Pasión de Jesús – Propuesta de Oración para el Viernes Santo

Compartimos una ayuda para la oración propuesta por Gonzalo Zarazaga SJ que invita a contemplar los últimos momentos de la vida de Jesús, narrados en el Evangelio de Juan.

Juan 19, 16b-42 – Pasión: Crucifixión y muerte de Jesús.

Se lo llevaron y Jesús salió cargando él mismo con al Cruz, hacia un lugar llamado La Calavera, en hebro Gólgota. Allí lo crucificaron con otros dos: uno a cada lado y en medio, Jesús.

Pilato había hecho escribir un letrero y clavarlo en la Cruz. El esrito decía “Jesús, el Nazareno, Rey de los judíos”. Muchos judíos leyeron el letrero estaba escrito en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes dijeron a Pilato: “No escribas: ‘Rey de los judíos’, sino: ‘este ha dicho: Soy el rey de los judíos’”. Pilato contestó: “Lo escrito, escrito está”.

Cuando los solados hubieron crucificado a Jesús, tomaron su ropa y la dividieron en cuatro partes, una para cada soldado; aparte la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida de arriba abajo, de una pieza. Así que se dijeron: “No la rasguemos; vamos a sortearla, para ver quién le toca”. Así se cumplió lo escrito: “Se repartieron mis vestidos y se sortearon mi túnica”. Es lo que hicieron los soldados.

Junto a  la Cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y a la lado al discípulo predilecto, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la llevó a su casa”.

Después, sabiendo que todo había terminado, para que se cumpliese la escritura, Jesús dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Empaparon una esponja en vinagre, la sujetaron a un hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús tomó el vinagre y dijo: “Todo se ha cumplido”. Dobló la cabeza y entregó el espíritu.

Era la víspera del sábado, el más solemne de todos; los judíos, para que los cadáveres no quedaran en la cruz el sábado, pidieron a pilatos que les quebrasen las piernas y los descolgasen. Fueron los soldados y quebraron las dos piernas a los dos crucificados con él. Al llegar a Jesús, viendo que estaba muerto, no le quebraron las piernas; sino que un soldado le abrió el costado de una lanzada. Al punto brotó sangre y agua.

El que lo vio lo atestigua y su testimonio es fidedigno. Sabe que dice la verdad para que creáis vosotros. Esto se cumplió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán ningún hueso”; y otra Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron”.

Después de esto,. José de Arimatea, que en secreto era discípulo por miedo a los judíos, pidió permiso a Pilato para llevarse el cadáver de Jesús. Pilato se lo concedió. Él fue y se llevó el cadáver. Fue también Nicodemo, el que lo había visitado en una ocasión de noche , llevando cien libras de una mezcla de mirra y aloe. Tomaron el cadáver de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto y en él un sepulcro nuevo en el que nadie había sido sepultado. Como era la víspera de la fiesta judía y como el sepulcro estaba cerca, colocaron allí a Jesús.

AYUDAS PARA LA ORACIÓN

1° Leemos muy pausadamente el texto en que Juan nos narra la crucifixión , muerte y sepultura de Jesús. (…)

2° Nos ponemos en presencia de Dios

Procuramos sentir la solemnidad del momento que vamos a contemplar. Sentimos la presencia de Dios… tal vez percibiendo su mismo silencio.

3° Composición viendo el lugar

Intentamos hacernos presentes en la escena. Podemos contemplar  a Jesús, que en la hora decisiva asume plenamente su muerte, carga la cruz sobre sus hombros y la lleva él mismo para realizar y la lleva él mismo para realizar la misión que el Padre le ha encomendado. Acompañamos a Jesús contemplando tanto el camino como el lugar donde va  a realizarse la crucifixión.

4° Pedimos acompañar a Jesús en su camino, en su muerte y entrega.

Pedimos asomarnos al misterio del amor de Dios que se entrega por nosotros poniéndose en nuestras manos. En los Ejercicios Espirituales, al llegar a esta instancia, Ignacio indica que conviene pedir los mismos sentimientos que Jesús. Queremos poder participar, aunque sea mínimamente del amor de Jesús. (…)

5° Contemplamos y escuchamos a Jesús.

Vemos a Jesús llegar al lugar de la crucifixión. Juan no nos dice nada del camino hasta el Gólgota. (…) Todos guardan silencio. Nadie interviene. Jesús ocupa toda la escena. Él es, en verdad, el único protagonista de los sucesos. Su desición de abrazar ‘su hora’ es la que marca la sucesión de los acontecimientos. Todo está en función de mostrar a Jesús como el sumo sacerdote que ofrece voluntariamente el sacrificio definitivo, entregándose a sí mismo como cordero pascual que derrama su propia sangre para la purificación de los pecados. En virtud de ese sacrificio, Jesús se convierte en rey en ese mismo trono elevado en la cruz.

(…)

Solo al final, cuando ‘la hora’ ya se ha consumado, veremos actuar a José de Arimatea y a Nicodemo. Ellos, que seguían a Jesús de lejos y en secreto “ por temor a los judíos” se muestran saliendo a la luz, comprometiéndose y pidiendo el cuerpo del Señor. Adelantan así, la valentía que alentará a los discípulos tras la resurrección. El discípulo ya no podrá esconderse ni dejarse paralizar por el temor . Se acerca la hora en que quien cree tendrá que decidirse, salir a dar la cara, comprometerse siguiendo el mismo camino que Jesús.

(…)

6° Contemplamos a las demás personas.

En su relato de la crucifixión – a diferencia de lo que hacía ante los signos que realizaba Jesús – Juan ya no menciona las reacciones, sentimientos o comentarios de quienes participan o asisten a los acontecimientos. No se habla de dos ladrones, sino de “otros dos”. Tanto las mujeres como el discípulo amado permanecen quietos y el silencio al pie de la cruz. La contemplación de la escena nos permite, sin embargo, en la libertad de nuestra oración personal, contemplar esos personajes, ver sus rostros, penetrar su silencio. Puedo intentar percibir sus sentimientos para confrontarlos con los míos, con mis propias actitudes y sentimientos ante el sufrimiento y la cruz. Podemos intentar hacernos presentes al pie de la cruz para sumarnos al silencio orante tanto de María como del discípulo amado.

7° Terminamos con un coloquio con Jesús puesto en cruz.

Buscamos que los sentimientos de Cristo, su amor incondicional , su entrega, nos invaden y superen. Dejamos que surja allí lo que nos sale decir, agradecer y pedir ante esta locura de amor de la cruz. (…)

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *