El Sector Social no está en cuarentena – Por Guillermo Blasón SJ

Guillermo Blasón SJ es el Delegado Apostólico del Sector Social de la Compañía de Jesús en Argentina y Uruguay, y comparte con nosotros algunas novedades sobre la actualidad del sector y las distintas obras que lo abarcan. Nos cuenta cómo fueron transitando la particularidad de este último tiempo y  los desafíos que se fueron presentando con el avance de la pandemia.

El Sector Social no está en cuarentena

Hay situaciones humanas que remiten a Dios. Cuando surgió la pandemia y la cuarentena, muchas personas se acercaron naturalmente a nuestras parroquias, centros sociales y hogares buscando una ayuda (alimentaria, de ropa, trámites, etc.). También muchos que querían ayudar vieron en nuestras obras un canal donde poder hacerlo. Mi primera impresión como delegado del Sector Social (el sector que comprende las obras o acciones en la Provincia dedicadas especialmente a los más desfavorecidos) fue ver cómo al menos queríamos seguir estando presentes cuando todo se cerraba; de ahí que muchas de nuestras obras se han reinventado, pero siguieron abiertas. 

Me toca colaborar cotidianamente en la Obra y en el Hogar San José en Bs. As. ayudando a personas en situación de calle, pero también, de a poco y a fuerza de Zoom, estoy tomando contacto con los referentes de las distintas obras del sector. Muchas han tenido que responder a nuevas manos que piden y, afortunadamente, también otras que dan. En la mayoría se pasó a atender las urgencias quedando los proyectos de fondo para cuando “salgamos de esta”. También hemos visto que a medida que esta situación se extendió en el tiempo, el ímpetu de las ayudas ha decaído, y no necesariamente por mala voluntad, sino porque seguramente los recursos propios empiezan a escasear.

Me siento privilegiado de estar en este lugar en este momento. Quisiera ser instrumento para que respondamos como Compañía y estemos a la altura de la situación. Se habla de que después de la pandemia será otro mundo el que veremos. No lo sé, pero sí le pido al Señor que seamos lúcidos para acompañar todo el proceso, la emergencia y la reconstrucción. Y mientras tanto, que la cuarentena no nos impida atender al que toca en nuestras puertas, ya que tal vez nunca más que ahora, somos depositarios de una fe en el Dios que no quiere olvidarse de ninguno. 

Guillermo Blasón, SJ

Hemos aprendido que somos débiles

Una de las cosas más importantes que hemos aprendido durante esta cuarentena es que somos débiles. Algo que ya sabíamos, o al menos intuíamos, pero de lo que tratábamos de huir o intentábamos disimular.

Este tiempo de pandemia, en primer lugar, nos ha recordado que no somos dioses, sino que tenemos que lidiar con nuestra debilidad. Resulta sobrecogedor ver como en pocas semanas pasamos de pensar en el transhumanismo y de la capacidad humana para prolongar la vida y detener la muerte, a constatar con dolor como todos nuestros esfuerzos no lograban detener la espiral de muerte creada por un virus invisible a nuestros ojos. Era como si la propia naturaleza nos recordara que, pese a estar en la cúspide de la pirámide de la evolución, el hombre sigue siendo una criatura débil e indefensa.

En segundo lugar, este tiempo de confinamiento nos ha hecho ver que nuestra debilidad pasa porque necesitamos a los demás para vivir nuestra vida. Y aquí cada cual puede pensar en aquellas personas con las que ha hablado durante estos dos meses, para expresarles su cariño, para compartir miedos y agobios, para interesarse por ellas, para reír y pasar un buen rato ante la pantalla, etc. Pero también podemos recordar en aquellos que han luchado diariamente contra el virus o han seguido realizando su trabajo para garantizar que el país siguiera contando con los servicios mínimos. En el fondo, nos necesitamos como sociedad, a los de cerca y a los de lejos, porque somos más débiles de lo que nos pensamos.

En tercer lugar, creo que hemos experimentado también que esta debilidad tiene sus efectos en nosotros mismos. Y es que, creo que quien más o quien menos ha visto cómo, pese a sus ganas de trabajar o a la urgencia de las tareas, la productividad en este tiempo no era la misma que en circunstancias habituales. En ocasiones también nos encontrábamos cansados, irascibles, tristes o agobiados, sin un motivo aparente y sin poder poner una solución a ello. Esto nos ha hecho constatar que nuestra debilidad también pasa por la necesidad de salir, de pasar tiempos distendidos, de estar con los demás, de oxigenarnos, que contrastan con nuestra creencia de que con un poco de ánimo y organización, podemos con todo lo que nos echen encima. Así, este tiempo de confinamiento nos ha hecho experimentar que no somos dueños de nuestro estado de ánimo y también que necesitamos dedicar un tiempo al descanso y la gratuidad.

