«El Papa nos anima a ir Construir una Nueva Iglesia con Rostro Amazónico»

Construir una Iglesia con rostro amazónico, presente en las fronteras, en las periferias, es uno de los objetivos del Sínodo de la Amazonía. Religión Digital entrevistó a Alfredo Ferro, S.J., jesuita colombiano que desde hace cuatro años vive la Triple Frontera amazónica entre Brasil, Perú y Colombia.

El Padre Ferro vive en la ciudad colombiana de Leticia. Lo hace teniendo como perspectiva «tejer acciones conjuntas», junto con «otros actores en el territorio» y apostando por la REPAM, «como una forma concreta de animar y de desarrollar propuestas conjuntas».

¿Qué es el Servicio Jesuita para la Amazonía?

El Servicio Jesuita Panamazónico es un proyecto, una propuesta de la Compañía de Jesús en América Latina que responde a una preferencia apostólica que se ha hecho por la Amazonía. Todos los provinciales hicieron, en el Proyecto Apostólico Común, una apuesta por Haití, por Cuba y por la Amazonía. El Servicio Jesuita para la Amazonía es una respuesta a esa prioridad, buscando convidar, animar, articular acciones conjuntas al servicio del territorio amazónico y de sus pobladores.

El trabajo nuestro que se tiene en Leticia y en la Triple Frontera, busca la manera de prestar un servicio mayor a la Amazonía, teniendo en cuenta las redes que tenemos (FLACSI, AUSJAL, etc.). Por eso, nuestro trabajo es tejer acciones conjuntas y convocar y llamar a la Compañía a trabajar con otros.

Una cuestión importante es el cómo nos vinculamos, relacionamos, articulamos con otros actores en el territorio, sean instituciones públicas, privadas, Iglesias locales, regionales. Por eso, nuestro servicio está vinculado a la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) y nuestra apuesta por la REPAM como una forma concreta de animar y de desarrollar propuestas conjuntas.

¿Cuáles son las necesidades que la Compañía descubre dentro de la Amazonía?

Partimos también de una lectura del territorio, de lo que está pasando en el territorio. En ese sentido, creo que, para nosotros, es un gran desafío, a partir de todas las amenazas que tiene el territorio, ir descubriendo como sería nuestro mejor aporte. Por eso, también nos interesa mucho el tema de la incidencia política. En la medida en que nos articulamos entre nosotros y con otros, nuestro ideal sería poder incidir en cuestiones fundamentales. En relación, por ejemplo, a todo lo que está sucediendo con los pueblos indígenas, organizaciones, con sus propuestas, con sus luchas, también con las organizaciones sociales que están en la Amazonía.

No sólo para eso, sino también para  ver de qué manera nosotros podemos contribuir con lo que está sucediendo en la Amazonía. Que en el fondo es un atentado contra la naturaleza y contra los pueblos. Nos toca preguntarnos cuál es nuestra contribución en la defensa de los derechos humanos, en la lucha de los pueblos, en la necesidad de hacer una articulación entre nosotros como Iglesia, para  responder a la llamada que nos hace Aparecida de una pastoral de conjunto.

Nosotros sentimos que a partir de esa necesidad de ser del territorio y de la población tendremos que plantarnos los desafíos que tiene la Iglesia, al mismo tiempo que definir un horizonte y algunas estrategias claras que nos ayuden a configurar mejor nuestro papel, función y misión. Hay tres grandes campos que estamos trabajando: uno con todo el tema de sensibilización, formación y educación; otro es el tema de la investigación; y el otro es el servicio a la Iglesia, tanto global como a nivel local, desde el lugar donde estamos.

¿Cómo este Servicio Jesuita Panamazónico puede servir al Sínodo que el Papa Francisco dice que ya ha comenzado?

Es una reflexión que estamos haciendo. Hemos hecho una llamada a la Conferencia de Provinciales en América Latina y el Caribe (CPAL), para que tomen en serio esta esa misión que nos parece fundamental. Yo creo que nuestro servicio al Sínodo es en diversos niveles.

Por ejemplo, han llamado a un jesuita para participar de la Secretaría del Sínodo, es un jesuita peruano que va a estar ahí. Por otro lado, hay algunos jesuitas que están en el Consejo Pre-sinodal, por ejemplo el cardenal Barreto, que es el arzobispo de Huancayo, en Perú; el Padre Fernando Roca, que es un biólogo y forma parte de los expertos que están colaborando.

Por otro lado, pensamos que es muy importante colaborar, aportar, participar en los espacios de consulta que se están abriendo. Por ejemplo, en las 45 asambleas territoriales que va a haber en la Amazonía, en la medida en que podamos estar, participar, animar también eso, a través de nuestro compromiso con la REPAM.

La REPAM va a tener un papel muy importante, y desde nuestra presencia en ella estamos aportando al Sínodo. Yo creo que podríamos colaborar de muy diversas formas y prestar un servicio al Sínodo mucho más contundente.

Se va a hacer un evento a nivel de todas las universidades jesuitas de Latinoamérica para ver cuál podría ser el aporte de las universidades al Sínodo y también ofrecer la infraestructura o las posibilidades que tenemos.

Una de las cosas que se están pensando, y que ya se ha conversado con el Cardenal Hummes, con el Papa y con el Padre General, es hacer dos eventos internacionales, que creo que van a ser importantes. Uno en Georgetown, para vincular otros jesuitas de la conferencia provincial de los Estados Unidos y algunos expertos o teólogos que puedan colaborar también allí, y uno en la Gregoriana, más con una reflexión digamos teológica, que es sustento y base teológica a todo lo que se va a trabajar en el Sínodo.

Yo creo que hay varios espacios, como foros temáticos, que se están pensando para preparar a la vida religiosa. Allí, nuestro aporte como jesuitas en este desarrollo de la propuesta, del servicio, de la contribución que pueda hacer la vida religiosa a la Amazonía y en concreto al Sínodo también. Creo que hay como varios niveles.

¿Cómo los jesuitas pueden ayudar a que la gente y la Iglesia de la Amazonía puedan entender esa lógica del Papa Francisco que nace del pensamiento y de la espiritualidad ignaciana?

