Humanidades Digitales al Servicio del Cambio Social

Un sector de fuerte corte académico combina la tecnología y las humanidades para crear nuevas áreas de investigación, docencia y gestión del conocimiento.

Por Zinnia Quirós

La revolución tecnológica y digital ha traído consigo un campo emergente que se encuentra en plena expansión y que alberga posibilidades infinitas: las humanidades digitales. Un sector de fuerte corte académico donde la tecnología y las humanidades se combinan para crear nuevas áreas de investigación, docencia y gestión del conocimiento.

En España este sector crece y se va consolidando cada vez más, pero aún existen serias cuestiones estructurales que impiden sacar todo el provecho al potencial que poseen las humanidades digitales, como pone de manifiesto la propia visión del LiNHD (Laboratorio de innovación en humanidades digitales) de la UNED. La tecnología y las humanidades se siguen percibiendo como dos ámbitos separados, aunque guarden un poder inconmensurable derivado de las importantes conexiones que existen entre ellos. Las investigadoras en Humanidades carecen de infraestructuras para el desarrollo de proyectos tecnológicos y les cuesta mucho formarse en este ámbito provocando que, en multitud de ocasiones, se acabe externalizando la parte tecnológica de la investigación con una empresa o informático externo, lo que dispara el coste económico de los proyectos.

En Estados Unidos, aunque es un sector que levanta todavía ciertos recelos, cada vez aparecen más proyectos que conectan las humanidades digitales con el activismo y el cambio social. Se están generando iniciativas que dan una respuesta rápida y efectiva a necesidades sociales apremiantes demostrando que, efectivamente, las humanidades digitales tienen todo el sentido del mundo y es urgente que apostemos más y mejor por ellas.

Algunas propuestas interesantes provienen del XPMethod (Grupo de Métodos Experimentales en Humanidades) de la Universidad de Columbia. Ante la crisis humanitaria que provocó el huracán María en Puerto Rico desarrollaron un mapathon que permitió adecuar y actualizar los mapas de la isla, facilitando el transporte y entrega de alimentos y suministros.

Recientemente pusieron en marcha la iniciativa ‘Torn Apart’ (Separados) como respuesta a las políticas racistas de Trump. La idea se gesta ante la barbarie inmoral e ilegal que supuso, no solo la separación de niños y niñas de sus padres y madres, por el mero hecho de ser migrantes que entraron en EEUU de manera irregular, sino porque además ni siquiera se sabía dónde estaban esos menores.

Con la explotación de todos los datos públicos al alcance mapearon los centros de detención que existen en EEUU para migrantes con el fin de facilitar los reencuentros de esas madres y padres con sus hijas. Ahora han dado un paso más y han analizado el régimen financiero del ICE, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.

Más allá de lograr el fin último para el que se diseñó el proyecto, la mayor sorpresa es que el análisis demuestra que el ICE “está en todas partes”. Frente al imaginario estadounidense, que cree que el control se da solo en lugares fronterizos, el mapa que se puede visualizar en ‘Torn Apart’ demuestra que la frontera está presente en todo el país.

Aunque las humanidades digitales apenas están empezando a beneficiarse del análisis y la explotación del Big Data que tenemos disponible, ya contamos con resultados francamente reseñables. La University College Dublin (UCD), por ejemplo, ha explotado los datos del informe Ryan de 2009 sobre abuso infantil, arrojando nuevas revelaciones que harán tambalear a muchas instituciones irlandesas.

Es fundamental que las organizaciones y los movimientos sociales promovamos proactivamente más espacios de conexión entre nuestras demandas de activismo y cambio social, con los ámbitos de investigación y creación de las humanidades digitales. Porque tenemos infinitas posibilidades de llevar la innovación tecnológica y digital a la lucha por la justicia social global.

Fuente: Entre Paréntesis

Posicionamiento de la Red Jesuita con Migrantes LAC en relación a la Caravana Hondureña de Migrantes

“Fui forastero, y me acogisteis” (Mt 25,35)

Un abordaje adecuado de la actual crisis de la llamada “Caravana de migrantes” empieza por señalar sus causas y a sus causantes, entender que la seguridad que está en juego es principalmente la de las personas migrantes en la ruta y por promocionar una cultura de la Hospitalidad entre los pueblos y los seres humanos.