Tres aprendizajes distintos que tocan una misma esencia humana: la debilidad. Es decir, la experiencia de que no somos omnipotentes ni dueños de nuestra propia vida. Que hemos recibido la existencia de Dios, y por eso le necesitamos. Que debemos asumir nuestro lugar en la naturaleza, y por esta razón respetarla. Que necesitamos de los demás, y no solo ellos de nosotros, y por eso tenemos que cuidarlos. Y que no podemos controlar todas las variables de nuestra vida, ni nuestros sentimientos, y por ello tenemos también que cuidarnos. Tres aprendizajes para no olvidar, o al menos para recordar y llamar por su nombre, cada vez que la omnipotencia vuelva a instalarse o desmoronarse en nuestra vida.

Dani Cuesta, sj

 

Fuente: pastoralsj.org

16 al 24 de mayo: celebración de la Semana Laudato Si’

La Semana Laudato Si’, es una celebración en honor de la encíclica del Papa Francisco sobre la ecología y el cambio climático, que tendrá lugar del 16 al 24 de este mes, de forma virtual. 

El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano invita a los católicos a participar en esta semana que «inaugura un camino de transformación de un año de duración, a medida que atravesamos la crisis del momento actual, rezando, reflexionando y preparándonos juntos para un mundo mejor en el futuro».

Las enseñanzas de la encíclica están particularmente vigentes en el contexto del coronavirus, que ha paralizado muchas regiones del mundo. La encíclica Laudato Si’ ofrece una visión para construir un mundo más justo y sostenible.

Todos los católicos están invitados a participar, del 16 al 24 de mayo, en cursos de capacitación interactivos y talleres en línea. La Semana Laudato Si’ terminará el domingo 24 de mayo, con un día mundial de oración al mediodía, hora local.

En su mensaje de video, el Papa Francisco pidió a los católicos que pensemos en el futuro de nuestra casa común:

«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Motivado por esta pregunta, quisiera invitarlos a participar en la Semana Laudato Si’ del 16 al 24 de mayo de 2020. Es una campaña global en ocasión del quinto aniversario de la carta encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común. Renuevo mi llamado urgente a responder a la crisis ecológica. El clamor de la Tierra y el clamor de los pobres no dan para más. Cuidemos la creación, don de nuestro buen Dios Creador. Celebremos juntos la Semana Laudato Si’. Que Dios los bendiga y no se olviden de rezar por mí».

La Semana Laudato Si’ está auspiciada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano y liderada por un grupo de colaboradores católicos.

Más información en LaudatoSiWeek.org/es.

¿No lo veis? Yo hago nuevas todas las cosas (Ap 21,5)

La Palabra que la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL) comparte a jesuitas y colaboradores en el mes de mayo.

P. Roberto Jaramillo Bernal, S.J – Presidente de la CPAL

Esta es la primera vez en la historia de las generaciones vivientes que experimentamos una crisis verdaderamente universal. Un bicho minúsculo -que ni siguiera es un organismo vivo- nos ha hecho a todos bajar de las nubes del consumo y de la realidad mediática en sus más diversas formas, y nos forzó -independientemente de cualquier diferencia- a poner los pies en “la realidad”: ¡polvo somos!

Por un lado, es reconfortante ver la multiplicidad de iniciativas apostólicas implementadas en muchas de las instituciones y comunidades de la Compañía universal
y particularmente de la CPAL. No hay dimensión apostólica de nuestros trabajos en la que no se hayan generado respuestas creativas: retiros y acompañamiento espiritual, fondos de ayuda para alimentación de familias necesitadas, programas de educación a distancia para niños, jóvenes y adultos; apertura de espacios físicos para atención a personas vulnerables o enfermas, soporte psicológico on line, alianzas con otras organizaciones privadas y públicas para atender a los necesitados, colectas locales o regionales de alimentos, incluso atención pastoral y humanitaria a moribundos; fuera de todo lo que eso ha representado en términos de diálogo, interacción y concertación entre los miembros del cuerpo apostólico, y particularmente entre jesuitas.

Por otro lado, la pandemia cuestiona existencialmente nuestra imagen de Dios y sobre todo nuestras formas de relación con Él. Dios no está definitivamente fuera de la realidad, sino dentro del proceso evolutivo. Él es el creador de todas las cosas visibles e invisibles; existe en modus laborandis, como dice San Ignacio. Es más: en el misterio de
la encarnación se resuelve por “padecer” humanamente toda realidad como camino de redención. Lo encontramos por eso no en ritos y prácticas religiosas sino en la más cruda realidad actual: en los enfermos, en los hambrientos, en los desesperados, en los que suplican ayuda y solidaridad; y positivamente en los que son sus prójimos: los que se acercan a ellos (Luc 10, 25-37). Lo otro no son más que mediaciones, ¡las más de las

veces hasta inconvenientes! Ahí cobra su sentido profético lo que decía el papa Francisco en su mensaje al mundo del 27 de marzo, cuando afirmaba que el virus “descubre esas certezas falsas y superfluas alrededor de las cuales hemos construido nuestros horarios diarios, nuestros proyectos, nuestros hábitos y problemas”.