Esa es una pregunta interesante, ya que que nosotros ciertamente sentimos en sus palabras, en sus intervenciones, en la encíclica Laudato Sí, en sus cartas pastorales, el sello ignaciano, de la espiritualidad ignaciana en la que él bebió y en la que él fue artífice también, dado que,  como arzobispo de Argentina, Bergoglio tuvo un papel protagónico en Aparecida. Yo siento que hay elementos importantes que muestran un poco eso.

Siento que el Papa Francisco tiene una gran ventaja. No es por comparar con otros papas, pero los discursos de los otros papas eran todos elevados, con una construcción teológica que nadie entendía. Quizás los teólogos…

Pero el Papa Francisco tiene una característica que es fundamental en su manera de comunicar: que es muy sencilla. Esto ayuda muchísimo para que ese discurso vaticano, del pontificado, llegue a la gente con palabras que expresen en alguna medida los deseos de la gente, las necesidades de la gente, los gritos de la tierra, de los países, de la realidad que se vive en el mundo. Francisco es muy sensible y todos los domingos da cuenta lo que está pasando en el mundo, de las situaciones que se están viviendo.

Respecto a la Compañía de Jesús, yo pienso que puede ser una colaboración interesante, para ver qué es lo novedoso, lo diferente y que es lo que realmente está proponiendo el Papa. Nosotros sabemos que eso no es gratuito, ya que las palabras y el modo de proceder de Francisco genera una especie de malestar en lugares, personas y estructuras que realmente quisieran que la Iglesia continuara como ha sido. Una Iglesia algo adormecida en estos últimos años, con problemas y dificultades muy serias y que no asumiendo la misión que debería en el mundo, y menos aquí en la Amazonía.

A mí me impresiona que el Papa ‘se puso la camiseta’ de la Amazonía y realmente ha estado muy interesado. Eso también tiene que ver con su amistad con el Cardenal Hummes, con el Cardenal Barreto, con la REPAM, que han estado en conversación con él. Tengo la experiencia bonita en Cartagena, cuando el Papa estuvo. Él tiene un gesto muy bonito, que en todos los países donde va se reúne con los jesuitas, los que quieran ir. Nosotros nos reunimos como unos 60 jesuitas en Cartagena, Colombia. Charló muy abiertamente con nosotros. Yo al final le agradecí profundamente lo que está haciendo por la Amazonía. Uno ve que el Papa Francisco está realmente interesado, animado,  y animándonos también a nosotros para ir construyendo esa nueva Iglesia con rostros amazónico.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

 

Deuda, Compromiso y Proyección

Víctor Martín Fiorino es doctor en Filosofía, postdoctorando en Ética Aplicada y consultor académico de la UNESCO-ORSALC. Dictó un taller de formación docente en la Universidad Católica de Córdoba (UCC) sobre responsabilidad social y cuidado de la vida. El área de comunicación de la universidad aprovechó para hacerle una entrevista en la que explicó sobre el concepto por el que la UCC fue reconocida por la UNESCO.

¿A qué se refiere con deuda social?

Podemos enfocarlo desde el siguiente punto de vista: la persona es el único ser capaz de responsabilizarse de sus actos. A diferencia de otras especies que reaccionan, el ser humano actúa, y lo hace con todas las dimensiones de su ser. Entre ellas, la racional y la espiritual fundamentan el hecho de que uno se responsabilice tanto de las decisiones que toma como de las consecuencias que esas decisiones provocan. Por lo tanto, si el ser humano siempre está llamado a responsabilizarse, tenemos la posibilidad de corregir lo que podemos hacer mejor en relación con la misión que nosotros nos proponemos, ya sea como personas o como universidades.

¿Y cuál es la deuda de las universidades?

Nuestra misión como personas o como universidad está siempre abierta al mejoramiento. Esto implica que si podemos mejorar hacia el futuro, podemos pensar que siempre tenemos alguna deuda social de algo que pudimos haber hecho mejor pero no logramos hacerlo. Por lo tanto, el concepto de acción responsable incluye un análisis responsable del pasado para ver por qué no hemos podido hacer mejor lo que hicimos. De esta manera la responsabilidad social tiene varias dimensiones.

¿Cuáles son esas dimensiones?

Una primera dimensión es la deuda social. No significa esto lamentarse de lo que no hemos hecho, sino revisar críticamente para mejorar. Ya se sabe que, en el campo educativo, para mejorar hay que evaluar, entonces la deuda social es la evaluación. En segundo lugar, la responsabilidad social incluye una dimensión del presente, que tiene que ver con el compromiso con la sociedad. Entonces, la deuda es dimensión del pasado y el compromiso es del presente, una dimensión infaltable de nuestra actitud responsable. Y tercero, como las personas y las instituciones son siempre parte de un proyecto, tenemos también una dimensión de futuro, que se puede llamar la proyección social de la universidad. Se trata de lo que la universidad quiere hacer con la sociedad hacia el futuro, para mejorar la persona, para mejorar la sustentabilidad, para mejorar la vida en común por ejemplo. Por lo tanto este concepto de responsabilidad social incluye deuda social, compromiso social y proyección social.

¿Se puede decir que existe una cultura de la responsabilidad social?

El concepto mismo de responsabilidad social es un concepto relativamente nuevo, no tiene más de 50 años. Nació prácticamente en los años 60, en un ámbito empresarial, pero fue ampliando su presencia y su sinsentido hasta abarcar prácticamente todos los ámbitos de la vida social: las universidades, los gobiernos, los grupos sociales, la educación.

En los años 70 del siglo pasado, apareció la ecología como una preocupación central. La vida está en peligro y hay que cuidarla. Entonces se unen dos dimensiones: la reflexiva, que me dice lo que yo valoro como importante y debo cuidar; a la dimensión social, que es lo que yo percibo que está en peligro y hay que cuidar. De la unión de ambas dimensiones deriva un proceso, una cultura del cuidado de la vida, que la podemos asociar con la cultura de la responsabilidad social.

