentes, castigando ejemplarmente a los culpables, sean del partido o de la ideología que sean, sobre todo en los casos en los que, abusando del poder, se conculca el Bien Común y se “aprovecha” de los desprotegidos.

 En toda sociedad existen disputas y conflictos por ideas e intereses contrarios; pero si hay respeto y diálogo es posible construir a partir de ello. Como dice Rafael Velasco S.J., en su artículo publicado por el Diario Clarín, en la Sección Tribuna (24-12-15): “la historia nos enseña que es posible coincidir en los fines, pero lo que termina importando son los medios para alcanzar esos fines. Porque, como afirma el refrán, “Dios está en las grandes definiciones, pero el diablo anda en los detalles” (…) Ya hemos visto lo que ha ocurrido durante los doce años del gobierno que ha concluido. Ahora, con esta nueva gestión que comienza, ¿qué será de los pobres?”

 Ojalá Dios quiera que podamos reconocer y reconciliar las dos caras de la moneda de manera que una no se avergüence de la otra sino que se reconozcan entre sí como partes de una misma y única identidad.