La Iglesia verdadera, la de los hijos e hijas de Dios (no la religión) en este tiempo de coronavirus está reinventándose; y no es que haya que reinventarla después. Ella está viva y encontrando sus caminos, los más originales (en todo su sentido). El clericalismo -en todas sus formas- no sólo se encuentra vulnerable, sino que se ha vuelto irrelevante, y el verdadero papel del clérigo y de la jerarquía tendrá que ser -ese sí- completamente reinventado; así como el de las formas religiosas en general.

Y lo que afirmamos del papel del clero, de la Iglesia y sus formas religiosas, y del clericalismo hay que decirlo también de la vida religiosa, y de la Compañía de Jesús. Es
tiempo de volver a los orígenes, es tiempo de reinventarnos personal, comunitaria e institucionalmente; es tiempo de escucha atenta de lo que el Señor quiere comunicarnos; tiempo de discernimiento y docilidad a las indicaciones del Espíritu que
está haciendo “nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).

Si cada uno de nosotros y nosotras – jesuitas y todos los miembros del cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús – transita este tiempo sólo esperando que pase la pandemia para recuperar su forma de vida: sus gastos, sus diversiones, sus hábitos de consumo, sus prioridades, sus horarios, sus ritos (grandes o pequeños, privados o públicos), sus certezas y las respuestas que ya encontró… y sale incólume después de esta experiencia universal (con sus variaciones sociológicas nacionales) quiere decir que “vive en la luna” y que le dejó la historia atrás”. La novedad que todos esperamos no llegará si no la construye cada uno de nosotros y cada una de nosotras.

La crisis como oportunidad para la unidad

Monseñor Jorge Lugones SJ, Obispo de Lomas de Zamora y Presidente de la Comisión Episcopal Argentina de Pastoral Social, emitió un comunicado sobre la situación socioeconómica actual de nuestro país, en el que afirma: “Debe convertirse en una oportunidad para la unidad de todos los argentinos”

«Es un tiempo que nos obliga a buscar nuevas formas de encuentro y solidaridad en medio de las dificultades. Que nos iguala en el dolor pero que nos compromete con la ayuda a los desiguales en términos de la salud, la alimentación, el riesgo humano y también la supervivencia en relación al trabajo y a la producción.», expresó.

En el mensaje repasa la dificultad económica que atraviesan tanto las grandes industrias como las pequeñas y medianas empresas, y afirma: “intentan con muchísima dificultad, encontrar caminos que les permitan mantener mínimos de producción y preservar empleos.” Además, afirma que la emergencia sanitaria viene a sumarse la delicada situación de emergencia alimentaria y social que tantos ya venían atravesando.

Resalta la importancia de mantener el diálogo y la cooperación entre los diversos actores sociales,“entendiendo que estamos en una coyuntura donde la creatividad de todos debe poder ayudarnos recíprocamente. Será sólo con la participación de todos los sectores, como podremos encontrar los mejores caminos de salida, ya que -como dice el Papa Francisco- estamos todos en la misma barca y sólo saldremos juntos.”

Por último, nos propone una actitud comprensiva, solidaria y colaborativa tanto ahora como después de la pandemia, “Sabemos que ya se habla de una lenta y ardua recuperación de la pandemia, pero tengamos cuidado, como dijo el Papa, que no nos azote otro virus, que es el del egoísmo indiferente, el que hace que pensemos que la vida mejorará si nos va bien a cada uno de nosotros, descartando a los pobres e inmolando en el altar del progreso al que se queda atrás. Esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos”.

Finalmente, nos anima a volver la mirada a Jesús Resucitado, «para que sea Él quien renueve nuestra esperanza y nuestra confianza de que siempre camina junto a nuestro pueblo (..) Aprovechemos entonces esta situación como una oportunidad para preparar el mañana de todos. Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro”.

Papa Francisco: Buscar la paz siempre y de todas maneras

En la catequesis de este miércoles 15 de abril, el Papa Francisco reflexionó sobre la séptima bienaventuranza: «Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios». Los «artesanos de paz», los que actúan de forma activa y artesanal, colaborando en la obra de la creación.

Además, profundizó sobre el significado de la palabra paz y dos concepciones que hay sobre ella:

La primera idea es la bíblica, donde aparece la hermosa palabra shalom, que expresa abundancia, prosperidad, bienestar. Cuando en hebreo se desea el shalom, se desea una vida bella, plena y próspera, pero también la verdad y la justicia, que se cumplirán en el Mesías, expresó.