Esto implica que cuando entramos al siglo XXI, hace 18 años, esta tendencia de asumir una actitud responsable frente a la gestión de la vida, se convirtió en un hecho cultural. Todos los organismos sociales están hoy frente a la necesidad de asumir una actitud responsable para el cuidado de la vida.

La responsabilidad social tiene una actitud de acción voluntaria pero también de deber moral. El cuidado de la vida establecer mediaciones, por ejemplo, transformaciones en la economía más equitativa; transformaciones en la inclusión, para evitar la exclusión social; transformaciones en la justicia, para que la justicia llegue a todos; transformaciones interculturales, para que las culturas se entiendan; transformaciones en el desarrollo de una ciudadanía que permite que la gente participe en la defensa de sus derechos. Por lo tanto, la cultura de la responsabilidad social como cultura de la vida, se apoya en estos dos grandes pilares.

¿Cómo estamos en relación con otros países en cuestión de responsabilidad?

La Argentina como país, y las universidades argentinas en particular, tienen un puesto especial en cuanto a acciones de responsabilidad social. En el caso de la UCC porque destaca por su voluntariado y solidaridad. También porque se reconocen públicamente muchos de sus proyectos ya avanzados. Pero sobre todo, porque ha sido objeto de un reconocimiento especial por parte de la UNESCO, del observatorio de responsabilidad social, que le otorgará la distinción del Ojo de Plata, que se entregará en el próximo foro de responsabilidad social territorial, que se realizará en Ecuador en el mes de octubre. La plataforma que tiene esta universidad, y que irradia a otras universidades dentro de Argentina y América Latina, es un muy buen comienzo para avanzar mucho más en las iniciativas de esta materia.

Fuente UCC

Jóvenes Cristianos en la Vida Pública

“El sistema capitalista está configurando una sociedad donde el trabajo ha pasado de ser un bien para la vida a un instrumento al servicio del capital por encima de la persona.”

Por Raquel Lara

La semana pasada, la JOC participó en el XXV Curso de Formación en Doctrina Social de la Iglesia de la Conferencia Episcopal Española, donde mi compañera Mª Isabel Herrera compartió su experiencia sobre el tema a abordar ‘Jóvenes cristianos y vida pública’. Consistía en una mesa redonda donde junto a otras personas jóvenes de otras perspectivas públicas como la ONG África directo, un joven de Ciudadanos y un joven de Scout Católicos, dialogaron con el foro allí presente teniendo como punto de partida la vida y el compromiso de Jesús.

Mi compañera comenzó con un testimonio de una joven que decía así:

“Mi nombre es Lorena (nombre ficticio), tengo 25 años y formo parte de la JOC. El curso pasado lo dediqué solo a trabajar para costear mis estudios. Lo hice en dos sitios diferentes: para una empresa que gestionaba actividades extraescolares e impartiendo clases particulares en diferentes domicilios. Al final del año, también me incorporé como monitora de tiempo libre en un parque infantil los fines de semana. Mi jornal mensual, con los tres trabajos, nunca ha superado los 600 euros. ¿Debo desistir?

Esta cifra para mí era suficiente el año pasado, pero ¿qué sucede ahora que quiero pagarme unos estudios? ¿Cómo puedo organizar mi vida si en el parque infantil trabajo por turnos llamándome la noche anterior e incluso, algunos fines de semana me quedo sin trabajar porque mi turno se lo han dado a otra persona que ha cogido antes el teléfono?

Tengo la suerte de que mis padres, con esfuerzo, pueden seguir echándome una mano. De esta manera puedo, por fin, empezar a estudiar, aunque seguiré trabajando. Si no tuviera a mis padres, no creo que pudiera con todo (estudios, comer, alquiler del piso…). Seguramente, necesitaría trabajar otro año entero o volver a casa para ahorrar el dinero suficiente y, así, más adelante, cursar los estudios deseados.

Me siento afortunada, pero sé que formo parte del colectivo juvenil sometido a la precariedad laboral. Por esto, le pido al Padre que nos mantenga fuertes a mí y a mis compañeros hasta que la prioridad sea la persona y sus condiciones laborales. Y, que a pesar de sentirnos tratados como mercancía, sigamos tratando con dignidad a las personas que servimos desde nuestros trabajos: alumnos, clientes, niños…”.

¿Qué está pasando?

A lo largo de los últimos años hemos asistido a grandes transformaciones a causa de la crisis, pero, sobre todo a causa del modelo económico, un capitalismo financiero y globalizado que ha desmontado el mercado laboral y ha sometido a una gran parte de la población a situaciones de pérdida de los derechos más elementales y los ha privado de los recursos necesarios para vivir dignamente. Hablamos de crisis económica, financiera, energética, climática… Sin embargo, hemos de tomar conciencia de que es el sistema es el que está en crisis, es decir el conjunto de valores, formas de organización, relaciones y estructuras desde las que hemos organizado nuestra vida.

El sistema capitalista está configurando una sociedad donde el trabajo ha pasado de ser un bien para la vida a un instrumento al servicio del capital por encima de la persona. La deshumanización del trabajo sitúa a la persona en una peligrosa situación de vulnerabilidad y exclusión social.

Desde la Doctrina Social de la Iglesia se pide incansablemente que se reconozca la dignidad humana en el trabajador o trabajadora y se declara que el trabajo tiene un sentido, y que este sentido es social y trascendente, y que el trabajador/a debe disfrutar en el hecho mismo de trabajar, así como de sus logros o beneficios.

¿De qué es síntoma esta realidad?

Todo ello es síntoma de un fracaso colectivo de nuestra sociedad que no solo empobrece a las personas afectadas, sino que además es síntoma visible del desmantelamiento del Estado del bienestar y del cambio de época al que asistimos. El deterioro del mundo laboral, la pérdida de calidad y de derechos (reforma laboral) ha dado lugar a grandes diferencias que recaen fundamentalmente sobre los colectivos más vulnerables, como las mujeres, las personas jóvenes y gran parte de las personas migradas, que son quienes sufren con más fuerza estas nuevas condiciones laborales. Así mismo, se han consolidado los “trabajadores pobres”, personas que aun teniendo un empleo no tienen ingresos suficientes como para satisfacer las necesidades básicas según el Informe FOESSA. Por lo tanto, vivimos instalados, como dice el papa Francisco, en “una economía que excluye y mata” que tenemos la obligación de denunciar y de cambiar.

