La misericordia: “amor visceral”

Vivir la misericordia al estilo de Jesús es comprometerse desde lo más profundo con el dolor del otro y el propio. Y confiar en que Dios actúa también en esas realidades.

Por María Dolores López Guzmán

Es urgente. No hay tiempo que perder. Cada segundo puede ser decisivo. Muchas vidas en juego, un futuro diferente. La misericordia pide paso para ofrecer una alternativa en el modo de tratar la miseria humana. Existen otras opciones: pasar de largo ante la desdicha, hacer oídos sordos, mantenerse al margen, negar nuestra participación en lo que sucede, rebajar su importancia… Pero los pecadores, atrapados por las heridas que han causado, y los maltratados por multitud de causas, seguirán ahí, llamando a la puerta, apelando a nuestra humanidad… y a la de Dios.

Y el Señor ha respondido; porque no existe nadie más Humano que Él, con la misericordia. No se pone a cubierto ni se esconde bajo el silencio o la indiferencia a pesar de recibir constantes acusaciones de ser cómplice con su supuesto mutismo. Respondió de forma contundente hace algo más de dos mil años cuando vino, no para rechazarnos, sino para estar aún más cerca de nuestras debilidades haciéndose uno como nosotros, tan frágil como un niño.

Y responde ahora a través de aquellos que quieren participar de su obra y su vida, en su Cuerpo, convirtiendo las situaciones más desdichadas en su prioridad. Por eso, el papa Francisco nos recuerda que la misericordia no es una idea abstracta, sino una realidad tan concreta como el amor de un padre o una madre que se conmueve en lo más profundo de sus entrañas por el hijo al que tratan con ternura y compasión, indulgencia y perdón. “Amor visceral”, radical y entregado, presente en las situaciones más penosas (Misericordiae Vultus, n.6).

Dios actúa. Lo hace de múltiples maneras, todas ellas atravesadas por la misericordia. Que no es un atributo más que según las circunstancias unas veces aplica y otras no, sino que forma parte de su naturaleza. El Señor no puede no ser misericordioso. Él es así. Y el abrazo es la expresión que mejor condensa su significado; pero no uno de tantos que damos y recibimos en la vida cotidiana, como cuando saludamos a un amigo que no vemos hace tiempo, al despedirnos de un ser querido que ha venido a visitarnos, o para agradecer un regalo estupendo; sino aquel que se ofrece en los momentos en los que la persona está en situación de extrema necesidad, donde la miserabilidad se hace especialmente patente.

Esto sucede en dos contextos dramáticos: cuando el ser humano es acosado por la desgracia (consecuencia de enfermedades, muerte, paro, accidentes…); o bien cuando ofendemos (a otros y a nosotros mismos) y no nos atrevemos a mirar a la cara a nadie por miedo a que descubran en nuestros ojos lo que hemos hecho o deseado. En el primer caso, el abrazo es signo palpable de apoyo, cercanía, compasión, y sostén para que la persona no decaiga. Un “hombro en el que llorar” (nada fácil de encontrar, por cierto). En el segundo, es el símbolo del perdón. Quizás por ello lo empleó Jesús para explicar la maravillosa acogida del padre a su hijo pródigo en su regreso: conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente (Lc 15, 20).

La reacción del padre ante la miseria de su hijo no fue quedarse paralizado por su escandalosa e ingrata conducta; tampoco la palabrería inútil, ni el reproche continuo y legítimo por el daño que le había causado a él, a su hermano, a su casa, a su imagen o a su buen nombre. Fue la espera anhelante, los brazos abiertos huérfanos de contacto por la separación y la distancia que la ofensa había generado. El pecado no estaba en el centro de su mirada, aunque lo rechazara, sino en el regreso de aquel a quien tanto añoraba y que sabía perdido.

Una buena lección de lo que es el “amor visceral” y que nos recuerda que solo hay una cosa que puede impedir a la misericordia actuar, y es no confiar en que, de verdad, es más fuerte que el peor de los males que hayamos cometido. Para Dios no existen los imperdonables. La vuelta es la salida. Por eso lo que al Señor de verdad le importa es que anhelemos su abrazo aunque sea a través de las manos de los otros en esta vida.

Fuente: Entre Paréntesis 

 

«Muchos relatos, una sola Historia” – Andres Aguerre SJ

“Muchas llamas, un solo fuego: muchos relatos, una sola historia”

Este es el título en el que se encuadran una serie de Videos Vocacionales producidos por el Equipo de Comunicación de la Red Juvenil Ignaciana en Santa Fe.