Con seguridad sabemos que más de 10.000 personas hondureñas caminan, vinculadas a esta llamada Caravana Migrante, por Honduras, El Salvador, Guatemala, hacia México o Estados Unidos, en busca de asilo o de un proyecto de vida digna. Es un éxodo masivo fruto de una crisis compleja, permanente y creciente en su país y sus comunidades de origen. En este contexto, como Red Jesuita con Migrantes de Latinoamérica y Caribe (RJM- LAC):

  • Denunciamos que este éxodo destapa la trama política, social, económica y criminal que supone el motor de las causas de la indignidad de las que huyen, y de los riesgos y criminalización que se encuentran en el camino y que por lo tanto es nuestra responsabilidad señalarlas y también a sus causantes.
  • Afirmamos, que, de hecho, esta es una Caravana de la Dignidad que mientras camina hacia el norte para poder ejercer la vida, denuncia automáticamente la muerte que estas causas suponen en sus lugares de origen. Son estas personas víctimas, no victimarios, de una crisis de proporciones enormes y crecientes. Y por encima de esto, son portadoras de la búsqueda de dignidad, un valor que necesita ser rescatado en nuestras sociedades.
  • Celebramos la hospitalidad y solidaridad entre los pueblos que se hacen realidad en la Caravana, como semilla de esperanza que surge en medio de la crisis y como clamor compartido por la construcción de sociedades democráticas e inclusivas que exijan políticas públicas que garanticen el bien común.

CAUSAS

Denunciamos los intentos de vincular esta caravana y a las personas migrantes con fines partidistas o de influencia política, o con manipulaciones interesadas. Frente a las declaraciones de autoridades, políticos y medios de comunicación que despersonalizan y deshumanizan a los y las migrantes y las cifras que se mueven como los propios migrantes, podríamos estar ante más de 12.000 y creciendo. Se han sumado también personas de otras nacionalidades a la caravana, especialmente Guatemaltecas; y personas Hondureñas y de otras nacionalidades ya presentes en territorio mexicano en situación irregular. Se convierten en objeto de intereses de actores determinados para fines desestabilizadores, nosotras afirmamos que se trata de una caravana que de manera general ha sido espontánea y auto convocada. La decisión personal, familiar o colectiva, que moviliza a estas hermanas y hermanos es, de hecho, desesperada y supone asumir riesgos altísimos en las rutas migratorias para ellas y ellos. Pero es una decisión que nace como consecuencia de las causas que operan en nuestros sistemas políticos, económicos y sociales. La motivación de la persona que migra no es otra que la de poder vivir dignamente.

Las causas que promueven este fenómeno migratorio son la pobreza extrema, la violencia generalizada y la falta de un modelo de desarrollo justo, democrático, social e inclusivo en Honduras, así como la persecución continuada de colectivos determinados como defensoras y defensores de derechos humanos, campesinado, colectivo LGTBI, etc.

El contexto económico, la degradación de las condiciones laborales, la protección de intereses de la minoría económicamente poderosa, el crecimiento imparable de los niveles de desigualdad, la situación de pobreza generalizada sitúan a Honduras en los últimos puestos de desarrollo del continente. A la par, la violencia generalizada es un drama diario en Honduras. Las tasas de homicidio, la extorsión y la amenaza constante, la falta de confianza en los cuerpos de seguridad, etc., hacen inconciliable la vida personal, comunitaria, social y económica en la realidad cotidiana de pueblos y ciudades de Honduras.

Los rostros de las personas que caminan en la Caravana son los niños y niñas que forman parte del casi millón de menores que está excluido del sistema educativo. La juventud, que en edad de trabajar se encuentra con que el 60% de la población no tiene empleo o no logra llegar al salario mínimo, o que se encuentra con que, cada mes, 40 jóvenes como ellos son asesinados. Son mujeres que saben que cada 16 horas una de ellas será asesinada. O son defensores y defensoras de derechos humanos y del medioambiente, en uno de los países más peligrosos del mundo para su vida y libertad.

