El problema de la comodidad
Por Silvia Somaré, ecj
¡Un gran invento la comodidad! Es ese estado de placer, en donde todo está bien y el objetivo es permanecer así y prolongarlo en cantidad y calidad.
¿Es malo estar cómodo? No, en la medida que me permite servir mejor al prójimo y no se tome la comodidad como un fin en sí misma. Cuando no es un lugar que domina mis opciones.
Entre algunos de los desequilibrios actuales se ha pasado un límite en las comodidades lícitas y las comodidades morales. No está castigada la comodidad que consiste en tener una mansión con los más exquisitos muebles y decorados, piscinas atemperadas y más baños que habitantes, pero es inmoral al analizar la cantidad de personas que no tienen vivienda digna (otro cuento es analizar de quién o de quienes es inmoral el acto). Es el lujo de la comodidad.
Otra comodidad es el deporte de la queja. Se critica todo lo que está mal o lo que parece o me parece mal; en el momento de aportar una solución, de hacer un alcance positivo hay una anemia de ideas. Es más cómodo quejarse y exigir que lo resuelvan otros. Es la pereza de la comodidad.
La sociedad delivery, on demand, nos acostumbra a desear, querer y obtener al mismo tiempo desde la “comodidad de donde estés”. Y así se impone la finalidad al proceso. Es la impaciencia de la comodidad.
Dejo para el lector, si no le resulta incómodo, completar la lista de comodidades.
Salir de la comodidad
Nuestro papa Francisco nos viene mostrando y pidiendo una Iglesia en salida, salir de la Iglesia misma y de nosotros mismos, de nuestro sitio de confort; dejar de pescar en la pecera. Nada nuevo si nos remontamos al Evangelio y vemos la llamada de Pedro y Andrés[1] . Eran pescadores, estaban cómodos con su oficio y su espacio, contentos con lo que hacían y Jesús los llama a algo impensado: pescar hombres. Y más adelante los envía para que vayan por todo el mundo a anunciar la Buena Noticia[2]. ¡De pescadores a periodistas!
Ése es el llamado que hoy tenemos como cristianos, salir de la comodidad para buscar al otro, quien sea y en donde esté. Este llamado viene del mismo Jesús. Pedro y los demás fueron los apóstoles del siglo 1, nosotros lo somos del siglo 21 y la misión es la misma: salir a anunciar la Buena Noticia. Una de las condiciones es dejar la comodidad, el confort; eso no significa estar incómodos sino que la misión está por encima de cualquier situación.
Quizás esté exagerando cuando creo que uno de los mayores males de este momento es la comodidad. Casi ni se la ve y tiene un aspecto inocente.
Muchas cosas nos perdemos por no tener todas las comodidades. ¿Cuántas nos perdemos por aferrarnos a ella? Les dejo una: La alegría de vivir el Evangelio.
[1] Evangelio de Mateo, 4,19.
[2] Evangelio de Marcos, 16,15.
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