En ellos, varios jesuitas, argentinos y uruguayos contestan a preguntas como: ¿Qué le dirías a un joven que quiere ser jesuita? ¿Alguna vez tuviste dudas? ¿Qué te ayudó a perseverar en los momentos difíciles? ¿Cómo viven los jesuitas su vocación hacia los más necesitados? ¿Cómo vive un jesuita la pobreza?

Y muchas más…

En los días cercanos a la fiesta de San Ignacio de Loyola estaremos compartiendo estos videos. ¡No te pierdas ninguno!

Andrés Aguerre – ¿Qué le dirías a un hombre que se siente llamado por Jesús?

Reflexión del Evangelio – Domingo 24 de Julio

Evangelio según San Lucas 11, 1-13.

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»

Él les dijo: «Cuando oren digan: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»»

Y les dijo: «Si alguno de ustedes tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.» Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.» Si el otro insiste llamando, yo les digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la insistencia se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre ustedes, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, pues, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»

Reflexión del Evangelio – Emmanuel Sicre, sj

En este domingo, la liturgia invita a la comunidad de creyentes a dejarnos interpelar por la Palabra de Dios de una manera particular en lo referido a la oración. En la escena del Génesis se nos presenta la defensa de los pocos justos de Sodoma que Abrahán hace ante Dios que se deja suavizar, al parecer, en el diálogo narrativamente dramático y bello al mismo tiempo. Con este relato el pueblo judío recordaba a su padre en la fe, Abrahán, como un hombre de diálogo sincero y auténtico con Dios, a la vez que ponía de manifiesto cómo es que a través de ese diálogo se va descubriendo poco a poco el verdadero rostro de Dios que quiere entrar en relación con el hombre y ofrecerle la salvación.

De ahí que el salmo haga cantar: “cuando te invoqué, Señor, me escuchaste”.

Pero en el evangelio encontramos algo que rompe los esquemas de la época. Jesús siempre dando qué hablar. Resulta que el Señor al acceder a la demanda de los discípulos: “Señor, enséñanos a orar”, le muestra la sencillez y la profundidad con la que pueden orar a su Padre, al Padre de todos.

Con la oración del Padrenuestro Jesús los instruye por un lado, y los desconcierta por otro, porque les está diciendo que no hace falta ya un lugar físico como el Templo para orar, que pueden hacerlo cotidianamente con su Padre como un hijo o un amigo. Lo que Jesús está haciendo es revelar un nuevo modo de relacionarse con Dios, más íntimo, más filial, más comunitario.

Por eso, el evangelio trae en su segunda parte la comparación de la oración con la relación de dos amigos donde el que consigue lo que busca es el que insiste, tal como Abrahán lo vimos hacer con Dios.

Con este hermoso pasaje Lucas quiere poner de relieve que, como creyentes, estamos invitados a vivir la relación con Dios de una manera cotidiana, sencilla y honda como la oración que Jesús les enseñó a los discípulos.

Quizá podamos insistir este día diciéndole: Ven, Señor a nuestras vidas. Ven, Señor a nuestras vidas. Ven, Señor a nuestras vidas.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe

 

15 Años de FLACSI

La Federación Lationamericana de Colegios de la Compañía de Jesús cumple 15 años. Te mostramos en esta nota un breve recorrido por su historia y momentos más importantes. ¡No dejes de conocerlos!

Principales hitos

El inicio de un sueño

La historia comienza mucho antes, cerca de 1980 con la voluntad de Delegados de Educación que se reunían a discutir ‘este sueño loco’ de constituir un organismo dinámico y efectivo para todos los Colegios de la Compañía de Jesús en la región.

Este proyecto, nacido de la convicción de realizar un organismo que impulsara la integración desde una identidad compartida como cuerpo apostólico ignaciano; y, el desarrollo de acciones al servicio de la transformación educativa y social de nuestros países, inició en 1999 con la construcción de una imagen institucional (primer logo) y posteriormente, con la creación de estatutos en el año 2000.

“Este sueño de comenzar una red regional implicaba renunciar a la autosuficiencia, al encerramiento en lo institucional, a ciertos modelos de gestión poco personalistas, aislados o competitivos, fue un largo camino cultural de incluir, participar y de sembrar sentido en lo ignaciano”, nos comenta Ricardo Moscato, primer Vicepresidente FLACSI.