Ante esta realidad… ¿qué nos diría Jesús de Nazaret ahora?

Nos recordaría que la persona está en el centro de la vida política, de las relaciones laborales y del trabajo, y no el capital. Reivindicaría que el derecho al trabajo decente debe posibilitar un desarrollo integral de la persona, donde el trabajo sea generador de dignidad para la vida. Nos diría de la necesidad de una igualdad de oportunidades y trato para todos los hombres y todas las mujeres. Reconocería social y jurídicamente el trabajo reproductivo, para poner en valor aquellos trabajos de cuidados que posibilitan y sostienen la vida. Y nos animaría garantizar que el trabajo permita desarrollar nuestra vocación y sirva para aportar nuestros dones a la construcción de la Reino desde el bien común.

Desde una mirada creyente, es urgente que las y los cristianos seamos capaces de enraizar nuestro “compromiso militante cristiano” (de transformación y justicia social) en el Evangelio y en la realidad desde la perspectiva que la mira Dios, desde el Evangelio y desde las personas empobrecidas.

Fuente: Vida Nueva Digital

La Colaboración según Javier González (FLACSI)

“La Colaboración permite que el trabajo en red tenga ese sentido apostólico de que compartimos una misma visión, como dice la CG XXXVI: presupone una cultura de la generosidad. Yo creo que esa es una de las riquezas más grandes de la colaboración. Es, además la única manera de realizar la misión que tenemos como obra de la Compañía de Jesús.

Para mí, ha significado eso: abrirme a la colaboración con otros con generosidad; compartir aquello que nos une y aquello que no nos une también. Construir un solo cuerpo apostólico con una misma misión, con una identidad  compartida, como la gran familia que somos.

La colaboración nos da sentido de pertenencia y nos lleva naturalmente al trabajo con otros”.

Así explica la Colaboración Javier González, de Chile y responsable de comunicaciones de FLACSI, en un video producido por la Oficina de Comunicación Institucional de la CPAL. Esta serie de videos han sido generados con el objetivo de explicar de qué habla la Compañía de Jesús cuando se refiere a la Colaboración, un desafío en el que quieren profundizar de modo especial, luego de la última Congregación General XXXVI.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

La Función Social del Marketing

La Universidad Católica de Córdoba distinguió a Carlo María Gallucci con el título de Doctor Honoris Causa. En esa oportunidad, el economista italiano y experto en comercio reflexionó sobre la función social del marketing, del rol de los líderes en las organizaciones y sobre el papel de la academia a la hora de pensar esta disciplina de manera más humana y responsable.

En esta entrevista cuenta un poco más sobre la verdadera finalidad del marketing, las responsabilidades sociales y alienta a los jóvenes a animarse a que todo es posible.

¿Qué es lo que usted denomina visión social del marketing?

 Todo el mundo piensa que el marketing es cubrirse de ventas, que es importante, pero no es el marketing, solo es la parte activa, la parte de acción. El marketing como tal tiene una finalidad básica, que es satisfacer necesidades. Dar respuesta a la gente. Yo siempre digo que la gente no compra productos y servicios, sino que compra soluciones. En el marketing uno lo que tiene que hacer es ser capaz de poder dar soluciones a los demás. Si lo entendemos así, sí que tiene una relación muy estrecha con la dimensión social de la vida. Lo que te está cambiando es el consumidor, su perfil. El perfil del consumidor actual, y espero que, del futuro, es un consumidor mucho más responsable. Sabe que sus acciones tienen un impacto, que puede ser positivo o negativo, en la sociedad. Entre otras cosas, el mismo consumidor pide a sus proveedores responsabilidad.

El consumidor está dispuesto a comprar cualquier producto o servicio o utilizar cualquier marca, lo que quiere sí, es un producto bueno sano, un servicio que le resuelva los problemas, pero que no lo haga a costa de la sociedad, ni a costa del futuro del planeta. Así que las empresas, si quieren ser competitivas y quieren tener futuro, tienen que tener en cuenta estas exigencias, que es una de las muchas del consumidor, aunque nos centramos en estas.

Mi opinión, no solo mía si no de muchos evidentemente, es que la empresa tiene que estar orientada al mercado, conocer todos los actores que de alguna forma intervienen en el intercambio;  y el objetivo principal de una empresa orientada al mercado es generar valor para cada uno de estos actores. Si somos capaces de generar valor para cada uno de ellos, lo hacemos de forma armónica, responsable, entonces tendremos resultados positivos no solo en el corto si no en el largo plazo.

En este marco, ¿cuál es la responsabilidad que tienen los que lideran las empresas y las organizaciones?

 Cualquier actividad humana necesita liderazgo, y cuando se quieran hacer cosas, las que sean, el líder tiene que estar al frente. No lo puede delegar. Si hay que hacer un cambio organizativo, un cambio de cultura, empezar una actividad nueva, si el líder no está al frente es muy poco creíble. Y por tanto si hoy en día la empresa quiere sobrevivir y quiere ser competitiva en el largo plazo, este sentimiento de responsabilidad, la podemos llamar social o como sea, lo primero que uno tiene que asumir es ser líder, o líderes, en la cúspide estratégica en sí de la compañía.

 ¿Cuál es el rol que tienen las instituciones educativas, sobre todo las de educación superior en pos de lograr un marketing más responsable socialmente?

