Educación, servicio y fe – 2º Inter-jesuítico de Pastoral

El segundo encuentro Inter-jesuítico de Pastoral se realizó los días 12 y 13 de octubre en San Miguel, Buenos Aires. Contó con la presencia de alumnos de los últimos años de secundario y ex-alumnos involucrados en la Pastoral de instituciones educativas pertenecientes a la Red Argentino-Uruguaya de Colegios Ignacianos (RAUCI), Manos Abiertas y Fe y Alegría, tanto de Argentina como de Uruguay.

Fue un espacio privilegiado para que alumnos y ex-alumnos pudieran intercambiar sus experiencias de servicio y de oración, las distintas actividades de las Pastorales, sus historias personales y la idiosincrasia propia de cada uno de sus lugares de pertenencia. Además de momentos de compartir entre ellos, los participantes realizaron una misión por los barrios de la zona.

El encuentro dio la posibilidad de compartir espacios propios de la identidad de las Pastorales de los centros educativos ignacianos. Se realizó, por ejemplo, un momento de Pausa Ignaciana, un espacio de oración para examinar el día y la acción de Dios a lo largo de este. Cada una de las Pastorales ha ido incorporando este modo de oración previamente, por lo cual se vivió en el encuentro un ambiente de afinidad y sintonía.  

“Doy gracias por el encuentro con la gente de Ciudad Santa María (San Miguel): sus rostros, sus historias, su manera tan particular y tan fuerte de vivir la fe, su devoción por Mamá María y por cada uno de sus patronos, sus ganas de crecer, la pasión y el compromiso de sus jóvenes con la Pastoral de cada una de sus comunidades, su humildad, su docilidad, su esperanza, su cálida compañía, su dedicación y su sensibilidad” cuenta Tomás Berríos, ex-alumno del Colegio del Salvador.

Además, Ernesto Miguens SJ, quien se encuentra trabajando en San Miguel, comparte su experiencia de este fin de semana:

«Con el lema “Peregrinos en Misión”, dedicamos un día completo a misionar 15 comunidades de Ciudad Santa María, para encontrarse con la realidad pastoral de los barrios y que la visitas tengan oportunidad de darse a conocer. 

Dos protagonistas destacaron a lo largo de todo el encuentro. 

La primera fue la hospitalidad de los anfitriones, que se hizo notar desde las reuniones preparatorias pero fue más palpable durante los tres días del evento: pastoralistas, profesores y directivos se pusieron manos a la obra: cocina, limpieza, logística, traslados, servicio… nada les resultó ajeno. Alojaron gente en sus casas, trasnocharon por cuidar chicos, madrugaron para servir del desayuno… se los vio pendiente de todo detalle: desde dietas especiales hasta prevenir que se desorientaran, se mojaran o demoraran el regreso. Y este cariño por la misión se percibía y se contagiaba.

La otra protagonista es propia de los jóvenes que participan de la pastora: es esa llama interior, la misma que está representada en el logo del encuentro. La llama que hace tolerable la lluvia (que parecía interminable), que permite disimular el cansancio con buen humor, que hace decir que sí, elegir siempre el sí. Es la llama que mueve, que da sentido, que elimina la tristeza y la inseguridad; que borra las diferencias y conflictos, que es optimista y busca el lado positivo, que pone cariño y paciencia. En fin, esa llama, ese  fuego sagrado, invadió de tal manera el salón pastoral el viernes por la mañana con los primeros invitados, que los que estábamos en la organización respiramos relajados: nos dimos cuenta de que la posta ya no estaba en nuestras manos. Ya la había tomado una mano más segura.»

 

 

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