Aprobación

En septiembre de 2001, el Padre General Peter-Hans Kolvenbach,SJ., a través de una carta, aprueba los estatutos que validan a FLACSI como institución legítima del sector educativo de la Compañía de Jesús en Latinoamérica y el Caribe junto a Fe y Alegría y AUSJAL.

Luego, en noviembre del mismo año, durante la asamblea de la CPAL en Paraguay, los participantes aprueban la creación de FLACSI y nombran al primer Presidente, el jesuita colombiano P. José Leonardo Rincón SJ, como Vicepresidente al Lic. Ricardo Moscato, actual Rector del Colegio del Salvador de Argentina y a P. Luiz Fernando Klein, SJ de Brasil como Secretario Ejecutivo.

En su discurso inaugural de la primera Reunión de la Asamblea General de FLACSI, el P. Leonardo Rincón decía “Una obra grande e importante lleva su tiempo si se quiere hacer con calidad”.

Durante su gestión se creó el reglamento interno, la plataforma estratégica y se inaugura la web flacsi.net.

Nuevo Presidente y Organización

En 2007 se nombró como Presidente al P. Alex Pizarro, SJ, jesuita chileno, quien se desempeñaba como Delegado de Educación y Presidente de la Red Educativa Ignaciana, REI. Actualmente es Rector del Colegio San Luis de Antofagasta.

Con el P. Alex se oficializan encuentros presenciales de los equipos directivos (Rectores, Académicos, Pastoral) de los Colegios de la región, lo que hoy conocemos como los Encuentros de la Red de Homólogos.

Es nombrado el jesuita argentino P. Andrés Aguerre, SJ como vicepresidente y a Luiz Eduardo Boing (Brasil) como Secretario Ejecutivo.

En 2010 Rafael Galaz (Chile) asume como el primer Secretario Ejecutivo a tiempo completo de la Federación.

Se suman propuestas

En 2011 se actualiza la imagen institucional al logo como lo conocemos hoy en día y se crean programas autónomos. Se inicia la Campaña Ignacianos por Haití (IxH), que responde a una de las prioridades del Proyecto Apostólico Común de la CPAL, y el Sistema de Calidad en la Gestión Escolar(SCGE), herramienta de evaluación y mejora de procesos de trabajo en los colegios FLACSI para asegurar la calidad de los aprendizajes de sus estudiantes.

Se establece un equipo central de la Federación y se crea el área de comunicaciones trabajando, de este modo, un equipo multidisciplinario de la Secretaría Ejecutiva: Secretario Ejecutivo, Comunicador, Coordinadora IxH y Director del SCGE. El equipo crece.

Nuevo Presidente y nuevos cargos

En 2014 asume como Presidente, el P. Hugo Alexis Moreno, SJ, jesuita colombiano, Rector del Colegio Mayor de San Bartolomé de la ciudad de Bogotá. El colegio más antiguo de FLACSI, fundado en 1604.

El P. Hugo llega a seguir adelante con el trabajo que se ha venido construyendo, consolidando acciones conjuntas dentro de la Federación y con otras asociaciones y redes fuera del continente.

Se establecen coordinadores permanentes para cada Red de Homólogos, quienes acompañan y articulan a los directivos de nuestros colegios.

Es nombrado al jesuita mexicano, P. Saúl Cuautle, SJ, Rector del Instituto Oriente de México, como Vicepresidente de FLACSI.

En 2015 es nombrado como nuevo Secretario Ejecutivo, Juan Felipe Carrillo, quien acompaña todos los procesos del equipo central de la Secretaría Ejecutiva. Así, tenemos un equipo que desde distintos puntos del continente trabaja constantemente para impulsar la red.

Una historia de agradecimientos y desafíos

Desde la aprobación de sus estatutos, FLACSI se ha ido constituyendo en un referente para apoyar la misión educativa que desarrollan sus colegios miembros.

De esta manera, impulsa la vida de las redes locales, la colaboración efectiva entre los distintos centros educativos, y, promueve la creciente inserción de Latinoamérica en una red educativa global.

En estos 15 años, el mundo cambió (y lo sigue haciendo), razón que impulsa a que día a día nos vayamos adaptando a paso rápido a los signos de los tiempos; en concordancia con las congregaciones, planes y llamados que desde la Compañía Universal se hacen para “continuar haciendo planificación apostólica interprovincial”, trabajar en red y de forma colaborativa. Era lo mínimo que se podía avanzar.

 FLACSI

¿De Dónde viene el Perdón?