El otro sentido de paz es el sentido subjetivo  y  está muy difundido en nuestra sociedad, es el de tranquilidad y equilibrio personal, que en ocasiones no corresponde a un crecimiento interior, explicó el Papa.

La paz que viene del Señor es la que hace de dos pueblos uno solo

La verdadera shalom y el verdadero equilibrio interior – asegura finalmente el Pontífice – brotan de la paz de Cristo, capaz de generar una nueva humanidad, encarnada en una  infinita fila de santos y santas, inventivos, creativos, que han ideado formas siempre nuevas de amar. «En esta vida como hijos de Dios, está la verdadera felicidad. Bienaventurados aquellos que van por este camino”.

«El amor por su nacimiento es creativo y busca la reconciliación a cualquier costo. Los que han aprendido el arte de la paz y lo practican saben que no hay reconciliación sin el don de la vida, y que hay que buscar la paz siempre y de todas maneras. Siempre y de todas maneras. ¡No olviden esto!»

Sean constructores de paz

Francisco anima a todos los fieles «a colaborar con Dios en la tarea de construir la paz, en cada momento y lugar, comenzando por aquellas situaciones particulares que cada uno vive y con las personas que tienen alrededor; especialmente, en estos momentos que estamos viviendo a causa de la pandemia, para que, con un gesto concreto de bien, puedan llevar la ternura, la alegría y la paz de Cristo Resucitado».

 

Fuente: vaticannews.va

COVID-19: un desafío más para los pueblos indígenas

El Mecanismo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas expresó mediante un comunicado la necesidad de atender la difícil realidad que atraviesan los pueblos amazónicos en el contexto de la pandemia del COVID-19.

El texto:

Muchos pueblos indígenas viven en regiones remotas de difícil acceso y a menudo inaccesibles. Incluso antes de esta crisis, experimentaban tasas más altas de riesgos para la salud, peor salud y mayores necesidades insatisfechas en materia de atención de la salud que la población no indígena. Los pueblos indígenas ya estaban en desventaja en cuanto al acceso a la atención de salud de calidad y eran más vulnerables a numerosos problemas de salud, en particular las pandemias. No se cumplía con los determinantes sociales de la salud, como el agua potable, una dieta suficiente y equilibrada y el saneamiento básico, antes de esta crisis. Además, la expropiación de sus tierras y recursos naturales y el aumento de los conflictos en sus territorios ya ponían a los pueblos indígenas en una situación particularmente precaria.

La propagación del COVID-19 ha exacerbado y seguirá exacerbando una situación ya crítica para muchos pueblos indígenas: una situación en la que ya abundan las desigualdades y la discriminación. El aumento de las recesiones a nivel nacional y la posibilidad real de una depresión mundial agravarán aún más la situación, causando un temor de que muchos indígenas mueran, no sólo por el virus en sí, sino también por los conflictos y la violencia vinculados a la escasez de recursos, y en particular de agua potable y alimentos.

Sin embargo, todavía hay tiempo para limitar esta crisis sanitaria y sus efectos desastrosos. La acción urgente ha demostrado que las medidas apropiadas adoptadas al principio de la crisis pueden reducir y controlar drásticamente la transmisión de esta enfermedad.

Hacemos un llamado a todos los Estados para que cumplan sus obligaciones en materia de derechos humanos, guiados por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, para proteger la salud y la vida de los pueblos indígenas. Siguiendo el consejo de la OMS, los instamos a asegurarse de que los pueblos indígenas se conviertan en sus aliados en esta misión y a proporcionar una atención sanitaria culturalmente aceptable, así como alimentos u otro tipo de ayuda humanitaria, cuando sea necesario, y sin discriminación. Los Estados deben reconocer y darle lugar a los derechos y responsabilidades culturales, espirituales y religiosos de los pueblos indígenas al considerar las medidas de respuesta al virus. Al igual que en el caso de la adopción de cualquier medida que pueda afectar a los pueblos indígenas, se debe procurar obtener su consentimiento libre, previo e informado, basado en el derecho a la libre determinación.

Muchos pueblos indígenas son invisibles en nuestras sociedades, pero no deben ser olvidados, incluso pueden ameritar una atención especial. Los indígenas que se encuentran en campamentos de refugiados o de desplazados internos, en centros o instituciones de detención, o los migrantes en situaciones administrativas, corren un mayor riesgo de contraer la enfermedad. Para las personas indígenas mayores, este virus puede ser mortal, y los migrantes indígenas y las personas viviendo en zonas urbanas suelen vivir ya en entornos precarios. Probablemente los más vulnerables entre los pueblos indígenas son los que viven en aislamiento voluntario o en contacto inicial, dada su particular vulnerabilidad a las enfermedades. Es imperativo controlar estrictamente los cordones sanitarios que impidan a las personas externas entrar en sus territorios para evitar cualquier contacto. A fin de limitar la propagación del Covid-19, varias comunidades de pueblos indígenas han tomado la iniciativa de establecer medidas de contención y controles a la entrada de sus territorios. Acogemos con beneplácito esas iniciativas y exhortamos a los Estados a que las respeten y las apoyen.

