La educación: o es liberadora o no es educativa

Por Roberto Jaramillo SJ

«Educación» y «acción educativa» son, en efecto, expresiones correlativas, y para muchas personas pueden significar lo mismo; pero no es así. Creemos que es un grave error asociarlas y restringir la institución docente a su espacio-temporalidad, secundando tal asociación espontánea: entre otras cosas, porque así «la escuela» resulta cargando con todo el peso y la responsabilidad de la deseducación de las personas y de las colectividades a las cuales ha prestado, por siglos, sus servicios.

Nos parece, sin embargo, que la expresión «acción educativa» (en lugar de «educación») puede recoger más ampliamente prácticas plurales a las cuales nos gustaría referirnos en esta ocasión. Porque una persona puede no ser una gran conocedora de la teoría pedagógica ni trabajar en una institución educativa y, sin embargo, ser un gran educador en el día a día de las relaciones, las más diversas: deportivas, lúdicas, religiosas, políticas, económicas, culturales, familiares, comerciales, etc. En ese sentido, todos los que ejercemos de alguna manera un servicio de acompañar y animar la humanización de personas y colectividades somos actores educativos.

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