Por Emmanuel Sicre, SJ

La realidad más loca, más difícil y contracorriente que ofrece el cristianismo es la posibilidad de un perdón infinito. Frente a la tendencia natural de todos los seres humanos de condenar para siempre, el Dios de Jesús ofrece un perdón definitivo. No resulta curioso que sea el meollo de la fe porque aún es un misterio que nos trae gustos y disgustos. Es decir, nos cuesta pensar que la persona que merece el peor de los castigos pueda ser perdonada. No entra dentro de la lógica de la meritocracia con la que crecemos, vivimos, nos movemos y existimos, parafraseando a San Pablo.

Los hombres somos muy poco proclives a perdonarnos, preferimos siempre el rencor y la venganza, al dar vuelta la página y ofrecer la mano. Así se cumple el viejo dicho: «Dios persona siempre, el hombre a veces, y la naturaleza nunca».

Sin embargo, no podemos negar en nuestra vida que hemos sido perdonados, desde las pequeñas travesuras de niños, a las andanzas de juventud, y a las más gruesas de la vida en vías a la madurez. Y, siguiendo la sensatez aguda del evangelio, a quien mucho ha pecado, mucho se le perdona.

Eso sí, resultan sorprendente dos cosas en principio paradójicas. Por un lado, que hemos sido perdonados en silencio muchas, tantas, incontables veces… Más de las que podemos imaginar. ¡Cuántos familiares, compañeros de trabajo, amigos, en silencio han preferido comprendernos ante nuestra fragilidad que condenarnos! Es el perdón invisible.

Por otro lado, no hay perdón que se dé si no se pide. Y aquí es donde más nos retobamos. Pedir perdón cuesta porque es reconocer el error, y en la sociedad del éxito eso es un fracaso. No nos entrenan para esto salvo contadas excepciones. (Y no hablo de quienes piden perdón por existir, que es un problema de otro orden). Es el perdón visible.

La fuente del perdón: el vínculo

Pero ¿de dónde viene el perdón? ¿Cuál es su vehículo? ¿Cómo fluye? ¿Por dónde transita su intensidad? Son preguntas que surgen cuando nos atrevemos a pensar en el perdonar, el perdonarse y el ser perdonado.

En verdad, lo primero que se puede constatar es que no hay perdón ni visible ni invisible sin vínculo. Y esto porque la energía regeneradora del perdón viaja por el canal que nos une a los demás, a Dios, a lo que hemos recibido en nuestra vida, y a nosotros mismos. Imaginemos, así, el perdón como algo que viaja por las venas.

Cuando el corazón reconoce la posibilidad del perdón (tanto de acogerlo como de darlo) envía una señal al cerebro recordándole su deber de hacerle espacio a este pensamiento, para que abra las arterias tapadas por las autodefensas y el narcisismo. Por esto sentimos el recurrente remordimiento sano de que hay algo que obstruye el vínculo creando un nudo.También caemos en la cuenta de cuánta distancia puede haber entre el corazón y el cerebro, entre nuestro cuerpo que pide a gritos liberación y nuestra cabeza acostumbrada a vivir en la ilusión de controlarlo todo.

La arteria que nos vincula con el mundo

Cuando se nos tapa la arteria que nos vincula con el mundo que hemos recibido nos volvemos un poco déspotas con la creación y nos adueñamos de la naturaleza pensando que está al servicio de nuestros caprichos. Es el momento cuando no nos duele ver cómo se deteriora el mundo por causa de nuestras acciones y omisiones.

También sucede que perdemos la memoria de las raíces y nos convertimos en un árbol volador. Entonces, nos volvemos arrogantes y despreciativos con los recuerdos de nuestra historia. Los olvidamos intencionalmente tratando de que no aparezcan porque nos molestan, cuestionan o entristecen. Perdemos el vínculo con el tiempo y el espacio generando una especie de ‘inmunidad diplomática’ de nuestra conciencia para que nunca visite esas zonas que no podemos perdonarnos ni dejar que entre el perdón que viene del buen Dios.

 Mother and teenage daughter giving each other a big hug.

Pero cuando el perdón logra atravesar el vínculo que nos une con la creación, con la historia y con el espacio que hemos recibido es que nos sentimos bien donde estamos en ese momento de nuestra vida. El aquí y el ahora se convierten en un espacio oxigenado y digno de ser habitado. Sentimos que no necesitamos nada más, que somos felices con lo que tenemos y no pedimos de más. Reconciliarnos con nuestra historia herida compuesta de lugares y momentos concretos no borra de la memoria las páginas oscuras pero las acepta como son con su función providencial dentro de la trama de nuestra vida, porque nos lleva a comprender que Dios anduvo caminando con nosotros por allí. Así nos sentimos parte de un todo mayor y encontramos nuestro lugar en el mundo.

