Misión de RAUCI a San José del Boquerón

La semana del 27 de Mayo al 1° de junio, jóvenes de distintos colegios jesuitas de Argentina y Uruguay se reunieron en San José del Boquerón para compartir un tiempo de misión, encontrarse entre sí y con la gente del lugar. Compartimos aquí algunos testimonios de los adolescentes que participaron de la misión.

Quiara, Colegio San Luis Gonzaga, Mendoza

Estuve esta semana en la comunidad de Vinal Suni. Pude sentir a Dios en cada mirada, en cada mate, en cada tortilla, en cada abrazo compartido con esa gente, y lo único que puedo decir es que ojalá que todos esos jóvenes que dudan de si acercarse o no a esta experiencia, se animen y no se pierdan esta oportunidad increíble.

Tomás Berragan – Colegio de la Inmaculada, Santa Fe

Mi experiencia fue muy positiva. Cada persona, cada familia que visitamos nos recibió con las manos abiertas y la mejor predisposición. Nos cebaron mates, compartimos charlas, y todo esto nos fue ayudando a crecer como personas. La verdad que, para la gente que está pensando en hacer esta misión, se la recomiendo de corazón porque es una experiencia muy positiva.

Rocío Maceda – Instituto Virgen de Itatí, Posadas

Estuve en la comunidad de Vinal Suni. Lo que tengo para decir sobre esta experiencia es que fue muy especial, muy hermosa por todo el cariño que recibimos de la gente, que estuvo predispuesta a compartir con nosotros, a conocer gente nueva y por los niños que también fueron súper cariñosos con nosotros. A las personas que tengan la oportunidad de hacer esta experiencia, la recomiendo totalmente, porque es hermosa y te abre la cabeza.

Mariángeles Wandelow – Colegio Madre de la Misericordia, Posadas.

Pude compartir con mis compañeros la Misión al Boquerón. Estuve en la comunidad de Santa Rosa y lo que más me llevo de esta misión es la hospitalidad de todas las personas que nos recibieron en sus casas, que nos cebaron mates, nos dieron comida, y nos compartieron su historia. Y me gustaría recomendarla a los chicos que están pensando o dudando si venir o no. Yo les recomedaría que lo hagan. Que les va a hacer bien a ellos y a las familias que están acá, que los esperan con ansias. Cada vez que ven a un misionero se emocionan. Quieren saber sobre nosotros, de dónde venimos, qué hacemos. Igual que nosotros queremos saber de ellos. Por eso les recomiendo a todos que se animen a venir y vivan esta experiencia y la disfruten sin pensar tanto lo que dejan en sus ciudades o sus familias porque cuando estás acá eso de verdad queda en un segundo plano.

Verónica Martínez – Colegio Cristo Rey, Paraguay

Fui a la comunidad de Santa Rosa en Boquerón y lo que más me llegó de esta experiencia fueron las personas con la que conviví. No sólo con el grupo que me tocó sino con la comunidad. Es increíble cómo estas personas pueden ser tan felices en la sencillez. Los niños no necesitan mucho para ser felices. Ellos con un lápiz, con un papel, con un abrazo y con una sonrisa ya son muy felices. Las personas mayores del lugar necesitaban ser escuchadas y eso fue lo que hicimos: fuimos a escucharles, a preguntar cómo estaban y para mí, es una experiencia increíble, que te cambia la vida. Y que enciende en uno una llama grande. Invito a todos los que quieran a ir: es una experiencia que nunca van a olvidar y que vale totalmente la pena.

Luján Medina –Colegio Nuestra Señora de Itatí; San Miguel, Buenos Aires

Me tocó misionar en El Puesto. Realmente es una experiencia única. Lo que se vive ahí es inexplicable. El cariño de la gente, de los más chiquitos… es incomparable. La felicidad, la esperanza que tiene esa gente para salir adelante día a día. La fe que tienen, que no la pierden nunca. A pesar que no tener la vivienda digna, ellos siguen con la misma alegría y reciben a todos con el mismo entusiasmo todos los años. Estoy muy agradecida con el Colegio Nuestra Señora de Itatí, que fue el que me abrió las puertas para que llegue hasta acá.

Ahora estoy feliz y triste a la vez. Triste porque no me quería ir. Feliz por todo lo vivido. Es algo indescriptible, increíble, que es imposible explicar sin haber tenido la experiencia.  Estoy así, y también muy agradecida con toda la gente que nos recibió con una alegría enorme.