En este sentido, podemos afirmar que no hay en este éxodo masivo una novedad desde el punto de vista de la dinámica migratoria. En 2018, se estima que alrededor de 7,000 hondureños y hondureñas salían cada mes del país, de manera anónima, antes de la Caravana. Por México cerca de 400.000 personas centroamericanas acceden cada año al territorio. Estas causas sistémicas, que motivan a los nacionales hondureños a partir, lo hacen desde hace años, la diferencia se ha dado en la coincidencia de voluntades y en el número de personas que la componen. La crisis no es nueva en su centralidad como motor de la migración, pero su apoyo en el sistema fallido que la nutre la hace cada vez más virulenta e insoportable, y genera, como en esta ocasión, la posibilidad de un éxodo no sólo continuado, sino también masivo. También la auto protección de las personas migrantes, conscientes de los riesgos que asumen en la ruta, favorece la decisión colectiva de la marcha.

En definitiva, con niveles distintos de alcance e intensidad son estas mismas causas las que motivan la migración forzada de millones de personas en toda América Latina y el Caribe, que dejan sus casas para acceder a oportunidades que se les niegan en sus territorios de origen o para salvaguardar sus vidas y las de sus familias.

CAUSANTES

Creemos que la mayor responsabilidad en las causas radica en el sistema político, que es autoritario y cómplice de intereses minoritarios y que impide la garantía de los derechos humanos a la mayoría de la población. Que el Estado se caracteriza por la deficiencia de los servicios públicos mínimos, especialmente en el acceso a la educación, a la salud, y a un trabajo digno, ya que las políticas y los presupuestos priorizan la inversión en seguridad, defensa y sectores productivos que no generan bienestar. Que no apuesta por un modelo de desarrollo que ponga primero a las personas ni que sea sostenible. No controla ni fiscaliza las violaciones y los delitos medioambientales, asociados en ocasiones a megaproyectos.

Este sistema político presenta altos índices de corrupción y favorece la violación sistemática de los derechos humanos gracias a la impunidad que promueve. Un sistema que evidencia un déficit democrático tanto en su proceso electoral como en la separación de los poderes públicos -incluido el judicial- que en consecuencia tiene un nivel muy alejado en su configuración como Estado de Derecho.

Un sistema político que lejos de proteger persigue de manera directa e indirecta a defensores de los derechos humanos. Que limita o excluye las libertades públicas, como la libertad de prensa. Que se sustenta en la falta de transparencia, en la connivencia en no pocos casos con actores del crimen organizado y en el sometimiento de un proyecto de Estado a intereses particulares de minorías que ostentan el poder económico. Un estado que rechaza la diversidad ideológica, sexual y de género, que promueve patrones patriarcales que excluyen la participación y el ejercicio de los derechos de las mujeres.

En este sentido, reafirmamos nuestro convicción de que la mejor estrategia para prevenir la migración forzada es invertir en la construcción de Estados de derecho que tengan como fin la búsqueda del bien común, y garanticen y protejan los derechos de los ciudadanos y ciudadanas.

ÉXODO

Afirmamos que esta Caravana rebosa dignidad porque defiende la vida y la promueve y es una respuesta legítima y ajustada a sus derechos como ciudadanas y ciudadanos reconocidos en convenios internacionales. Por lo tanto, las autoridades y gobiernos involucrados deben garantizar una respuesta conforme a esos derechos y que prime el enfoque de proteger la seguridad de las personas frente a la seguridad de otros intereses.

Las personas migrantes no pueden ser objeto de criminalización alguna, porque no suponen ningún tipo de amenaza a la seguridad pública, salvo a la suya propia. Por el contrario la migración debemos asociarla con una oportunidad de reconciliación, de encuentro y de reconocimiento de la diversidad y de la vida que se abre paso en escenarios de indignidad.

Rechazamos tanto la criminalización de las personas migrantes como la aplicación de recursos de seguridad y militarización de las rutas, creemos que es una muestra de debilidad democrática que los gobiernos de Guatemala y México se plieguen a las amenazas vertidas desde la presidencia del gobierno de EEUU, renunciando al enfoque de derechos y humanitario y construyendo un relato de la migración como amenaza.

Hacemos propias las reivindicaciones de las organizaciones sociales presentes y activas en el monitoreo, acompañamiento y defensa de esta Caravana, especialmente con las obras sociales, pastorales, medios de comunicación e instituciones educativas que forman parte de nuestra red en Centroamérica y Norteamérica (RJM CA&NA).

