No hay que Añadirle Nada a la Vida

La dicha emerge dentro de nosotros como un don, es el tesoro que se descubre en el propio campo interior.

Por Javier Rojas SJ

 La meditación es el camino para descubrir y liberar la verdadera vida que existe en nuestro interior. No la vida “imaginada” que nos cuenta el ego, sino esa maravillosa fuente de energía que está dentro de nosotros y espera desplegarse con fuerza y surgir.

Necesitamos renovar constantemente la mente y el corazón para sanear el espíritu. Es preciso recuperar la conciencia de que la belleza de la vida, lo maravilloso de nuestra existencia, no está en los agregados, aditivos o decorados con que podemos cubrir lo que somos, sino en la simplicidad de los acontecimientos y en el vaciamiento sostenido de todo aquello que no pertenece a nuestro ser. Pero ¡qué difícil creer que la simpleza es fuente de dicha y plenitud cuando nos hemos creído el cuento de que la felicidad es algo que se puede «tener», «conseguir» o «alcanzar» a través de lo que podemos poseer!

Esta idea peregrina en nuestra mente es el camino más directo para ser infeliz. ¿Por qué? Simplemente porque la felicidad no está unido a alguna cosa, sino que es una experiencia que emerge en el vacío de todo.

La dicha emerge dentro de nosotros como un don, es el tesoro que se descubre en el propio campo interior. Y para llegar a él, hay que ahondar en lo más íntimo de nosotros mismos.

Desinstalar nuestras ideas erróneas significa quitarle poder al ego -falso yo- que nos hace creer que la concreción de todo lo que imaginamos como una “vida feliz” es el camino para la dicha. El ego busca su realización personal, basado en sus propios criterios y leyes, pero no sabe que la felicidad no es un derecho “privado” sino social. Para sentirse feliz, además de estar en paz con uno mismo y con Dios, también hay que estarlo con los demás.

Detrás de todo el tinglado de razonamientos del ego, se encuentra una verdadera fuente de dicha y plenitud, porque oculto debajo de los pensamientos egoístas, nos descubrimos mucho más simples y sencillos. Oculta, como las corrientes de aguas subterráneas, está la fuente de sabiduría que hace brotar en nuestro interior la plenitud, que tanto perseguimos fuera de nosotros.

La meditación es el camino para descubrir y liberar la verdadera vida que existe en nuestro interior. No la vida “imaginada” que nos cuenta el ego, sino esa maravillosa fuente de energía que está dentro de nosotros y espera desplegarse con fuerza y surgir. Allí está lo que necesitamos para ser felices, dichosos y plenos. No necesitamos agregarle nada a la vida. Más bien debemos deshacernos de mucho. Sobre todo, de las mentiras de nuestro ego. Ya cargamos con demasiados pensamientos y sentimientos inútiles a nuestras espaldas que nos han vuelto seres “rastreros”.

Da pena ver tantas personas por la calle que caminan mirando el suelo, sumidos en sus miedos y angustias. ¿Cuántas veces sufres más por los pensamientos que produce tu mente que por los hechos concretos que acontece? En algún punto es verdad que nosotros producimos, en gran parte, nuestro propio sufrimiento. Renovemos nuestra mente y nuestro corazón para dar libertad al espíritu que vive en nosotros.

 

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