Justamente preparando este discurso de recepción del doctorado honoris causa, estaba pensando: ¿cuál es mi rol, cuál es mi responsabilidad como profesor universitario? Mi conclusión desde hace muchos años, es de que, si solo soy capaz de dar un buen curso de marketing, en lo especifico de marketing estratégico que es mi área, y de mis aulas, sobre todo cuando veo perfiles más jóvenes, salen grandes expertos de marketing, pero sin ninguna sensibilidad hacia los demás, como profesor habré fracasado. Por lo tanto, como profesor, yo creo que tengo la gran ventaja de trabajar con aquellos que serán el futuro, que estos que serán el futuro tendrán que cuidar el planeta de sus necedades, etcétera. Además de hablarles de marketing, les tengo que hablar de la responsabilidad que conlleva tener esta capacidad de liderazgo, y lo tengo que hacer también no solo con palabras sino con una forma de ser y con un comportamiento determinado.

 Para cerrar, ¿qué mensaje podría  dar a los jóvenes que se están formando?

Primero, que todo es posible; siempre desde un punto de vista ético, lícito y responsable. Que sueñen, que vayan detrás de sus sueños, no se limiten, y muchas veces se consiguen estos sueños, aunque hay que perseguirlos. Después, prepararse mucho, realmente prepararse mucho técnicamente, pero al mismo tiempo socialmente. Porque están destinados a vivir una vida personal y profesional en un contexto social, y no pueden ser lobos solitarios. Esto no se si alguna vez ha servido, pero hoy en día seguro que no sirve más. Luego, que aprendan ciertas habilidades que les permita distinguirse de los demás, como por ejemplo comunicar en distintos idiomas, de trabajar con otros, de explicarse y defender una posición, no pretender tener siempre la razón pero sí saberse defender desde el punto de vista de la opinión personal, saber aprender de los fracasos, que los habrá siempre. Pero el fracaso tiene que ser un ejemplo de lo que no hay que volver a repetir, para mejorar.

Y, por último, otra cosa que personalmente siempre me ha interesado mucho es ser abiertos mentalmente. Ser siempre muy curioso mentalmente, si uno cree que sabe todo está perdido. Necesidad de actualizaciones constantes, sobre todo con la velocidad de los cambios actuales. Pero también por apertura entiendo no renunciar a sus esencias, al orgullo de pertenencia de sus raíces, pero estar dispuesto a comprender y abrirse a los demás. Porque los demás, aunque sean de una raza, religión, cultura o color de piel distinto, son iguales. Hay gente que merece la pena y quienes no. Pero si no somos capaces de aceptar que los demás también tienen cosas buenas y que yo también tengo cosas malas, nunca llegaré realmente a enriquecer a los demás y yo a enriquecerme con los demás. Y si nos enriquecemos mutuamente mi aspiración y mi deseo es que en el mundo haya más tranquilidad y más paz.

Fuente: UCC

 

Un lugar para los que se quedaron sin lugar – Venezolanos en Regina

Desde hace algunos meses la comunidad jesuita de Regina Martyrum, en el barrio Congreso,  decidió abrir un espacio para recibir a los migrantes venezolanos que llegaban a la ciudad de Buenos Aires buscando una nueva oportunidad para ellos y para sus familias. En busca de un nuevo hogar algunos escapan -literalmente- del régimen político; otros, agobiados también por el clima social, la situación de la economía y la falta de estabilidad, van tras la paz que anhelan para sus hijos. El novicio jesuita Marcos Maguna, que estuvo colaborando en esta comunidad, nos cuenta sobre esta iniciativa.

El viaje que los trajo hasta Buenos Aires, sea por aire juntando sus ahorros, recurriendo a amigos, vendiendo sus cosas; sea por tierra, haciendo mil transbordos, viajando muchos días, pasando por distintos países, significó experiencias muy diversas para todos. Hasta tuvieron que elegir qué cosas de su historia cargar consigo, cuánto de su vida conservar en una valija que no pagara sobrepeso. No sólo kilómetros tuvieron que atravesar hasta llegar.

La primera dificultad: la vivienda

“En Buenos Aires, el tema de vivienda es un poco difícil” –cuentan entre sí los miembros del grupo. Un poco por el costo, un poco por la zona que más oportunidades les brinde para ubicarse, moverse. Y sobre todo, porque un alquiler cien por ciento legal es casi imposible por las exigencias: recibo de sueldo, depósito, garante… – “alguien que viene de afuera no se lo puede costear a los inicios ¿cómo va a tener un recibo de sueldo alguien si va llegando recién?” –se preguntan.

Quien tiene suerte, puede conseguir un monoambiente amoblado, otros se sienten afortunados alquilando una habitación en un apartamento, ya que cuenta con lo necesario para las primeras semanas. “Nos compartimos mucha información para que así, los que vayan llegando no pasen la desesperación que otros sufrimos –confiesa una madre que reside aquí con su familia- sobre todo por la angustia de no saber dónde ir y tener que optar por alquileres temporarios que son más caros”

Un cambio radical de vida

La suerte, una vez instalados, suele ser dispar. Los empleos –habitualmente temporarios- son más inestables, informales –“en negro”- y no siempre fáciles de encontrar. “Parece que depende más de recomendaciones y de tener amigos que de capacidad y de las ganas de trabajar” –se lamenta una madre sola con su pequeño niño. Por otro lado, la escolarización de su hijo no presentó inconvenientes “gracias a que había venido con documentación y todo en regla”.

“Aunque sea es mediodía –no de escolaridad completa-, pero algo se complica porque en nuestro caso precisamos de dos trabajos como para cubrir nuestras necesidades”.

Si toca limpiar casas, se limpian casas

David y su esposa, aunque con títulos universitarios –en proceso de validación- sienten que, a pesar de las dificultades iniciales, podrán encontrar alternativas y oportunidades. Así como ellos, para la mayoría la opción de los empleos temporarios en casas de familia es la que han podido encontrar para defenderse mientras tanto.

El reto que sienten más importante, mientras se resuelven los papeles, es el de ir cumpliendo sus sueños paso a paso “Ya el hecho de ver que pudimos comprar una sartencita y unos cuchillos y unos tenedores es como decir: “mira, ya tenemos unos bienes, ya compramos algo que es de los dos”. Ya eso es una bendición para nosotros”- afirma  la esposa de David.