Junto a ellas exigimos Transparencia, coordinación y diálogo con los y las migrantes y defensores; Información veraz y completa sobre las posibilidades de protección internacional y alternativas migratorias; la suspensión y retiro de la coacción especialmente con la presencia armada e injustificada de fuerzas policiales y/o militares salvo en lo necesario para la protección de los/as migrantes y la colaboración en la respuesta humanitaria; Exigimos el respeto escrupuloso a la legalidad y principios internacionales en torno a la protección de personas, en especial el principio de no devolución y el respeto absoluto de los derechos humanos; el aseguramiento de las condiciones de dignidad y de cumplimiento de derechos humanos de la población que acceda al trámite de asilo en México. También la libertad de movimiento de las personas durante el trámite, especialmente cuando se trate de niñas, niños y adolescentes, pero en todo caso.

Exigimos una respuesta humanitaria adecuada y en coordinación con todos los actores sociales, que priorice a los colectivos más vulnerables o con necesidad de mayor protección y asistencia. Asistir y facilitar la asistencia humanitaria y la satisfacción de las necesidades básicas en aras de la dignidad de la población migrante, especialmente en lo referente a alimentación, hospedaje y abrigo, y asistencia sanitaria. Priorizar el interés superior de los niñas y niñas. Ese interés implica que en ningún caso se puede proceder a actuaciones que supongan ni la detención, ni la separación de los núcleos familiares presentes en la caravana.

HOSPITALIDAD

El movimiento de personas en el continente puede ser una ocasión de compartir culturas, riqueza y oportunidades, un espacio de integración y de vida con encuentros que nos transforman, pero lo cierto es que América es también un continente en huida, hay un éxodo colectivo que se dibuja con trazas de desesperación, con ladrillos de muros, que se asedia con cantos xenófobos promovidos irresponsablemente por responsables políticos y por el miedo. Un continente en huída que igualmente señala en lo que deja atrás las causas que la provocan.

Debemos ofrecer una información objetiva y veraz a la sociedad civil y a la opinión pública, que se aleje de patrones de criminalización de las personas migrantes, que evite aproximaciones sesgadas que alejen a las personas del colectivo migrante de su condición de seres humanos y de las condiciones de vulnerabilidad que originan su decisión de salir de sus comunidades y países de origen.

La RJM LAC en medio de esta crisis sujeta a estas causas dolientes, injustas, deshumanizadoras, mantiene la esperanza, podemos dar testimonio de las muestras de humanidad y fraternidad que estos días pasados encontramos en Guatemala y en México, y así en cada territorio en el que estamos presentes en América Latina, el Caribe, EEUU y Canadá. Solo el trabajo continuado que denuncie y enfrente las causas que generan esta migración forzada y la promoción de una verdadera cultura de la Hospitalidad pueden hacer posible la construcción de un presente y de un futuro renovado y esperanzador.

Siguiendo al Papa Francisco, invitamos a poner en práctica acciones concretas y cotidianas para contribuir en la construcción de un camino y un mundo más humano: Acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes y refugiadas.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

El Respeto a la Dignidad Humana está en Crisis

Compartimos el comunicado de la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica y Norteamérica (RJM CA&NA) sobre la situación humanitaria de los migrantes.

El desplazamiento forzado de miles personas en nuestro continente requiere acciones urgentes y duraderas. Las personas que huyen de la miseria y la violencia siguen siendo criminalizadas, agredidas o asesinadas en las rutas. Quienes han sobrevivido a abusos de toda índole, no pueden mantenerse abriendo trechos al margen del respeto a sus derechos humanos.

A menos de dos meses del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el momento oportuno para reflexionar sobre avances y retrocesos. No es cierto que los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, las migraciones forzadas dan evidencia inobjetable de ello.

