¿Es buena la política?

Una reflexión sobre la política en tiempos en que se pone en el centro de la escena social. 

Por Silvia Somaré ECJ

La política es una ciencia social cuyo fin es iluminar y acompañar la organización de las personas en la sociedad, el político es el que ejerce esta ciencia, para el bien de la misma sociedad. Definiciones llenas de bondad y esperanza que, en abundantes realidades, no se presenta así.

Todos hemos escuchado frases como: ¡No hablemos de política para evitar peleas! ¡Los políticos no sirven! Y la misma Mafalda en su historieta, le endilga todos los males criticándola a tal punto, que su amiga Susanita le dice que parece la nuera de la política.

Cuando tenía 20 años y soñaba como todos los jóvenes con cambiar el mundo para bien, empecé a militar en un partido político y quería ser diputada nacional para representar al pueblo. Mi papá me apoyó y me advirtió sabiamente que de llegar, iba a ser empleada de ese pueblo, para el que tenía que trabajar tanto para los que me elegirían como para aquellos que no. Después Dios y la vida me llevaron por otros caminos. Me quedó como hermoso recuerdo el hecho de que se consideraba una riqueza tener un amigo de otro partido. Amigos y amigas que aún, orgullosamente, conservo.

Hace un mes estaba en un curso y uno de los asistentes quería saber de qué idea política era el disertante, un señor trabajador, orgulloso de su familia y sus raíces. Ya algo cansado por la insistencia le contestó: Mis manos para trabajar son mi partido político. Consideré que fue una respuesta coherente, sus manos desde ese lugar, construían la sociedad más allá de su voto. Vamos a votar en determinados momentos pero a mi comunidad, a mi ciudad, a mi país lo nutro cada día con mis buenas acciones. Eso desencadena un estilo de vida que lleva a elegir candidatos que me representen y a los cuales debo pedirle cuentas. Eso es hacer política. Cada día y con el voto, darle el poder de representarme a quien considero mejor para un proyecto de sociedad digna.

Por eso mismo es irresponsable elegir candidatos por filias o por fobias. Es indigno que compren mi voto con dinero, cargos o promesas irreales. Es de cristiano rezar el voto, pedir iluminación al Espíritu Santo, decir lo que pienso con mansedumbre y no lo es defender lo indefendible y generar brechas.

 A veces se cae en vicios que atentan a la bondad de la política, por ej: los personalismos, un partido no es una persona y una persona no es un partido, se debe considerar también que la sociedad no son mis votantes y mis votantes no son la sociedad, que ganar una elección no significa oficializar ideas propias, igualmente que perder no es oposición sistemática.

 Vuelvo a la pregunta del comienzo ¿es buena la política? Y respondo que sí, como es buena la democracia. Ambas son instrumentos, no son fines, son herramientas, no son trampolines. Todos somos políticos o debiéramos serlo, al buscar lo que es mejor para la sociedad, para la patria aunque eso implique renunciar a tradiciones o a conceptos. Con el trabajo diario de nuestras manos alimentamos esa idea política.

Al pensar en política invito también a pensar en los fundadores de nuestras repúblicas. Eso evitará que nosotros seamos los fundidores.

Fuente: Vida Nueva Digital

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