Un anhelo de esperanza

En el espacio que se les ofrece, de lunes a viernes, en Regina pueden usar internet para armar su currículum y buscar empleo, al igual quelas redes sociales para estar conectados con sus seres queridos. También se los recibe los domingos. Son ellos los que ya llevan el grupo porque están muy bien organizados. Hay distintas comisiones que se encargan de armar una cena para compartir comidas típicas. Lo principal es el compartir entre ellos.

La comunidad jesuita se ha organizado para proveerles en muchos casos de ropa de abrigo. Ellos llegan de un clima muy cálido y a los que les ha tocado el invierno argentino la han pasado un poco mal. Así que la comunidad les ha provisto también de esto: frazadas, buzos, zapatos, zapatillas. Gracias a Dios, la generosidad de la comunidad de Regina, de los laicos, ha estado muy presente. Han estado muy atentos y colaborado muchísimo.

Lo que sorprende es que ellos también se han integrado rápidamente a la comunidad, tanto al participar en las celebraciones eucarísticas como para celebrar sus propias fiestas. Nos acompaña en el salón en el que compartimos una imagen de Nuestra Señora de Coromoto, que es patrona de Venezuela. Se han incorporado a la vida más cotidiana de la Iglesia y colaboran en algunos servicios sociales, en actividades en favor del Hogar de San José. Están atentos.

La comunidad venezolana se sostiene a sí misma gracias a los testimonios. Los que ya están instalados le dan fuerza a los que recién llegan. En un grupo de Whatsapp mandan distintas entrevistas de trabajo que consiguen y que a lo mejor a esa persona no le sirve, pero piensa en los otros, y eso es también un gesto muy lindo.

 

Nuevos Jóvenes (I): del Tejido Social al Enjambre Digital

El hombre digital prefiere las concentraciones y no las congregaciones.

Por Agustín Domingo Moratalla

Hace unos meses apareció el último informe sobre la juventud de la Fundación Santa María. Lo editaban con el Observatorio para la Juventud Iberoamericana y en él se confirma la crisis del asociacionismo juvenil, la debilidad del tejido social y la catarsis virtual. El informe se detiene en la interpretación de la participación que describe B. Ch. Han en el ensayo que lleva por título En el enjambre.

En una primera lectura del informe, pasamos directamente del asociacionismo descrito en términos de “tejido social” a un asociacionismo descrito en términos de “enjambre digital”. Con ello, también están utilizando dos potentes metáforas para describir dos formas muy diferentes de entender la ciudadanía activa.

Curiosamente, dos metáforas que acuden al ámbito biológico para describir el tipo de vinculación social. El término “tejido” describe “cada uno de los diversos agregados de células de la misma naturaleza, diferenciadas de un modo determinado, ordenadas regularmente y que desempeñan en conjunto una determinada función”. El término “enjambre” describe “una multitud de abejas con su maestra que juntas salen de una colmena para formar otra colonia”. También hay otro significado de enjambre que lo define el diccionario como “muchedumbre de animales o personas juntos”.

Para captar mejor el potencial contraste que está presente en estas dos metáforas, es importante señalar que Han acude al concepto de enjambre desde el concepto de masa. Este hecho es significativo para una agenda educativa que desee promover la ciudadanía activa porque José Ortega y Gasset ya afrontó el problema en el conjunto de ensayos que llevan por título La rebelión de las masas (1921-1926). De esta importante publicación no es consciente Han aunque sí utiliza un libro de Gustave Le Bon titulado Psicología de las Masas publicado en 1895 con una finalidad análoga a la de Ortega: “la rebelión de las masas conduce tanto a la crisis de la soberanía como a la decadencia de la cultura”.

Recordemos que el triunfo del hombre-masa no lleva a la democracia sino a la hiperdemocracia, un posible régimen político donde las masas actúan directamente sin ley, imponen sus aspiraciones y gustos, se dejan llevar por presiones materiales. Pensemos en las famosas “primaveras” de hace unos años, las movilizaciones del 15M y las formas de actuar en política de los CDR (Comités de Defensa de la República). Además, según Ortega, “imponen y conceden vigor de ley a sus tópicos de café”. Cuando triunfa el hombre-masa, “ser diferente es indecente”. Por si fuera poco explícito en su descripción, sostiene: “el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone donde quiera.”

Unas páginas antes, el propio Ortega ha descrito lo que supone el triunfo del hombre-masa: (a) carece de un “dentro”, de una intimidad; (b) siempre está disponible para fingir ser cualquier cosa; (c) tiene sólo apetitos, cree que sólo tiene derechos y no obligaciones, es el hombre sin la nobleza (snob, sine nobilitate); (d) es hostil al liberalismo; (e) ha perdido toda capacidad de religión y conocimiento.

B.-C. Han describe el enjambre digital desde un concepto de masa políticamente menos potente que el de Ortega con los siguientes términos: “no es ninguna masa porque no es inherente a ninguna alma, a ningún espíritu. El alma es congregadora y unificante. El enjambre digital consta de individuos aislados. La masa está estructurada por completo de manera distinta. Muestra propiedades que no pueden deducirse a partir de los individuos. En ella los individuos particulares se funden en una nueva unidad, en la que ya no tienen ningún perfil propio. Una concentración casual de hombres no forma ninguna masa. Los individuos que se unen en un enjambre digital no desarrollan ningún nosotros. Este no se distingue por ninguna concordancia que consolide la multitud en una masa que sea sujeto de acción. El enjambre digital, por contraposición a la masa, no es coherente en sí. No se manifiesta en una voz. Por eso es percibido como ruido.” (p.27)

Como vemos, tanto Ortega como en Han, el paso de la masa al enjambre no sólo supone dos modos de entender la sociedad sino dos modos de entender al individuo y la cultura. Con la aparición del homo electronicus de la radio y la televisión, la cultura se plantea como “industria cultural” al servicio de las masas, la mercantilización y con ello aparece una topología nueva. Por ejemplo, al hombre digital le son extraños los estadios deportivos y los anfiteatros como espacios en los que se congregan las masas. El hombre digital prefiere las concentraciones y no las congregaciones. Recordemos que el activismo interviene mediante concentraciones realizadas a través de las redes. Esta distinción entre congregación (masa) y concentración (enjambre) le permite a Han señalar que en estas últimas falta la intimidad que produciría un nosotros, serían un conjunto sin interioridad, sin alma, sin espíritu (p.28).