En el último año hemos atestiguado el surgimiento de nuevas crisis y el recrudecimiento de otras en el contexto migratorio de las regiones de Centroamérica y de Norteamérica. En el trabajo que impulsamos obras sociales, comunidades de base, parroquias, universidades y centros de derechos humanos que formamos parte de la RJM CA&NA, nos preocupan significativamente cinco escenarios:

  1. La crisis humanitaria en la frontera de México con Estados Unidos que se ha agravado producto de políticas orientadas a restringir el acceso a la protección internacional, lo que viola las leyes estadounidenses y va en contra de la normativa internacional en materia de derechos humanos. Estados Unidos está obligando a los solicitantes de refugio, que llegan con la intención de entregarse a las autoridades correspondientes, a esperar del lado de México tiempos prolongados y en condiciones precarias. En Nogales, Sonora, familias de México y Centroamérica, muchas con niños pequeños, aguardan hasta un mes, sufriendo frío, hambre y enfermedades u otros tipos de vejaciones como acoso y abuso sexual, extorsiones y robos. En varios puntos de ingreso, autoridades mexicanas están colaborando para frenar la entrada de solicitantes de asilo, práctica que agudiza la crisis.
  2. La crisis de separación familiar. No sólo en la frontera con México, también a lo interno del país, el gobierno de Trump ha concretado una de sus más brutales acciones antiinmigrantes: la separación de familias. En esta administración, la oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) está deteniendo y deportando cada día a más personas inmigrantes que viven dentro del país. En promedio, los que llegan a sus países de origen como deportados habían vivido al menos 20 años en Estados Unidos. La mitad de ellos no tenían ningún record criminal y fueron capturados mientras conducían, en redadas de lugares de trabajo o barrios. Pueden pasar meses en detención y la mayoría de estos casos terminan en deportación. Entre 2016 y 2017, el porcentaje de papás o mamás deportadas y separadas de sus familias aumentó en un 120%. En este año y sólo para el caso de Nogales, Sonora, cerca de mil personas sin sus hijos habían llegado como deportadas. Niños, niñas y adolescentes terminan viviendo en el país con un solo progenitor, con tíos o abuelos, o se tienen que mudar al país de origen con sus padres, cuando las condiciones del traslado son posibles, aún y cuando no conozcan nada del país de sus padres. Estas políticas no solo atentan contra los valores humanos, sino que generan traumas y supone una flagrante violación a los derechos constitucionales de las personas menores de edad.
  3. La crisis sociopolítica en Nicaragua que ha generado la salida de varias decenas de miles de nicaragüenses –en su gran mayoría jóvenes- que sobrevivieron a amenazas, asesinatos de familiares, persecuciones, torturas y detenciones arbitrarias por participar en las diferentes movilizaciones en contra de la política represiva y autoritaria del actual gobierno. Este desplazamiento forzado es la única opción para proteger sus vidas frente a un Estado –que como afirman organismos internacionales- ha cometido graves y sistemáticas violaciones de Derechos Humanos. Las necesidades de protección internacional de nicaragüenses, sólo en Costa Rica, han impactado de manera significativa el trabajo humanitario en el país vecino. Han generado un colapso institucional que limita la capacidad de una respuesta adecuada para procesos de regularización y otros servicios. Costa Rica es un país de 5 millones de habitantes, que para el año 2017 registró un total de poco más de 6 mil solicitudes de refugio, por lo que ha supuesto un desafío importante, atender las 20 mil nuevas solicitudes de refugio que han presentado personas nicaragüenses en los últimos 4 meses.
  4. La crisis cotidiana de subsistencia de hombres y mujeres centroamericanas, derivada de la imposición de sistemas políticos autoritarios y modelos económicos excluyentes obligan a las personas a huir de sus países para tener una vida digna y a veces para salvaguardar la vida. Sólo en 2017 se han registrado 298,387 personas centroamericanas refugiadas o solicitantes de refugio. Un doloroso ejemplo de esta realidad es la actual Caravana conformada por más de 2000 mujeres, hombres, niños, niñas, jóvenes, personas de la diversidad sexual y personas de la tercera edad procedentes de Honduras, quienes han tomado sus pocas pertenencias en mano y huyen de su país hacia una ruta larga y peligrosa.
  5. La crisis de violencias en México como país de tránsito y destino que impacta de manera directa en las personas migrantes centroamericanas y a la población mexicana de retorno al país. México ya es un país de destino, en la mayoría de las ocasiones forzado. Preocupa que entre 2013 y 2017 incrementaron 1026% las solicitudes de refugio y hay una falta de capacidad institucional para responder, ya que hasta 2017 había un rezago de casi el 60% de las solicitudes. Las crisis que se viven en la región son las mismas que están desplazando a miles de personas dentro el país. Se generan violencias que ponen en mayor vulnerabilidad a migrantes forzados: según lo informa la Red de Documentación de las Organización defensoras de Migrantes (REDODEM), los migrantes en tránsito sufren violencias por parte de agentes privados y del estado; continúa una política de detención y deportación como control migratorio que es violatorio a las necesidades de protección internacional, tan solo hasta agosto de 2018 se han detenido a 86431 personas y deportado al 83%. Todo es una muestra de hostilidad con que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha respondido y sigue respondiendo, un ejemplo claro es la respuesta de militarización de la frontera, que están dando las autoridades mexicanas frente a la caravana de migrantes que ya está en Guatemala.

