Fiesta de Nuestra Señora de los Milagros, patrona de los Jesuitas en Argentina y Uruguay

El pasado 9 de mayo celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Los Milagros, patrona de los jesuitas en Argentina y Uruguay. En ocasión de esta celebración, Cristian Marín SJ, comparte con nosotros algunas impresiones generales y personales sobre lo vivido en el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, en Santa Fe . 

Por Cristian Marín, SJ

«La verdad es que es siempre especial la fiesta patronal. Este año aún más por obvias razones. La comunidad que rodea el Santuario (grupos juveniles, voluntariado manos abierta, alumnos y docentes del colegio, la parroquia de Alto Verde, etc.) acompañó en todo momento el Rosario de cada día (armado por familias de los grupos que cité) y las misas. 

La celebración de la Misa central fue muy emotiva por todo lo vivido en la semana de preparación espiritual. Obviamente fue todo muy distinto. No hace falta citar todo lo que no hubo este año, pero sí resaltar lo que sí hubo: predisposición de todos para colaborar y aportar en lo que podía, el corazón dispuesto para vivir y revivir (porque también hubo recuerdos hermosos) la Gracia del Milagro. Hubo compañía, de alguna manera vivimos el abrazo espiritual que surge del Amor de María y a María. Estuvimos juntos, todos juntos y eso se sintió.

Personalmente, experimenté el cariño y el amor que tiene esta ciudad de Santa Fe por esta advocación. Los alumnos de 5to año (también ex alumnos y los más chicos) me hicieron ver eso que sienten por Nuestra Madre. La difusión de la celebración en las redes sociales, la presencia de Su imagen presente en cada una de las casas de alumnos y ex alumnos con quienes compartimos una oración y contemplación por internet.

Ni que hablar mis compañeros jesuitas de esta comunidad y de todas partes.

Las palabras del obispo en la misa central de la fiesta, fueron muy profundas como la imagen que nos regaló en su homilía: «la raíz de la fe del pueblo de Santa Fe, está aquí, en este lugar» 

En esta fiesta «especial» hubieron muchas cosas, pero lo que experimenté más que nunca fue la Iglesia doméstica en la que María, Nuestra Señora de los Milagros está muy presente: «Y allí donde Ella está, está Jesús».

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