Como colectivos se caracterizan por la volatilidad y la fugacidad. Y esto repercute a nivel ideológico porque, a diferencia de la masa que marcha en una determinada dirección o tiene una determinada ideología, en el enjambre falta un nosotros, una acción común. El activismo digital y la concentración provocan agitación social pero no acción social. Recuerda Han que las concentraciones de activistas digitales “no marchan”. No desarrollan energías políticas, no cuestionan las relaciones de poder existentes y “se precipitan solo sobre personas particulares, por cuanto las comprometen o convierten en motivo de escándalo” (p.29). Para que haya acción social falta un nosotros.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Migración: Prioridad Absoluta de la Iglesia

El Padre Michael Czerni SJ, sacerdote jesuita, subsecretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, se dirigió a Lampedusa en donde realizó una intervención en la Escuela de Alta formación en Sociología del territorio, que se está llevando a cabo del 13 al 20 de octubre.

El sacerdote habló del gran desafío de la migración, prioridad absoluta de la Iglesia, recorriendo las motivaciones y la misión de la Sección dedicada a los migrantes y refugiados, guiada directamente por el Papa Francisco.

Explicó el padre Czerni que, en uno de los primeros encuentros en dicha sección, el Papa evidenció tres ámbitos temporales en los cuales situar las diversas actividades para ayudar a las Conferencias Episcopales a acompañar a la gente en las cuatro fases migratorias fundamentales que son de la partida al viaje, de la llegada al regreso. En el primer ámbito –dijo – se sitúan una serie de actividades para salvar la vida de los migrantes, los refugiados y las víctimas de la trata. El segundo reúne las acciones destinadas a desarrollar políticas y programas que reconozcan la centralidad de la persona humana y el desarrollo humano integral. Y el último expresa el compromiso de la Iglesia en el afrontar las causas remotas de las migraciones formadas, para hacer de cada migración una elección libre y personal.

Las respuestas de la Iglesia a medio término fueron resumidas por el Papa en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Se trata de una acción que la Iglesia – dijo el sacerdote- pretende compartir con todos los demás actores políticos y sociales para una gestión de los flujos migratorios a largo plazo y con beneficios para todos.

Promover soluciones alternativas a la detención para los migrantes irregulares

Con el verbo acoger, el Papa quiere subrayar la necesidad de anteponer la fraternidad al rechazo, ofreciendo canales migratorios legales y seguros. Migrantes y refugiados tienen derecho a una primera ubicación en espacios adecuados y decorosos, gracias a programas de acogida, evitando así las grandes concentraciones de personas, que a menudo terminan por agudizar las situaciones de vulnerabilidad y de incomodidad de las comunidades de acogida. Asimismo deben ser prohibidas las deportaciones masivas, y deben ser preferidas soluciones alternativas a la detención para los migrantes en situación irregular.

Particular atención a los menores: evitar todo tipo de detención

El verbo proteger se refiere a las acciones que deben ser emprendidas con el fin de defender a los migrantes y refugiados de las violencias, abusos y explotación, de los que a menudo son víctimas a causa de su vulnerabilidad. Se trata de una defensa que, según el Papa, debe poder contar con instrumentos jurídicos adecuados. Una particular atención – puntualizó el padre Czerni – debe ser reservada a la tutela de los menores migrantes y refugiados, evitando toda forma de detención en razón de su estatus migratorio y asegurándoles un acceso regular a la instrucción primaria y secundaria.

Desarrollo humano integral de migrantes, refugiados y comunidades de acogida

Con el tercer verbo, promover, el Papa – explicó el Subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados – sintetiza todas las acciones que tienen como objetivo el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados, así como el de las comunidades de acogida. En ese sentido deben considerarse todas las dimensiones de la existencia humana: la actividad laboral y profesional, la instrucción, las relaciones sociales, la religión y la vida familiar.

Programas que preparen a las comunidades locales a procesos integrativos

Por último, la integración, es un proceso bidireccional que compromete a los migrantes y a las comunidades locales, en un intercambio cultural enriquecedor. El Papa insiste en la necesidad de favorecer la cultura del encuentro multiplicando las oportunidades de intercambio cultural, documentando y difundiendo las buenas prácticas de integración, y desarrollando programas destinados a preparar las comunidades locales a los procesos integrativos.

Antes de concluir su intervención con el recuerdo de la visita del Papa Francisco a Lampedusa, el sacerdote reiteró la prioridad absoluta de la Iglesia en el afrontar el fenómeno migratorio, el de la sección Migrantes y Refugiados que está de igual modo al servicio del Santo Padre que de las Iglesias particulares, a fin de contribuir a leer las migraciones como “signo de los tiempos”, y formular respuestas pastorales eficaces y adecuadas.

Fuente: Vatican News

Usted es un Invitado en Nuestra Casa Común, Compórtese

Son rostros de personas concretas quienes ya están sufriendo las consecuencias de nuestro estilo de vida voraz e insaciable, secando las entrañas de nuestra Madre Tierra.

Por Raquel Lara

Ya no es una especulación, ni un secreto, ni una exageración de los más dramáticos, es una realidad palpable, estamos inmersos en una auténtica crisis ecológica. El cambio climático que sufrimos, anunciado hace años por científicos y ecologistas, nos debería hacer caer en la cuenta de que la situación del planeta cada vez es más alarmante, que requiere una acción urgente y responsable por parte de cada uno de nosotros.

Siendo honestos, debemos de reconocer que esta crisis ecológica global ha sido creada por nuestros hábitos depredadores y estilo de vida consumista. El deterioro del planeta tiene sus causas en el sistema productivo y económico que estamos fomentando, en el cual el dinero, la rentabilidad y el beneficio están por encima de la dignidad de la persona y del respeto y el equilibrio con los demás seres con los que compartimos la Madre Tierra.

