Encuentros que valen la pena – MisiónSFJ
El pasado 14 de febrero partimos aproximadamente 110 jóvenes hacia la Diócesis de Mercedes, acompañados por un grupo de asesores, comprendido por religiosas, religiosos y sacerdotes. Jóvenes provenientes de distintas localidades: Montevideo, Salto y Tacuarembó; San Miguel, Córdoba, Corrientes, Chaco, Mendoza, Santiago del Estero y Santa Fe; y cruzando la cordillera, llegó la gente de Santiago de Chile. Diversidad de acentos se entrecruzaron para generar un ambiente de misión festivo, alegre, de color naranja.
Fuimos encomendados para una misión: 8 comunidades, 8 realidades, 8 desafíos nos esperaban con ansias y mucha alegría. Una misión de encuentros primeros, pero también de reencuentros que llenan el corazón de recuerdos y de amistades en Cristo que valen la pena. Segundo año que volvíamos a la Diócesis con una mirada distinta, porque ya conocíamos la realidad de estas comunidades.
Mañanas de oración personal y de misión por las casas buscando el encuentro con personas necesitadas de escucha, de esperanza, de compañía; con ganas de contagiar a Cristo y llevarlo por todos lados. Encuentros que de un año a otro persisten, se congelan en el tiempo y se recuerdan.
Tardes de talleres con temáticas particulares de evangelización. Este año se profundizó en las Imágenes de Jesús: Jesús como Amigo, Luz, Buen Pastor, Pan de Vida, y Buen Samaritano. Niños jugando y haciendo danzas orientadas a estos temas; jóvenes compartiendo dinámicas relacionando su vida con lo que Jesús nos enseña; adultos profundizando en la Palabra, en su mensaje y las resonancias que deja ésta en sus vidas. Instancias fuertes de compartir, de aprender de la experiencia del otro, de su vida, y de buscarla a Dios en todas las cosas.
Tardecitas también de misas, en donde se congregaba toda la comunidad y los misioneros para agradecerle a Dios tanto bien recibido. Momento clave del día, celebrando niños, jóvenes y adultos, dándole cierre al taller del día.
Noches en donde el grupo misionero se junta para cerrar el día en clave de oración, de examen diario, para recoger frutos del día. También para compartir la vida y conocer más al otro profundizando en estas hermosas amistades en Cristo que se van cultivando en el correr de la semana.
Una experiencia única, valiosa, de Dios. Cada puerta golpeada, cada taller, cada compartir entre misioneros, cada conversación, cada rostro, cada misa, sin duda deja huella en nuestras vidas, deja el corazón ardiendo, y deja la presencia de Dios de forma inigualable.
Lucía Goncalves Montes
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