Todos los pueblos indígenas necesitarán información oportuna y precisa sobre todos los aspectos de la pandemia, en sus lenguas indígenas y en formatos culturalmente sensibles. El requisito de permanecer en cuarentena también exigirá que el Estado, en alianza con los pueblos indígenas, adopte medidas para controlar la entrada de personas no indígenas o de los trabajadores de la salud no esenciales en tierras indígenas. Esas medidas también mitigarían la invasión de las tierras indígenas por oportunistas o invasores, como los taladores y mineros ilegales. También instamos a los Estados a que se comprometan firmemente a evitar la expulsión de los pueblos indígenas de sus tierras, la disminución de las tierras indígenas o la utilización las tierras indígenas para actividades militares, especialmente mientras dure esta pandemia. En resumen, la protección territorial será un componente vital de los esfuerzos de los Estados por proteger a los pueblos indígenas de la propagación de la enfermedad y contribuir a su recuperación después de esta crisis.

Aconsejamos a todos los Estados y organismos de las Naciones Unidas que tengan en cuenta nuestro asesoramiento, guiados por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, así como por la orientación proporcionada por el ACNUDH.

Fuente: Red Eclesial Panamazónica (REPAM)

 

Reflexión del Evangelio – Viernes Santo

Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42

Por P. Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

La liturgia del Viernes santo nos propone todos los años la lectura de la pasión del Señor, tal como la presenta el evangelio de San Juan. Quiero llamar la atención hoy sobre las veces que perdemos el sentido de los textos, cuando los leemos separados de su contexto; un ejemplo típico de esto, me parece que puede descubrirse en la siguiente historia:

«El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea: «Tenemos la absoluta certeza de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».

En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían. Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación».

De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.

Veinte años después pasó un profeta por la aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto». «¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia». «Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos»» (De Mello, Canto del pájaro).

Si recuerdan, este pasaje está en el mismo Evangelio de San Juan; son las palabras de Caifás, el Sumo Sacerdote. Cuando el Sanedrín está discutiendo lo que deben hacer ante Jesús, después de la resurrección de Lázaro, Caifás pronuncia estas palabras que son la sentencia de muerte de Jesús (Juan 11,50). No basta, pues, encontrar LA respuesta a nuestros interrogantes; es fundamental leer todo el pasaje, todo el texto y si es necesario el capítulo o el libro entero, para entender una frase. Cuando sacamos las frases de su contexto, es muy fácil que nos engañemos.

Es conocida la queja de personas que son entrevistadas para algún periódico o revista y que se quejan porque han colocado frases que efectivamente dijeron, pero son presentadas sin el contexto de la conversación, de la pregunta, etc. Pero aquí no aparece sólo la necesidad del contexto; aparece también la necesidad de leer primero la situación en la que estamos; ya hemos dicho que el Evangelio o la Biblia no son una fuente infinita de fórmulas para aplicar inmediatamente a la vida; es fundamental mirar a los ojos del que tenemos al frente; mirar a los ojos de la misma realidad a la que queremos responder y ante la cual tenemos que reaccionar.

Cuando Jesús está hablando del amor a los enemigos y la forma de ayudarles a que cambien dice: «(…) al que te abofetee en la mejilla derecha, ofrécele también la otra» (Mateo 5,39); sin embargo esto no es una norma para aplicar directamente sobre toda realidad; Jesús está hablando de no resistir al mal con mal; invita a vencer el mal con el bien, vencer el odio con amor… Cada uno tiene que ver cómo, de acuerdo a sus circunstancias y SU situación, tiene que responder. Hoy nos cuenta el Evangelio de Juan cómo, cuando Jesús estaba siendo juzgado por el Sanedrín, el Sumo Sacerdote le pregunta sobre sus discípulos y su doctrina; Jesús le respondió que siempre había hablado en público, y que no había dicho nada en secreto, que le preguntara a los que lo habían oído… «Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?» Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Juan 18,22-23). Es una reacción distinta, en una situación similar a la de la frase de la que estamos hablando; ¿será que Jesús se contradice? ¿será que Jesús no es coherente con lo que dice? ¿será que Jesús predica pero no aplica, como decimos tanto de muchas personas?