‘Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sometanla’. (Génesis 1, 28). Pero, ¿qué hemos entendido de este mandato? Esas palabras no se refieren a que dominemos y oprimamos a la Madre Tierra como estamos haciendo de manera incansable e irresponsable, sino que es una llamada a la “corresponsabilidad” con el Creador y con el resto de los seres que habitamos el planeta, poniendo en el centro de toda actividad la dignidad de la persona y el respeto y el cuidado de todos los seres, en la búsqueda del bien común.

“Podríamos convertir la Tierra en un desierto”

Muchos venían reflexionando y anunciando cómo el respeto a la naturaleza debe formar parte de nuestro compromiso con el ser humano y así lo explicita también en la encíclica ‘Laudato si’’ del papa Francisco, invitándonos a pensar cuál debe ser nuestra relación con la naturaleza.

Francisco ha insistido a los gobiernos de todo el mundo, en la conferencia internacional celebrada en Roma con motivo del tercer aniversario de la encíclica, a cumplir sus compromisos para frenar el cambio climático, pues de continuar “el creciente consumismo” podemos “convertir la Tierra en un desierto, una enorme pila de escombros y basura”, por lo que es urgente una “acción coordinada e integral”.

No cabe duda de que somos las clases trabajadoras quienes más sufrimos los efectos del cambio climático, como bien anunciaba Yayo Herero, una de las principales activistas del ecologismo español y europeo en una entrevista este febrero pasado, (reafirmándose de esta manera la existencia de un sesgo de clase en el cambio climático). Son rostros de personas concretas quienes ya están sufriendo las consecuencias de nuestro estilo de vida voraz e insaciable, secando las entrañas de nuestra Madre Tierra (como por ejemplo en la Amazonía, la explotación de recursos como el agua o los océanos, contaminación, desplazamientos forzados de población indígena…).

“El lugar que pisas es tierra sagrada”

Y son muchas las personas a las que empobrecemos cada día más con la globalización de la ideología neoliberal y la implantación de nuestro estilo de vida consumista. Es el sistema capitalista el que alimenta y sostiene las causas que están provocando un desequilibrio medioambiental que ya es irreversible. Por todo ello es urgente establecer de inmediato medidas alternativas que protejan la vida y generen unas condiciones dignas para todas las personas sin excepciones.

‘Entonces Dios le dijo: “Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es tierra sagrada’ (Éxodo 3-5.). Nuestra fe debe permitirnos ver a todos los seres vivos y el mundo desde los ojos que lo mira Dios y sabernos co-creadores debería generar en nosotros una responsabilidad y un dinamismo que nos lleve a modificar nuestros hábitos y nuestro estilo de vida en la búsqueda del respeto, el equilibrio y los cuidados de la naturaleza, a reconocernos dependientes e interconectados unos con otros en una perfecta relación holística, en la que “el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo”. Pero, sobre todo, nos invita a proponer formas alternativas de reorganización económica y política de modo que permitan recomponer los lazos rotos entre las personas y la naturaleza.

Fuente: Vida Nueva Digital

Creciendo en Trabajar Juntos: Escuela de formación en Identidad Ignaciana

Desde 2017 se lleva adelante en Argentina y Uruguay la “Escuela de formación en identidad ignaciana”. Son tres los ejes sobre los cuales se proyecta el curso: espiritualidad, crecimiento personal y compromiso apostólico. La propuesta consta de dos reuniones al mes para tratar dos o tres documentos: una entre todos los participantes en los respectivos centros y conectados con los otros mediante videollamada y otra en grupos más pequeños para discutir los documentos de manera más personal. Está destinado para instituciones vinculadas a la Compañía de Jesús (parroquias, centros de espiritualidad, colegios, universidades, centros de formación, movimientos, voluntariados y grupos misiones) y también para instituciones que no estén vinculadas de manera directa y para el público en general.

Compartimos la experiencia de Graciela Reyes, que realiza la propuesta en la ciudad de Córdoba, en la Parroquia Sagrada Familia.

Ignacio, un santo de procesos

Para comenzar, hay que saber que San Ignacio fue un hombre que pasó por un proceso de conversión, crecimiento, en la vida y en la vida de fe. Y por eso nos dejó sus “pasos”, en esos cambios de su vida, en forma de ejercicios espirituales.

Todos pasamos por “etapas” en nuestra historia que nos hacen crecer, madurar; y en este caso, en la Escuela de Identidad ignaciana; podemos “ver”, “sentir”, “observar”, discernir” nuestras etapas y con ello lo que Dios nos está proponiendo hoy a cada uno de los que hemos sido invitados generosamente a formar parte de esta Escuela, a la luz de las experiencias de San Ignacio.

Él lo vivió hace varios siglos, escritos como sin tiempo en la historia. Pero fue tan importante que hoy nos ayuda a nosotros varios siglos después.

 Ignacio, un santo de la propia vida

Lo aprendido, leído y compartido el primer año fue para conocernos en nuestro interior, en nuestras pequeñas familias. Cómo Cristo vivió, y por eso cómo Dios quiere que vivamos nosotros hoy.

Personalmente me ayudó muchísimo para “recordar” algunas cosas olvidadas y aprender otras que nos ayudan a ser más buenos, más comprensivos, más compañeros, y en todo esto poder escuchar más y mejor a Dios, desde “mi historia”, mi casa, mi familia, mi pequeño entorno. Y luego trasladarlo a las otras comunidades de las que uno forma parte, la familia más grande, los grupos de amigos, el trabajo, la parroquia, etc.

Así podemos reaprender, volver a involucrarnos, recordar que la invitación de Jesús es siempre estar atentos, poder ver, preocuparnos y ocuparnos “del otro”, del que necesita algo, del pobre, del que está solo, del que sufre, de los que padecen adicciones, de aquel que sufre injusticias.

Que lo sepamos ver, que lo defendamos. Pero también que nosotros no cometamos alguna injusticia con nuestros “otros”. Para que seamos justos.

Y por lo tanto logremos ser siempres misericordiosos, acompañantes, buenos, como Dios lo es con nosotros.