Empezó a girar la Economía Circular

Federico Baráibar, tutor de emprendimientos circulares de Centro Ithaka, reflexiona sobre varias iniciativas que nacieron en el último tiempo, pero alerta que aún falta mucho por recorrer. 

El Centro Ithaka, es parte de la Universidad Católica del Uruguay y se dedica a promover el emprendedurismo. 

Por Federico Baráibar

El incremento del consumo de bienes técnicos, biológicos y servicios genera un aumento de las presiones en los sistemas naturales para suministrar materias primas y energía. Estas presiones tienen como resultado el deterioro de los ecosistemas naturales, la reducción de la diversidad biológica, el deterioro de la calidad de aire y agua y, como efecto, el deterioro de la calidad de vida y la salud humana. En muchos casos la escasez de materiales y energía está en el origen de tensiones y conflictos y de la explotación de personas. Por lo general, las comunidades más vulnerables, con menor capacidad de demandar calidad ambiental son las más afectadas por el deterioro ambiental a nivel local. Algunos creen que la tecnología aportará, en gran medida, soluciones a este tipo de problemas mientras otros piensan que nos dirigimos inexorablemente a un exterminio de la civilización humana y de la vida sobre la Tierra.

La Economía Circular empezó a sonar hace unos pocos años en Uruguay. Es una idea que magnetiza con la promesa —quizás idílica— de ser la respuesta a muchos, la mayoría, o todos los problemas ambientales que padecemos actualmente. La economía circular es un concepto que se define como el cierre de las cadenas de producción de valor económico que comienzan en la extracción de materias primas y recursos energéticos, y terminan en la disposición final de residuos o la contaminación de ecosistemas con las emisiones (gaseosas, líquidas, sólidas y energía) de los procesos de producción de bienes y servicios. El concepto encierra una serie de principios como, por ejemplo, buscar que los bienes permanezcan en el mercado la mayor cantidad de tiempo posible a su mayor valor posible. Esto supone bienes duraderos y diseñados para poder ser recuperados al menor costo posible, manteniendo la mayoría de sus funcionalidades posibles. Mientras la tecnología no da las suficientes respuestas y herramientas para responder a los impactos ambientales de nuestros modelos de producción/consumo, vamos a tener que cuestionar y cambiar principios de estímulo al consumo como lo es la Obsolescencia Programada. Este fenómeno va en sentido opuesto al concepto de Economía Circular. Vamos a tener que modificar nuestra forma de consumir y hasta su sentido como sinónimo de bienestar.  

Pero mientras todo esto sucede, el mundo gira y van apareciendo emprendimientos que se inspiran en los principios de la economía circular. Desde el 2018 viene funcionando en Uruguay el programa Oportunidades Circulares que busca fomentar el desarrollo de emprendimientos e iniciativas que se basan en estrategias de Servitización, desmaterialización, reutilización, reciclaje, entre otros. En estos dos años han aparecido decenas de emprendimientos muy diversos. Desde iniciativas orientadas a dar valor a materiales de descarte, algunas para recuperarlos como material (reciclaje), otras como envases (reuso). Hay iniciativas que buscan dar a residuos que hoy no se utilizan y se destinan a la disposición final un alto valor agregado como, por ejemplo, proteína para deportistas de alto rendimiento a partir de residuos de leche, complementos alimenticios y vitamínicos de consumo humano a partir del orujo de uva de Tannat o alimentos zootécnicos a partir de los descartes de criaderos de animales.

Algunas iniciativas buscan, también, extender la vida útil de los productos mediante diversas estrategias. Esto ocurre con frecuencia en emprendimientos textiles orientados a modelos de tipo hágalo usted mismo o presentando la ropa usada de manera novedosa en locales comerciales. Algunos proyectos introducen modelos más asociativos donde el productor del residuo se asocia con el que ofrece la solución de valorización en algo parecido a una sinergia industrial. Es el caso de las placas de “madera plástica” de residuos multilaminados con una empresa de consumo masivo que encontró como posible aplicación la provisión de sombra para bienestar animal para su propio abastecimiento. También se desarrolló un emprendimiento que buscó la recuperación de ropa para elaborar accesorios involucrando a las clientas de una tienda de ropa y una ONG que trabaja con mujeres en situación de vulnerabilidad social.

Si bien estos son solo algunos ejemplos de emprendimientos que se han visto en estas dos ediciones de oportunidades circulares, no se percibe aún una gran apuesta a los principios de mayor circularidad. La mayoría de las iniciativas presentadas están orientadas a oportunidades de reciclado de materiales. La mayor robustez aparece cuando los generadores de residuos buscan alternativas para reincorporarlos en sus propias cadenas de valor o en cadenas ajenas, pero también se ve fortaleza cuando hay sinergias asociativas entre generadores y transformadores de los residuos. Por el momento la servitización y la desmaterialización han aparecido muy tímidamente como expresiones de deseo. Pero esto recién empezó a girar.   

Fuente: ucu.edu.uy

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