Semana Social del Episcopado Argentino en torno al trabajo como clave del Desarrollo Integral

A mediados de junio pasado, el Observatorio de la Deuda Social Argentina (OSDA), de la Universidad Católica Argentina reveló que el empleo informal en el país ha crecido un 49,3%.

En el informe, titulado ‘Heterogeneidad y fragmentación del mercado de trabajo (2010-2018)’, se revela que menos de la mitad de la población económica activa accedió a un empleo con todos los derechos en el último año. El 9,9% permanecía desempleado y 18,6% registraba una condición laboral precaria (empleo temporario o subsidiado).

La precariedad también alcanza al 27,7% que, contando con un empleo regular, carecen de asistencia del sistema de seguridad social. El resultado de la combinación de indicadores apunta a expresar la precariedad creciente y su impacto en las condiciones de vida de los hogares argentinos.

A finales del mismo mes, el OSDA y la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires presentaron el documento “Empleo y Trabajo No Remunerado: Una mirada en profundidad sobre la distribución del trabajo no remunerado del Conurbano Bonaerense 2017-2018”.

El informe indaga la desigualdad de acceso al mercado de trabajo, la inequidad en la carga de trabajo no remunerado (doble jornada) así como también se analizan desigualdades de género (entre hombres y mujeres), sociales (según estrato social y situación de pobreza) y socio-residenciales (según aglomerado urbano y nivel socioeconómico del barrio).

El centro puesto en la persona

Apenas unos días después, la tradicional Semana Social de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado se celebraba en torno al tema “Trabajo: clave para el desarrollo humano integral”.

Entre las presentaciones de la tradicional cita anual en la ciudad de Mar del Plata, Mons. Lugones, titular de la Pastoral Social, cuestionó los modelos de desarrollo que hacen primar lo material como el único criterio válido. Esto provoca el clamor de la persona y de la tierra, señaló, reclamando un modelo sostenible que ubique a la persona, el trabajador y la trabajadora, en el centro de la escena.

Lugones también destacó la necesidad de políticas públicas para promover el empleo al señalar que “la cuestión laboral reclama la responsabilidad del Estado, al cual compete la función de promover las condiciones para la creación de oportunidades de trabajo, incentivando para ello tanto al mundo productivo y de la economía social, como al científico-tecnológico y cultural”.

Del mismo modo, el obispo jesuita, convocó a la solidaridad entre los sectores socialespara con aquellos que menos, o nada tienen, a saber: los pobres y empobrecidos, los desocupados y descartados, los excluidos y desconocidos por la sociedad”.

También se refirió a la necesidad de ubicar al trabajo como una prioridad esencial del desarrollo, en pos del fortalecimiento del tejido social y la dignidad humana. “Cuando en un sistema social –agregó- las relaciones del trabajo no son de solidaridad sino de egoísmo, la persona poco a poco es excluida,… y cuando la desocupación llega a ser estructural, las personas excluidas dejan de estar explotadas y pasan a estar descartadas, como advierte el Papa Francisco”.

 

*Con información de CEA, UCA y AICA.

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