El principio sigue igual: No responder al mal con malvencer el mal a fuerza de bien; eso significa que en cada situación tenemos que inventarnos una respuesta nueva, que sea coherente con el principio, pero no que reproduzca una fórmula. Si esto no fuera así, ¿qué haríamos con afirmaciones como las siguientes?: «Si pues, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida manco o cojo que con los dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego» (Mateo 18,8-9).

Por tanto, tenemos que tener en cuenta que el Evangelio no es para aplicarse sin más; no se trata de una lista de normas, fórmulas, recetas… Es una vida que nos puede inspirar e ilumina nuestra propia vida, pero no nos exime de buscar nuestras propias respuestas a nuestras propias circunstancias. Dejemos que este texto de la pasión del Señor nos ilumine y nos anime a buscar la mejor forma de asumir hoy la pasión de nuestro pueblo y nuestra propia pasión, sin repetir fórmulas ni responder con estereotipos.

 

Fuente: jesuitas.lat

Un grito desde Haití, para que los jesuitas de la CPAL nos escuchen y ayuden

La Palabra que la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL) comparte a jesuitas y colaboradores en el mes de abril.

Por Jean Denis SAINT-FÉLIX, SJ – Superior de los jesuitas en Haití

Haití era, hasta ayer 19 de marzo por la noche, uno de los pocos países en el que ningún caso positivo del Coronavirus se había registrado todavía; por lo menos oficialmente. Sin embargo, el gobierno comunicó ayer por la noche los dos primeros casos.  Según parece, las autoridades están tomando medidas para proteger a la población de la pandemia. La frontera entre Haití y República Dominicana está cerrada desde la medianoche del 16 de marzo. En un decreto que apareció ayer por la noche el Gobierno ha anunciado, por fin, el cierre de todos los puertos y aeropuertos del país. Todas las actividades culturales, educativas y religiosas quedaron suspendidas. La angustia se transforma en miedo. Se vive un pánico nacional cuando se reconoce la fragilidad y la precariedad de nuestro sistema de salud, la promiscuidad y la falta de higiene que caracteriza la vida del pueblo haitiano y especialmente los más pobres de los pobres. 4.1 millones de haitianos viven ya en la inseguridad alimentaria; calculamos que, en los próximos días, especialmente con el cierre de puertos y aeropuertos, esta crisis va a agravarse, dejando en el hambre más de la mitad de la población haitiana. Ya los productos empiezan a faltar en los supermercados.

 

Entre tanto, el ministro de Medio Ambiente y Economía y Finanzas, Jouthe Joseph, fue nombrado e instalado el lunes 2 de marzo, como Primer Ministro por el presidente de la república Jovenel Moïse. Sustituye a Jean Michel Lapin quien fuera nombrado interinamente hace más de un año. Se espera que, con este nuevo gobierno, se cierre este largo ciclo de inestabilidad política y de violencia social y económica. El gobierno de los Estados Unidos, quien ha apoyado sin reserva a este gobierno impopular e incompetente, tendría que brindarle un apoyo real para combatir la miseria, la impunidad y la corrupción. 

Por otro lado, después de varios días de manifestaciones violentas organizadas por los agentes de policía para reclamar el derecho a formar un sindicato, el Gobierno accedió a sus demandas. Una semana antes se había anunciado el establecimiento de un programa de seguridad social llamado «ona-polis” para tratar de restablecer la calma en las filas de la policía. 

En medio de toda esta situación frágil y difícil, la Compañía de Jesús en Haití sigue buscando su camino y su propia voz. A la luz de las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) estamos repensando nuestra manera de ocupar el espacio y de trabajar, desde tres grandes opciones: la educación, la espiritualidad y la administración o gobierno. Hemos podido dialogar todo esto con el Provincial de Canadá en la ocasión de su visita anual en febrero pasado. 

Nuestra gran preocupación sigue siendo Fe y Alegría. Durante los dos últimos años, con el equipo que dirige la obra, nos hemos dedicado a fortalecer la red y la estructura administrativa y pedagógica. En febrero pasado se realizó una Mesa Técnica (que tuvo lugar en Ouanaminthe – norte del país) en la que participó un equipo de Entreculturas, la Federación Internacional y el Presidente de la CPAL; allí fue presentado un adelanto del informe de una auditoría profesional realizada en los últimos meses. Siguiendo sus recomendaciones queremos renovar y potenciar el sistema y personal contable, y tenemos que enfrentar dos grandes urgencias: sanar un déficit acumulado de 250,000 dólares y constituir un fondo de inversión capaz de ayudarnos con el salario de los profesores mientras seguimos acosando al gobierno para que cumpla con su compromiso de pagar a los profesores. En Haití tenemos que estar presentes en el mundo de la educación si queremos que nuestro aporte sea significativo y duradero. Por eso, no sólo estamos abiertos, sino que pedimos la ayuda de todos ustedes tanto en recursos económicos que nos ayuden a salir adelante (¡cuánto puedan!… como la viuda del Evangelio), como en recursos humanos para responder con eficacia a esta misión tan esencial como es Fe y Alegría en un país como el nuestro. 