La arteria que nos vincula con nosotros mismos

La arteria que nos vincula a lo que somos queda tapada y comienza en nosotros un proceso de autodestrucción, autoexigencia y desprecio propio. Es el momento ese cuando odiamos nuestro cuerpo, rechazamos nuestro carácter y sentimos sequedad en nuestro espíritu. Por eso muchas veces comenzamos a desconocernos y a sentir que no somos los de siempre, que algo nos ha velado la capacidad de autopercepción, como si se nos hubiese empañado el espejo. Fruto de muchos estándares no logrados de los círculos en los que nos movemos, y que hemos introyectado. No es fácil descubrir que no nos gusta lo que somos. Y como siempre se nos pega el ser con el hacer, nos cuesta perdonarnos lo que hacemos, y terminamos identificando que somos lo que hacemos.

Sin embargo, cuando se nos da la posibilidad de perdonarnos a nosotros mismos lo que somos, o dejamos que el perdón que viene del Buen Dios mediado en los que nos rodean avance, comienza un momento de autoaceptación hermoso. Nos damos cuenta de que al dejar fluir el perdón se regenera nuestra capacidad de amarnos de verdad, honestamente y sin el falso sentimiento de autoelogio. Descubrimos que somos como somos y que eso está bien, más allá de nuestras fragilidades. Cuando nos perdonamos a nosotros mismos sentimos que somos iguales a los demás y que los comprendemos mejor en sus flaquezas. Sentir cómo el bálsamo del perdón va reconstituyendo nuestra imagen hace que descubramos en el fondo de nuestro ser la imagen de Aquél por el que fuimos creados: Cristo Vivo.

La arteria que nos vincula con los demás

Esta arteria es la más compleja de considerar en algunos momentos de nuestra vida porque por ella circula la energía vital con la que nos movemos en el mundo. Sabemos que nadie vive realmente solo, porque las relaciones nos constituyen de tal manera como personas, que cuando alguien queda completamente solo, abandonado o marginado de su red de relaciones, se le congela su dignidad y muere. A menudo encontramos en nuestras ciudades personas abandonadas de los demás y de sí mismos tiradas en la calle. Bueno, ellos viven la realidad de que, sea por los motivos que sean y que nunca podremos reprochar del todo, se les destrozó su dignidad y por eso sus condiciones son no humanas. Sólo el vínculo de un amor paciente, servicial e incondicional que muchas personas solidarias ofrecen, puede hacer que vuelva a circular la dignidad de un perdón global que les devuelva la vida y los conecte con su función dentro de la creación. Mientras tanto, están ahí cuestionando nuestra capacidad social de perdón y amor a los que caminamos por la calle.

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Y en casa, en el trabajo o el estudio nos pasa algo similar. Dejamos que los rencores, los infantilismos y demás inmadureces nos congelen el vínculo con la persona en conflicto. Es cierto, hay daños que parecieran irreparables, pero también es verdad que, por el mero capricho de pensar que eso no puede ser perdonado, vivimos toda la vida encapsulando el veneno de la posible venganza, o de la autolamentación, e ingiriendo una cápsula diaria de dolor para no olvidarnos de que nos han herido. Con esto lo único que logramos es alimentar un cáncer espiritual que muchas veces se convierte en uno corporal que devine en muerte.

Pero cuando nos animamos a olvidar que lo importante no es nuestro ego herido, o nuestra imagen pertrechada, o nuestra omnipotencia infantil frustrada, sino el vínculo que nos hace dignos seres humanos en relación; todo toma otro color. Surge en nosotros la alegría de entrar conectar con quienes nos rodean. Florece la posibilidad de ser uno mismo sabiéndose aceptado de antemano. Se disuelven los nudos. Transitan las palabras de comprensión y mutua responsabilidad por la vida. Se respira el aire de la paz social. Se cumple la utopía más radical y necesaria: amarnos unos a otros.

