Cómo San Ignacio está dando a los adolescentes las herramientas para los desafíos de hoy

Casi todos los estudiantes descubren que tienen una voz interior, que los llama a hacer el bien y evitar el mal. La mayoría de los estudiantes encuentra esta práctica inmensamente útil. Escriben sobre cómo aprendieron a escuchar sus voces internas, a discernir el bien del mal y a ganar confianza para seguir el bien.

Por Molleen Dupree-Domínguez

En este otoño, todos los estudiantes de la escuela secundaria donde enseño habrán nacido después del 11 de septiembre de 2001.

Han sido 18 años de flagelos para muchos de nosotros: de Bush a Obama, de Obama a Trump; de teléfonos celulares a teléfonos inteligentes y a celulares completamente inteligentes; de guerras a tiroteos en las escuelas y a la brutalidad policial publicitada.

En resumen, estos jóvenes viven en una época de gran crisis existencial – y sólo han vivido en esta época de gran crisis existencial.

Las herramientas espirituales ignacianas son esenciales para mis estudiantes. La seducción de la violencia, el cinismo y la desesperanza suele ser convincente. A su alrededor, los adultos expresan su disconformidad contra los líderes públicos, el miedo a la violencia armada en todas sus formas y el pánico por el cambio climático.

La práctica de la oración ignaciana ayuda a mis estudiantes a cruzar el ruido de los mensajes mediáticos sobre estos grandes temas, así como las preocupaciones más típicas de la adolescencia como las primeras relaciones, su apariencia y sus logros. Las herramientas ignacianas sientan la base de la esperanza eterna de que Dios está verdaderamente con nosotros, incluso y especialmente en los tiempos de lucha.

Discernimiento de los espíritus

Ignacio sabía cómo proceder en estos tiempos inciertos — debemos estar atentos a los espíritus que se disputan nuestra energía. El Espíritu Santo rivaliza con muchos otros espíritus, la mayoría de los cuales desean alimentar nuestras ansiedades y despertar nuestras dudas.

Es bueno que mis alumnos sepan esto: existen fuerzas espirituales en competencia en el mundo, y dejarse llevar por el espíritu negativo no es la única opción. Las voces de ansiedad, duda y miedo son reales, pero no son necesariamente la voz de Dios.

Aunque suene un poco extraño, esto tiene que ver con sus propias experiencias de vida. Saben que hay muchas voces en sus cabezas, y para la mayoría de los estudiantes es un alivio descubrir que tienen el permiso de ignorar a la mayoría de éstas.

Diario de un examen de conciencia

En primer lugar, enseño el discernimiento en el plano de la conciencia, definiéndolo desde el punto de vista secular y católico. Luego hablamos de cómo todos tenemos diferentes voces en nuestras cabezas, y el discernimiento es un estado armónico de nuestra atención con la voz de nuestra conciencia que, en la tradición católica, es la voz de Dios.

Para rastrear la voz de sus conciencias, durante una semana los estudiantes escriben todos los días en su diario preguntándose: ¿Hasta qué punto hoy honré uno de mis principales valores? ¿En qué medida informé a mi conciencia? ¿Hasta dónde escuché mi «voz interior» hoy?

En estos diarios casi todos los estudiantes descubren que tienen una voz interior, que los llama a hacer el bien y evitar el mal. La mayoría de los estudiantes encuentra esta práctica inmensamente útil. Escriben sobre cómo aprendieron a escuchar sus voces internas, a discernir el bien del mal y a ganar confianza para seguir el bien.

Mientras ellos ven flujos constantes de imágenes y videos, de titulares y comentarios en sus teléfonos, la habilidad para sosegar la mente y sintonizar la voz del amor es indispensable.

Examen

Después de observar de cerca la conciencia, en clase practicamos el examen durante varios días. Los estudiantes recuerdan el día anterior y le piden a Dios que les muestre dónde estaba presente el Espíritu o dónde necesitan hacer un cambio. Es durante este tiempo que le presento herramientas de oración en línea, tales como la aplicación Hallow (en inglés, Santo) y Pray as You Go (en inglés, Voy rezando). Muchos estudiantes las aman y las encuentran útiles para orar por su cuenta.

Lleve el examen diario con usted dondequiera que vaya agregándolo como fondo de pantalla de bloqueo de su teléfono.

Cultivando las virtudes

Ahora estamos listos para poner en práctica las buenas acciones.

Ignacio ha escrito:

“Es cierto que los perezosos nunca tendrán paz mental o la posesión perfecta de la virtud, ya que éstas no se conquistan a sí mismas; mientras que los diligentes obtienen fácilmente ambas en pocos días”.

Cada estudiante elige una virtud cardinal o teológica para practicarla durante cinco días. Ellos documentan sus esfuerzos con fotos y textos, intercambian ideas sobre asuntos a experimentar y se comunican periódicamente con un mentor para hablar sobre su práctica.

Todos los días, durante una semana, recibo reflexiones bellas: cómo los estudiantes decidieron decirle a sus madres que las amaban; cómo decidieron apagar sus celulares mientras hacían sus deberes para practicar la ponderación; cómo decidieron intervenir cuando uno de sus amigos hizo una broma a expensas de otro. Ellos quieren practicar estas virtudes. Tienen apetencia por una dirección que los convierta en el tipo de persona que realmente quieren ser — como, creo, somos todos.

También tienen ansias por ser auténticos y, tras una semana de práctica, pueden estar de acuerdo con Ignacio en que las acciones hablan más persuasivamente que las palabras:

«(Las personas) de gran virtud, aunque su saber para ayudar al prójimo sea exiguo, predican con más elocuencia y persuaden a su gente hacia la bondad más poderosamente por su apariencia que por su habilidad retórica, por más instruidas que estén».

Los adolescentes de hoy digieren mucha información preocupante. Aunque las generaciones anteriores han enfrentado desafíos, es difícil hacer comparaciones debido a la gran cantidad de información disponible ahora para los adolescentes las 24 horas del día. Con ese bombardeo constante nunca habían sido más importantes el discernimiento y la virtud. Tengo que agradecer a Ignacio por estas herramientas y prácticas que puedo compartir con mis estudiantes, porque les ayudan a sortear los desafíos de esta época.

Fuente: es.jesuit

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