Jesús es el Corazón de la Cruz

Por Cristian Marín SJ

En este viernes de Semana Santa recordamos como Iglesia la pasión de Jesús.

Como una madre educa a sus hijos, ella – nuestra Iglesia – nos enseña que Jesús muere por amor a todos, que Él es el Salvador aún para aquellos que ni lo conocen o lo niegan o ni les interesa todo lo que tenga que ver con la idea de Dios.

Jesús muere por nosotros. Ahora, podríamos pensar que Dios quiere el sufrimiento de su Hijo. Y aún más, podría instalarse en nosotros la idea de que Jesús mismo desea y quiere sufrir todo lo que recordamos hoy.

Muchas veces hemos escuchado que “no es el deseo de sufrir por sufrir lo que mueve a Jesús, lo que lo mueve es el amor” pero pareciera que no nos queda bien en claro esto.

La Palabra de Dios nos ilumina en este asunto, leemos en la biblia: “amor quiero, no sacrificios”. Y es lo que vemos que hace Jesús: Ama.

Y por amor al plan, al proyecto de que venga el Reino del Padre, está decidido a ir hasta las últimas consecuencias. Por amor a aquellos a quienes curó, a todos aquellos a quienes enseñó, a todos a quienes les devolvió la dignidad de sentirse hijos amados por Dios frente a la exclusión que sufrían por parte de todos.

Por optar vivir amando a todos y enseñando a hacerlo es que terminó clavado de pies y manos en una cruz.

Pero ojo, Jesús no es una especie de superhéroe que la industria del cine cada año nos muestra en varias películas. Porque el superhéroe está centrado en sí mismo y el yo puedo todo, tengo que sufrir esto o aquello para ganarle a… Aunque es cierto que despiertan admiración… pero…

No, nuestro humilde carpintero amigo es distinto, se juega hasta lo último por todos incluso hasta por sus enemigos. Está abierto a todos, no está cerrado en sí mismo. Si hasta parece que desde la misma cruz, en medio del dolor, abre sus brazos para abrazar.

Jesús despierta, en todo aquel que contempla toda su vida y su cruz, más que admiración, despierta el misterio de la atracción cumpliendo su promesa: “Cuando sea elevado, yo atraeré a todo el mundo” que leemos en el evangelio de San Juan.

El dolor por el dolor en sí, no es normal. Sólo si el dolor está dentro de un proceso – que produce dolor – pero que busca sanar, es soportable.

Jesús busca sanar. Busca salvar del pinchazo que produce el “aguijón del pecado” y que nos aleja de Dios. “He venido en nombre de mi Padre y uds. no me reciben”. Jesús desea cumplir la misión que el Padre le ha encomendado y sus acciones, sus palabras, sus decisiones causan como consecuencia la muerte.

Al morir en una cruz, nos enseña la Iglesia, se entregó por amor a todos y padeció por nosotros todos nuestros dolores y sufrimientos.

El corazón de nuestros sufrimientos y dolores es este Verdadero Hombre, Hijo de Dios. Pues si observamos bien, el centro, el corazón de la Cruz es Él mismo.

Dejémonos atraer…

Sabemos que no todo termina allí…

 

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