La arteria que nos vincula con el Dios de Jesús

Finalmente, la arteria que algunos pueden pensar es la más importante. Pero me atrevo a decir que no. Todas están en la misma línea porque el modo en que nos relacionamos con el mundo, con nosotros mismos y con los demás es el modo en que nos relacionamos con Dios. Porque somos nosotros en tanto vinculares los que entramos en contacto con estas cuatro dimensiones constitutivas de lo que somos. Si alguien destruye la creación, no puede pensar que con Dios se relacionaría de una forma distinta porque las creaturas somos la respuesta a su Palabra creadora. Por lo mismo, si alguien siente odio de sí o a una persona, también odia a Dios porque él habita en cada uno de los seres humanos. En este sentido debemos sospechar de aquella relación con Dios que nos hace amarlo cada vez más a él y menos a los demás. Alguna fuga se está tramando en lo secreto.

Lo curioso del perdón que nos llega por esta arteria ligada al Dios de Jesús es que es un perdón incondicional, infinito y siempre renovable. No se agota. Al ser un don y no una fabricación, de este perdón podemos beber hasta los últimos segundos de nuestra vida. Porque nuestra condición de seres frágiles sólo puede ser sostenida por un perdón de estas características. Entonces, cuando caemos en la cuenta de la abundancia de amor que viene de esta fuente es que todos los demás vínculos se alimentan de allí. He aquí la fundamental retroalimentación de nuestras cuatro dimensiones.

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En efecto, el perdón toca desde estas cuatro puertas al corazón del la mujer y el hombre honestos. Desde la creación el perdón llama a reconciliarnos con el mundo. Desde nosotros mismos el perdón llama para que nos reconciliemos con lo que somos. Desde los demás el perdón pide permiso para crear fraternidad. Desde el Dios de Jesús el perdón llama como un médico que viene a curar las heridas.

Eso sí, al abrir algunas de estas cuatro puertas debemos tener presente que las demás estallarán dejando paso a un tiempo de esperanza y gozo que más de una vez le desearemos a aquellas personas que viven a nuestro alrededor.

 

La Misericordia de Dios nos une

Se llevó adelante en Bruselas un encuentro interreligioso en el que la actividad giró en torno al tema de la Misericordia de Dios y la misericordia de los hombres. Al mismo asistieron representantes del Islam, la Iglesia Católica y el Judaísmo.

Por Mari Sol Pérez Guevara*

Bruselas es una ciudad en búsqueda de respuestas y de sentido desde el fatídico martes 22 de marzo. Pasado los primeros días de abatimiento y desconcierto, el dolor nos empuja ahora a buscar lugares de diálogo entre comunidades y entre personas. El dolor hace surgir un deseo de encuentro y de convivencia.

Uno de los muchos encuentros de las últimas semanas tuvo lugar el 27 de abril, entre el Imán Brahim Bouhna, el Obispo de Tournai Guy Harpigny y el Gran Rabino de Bruselas Albert Guigui. Los tres líderes religiosos nos hablaron sobre la misericordia de Dios y de la misericordia de los hombres en el judaísmo, el cristianismo y el islam.

Por orden de «antigüedad», comenzó el Rabino Guigui llevándonos de la mano del Profeta Miqueas a contemplar el rostro de Dios que es a la vez misericordia y justicia. Siguió esta contemplación el Obispo Harpigny con el Evangelista Lucas como guía. El imán Bouhna nos explicó cómo el Corán presenta a Dios como Misericordioso: «El es Dios, no hay otra divinidad salvo El, Conocedor de lo oculto y de lo manifiesto. Es el Clemente, Misericordioso» (Corán 59:22).

En las tres religiones, la misericordia que hemos recibido de Dios se manifiesta en las obras de misericordia hacia los otros seres humanos, especialmente hacia los más frágiles.

El imán Bouhna habló de la necesidad de interpretar las suras del Corán que incitan a la violencia poniéndolas en el contexto histórico en el que fueron escritas, que no es la sociedad en la que vivimos. Compartió con nosotros sus encuentros con personas radicalizadas en las prisiones en las que trabaja como consejero espiritual y el esfuerzo de pedagogía que realiza con ellos. Describió los atentados como un ocaso de la inteligencia.

El Rabino Guigui concluyó que la misericordia nos empuja a encontrar al otro, a conocerlo y a respetarlo.

De este encuentro me llevo una idea: la Misericordia de Dios nos une y la misericordia de unos hacia los otros es todo un programa para la convivencia, “vivre ensemble”, “together in peace”. El obispo Harpigny lo resumió con humor: Pidamos la creación de un Ministerio de la Misericordia junto al Ministerio de Justicia.

Más allá de las ideas y de las palabras, volví con el corazón lleno de esperanza. Lo realmente importante del encuentro fueron la atención, el respeto y el amor con que el imán, el obispo y el rabino se escuchaban y se miraban entre sí. Ejemplar, en el sentido de ejemplo a imitar para creyentes y ciudadanos de cualquier convicción.