Juan Ignacio Marconi – Colegio del Salvador, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Misioné en la comunidad de Santa Rosa. A esta comunidad vinieron chicos de distintos países: Uruguay, Paraguay; y de distintas provincias de Argentina: Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Buenos Aires…

Al principio arrancamos siendo desconocidos entre nosotros y poco a poco fuimos tomando más confianza. Fuimos compartiendo cada vez más, nos reímos mucho entre nosotros, y también hubo charlas más profundas. Además, la gente de Santa Rosa nos recibió muy bien. Fueron muy cálidos a la hora de recibirnos en las casas, o de traernos, por ejemplo, mantas para dormir o comida; nos recibieron con mates dulces, tortillas y compartíamos unas muy lindas charlas.

A la tarde venían los chicos a jugar con nosotros, siempre con una sonrisa en la cara, siempre con un abrazo, un beso o preguntarnos cómo estábamos. La verdad que muy linda gente, muy linda experiencia. Cuando estaba terminando la experiencia, yo decía que no quería que termine nunca. Y quiero invitar a todos a que, si tienen la oportunidad de misionar acá en Boquerón o en cualquier otro lugar, lo hagan porque no se pierde nada, sino que se ganan un montón de cosas que en otras actividades no se viven.

Esteban Rosales – Colegio San Ignacio, Montevideo

Quería compartir mi experiencia en esta Misión en Boquerón. Realmente se generan unos ámbitos de convivencia muy lindos. Con el grupo de misión yo siento un vínculo realmente cercano, se genera una amistad que trasciende fronteras, porque cada uno viene como yo, de distintos de lugares. Unos de Uruguay, otros de Paraguay, de Santa Fe, de Mendoza, otros de Buenos Aires… y ahí se genera un intercambio que enriquece por las diferentes costumbres que tiene cada uno y que aporta y enriquece al grupo. Es realmente una experiencia hermosa. Yo la recomiendo desde ya. Cualquiera que tenga la oportunidad de ir le diría que vaya, porque no se pierde de nada. Es una semana que ganás: valores, crecés como persona, realmente te cambia la vida.

La gente nos recibió de una manera espectacular. Se notaba una riqueza humana única. Desde lo poco que tenían, ponían su silla, su espacio, a nuestra disposición, con unos mates dulces, unas tortillas. Y siempre desde el respeto. Había formas muy variadas de vivir la fe, pero siempre desde el respeto y el intercambio que enriquece. Uno sale de Boquerón con otra mentalidad. No volvés a tu casa siendo el mismo. Y es un cambio para bien, que te hace más consciente de las diferentes realidades en diferentes ciudades y países. Para mí, por ejemplo, que me sacó de la comodidad de mi país y me enfrentó a esta realidad diferente. A mí en principio me sorprendió; pero en seguida te acomodás, podés notar la sensibilidad que hay en cada uno de ellos, de los habitantes de Boquerón. Por eso invito, que si tienen la oportunidad de misionar, en Boquerón o en cualquier otro lado, lo hagan. No pierden nada.  Sólo ganás. No me alcanza con estas palabras para describir la experiencia. Simplemente magnífica.

 

Agostina del Dotto – Colegio Sagrada Familia, Córdoba

Con mis compañeras vamos a contar un poco más una de las experiencias que más nos llenó el corazón. Nosotros nos levantamos a la mañana y tuvimos 2 km caminando para llegar hasta la casa de Ema y Lorenzo. Nos recibieron de una forma muy linda y cálida. Nos ofrecieron unos mates y comida. Estuvimos un charlando un poco y ahí sentí que la humildad que tienen ellos, que a pesar de ser personas de bajos recursos económicos; son gente muy rica en sus sentimientos y su compartir. Yo sentí que no hace falta tener tantas cosas materiales para ser feliz.

Lo que yo sentí cuando estuvimos en esa casa, fue que con preguntas tan sencillas, recibimos respuestas tan completas y tan llenas de amor, de alegría, de alegría, de sus costumbres. También preguntamos qué era el monte para ellos y nos dijeron que ‘el Monte es todo’. De ahí sacan todo lo que tienen: comida para los animales… etc. Respuestas que nos llenaban el alma, que eran sorprendentes, que nos causaron tanta felicidad como seguramente ellos también sintieron. Nos soprendió cuando Emma espontáneamente sacó una verduras y nos dijo ‘vamos a cocinar, les preparo un guiso’. Le nació tan espontáneamente que nos hizo sentir como en casa. Nos pusimos a ayudarla: preparamos el guiso, comimos todos juntos, bendecimos la comida… todo fue tan especial que parecía que lo que estábamos viviendo era mentira.

Después seguimos charlando un poco más e hicimos una bendición a la casa con agua bendita; y uno de nuestros compañeros le dio un rosario y ella muy agradecida nos abrazó y ahí todos nos emocionamos.

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