Las oficinas del Fe y Alegría y del Servicio Jesuita a Migrantes, están albergadas en unas estructuras prefabricadas y “temporales” desde hace ya 10 años (tiempo del terremoto) y están totalmente deterioradas. Nuestros colaboradores y colaboradoras trabajan en condiciones límite; por eso quisiéramos poder contar con un espacio de trabajo que pueda acoger el conjunto de trabajos de Fe y Alegría, el SJM, el centro social CERFAS y la Escuela de Formación de Maestros que ya cuenta con más de 600 estudiantes, y que sería nuestro “instituto de formación superior”, que funcionarán donde ahora está el centro de espiritualidad en Tabarre. Este proyecto nos permitiría mutualizar servicios y compartir una misma estructura administrativa. 

Por otro lado, desde el inicio de este año académico hemos concentrado muchos esfuerzos en mejorar los espacios físicos, la administración y la calidad de la educación en el Colegio San Ignacio que ofrece servicio a más de 700 jóvenes de una parte muy vulnerable de la zona metropolitana.  El gran desafío es adquirir un espacio más grande para poder reubicar o ampliar el colegio con el objetivo de poder ofrecer en mejores condiciones, implementar con más eficacia la pedagogía ignaciana y realizar las actividades de deportes que nos permiten luchar contra el individualismo y la violencia. Ahí también estamos buscando a colaboradores y ayuda para poder contar con más espacios y ofrecer un mejor servicio. Sería muy bueno si en ello pudiéramos beneficiarnos de la ayuda de FLACSI o volver a contar con la ayuda de la Red Claver para el empujón que necesitamos.  

Entre el 22 y el 29 de febrero pasado recibimos la visita del padre Erik Oland, nuestro Provincial de Canadá. Con él, además de discutir de nuestra nueva visión para los 10 próximos años, visitamos algunos habitantes de Carrefour Charles (localidad del sur oeste) en el marco del proyecto de creación de una parroquia jesuita en el departamento de Grand’Anse. La delegación fue calurosamente recibida por la población que hizo una demostración festiva al final de la reunión. Si este proyecto se materializa, serían dos las parroquias nuestras en esa región golpeada por el huracán “Mateo”. Como la implantación de esta parroquia requiere energía y recursos nos gustaría también poder contar con el acompañamiento y la solidaridad de la RELAPAJ. 

Al agradecerle a la CPAL por brindarnos hoy espacio para compartir nuestro trabajo, proyectos y misión, quisiéramos recordar que Haití -junto con la Amazonía y Cuba- es uno de los territorios prioritarios de la común misión de la CPAL. Por eso, esperamos y hago un llamado fraterno a que las provincias que constituyen la conferencia, y en particular a los provinciales y a los jóvenes jesuitas, para que miren hacia nosotros y nos acompañen en el proceso de autonomía y de mayor servicio al pueblo haitiano. Les pedimos que sean sensibles a nuestras necesidades y urgencias en término de recursos humanos, infraestructura, financiamiento y formación. Reiteramos nuestro deseo de recibir jesuitas deseados de colaborar con nosotros al nivel de la Universidad, en donde varios de nosotros colaboramos y hay un rector jesuita; que nos ayuden a finalizar y poner en marcha el proyecto de instituto superior de formación de maestros; que haya algunos hermanos jesuitas que se ofrezcan a venir a este sufrido pueblo haitiano con humildad y nos ayuden a pensar y planificar nuestras estructuras administrativas; jesuitas apasionados con la misión de Fe y Alegría. Este es un grito de auxilio que quisiéramos que toda la Compañía de Jesús en América Latina escuche y considere. 

Con la crisis mundial provocada por el coronavirus, los pueblos grandes van a replegarse sobre sí-mismos. El riesgo inevitable es que se olvidan los pueblos pobres, los más vulnerables. Nosotros somos los más necesitados de toda esta gran región. 

Tenemos la esperanza de que la Compañía seguirá siendo solidaria recordando al mundo entero de nuestra existencia y del deseo profundo de nuestro pueblo de vivir dignamente.

Entrevista al P. Provincial de los Jesuitas de Argentina y Uruguay, Rafael Velasco SJ

Entrevistado por Paula Torres, para el canal de televisión bonaerense Orbe 21, el P. Provincial Rafael Velasco SJ habló de la misión que lleva adelante la Compañía de Jesús en Argentina y Uruguay, particularmente del trabajo que se realiza en algunas de sus obras. 