Entre Paréntesis 

*@przmarisol CVX Bélgica, colaboradora en la Plataforma Acoger y Compartir y en la Capilla de la Resurrección.

 

Muchos relatos, una sola Historia – Ángel Rossi SJ

“Muchas llamas, un solo fuego: muchos relatos, una sola historia”

Este es el título en el que se encuadran una serie de Videos Vocacionales producidos por el Equipo de Comunicación de la Red Juvenil Ignaciana en Santa Fe.

En ellos, varios jesuitas, argentinos y uruguayos contestan a preguntas como: ¿Qué le dirías a un joven que quiere ser jesuita? ¿Alguna vez tuviste dudas? ¿Qué te ayudó a perseverar en los momentos difíciles? ¿Cómo viven los jesuitas su vocación hacia los más necesitados? ¿Cómo vive un jesuita la pobreza?

Y muchas más…

En los días cercanos a la fiesta de San Ignacio de Loyola estaremos compartiendo estos videos. ¡No te pierdas ninguno!

Angel Rossi, sj – ¿Cómo explicarías la vocación? 

«Muchos relatos, una sola Historia» – Alejandro Tilve SJ

“Muchas llamas, un solo fuego: muchos relatos, una sola historia”

Este es el título en el que se encuadran una serie de Videos Vocacionales producidos por el Equipo de Comunicación de la Red Juvenil Ignaciana en Santa Fe.

En ellos, varios jesuitas, argentinos y uruguayos contestan a preguntas como: ¿Qué le dirías a un joven que quiere ser jesuita? ¿Alguna vez tuviste dudas? ¿Qué te ayudó a perseverar en los momentos difíciles? ¿Cómo viven los jesuitas su vocación hacia los más necesitados? ¿Cómo vive un jesuita la pobreza?

Y muchas más…

En los días cercanos a la fiesta de San Ignacio de Loyola estaremos compartiendo estos videos. ¡No te pierdas ninguno!

Alejandro Tilve, sj – ¿Quiénes son los Jesuitas?

Erradicación de la esclavitud

El pasado mes de febrero se presentó el informe ‘Apoyando a las víctimas de trata con fines de explotación sexual’, una investigación llevada a cabo por un equipo multidisciplinar de investigadores de las facultades de Derecho, Ciencias Económicas y Empresariales, Ciencias Humanas y Sociales, e Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas, España. Este artículo se basa en el mismo y relata el calvario que sufren las víctimas de la trata.

La trata de seres humanos con fines de explotación sexual

Hace más de 150 años que se abolió la esclavitud y ochenta años que se firmó la Convención sobre la Esclavitud para su erradicación definitiva. Sin embargo ésta aún sigue existiendo con distintas finalidades: la explotación laboral, la explotación sexual o el tráfico de órganos. Hoy queremos compartir aquí las historias que nuestro equipo ha recogido en la investigación sobre la trata con fines de explotación sexual, y hacerlos partícipe de ellas desde la perspectiva de las víctimas.

En busca de un Futuro Mejor

Es posible que alguien cercano a una joven subsahariana le ofrezca un trabajo en Europa con el que podrá sacar a su familia de la pobreza. O podría ser una joven rumana, cuyo ficticio novio la enamore y la engatuse para venir a trabajar juntos a España en la hostelería; en realidad, cuando llegue será vendida por unos tres mil euros a una red que la prostituirá. O podría ser también una joven brasileña, o dominicana, a la que se le ofrece un trabajo de camarera, bailarina o servicio doméstico, con el que conseguirá suficiente dinero para mantener a toda su familia. Los tratantes la convencerán a ella y a su familia de las ventajas de su partida, ofreciéndoles un dinero inicial por el trabajo que conseguirá nada más pisar tierra española.

Todas estas mujeres jóvenes cuando lleguen a España descubrirán el engaño, no encontrarán el trabajo prometido y se darán cuenta que lo que les espera es prostituirse.

Ninguna de ellas podrá elegir a los clientes, ni decidir sobre las prácticas sexuales que le soliciten, ni protegerse contra las enfermedades de transmisión sexual. Si se niega, será maltratada, violada y agredida hasta doblegarla.

Si alguna de estas jóvenes es madre y tiene a sus hijos en su país, estos serán objeto de chantaje, incluso la red no dudará en hacerles daño, o asesinar a alguno de los miembros de su familia para que sirva como ejemplo al resto de las víctimas.