¡Nuestra humanidad está en crisis! Estos y otros dramas que afectan tan profundamente a nuestros países, son consecuencia de problemas estructurales propios de la imposición de modelos económicos neoliberales y políticas de seguridad con enfoque militarizado para toda la región.

  • Como Red Jesuita con Migrantes Centroamérica y Norteamérica trabajamos de manera decidida para dar respuesta a estas crisis y sus causas, y por ese motivo nos sentimos en el derecho también de demandar y reafirmar compromisos:

  • Exigimos el cambio de enfoque de seguridad nacional que criminaliza la migración por uno que priorice la seguridad humana y la garantía del respeto y promoción de los derechos de todas las personas migrantes.

  • Reclamamos a nuestros gobiernos que cumplan con su obligación de proteger y garantizar los derechos humanos, y de implementar los tratados de derechos humanos internacionales.

Exhortamos a todos los Estados de la región, en particular a los países de la región Norte de Centroamérica, así como a México y a Estados Unidos a que garanticen la protección y seguridad personal de las personas que integran la Caravana procedente de Honduras. Que en todas sus actuaciones, cumplan con sus obligaciones de respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de las personas que se encuentran en una situación de movilidad humana, reconociendo el derecho a migrar, a solicitar asilo y recibir protección internacional, así como a la seguridad e integridad personal, basando siempre su actuar en un plano de igualdad y no discriminación, sin importar la situación migratoria de las personas ni ninguna otra situación de vulnerabilidad.

Como RJM CA&NA nos comprometemos a seguir defendiendo los derechos y la dignidad de la población migrante forzada, a través del acompañamiento directo social y pastoral, la incidencia y la investigación para la transformación social.

Creemos firmemente en la articulación con otros movimientos para buscar alternativas a los modelos sociales y políticos que acaban con la vida.

Celebramos los múltiples esfuerzos de resistencia y transformación que nos contagian las personas que han sobrevivido a experiencias de desplazamiento forzado.

Y hacemos eco de las palabras de San Óscar Arnulfo Romero: “Es triste tener que dejar la patria, porque en la patria no hay un orden justo…”

Hoy más que nunca, el mensaje inspirador de San Romero, es el que nos da la fuerza necesaria para que sea la justicia nuestra única bandera y el respeto a la dignidad, la más grande aspiración compartida, esa que nos permita hacer florecer la vida en esta casa común que habitamos.

17 de octubre 2018. San Salvador.

Reunidas delegaciones de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Estados Unidos y Canadá que forman parte de la RJM-CANA

Fuente: CPAL Social

 

Caminos hacia Dios: la Seducción

Las seducciones de Dios son aquellas que se dan en los desiertos de nuestra vida.

Por Emmanuel Sicre, SJ

Las seducciones de Dios son aquellas que se dan en los desiertos de nuestra vida. En los momentos donde nuestro espíritu se halla solitario y preguntón. En la soledad de nuestro monasterio interior, muchas veces, somos atraídos al recogimiento, al amor gratuito, al silencio cadencioso, a la ternura contemplativa. Allí acunamos nuestros dialoguitos con Dios y depositamos nuestros esfuerzos y debilidades. Allí recibimos la fortaleza.

Pero también, lejos del embrujo y el hechizo, el Dios de Jesús cautiva al inquietarnos con lo real. Como buen amante, nos inspira en el alma las preguntas que sirven de motor para vivir abiertos al misterio de su presencia en donde menos lo imaginamos. Por eso, somos paradójicamente seducidos tanto a gozar la vida como a entregarla, a vivir como a morir por los demás, a enriquecernos siendo pobres y a esperar detrás de cada cruz una resurrección.

Fuente: Pastoral SJ