«Actualmente contamos con 160 jesuitas que trabajan en diversas ciudades de Argentina y Uruguay. Nuestra misión es la del servicio de la fe inseparablemente unido a la promoción de la justicia social. Es decir, anunciar el evangelio a través de los ejercicios espirituales junto con el servicio a los más necesitados. Lo que se intenta es tratar de transformar este mundo en un lugar más justo. Desde ese lugar podemos entender las obras de la Compañía de Jesús, que son bastante diversas: algunas atienden directamente la situación social, por ejemplo la obra de San José ayuda a personas en situación de calle y se ocupan de brindar espacios de capacitación y formación.

El Servicio Jesuita a Migrantes, recibe a los migrantes forzados y los ayuda con su documentación, con la convalidación de títulos, brinda además atención psicológica y pastoral y en algunas ocasiones ofrecen refugio para familias que no tienen a donde ir.

En San José del Boquerón hay una parroquia que trabaja con los campesinos y apoya el vínculo de ellos con sus tierras ancestrales, lucha con otros poderosos que quieren apropiarse de esas tierras. Esto indica que la Compañía de Jesús no solo acompaña sino también defiende y pone la institución en favor de los más necesitados.

También contamos con parroquias vinculadas a los sectores más pobres, donde no sólo se ofrece el servicio de la fe, sino también la atención a personas con problemas de adicciones, comedores, merenderos, apoyo escolar y trabajos de acompañamiento a la comunidad por diferentes problemas sociales. Se trata de una red de obras que tienen esta primera mirada de estar en el territorio, de estar cerca de la gente, viviendo en ese lugar acompañándolos.

Luego hay otras obras que tiene como misión la reflexión y hacer incidencia en favor de esos sectores más desfavorecidos, un ejemplo es el CIAS, Centro de Investigación y Acción Social, que tiene una escuela de formación de políticos jóvenes, y cuenta con un centro de investigación sobre la realidad social, con una palabra bastante lúcida sobre cuales son los problemas sociales actuales, ofreciendo diagnósticos y soluciones de esos problemas; algo muy importante es que está en contacto con gente que tiene la capacidad de tomar algunas decisiones, entonces intenta darle un formato académico a esa realidad, para mostrar la importancia de acompañar la realidad de los pobres, las universidades también hacen un gran trabajo.

Por otro lado, los sectores de educación popular como Fe y Alegría, que tiene la finalidad de ofrecer educación en los lugares donde justamente no llega la educación, además hay otras escuelas parroquiales tratando de promover a través de la educación. Hay como un trabajo en conjunto de las obras de la Compañía no solo para asistir, sino también para promover y para ayudar a para que los que tienen que tomar las decisiones, tengan en cuenta las necesidades, sobre todo como mira y entiende la realidad el que está en un sector más postergado. La pobreza no se trata solo de falta de recursos, tiene que ver con un modo de ver la vida, y uno tiene que reconocer, si quiere acercarse para ayudar, cual es la ayuda concreta que se necesita.

Hay un modo de hacer las cosas que la Compañía de Jesus tiene que no es el sentido del iluminado que viene a dar la luz sobre los pobres, sino que es un trabajo conjunto. Por eso es importante en nuestras comunidades la cercanía, estar cerca de la gente y a partir de ahí acompañar sus procesos.

Quilmes ahora es una nueva zona de trabajo, en realidad es el Partido de Solano, ahí estamos acompañando en dos parroquias, y abriendo una comunidad con cuatro compañeros jesuitas. Es una zona con muchos desafíos sociales culturales económicos y religiosos. Nosotros nos sumamos a acompañar un proceso viene haciendo la diócesis de Quilmes de hace mucho tiempo, un trabajo de cercanía con el pueblo de Dios, de acompañamiento a las comunidades eclesiales de base. En una zona muy necesitada del Gran Buenos Aires.

También, Fundación Protagonizar es una fundación que comenzó hace 20 años y se ocupa de dar créditos para micro emprendimientos. El lema es: protagonizar cree en vos, creé en vos.  Esta es una idea tomada de un economista Bengalí, que luego un jesuita tomo una idea y con un grupo de laicos armó este pequeño banco, que está en este momento en varios lugares del Gran Buenos Aires y ahora tiene Una sede aquí en Capital, trabajando junto con la SJM y abierto a todos los migrantes con la finalidad de ayudar a promover económicamente y socialmente a las familias que están en serias dificultades. Todo esto es un trabajo hermoso que hacen muchos jesuitas y laicos que han trabajado y trabajan actualmente desinteresadamente y siguen haciéndolo. Una de las cuestiones en nuestro ADN jeusítico, es que estemos donde estemos, uno tiene que creerse de verdad que es embajador de los pobres, que está en nombre de Cristo pobre. Es decir, aunque la universidad trabaje con determinados sectores sociales, se debe trabajar para que la conciencia social se forme de una manera que los profesionales que salen de nuestras casas de estudios tengan un sentido social.