Se enterará además que ha contraído – sin ella saberlo– una deuda con sus tratantes de 6.000 a 80.000 euros. Esta cuantía será más alta para las subsaharianas. Le quitarán el pasaporte, será vigilada en todo momento, no dispondrá de dinero propio y no se permitirá que se relacione con nadie que no sean los clientes. Recibirá sanciones de todo aquello que a sus tratantes no les guste, incrementando su deuda.

Es posible también que alguna de estas jóvenes que sea captada y engañada tenga entre los 15 y 17 años, porque los tratantes saben que hay clientes que pagaran mucho más si quien les proporciona los servicios sexuales son niñas o menores. Estarán ocultas en pisos en las que costará detectarlas e identificarlas. Si la policía las localiza se intentará datar su edad a través de pruebas oseométricas, que en algunas ocasiones fallan con un error de ±2 años, pudiendo declarar una ficticia mayoría de edad que las ponga en la calle y facilite su explotación por los tratantes.

También es posible que sea declarada como menor y enviada a un centro de protección de menores que no está preparado para protegerla. Lo más probable es que sea de nuevo captada por la red para explotarla, o que sea coaccionada para que ella capte para la prostitución a otras menores vulnerables del centro de protección.

Las expectativas de rescate

Si la policía consigue realizar una redada y liberarla de donde está siendo esclavizada –un local de alterne, o casas de citas–, tendrá que ser identificada como víctima. Sin embargo, ella no se reconocerá como tal por diversos motivos, entre ellos el terrible miedo que tiene a la red de tratantes que la ha captado, engañado y maltratado. Sabe lo que le pueden hacer a ella o a sus seres queridos. La policía necesita que las víctimas pongan una denuncia a sus tratantes para poderles otorgar el estatuto de protección y no deportarla a su país de origen.

Si se produce el rescate irá a una casa refugio llevada por una ONG que la protegerá y ayudará a superar el trauma que ha vivido. Sin embargo, no siempre las entidades dedicadas a esta tarea cuentan con todos los recursos que necesitan para atenderla de forma integral.

Será la cercanía de los profesionales y voluntarios que encuentre en su proceso de recuperación, el cariño que le ofrezcan y la confianza en nuevas relaciones, lo que le permitirá recuperar su dignidad y la seguridad en sí misma.

Si tiene alguna discapacidad, problemas de consumo de drogas –dado que los tratantes las obligan a consumir sustancias psicoactivas–, o trastornos mentales, será muy difícil que sea acogida en un centro especializado.

Si el rescate se ha producido en poco tiempo, uno o dos meses, podrá recuperarse de sus secuelas, pero si la identificación como víctima se produce en meses o años posteriores, la prostitución podrá ser una opción de sustento en su vida. A fin de cuentas han abusado tanto de ella que ha cambiado su sistema de valores.

Posibilidades de que haya justicia

Si denuncia a sus tratantes tendrá que esperar a que se celebre el juicio, y dependerá del juez el disfrutar o no de toda la protección que precise tanto en el proceso judicial como en su vida cotidiana. La lentitud de la justicia española hace que, después de varios años, en los que es posible que haya rehecho su vida y superado el trauma, vuelva a revivirlo de nuevo. Recordará las agresiones, las violaciones y esclavitud a la que fue sometida.

En ese momento volverá a ser víctima. Quizás no pueda regresar a su país, ya que las redes están esperándola para saldar las deudas pendientes. Seguramente en el proceso judicial se la catalogue en mayor medida como una prostituta que como una víctima. Es posible que al fiscal y a los agentes policiales les cueste demostrar el delito de trata de la que ella es víctima y verá que, para castigar a sus tratantes, solo queda su declaración. La realizará muerta de miedo y con el único aliciente de que a otras jóvenes y niñas no les suceda la situación de esclavitud que vivió en España y que no olvidará mientras viva.

H. Carmen Meneses*E

Revista Jesuitas España

Conocé El Centro La Esperanza de Fe y Alegría

Un móvil de canal 10 de Uruguay se acercó al Centro La Esperanza de Fe y Alegría Uruguay para conocer la obra y entrevistar a su, director Martín Haretche y a Rosario Valdes de la Comisión Directiva de la Asociación Civil.

Ellos explican de qué se trata Fe y Alegría, cuál es su objetivo, cómo trabajan, los valores que guían la tarea. Además, narran algo de la historia de La Esperanza y su realidad hoy.

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